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Diablo Rojo por Daiyamine B

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por darle la oportunidad a este escrito c; espero disfruten la lectura

Diablo rojo

 

 

Daiki apenas y miro de reojo a la chica recostada en su silla de trabajo, con el short a medio glúteo, apretado a morir y el top que apenas contenía sus prominentes senos. Ella soltaba suspiros con carácter erótico cada que presionaba un poco más profundo la aguja justo detrás de su muslo, como queriendo provocarlo, sin embargo, el que quisiera estarse retorciendo para acercarse a él solo entorpecía su trabajo, a este paso terminaría por dejar las líneas gruesas.

 

 

 

-Disculpa, ¿podrías dejar de moverte? Si te duele demasiado tengo toallas que te servirán para morder-Los ojos azul profundo se dirigieron a ella con total frialdad, fue entonces cuando la castaña dejo de moverse.

 

 

 

Después de la pequeña reprimenda pudo terminar tranquilo el hermoso dibujo en la blanca piel de la chica, el tatuaje del hermoso ramo de rosas y una cruz. La chica agradeció, él se limitó a limpiar el área en la que trabajo y le indico que fuese a caja para pagarle el ultimo abono a Momoi, su amiga y socia de negocios.

 

 

 

La verdad era que no le importaba conocer chicas guapas como la que antes había atendido, pero amaba más su trabajo que la posibilidad de conseguir un ligue rápido. Suspiro otra vez, sabía que el estar encerrado en esa sala de tatuajes lo iba a amargar eventualmente. Cerro los ojos para descansar un poco la vista, se sentía jodido después de estar tres horas sentado dibujando, fue así como no se dio cuenta de la entrada de la pelirrosa a su estudio.

 

 

 

-¡¡Oi!! ¿Estas escuchando? ¡Aomine!

 

 

-Si…te estoy escuchando, Satsuki.

 

 

 

Se podría decir que la chica era la única mujer a la que jamás le pondría un solo dedo encima, no solo porque la veía como su hermana, sino también porque no quería meterse en problemas teniendo que soportar su horrible carácter siendo su pareja, si de por si lo regañaba siendo amigos, no se imaginaba como le iría a su esposo, ¿o esposa? No lo sabía.

 

 

 

-Bueno, sé que no me escuchaste, así que te lo diré de nuevo-Y sí que tenía razón, no había puesto atención. Ella le miraba impaciente, como esperando a que se acomodara mejor en la silla para poder hablar con él. Chasqueo la lengua disgustado, enderezándose.

 

 

-Ya, solo dilo.

 

 

-Hace una hora me llamo Himuro, parece que encontró a un chico dispuesto a ser tu proyecto para la convención de tatuajes, dice que puedes empezar a trabajar con él la próxima semana-La chica tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro, por lo que debía imaginar que ahora la persona que ese emo le había recomendado era de su gusto.

 

 

 

Cada año él y otros expositores de Japón iban a competir y a mostrar sus habilidades en una convención de tatuajes, una de las más grandes del mundo. Había estado buscando por meses a la persona adecuada para llevarla a Los Ángeles, nueva sede de la convención. Sin embargo, cada persona que escogía tenía un problema para su trabajo, ellos no querían ese concepto. Por lo general el dejaba que escogieran la imagen del tatuaje o el diseño, estaba abierto a las posibilidades, pero hacía ya tiempo que tenía ganas de dibujar un tigre, algo al estilo de los tatuajes yakuza, ya tenía el diseño planeado, solo faltaba que alguien aceptara sus condiciones de trabajo.

 

 

 

- ¿Y él ya está enterado de que no podrá escoger el concepto?

 

 

-Himuro me dijo que al chico lo dejo hace poco su pareja, quiere verse un poco más rebelde, así que le da igual que sea con tal de que se vea rudo-Momoi parecía divertirse con la historia del chico. ¿Tatuarse por despecho? Jamás lo haría, pero si el chico decía estar de acuerdo, él no se iba a negar.

 

 

-Dile al emo ese que me llame, quiero conocerlo-No solía ser exigente con su modelo, pero esta ocasión era especial, estaría mostrando un diseño al que le tenía mucho cariño, así que no podía ser cualquier enclenque el que portara su obra.

 

 

-Está bien Dai-chan, por cierto, tu cita cancelo, parece ser que cambio de opinión.

 

 

-Ok, entonces yo me largo de este lugar, me muero de hambre-Y eso era más que verdad, se había saltado la hora de la comida por culpa de la chica, ya que si no hubiera estado retorciéndose todo el rato, habría terminado en poco tiempo.  

 

 

-Para ser tu tan amado estudio de tatuajes no pareces muy contento con el-La pelirrosa le sonreía burlona, retirándose con lentitud de la sala.

 

 

-Amo el lugar, pero no tanto a los clientes- Le gustaba mucho trabajar con la gente ya que de otro modo no estaría en ese trabajo, no lo malinterpreten. Pero no a esas chicas que se retorcían como serpiente cuando las tatuaba, menos a esas personas que solo se tatuaban cosas demasiado cursis y comunes. Él tenía reglas en su establecimiento, no tatuaba nombres de enamorados ni hacia tatuajes para parejas. Le parecía ridículo hacer eso, ya que, para empezar, no creía que fuesen a durar mucho juntos. Odiaba a la gente ilusa e ingenua.

 

 

-Lo se Dai-chan ¡pero cambia un poco tu actitud! La chica salió indignada por la puerta, hasta dijo que eras marica.

 

 

-El estudio es para trabajar, no para ligar-Murmuro concentrado, mientras guardaba sus cosas para irse por fin. No esperaría a la pelirrosa, ella solía quedarse hasta más tarde para hacer cuentas del día y otras cosas, y él se estaba muriendo de sueño y hambre.

 

 

-Y pensar que en la preparatoria hubieras dicho una guarrada como que disfrutas mucho de que la silla pueda hacerse cama-La chica ya había partido a la otra sala, así que su voz sonaba algo distorsionada, pero él podía escucharla, aun así. A pesar de la gracia con la que fue dicho el comentario, el no pudo reír, recordando esos ojos oscuros.

 

 

-En esa época era muy tonto Sat, pero después de Mai ya no fue lo mismo-Después de la mención de la chica castaña se formó un gran silencio. La pelirrosa seguro tenía una cara de preocupación ante el recuerdo, pero poco le importo, se retiró en silencio, con la correa de su mochila de cuero negro sobre el hombro, partiendo sin mirar atrás, solo se despidió en voz alta.

 

 

 

Momoi lo miro retirarse desde recepción. A pesar de que había gente que le quería hoy en día…su espalda seguía mostrando indiferencia y soledad, tal vez una proyección más profunda de sus sentimientos, no dicha en palabras, pero si con su lenguaje corporal.  Ojalá algún día alguien pudiese cambiar la situación.

 

 

 

Esos ojos zafiro que reflejaban un vacío en el corazón.

 

 

 

 

 

 

 

 

Kagami siempre había sido alguien muy simple. Se enojaba, alegraba y deprimía con mucha facilidad. Tal vez su forma de ser era algo ingenua, pues darse cuenta de que tu novio de años te había engañado con tu mejor amigo durante toda la relación no era precisamente de personas inteligentes. Joder, estuvo a punto de pedirle matrimonio cuando lo visito para invitarlo a salir esa noche. La única respuesta positiva que tuvo a sus preguntas era si no le quería. Había sido un golpe bajo.

 

 

Luego de eso tuvo que asistir a una cena en un restaurante junto con su hermano, para no sentirse tan miserable. Lo llamo simplemente con la promesa de que fuera al lugar y que el invitaba. El pelinegro no se esperaba un recibimiento tan grato de una cena con velas, camino de rosas hasta su mesa que estaba bellamente decorada con un florero pequeño y de buen gusto. Al lado estaba una pequeña orquesta y los meseros sonreían con amabilidad. Empezó a entrar en pánico desde ese momento, pero estuvo peor cuando vio a Taiga acercarse hacia él y arrodillarse mostrándole un anillo de compromiso sin diamante.

 

 

 

La cara que puso Himuro cuando le pidió matrimonio hizo sentir mejor al pelirrojo, si de muecas raras se trataba él era el mejor.

 

 

 

Hubo el típico discurso cursi de pedida de matrimonio y todos coreando un “acéptalo” Al final y más por pena que por otra cosa le dijo que si, para no dejarlo en ridículo, ya después de que se retiraran todos le pidió una explicación para no darle la paliza que se merecía por la broma pesada. La sonrisa sarcástica no desapareció del rostro del más alto en ningún momento, ni siquiera cuando ya estaba bebiendo el champagne que les sirvieron.

 

 

 

-Pues…ya sabes, Kise es un culero. No diré nada más al respecto-Pronto llego el mesero a ofrecerles la carta. Ambos la aceptaron con una sonrisa, si le iba a costar tanto esperaba que al menos tuviera buen servicio.

 

 

-Ay bro, ya cuéntame que paso, si me dices eso no te puedo ayudar, ¿y por qué el apellido? Tu nunca lo llamas así-El más bajo sí que estaba confundido, ya que su hermano solía llamarle con apodos terriblemente melosos o por su nombre.

 

 

-Encontré a Kuroko cogiendo con Kise, se merece que le diga de otra manera incluso- La cara de Tatsuya cambio de la duda al odio puro en un segundo. Incluso quedo impresionado de que su hermano estuviese aún más furioso que él. Olvidaba el detalle de que era muy vengativo y rencoroso.

 

 

 

Fue entonces que su hermano comenzó a refunfuñar un montón de cosas despectivas hacia esas dos personas que habían sido parte de su vida durante un buen tiempo y que le hicieron daño, aunque ahora que se había desahogado, se sentía mucho mejor, además de que Tatsuya le estaba haciendo pasar un buen rato con todos sus comentarios.

 

 

 

-¡¡Espero que recuerdes el día en que te dije que era un puto interesado!!-Y bien que lo recordaba, después de que el azabache conociera a su novio le dijo que tuviera cuidado, que no confiaba mucho en él, ya que se tenía demasiadas confianzas con su otro amigo.

 

 

-Sí, lo tengo presente, pero bueno, al menos te pude hacer una broma-El comentario le saco una carcajada a su hermano, el pelirrojo sonrió alegre. Le dejaba más tranquilo que no se tomara tan a pecho el engaño de ambos.

 

 

-No sé cómo voy a explicarle lo del anillo a Atsushi, espero no se enoje-El enorme novio de su amigo no era un juego. Media más de los 2 metros. 

 

 

-Na, no creo que se enoje, ese hombre está loco por ti, en todo caso va a venir a aplastarme a mí.

 

 

- ¡Le voy a decir que es un anillo de la amistad! -Dijo entre risas, mientras veía otra vez el anillo de oro blanco, era realmente una joya muy bonita, además de que se veía muy masculina.

 

 

-A ver qué dice al respecto-Murmuro aun con la sonrisa en el rostro, imaginándose el berrinche que haría por el no tener unos anillos con su amigo. A lo mejor y la situación lo orillaba a pedirle matrimonio a Tatsuya de una vez por todas.

 

 

- ¿Y ahora qué vas a hacer? Si querías casarte con el supongo que ya tenías un presupuesto listo-Le tomo un sorbo a la copa, notando que ya venía el mesero con sus platillos. Su hermano, aunque algo torpe, acostumbraba a dejar listas las cosas desde antes.

 

 

-Pues sí, ya tenía una gran cantidad de dinero ahorrado. Sabes…ahora que estoy soltero después de tantos años, se me antoja hacer cosas que con él nunca pude, era demasiado llorón y odiaba los tatuajes, me gustaría hacerme uno-El pelirrojo noto como el mesero se acercaba, por lo que se calló un momento, para luego darle las gracias una vez que dejo todo acomodado en la mesa.

 

 

 

Fue entonces cuando a Himuro se le ocurrió una gran idea, su amigo Daiki le había pedido que buscara candidatos para ser su proyecto de la convención en L.A, mataría dos pájaros de un tiro al presentarle a su amigo y que pudiese trabajar con él.

 

 

 

Aunque nunca pensó que sería más literal de lo que pensaba.

 

 

-Oye, Taiga, uno de mis amigos es tatuador y tiene un proyecto pendiente para una convención, quiere hacer un tatuaje con su propio diseño, por lo que tú no escogerías que te tatuara, pero sería gratis, además, puede que te pague por viajar con él, ¿no te parece genial? -El azabache comía alegremente mientras le comentaba la idea.

 

 

El realmente no era muy quisquilloso en lo que le fuesen a dibujar, solo quería que se viera rudo o cool, no eran muchas sus exigencias, además, no le iba a costar nada, era una muy buena oferta la que le decía su hermano, solo tenía que dejarse tatuar y viajar un poco.

 

 

 

-Claro, porque no, dile que en 2 días puedo ir, al cabo y el lunes es mi día libre-Himuro sonrió complacido, informándole que al día siguiente le llamaría a su amigo para contarle sobre él. Todo parecía tan fácil.

 

 

 

Lástima que desde el inicio no lo era.

 

 

 

 

 

 

 

Kagami miro con curiosidad al hombre frente a él, era muy diferente a como se lo había imaginado. Tatsuya le había dicho que era un buen amigo suyo, aunque cuando él lo acompaño el moreno no lo recibió muy bien, diciéndole cosas como emo y rarito. Sabía que a Tatsuya le disgustaba mucho que se burlaran de su peinado, por lo que no se sorprendió tanto al ver la mueca de enfado que tuvo en ese instante. Al final una bella pelirrosa lo hizo pasar a recepción para comentarle lo que hacían en el lugar y en qué consistía el trabajo que su jefe quería realizar, pero aun así le aclaro que con el vería más detalles.

 

Luego de un rato de discusión amistosa entre el moreno y su hermano, este entro al despacho y se desparramo en la silla giratoria, enfrente de él, que estaba en lo que parecía ser la silla donde solían sentarse sus clientes.

 

-Aomine Daiki, tatuador profesional-El moreno le tendio la mano sin mirarle directamente. El apenas correspondió el gesto, dándole un apretón. Ese tipo era un arrogante al parecer.

 

-Kagami Taiga…

 

-Bueno, Satsuki ya te ha dicho la mayoría de las cosas que debía informarte, el diseño es el de un tigre con cierto toque japonés, tengo planeado hacerlo con la técnica tebori, por lo que se tarda más y llega a ser más doloroso.

 

Kagami conocía un poco sobre dicha técnica, normalmente la usaban la gente que tatuaba a la yakuza, aunque había gente que también decía que era menos destructiva que con la máquina, pero él no se fiaba del todo.

 

- ¿Hay más riesgos que con la maquina? -Ahora ya no le convencía tanto el tatuarse ¿Que tal que resultara una catástrofe y terminara con la piel infectada o en el hospital?

 

Parecía que el moreno se dio cuenta de lo que pensaba, pues lo miro desde donde estaba, con evidente fastidio. Pero aun así siguió contestando a sus dudas y aclarándole en que consistía el trabajo. No se sentía cómodo con ese tipo, ese no podía ser un buen presentimiento.

 

-No te preocupes, con el cuidado adecuado se logrará un muy buen trabajo, solo debo ver que no tengas ninguna enfermedad que pueda ponerte en peligro a la hora de tatuarte y tengas disponibilidad de tiempo.

 

-Ok, me hice unos estudios hace poco, y estoy en perfectas condiciones-Si alguien fuera el culpable de que sufriera algún accidente no sería el. Lo miro también con fastidio, ¿que se creía para insinuar que él tendría alguna enfermedad? No era por presumir, pero creía tener un aspecto más que bueno.

Aomine volteo los ojos, pensando en la molestia que sería trabajar con el chico, pero no estaba como para andar de exigente con su modelo, por lo que si estaba en buenas condiciones no le quedaría otra que aceptarlo como acompañante para la convención. Necesitaba ponerse a trabajar desde ya.

 

 

- ¿Podrías mostrarme tu espalda?

 

Kagami lo miro algo enfadado, pero no queriendo verse grosero accedió a quitarse la ropa. Con rapidez se sacó la camiseta que traía encima, revelando múltiples cicatrices pequeñas en el torso y en los brazos, no parecían muy recientes. Aomine le resto atención a ello, para luego levantarse de su banco y mirar la espalda del pelirrojo. Fijo su atención en la piel, la cual carecía de marcas de quemaduras, solo uno que otro lunar que no le impediría realizar su trabajo.

 

- ¿Y bien? -Inquirió el pelirrojo sintiéndose observado de más. Era un poco incómodo para el que lo mirase de forma tan fija y analítica. La mayoría del tiempo la gente apenas y le daba un vistazo rápido.

 

-Supongo que puedo trabajar con eso, te mostrare el diseño-Kagami dejo de sentir los ojos azules sobre su persona, por lo que procedió a colocarse la prenda de nuevo. El chico moreno parecía bueno en lo que hacía y su estudio se veía muy limpio y ordenado, por lo que no podía ser que la experiencia fuera tan mala, solo algo incomoda. De hecho…ahora que lo estaba viendo de forma más objetiva, era muy guapo, aquel tono de piel poco común le resultaba agradable a la vista y las facciones de su cara se veían fuertes y masculinas.

 

-Oi…te acabo de preguntar algo-Murmuro el peliazul algo enfadado. Definitivamente eso de dormir poco lo tenía algo alterado, en cuanto llegase a su casa se daría una ducha y directo a la cama. No podía estar desquitándose con su cliente, o si no esté hablaría pestes del lugar y no le convenía ganarse mala fama.

 

-Ah…claro.

 

Aomine ignoraba los pensamientos de Taiga, quien había mirado con otros ojos su cuerpo. Al darse cuenta de su torpeza simplemente asintió, el diseño que le presentaba era muy bonito, los detalles eran fantásticos, si así se veía en el boceto ya quería verlo en cuanto estuviera plasmado en su piel.

 

-Y bien ¿te gusta o no?

 

Kagami trago despacio ante la voz gruesa, joder, hacia solo unos minutos estaba molesto con el hombre, pero ahora no podía dejar de darse cuenta de los múltiples detalles que lo hacían irresistible. A este paso sería una mayor tortura para su cerebro estar cerca de un hombre así. Para calmarse a si mismo solo basto que recordara que estuvo a punto de pedirle matrimonio a Kise, su ex, con quien estuvo tantos años saliendo, para que se le espantara cualquier pensamiento poco racional de la mente.

 

-Si, se ve muy bien-Su tono de voz sonaba convencido. Era cierto que él sabía hacer muy bien su trabajo.

 

-Se vera mejor aún ya cuando este en tu espalda, tengo mucha fe en este diseño-Le complacía mucho que le gente admirase sus dibujos, más aún cuando se mostraban tan serios al respecto. Le echó un vistazo al tigre plasmado en la hoja, lo imagino en la dorada piel de su acompañante, definitivamente sería un gran placer visual una vez que ya estuviese hecho el trabajo. El pelirrojo ciertamente tenía el físico para llevarlo, era alto, casi tanto como el, además de que se veía algo rudo con todas esas cicatrices y la mirada de color rojo. Por lo que había escuchado de su amigo el pelirrojo era bombero. Definitivamente le iba todo eso del irezumi.

 

 

-Bien, ¿y cuando empezarías el tatuaje? -Si tenían que hacer cita en unos días entre semana, lo más probable es que tuviese que pedir permiso al jefe de la estación de bomberos, era mejor preguntar de una vez para tantear el terreno.

 

-Podría hacerlo ahora mismo, claro, si no tienes mas compromisos hasta la noche, esto va a tardar mucho-Aomine lo miro con sus ojos bellamente azules. Aunque al inicio no hubiese terminado de tragarse la personalidad del tatuador, sabía que debía darle una oportunidad, después de todo, su hermano no lo recomendaría si supiera que corría riesgo. Además de que era visiblemente atractivo. Ya no le debía fidelidad visual a nadie, así que no es como si importara mucho el darle una que otra interesante mirada al hombre.

 

-No, estoy libre-El decir esas palabras era incluso reconfortante, ya no más peleas absurdas ni necesidad de complacer a alguien al que nunca lo había amado. Sentía que los ojos del moreno quemaban por donde pasaban, ok, tal vez necesitaba un poco de desfogue por culpa del despecho, pero no lo haría en ese momento, menos con alguien que acababa de conocer y quien al principio se había mostrado un poco hostil.

 

Aomine ahora se veía más relajado en su presencia.

 

-El trabajo va a ocupar más sesiones, por lo que sería ideal que vinieras a lo largo de estos dos meses, basta con que sea una vez por semana, luego de eso ya tendrías que tomarte unos 3 días libres para ir a la convención-Kagami hizo el gesto de querer recordar algo.

 

-De acuerdo, todos los lunes los tengo libres, aunque puede que surja algún inconveniente en mi trabajo-Podía suponer por las múltiples quemaduras que el pelirrojo era bombero, pero ya le preguntaría más al rato por si acaso. Comprendía que a lo mejor los horarios podrían ser complicados, pero ya se las arreglarían.

 

-Solo llama por si no puedes venir. Bueno, quítate la camiseta y acuéstate boca abajo ahí-El tono grave y ligeramente ronco dejo encantado a Kagami, quien obedeció rápidamente a las indicaciones. Todavía se sentía un poco raro el ambiente entre ellos, por lo que dio una ligera contestación al finalizar.

 

-Listo.

 

Aomine rebusco entre sus cosas, para luego dirigirse al pequeño mini refri que estaba en la estancia, saco una botella que parecía de muestra. El tatuador se aseguró de que fuese la botella correcta y se sentó en su bajo, acercándose a él en un momento.

 

-Te voy a hacer una pequeña prueba de alergia, dame tu brazo.

 

Kagami sin problema le extendió el brazo, lo dejo flojo y dejo que el moreno hiciera lo que quisiera con su brazo, sintiendo lo frio que estaba el líquido negro que vertió en su piel con ayuda de un pequeño palito de paleta.

 

-Esta algo frio…-Odiaba la sensación de su piel fría, le causaba escalofríos.

 

-Obvio idiota, estaba en el refrigerador-Murmuro, sin creer que lo había dicho lo suficientemente alto para que el otro lo escuchara. Solía tener esa tinta en el refrigerador porque era algo desordenado en ese ámbito. Siempre olvidaba donde la dejaba. Tomo el bote en donde estaba la tinta naranja y el de la tinta amarilla, también tomo la roja.

 

- ¿Como me llamaste?-Musito algo molesto. No le gustaba que le dijeran de esa forma. El tatuador bufo, dejando su brazo de una vez por todas, ya que le puso la tinta en su extremidad.

 

-Nada, olvídalo, Y bien, ¿sientes algo en el brazo? -Debía esperar a ver como reaccionaba por 24 horas, aunque si hubiese sido alérgico ciertamente su piel ya hubiera reaccionado, solía ser así.

 

-Nop, para nada-Levanto la cabeza para negar también con lentitud. Se permitió mirar el rostro moreno y darle una sonrisa segura, que fue correspondida con una juguetona de medio lado.

 

-Entonces voy a empezar.

 

Le explico el proceso mientras buscaba sus herramientas. Colocándolas en la mesa metálica que estaba al lado de su banco. El pelirrojo parecía muy calmado en ese momento, su silueta iluminada por la lampara de techo que tenía justo encima de la silla.

 

Tomo un poco de la espuma de afeitar y se la unto en la espalda con cuidado, ocupaba la zona libre de bello, independientemente de que tan delgado o poco visible fuera. Saco de una cajonera que tenía en el cuarto un paquete nuevo de rastrillos. Tomo uno y le quito el plástico, para luego comenzar a pasarlo con suavidad por la piel dorada, por toda el área con la que trabajaría. Le limpio la piel y se la desinfecto. Kagami parecía sumamente relajado en el proceso. Sonrió satisfecho al ver que no parecía de esas personas que se ponían demasiado nerviosas con que solo pasara las navajas por su espalda, eso quería decir que no sería tanto problema con él.

 

Pudo sentir lo músculos de su espalda bajo las yemas de sus dedos. La tensión cediendo ante el toque gentil. Tenía la piel bonita, suave a pesar de su aspecto tosco inicial. Fue en ese momento tal vez cuando todo empezó…

 

El momento en que ignoro los pensamientos de querer besar esos omoplatos.

 

 

 

 

Kagami soltaba ocasionales gemidos cada que las agujas se enterraban en una zona de su espalda que sentía más sensible. Aomine se concentraba en el boceto que había traspasado con rapidez a su espalda. El proceso consistía en enterrar las agujas de manera manual, siendo un método menos invasivo, aunque no por ello menos doloroso y tardado. La sujetaba con su mano, utilizando la otra de soporte. La deslizaba por el espacio de entre el pulgar y el dedo índice. Había visto que la vara que utilizaba para el trabajo era de bambú, con las puntas metálicas.

 

El moreno estuvo sentado un buen rato, concentrado en que ningún detalle quedara mal hecho. Ocuparía al menos otras 4 o 5 sesiones para terminarlo. Llevaba ya una buena parte terminada. Decidió que hasta ese momento lo dejaría. La cabeza de un feroz tigre estaba dibujada para siempre en su piel desde ahora.

 

 

Se sintió realmente bien el ver su trabajo plasmado en aquella amplia espalda. Alejo por un instante los pensamientos lujuriosos, centrándose en mejor recitarle cada uno de los cuidados básicos de su piel de ahora en adelante, todo dicho mientras le ponía unos cuantos vendajes. Ya era algo tarde, ya no pasaban los trenes por la estación.

 

Kagami recordó disgustado que había sido Himuro quien lo trajo, en estos momentos estaba seguro de que satisfacía sus bajas pasiones en el dormitorio de su novio, por lo que se estaba resignando a irse a pie. Una vez dejo de sentir las fuertes manos en su hombro. Se levanto algo dolorido. Era una mierda tener que estar todo el rato acostado ahí, sin poder más que conversar sobre su trabajo con Aomine, relatándole como había conseguido cada cicatriz y hueso roto.

 

-Satsuki ya se fue, demonios, la maldita ni siquiera me aviso-Resoplo con molestia, mientras miraba apenas de reojo al pelirrojo.

 

-Bueno, a esta hora ya no pasan los trenes, así que me iré caminando-Se había resignado finalmente a que no encontraría transporte.

 

-Puedo llevarte si quieres.

 

El corazón del pelirrojo dio un pequeño salto.

 

- ¿Enserio?

 

-Estoy seguro de que el emo me mataría si no lo hiciera-Dijo con una sonrisa burlona, para luego hacerle un gesto con la cabeza para que le acompañara a apagar las luces del establecimiento y finalmente cerrar todo con llave.

 

-La verdad no creo que Tatsu tuviera mucha oportunidad contra ti, ¡aunque como pega hombre! Una vez me dio una cachetada y creí que me había volteado tanto el cuello que me lo había roto-El pelirrojo le seguía obediente, distraído por el tema de conversación.

 

-Yo me llegue a agarrar a golpes con él, si no fuese por mi peso creo que no lo hubiera podido derribar.

 

Ya se encontraban fuera del estacionamiento, donde tenía su coche aparcado. Abrió la puerta para el pelirrojo y ambos entraron al vehículo y se pusieron el cinturón de seguridad. Le pidió luego las indicaciones para poder llevarlo a su casa. Al parecer vivían en direcciones contrarias, pero para Aomine el desvió no era una molestia.

 

-Ya lo creo, su novio también sufrió de sus golpes cuando estábamos en la preparatoria-El tono que uso en la oración se le antojo nostálgico al peliazul…el también extrañaba sus épocas de adolescencia.

 

-Si me ha contado, de hecho, su novio y yo estuvimos en el mismo equipo de basket en la secundaria, joder, jamás creí que alguien podía darle ordenes al mimado de Mura aparte de Akashi, nuestro capitán.

 

- ¿También conoces a Akashi? Ese tipo es algo espeluznante.

 

-Si, aunque ahora que lo dejo su novio esta insoportable, quien diría que era un bebe llorón-Y vaya que llevaba mal la ruptura el de ojos heterocromaticos, estaba insoportable, siempre con esa cara triste, para que ante cualquier comentario se enojara. Él era muy centrado, pero técnicamente su vida giraba en torno a su pareja, seguro estaba destrozado.

 

- ¡Ja! Así que él no lo lleva muy bien, pobre. Mi exnovio era con quien su pareja le puso los cuernos, la verdad es que no me extraña mucho, creo que él incluso sabia sobre su romance. Siempre fue muy dependiente de Kuroko-Todo es lo dijo con una sonrisa, la verdad es que le hacía algo de gracia lo pequeño que era el mundo, técnicamente la mayoría de sus amigos conocían al moreno y a él no le había tocado tratar con el hasta ahora.

 

-Wow…así que fue tu ex con quien se acostó Tetsu-Aomine estaba algo incrédulo que se lo tomara con tanta calma, siendo que Satsuki le había explicado las razones para hacerse el tatuaje, creyó que era por despecho, pero no parecía haber rencores, simplemente aceptación. Kagami lo miro después de soltar esa frase, poniendo una expresión graciosa que casi le hace soltar una risita.

 

 

El pelirrojo era muy divertido.

 

 

- ¿Lo conoces?

 

-Fue mi mejor amigo en la secundaria, pero fuimos perdiendo contacto por ciertas…circunstancias-Murmuro mientras ponía algo de música en el auto, encontrándose con una buena estación, queriendo cambiar el tema obviamente. Su acompañante no pudo más que sonreír, le encantaba el misterio, después de todo él era alguien fácil de cautivar…aunque, siempre habían dicho que la curiosidad mato al gato.

 

-Así que te las das de misterioso-El tono burlón del pelirrojo lo hizo fruncir el ceño ligeramente, para luego esbozar una sonrisa creída de esas que fácilmente le salían desde su época oscura en la preparatoria.

 

-Pues claro, soy algo así como batman remasterizado.

 

-Dicen caballero oscuro, pero no creí que se tomaran tan enserio-Se carcajeo para luego tomarle el brazo desnudo, ya que estaba usando una camiseta sin manga, sin la opción de poder retirar las manos del volante chasqueo la lengua. Odiaba que se burlaran de su piel.

 

- ¡Oi! ¡¿Que insinúas, Bakagami?!-Aparento molestia, cuando la cruel realidad es que el suave toque de los dedos ásperos le había dado un agradable escalofrió.

 

-No me digas así, ¡Ganguro!

 

-¿Ah sí? Ba-ka-ga-mi~

 

-Con que a esas vamos, ¡A-ho-mi-ne!

 

Se callo un rato después del insulto, apretando la mandíbula. Por un momento el pelirrojo creyó haber rebasado el límite para las bromas, ya viendo la triste imagen de como el peliazul le sacaba con el auto en movimiento, como si fuese un perro del cual quería deshacerse. Cerro los ojos esperando que la puerta se abriera y un furioso moreno le sacara, aunque ya tenía un plan para golpearle y darle una lección. Sin embargo, fue demasiado distinto a lo que se imaginaria la reacción.

 

Una sonora carcajada sonó en el auto, jovial y con voz ligeramente ronca, como si fuese hace mucho que no hacia eso y tuviese algo oxidada la garganta. Vio impresionado el rostro de Aomine, en el cual se formaban leves arrugas alrededor de sus ojos, indicando lo alegre que estaba, así como la brillante sonrisa que carecía de signos de sarcasmo o arrogancia.

 

Si alguien le preguntara a su yo del futuro, sin dudar hubiera respondido que fue ese preciso momento en el que cayo rendido a sus pies y ya no pudo considerar bonitos otros ojos y sonrisa que no fuesen de la persona que ahora estaba a su lado, feliz...

 

 

-Eres el chico más divertido que he conocido.

 

 

 

Ojalá todo se hubiese mantenido como en ese momento.

 

 

 

 

Era ya su cuarta cita, literal, pues, aunque la mayor parte del rato que estaba con el pelirrojo se dedicaba a rellenar el tatuaje, las ultimas horas del día se tomaba un tiempo para llevarlo a cenar e incluso a tomar una copa, pero los mejores días eran los fines de semana por la noche, en donde sin necesidad de llamarle cita quedaban en el parque y jugaban hasta altas horas de la noche en una cancha de basket. Ya varias veces algún policía los había querido detener por estar a tan altas horas en el lugar, pero no era nada que no solucionaran unas sonrisas gigantes del pelirrojo y la promesa de no volver a hacerlo.

 

Al final habían acabado hartos de darles advertencias y los habían dejado estar jugando a esas horas. Cuando Kagami se percató de eso soltó unas cuantas carcajadas, sintiéndose mal por los pobres policías que tenían que lidiar con gente loca como ellos.

 

Otras veces simplemente se quedaban en casa del pelirrojo después de cenar en un restaurante cercano, acostados en el sofá de su sala. El moreno acariciando la piel de sus brazos, llena de cicatrices, mientras que el otro jugaba con su pelo corto, comentándole que se le vería extremadamente bien largo y que algún día debería darle el gusto de verlo con ese estilo.

 

Hoy estaban en uno de esos momentos tan agradables, el pelirrojo acostado arriba de él, suspirando a momentos por los suaves toques, así como por el dolor de su espalda. Ese día habían terminado el tatuaje, había sido duro y cansado el elaborarlo, pero el moreno estaba más que feliz con el resultado que cubría toda la espalda, parte del brazo y nalgas del pelirrojo.

 

 

-Me dejaste doliendo el culo…y ni siquiera fue por la razón que yo hubiera deseado-Aomine soltó una risita ronca, mientras tomaba la mano que no estaba acariciándole el pelo, para llevársela a la boca y besarla con devoción. Ni siquiera se habían acostado aun, pero ya le tenía embaucado su risa escandalosa y con esos brillantes y bonitos ojos rojos.  

 

-Lo lamento, pero era necesario, no medí bien las dimensiones-Le acaricio con cuidado el área de la piel que se había visto afectada por las agujas. Noto el leve estremecimiento de su acompañante cuando llego a la altura de su trasero. Regreso la mano de golpe obteniendo como respuesta un bufido, mostrando lo frustrado que estaba por ello, pero no quería arriesgarse a causarle dolor con su toque.

 

-Descuida, ya lo sé, aunque se ve que disfrutaste de la vista, debería empezar a cobrarte-Kagami se acurruco un poco más, dejándole los labios pegados en el cuello. Aomine suspiro con gusto, hacia tanto que no tenía a alguien con quien disfrutar de sus horas libres.

 

-Ya me cobras idiota-Murmuro divertido, viendo al pelirrojo dudar al respecto, buscándole lo equivocado a la aseveración. El simplemente adoraba todas sus expresiones, incluso le daban ganas de besar sus curiosas cejas partidas.

 

-Mas entonces.

 

Se carcajeo un rato por su ocurrencia, a gusto. Sintiendo el calor emanando del cuerpo de su modelo, joder, era tan calientito. Ojalá se pudiera quedar así todo el día, era tan cómodo, claro, ignorando el detalle de que el pelirrojo pesaba más que él y le sacaba un poco el aire, debía de decir que era la posición perfecta para descansar.

 

-Deberías llevarme a conocer a tus padres ya que estamos…-Lo dijo en plan de broma, aunque el si que planeaba presentar a su novio frente a su familia. Porque eso era lo que hacían los novios ¿no?

 

Entonces se puso tieso.

 

- ¿Por que lo haría? - ¿Es que acaso estaba loco? Llevaban apenas tres meses saliendo de esa forma, y por lo poco que sabía, él había planeado estar con otra persona por el resto de su vida hace poco, y tenía el horrible presentimiento, de que eso no era una broma. Los sentimientos y la seriedad de sus palabras eran ciertas.

 

- ¿Acaso no te llevas bien con ellos? No importa, al menos yo quiero presentarte a los míos-Sus padres siempre habían formado una parte muy importante de él, y quería que conocieran a esa persona que ahora le hacía feliz.

 

-No es eso, a decir verdad, yo…

 

“No quiero que esto sea serio, no quiero darle un nombre”

 

Simplemente no podía decirle eso, arruinaría todo, y era demasiado pronto como para que las cosas se fueran al carajo luego de que por fin iban bien en tanto tiempo estando solo, sin compañía, más por elección y miedo a sentir que otra cosa. Se removió algo incomodo, fue entonces cuando Kagami pudo entender las señales que le estaba dando. Siempre que salían fuera no se tocaban mucho, no se besaban en la calle y el peliazul nunca le había llevado a conocer a sus amigos, diferente a como había actuado Kise cuando empezaron su noviazgo. Comprendió que solo era una vuelta en el camino del moreno, tal vez un paso antes de encontrar al amor de su vida, tal vez otro más atrás, no lo sabía.

 

Pero la certeza de saber que no eras tan especial como para formar un plan de pareja estable fue dolorosa. Si supiera que con el tiempo se volvería tan destructiva, se hubiera levantado en ese instante del cuerpo del moreno, dejándolo solo, para luego azotar con fiereza la puerta. Era una lástima que su yo de ese entonces se limitara a asentir, dándole permiso de tratarle como a un mero hoyo en el camino por el cual no pudo evitar caer, y del cual tenía el plan de salir, tal vez mas tarde que temprano.

 

-Está bien.

 

-No, no lo está, es que yo…

 

-Descuida, lo entiendo-A pesar de tener el corazón a punto de explotar, no se escucharon sus latidos, tampoco pudo oír su respiración, menos la del moreno, solo pudo escuchar el perpetuo silencio que le seguiría a esas palabras de por vida.

 

 

Cuantas veces no diría esa frase en los próximos años.

 

 

 

 

Estaba cómodo en el hotel, Aomine había insistido en hospedarse en un hotel carísimo que ni siquiera hubiera podido considerar pagar alguna vez con su sueldo de bombero ya que de ser asi le hubiese costado buena parte de sus ahorros, pero le dijo que tenía contactos en el hotel, que le darían un descuento. Además de que lo valía porque era un viaje importante para ellos. Pero sabía que lo decía simplemente por contentarlo después de la charla seria que habían tenido sobre sus familias y como seria su contrato laboral hasta ese momento. Después de que lo presentara, simplemente ya no sería más que un simple conocido con el que compartió caricias, algo de tiempo y un trabajo.

 

 

El moreno había insistido que se quedara en el hotel, que el iría al primer día de la convención solo y podía descansar, pues ciertamente el viaje lo tenía agotado, estar tantas horas sentado lo dejo ansioso y engarrotado. Extrañaba la presencia del otro, pero se resignó a relajarse en las cómodas y mullidas camas de aquel hotel. Le hubiera gustado bajar a la piscina, pero no se sentía cómodo mostrando el tatuaje aún. Sabía que era común para las personas ahí, pero allá donde vivía debían ser muy discreto con sus tatuajes.

 

 

Tatsuya le dijo que no era para tanto, pero ya había sufrido la desgracia que en una ida a las aguas termales le corrieran del lugar porque no podían entrar las personas con tatuajes. Fue un momento muy vergonzoso, y aunque ya había pasado, le seguía rondando por la cabeza. Su vida sería algo diferente después de haberse tatuado, incluso en su trabajo le habían preguntado por ello, pero no había dado más que explicaciones breves. Todos atribuían su cambio al despecho y soledad dejada por el rubio, en el cual no había pensado más después de conocer a Aomine.

 

Estaba agotado y su mente no le ayudaba a descansar, seguía pensando en que era cierto que había amado mucho al rubio alguna vez, pero no le afecto tanto lo de su ruptura por el engaño, tal vez porque el cariño de alguna vez ya no estaba ahí, por más que él quisiera y atenciones le pusiera, el rubio prefirió el sentimiento por encima de la costumbre. Eso lo hizo indoloro.

 

Decidió que lo mejor era noquearse un rato, por lo que compro unas pastillas para dormir en una farmacia cercana. No se le dificulto pedir indicaciones para encontrar la farmacia, daba gracias a su padre porque él le trajo a vivir un tiempo a Estados Unidos, por lo que sabía hablar el idioma sin problemas. No pudo evitar comparar lo que hubiera sido si el rubio de hace años, de la época en que habia amor, hubiera estado con él en vez del moreno…No extraño la persona misma, sino más bien la sensación de amor.

 

 

Al rato que despertó se encontró con que, a su lado, en la cama, estaba el moreno, rodeándole con un brazo, profundamente dormido. Sonrió al notar el hilito de saliva que salía de sus labios. Disfrutaba mucho su compañía, a pesar de todo lo que había pasado antes de que vinieran. Kagami no quería presionarlo para que tuvieran algo serio, era solo que su familia era una parte importante de su vida y le gustaba estar en constante contacto, le hubiese gustado presentarles al moreno como su pareja, de no ser porque en realidad no eran nada. Con una simple oración, dicha o no, podía derrumbar todo. Era algo irónico.

 

Alejo esos pensamientos de su mente, no le servía de nada mortificarse por algo que al parecer solo era una pequeña aventura o pasar un buen rato mientras la cosa durara. Con cuidado se levantó para no despertarlo, se le veía cansado por lo que le quito las prendas que no ocupaba para que estuviese más cómodo. Una vez termino de arroparlo, miro por la ventana, notando que ya era de noche, no debía ser muy tarde. No tenía ya nada de sueño, por lo que tomo el teléfono en la habitación y pidió algo para cenar.

 

En ningún momento despertó al peliazul, seguro que estaba agotado también, ni siquiera se había quitado los zapatos para meterse a la cama con él. Después de comer pidió que retiraran todo. Finalmente se fue a acostar al lado del moreno, aunque sea para contemplar su tranquila respiración. Puso la alarma en su celular para tener todo listo temprano, preparo lo que se iba a poner al día siguiente, que realmente era algo revelador.

 

Tomo otra pastilla para dormir y se acurruco al lado del moreno, con el pensamiento de que tal vez no era nada para el…pero, Aomine ya era el dueño de su corazón.

 

Debía ser algo tonto enamorarse tan rápido…

 

 

 

Debía admitir que estaba algo ansioso, grandes celebridades del mundo del tatuaje estaban ahí, además de que sería la primera vez que mostraría un concepto completamente idea suya, algo que era para el mismo. El pelirrojo a su lado vestía un Kinagashi. Se le veía imponente con su uno noventa, la tela negra con detalles rojos y dorados lo hacía ver aún más impactante. Su rostro podía parecer algo tosco para los japoneses, pero ahí en América, ciertamente sus rasgos no eran tan fuertes, eran más finos que los de un hombre americano común, por lo que le daba un aire de belleza masculina poco común.

 

Se dirigieron a su estand, tenía ya todo preparado por el equipo de apoyo que había viajado con él, Satsuki también había ido. El había preparado un pequeño estudio para tatuar a las personas. También venía a exponer su trabajo y técnica, con el pelirrojo de moreno. Miro a su modelo sentado tranquilamente, mientras hablaba por mensajes con su hermano. Al darse cuenta de su mirada levanto con rapidez la cabeza. Le hizo apenas un gesto para que se levantara y el otro bufo, obedeciendo.

 

-¿Que paso Aho?

 

-Ya iniciamos, así que te tengo que pedir que te quites el kinagashi, siéntate en el banco si quieres, pero dale la espalda a la gente para que vea el tatuaje. Puedes tomarte descansos cada hora, sé que hace algo de frio aquí-Murmuro mirando alrededor.

 

-Joder, ¿no se te pudo ocurrir tomares mejores medidas? Ahora la gente vera mi trasero-Soltaron una carcajada, los del puesto de al lado los miraban con atención, posiblemente confundidos por el lenguaje en el que hablaban. Al menos ahí no sería una falta de respeto el hablar alto.

 

-Perdona cariño, pero la verdad que quería manosearte y no encontré otro modo-Murmuro en su oído, buscando que nadie de los que estaban con ellos los escucharan. Solo la pelirrosa sabía lo que había entre los dos.

 

-Yo te hubiera dejado si me hubieras dicho, en el pedir está el dar.

 

-Tienes razón Bakagami, bueno, ya sabes, pon tu hermoso culo ahí y quédate quietecito.

 

-Hijo de tu…-Aun que hizo el ademan de pegarle solo negó con la cabeza y se desvistió lento, quedando simplemente con el fundoshi, que era un calzón que por el corte en forma de t dejaba apreciar los últimos detalles del tigre. Lo miro durante todo el proceso, sin poder evitar dejar su vista en el bonito trasero de Kagami, es que dios, era redondo y firme, mucho más bonito que el de muchas mujeres con las que había estado.

 

- ¡Dai-chan! ¡Deja de comerte con la mirada a Kagamin y mejor ponle atención a las personas!

 

Fue así como continuaron con la larga jornada, más de una vez algunas personas se paseaban por su puesto y pedían tomar fotos de su modelo, él le preguntaba a Kagami en japonés si quería ser fotografiado y el daba apenas un asentimiento para luego acomodarse en ciertas poses que resaltaran el tatuaje. Se veía precioso así tan natural como él era. Discretamente el también tomo algunas fotos con la cámara que trajo su equipo cuando este estaba distraído.

 

Ya muy entrada la noche regresaron al hotel, su jornada estaba terminada. El peliazul solo había querido asistir pocos días, por lo que solo estarían mañana para descansar de todo y viajarían de regreso. Satsuki los había arrastrado a un bar para poder beber tranquilamente después de todo el ajetreo.

 

Aomine y el no llegaron a pasarse de copas, el pelirrojo por que odiaba ponerse sentimental con el alcohol. Aomine, porque simplemente le encantaba tener el control de la situación, y borracho se ponía algo loco. Una vez llegaron, el peliazul insistió en que se relajaran antes de ir a dormir, fue así como termino con el kinagashi totalmente abierto, acostado en la cama, con solamente la iluminación de la lampara que estaba en la mesita de noche.

 

-Tienes la piel tan bonita…-Aomine estaba mirándolo, embelesado mientras le acariciaba con infinito cuidado la piel de sus muslos. Por alguna razón, el siempre había sido lampiño, por lo que no había vellos en estas, dándoles un aspecto suave al tacto, a pesar de las múltiples marcas creadas a lo largo de los años.

 

-No lo creo, está llena de cicatrices.

 

-Eso es lo que la hace más hermosa, cada una cuenta una historia, son como tatuajes naturales-Se fue poniendo de a poco sobre él, dejándolo acorralado entre la cama y su pecho. Sus ojos se pusieron brillosos de repente. Sintió un agradable calorcito en el vientre, sabía lo que harían y la posición que le tocaba, y aunque estaba algo nervioso por ser el pasivo, eso no lo detuvo.

 

-Que bonita forma de ver el proceso de curación del cuerpo-El moreno sonrió por su comentario, pero eso era lo que de verdad pensaba, Kagami era un adonis.

 

-Creas o no, para mí, eres bellísimo, tan sexy…

 

Besos se esparcieron por la fuerte mandíbula, bajando hasta el delgado cuello, pudo notar la tensión que le causaba y su respirar agitado. Con cuidado puso su lengua en la vena de su cuello, que palpitaba furiosa bajo el toque del musculo. Sin pensárselo mucho poso sus labios, para luego succionar con fuerza, como deseaba dejarle un chupetón…

 

-Ya lo creo, no podías apartar la vista de mi trasero-La vibración del pecho de Aomine causada por su risa se le antojo exquisita, agradable y sumamente cálida.

 

-Joder, esa es otra de tus grandes cualidades.

 

Antes de poder reclamar, el moreno ya le estaba quitando el kinagashi por completo, importándole poco donde caía la prenda, la aventó al olvido. Le siguió besando con dureza y rapidez, metiendo su lengua hasta donde podía, explorando profundo. Tal vez importándole poco que no pudiese seguirle el ritmo. Era abrumadora la sensación de dominación en dicha situación. Apenas vio sus ojos, supo que él tenía el control, pero en vez de resultarle molesto, solo hizo que algo oculto se removiera en su pecho, algo bonito…Aunque, eso se fue al carajo en cuanto el moreno tomo su miembro de forma brusca, pero sin llegar a hacerle daño.

 

-Oh dios, si.

 

Fue así como una cosa dio paso a la otra.

 

Besos lujuriosos, lametones y mordidas en labios y cuello. La piel ardiendo y erizándose ante un toque demasiado intenso sobre su sensible miembro, palabras sucias al oído y el toque suave de sus dedos en todas partes, de vez en cuando un tirón de pelo. Cuando menos se lo esperaba ya estaba con Aomine entre las piernas, follandole con rudeza y diciéndole lo increíble que era, que estar en él era la misma gloria.

 

Cada embestida se le hacía placentera, algo dolorosa, pero no emitio queja, pues a final de cuentas, termino sintiéndose terriblemente bien aquel escozor agradable. El fuerte agarre en sus caderas se sentía tan correcto, así como ser sostenido por aquel hombre...fue consciente de que no se sentía bien por lo que hacían, sino porque lo hacía con él, porque era Aomine Daiki.

 

-Taiga…como me gustaría tatuarte entero-Eso le dijo en medio del desastre de jadeos y gemidos que ellos eran. Ni lo pensó un poco, dándose cuenta de que pronto tendría más tatuajes, tan solo para complacerlo. No quería que eso terminara en 2 noches más, no quería que llegara el final todavía…

 

-E-esta bien…

 

Apenas llego a la conclusión y ya no pudo pensar más. El moreno pegándole a su punto dulce era una muy buena razón para abandonar los pensamientos y un poquito de cordura. Sabía que no podía correrse solo, por lo que alejando una de las manos que arañaban la espalda del peliazul, empezó a masturbarse con rapidez, siguiendo el ritmo acelerado y fuerte de su amante.

 

 

Llego al orgasmo antes que Aomine, quedándose este en su interior, penetrándole, hasta que no pudo correrse, se sentía tan sensible por la explosión de placer que casi pudo distinguir cada gota del chorro de semen que le había llenado. Estaba exhausto, así simplemente no dijo nada por la falta de condón.  Aomine pareció seguir su ejemplo, tumbándose a su lado una vez que salir, para luego darle la espalda y comenzar a limpiar el estropicio. Claro que iba a hacer eso, mañana iban a descansar y seguro no quería espantar a las chicas del hotel con todo ese desastre que dejaron.

 

Sonrió con tristeza, preguntándose por que todo era tan incomodo después de haber compartido un momento tan íntimo. Con el rubio de otra época, probablemente hubiese compartido palabras bonitas, un par de juegos previos entre otras cosas, no sería todo tan seco y callado, tan sexual. Seria puro amor.

 

Lástima que ahí no había tal cosa, y si la había, no se dijo.

 

 

Se fue a la cama con el pensamiento de que el solo devolvía lo que recibía, si el peliazul no buscaba amor, no se lo daría, lo guardaría para si mismo.

 

 

Aunque eso lo matara.

 

 

 

 

Ojalá pudiera haber cumplido las palabras que pasaron por su mente hace un año. Porque ahora estaba ahí, en el mismo lugar, con un par de tatuajes más, unos por ahí, otros por allá. Compartiendo su cama con alguien que no le daba lo mejor de si. Se pregunto muchas veces si era porque no era el indicado, en ese instante no encontró una respuesta clara.

 

No había rechazo.

 

No rechazaba su afecto, pero tampoco lo alejaba de él. El estar cerca se volvió doloroso, así como las agujas que fueron pintando su piel cada vez. Penetrando no solo su piel, si no su corazón y su alma.

 

El moreno lo rodeo con un solo brazo, se dijo que mientras pudiese seguir sintiendo esa calidez y las cosas fueran bien, nada pasaría. Todo seguiría su curso normal. Tal vez no habría cenas en casa de su familia, contacto con sus amigos en una reunión agradable. Citas al aire libre o un apodo bonito en su chat del celular, y era una lástima. Pero hasta que el momento llegara, seguiría gozando de besos en los labios, momentos en donde la oscuridad, silencio e intimidad de su departamento los rodeara, charlas largas en la tienda del moreno, y amargo café complementando las mañanas, solo ellos, juntos.

 

También era una lástima que odiase el café y el silencio.

 

Cuando el peliazul le diera fin a eso que tenían. Sería el momento de quiebre probablemente.

 

Pero de su parte solo había un perpetuo.

 

-Está bien.

 

Eso murmuro cada vez que todo parecía romperse poquito en su corazón. Con esmero pegaba cada trozo y calmaba la tormenta entre ellos, que no le dejaba escuchar con claridad los deseos del moreno, lo que de verdad pensaba. Esos zumbidos le recordaban al de la máquina de tatuar…

 

 

 

Mil gotas de lluvia cayeron en sus corazones esa noche.

 

 

 

 

Suponiendo que fueran pareja, ese sería su primer aniversario. Él estaba feliz, preparando una pequeña cena en casa, tarareando una canción popular. No se arriesgaría a ser tratado como la última vez en la que fueron a un restaurante. Los tontos no habían querido admitirlo en el lugar por los tatuajes que cubrían sus manos, como si fuese algo que automáticamente lo hacia un delincuente. Aomine había estado molesto todo el rato y el solo había querido echarse a llorar a la menor oportunidad.

 

Ese día fue su cumpleaños, al final terminaron comiendo en un puesto de hamburguesas en vez del bonito restaurante que habían reservado. No estuvo mal la cena, pero considerando el disgusto, pudo ser una mejor noche.

 

Ahora no dejaría que nada arruinara el ambiente, había preparado el platillo favorito del moreno, escogió un buen cd de música de la preferencia de ambos y compro un nuevo mantel. Se esmero en su arreglo personal, ojalá que Aomine ahora pudiese pasar la noche con él, la mayoría de las veces se iba a su apartamento después de que lo hicieran, con la triste excusa de que debía trabajar mañana y el departamento del pelirrojo le quedaba demasiado lejos.

 

Kagami sabía perfectamente los horarios de su tienda. Abría hasta las 10. Sin embargo, como siempre el solo le dio su mejor sonrisa y…

 

 

Está bien.

 

 

Cuando termino de acomodar el juego de cubiertos por tercera vez, el peliazul llego. Pudo escuchar como tocaba la puerta con rudeza, poco importándole que fuesen las 10 ya, y que eso le trajera problemas con los vecinos, rodo sus ojos con diversión. Se habían citado a las 8. Pero Kagami lo conocía demasiado bien ya como para que eso le llegase a importar. Todo fue cuestión de tolerancia. No tenía nada que perdonar ni porque molestarse, la última vez él lo dejo plantado, ese día no creyó poder soportar ver al moreno tan coqueto con las chicas del bar al que había querido ir. Sabía que a pesar de no estar en una relación, él le guardaba fidelidad, pero no podía evitar sentirse celoso de que su coqueteo fuese visto con formalidad…mientras que ellos vivían en las sombras.

 

-¡Llegas tarde imbécil!-Grito bajito, mirándolo con su típica adoración. El moreno lo miro algo apenado, para luego cambiar su expresión con rapidez a una bromista. 

 

-Vamos Bakagami, ¿así es como recibes a tus invitados?- Entro como si fuese su casa, dirigiéndose de inmediato a su sala.

 

-A los que llegan tarde si-Dijo con tono jocoso, para luego carcajearse a gusto de la expresión del moreno.

 

-Te extrañe, mi diablillo rojo-El apodo lo había ganado yendo a las múltiples convenciones que tuvo el moreno ahí en Japón. Habían pasado un rato agradable…a pesar de que Aomine hubiese negado 3 veces seguidas el tener algo con él. Solo era su modelo.

 

-Solo fue una semana-Murmuro mientras era estrechado por esos morenos brazos, se permitió ocultar su cara en el cuello de su amante, respirando el masculino perfume con gusto, amaba ese aroma fresco, le recordaba a los días de verano.

 

-Ya, pero me hizo falta mi ración de besos-El tono que uso le recordó al de un niño mimado, rio por la comparación, mientras le pasaba los brazos alrededor del torso. Para luego sacar su cara de ese hueco tan agradable, finalmente dándole un beso corto e inocente-No hablaba de ese tipo de besos.

 

-Eres imposible-Al moreno le pareció imposible no rendirse ante la imagen de un pelirrojo risueño, por lo que le beso las mejillas con dulzura, escuchando la bonita risa un poco más.

 

-Y tu un difícil.

 

-¿YO? ¿Difícil? -Se hizo el indignado, echándose un poco para atrás, pero sin romper el abrazo.

 

-Si, tu-Finalmente lo tomo de la nuca y le dio un beso francés en toda la regla, acariciando sus costados, sintiendo los músculos debajo de esa camiseta blanca que traía el pelirrojo puesta. No paro hasta que sintió que ambos ya no aguantaban más sin aire -Joder, me vuelves loco.

 

Kagami le dio una sonrisa con todos los dientes blancos, estaba tan feliz en ese momento. El peliazul no pudo más que sentirse conmovido con la escena, abrazándolo con más fuerza si era posible. No quiso soltarlo en ese mismo instante, ¿por que soltar en universo cuando lo tenía a su alcance? Exacto, no había razón válida para hacerlo.

 

Luego de un buen rato que duro el abrazo, acompañado de caricias largas y apretones en los lugares correctos para provocarles suspiros agradable y soñadores a ambos, regresaron por fin a la realidad.

 

-La cena se nos va a enfriar, ¿te podrás quedar a dormir? -Aomine medito por momentos su respuesta, sintiéndose demasiado cómodo y feliz como para regresar a su amargura habitual en la noche. Por lo que sin pensárselo más le dio su respuesta.

 

-Claro, es demasiado tiempo lejos como para soportar una noche más-Le dio un par de besitos mas en las mejillas y en el pelo, logrando un sonrojo en el rostro de Taiga.   

 

-Estoy seguro de que lo único que te gusta de mi es mi piel-Susurro, mientras lo miraba con esos ojitos rojos que le aceleraban el pulso.

 

- ¡Eso si que no es cierto! También me encantan tus ojos y tu boca, en especial cuando las usas para otras cosas que hablar…-El tono rojo brillante de su pelo paso a formar parte del cuadro de la piel de sus mejillas. El simplemente se burló de la inocente reacción.

 

- ¡Eres un puerco!

 

- ¡Me ofendes Baka! Yo hablaba de cantar, ¿que pensabas tú?-Inquirió, mirándole algo escandalizado, llevándose dramáticamente una mano al pecho, para luego dirigirse a la mesa del lugar, donde ya estaban colocados los platos y cubiertos. El sonrió encantado.

 

-Aja. Claro.

 

 

 

La cena, justo como esperaba Kagami, estuvo deliciosa. Charlaron de forma amena, compartiéndose cosas como que Satsuki estuvo irritable esos días, probablemente porque sus padres estaban presionándola para conseguir marido, la pobre no había encontrado a la persona indicada todavía, pero esos viejos nunca dejaban de insistir.

 

Kagami no quiso comentarle que cuando estaban hablando eso, le llego a la mente el recuerdo de sus padres reprochándole por estar con alguien que no quería nada serio con el…era su vida, joder. Y él podía hacer lo que quisiera con ella.

 

También hablaron sobre jugar un partido callejero pronto, eso siempre los relajaba y los ponía de buen ánimo luego de una larga jornada en el trabajo. Se dijeron lo que habían hecho en el trabajo, algunas anécdotas resultaban graciosas, animando el ambiente de inmediato.

 

Después de terminar la cena y lavar los trastes se dirigieron al dormitorio. No hubo mayor espera, se despojaron de las ropas, se metieron a la cama y se otorgaron mutuo placer, como en todas las ocasiones que podían…pero la rutina de casi siempre seguía ahí. El moreno le dio la espalda, se limpió y le paso una toalla, para así quedarse del otro lado del colchón. Se sintió terriblemente solo, pero no hizo el esfuerzo de moverse a su dirección. Eso sería un terrible error.

 

 

Al final, cuando el despertó, el moreno ya no estaba. Quiso molestarse, odiarlo tan siquiera, pero solo sintió tristeza y algo de dolor en toda la extensión de la piel que estaba cubierta con tinta. Pero lo que definitivamente lo estaba matando era el nudo en la garganta. Con resignación se levantó para verse al espejo, el cuerpo lleno de tinta roja en su mayoría. No pudo ver en su reflejo al joven enamorado que era…

 

Ahí solo había un diablo rojo que lo estaba arrastrando al abismo, tentándolo con el placer cuando el solo quería amor.

 

 

Esos ojos rojos no le devolvieron la mirada.

 

 

 

 

Se sentó en el asiento del metro, estaba cansado. Le dolía todavía un poco la piel del cuello. El moreno hacia poco que le había retirado los parches del rostro, por lo que se podría decir que la poca exposición al ambiente le había puesto la piel algo sensible. La gente lo miraba de reojo, juzgándolo con la mirada. A él no le pudo importar más poco. El gesto serio, ropa enteramente negra, camiseta sin mangas que mostraba los tatuajes de sus brazos. Sabía que su jefe le había dicho que un solo tatuaje más y se empezaría a plantear la idea de correrlo. Le pediría una oportunidad de rodillas si pudiera.

 

Tuvo apenas ayer una fuerte pelea con el moreno, que había rechazado su compañía ese día tan especial en el que, si estuviesen saliendo de verdad, sería su segundo aniversario. Le dijo que ese día no le apetecía tener relaciones, que estaba cansado de su último viaje a un evento de tatuadores. Se tomo muy mal el rechazo. Ahora solo le quedaba disculparse si es que quería seguir quedando con él, sabía que no lo dejaría tan fácilmente, pero era mejor no arriesgarse. Después de todo, ya había sacrificado demasiado.

 

 

La gente que lo veía, tampoco tuvo pista alguna del joven enamorado, ahí, en ese asiento del tren. Solo había un tétrico joven que tenía el aura de un animal peligroso, tanto rojo solo sobrecargaba la vista. El color de la sangre les hizo sentir sumamente incomodos.

 

Algunos solo lo compararon con el mismo diablo.

 

Se bajo dos estaciones después, llegando pronto a su destino. Ya en la estación de bomberos se encontró con su jefe, que lo miraba con evidente disgusto.

 

-Niño idiota, te dije que me hicieras caso-Sabia que Hyuga estaba molesto, siempre fruncía un poquito más el ceño de lo normal cuando estaba muy enojado, y en ese instante, si que lo estaba.

 

-Lo lamento jefe, pero le juro que no afectara mi rendimiento en el trabajo. Puedo cubrirlo con maquillaje-El siempre había sido muy profesional en su trabajo, y sabía que la imagen que proyectaba de su estación no era la mejor, pero no podía evitar seguir haciéndose esos tatuajes… no tenía nada para quedarse a su lado, nada más que eso.

 

-Agh, Kagami…si esto fuera tan simple.

 

-Yo…

 

-Himuro ya me conto todo-Trago duro cuando escucho el nombre de su hermano, le conto todo lo que pasaba con Aomine, así que era más que seguro que había puesto al tanto a su jefe. Siempre haciendo las cosas sin consultar…

 

-Por más que lo quieras, no deberías dejar que abuse de tu cuerpo de esa forma.

 

-Yo le pedí los tatuajes-Se sintió terriblemente expuesto, pero es que era la verdad…el solo se había metido en eso.

 

-No es eso lo que me conto tu hermano, mira, te dejare quedarte en la estación, pero solo porque no tiene caso alguno que te despida por un estúpido dibujito en la piel, que sepas que te ves como una triste imitación de personaje de anime-Le sonrio a su jefe, realmente era alguien muy comprensivo. Le pediría a Tatsuya que le comprase una buena base de maquillaje.

 

-Gracias, Hyuga-san.

 

-No es nada muchacho, espero que sepas lo que haces-Se dirigieron a otra parte de la estación, el pelirrojo le seguir por detrás. No pudo evitar sentirse algo triste ante esa frase. Medito sobre que contestarle a su capitán, pero no pudo engañarlo, no a el al menos.

 

-Está bien, se dónde me metí.

 

- ¿Pero sabes cómo salir? -Le miro de reojo, la pregunta le calo hondo, porque se sabía perfectamente la respuesta, pero exteriorizarla y hacer más reales sus miedos eran aterrador.

 

-Probablemente no.

 

Y así de fácil acabo la conversación.

 

Esa noche después de salir del trabajo fue a la tienda del moreno, lo recibió una efusiva Momoi, que le sonreía con comprensión. Aomine se disculpó por haberle gritado y tratado tan brusco la otra noche, él también le pidió disculpas y le prometió no ser tan caprichoso en el futuro. Cuando llegaron a su departamento no hubo besos, no hubo caricias, tampoco hubo comentarios ni intimidad.

 

El más basto silencio los rodeo.

 

Fue cuando supo por primera vez, que el paso hacia el final estaba cerca. Sabía que todo terminaría en algún momento, pero, aun así, no quería que todo acabara de esa manera. Alargo un poco el plazo y cedió su corazón esa noche, a pesar de que los rencores ya estaban sembrados en la profundidad de sus almas.

 

 

Por la mañana él estaba ahí…eso le dio esperanza.

 

Por un momento deseo que no fuese así.

 

 

 

Era un triste miércoles, triste porque, bueno, es triste cuando tu pareja, si es que así se le puede llamar, te dice que solo eres un compañero de trabajo enfrente de la persona más importante de su vida. Para que luego te diga que nunca has estado a su lado, apoyándolo, y que al final, aunque lo hayas mandado al demonio te sientes terriblemente culpable y triste, como si hubiese sido él el botado. La castaña le miro con ojos sádicos antes de desatar la tormenta, el solo pudo darle frialdad y hostilidad a cambio.

 

Ahora estaba en el trabajo, consumiéndose lentamente por los celos y la ira, más distraído de lo habitual desde hacía ya 2 días, desde su encuentro con Mai.

 

Mai era el gran bache en la vida de Aomine Daiki, la persona que hizo que su mundo diera una vuelta de 180 grados, de eso hacía más de 10 años, pero ahí seguía jodiendo con su sola existencia. Deseo poder soltarle un puñetazo a la mujer, pero se limitó a insultarla en su mente. Todo esto era su culpa. La maldita seguía atormentando al moreno aun después de tanto tiempo.

 

Ella engaño al moreno con su hermano y lo humillo enfrente de toda la escuela, y para terminar de joderlo todo, había arruinado su futuro como atleta y su relación con sus padres, lo que hizo ella no tenía perdón.

 

Sabía que Daiki la había amado, planeo un futuro con ella, por eso ya no quería saber nada de las relaciones. Si tanto daño le había hecho la primera mujer con las que estuvo, ¿que le aseguraba que no llegara más gente como ella a aprovecharse de el?

 

Kagami sabía que Aomine no quería nada con él, no porque lo creyese una mala persona, sino porque su corazón estaba tan dañado y estaba tan jodido por dentro que no había nada dentro de él que le pudiese dar a cambio, y eso…era una patada en los huevos. Por lo que fue aún más dolorosa la confirmación después de 2 años y medio de momentos juntos, le supo a traición las palabras de negación ante que ellos fuesen pareja, la afirmación de su simple amistad le escoció los ojos.

 

 

Así que, como adulto maduro que era, estaba en un momento de compadecimiento hacia su persona en busca de, tal vez, echarle la culpa a alguien de lo que le ocurría. Ahora mismo estaba dentro de una casa en llamas, intentando ver si no había alguien más dentro. No pudieron confirmar cuantas personas había dentro de la casa, por lo que no les quedo más opción que verificar todo el perímetro para no dejar a nadie atrás. Se sentía asfixiado de dos maneras distintas, la física y la emocional, definitivamente era un miércoles triste y de mierda.

 

-Kagami!! ¡Ya hay que salir de aquí! La estructura no va a aguantar más-Los gritos se escuchaban algo distorsionados, él estaba en el piso de arriba, el edificio era de dos plantas, y técnicamente, se estaba cayendo a minutos.  

 

 

- ¡Voy! - Confirmo por segunda vez con la mirada que no había ya nadie en esa planta, para finalmente empezar a recorrer el camino hacia las escaleras, con precaución de no pisar demasiado fuerte. El suelo era de madera vieja, un paso incorrecto y estaría más rápido de lo que requería en la planta baja.

 

Sentía el sudor recorrer su mejilla, era un infierno, como todos los días que le tocaba pasar por eso. Tal vez camino un poco más lento y torpe que otras veces, tal vez no puso mucha atención…Pero sea la que fuere la causa de su retraso, le costó caro.

 

Sintió las vigas que sostenían el techo caer sobre él, su traje fue rasgado, probablemente tenía una profunda herida en la espalda, soltó un grito de dolor. Sería difícil que los sacaran de ese lugar, su destino era más cercano a la muerte que nada. Pudo calcular que el horrible peso le saco el aire en un tiempo record, tenía costillas rotas, eso no lo podía dudar, su columna seguro estaba rota, o así lo sentía el al menos.

 

Apenas alcanzo a escuchar al capitán llamarlo una última vez antes de caer en la inconciencia…

 

Tal vez fue un error pensar en la perra de Mai, se notaba que con solo su presencia en pensamientos era suficiente para joder a alguien. Rió por ese hecho en su mente.

 

 

 

Cuando a Aomine le marco Himuro al celular para avisarle que Kagami estaba en el hospital, sintió un terror profundo recorrerle el pecho. Casi había entrado en pánico, de no ser por Satsuki, probablemente hubiera terminado buscando al emo para darle una paliza por la poca información que le estaba dando, aunque, él no tenía por que decirle nada sobre su hermano, después de todo siempre había negado ser su pareja ante todas las personas. Para la demás gente, el chico solo era su diablillo rojo, su modelo y ya. Pero dentro de su corazón podrido, él era apenas el pilar que lo mantenía en pie. Sabía que probablemente sobreviviría ante la falta del pelirrojo, pero, él no quería hacerlo ¿por que dejar algo que lo hacía tan feliz?

 

Paso mucho tiempo para que al fin lo pudiera ver, estaba dormido cuando entro a la sala. Se sintió terriblemente culpable de haberse peleado con él.

 

¿Que hubiera hecho si el pelirrojo no la hubiera librado esa vez?

 

Seguro que estaría en alguna esquina, sintiéndose más miserable de lo que ya se sentía, probablemente, rodeado de botellas y con un largo camino de lágrimas recorriéndole las mejillas. Pero en vez de eso, estaba ahí, mirando a un herido Kagami que al menos, para consuelo de sus amigos y familiares, ya no se debatía por su vida.

 

Las mejillas del chico estaban ligeramente quemadas, eso seguro dejaría cicatriz. La herida en su espalda, por lo que llegaron a contarle, era dolorosa, pero tenía una tremenda suerte de que ya se hubiese confirmado que el trauma por el terrible golpe en su columna no le hubiese arrebatado la movilidad de sus piernas. Lo malo, era que tenía inflamada toda el área y estaba lleno de pequeñas cortadas y con una gran rajada que le habían hecho los escombros. Estaba seguro de que el tatuaje de tigre estaba arruinado. Pero no le pudo importar menos.

 

Noto que el pelirrojo estaba empezando a regresar en si, por lo que le dio tiempo para despertarse, pequeñas lagrimas salían de sus ojos, le dolió profundo la terrible escena.

 

-Kagami, ¿estás bien?

 

Al pelirrojo que le hubiese gustado decir que si.

 

-No, no lo estoy. Es una tontería preguntarle eso a alguien que está hospitalizado-Aomine rodo lo ojos ante su actitud, el solo estaba preocupado por verle llorar de dolor. No es como que, en su situación, tan angustiado, fuese a detenerse a pensar en si sus oraciones tenían coherencia.

 

-¿Quieres que llame a una enfermera?-Murmuro después de un rato en el que ambos estuvieron en silencio, las lágrimas en sus ojos no paraban y eso lo estaba poniendo peor.

 

-No hace falta, me duele más por dentro que por fuera la verdad.

 

-…-Kagami sabía que probablemente el peliazul se preguntaba si tendría algún daño interno, aunque…si se podía considerar el corazón roto como un daño interno, si que lo estaba.

 

-Aomine, no es que quiera ser grosero, pero, ¿que haces aquí?-El moreno se removió incomodo en su lugar, preguntándose si realmente era un incordio para el que era su persona más especial.

 

-Himuro me dijo lo que paso, me preocupe mucho…

 

No tenía motivos ocultos, no había hipocresía, solo una sincera preocupación, y eso le dolió profundo a ambos.

 

-Ya, pero estoy mejor-Le volteo la cara, no pudiendo soportar la pesada mirada de esos ojos azules sobre su persona. Aomine frunció el ceño, estaba molesto. Sabía que tal vez habían discutido antes del accidente, pero joder, el pelirrojo casi perdía la vida, no estaba ahí para pelearse, solo para asegurarse de que estaba en buenas manos…que no lo estaba perdiendo.

 

-¿Acaso me estas corriendo?-El suave susurro le lastimo los oídos, por unos minutos no hubo respuesta, pues las ganas de ponerse a gritar eran grandes y no quería armar un escándalo.

 

-Si, eso precisamente estoy haciendo.

 

-Pero ¿por que?

 

Kagami respiro fuerte, sintiendo el daño en sus costillas más real. Le costó no ponerse a jadear por el esfuerzo, pero al final soltó el aire por la boca y lo miro furioso. ¿Como se atrevía a hacerle esa pregunta?

 

Y después de tanto tiempo, llego al punto de quiebre.

 

-¡Estoy harto!-Lloro a voz viva, importándole poco que sus costillas le estuvieran matando y que era imposible doblarse de dolor por culpa de su espalda.

 

-¿Que…?-El peliazul apenas pudo reaccionar ante el grito lleno de coraje. Lo sujeto intentando que se calmara y no se moviera demasiado. La mirada de esos ojos rojos no le gusto para nada…esos eran los ojos del diablo, llenos de lágrimas, el diablo se había roto.

 

-¡Que estoy harto, por culpa de toda esta mierda que tenemos entre tú y yo es que me ha pasado esto!

 

-¡A mí no me eches la culpa! ¡Como si yo te hubiese tirado la viga encima!

 

-Pero que acaso no te das cuenta de que ya me has destruido la vida! ¡No salgo con mis amigos porque siempre intento encontrar tiempo para ti y el juego que tenemos desde hace dos años! Siempre tenemos que andarnos a escondidas, ¡como si yo te diera vergüenza! – El moreno le miro con tristeza, eso no era verdad, jamás podría avergonzarse de él, de alguien tan bello, era una simple tontería. El solo tenía miedo de que si admitía todo…se fuera al carajo, no quería perder eso también-Es una jodida mierda todo esto, ya no quiero vivir esto más.

 

-¡¿Te recuerdo quien fue el que dijo que esto estaba bien?!-Grito al borde de las lágrimas, no era justo que le echara la culpa, él le ofreció algo y el otro lo tomo, no era su culpa. El pelirrojo estrujo las sabanas bajo sus manos, se le veía completamente vulnerable y afligido. El moreno no estaba mejor, tenía el corazón latiendo a mil por hora. Después de un tenso silencio salió la respuesta de los resecos labios.

 

-Yo.

 

-Así es, fuiste tú, ¡no me estés queriendo culpar solo de algo que es cosa de dos!

 

-Pero tú lo sabias, tu sabias que yo te amaba, entonces ¿porque me hiciste eso?

 

El moreno lo miro con confusión y algo de desesperación, se sentía morir en ese mismo instante, todo se estaba derrumbando en un momento, 3 años se iban a la basura en ese mismo instante y no podía pararlo, no podía parar los escombros cayendo sobre él, sepultándolo. Los ojos rojos no le dieron tregua, alguna vez habían estado llenos de amor y felicidad, ahora solo mostraban cansancio y tristeza.

 

- ¿Que demonios estas diciendo?

 

- ¡Yo simplemente quería seguir a tu lado! ¡Te di tres años de mi vida!  tres!! Deje que me manejaras a tu antojo, joder, solo vete, ya no aguanto, sabía que esto se acabaría, ¡tú también lo sabias! Solo vete-Una enfermera quiso entrar al cuarto, el moreno solo ocupo darle una mirada para que ella se retirara, no había cupo para las interrupciones, ese era el momento. No dejaría que nadie los sacara de esa habitación, no en ese instante.

 

Ahora o nunca.

 

-No quiero.

 

La respuesta de Aomine solo lo ponía mal, estuvo un rato sollozando hasta que encontró voz para contestarle. Le miro con una expresión desolada, ya no podía con eso, tal vez en el pasado si, pero ahora ya no.

 

-¿Por qué? Esto me está matando, por favor, si no estás dispuesto a darme algo estable, solo lárgate.

 

-Tú sabes que no puedo hacer eso, mierda, ¡¿por que me pides lo único que no puedo darte?! -Se puso a dar vueltas como león enjaulado, podía oir los cuchicheos en la distancia, justo detrás de esa puerta. Pero en ese cuarto, en ese cuarto se estaba librando una puta guerra.

 

-No se trata de que no puedas, es que no quieres, tu nunca me has dejado ayudarte a sanar, ¡y vienes y me hechas en cara que jamás te he comprendido enfrente de esa zorra! ¡Yo he sacrificado más cosas por ti de las que crees!-Ese comentario fue la gota que derramo el vaso.

 

-¡YO NO TE PEDI ESO!

 

 

-¡!-El pelirrojo apenas pego un brinco por lo fuerte que sono el grito, un medico vino a interrumpirlos, pero el negó con la cabeza, indicándole que se retirara y que ya no iban a gritar mas. El moreno espero paciente para poder continuar con su explicación. Con un tono mas suave siguió hablándole. Kagami lo miraba profundamente consternado y algo impresionado.

 

-Jamás te pedí nada! ¡Si no te aleje es porque me gustabas! ¿Porque tengo yo la culpa de no poder amarte cómo te mereces? No te obligue a quedarte…no lo hice. Jamás-Y eso era cierto, el peliazul nunca lo forzó a estar a su lado, las veces que quiso ayudarle en sus problemas fue más por ofrecimiento que por petición de el moreno. Los viajes siempre fueron pedidos por él, el ir a convenciones, cada tatuaje, los aniversarios juntos…El simplemente fue tras de él, y aunque el moreno era consiente de eso, nunca lo aparto. Siempre tuvo la libertad de decidir y el escogió quedarse y depender de lo poco que le daba.

 

-Tienes tanta razón, que en este momento me siento estúpido.

 

-Los dos somos unos estúpidos en ese caso…

 

-Este es el final ¿no?

 

-Supongo.

 

-No te vayas.

 

El deseo del pelirrojo se le antojo terrible y destructivo. No pudo entenderlo.

 

-¿Que? Pero si hace un momento me estabas corriendo.

 

-Lo sé, pero sé también que, si te vas, me vas a romper el alma, vete cuando me duerma por favor-Aomine, que en todo momento había estado parado, se sentó finalmente en una de las incomodas sillas de plástico del hospital, el peliazul le tendió la mano sin verlo. Kagami no pudo dudar en tomarla, ni un segundo.

 

-Taiga-Le solicito el moreno su atención, su garganta estaba irritada, por lo que su voz se tornó más grave. El que lo nombrara así no lo hizo más que suspirar. Sonrió poquito, sintiéndose mejor en ese momento.

 

-Daiki-El otro soltó una pequeña carcajada, que fue acompañada con algunas lágrimas…todavía no se separaban y ya le estaba costando no tirarse al suelo a sufrir.

 

-Idiota, sabes que si te amo ¿no? -Sabía que era tarde para decir esas palabras, pero el sabor dulce que les dejo a ambos en el corazón no pudo ser malo.

 

-Tenía mis dudas…pero es que soy irresistible ¿verdad?

 

-Si, supongo que si.

 

Le acaricio las mejillas, recordaron algunos viejos tiempos y también se dieron besos en los labios. Mientras Kagami lo incitaba a acercarse un poco más a su cama, le dijo por última vez, que ojalá en esos tres años le hubiera hecho caso en dejarse largo el pelo, que sería una lástima el jamás haber podido presenciar eso. El moreno no pudo evitar comentar, que, en ese caso, era una lástima que no pudiesen hacerlo con su uniforme de bombero.

 

El silencio los volvió a invadir luego de un rato, el bullicio del hospital parecía haberse calmado junto con sus gritos de hace rato, por lo que disfrutaron del cómodo ambiente.

 

Hasta que uno de los dos dijo lo que de verdad les pasaba por la mente.

 

-No me voy a ir, este es el final, pero, siempre voy a estar ahí.

 

-Lo sé.

 

 

Él pudo haber sido muchas cosas, su amigo, su compañero de viaje, su amante…su pareja, aunque no lo admitiera. Pero lo que más se le quedaría gravado a fuego en mente y piel, era la tinta que le confirmaba que era su tatuador, le tatuó su amor y presencia en el alma con el líquido permanente de esos momentos difíciles.

 

 

 

Y pasaran los años, lustros y décadas, el tatuaje estaría ahí por siempre.

 

 

 

Era un sábado tranquilo, hacía ya dos años de su encuentro en el hospital. Estaba sentado en una cafetería, los brazos completamente cubiertos y andaba con cuello de tortuga, los tatuajes del rostro le tapaban la cicatriz de la quemadura. Era un dolor constante verse al espejo y recordarlo, no al incendio, si no a él. Porque no importaba que estuviera a un universo de distancia, le sentía tan presente en su existencia, que dolía el no tenerlo ahí con el completamente.

 

 

Su hermano le había invitado a comer en el mismo restaurante en el que se habían conocido sus padres, el mismo en el que había planeado proponerle matrimonio al rubio. Hacía años que no iba, por lo que estaba algo impresionado de que el lugar estuviera tan bien conservado como la primera vez que fue ahí. Los restaurantes en Tokyo eran bellísimos, pero ese, ese tenía algo especial que le daba un sentimiento de tranquilidad, lejos de todo el bullicio de la gran ciudad.

 

 

Miro el reloj, notando que su hermano a lo mejor lo dejo plantado, por favor, él siempre llegaba antes de lo acordado incluso, así que lo más probable es que el responsable de su retraso fuese Murasaki, su ahora esposo, que no había querido compartir su tiempo al lado del pelinegro con él.

 

Sintió su bolsillo vibrar, también escucho el tono que le especificaba que recibió un mensaje. Con pereza se sacó el celular y miro el chat con su hermano.

 

 

Esfuérzate y no lo golpees ante de tiempo 😉

 

¿Pero que mierd…?

 

 

Fue entonces, que, por segunda vez en su vida, algo logro sacarle el aire hasta dejarlo con las costillas doliendo.

 

 

Sentado a su lado, estaba un Aomine Daiki, con el pelo más largo y un bonito tatuaje en el brazo desnudo, que recitaba su nombre y una pequeña frase bajo el. Lo miro con los ojos probablemente desorbitados. ¿Que hacía ahí el moreno con esa pose chula y sonrisa arrogante? Que cambio inmediatamente cuando sus miradas se encontraron.

 

Creyó imposible que algún día se le fuese a olvidar como respirar, y ahí estaba entonces la vida dándole la contra, privándolo del aire gracias a la bonita y sincera sonrisa de su gran amor.

 

 

El moreno le tendió la mano, en todo momento mirándole con esos ojos, que al inicio estaban tan vacíos, ahora llenos de brillo.

 

 

-Aomine Daiki…

 

-¿Tatuador profesional?-Murmuro con un sonrisita traviesa, mientras dejaba el celular en el olvido. El peliazul solo pudo ampliar la suya, mirándole con completa adoracion. Joder, como le encantaba esa mirada.

 

-Si.

 

-Kagami Taiga…

 

-¿Bombero?

 

-No, diablo rojo.

 

Se sonrieron como si fuese la primera vez, o tal vez no, esa, era la primera vez. Su final ya habia sido, pero nunca dijeron que estaba prohibida la secuela.

 

-Himuro me ha dicho que no te pegue, asi que, suelta la sopa.

 

-Estamos agresivos no? Bakagami.

 

-Pues claro, Ahomine.

 

-Iniciamos pronto con los motes cariñosos, me gusta.

 

-Ya! Dime que quieres.

 

-Pues, no se tu, pero yo en este momento solo quiero seguir mirándote…No pareces real, después de dos años y al fin te puedo ver.

 

Lagrimas se deslizaron por su rostro.

 

-Daiki.

 

-Te amo muchísimo, me podrias dar una oportunidad ahora? Prometo amarte como te lo mereces, prometo no irme en las mañanas, y celebrar los aniversarios de manera conciente, no mas silencios tristes y cenas sin caricias…asi que, puedes ser mi modelo una vez mas?

 

-Eres un imbécil.

 

-Auch, no es lo que esperaba, pero bueno, tengo que decir que soy insistente.

 

-Si sabes la respuesta por que no simplemente te callas y me besas? Te extrañe tanto joder!

 

 

Y entre sus brazos y manos, estaba todo el universo. Por propia voluntad quisieron seguir asi, hacerlo para siempre.

 

¿Hacer que?

 

 

Amarse hasta la última consecuencia que les trajera el estar juntos, pero ahora que su nueva etapa había llegado, no serían consecuencias tristes, ya no más, porque el mal momento ya paso. Aunque sus almas y corazones estuviesen tatuados y cicatrizados ya no dolían más, porque ambos eran más y ese más era suficiente para olvidarlo todo y ser felices.

 

 

 

 

El diablo rojo y el azul se desvanecieron ante todos, quedando solo un par de chicos profundamente enamorados.

 

 

 

 

Para siempre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Agradezco que hayan leido este oneshot c: lo hice con todo el amors que le tengo a la ship!! espero hayan disfrutado la lectura. Se aceptan las criticas y correcciones ouo 


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