Se despertó en aquella cama que no era la suya, en una habitación que no era la suya... estaba tan confundido pues seguía recordando aquellas instalaciones en las que estuvo tanto tiempo metido. Pero el recuerdo de la noche anterior le vino de golpe.
Se enderezó de la cama de una manera tan rápida que pronto se sintió mareado pero eso no lo detuvo de levantarse y correr hacia la puerta.
La abrió de golpe pero solo se encontró un largo pasillo con más puertas, al final de este se veían unas escaleras. Y justo en esa dirección se escuchaban a lo lejos aquellas voces que parecían reír. Solo esperaba que no fueran alucinaciones suyas ya que el medicamento no tenia más poder sobre el.
Bajo rápidamente a tropezones hasta que llego a la planta baja donde parecía haber una haber una sala. En ella estaba un gran sofá y enfrente una televisión. Se sorprendió pues se veía la cabellera de su amado pero se extraño al ver otra cabeza a su lado.
-Kakaroto?- Vegeta susurro avanzando hasta quedar enfrente de su ex-paciente.
Este lo noto y puso una cara de asombro, iba hablar hasta que Vegeta le interrumpió.
-Kakaroto que haces con ella?-Pregunto dolido apuntando a la mujer de cabello corto a lado de su amado.
-Alto amigo mio... yo no me llamo Kakaroto-Dijo este mientras se levantaba del sillón colocando ambas manos frente a el intentando tranquilizarlo.
El más bajo frunció aun más su ceño, estaba confundido y su mente estaba echa un desastre como para poder pensar correctamente.
-Cómo no vas a ser Kakaroto? Tu eres él! Tienes las mismas características físicas!... excepto por esa cicatriz-Dijo Vegeta sin notar lo que dijo.
-Exacto... No soy quien tu crees, me estas confundiendo... Yo no soy él-Dijo el más alto.
Pareciera como si este recordara mientras se discutía su identidad pues cada que hablaba pareciera como si se le fuese a quebrar la voz, parecía tan frágil en ese momento. Fue cuando ahí Vegeta entendió que no era quien el creía, pero se parecía tanto que solo se confundió más pensando en las malas jugadas que su mente le hacía-
-Entonces... Quien eres tu?-Pregunto demasiado confundido como para procesar bien la información.
-Soy Bardock...-. El más alto parecía más tranquilo cuando soltó un suspiro después de presentarse.
Pero mientras el se relajaba Vegeta tenia una batalla dentro de su mente, decidió empezar a salir de ahí a cualquier costa pues las cosas podrían empeorar si su estadía en aquella casa se alargaba un poco más.
-Donde esta mi mochila?-. El más bajo pregunto con la mirada perdida pero con voz firme.
-Esta allá-Dijo Bardock señalando una pequeña mesa alta colocada en una esquina, donde efectivamente ahí se encontraba la mochila.
Vegeta al ubicar su mochila finalmente, buscó la salida y afortunadamente no estaba lejos. Corrió rápidamente por su mochila la tomo, abrió la puerta y salió de ahí no sin antes escuchar unas palabras que lo dejaron aun más confundido.
-Espera Kakaroto esta...-
Pero fue lo único que pudo escuchar, no podía arriesgarse a regresar ya que podría ser una trampa, podrían llamarle a la policía, por que no debía de olvidar que estaba huyendo.
Aquellos bastardos no descansarían hasta tener a su puta de vuelta.
Es por eso que empezó a correr otra vez, tan rápido como sus pies se lo permitieron.
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Después de un rato ya se hallaba de nuevo en aquel camino con kilómetros de bosque en los costados. Fue cuando su mente nuevamente empezó a pensar de una manera tan torcida que a veces ni sabía por que sucedía eso.
Empezó a preguntarse si lo que veía era real llenándose de angustia en su interior, que tal si todo eso era parte de una complicada alucinación, y es que ¿Cómo poder diferenciar la realidad de la alucinación? Si ambas eran tan parecidas, empezó incluso a creer que el no estaba ahí mismo caminando con pinos enormes a sus costados.
Ese tipo de pensamientos eran los que más le causaban miedo, por que realmente le asustaba no saber diferenciar la realidad de su locura, como si las alucinaciones fueran un sueño del que no podía despertar tan fácil y lo peor de todo es que no te das cuenta de buenas a primeras, sino cuando empiezas a notar que hay cosas que no concuerdan.
Es por eso que la mente es tan hermosa como perturbadora pues sus acciones son impredecibles, hay veces que puede perjudicarse y en pocas beneficiarse, podría estar arruinando la vida de su portador y ni cuenta se daría.
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Con esos pensamientos en mente Vegeta llego muy lejos sin darse cuenta.
Pronto se encontró en la entrada de un pueblo, se le hacía conocido pero no sabía de donde o cuando. Se limitó a forzar una sonrisa y entrar... tal vez podría hospedarse en algún hotel.