- Las dos caras de la moneda.
Porque a veces puedes pecar de confiado….
-Mira la hora, estos inútiles-
El hombre miró a un extremo de la calle y luego al otro mientras sostenía el reloj de bolsillo, lo guardó. Una vez más sus incompetentes asistentes llegaban tarde, miró la pila de cajas tras de él, debían ser llevadas con prontitud al tercer piso. Suspiró, no podía esperar más, tenía una junta muy importante, frotó sus sienes intentando pensar cómo hacer que las cajas llegaran hasta allá.
No podía llevarlas el, la junta empezaría en cinco minutos, y no le daría tiempo de llegar, y nunca de los nuncas un Malfoy llega tarde.
-¡Con un demonio!- Expresó con fastidio. Puros torpes, para empezar el transportista debió dejarlas en el cruce de las chimeneas ¡Y no afuera del edificio! Y luego sus brutos asistentes que evidentemente no tenían reloj. Zapateaba con un pie presa de la desesperación.
-Si me prestas tu varita yo podría llevarlas.
-Buen intento- Dijo el mayor, ya sabía que su hijo estaba inquieto por tener su propia varita, a veces le prestaba la suya pero esas cajas contenían artículos muy delicados y aunque dominara el wingardium leviosa no podía arriesgarse a dejarlo sin supervisión con todas, eran demasiadas, por eso mismo debían estar aquí los EX asistentes.
¡Y seguían sin llegar!
Volvió a mirar al otro extremo de la calle.
-¿mmm..? -
Había un mago unos años mayor que su hijo sentado en la escalinata de una tienda, miraba al suelo y traía una gorra gris, como era muy temprano la tienda permanecía cerrada y seguro esperaba a que llegara el dueño. Seguramente ya dominaba la levitación.
-Oye muchacho, ¿Quieres ganarte un galeón?- el chico alzó la vista mostrando su pálido rostro, tenía ojos azules y una cicatriz en el pómulo, sus ropas estaban gastadas, se puso de pie inmediatamente.
-A la orden señor -dijo con una amplia sonrisa y quitándose la gorra en un saludo.
-Ves esas cajas, llévalas al tercer piso del ministerio, al aula magna, entregáselas al señor Butterhorn, que no se te caigan, y si llegan intactas tendrás un galeón. –
-A la orden señor.- con enorme sonrisa.
-Bien, Lucius, ¡Vé con el!- El joven asintió. Su padre se aproximó y le tendió el dinero, habló bajo – si mis cajas llegan intactas dale dos, te espero en mi oficina.
–Si padre- Después de todo tenía que enseñar a su hermosísimo hijo a supervisar para que se convirtiera en un excelente patrón como el mismo y toda oportunidad debía ser aprovechada. De paso evitaba que el mocoso se las robara, esa era mercancía importante, al menos Lucius podría avisar.
Abraxas Malfoy dio un asentimiento de cabeza y se fue directo a la junta, mientras el muchacho de la gorra inspeccionaba las cajas de cerca.
Lucius vio como su padre se alejaba y luego redirigió su vista al chico, estaba a punto de dar las mismas instrucciones que su padre había dado como si él fuera quien lo contrato, pero miró absorto como el muchacho las acomodaba una sobre otra sobre un brazo. Él se dio cuenta.
-¿Qué sucede pequeñín?- Lucius Malfoy se indignó, ¿Qué este tonto no sabe con quién está hablando? Pero luego se horrorizo de tener al frente a un squib, nunca había conocido un squib. Se cruzó de brazos.
-¿Por qué no usas tu varita?
-¿Para qué?, alguien tan genial como yo no la necesita-
Por alguna razón le hizo gracia, esa actitud altanera y chocante. Lucius sonrió.
Una sonrisa tan preciosa que Fenrir Greyback nunca olvidaría.
“Esa vez debí robarte”
-¿No pesan?
-Es que soy muy fuerte. – Lucius alzó una ceja, estaban por los pasillos del ministerio, llegaron a los elevadores. Greyback pudo dejarlas en el suelo del ascensor, pero no, las siguió llevando en sus antebrazos, se tuvo que hincar para que cupieran y no pegaran con el techo, diez cajas de madera de tamaño mediano, cada una con su propio peso. -¿Y que hay adentro?
-No necesitas saberlo, limítate a llevarlas.
-JAJAJA- Río escandalosamente, descaradamente. Lucius frunció el ceño, ¿Qué no tenía recato? – Entonces no sabes que hay dentro.
-¡Claro que lo sé!
-Sí, sí, lo que digas. – Se abrió la puerta del ascensor en el piso y Lucius bajo primero seguido de Fenrir. – ¿Por qué no te vas con tu papi y me dejas el resto a mí?
-Sí claro. -
Lucius revisó el mapa en la pared, llegaron al aula magna donde había un mago de túnica roja que era seguido a todas partes por una libreta y pluma voladoras que anotaban el contenido de varios embalajes.
-¿Oye gordo, tu eres el tal Butterhorn?- El hombre se detuvo y parpadeo impresionado, barrio de la cabeza hasta los pies al chico grosero que se le plantó enfrente.- Un fulano te manda esto. – Fenrir se agachó y con cuidado posiciono las cajas en el suelo perfectamente agrupadas. En ellas había un pergamino adherido que detallaban su contenido y demás instrucciones.
-¡Disculpe señor Butterhorn!- se apresuró Lucius luego de mirar el gafete en la túnica del mago que corroboraba su identidad. Y tras dirigir una mirada homicida a Fenrir habló- Es el encargo que solicitó la junta administrativa al departamento de misterios, lo manda el señor director.
-Ah sí, Abraxas dijo que estaría hoy mismo, no creí que tan temprano, muchas gracias- el sujeto se secó la cara un pañuelo, muchas gracias jóvenes.
-Un placer- dijo Lucius con una de sus sonrisas – y se despidió cortésmente del mago, al dar la vuelta para regresar Fenrir ya iba lejos, tuvo que correr para alcanzarlo, el joven detuvo el ascensor dejando presionado el botón para que Lucius alcanzará a abordar.
Lucius llegó agitado.
-¿No sales mucho verdad?- Lucius solo lo ignoró pero su gesto de disgusto lo hizo arrugar la nariz, Fenrir se río por lo bajo.
-¡¿Qué te pasa?! ¡No puedes hablarle a alguien así!
-¿A no? ¿Y por qué crees que me importa?
-¡Eres un grosero!
-¡Perdóname majestad!, ¿Y ahora a dónde?, ¿Dónde está la guardería donde esperaras a tu papá?-
“¡Este sujeto es imposible!” ¡Él ya era un hombre, no un niño, pero la puta estatura no ayudaba!
Lucius respiró profundo para tranquilizarse.
-Bueno, hiciste un buen trabajo, toma. - Lucius le tendió los dos galeones.
-Oh, que gusto, muchas gracias joven amo. –
El ascensor se detuvo en la planta baja.
–Bien, ya conoces la salida.
-¿Y qué hará usted joven amo?
-No te importa- Iba derechito a la oficina de su padre, allí la asistente le daría algo de té mientras lo espera y puede divertirse con los artículos de oficina en el escritorio. –Buen día- Pero el muchacho no se fue.
-Oye, ¿Y cuánto de rescate pagarían por ti?
-¿Eh?-
“Ahora solo pienso que debí hacerlo”
-¡No, voy a meterme en problemas!- Fenrir le tiraba muy fuerte la mano para obligarlo a seguir tras él.
-¡Relájate!, por aquí hay un mercado mágico, podremos comer algo allí y me comprarás unas cosas que quiero.
-¡No tengo dinero y no tengo porque comprarte nada! ¡Ah!
-¿Enserio no traes plata?- Fenrir esculcó sus bolsillos- No importa, lo dejaremos a cuenta de tu viejo.
-¡No!, ¡Déjame!, ¡Debo regresar!
-¡Ya basta!, dijo que tenía una junta, te vas a aburrir esperando, mejor vamos a dar una vuelta.
-¡Voy a gritar!
-¡Grita!-
Lucius dudo unos segundos, le dio vergüenza intentarlo. Fenrir aprovechó y tiro de su mano para llevarlo al mercado.
-¡Ayuda!
-Que imbécil tu padre, es muy temprano, con trabajos la gente se despierta, y tú ya estás grandecito para dejarte llevar por un extraño, eres tonto.
-¡Cállate idiota!
-Uhhh, el señorito sabe palabrotas, ten cuidado o podrías meterte en problemas de verdad.
-¡Tonto! ¡Ayúdenme no lo conozco!-
Un hombre que recién estaba acomodando la mercancía a las afueras de su tienda se acercó, pero Fenrir es un pillo listo.
-¡Joven amo, debe volver a casa, su madre está preocupada! ¿Por qué escapó de casa?
-¡Ustedes dos!- dijo el hombre.
-Oh, buen hombre, verá, es el hijo de mi patrón, huyó de casa y lo hemos estado buscando toda la noche- Lo agarró y trató de tapar la boca pero Lucius lo mordió y escupió por asco.
-¡NO!- Dijo.
-Suficiente señorito, debemos regresar, el amo debe estar muriendo por darle unos buenos bastonazos. – Fenrir le sonrió ampliamente burlándose cuando el hombre solo se quedó cruzado de brazos, decidiendo si era sospechoso o no, eran casi de la edad así que seguro era un juego. Y aun si no lo era, por la diferencia en la calidad de la ropa de ambos lo creyó.
Lucius se desesperó porque nadie lo ayudaría, era cierto la calle estaba vacía.
Siguieron forcejeando hasta que llegaron a la callejuela.
-¡No!, ¡No debo estar aquí, no puedo dejar el edificio!
-Ya cálmate, eres un mocoso, te preocupas demasiado, relájate.
-¡¿Estás loco?! ¡Tienes idea en el problema que me has metido! ¡Estoy más que muerto!
-Naaaaa, no te pasara nada- Lucius gimoteó odio ese gesto tan de la calle.
-Mira, es allí. – Fenrir lo llevó hasta la trastienda de una casa. El dueño abrió bostezando y entraron a la bodega.
……
-Y esos, son bonitos. – El hombre los metió en un gran saco. -¿Tu que dices joven amo? ¿Estás generoso hoy?- El muchachito solo quería irse, no habían hecho más que perder el tiempo en la tienda eligiendo un montón de ropa de tallas diferentes. Y era obvio que estaba incómodo pero no era algo que al dueño le importara –Parece que sí, y unos zapatos- El dependiente metió el par de zapatos y anudo el saco que Fenrir se colgó al hombro, le dio un codazo- dale la dirección para que envíe el recibo.
-Déjame irme.
-Sí, sí-
Sin opción, Lucius anotó el lugar a dónde la lechuza debía dirigirse para el cobro.
Se marcharon. El rubio quiso escapar, pero el gran saco no impidió que el otro lo detuviera.
-¿A dónde?, todavía nos faltan cosas.
-¡NOOO!-
…
-Gracias joven amo, de verdad me hacía falta ropa para mis cachorros.
-¿Tienes mascotas? Pero esa es ropa para niños.
-Sí, son muy grandes.- Lucius brincó de desesperación.
Pasaron a la boticaria donde estuvieron horas, a la herbolaria, ¡A la juguetería!
-¡No!, ¡Por favor!
-Tranquilo, es para mis hermanitos pero si algo te gusta ¡Elige!
-¡No!, ¡En serio ya no, si mi padre se entera me mata!
-Mira aclaremos algo, de amigo a amigo, no es seguro que te regrese con tus padres, tal vez te meta en uno de estos sacos y te lleve, así que mejor coopera ¿Quieres?
-No.. no serías capaz.
-¿Quieres apostar? - Por el tono y sonrisa maquiavélica, Lucius negó y anotó la dirección para que el dependiente enviara el recibo a cuenta de Abraxas Malfoy. – Otra escenita de estas y no te daré la oportunidad de que alguien vea que te paso.-
….
-Solo dile que estabas pasando el rato.
-¡No! ¡Tú no entiendes!, ¡Van a matarme! ¡Mi padre va asesinarme si se entera que me salí! ¡Por favor! – Fenrir bufó exasperado.
- Que se hace, si bien que ni le importo dejarte con un extraño. Ni se ha dado cuenta que no estás si no ya habría gente buscándote ¿No? Solo vamos a una tienda más.-
….
Lucius casi se vomita en la carnicería, nunca había visto trozos de carne colgar de ganchos. Fenrir compro kilos y kilos de carne envueltos en papel, luego varios litros de leche, llevaba un montón de bolsas con sus compras y las dejo encargadas en ese mismo lugar.
Pálido como fantasma, Lucius terminó de darle los datos al vendedor.
-Al fin, que amable eres. Creí que te desmayarías allí mismo, me habrías facilitado las cosas, el peso muerto es más pesado pero se resiste menos.
-Qué horror. Dices cosas muy feas.
-¿Qué?- Fenrir se distrajó con el aspecto aún más pálido de Lucius- ¿Nunca has ido a comprar víveres?
-No volveré a comer carne.
-Oh entonces no te llevarías con mis chicos. Bueno, vamos a comer algo.
-¡No!, ya fue suficiente, ¡Me voy!
-Cálmate, ya terminamos, anda nene de papi rebélate un poco-
….
Llegaron a una posada donde servían comida. Fenrir eligió un bistec y Lucius solo agua, seguía mareado por el olor de la sangre.
-¡No me jodas!- dijo Fenrir - ¡Pero que delicado!
-¡Déjame en paz!- Lucius dejó caer su cabeza sobre la mesa- ¡Estaré endeudado toda mi vida, voy a morir!-
-Tu papi solo debe de pagarlo, se ve que no le importa tirar dinero por allí.
-¡Mi padre trabaja mucho por mi madre y yo, y no para que un tonto gaste su dinero! – Fenrir chasqueo la lengua. - ¡Estaré castigado el resto de mi vida!
-Ya no seas llorón, no te va a pasar nada.
-¡Eres un mal aghh….!- Fenrir le acercó un trozo de bistec insertado en el tenedor. Y se río mientras Lucius le daba la espalda y arqueaba.
……
-El tiempo vuela cuando te diviertes- Eran las seis de la tarde pero en Otoño. -Mira, ya oscureció. ¡Te escapaste todo el día y nadie ha venido a preguntar por ti!, es decir no estamos lejos, apenas son dos calles y cualquiera pensaría en venir a preguntar aquí. – Que se metiera el sol y se encendieran las luces de los postes en la calle acongojó al pequeño, Lucius empezó a llorar. - ¡Enserio se olvidó de ti! Que feo debe sentirse no valer nada para tus padres. Una cosa es que te maten por escapar y despilfarrar pero que ni se molesten en buscarte ¡Oh, No tienen precio!- comenzó a reír- los padres son unos malditos, no sé porque gente idiota se reproduce como conejo. – Greyback escupió con asco esas últimas palabras, luego volvió a su tono animado- Ni un solo guardia del ministerio y eso que papi parece importante, pobrecito de ti, como de seguro se regresó a casa sin ti y no le interesa encontrarte, ¿No quieres unirte a mi banda de huérfanos? Tendrías una nueva familia. –
Lucius agachó la cabeza y se secó las lágrimas, no quería que ese tonto lo viera llorar.
-Oye, oye calma, ¿Enserio eres de los que no escapa?, yo volvía a las tres de la mañana, y apenas son las seis, ni siquiera es de noche.-
“Destino.
Que nos hayamos encontrado en un día de luna llena.
Y no me gusto, por alguna razón no me gusto tu cara llorosa, no entiendo porqué. Por eso no te robé”
-Ya vámonos, te llevaré de regreso-
….…
-¡¿Qué haces!?
-Te ayudo.
-¡Mi madre me va a matar!- Fenrir le tiiró tan fuerte la manga de su suéter que se descosió en el hombro, forzó los bordes a su extremo contrario para romperlo más, debajo de la tela azul se asomó el blanco de la camisa.
-Ahora no me odies, es para ayudarte-
…..…
Cada paso resonaba con eco en el pasillo.
-¡No puedo creer!, ¡Pero qué falta de educación!, ¡La junta se extendió tanto!, en serio que falta de organización, esos magos que creen, estoy harto. –Aparte de que no llegaron a nada, también estaba que había dejado abandonado a Lucius por horas, de seguro moría de aburrimiento, que pena, sí, sentía pena y culpa de quitarle el tiempo así a su hijo pero es que en esta ocasión no podía dejarlo en casa. Abraxas abrió la puerta de su oficina- ¡Lucius, vámonos! ¿Lucius? – “Te dije que te quedaras aquí ya es tarde, debemos irnos antes de que cierren la red Flu”- suspiró- “De seguro fue por un dulce”
-Linda, ¿Y Lucius?
-¿Señor?
-¿A dónde fue?
-¿Cómo dice?- preguntó la asistente que guardaba sus pertenencias en el bolso.
-Mi hijo Linda, ¿Dónde está?
- No.. no le he visto.
-Linda le dije que viniera aquí.
-Señor, no lo he visto en todo el día-
……..
“Me va a oír.”
Fue lo primero que pensó, trabajando en un lugar tan seguro como el ministerio al que estaban acostumbrados deambular, por supuesto no pensó lo peor, pero cuando la mujer le hizo notar que no era la clase de chico que desaparecería por más de diez horas entonces si se alarmó.
…….
Los vigilantes del ministerio se movilizaron rápidamente.
Uno iba regresando del exterior, ya lo habían encontrado.
Apenas lo divisó, Abraxas se aproximó para darle el bofetón que se merecía por preocuparlo así, aunque diría que se lo merecía por desobedecer y porque así disimulaba la enorme angustia que lo abrumaba.
Pero Lucius alzó la mirada con los ojos hechos agua, su cabello desarreglado, tenía el labio partido. Su suéter estaba roto.
-Perdón- dijo tímidamente.
Abraxas se detuvo en seco, Lucius tembló esperando las represalias, cerró los ojos esperando recibir el golpe o mucho peor, que su padre diera media vuelta ignorándolo olímpicamente mientras el corría para seguirlo (como solía hacer su mamá), pero en vez de esto Abraxas lo jaló por los hombros y lo abrazo. Lo abrazó muy fuerte.
Lucius hundió el rostro en el tronco del hombre. Estaba muy preocupado por la regañiza de su padre pero se sorprendió mucho, ni supo si para bien o para mal, su padre nunca lo había estrechado tan fuerte como en ese momento. Tan fuerte y por tanto tiempo. Estaba muy sorprendido por eso no correspondió de inmediato, luego lentamente uso una mano para tocarle la espalda.
El hombre estaba perturbado pero recobró la compostura.
-Gracias señores, agradezco su esfuerzo. ¿Estás bien?- Lucius asintió.
…………………
-¡No se me acerquen!-
Alzó la vista, había unos retratos en la chimenea, entre todos uno de un mago y su esposa.
“Si, lo recuerdo, Abraxas Malfoy, recuerdo su reloj y sus ropas elegantes.
Que hombre tan descuidado, dejando solo a su único hijo con un desconocido, porque claro el trabajo es lo más importante
Hubiera aprovechado, no parecías un niño descuidado por eso no te llevé, pero ahora… enserio que debí robarte.”
Fenrir tiró el cabello de Lucius obligándolo a mirarlo y aprovecho para besarlo de lengua mientras sus compañeros lo acicalaban.
“Siempre estas al cuidado de hombres tan incompetentes. Abraxas, Voldemort. Ninguno te protege. Nada más mira para que nos contrato el Lord.”
-¡NNGHHH!-
Greyback se separó mientras Lucius respiraba rápido a falta de aire. Peinó los cabellos dejándolos resbalar entre sus dedos.
Voy a asustarte tanto, para que odies al Lord, asustarte tanto para que salgas corriendo y entonces si voy a robarte.
Volvió a besarlo mientras le agarraba las muñecas; se aseguró de explorar ampliamente la cavidad oral del mago que tosió cuando se separó.
-Puedo morderte ahora mismo joven amo – Le dijo en voz baja al oído- Nadie te querría como licántropo, tal vez yo si me convences- “Pero el Lord se enfadara y a ninguno nos conviene. A su tiempo, encontraré el momento para que parezca un accidente” - Oh, oh, parece que ya se puso la Luna. – “Será mejor que no te muevas demasiado porque cuando de mordiscos al aire accidentalmente podría acertar. Hoy se trata de aterrorizarte.”