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Obsession por Fruit Chinpo Samurai

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Notas del fanfic:

Esto es algo así como un experimento, si es de agrado quizás lo termine, quizás lo olvide como otra de mis historias. 


 


Espero no perder las ganas a la mitad, sobre todo por detestar con el corazón a Kiyoshi Teppei. 

Notas del capitulo:

Simplemente dejen que esta querida araña se asfixie entre sus acciones y se dé cuenta que siempre cada acto tiene una reacción. 

La cabeza pesaba tanto que ambas manos intentaban mantenerla en su lugar, no podía dejar que cayera al piso, pero dolía, el cuello no podía, el cuello se rompería, sus pequeñas manos no podían soportar ese peso tremendo, su cuerpo parecía exigir que algo tan abominable desapareciera. . .no podía tolerar más aquella falsa vida que parecía tener. . . todos los días sosteniendo esa falsa maldad, esa falsa hipocresía. . . ¿De qué hablaba?

 

Él era así, él era un demonio, él era el peor entre todos, pero al mismo tiempo era una persona normal, era un sujeto completamente normal. . . era, era un chico que estudiaba y estaba pensando ya en el ingreso de la universidad. . . entonces ¿Por qué?

 

Se vio en el espejo y golpeó con fuerza ese reflejo que lo mortificaba. . .golpeó molesto, una y otra y otra y otra vez. . .no podía aceptarlo, no podía siquiera creer que ese tipo de enormes manos y sonrisa gentil se alegrara después de todas esas humillaciones y dejaciones. . . no podía. . . dejó caer los hombros cansado, él no estaba solo y por eso no podía contra aquello, por eso no podía pelear contra un grupo que realmente superaba a ese batallón formulado como piezas de ajedrez. . . miró por cosa de segundos su propia mano posada en el espejo que reposaba en el baño de la segunda planta. Podía oír a su madre cocinar abajo, las vacaciones después del término del campeonato eran un corto receso antes de volver a la realidad en que era un tipo educado, miembro del comité de disciplina y estudiante sobresaliente, entonces ¿Cómo pudo terminar tan obsesionado con ese tema?

 

Kiyoshi era y siempre sería su némesis, un tipo que lo tenía todo y en ese maldito punto, tenía un pie sobre su hombro derecho, mientras el otro con la rodilla dañada era prisionero de sus manos, de esos dedos largos y huesudos que no dudaban en incrustarse y recordarle que había truncado ese futuro con sólo poder mirar por cosas de segundos sus reacciones. . . ¿Realmente no se había dado cuenta de ese problema? Abusaba como quería, jugaba sin pensarlo, era libre y saltaba dando seña de que esa era su vida, el deporte que le permitía olvidar los dramas de su propia vida, de su desdichada vida. . . ¿Y él?

 

Era tan desagradable pensarlo, era tan penoso, era tan amargo. . . se mordió el labio inferior y decidió mojar esa cabeza. . . alzó la llave y no dudó en meter la cabeza bajo el chorro de agua fría en la ducha. . . no importaba si se mojaba, la toalla estaba en el mueble a un lado de la puerta. . .eso contaba como un relajo antes de meterse completamente a los estudios. . . .debía recordar que estar en la clase avanzada era un logro que no todos podían ostentar en la escuela de niños ricos. . . él no era uno, hijo de una madre soltera, una mujer que debía esforzarse para darle lo que necesitaba. . .  y por ello se dedicaba ciegamente a mejorar su único talento.

 

Dos golpes y esa voz cálida invitándolo a comer. . .

 

— Sí. . . —

 

Alargó como condena, esperando que se alejara de ese lugar sucio en que dejaba ir la frustración y planeaba el siguiente encuentro con su equipo.

 

La mañana siguiente se dirigió a él igual que la peor pesadilla, debía salir, es decir, era necesario para poder despejarse y obtener los libros de texto necesarios para rendir la prueba de ingreso a la universidad, comenzaría con la academia de reforzamiento y no podía fallarle a su madre, menos a él mismo. . . junto a eso, el maldito club. . .el comité. . . su vida, no tenía vida. . . se alzó enojado, se vistió enojado, salió de la casa enojado. . . llegó al lugar y sí, estaba enojado.

 

Sus amigos parecían tener una vida distinta, felices y tranquilos, felices y calmos. . . ¿Era así de sencillo desconectarse de todo? Parecía que sí. Entró en la primera librería y tomó lo primero que encontró entre las personas que parecían estar más felices y calmas que él. . . ¿Por qué todos estaban tan en paz y calmados? La vida era una lucha, era algo amargado que te oprimía y te sentenciaba sin siquiera preguntar algo, la vida era. . .

 

— Oh. . . pero si es Hanamiya. —

 

¿En qué momento sintió que perdía el aire? Una mano pesada estaba sobre su hombro y una sonrisa que no acostumbraba a ver siempre era entregada como plato principal para un estómago muy mañoso. Desvió la mirada del libro y quedó en esa mano que seguramente estaba sucia, seguramente le pegaría alguna tontería. . . lo escuchó hablar, lo vio moviendo los labios, lo vio una y otra vez esperando que la tierra se abriera y se tragara su cuerpo de una vez por todas.

 

— ¿No tienes algo mejor que hacer? —

 

Gruñó antes de dejar el libro junto a los otros, volviendo a mirar al castaño por simple educación. Escuchó su risa y luego alguna frase extraña, ese tipo parecía no enterarse nunca de que era una molestia, ese tipo parecía muy feliz en ese momento. . . ese tipo. Lo invitó a charlar un momento, a quizás mejorar la tensión que se notaba y aunque era un idiota podía sentir que se ahogaba con las miradas furtivas de alguien que parecía no poder soportarlo.

 

— Creo que nunca tuvimos la oportunidad de hablar tranquilamente, quizás así podremos entendernos mejor, no creo que seas una mala persona. —

 

¿Bromeaba?

 

Todos repetían en su equipo que él había hecho algo con su rodilla, de hecho no evitó mirarla desconcertado. . . ¿Ese tipo realmente tenía un problema?

 

— No quiero perder el tiempo, tengo cosas que hacer. — Informó de mala gana, intentando caminar y pasando de largo, pero ese tipo, se movía rápido. — Creo que no es sólo tu rostro, realmente eres un tonto. — Alegó intentando intimidar a un sujeto enorme con manos grandes al igual que una sonrisa santurrona. . . ¿Qué quería? Eso podía considerarse como acoso. .  .eso podía terminar con una nariz rota y un dedo doblado si no dejaba de incomodarlo. . . llevarlo contra el muro y estampar el rostro de golpe hasta ver que se disculpaba por meterse con él. . .

 

Respira Makoto, recuerda el comité, recuerda las reglas de la escuela, recuerda que juegas contra las reglas en los partidos, recuerda que tienes dardos y buena puntería. . .  quizás si le entierras uno y dices que fue un accidente será suficiente. . .

 

— Sólo será un momento. . . tengo entendido que eres inteligente, estoy seguro que notas claramente la nula existencia de malas intenciones. . . ¿Lo dije bien? Es extraño ser formal contigo, somos de la misma edad, pero siento que le hablo a alguien mayor por esa aura tan especial que te rodea. . . algo así como. . . —

 

— Peligro, los tontos no deben estar cerca ¿Algo así? — Interrumpió pasando sin pensarlo, empujando al tipo y llegando a la salida del local, lo gracioso fue ver como a pesar de ello él parecía ir tras sus pasos, caminando tranquilo, siguiendo su sombra en silencio. . . igual que un perro perdido. . . y estaba comenzando a perder la paciencia que claramente no tenía. ¿Qué quería? — ¿De verdad es tan divertido seguirme o no tienes nada mejor en tu día? —

 

— Simplemente deseo hablar ¿No es algo que hacen los amigos? —

 

El estómago pareció pudrirse de un momento a otro, su cuerpo se giró y con una clara expresión de “PERDÓN ¿SE TE PERDIÓ EL CEREBRO?” lo observó por cosa de minutos. Una clara migraña se apareció y su mano derecha jaló la tela de esa polera que no combinaba en nada con el cuerpo marcado de ese sujeto.

 

— No soy tu amigo, no quiero hablar contigo y simplemente espero que te pierdas antes de tener que molerte a golpes. —

 

Y allí estaba esa sonrisa tan arrogante a sus ojos, pasando por alto sus quejas, ofreciendo una clara invitación a seguir con todo eso a pesar de saber que no era de su gusto.

 

— Sólo es hablar. . . — Se apresuró a corregir, ahora la otra mano lo obligaba a jalar la tela y acercarlo cada vez más, ese tipo era molesto, ese tipo no se callaba nunca. . . estaba molesto, quería golpearlo, no dudó en escupir las palabras y de paso deformar su propio rostro por causa de la furia momentánea.

 

— Entiende animal, que nadie quiere hablar contigo. Me importa realmente poco si deseas algo, no tengo intención de quedarme a representar el papel especial en esta patética obra. ¿Te reirás después de todo esto? Pues deja que te informe, antes de rompo la cara y la otra rodilla. — Ambas manos temblaban por lo incomodo, por estar enojado, por estar justamente frente a alguien que estaba comenzando a detestar. . . simplemente por ser él.

 

¿Qué le estaba pasando?

 

Aflojó el agarre y se disculpó con un murmullo de vete a la mierda, giró su cuerpo y se alejó, notando claramente que sus pensamientos estaban mucho más confundidos que antes, notando que los días pasaban más lentos que antes, notando que cada día parecía encontrarse con ese tipo de cabellera castaña, intentando entenderlo, ser su amigo, ser uno más en esas travesuras que nadie imaginaba. . . un día lo siguió hasta su casa, un día. . .

 

Ese día, parecía rendido, parecía decir que podía hacer lo que quisiera y no diría nada, simplemente le permitiría hablar y parlotear igual que un loro, simplemente esperando que se cansara, las vacaciones terminarían dentro de poco y extrañamente no había podido estudiar todo lo que deseaba, extrañamente era normal para él verse con ese sujeto y pasar el día sin hacer nada, jugando a dar pases, evitando forzar a Kiyoshi, observando el paso del día, mirando algún libro en la casa de Makoto o en la de Teppei, manteniendo la calma. . . manteniendo cada vez menos distancia, manteniendo la compostura simplemente por educación, dejando caer la cabeza sin pensar sobre el suelo al fijar la mirada en el techo de madera antigua en la casa de Kiyoshi Teppei.

 

Su abuela siempre tan gentil ofreciendo sandía, él dando las gracias y elevando su cuerpo para poder recibir con rapidez las cosas. No podía dejar que una mujer mayor se ocupara siempre de él cuando estaba de visita. ¿Qué pasaba con él? ¿Sería que ese germen que portaba Kiyoshi se había metido en su cerebro y ahora no lo dejaba en paz?

 

Mordió todos los trozos de sandía y se cruzó de piernas observando el jardín, no dudó en sonreír cuando ese tipo vio que habían profanado su trozo.

 

No dudó en sentirse mal al notar un día el cansancio en la pierna de Kiyoshi. . . Estaba en tratamiento y estaría allí sólo por ese tiempo de vacaciones antes de volver a operarse. Esa noche, le explicó que era importante, simplemente entender la razón para no poder llevarse bien si los dos compartían el gusto por ese deporte, simplemente deseaba saber cómo poder llegar a él y de alguna manera pensar en que si sucedía lo que no debía en la operación, no perdía nada y no sentiría que no había hecho de todo en la vida.

 

— Tú no eres tan malo y yo no soy tan idiota ¿Verdad? Simplemente tienes una personalidad que no todos intentan comprender. —

 

Esa tarde, por primera vez, Makoto le demostró que se había preparado de manera correcta como entrenador y capitán, sabía dar masajes, quizás no como los de su capitana, pero se aseguraba de ayudar con aquello aunque fuera mínimo, aunque simplemente lo ayudara a dormir aquella noche calurosa en la ciudad de Tokyo.

 

Los días pasaron, y no supo más de él.

 

No tenía cómo preguntar, menos se atrevía a ir de visita a esa casa, debía prepararse, dentro de pocos días rendiría el examen de ingreso para la Universidad de Tokyo, dentro de poco su vida cambiaría. . . ese dentro de poco nunca lo preparó para terminar en su segunda opción, nunca pudo superar siquiera entrar en la facultad de derecho. . . nunca. Lo culpó, perdió tiempo valioso con él y no sabía nada de su estado, había robado su verano y su futuro. . .estaba seguro que esa era su venganza, estaba seguro que sería esa manera en la que se ocuparía de recordarle que no era la única persona con las garras metidas en su futuro en su vida. . . lo odiaba, lo detestaba. . . no quería volver a verlo. . .

 

Pero lo necesitaba. . .

 

Hanamiya, tenía en ese punto una obsesión que se podía confundir con un gustar y lo sabía, lo supo desde la última vez que estuvo con él y pensó se sentía igual. Una mierda que nunca en su vida podría suceder, una confusión de juventud que no se volvería a suceder. . . ahora tenía o intentaba tener una vida normal con una chica que trabaja para poder costear sus gastos idiotas y sin sentido, una mujer que prácticamente era un adorno dentro de esa vida imperfecta del estudiante de letras en una universidad de segunda, pero en la que tenía las mejores calificaciones. . .

 

Odiaba su vida, detestaba lo que tenía, y todo por culpa de Kiyoshi Teppei. 

Notas finales:

Gracias por su tiempo.


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