Muy bien, Bob, para serte completamente sincero, no tenía idea si escribirte esto en un principio, ya que en aquél momento me pareció algo delicado. Quizá sólo fue un accidente (es la idea que más me gusta pensar), quizá solamente se tropezó y cayó como el tonto despistado que es, quizá no fue nada grave. Espero que no sea nada grave.
Mail llegó a clases con un ojo morado.
No es una sorpresa para mí saber que lo intimidan aquí en el instituto, Bob, no soy un idiota, pero estoy rodeado de ellos. Beyond, Elle, y hasta el imbécil de Nate intimidan a los de cursos inferiores, y realmente me da igual, aunque no voy a mentirte que un nudo apareció en mi estómago cuando lo vi así, avergonzado y tratando de ocultar lo obvio. Parecía estar a punto de llorar en plena clase, cuando las miradas de todos estaban fijas en él y su ojo, hasta la mía.
— ¿Qué te pasó, mariquita? ¿Tu padre te encontró chupándosela a otro y te golpeó? — comenzó Beyond. No sé por qué no dije nada al respecto, Bob, me moría de impotencia en ese momento. Sólo permanecía mudo, con la mirada fija en ese estúpido pelirrojo, en su cara triste y lastimada, en su piel blanquecina que comenzaba a tornarse rojiza por todos los ojos fijos en él. — ¿O fue la novia de tu amante, zorra?
— ¡Birthday, es suficiente! — Por fin, el profesor se metió, y Mail sólo agachó la cabeza como un perro asustadizo.
No me gusta, Bob, te lo puedo asegurar. No soy un maldito maricón, pero no puedo soportar verlo así, ¿por qué no puedo? Apenas lo conozco, lo salvé y después lo amenacé. ¿Por qué tengo esa horrible sensación de querer protegerlo? Quizá sólo porque se ve vulnerable, sí, quizá eso sea. Tiene que ser eso, ¿no?
— Sólo digo lo obvio, Roger. — bufó, recargándose en el respaldo de su asiento como todo un rebelde. Después, fijó su vista en mí, y al parecer mi rostro confundido le divirtió. — Vamos, Mello, ¿no es así? ¿Verdad que Jeevas luce como un maricón?
Miré a Mail, y él me devolvió la mirada, pero rápidamente volvió a agachar la cabeza. ¿Qué podía decir, Bob? ¿Que dejara de actuar como un maldito imbécil? ¿Que no era cierto y que le patearía el culo si decía lo contrario? No puedo ser enemigo de Beyond, eso sería cavar mi propia tumba.
— No digas estupideces. — solté, sonriendo con altanería. Miré a Jeevas antes de agregar alguna otra cosa. — Lo que se ve, no se pregunta. — Y todo estallaron a carcajadas, y yo nunca me había odiado tanto como hoy.
Debí haberlo defendido, debí decir alguna otra cosa, porque Mail me miraba con esos ojos esmeralda, ambos rojizos de tanto llorar. Me miró con decepción, como si lo hubiera traicionado. Esperaba algo de mí, esperaba que fuera diferente y sólo soy como el resto de los idiotas de aquí. ¿Por qué actúo tan mal cuando quiero hacer algo bien? Soy un idiota, diario.
Quiero decir…
Soy un idiota, Bob.
Mihael.
…
Bob:
Me gusta Mail.
Creo que esto es algo bastante obvio, porque leí mi escrito anterior y era la única respuesta lógica a todo lo que me pasa. Estoy enamorado de Mail, no tiene caso fingir que no es así, decir que llegué a una conclusión errónea o algo por el estilo. De hecho, se siente hasta liberador escribirlo.
Yo enamorado… ¿Puedes creerlo, Bob?
Lo pensé porque me di una ducha e imaginé a Mail besándome…
Y tuve una erección.
No es tan asqueroso como lo imaginas, ¿bien? Quiero protegerlo, y lo haré, de ahora en adelante haré lo posible para tenerlo a salvo, aunque no abiertamente, y Mail nunca se enterará de lo que siento por él.
Aunque, pensándolo bien, ¿eso quiere decir que soy gay? ¿Un marica? ¡Joder, no!
Pero eso puede explicar el por qué odio a la mayoría de las chicas estúpidas de aquí, y el por qué Mail me parece tan atractivo. . . Bien, soy gay. Pero no un maricón afeminado. Querré a ese estúpido pelirrojo a mi ruda manera de amar.
Después de esto, haré una lista de cosas para poder protegerlo, y tengo que hablarle un poco más, al menos. Esa será mi meta.
Mihael.