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Jeli por Siri_Looper

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En una fría mañana, se encontraba Young Bae cultivando rábanos con su padre cuando vieron a su madre atravesar la entrada de la granja cargada de bolsas del mercado, más atrás venia Jennie en la misma situación y por último la pequeña Haru que llevaba un apio abrazado en cada uno de sus brazos. 

 

— Ve a ayudarles — escucho Bae la voz de su padre.

 

— Si — respondió antes de correr obediente a la entrada.

 

Young Bae solía trabajar con su moreno torso desnudo, esa mañana a pesar de ser invierno no era la excepción, su abdomen y pecho estaban a la vista mostrando su piel brillante por una ligera capa de sudor. Cuando llego al lado de las mujeres ayudo a su madre con algunas bolsas y a Jennie con otras.

 

— ¡No! Yo los quiero llevar — reclamo Haru cuando se acercó a ella con la idea de ayudarla con uno de los apios.

 

— Bueno, como quieras — sonrió entretenido ante la adorable expresión de enojo de la más chica de sus hermanas.

 

Se metieron a la casa de adobe hecha por las manos del difunto bis abuelo Dong, se digirieron a la cocina donde el joven dejo las bolsas en el suelo para que las mujeres luego las ordenaras, pero estaban muy cansadas para hacerlo de inmediato, hace algunos días el burro que ocupaban para cargar sus compras del mercado había muerto, aun no compraban otro así que ese día debieron ir y cargar todo ellas mismas.  

 

— ¡Ah! Estaba tan lleno el mercado… — se quejó Jennie mientras sacudía su blanco delantal de hojas de cebolla.

 

— No, no estaban tan lleno — dijo Haru dejando sus preciados apio sobre la mesa, esa era su verdura favorita.

 

— Es porque tú eres una enana y solo ves pies.

 

— ¡No! Mamá, Jennie me está molestando otra vez.

 

— Ya basta — dijo la mujer sin mayor interese mientras se sentaba exhausta en una silla, sonrió cuando un vaso de agua fue puesto frente a ella, era el brazo de Young Bae quien lo sostenía, lo recibió y le dio un sorbo — gracias, tenemos que comprar pronto un burro.

 

— Si, es fastidioso cargas todas estas cosas, me duelen los brazos — Jennie reclamo otra vez.

 

— No seas tan quejumbrosa o nunca te casaras — le advirtió su hermano sonriendo, sentía piedad del pobre hombre que llevara al altar a su hermana, Jennie solía decir siempre lo que pensaba sin ningún tipo de filtro, eso incluía quejarse por la mas mínima cosa que le molestara.

 

— Pero si yo no quiero casarme — la joven ya tenía dieciséis años, estaba en edad de casarse, sus padres esperaban que en cualquier momento un joven del pueblo apareciera en la granja a pedir su mano o el permiso para cortejarla, pero ella tenía otros planes, quería salir del pueblo, su alma era aventurera, ella quería ver que era lo que había más allá de Rise — yo quiero ser siempre libre, como esas gitanas del mercado…

 

— ¿Gitanas? ¿Cuáles gitanas? — pregunto Young Bae.

 

— Estaban en el mercado, por eso hay más gente hoy, estaban leyendo la suerte y vendiendo amuletos, mira — ella se llevó las manos al cuello, rebusco entre su ropa y saco de debajo de su vestido una diminuta bolsa de gasa que llevaba colgada al cuello, dentro parecía haber fragmento de hojas secas de colores.

 

— Guarda eso — la regaño su madre — ¿Qué te dije Jennie? Tu padre puede entrar y verlo — intervino la mujer.

 

— Lo siento — guardo el amuleto de vuelta debajo de su ropa, el trato que hizo con su madre para que le dejara comprarlo fue mantenerlo escondido ya que al jefe de familia no le gustaban los gitanos, si se enteraba que uno de sus hijos se había involucrado con ellos todos estarían en problemas.

 

— ¿Y que se supone que es? — pregunto Bae, a él le pareció solo basura.

 

— Es para espantar las malas intenciones, una gitana me lo obsequio después de leerle la mano.

 

— He escuchado de esas personas, no debiste acercarte a ella, dicen que se crearon de un pueblo de ladrones… — hablo Bae con el ceño fruncido.

 

— Young Bae, no hagas caso a las cosas que dicen — ahora el regaño de la madre era para el moreno — si un día conoces un gitano harás tu propia opinión, no seas prejuicioso.

 

— Si mamá — respondió Bae.

 

Young Bae sintió que su mano era tomada y jalada hacia abajo, era Haru que lo empujaba para que se inclinara, él lo hizo y la niña puso ambas manos alrededor de su oreja para acercase y hablarle al oído, las otras dos mujeres vieron esto y no le tomaron importancia, esos dos siempre andaban con secretos.

 

— Creo que el señor que adopto a Mari era un gitano — murmuro la niña contra su oído y Bae la miro sorprendido.

 

Young Bae ese día siguió trabajando, aunque estaba distraído y su mente se desviaba siempre al recuerdo de los dos hombres a quienes le habían regalado el gatito hace un par de días, el razonamiento de Haru le dio mucho sentido a todo, eso explicaba por qué no los conocía de antes y su extraña manera de vestir. El moreno mientras trabaja en silencio junto a su padre se preguntaba en su mente que podría querer una caravana de gitanos en Rise, ver extranjeros ahí era muy extraño y más de ese tipo de gente, en lo que tenía de memoria eso nunca había pasado.

 

Al anochecer la familia se reunió para cenar, como todos los días comieron juntos y cada uno se retiró a descansar a su habitación. Bae estaba en su cama tapado completamente, estaba comenzando a perder la conciencia cuando el brusco abrirse de la puerta lo volvió a la realidad.

 

— Young Bae, arriba, vamos a buscar a tu hermano — escucho la voz de su padre.

 

El moreno en seguida se sentó en la cama y miro hacia el umbral, planeaba preguntarle a su padre si había pasado algo, pero el ya no estaba ahí. Molesto se levantó de la cama y se vistió, sabía que Hyung Bae no había llegado a dormir esa noche, pero eso no era ninguna novedad, su hermano mayor se la pasaba la mitad de su tiempo en el prostíbulo y la otra mitad en la cantina, no entendía porque su padre quería ir a buscarlo, pero había sido una orden y todos en la casa sabían muy bien que las órdenes del hombre de la familia no podían desobedecerse ni cuestionarse.

 

Después de cinco minutos ambos Dong salieron a la oscuridad de la noche, el frio calaba los huesos, sus respiraciones se arremolinaban sobre sus rostros. Sin darle más explicaciones a su hijo el mayor comenzó a avanzar fuera de la granja, Bae lo siguió caminando a su lado mirándolo de reojo, tratando de adivinar lo que andaba mal, porque la situación no era normal, sus padres ya se habían rendido con Hyung Bae, además su padre llevaba la escopeta que solía usar para cazar apoyada en uno de sus hombros.

 

— ¿Qué pasa padre? — Se atrevió a preguntar mientras avanzaban — ¿Por qué Hyung Bae necesita que vayamos por él?

 

— Porque es un imbécil… — dijo con su habitual voz dura — llegaron gitanos al pueblo, conociéndolo se ira a meter con ellos, sus vicios son ya demasiada vergüenza para que además se involucre con esa gente, no podemos permitirlo.

 

Bae quería preguntar más cosas, las palabras de su padre lo dejaron más confundido que antes, pero prefirió callar sus dudas, no quería hacer enojar a su progenitor y solo lo siguió en silencio deseando volver a casa lo antes posible. A cada paso que daba el moreno se sentía más molesto, el frio era espantoso, el solo quería regresar a su cama y cerrar los ojos.

 

Llegaron al pueblo, incluso de noche el lugar estaba iluminado, todos los locales, algunos aun abiertos, tenían farolas prendidas en sus fachadas que iluminaban las pequeñas calles de tierra. Preguntaron por Hyung Bae en el prostíbulo y en la cantina, no lo encontraron, pero en esta última le dijeron que lo habían visto irse no hace mucho con un grupo de hombres con los que había estado bebiendo y jugando a las cartas.

 

Young Bae siguió a su padre a la salida del pueblo, continuaron su camino por el lado contrario por donde habían llegado, para pesar del más joven estaban alejándose más de su anhelada cama.

 

— Iremos a buscarlo donde esos gitanos — dijo el mayor mientras caminaba a paso firme.

 

— ¿Qué? Pero padre… — enseguida dejo de hablar, el hombre le fulmino con la mirada ante el aparente reclamo.

 

— Si no está en casa y no esta acá, seguramente debe estar con esa gente. No dejare que tu hermano nos avergüence más aun — el mayor dirigió otra vez su mirada al frente.

 

“Maldito Hyung Bae” pensó el moreno, nunca se llevó bien con su hermano, tenían dos años de diferencia, cuando pequeños siempre peleaban hasta que llego un punto en el que simplemente se comenzaron a ignorar. El mayor odiaba la siempre tan benevolente actitud de Bae, lo llamaba “el perrito faldero de papá”, pero eso al más joven ya no lograba ofenderlo porque se había propuesto ignorar cualquier cosa que viniera de su hermano, lo odiaba por avergonzar a su familia con la vida libertina que había escogido y por preocupar a su madre en las noches cuando no llegaba a dormir.

 

Ambos Dong continuaron su camino por un sendero de tierra, dejaron atrás el pueblo, a su alrededor se veían otras granjas y algunos cerros, muy a lo lejos después de una curva Bae alcanzo a divisar luces que parecían moverse en medio de un claro, el campamento gitano.

 

— Ahí están — dijo su padre sin dejar su caminar — solo rodearemos, tú de un lado y yo del otro, veremos si Hyung Bae está ahí, nos reunimos al otro lado y si alguno lo vio juntos iremos por él.

 

— Si — respondió sin tener más alternativa.

 

Durante todo el camino Bae no quito su mirada del frente, trataba de divisar entre las luces a las personas en la caravana, pensaba en que tan cerca podría rodear el campamento, quizá podría ver a esos dos hombres que adoptaron al gatito de Lucy. Él no se dio cuenta, pero su molestia por la búsqueda fue reemplazada por ansiedad, aun quería volver a su cama, pero esa era una excelente oportunidad para ver a los gitanos de cerca, en sus recuerdos ese tal Ji Yong parecía venir de un planeta diferente y no podía frenar el millón de preguntas que tenía acerca de él.

 

Cuando llegaron junto al claro pudieron ver mejor la caravana, aún estaban a un kilómetro de ella, pero alcanzaban verla de frente sin obstáculo, podían ver las formas de las carretas y las sombras de personas pasando entre ellas, también se escuchaba una alegre música y voces cantando. Ambos Dong finalmente se separaron, el mayor se fue por el camino que habían recorrido hasta ese momento, el sendero lo llevaba a bordear el claro de lejos, Bae salió del camino y se refugió entre un pequeño bosque.

 

Bae camino entre los árboles, refugiado en sus sombras, no le quitaba la vista al campamento, lo tenía lejos para notar los rostros de las personas, pero podía escuchar con claridad los cantos en un idioma que nunca había escuchado y el sonido de guitarras, distinguió que las caretas estaban puestas en círculo y entre ellas, al centro, vislumbro una gran fogata.

 

Bae detuvo su caminar, maldijo a su hermano de nuevo pero esta vez en voz alta, él pensaba que esa búsqueda era inútil, hasta se había olvidado que debía buscar a Hyung Bae entre el campamento, el solo estaba tratando de mirar a los gitanos pos curiosidad. Apoyo su espalda en un árbol y dio un suspiro, que más daba si buscaba a su hermano, de todas formas no alcanzaba a ver los rostros y ese lugar donde estaba era lo más cerca de las carretas a donde alcanzaba a estar sin ser descubierto.

 

Se quedó ahí algunos minutos apoyado en el árbol viendo las luces de la caravana entre las ramas de los árboles que lo ocultaban, se relajó un hasta le dio sueño cuando un ruido llego a sus oídos, pasos y voces, no del campamento, los pasos sonaban como los suyos, se arrastraban entre las hojas y ramas secas del suelo.

 

— Hicieron trampa, siempre pierdo — escucho una voz masculina acercarse por el lado derecho, Bae se dio vuelta en el tronco del árbol y oculto de este se asomó para mirar el origen del sonido, a lo lejos entre los arboles vio la sombra de cuatro hombres moverse.

 

— Siempre pierdes porque no sabes jugar… — esta nueva voz sonaba sonriente.

 

Young Bae se movió oculto por la oscuridad, cuidando sus pasos fue siguiendo de lejos las siluetas, el bosque era pequeño, el conocía Rise como la palma de su mano, sabía que cerca estaba el acantilado que daba al lago ¿sería ahí donde el grupo de hombres se dirigía?

 

Las suposiciones de Young Bae fueron acertadas, siguió a los hombres hasta que los árboles se acabaron, llegaron al acantilado. El moreno aun escondido ahogo una exclamación de asombro, a la luz de la luna pudo ver el rostro de los hombres, ahí estaba ese tal Ji Yong y el alto hombre que lo acompañaba hace un par de días en el mercado, Bae no logro recordar su nombre, también vio a un nuevo hombre de prominente nariz, los tres miraban al cuarto que estaba de espaldas a Bae, de frente al acantilado, el rostro de el no pudo verlo, solo su espalda.

 

— ¿Podemos cambiar la apuesta? — hablo el que estaba de espalda.

 

— Claro que no — rio el hombre de gran nariz.

 

— Fue tu idea, panda — hablo Ji Yong también riendo, todos parecían divertirse.

 

— Asssh —  dio un bufido el que estaba a la orilla del acantilado, se inclinó un poco para mirar hacia abajo — de verdad pensé que esta vez ganaría…

 

— Ya no te hagas y hazlo, no seas gallina SeungRi — Young Bae escucho la grave voz de Seung Hyun y miro su gran sonrisa. “SeungRi” esa palabra quedo rodando en su cabeza ¿sería el nombre de ese chico? Era un nombre muy extraño.

 

— Si, de prisa, Lee Hi va a matarme, tenía que dormir a los niños, se enfadara si me busca y se da cuenta que ando tonteando con ustedes… — todos rieron, su esposa era una mujer muy dulce, pero cuando se enfadaba era de temer.

 

— Dae ¿Tu? Pensé que tú me apoyarías ¿acaso no te doy pena? Me puedo resfriar, hace mucho frio… — dio un par de tosidos falsos — además no me he sentido bien estos días, podría empeorar y…

 

— Ya Ri, tírate, una apuesta es una apuesta — dijo Ji Yong y con esas palabras Young Bae termino de darse cuenta que era lo que el hombre de espaldas planeaba: lanzarse al lago.

 

— Malditos — murmuro lo suficientemente fuerte para que todos lo escucharan, dio un nuevo paso al frente, sus pies rozaban el vacío del precipicio, no era un gran acantilado, solo un par de metros, ese no era el problema, lo realmente incomodo era el terrible frio de la noche, los gitanos suponían que el agua debía estar congelada.

 

SeungRi estaba a punto de dejar caer su cuerpo cuando fue atrapado por su antebrazo y empujado hacia atrás con tanta fuerza que tuvo que dar dos pasos en reversa para no caer sobre su trasero.

 

Todo paso tan solo en algunos segundos, SeungRi miro el agarre, esa mano que no tenía idea de donde había salido seguía sosteniéndolo, subió su vista por el brazo ajeno y llego hasta el moreno rostro desconocido, sus fracciones se notaban borrosas por la penumbra, pero para SeungRi todo fue muy claro, ese hombre era realmente atractivo. Sus visiones se cruzaron, se miraron a los ojos por un instante, ambos tenían los ceños ligeramente fruncidos, estaban preguntándose que era ese extraño calor que les invadió de repente, como si un fuego se hubiese encendido dentro de sus corazones.

 

Amor a primera vista, algunos creen en él y otros no. SeungRi y Young Bae eran del tipo de personas que no creían en su existencia y es que es difícil creer en algo que nunca has visto ni sentido, pero en ese momento, esos escasos segundos en que no podían quitarse los ojos de encima hubiesen sido capaces de creer en absolutamente todo, porque la visión del contrario les daba un nuevo sentido a todo lo que cocinan, como si sus miradas hubiesen sido creadas para encontrarse esa noche, como si la luna llena iluminara el lugar solo para que ellos pudiesen verse por primera vez, predestinados a encontrarse, a darle sentido mutuo a sus vidas.

 

Hasta ese entonces SeungRi y Young Bae habían vivido como en un tranquilo sueño, esperando de forma inconsciente que su razón de vivir llegara a depertarlos, al fin lo habían encontrado, pero por desgracia ninguno de los dos lograba explicarse las extrañas cosquillas en sus estómagos, ni porque sus piernas se sentían tan débiles de repente como si el suelo estuviese moviéndose, ninguno de los dos estaba listo para enamorarse a primera vista.

 

— ¡Hey! ¡Déjalo! — Daesung empujo a Bae por los hombros obligándolo a dar un paso atrás, soltó a SeungRi y dejo de mirar su rostro para ver a los otros tres que habían llegado a su lado.

 

— Iban a hacer que saltara ¿acaso están locos? Podría morir…

 

— ¿Quién eres? — pregunto Daesung sin hacer caso a sus palabras.

 

— Soy Young Bae…

 

— ¡Ooohh! ¡Es quien nos regaló a Mari! — exclamo Ji al reconocerlo en la oscuridad.

 

— Sí, creo que es el — dijo apacible Seung Hyun.

 

— ¿Ustedes lo conocen? — Daesung estaba confundido, aunque no tanto como SeungRi que no le quitaba los ojos de encima al moreno.

 

— No exactamente, estaba en el mercado el otro día, fue quien nos regaló el gato, aunque no sé qué es lo que hace aquí — Ji Yong se cruzó de brazos y miro a Bae en busca de respuestas.

 

— Créanme, yo tampoco sé lo que hago aquí, mi padre me obligo, estoy buscando al idiota de mi hermano.

 

— ¿Por qué lo estás buscando tan cerca de nuestro campamento? — hablo Seung.

 

— No lo sé — dijo molesto el moreno — mi padre cree que podría estar acá, solo estoy haciendo lo que él me dijo, nada más.

 

— Tu hermano no está acá — dijo Ji Yong suavizando su mirada — nosotros no traemos a nadie que no sea gitano a nuestro campamento, está prohibido.

 

— Lo siento, solo olvídenlo, ya me voy… — se movió con la intención de darse la vuelta para marcharse.

 

— ¡No, espera! — Hablo SeungRi y el otro se detuvo y lo miro, ambos sintieron débiles escalofríos al conectarse sus miradas otra vez — ¿Por qué me detuviste?

 

— Porque el agua acá es profunda, el lago en invierno es peligroso, tus piernas se congelaran antes que llegues a la orilla, no podrás seguir nadando y te ahogaras.

 

— Entonces tú ¿me salvaste? — pregunto Ri tímido, el moreno se escogió de hombros, no lo había pensado de esa manera, cuando salió de su escondite y corrió a atrapar su brazo lo hizo sin pensar en nada.

 

— Claro que no, solo lo dice porque lo descubrimos espiando — dijo Daesung, él y todos los gitanos por lo general eran desconfiados con las personas que no fueran de su raza y con justa razón, en todas partes habían personas que los trataban de manera injusta por su forma de vivir.

 

— No lo digo por eso — Bae frunció el ceño — es la verdad, anda lánzate si quieres para que puedas comprobarlo por ti mismo.

 

— Gracias Young Bae — dijo de repente SeungRi sorprendiendo a todos.

 

— Ri — hablo bajo Dae tratando que su menor fuese el único en escucharlo — no le des las gracias… está loco…

 

— Pero ¿y si es cierto? — avanzo un par de pasos hasta donde estaba el moreno, tomo su mano con las dos propias y le volvió a agradecer solo para justificar de alguna forma por qué tenía acunada la mano morena entre las suyas.

 

— Yo… no… yo… — tartamudeo Bae mirando su mano atrapada por dos más suaves y pequeñas, el tacto de ellas se sentía como el primero de toda su vida, extraño y único, de repente sentía mucho calor en el rostro — no es nada…

 

— ¿Qué pasa SeungRi? ¿Acaso te gusta? — dijo sonriendo Ji Yong, ahora Ri era el que sentía su rostro arder.

 

— Cállate — soltó la mano que sostenía y se volteó con el ceño fruncido hacia sus amigos — ustedes son unos mal agradecidos, pude haber muerto y ni siquiera dicen gracias, el solo estaba buscando a su hermano…

 

— Si, le gusta — aseguro Seung riendo — ya vámonos, dejemos a los tortolos solos.

 

Seung Hyun se dio la vuelta y camino de regreso al bosque, los otros dos lo siguieron riendo y bromeando, pero pararon antes de entrar entre los árboles, no estaban dispuestos a dejar a SeungRi solo con un extraño en medio de la noche.

 

— Lo siento, a veces son unos estúpidos, siempre están molestándome porque soy el menor.

 

— Yo… yo tengo un hermano mayor, sé que se siente — ambos sonrieron tímidos.

 

— ¿Es cierto eso de que el lago es peligroso en invierno?

 

— Si es cierto, personas han muerto en él — Ri no pudo disimular su expresión de miedo — aunque hace mucho que eso no ocurre, tranquilo, si quieres nadar de día está bien, pero en la noche cuando baja la temperatura es peligroso.

 

— Lo recordare… — sonrió.

 

— ¡Ya vámonos panda! — grito Ji Yong de lejos, los otros tres aun lo esperaban al inicio del bosque.

 

— ¡Ya voy, no molesten! — Gritó de vuelta SeungRi, sus amigos reían y murmuraban, se dirigió a Bae potra vez — me siento en deuda contigo ¿hay alguna forma en la que pueda pagarte?

 

— No te preocupes — sonrió y bajo la mirada — está bien.

 

— Por favor, déjame recompensarte — SeungRi estaba desesperado, no quería volver al campamento sin asegurarse que vería de nuevo a ese tan atractivo joven — ¿podemos vernos de nuevo mañana?

 

— ¿Mañana? — el corazón de Bae salto como loco, una pesadez producto del nerviosismo se instaló en la boca de su estómago.

 

— Si, encontrare la forma de recompensarte, veámonos mañana aquí ¿puedes? Vendré sin ellos — apunto son su pulgar a su espalda donde los otros tres gitanos lo esperaban.

 

— Si puedo — sus obligaciones en la granja, los rábanos que tenía que cultivar con su padre, Young Bae olvido todo al ver la sonrisa que se dibujó en el rostro de SeungRi, su sonrisa era como la de un niño inocente y pura, sin saber porque él también está sonriendo.

 

— Genial, a esta misma hora, te traeré un regalo genial… ¿vendrás cierto? — comenzó a avanzar en reversa para marcharse.

 

— Si vendré.

 

— Nos vemos mañana entonces — levanto su mano sin detener sus pasos hacia atrás y la agito en el aire — adiós.

 

— Adiós.

 

Young Bae se quedó mirando como ese joven se daba la vuelta y caminaba a reunirse con sus amigos, ellos lo recibieron riendo y seguramente bromeando, pero no estuvo seguro porque desde ahí no alcanza a ver escuchar que era lo que decían.

 

Finalmente Bae, después que vio a los otros cuatro perderse al interior del bosque, siguió su camino en la misma dirección, debía llegar al otro lado del campamento a reunirse con su padre, siguió mirando la caravana a lo lejos ahora en busca de SeungRi, su corazón estaba desesperado por ver su sonrisa otra vez. Mañana, tan solo faltaban veintitrés horas y cincuenta minutos para volverlo a ver, no parecía tanto tiempo, pero ¿Quién lo estaba contando?

 

Se reunió con su padre, este le cuestiono su demora, pero se justificó con un simple “me perdí en el bosque”, finalmente se rindieron con el campamento gitano, volvieron al pueblo y encontraron a Hyun Bae borracho en una de las calles, entre los dos lo cargaron a casa, casi no se podía mantener en pie, fue un esfuerzo para ambos Dong cargar al tercero todo el camino de vuelta a la granja, pero Bae iba en las nubes tan solo pensando en SeungRi.

 

La vida de Young Bae había sido siempre igual, sus días eran idénticos todos, nunca conocía personas nuevas, nunca tenia había tenido un compromiso como el que tenía ahora, siempre estaba en la granja trabajando y ahora de la nada tenía una cita para el día siguiente con alguien casi desconocido.

 

Young Bae cuando por fin volvió a su cama le costó conciliar el sueño, a cada minuto recordaba la junta que le esperaba al día siguiente, su estómago se apretaba del nerviosismo, pensaba en que ropa debía usar, en si debía quizá llegar más temprano para no hacer esperar a SeungRi, también en el regalo que dijo que le daría.

 

Aún no estaba consiente, pero SeungRi a partir de esa noche había puesto su vida de cabeza, sus días ya no serían todos iguales, tendría muchas citas y esa sería la primera de muchas noches en la que le costara trabajo dormirse a causa de ese extraño joven de sonrisa hermosa y manos suaves.


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