Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Senbazuru por VieyraKoko

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Día 01: Trece grullas de papel

Prompt: "Festival de las estrellas" Cita - Promesas

A Yuri le tocan el nervio muchas cosas, tantas que ese día Mila y Victor empezaron a enlistarlas entre risas durante el descanso de la práctica por la mañana como el "compendio de cosas que hacen enojar al gatito" pero aquella encabezando la lista, casualmente olvidada por ellos era el ser tratado cual niño desamparado. Eso lo llevaba a su situación actual al borde de la cólera, Yakov salió con Lilia en una engorrosa cita, Victor iba a grabar unos anuncios comerciales, él debía estudiar para los exámenes y nadie creyó que pusiera manos a la obra dejándolo solo.

Ahí estaba, en una tarde lluviosa de Julio teniendo por niñera al odioso cerdo, ambos sentados frente a la mesa del comedor en medio de un incómodo silencio o al menos lo era para él, Yuuri estaba demasiado concentrado en garabatear sobre una hoja de papel en blanco.

Malditos sean todos por ponerlo en esa situación, en especial ese desgraciado cerdo, desde el Grand Prix Final la ansiedad padecida estando a su lado se incrementó exponencialmente al punto de no poder concentrarse en una situación así, estaban solos y quería poder observarlo sin sentirse extraño ni enojarse consigo mismo en consecuencia pues no entendía como un tipo tan simplón lo descomponía tanto, ¿Qué tenía de especial ese idiota cuatro ojos?

—¿Ocurre algo? —preguntó el japonés con un tono de voz amable, notando la constante mirada de su acompañante.

—N-No es nada —renegó sonrojándose al regresando la atención a su casi vacío libro de ejercicios.

¡Ahí estaba! Odiaba ese retumbar descontrolado de su pecho, ¿Por qué no podía ser todo cómo en Hasetsu? Cuando al quedarse solos Yuuri tomaba esa molesta actitud de madre con él era mucho menos desesperante.

—¿Necesitas ayuda con algún problema? Llevas mucho atascado con esa ecuación.

—¡No puedo concentrarme contigo escribiendo quien-sabe-qué cosas aquí!

—Son sólo elementos técnicos en los que he estado pensando para mi próximo programa libre —comentó levantando el papel frente a su rostro.

Bien, charla de patinaje, eso aliviaría toda su tensión. Prestó atención a la lista de saltos puesta al lado izquierdo más que a la de giros en el lado derecho.

—¿Dos flip cuádruples para tu programa libre de la próxima temporada? Aspiras demasiado alto, cerdo.

—Es bueno ser optimistas, ¿No? Seguro cuando le muestre esto a Victor me pedirá mover uno al final de la presentación, por eso de los puntos.

—¿A quién le importa? —gruño evadiendo la mirada— Los venceré a ambos en cada competencia.

Continuó respondiendo el tema de matemáticas pero al notar la respuesta no correspondía con ninguno de los incisos borró todo el proceso para empezar de nuevo, haciéndolo tan fuerte que rompió el papel, provocando una leve risa al mayor.

—¡No te rías cerdo! —gritó rojo hasta las orejas, levantándose y golpeando la mesa apenado.

—Lo siento, lo siento —se quejó con esa boba voz dulzona tan odiosa—. ¿Por qué no te tomas un descanso y hacemos otra cosa? Algo más relajante como… origami.

Ante la enardecida fiera empezó a doblar su lista de elementos técnicos con habilidad, en un par de segundos tuvo lista una simple grulla de papel.

—Felicidades, has hecho un pájaro.

—Es una grulla.

—Eso mismo.

—Pon atención, Yurio, dicen que si haces mil grullas de papel se te cumplirá un deseo.

—Pues te faltan novecientas noventa y nueve —comentó empezando a tranquilizarse.

—Podrías ayudarme.

—¿Para que tú cumplas un deseo?

—No, creo que no existe nada que pueda pedir ahora —dijo con una sonrisa tan amplia y radiante que obligó al menor a sentarse frente a él de nuevo.

—Entonces vamos a hacerlas para mí.

Yuuri tuvo la prudencia de no preguntar cual era su deseo mientras le mostraba paso a paso como hacer la grulla de papel, pues él mismo no sabía exactamente qué quería pedir por deseo, si saber cual era la causa de sentirse así estando a solas con él o poder quitarse ese malestar.

Iban a penas por el ave trece cuando el constante repiqueteo de la lluvia sobre la casa Baranovskaya cesó, dándoles oportunidad de salir a buscar un pequeño restaurante para cenar.

—Las grullas son muy importantes en la cultura japonesa —empezó a platicar Yuuri siendo guiado por el menor pues aún no conocía lo suficiente San Petersburgo—, en este mes celebramos el Tanabata, el festival de las estrellas dedicado a dos amantes que solamente pueden verse una vez al año gracias a un puente de aves.

—¡No te pongas romántico! ¡Harás que esto parezca una cita! —gritó Yuri sintiendo la sangre subírsele hasta la frente.

—No digas esas cosas, solamente trataba contarte un poco más de mi cultura, pasaste mucho tiempo en Hasetsu y no pudiste quedarte al Tanabata del año pasado —se defendió dolido el japonés.

—El año pasado… —dejó las palabras al aire Yuri, pensando en cuantas cosas ha pasado desde que el idiota de Victor decidió fugarse para entrenar a ese torpe.

Por alguna razón se siente feliz ahora, paseando entre las calles aún empapadas de la ciudad junto a su rival sin ninguna estrella brillando sobre ellos por las nubes en el cielo, tiempo atrás ni siquiera se hubiera molestado en seguirle la plática melancólica sin embargo se siente en confianza y tiene curiosidad de saber más, quiere seguir escuchando esa voz dulce hablándole sobre historias románticas sin importar cuanta grima le provoquen.

No se entiende a sí mismo y por un segundo la absurda idea de estar enamorado del Yuuri japonés lo invade cual marea imparable, quizá lo esta, quizá quiera llamar a esa ordinaria salida a cenar un intento de cita por el festival de las estrellas estando en su natal Rusia o alguna cursilería parecida sin sentirse asqueado por ello.

—¿Y qué tanto hacen en ese tanabata? —preguntó fingiendo no tener interés en ello.

La preciosa mirada de comprensión a través de los anteojos que Yuuri le dedicó lo confundió aún más, no quería estar enamorado del cerdo, ni se encontraba listo para enfrentar todas las cosas que eso conllevaba. Lamentablemente había descubierto desde hace ya mucho tiempo que el hombre japonés era una tremenda fuerza destructiva en un disfraz hermoso, podía oponerse a él, gritarle, luchar hasta el final y aún así sentirse derrotado.

Maldijo una vez más, si el amor era así no lo quería en su vida.

Continuará…


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).