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Hakai tekina jonetsu por Daiyamine B

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por darle una oportunidad a este one-shot C; espero les guste.

Hakai tekina jōnetsu


 


 


 


 


 


- ¡Cuéntame una leyenda Kagami!-Murmuro el moreno desde el suelo, mirando al techo de la habitación del departamento de su rival. Había decidido pasar ahí la noche gracias a que por su distracción mientras jugaban basket, termino por perder el tren a casa. Y como el chico de cejas partidas era tan amable, no dudo en prestarle su cama, bueno, aunque puede que el fuese el que insistió en quedarse esa noche. Ahora estaban recostados, esperando a que les llegara el sueño.


 


 


- ¡Hey, agrega el senpai! -Aomine rodó los ojos, solo era unos días mayor y ya se creía la gran cosa.


 


 


-Mejor de una vez te digo Oji-san si quieres-Le saco la lengua, mientras que el otro fruncía sus cejas con evidente disgusto, wow, si que era demasiado expresivo.


 


 


-Mocoso malcriado-Escucho refunfuñar al pelirrojo, que luego se calló y se quedó pensando.


 


 


-¿Y me contaras una leyenda o no?-Finalmente el chico le miro a los ojos, con un brillo melancólico impregnado en sus irises.


 


 


-Bueno, si tanto insistes-Se reincorporaron ambos, el moreno para no terminar dormido, mientras que Kagami lo hacía para concentrarse mejor relatando la historia. Aomine tiro de el y le paso un brazo por los hombros, mientras sonreía con alegría.


 


 


-¡Eres el mejor! ¿Y que me contaras ahora?-Kagami le sonrió, enigmático, para luego voltear hacia la ventana de su habitación, por donde se colaba la luz de la luna. Soltó un suspiro, para luego voltear de nuevo hacia su dirección.


 


 


-La historia de una pasión destructiva, todo inicio un tempestuoso día, cuando el dios de la guerra bajo del cielo...


 


 


 


 


 


...


 


 


 


 


 


Había descendido unos momentos, harto de los reclamos de su esposa, la cual no dejaba de molestar con sus intrigas y situaciones incomodas, odiaba su actitud, pero no podía simplemente dejarla. Era una unión divina y por equilibrio, si la dejaba probablemente se armaría una batalla en el cielo, por lo que no le quedo de otra que huir de ella y sus berrinches.


 


 


 


Tomo su imagen humana, la cual representaba a un despeinado chico de cabellos y ojos rojizos como el color de la sangre. Fue desde la montaña al templo que le construyeron en un pueblo cercano. Se quedo tranquilamente sentado, recargado en una de las columnas de la construcción, viendo pasar el día con tranquilidad, hasta que pudo captar como un nekomata entraba al recinto, el chico parecía ser una pantera por el aura a su alrededor. Además de que los rasgos felinos y su andar lo delataban. Poseía una hermosa piel morena, así como unos ojos ligeramente rasgados de color azul brillante. Quedo impresionado por su belleza, por lo que no pudo evitar salir de su lugar de descanso, hasta su encuentro.


 


 


 


-Tu, el de ahí, ¿que haces en este templo?-El dios se paró en medio del camino hacia el edificio principal. Su pose demostraba seguridad, pero al peliazul frente a él, parecía importarle poco su aspecto y tono de voz. Recibió una contestación altanera y poco común, aunque, bueno, era una buena excusa para tratarse de un ladrón.


 


 


-¿Yo? Solo venía a dar una pequeña oración...-Daba pasos largos y elegantes, balanceándose con cuidado, casi pudo ver las dos colas de pantera que normalmente poseían los nekomata. Bufo, haciendo evidente que no era un tonto que se tragaría las mentiras de ese rufián.


 


 


-¿A esta hora? No lo creo-El chico lo fulmino con la mirada, para luego elevar el mentón, en clara muestra de desafío.


 


 


-¿Y quién te crees para estarme interrogando de todas formas? Humano insolente.


 


 


-Vaya, veo que tienes carácter-Relajo su postura, para terminar recargado nuevamente en el pilar que sostenía la entrada a su templo. Analizo con cuidado la morena figura, fascinado por ese color tan poco común de piel, así como la gruesa voz.


 


 


-¡Pues claro! Soy uno de los más fuertes de mi clase, merezco respeto de una criatura tan inferior y débil como tú.


 


 


- ¿A si? -Se rio de él, para recibir un gesto despectivo. Ese tipo si que se creía la gran cosa.


 


 


-Por supuesto-Vaya, ni siquiera dudaba al contestar. Eso le gustaba...quería tener un duelo con él, sería tan genial probar la fuerza de ese orgulloso felino.


 


 


-Ya lo veremos.


 


 


-¡Ja! Estás loco si crees que me apareceré frente a una persona tan molesta e idiota como tú de nuevo-El chico se subió al tejado de un ágil salto. Ahora se veía más imponente que él, pero no dejaba de ser el quien fuese superior en fuerza, después de todo, ¿que era un nekomata contra un dios? Además, tenía que pagar muy caro por el anterior insulto. Nadie llamaba idiota a un dios sin consecuencias.


 


 


-¿Como me llamaste imbécil?-El tono despectivo lo hizo sonreír aún más. Era divertido sacar de sus casillas al pelirrojo.


 


 


-¡Idiota!-El peliazul dio unos cuantos pasos hacia atrás. Pero no parecía estar huyendo, solo jugando con él. Eso le molesto aun mas.


 


 


-¡Me las pagaras! Gato arrastrado.


 


 


-¡Soy una pantera! No te atrevas a compararme con un simple gato doméstico.


 


 


-¡Pues tu no le digas simple humano a un dios!


 


 


 


El dios quedo impresionado por la tenacidad de la pantera frente a él. En su mente no pudo evitar sonreír, tenía ganas de someter sin piedad a esa persona tan arrogante, espero ver una pose de disculpas o terror en su mirada azul, pero solo se encontró con desafío impreso en cada gesto que hacia el moreno. Este elevo la barbilla, mirándole desde arriba. El pelirrojo frunció el ceño, mientras conservaba una sonrisa de medio lado en su rostro...ese tipo era interesante.


 


 


 


-¡Como si me importara que un dios como tú me fuese a castigar, para empezar estas huyendo de la que es tu mujer! Un hombre que huye así de los problemas no tiene honor, el día en que consideres que eres merecedor de castigarme, ven y búscame-Y así de rápido como llego, el hombre pantera se fue saltando por los tejados del templo hacia el bosque profundo y oscuro.


 


 


 


No pudo evitar sonreír con sadismo, la voluntad de ese chico tenía que ser suya, se sentiría tan bien  corromperlo de a poco.


 


 


 


 


 


Solo tenía que tenderle una trampa.


 


 


 


 


 


...


 


 


 


 


 


Paso algún tiempo de esa noche, el dios de la guerra ya no iba a ocupar su lugar en el cielo, en cambio prefería quedarse largas temporadas, oculto en el templo. Para mantener un perfil bajo en la búsqueda del chico pantera consiguió un Kinagashi con tela sencilla y blanca, consiguió una espada con el mejor herrero del lugar y partió en su travesía. Sabía que no era necesario todo ese espectáculo, siendo un dios podía localizar fácilmente a quien quisiera y aparecer frente a él sin que pudiese huir.


 


 


 


Pero algo le decía que, si el moreno que lo desafío fuese alguien normal, se habría postrado de inmediato ante él, así como, si de repente aparecía ante él se inclinaría, así que él quería encontrarlo por un método tan poco convencional de un dios, tal vez para hacer ese juego más divertido. Pero no era alguien común, para nada, la pantera tenía un gran orgullo y presumía de honor cuando el casi lo había descubierto robando las ofrendas de su templo.


 


 


 


Viajo a lo largo de toda la prefectura de Oita durante el día, para luego descansar en la noche cuando ya estaba saliendo del lugar. Vio el rastro dejado por el felino, estaba cercas de él, podía sentirlo. Siguió un rato más las huellas dejadas por el moreno, hasta que sintió como sutilmente algo dejaba caerse de un árbol detrás de él. No ocupo darse la vuelta para saber que era el chico pantera.


 


 


 


-Vaya, ¡así que un dios ha estado persiguiendo a un simple nekomata! ¿Debería de sentirme alagado? ¿O sentir lastima por ti y tu deplorable apariencia en este momento?-La pantera se miró las uñas con interés, como si realmente le importara su forma, cuando lo más probable es que quería sacarlo de quicio, ignorándolo. Pero ya no caería tan fácilmente en provocaciones infantiles.


 


 


-¿Porque no fuiste otra vez al templo?-Murmuro, mientras miraba como la luz que se colaba por entre las hojas de los arboles le daba un brillo especial a la figura del moreno.


 


 


-Talvez porque últimamente había un vagabundo por los alrededores, ¡ya sabes! Un tipo con cara de idiota, con el pelo demasiado despeinado para considerarse decente, uno no puede hacer sus oraciones a gusto cuando hay alguien así por los alrededores. ¡Son de los tipos más molestos!- El dios rio, por la obvia descripción de su perfil como humano.


 


 


-Pues yo no pienso lo mismo-Dio algunos pasos en su dirección, hasta que estuvo a un brazo de distancia del peliazul.


 


 


-¿No?-La voz suave y ronca del moreno le causaron escalofríos, una sensación de lo más agradable, pensando en que jamás había sentido algo como eso en las veces que se transformó en humano.


 


 


-No...


 


 


-Pues que curioso, yo diría que es de conocimiento general lo irritante que es la gente tan creída-El chico le regalo una sonrisa coqueta, para empezar a dar vueltas a su alrededor, sutilmente. El pelirrojo le correspondió con una sonrisa de desafío.


 


 


-¿No te has visto a un espejo? Mi querida pantera...


 


 


-¡Wow, pase de ser el gato arrastrado a una querida pantera! ¿A que se debe el honor? -El chico aplaudió, visiblemente encantado. Se inclino un poco, para quedar más cercas y a la altura de su rostro. El dios se alejó un paso, sintiéndose ofendido al ver su espacio. El moreno también dio otro hacia atrás.


 


 


-Calla, insolente.


 


 


-Nos ponemos difíciles ¿he? Dos podemos jugar ese juego-La sonrisa felina le indico que pronto el peliazul empezaría con sus maniobras de huida. Y justo como lo predijo, este ahora corría por el bosque, esquivando arbustos, ramas y demás cosas que integraban el paisaje.


 


 


-¡Vuelve aquí!-No negaría que era entretenido perseguir al moreno, pero no se suponía que un dios estuviese corriendo por el bosque, persiguiendo a un gato. El chico dio un gran salto, quedado parado arriba de una gruesa rama, que formaba parte de uno de los arboles más frondosos del bosque.


 


 


-Atrápame...si puedes.


 


 


 


Y siguieron la persecución por unas cuantas horas, siendo que su resistencia era grande, y en el otro ilimitada, pues no hubo necesidad de tomar un descanso para poder hablar y preguntar de las cosas que el dios estaba seguro, el peliazul también quería saber. Finalmente el tomo la iniciativa.


 


 


 


-¡¿Cómo es que suelen llamarte?!-Esquivo las ramas que el moreno iba soltando. Seguirle el paso era divertido, incluso aunque el pudiese correr un poco más rápido. El moreno volteo hacia el, regalándole una sonrisa presumida.


 


 


-¡Monstro! Pero tú puedes decirme Daiki.


 


 


-¡Vaya! Curioso nombre para una pantera azul...-Murmuro, sabiendo que la pantera le escucharía a la perfección, todo gracias a su oído más desarrollado.


 


 


-Bueno, es el nombre que recibí, ¿que se le va a hacer? ¿Y usted? ¿Como se llama? ¡Oh gran señor de la guerra y los cultivos!-Aomine disminuyo de a poco la velocidad, para finalmente quedarse quieto. Habían llegado a un amplio claro, en medio de la parte más profunda del bosque.


 


 


-Hachiman, pero tú... tú puedes decirme Taiga-Y entonces el pelirrojo tomo la forma de un enorme tigre rojo, superaba ligeramente en tamaño al peliazul transformado, pero este no se desanimó y volvió a tomar su forma de pantera, mostrándole los dientes, amenazante.


 


 


 


Libraron un fuerte combate. El primero en abalanzarse fue el moreno, sin dudar en clavar garras y dientes en las zonas más sensibles del enorme cuerpo musculoso del tigre. Taiga logro dar la vuelta a la situación, mordiendo con fuerza su tráquea en un descuido, eso le costó el paso del aire por unos segundos. El dios no paro su ataque, así como la pantera siguió soltando zarpazos a ciegas.


 


 


 


La pantera logro liberarse del peso del enorme cuerpo en un impulso, Taiga juro haber desgarrado su garganta de la fuerza que uso, pero al ver las heridas de su oponente noto que este seguía con la misma pose de orgullo del inicio. Aunque su pelaje oscuro estaba mojado con su sangre siguió embistiendo y utilizando sus patas traseras para golpearlo cuando tenía oportunidad, mordía la carne de la nuca y sin piedad arañaba su rostro, posiblemente intentando dejarle sin vista, al final el pelirrojo consiguió aprisionarlo contra el suelo, para luego dar un fuerte mordisco con toda la fuerza de sus potentes mandíbulas, mientras que el peliazul le soltó un último golpe en el ojo, consiguiendo rasgar todo el tejido, dejándolo sin visión.


 


 


 


Con la respiración pesada se fueron transformando nuevamente. Taiga dejo que su ojo sangrara sin piedad, mientras que Aomine gruñía mientras que la sangre borboteaba de la enorme herida que tenia del área que conectaba el hombro con el cuello.


 


 


 


-Maldita sea...-Daiki intento moverse, aunque sea un poco, pero no lo logro, el dolor era demasiado.


 


 


-Ojo por ojo, querida pantera-Musito el pelirrojo, sintiendo su sangre, que era más bien simbólica, correr sobre su rostro, seguro era una imagen algo dramática. El chico lo miro feo, mientras empezaba quejarse en voz baja, para terminar, subiendo el tono del coraje. No le gustaba perder.


 


 


- ¡Querida mi trasero! Solo vete, ya has ganado este encuentro.


 


 


-No me iré hasta obtener lo que deseo...-El pelirrojo se acercó peligrosamente a él. A la pantera le dolió incluso tragar de lo duro que lo hizo, todo para acabar con el nudo en su garganta, que se formó ante la anticipación de lo que sucedería a continuación.


 


 


-¿Y se podría saber que es eso que tanto quieres?


 


 


-Tu voluntado, tu cuerpo, tu voz, sus pensamientos...quiero todo eso.


 


 


-Lo lamento, ¡no puedo darte eso tigre!-La sonrisa arrogante solo consiguió convencer al dios aún mas de que quería a esa pantera solo para el.


 


 


-¿Seguro de eso?


 


 


 


Lo empotro contra un árbol cercano, importándole poco la perdida de sangre y el dolor que pudiese ocasionarle, sabía que no moriría, su curación era mucho más rápida que la de un ser humano. Le sostuvo con sus fuertes manos, acaricio los magullados costados, para luego atraparlo en un demandante beso al cual el moreno no se pudo negar, si llegaba a voltear el cuello terminaría empeorando su lesión o causándose un dolor terrible.


 


 


 


Taiga saboreo la sangre del nekomata, su esencia era refrescante, llegando a ser dulce, pero sin ser empalagosa, sabia incluso mejor que cualquiera de las bebidas que se le sirvieron como dios. No cerro el único ojo que le quedaba, todo para ver el rostro de dolor y frustración de la pantera para una mejor experiencia, aunque cuando finalmente se separó de el Aomine sonrió, satisfecho, mientras miraba su ojo faltante.


 


 


 


-Wow...así es como se ve una cuenca sin ojo, o bueno, al menos así es como se ve la de un dios-Dentro del pequeño hueco reposaba un enorme granate, remplazando su ojo perdido. No es como si no pudiese regenerar su cuerpo, simplemente tardaba mucho y costaba energía reponer el miembro perdido, por lo que lo dejo justo como estaba.


 


 


-¿Esperabas algo más?-Murmuro, mientras posaba sus labios en la carne viva del cuello del moreno, quien gimoteo ante las bruscas caricias.


 


 


-Algo más asqueroso definitivamente, pero estoy bien con esto-Se quedo completamente quieto, dejando que el pelirrojo hiciera con él lo que quisiera, era incluso justo que reclamase su vida a cambio de su victoria.


 


 


-Es bueno saberlo.


 


 


Esa noche la pasaron en el templo, sin más peleas por ese momento. El pelirrojo había decidido convertirlo en su familiar, el encargado de ese templo.


 


 


 


 


 


...


 


 


 


 


 


-Joder, Bakagami, ¿cómo le puedes llamar a eso una historia de pasión?-Aomine ya estaba empezando a soltar bostezos, mientras que Kagami sonreía por sus gestos.


 


 


-Creo haber mencionado la palabra destructiva en la oración, Aho-Rodo los ojos ante el tono jocoso.


 


 


-¿Pero que tipo de persona le quita un ojo a su enamorado?-El pelirrojo se encogió de hombros. El moreno le dio una larga y mala mirada en respuesta.


 


 


-Bueno, nunca dije que la pasión fuese correspondida de la misma forma.


 


 


-¿Ósea que es un amor unilateral?-Joder, ahora estaba aún más confundido.


 


 


-No, no realmente, estamos hablando de dos tipos que eran demasiado orgullosos como para quererse sin maltratos.


 


 


-Bueno, sigue contando, ¿que más paso?


 


 


-Los años y las estaciones siguieron pasando, sin dar tregua. Llego la primavera, cuentan que la sangre derramada de los samuráis fue la que tiño las flores de cerezo en el color que actualmente tienen, bueno, pues algo parecido tenían ellos...


 


 


 


 


 


...


 


 


 


 


 


Después de una de sus típicas peleas, en donde el moreno había perdido los colmillos, ambos se recostaron en los pilares del templo, habían estado toda la noche en disputa. Estaban agotados.


 


 


 


-Ahora no eres más que un indefenso gatito-Le tomo la quijada al moreno, mientras elevaba su labio superior, mostrando la falta de los antes sobresalientes colmillos. El moreno le volteo la cara, para alejar sus manos de su magullado rostro.


 


 


-No me tientes, Taiga...todavía tengo mis garras- El pelirrojo apunto a penas a sus manos, las cuales no se veían en mejor estado.


 


 


-Me pregunto si seguirías considerándote alguien independiente si retirara todo lo que te hace peligroso.


 


 


-Te matare antes de que lo logres, maldito...-Ya no aguantaba mucho, estaba agotado y solo quería dormir, maldito dios que no ocupaba descansar.


 


 


-No me digas así, ¡querida pantera! Hieres mis sentimientos


 


 


-Y tu mi cuerpo, jodete-El moreno le hizo gestos para que se retirara, pero al contrario, el dios se acercó aún más a su cuerpo.


 


 


-Mejor te jodo yo a ti.


 


 


-Vamos, dame un respiro, tigre en celo-La risa ronca y sensual le erizo los bellos de la nuca, pero Daiki no cedió, bueno, no todavía.


 


 


-Es culpa de tu perfume y del sabor de tu piel, todo esto es enteramente tu culpa...-El pelirrojo repartió besos por la piel llena de cicatrices y moretes, mientras que este soltaba maullidos y ronroneos ocasionales, en especial cuando ponía sus dedos en su nuca y detrás de las orejas, dándoles un suave masaje que el peliazul disfrutaba enormemente. Daiki le acaricio los largos mechones bicolor, mientras miraba sobre el hombro del pelirrojo, el bello amanecer, y la luz del brillante sol, iluminando todo a su paso.


 


 


 


Taiga dejo de lado las caricias, causando un poco de disconformidad en el moreno, quien emitió un ruidito desde su garganta, en forma de queja. El dios de la guerra sonrió, divertido por la actitud mimada y arrogante de su querida pantera. Lo estrecho con cuidado entre sus brazos, para luego dejar sus labios a la altura de su oído, apenas rozándolo.


 


 


 


-Sabes, Daiki, si tuviera que darte un color, si pudiese regalártelo y hacer que fuese enteramente tuyo, sería el azul del cielo y los mares, el brillo del zafiro, las tonalidades de los cientos de campos de flores que cubren el mundo.


 


 


-Si yo pudiera darte un color, definitivamente sería el rojo, el rojo de la sangre, el rojo de los rubíes y granates, los matices del atardecer ardiente, de esa hora mágica, y esa pigmentación de los rosales que crecen en tierras locales y lejanas.


 


 


-Te amo...te amo muchísimo.


 


 


-Yo también, tigre idiota.


 


 


-Oye, no me provoques o te sacare un ojo.


 


 


-No si antes yo te quito el tuyo.


 


 


 


Y desde ese te amo, las peleas cesaron de repente, la calma reino finalmente el templo, para dar lugar a una gran prosperidad en la región. La unión de esos dos fue como juntar noche y día, aunque fuese antinatural, les hacía felices, convirtiendo en todo tan mágico y cálido, con esos matices naranjas y amarillos, también violáceos y azulados que poseía el cielo en el ocaso, en esa hora del día.


 


 


 


 


 


...


 


 


 


 


 


-Bueno, pues la historia estuvo linda, pero no me parece tan genial, digo...esos dos si que eran unos tontos, mira que tener que casi matarse para darse cuenta de lo que sentían-Aomine se recostó de nuevo en la cama, que chiste que acabase de esa forma, ¿donde había quedado la pasión destructiva? Kagami negó con la cabeza, pensando que de verdad el moreno era demasiado impaciente.


 


 


-Comprende que hay gente demasiado lenta, no todos experimentan lo mismo, además, no hay que olvidar que lo que le atrajo al uno del otro fue su capacidad de combate y desafío-Aomine paro su próximo monologo, tapándole la boca con la mano, mientras volvía a recostarse y arroparse.


 


 


-Si, bueno, gracias por la leyenda...


 


 


-Esa no es toda la historia-Kagami lo agito de un lado al otro para que reaccionara, hasta que no tuvo más remedio que pegarle en el brazo, consiguiendo al fin su atención. Pero contrario a lo que se esperaba, el rostro de su rival estaba blanco como el papel.


 


 


-Wow, parece que las cosas se ponen un poco tétricas desde aquí.


 


 


-No te imaginas cuanto-Se removió inquieto, para reincorporarse nuevamente.


 


 


-No voy a llorar por culpa de esto o ¿si?-Kagami negó, con una sonrisa.


 


 


-Para nada, tu solo sigue escuchando.


 


 


-Está bien, prosiga, ¡Bakagami-senpai!


 


 


-¡Aho! Aish, bueno, ambos estuvieron tranquilamente viviendo en el templo, lo que el pelirrojo dejo en el olvido fue lo que mantenía el equilibrio entre el cielo, la tierra y el inframundo...ese fue su peor primer error.


 


 


 


 


 


...


 


 


 


 


 


Llego a las puertas del templo, dispuesto a entrar para encontrarse al moreno para buscarlo en el bosque o colinas detrás de este, pero no pudo llegar a ninguna parte porque una deslumbrante figura descendió del cielo...no era otra que su esposa, una mujer de apariencia humanoide, con ojos fuera de ese mundo, que parecían un vacío profundo, que en el fondo tenían pequeños soles muriendo y viviendo.


 


 


 


Por su expresión podía saber que estaba furiosa, el intento ignorarla para cruzar la puerta, pero esta se atravesó en su camino en cada momento.


 


 


 


-Déjame cruzar-El pelirrojo ya estaba harto, no soportaría otro berrinche de su esposa, ahora ya ni en su templo podía estar tranquilo.


 


 


-No antes de hablar con usted, esposo mío-La expresión llena de rencor en su rostro delicado, no auguraba para nada algo bueno. El intento nuevamente esquivarla pero no lo consiguió.


 


 


-¿Para que querría hablar yo con una mujer como tú? ¡No me respetas! ¡Ni siquiera estando en la que conoces bien son tierras de mi gente!


 


 


-Se supone que estamos hechos el uno para el otro, nosotros somos equilibrio, somos lo correcto, Hachiman, yo puedo estar en tu templo si quiero.


 


 


-¡No me digas así! Ahora soy Taiga.


 


 


-¡DEJA DE JUGAR!-La voz de ultratumba que salió de la boca de su esposa lo dejo pasmado, pero no se dejó intimidar, si ella gritaba, él también lo haría. Decidió darle otra oportunidad a la diosa, antes de intentar correrla a patadas de ahí.


 


 


-Esto no es un maldito juego, déjame entrar, es mi templo, nadie me puede negar la entrada, ni siquiera mi mujer...


 


 


-Sabes que ese...gato, simplemente está jugando a ser la concubina de un dios, ¿cómo puedes caer tan bajo? ¡Me está quitando mi lugar! ¡Luego va a querer pasearse por los palacios! Como si fuese una divinidad, no puedes permitirlo...-La diosa hacia grandes exclamaciones y demás ademanes con los brazos, el no iba a creerse nada de ese cuento a menos de que lo viese por sus propios ojos.


 


 


-Él tiene una mejor esencia que la tuya, su carácter no es el de alguien podrido como el tuyo, se merece mas tu lugar que tu.


 


 


-No es un santo, Hachiman, ese tipo te engaña-La seriedad con la que le dijo eso le resulto preocupante, ella parecía saber algo que él se había negado a siquiera sospechar.


 


 


- ¡Que dejes de decirme así! ¿Por que habría yo de hacerte caso?


 


 


-Si no me crees, míralo con tus propios ojos-En sus manos formo una pequeña esfera, donde se podía ver lo que hacían las personas en la tierra desde el lugar en que la mujer se encontrara. Ahí reflejaba la asquerosa imagen de su preciosa pantera, besando en los labios a un chico de apariencia frágil, era pequeño y de gran belleza, parecía ser un simple nekomata, sin más distinción.


 


 


 


Eso partió en mil pedazos el corazón del dios, llenando su cabeza de pensamientos destructivos y malignos, que no solo afectarían al moreno, sino también a inocentes.


 


 


 


En ese momento no se detuvo a pensar en el daño que estaba a punto de causar.


 


 


 


-Ese chico no te ama, déjalo, yo sé lo que te convi...


 


 


-¡Cállate! ¡Mujer demoniaca! ¡Desaparece! ¡Desaparece! -Empezó a caminar por todo el lugar, dando vueltas, como si fuese una bestia enjaulada, esperando el momento exacto para atacar. Después de un rato la sujeto con firmeza del brazo, para arrastrarla hasta la salida de su templo, esta se zafo rápidamente, mirando espantada la reacción de su marido.


 


 


-¡No te atrevas a correrme!


 


 


-¡DIJE DESAPARECE!


 


 


 


 


La diosa dio un respingo, para luego retirarse, no era común ver tanta ira en su normalmente, sarcástico y juguetón esposo. Junto a su guardia se dirigió nuevamente al cielo. Taiga no dudo en transformarse en el imponente tigre rojo, su pelaje ahora era acompañado de fuego sagrado, capaz de estar a las más altas temperaturas, casi con la potencia de un sol pequeño. Pero a la vez no quemaba nada que no fuese su objetivo, en ese momento lo único que pensaba era arrasar con todos los de la especie del moreno, pero primero le daría una vergonzosa lección.


 


 


 


 


Solo tuvo que recorrer en poco tiempo la distancia que le separaba del moreno y su amante de cabellos celestes, ¿que tenía ese insípido gato domestico que no podía el poseer? ¡Era un tigre, un dios! Había dado alimento, refugio y amor durante tanto tiempo a esa pantera, le dolió enormemente su traición...


 


 


 


 


-¡Taiga! Maldición, esto no es lo que piensas, ¡debes creerme!-El chico moreno intentaba sacarse de encima al chico más bajo. Efectivamente estaba engañándolo, a sus espaldas...


 


 


-Daiki-kun...-El chico más bajito por fin hablo, al notar que el peliazul intentaba apartarlo de el con todas sus fuerzas. El otro se aferraba a su cuerpo como si fuese una garrapata. Daiki volteo su cara en dirección a su persona, mirándolo enojado.


 


 


-¡Callate Tetsu!


 


 


-Así que tu eres el que se hace llamar Tetsuya...interesante-Le dio una dura mirada. No cabía duda de que, si no estuviese más enojado con Daiki en ese momento, ya habría incinerado a ese gato.


 


 


-¡Señor Hachiman!-Y ahora el peliceleste tenía la desfachatez de llamarlo de esa manera. Eso empeoro aun más su humor.


 


 


-Vaya, no eres diferente a toda la gente de tu clase, Dai, ¿que fue lo que viste en el?


 


 


-¡Yo no...!-Le dio una mirada de advertencia, si seguía hablando iba a matar a esa escoria. Daiki entendio rápidamente lo que le quería transmitir.


 


 


-Ahórrate las explicaciones, te mereces un castigo, ¡uno acorde a tu falta de respeto!


 


 


-¡Daiki-kun!-El pequeño gato sollozaba, triste por haber metido al moreno en ese problema, Taiga no pudo evitar mirarlo con asco.


 


 


-¡Largo de aquí! ¡Maldito gato! Si te llego a ver cerca de mi familiar otra vez, no dudare en decapitarte enfrente de sus ojos...


 


 


-Solo vete, tetsu, vete...


 


 


-Pero...-El chico pareció dudar a último minuto en dejarlo a mereced del dios.


 


 


-¡VETE!


 


 


 


Con ese último grito el moreno consiguió correr del lugar al peliceleste, que les dejo sumidos en un profundo silencio, que termino por llenarse con los gritos desesperados y de dolor de un consumido y corrompido Daiki. El moreno se dejó maltratar y violar, aunque quiso no pudo evitar llorar y perder su orgullo.


 


 


 


Acababa de ser profanado por la persona que más amor le había profesado en esa larga existencia que tenía.


 


 


 


Taiga lloro durante todo el acto, sin poder siquiera conseguir alguna satisfacción por sentir su orgullo vengado, y el de Daiki derrotado. Escucho los murmullos tristes del moreno antes de caer inconsciente, le miro con ojos brillantes por las lágrimas.


 


 


 


-Puedes insultarme, puedes maltratarme, puedes dejar de amarme, haz conmigo lo que quieras, incluso odiarme y desear mi infinita desgracia y sufrimiento, pero no me mates, no los mates...jamás.


 


 


 


Esa noche no solo algo ser rompió, ni tan solo se sentía tan muerto.


 


 


 


 


 


Las flores de los campos se tiñeron de negro y rojo.


 


 


 


 


 


...


 


 


 


 


 


-Mierda...


 


 


-¿Es todo lo que dirás Aho?-La mirada de Kagami se veía intranquila, pero rápidamente cambio por una de burla.


 


 


-¡Ese Taiga es un infeliz! ¡Debería morir ese hijo de puta!-Agito los brazos con coraje, no comprendía a la gente tan toxica y malvada.


 


 


-Si, tienes razón, debería, ojalá pudiera hacerlo...-Aomine no alcanzo a escuchar el murmullo, por lo que se quedó un buen rato esperando una frase de su parte.


 


 


-¿y? ¿seguirás contando?


 


 


-¡Claro! Perdón, me distraje un poco.


 


 


-Bueno, ¡pues empieza!


 


 


-Claro, bueno, pues la diosa, no conforme con el castigo que recibió la pantera, mando a sus sirvientes para inculparlo de crimines contra la gente de su esposo, así como tratarlo de ladrón y usurpador de su lugar como esposa del dios de la guerra, llego el conflicto a tal punto que Taiga no soporto, un día, lleno de ira, se dirigió al pueblo en forma de tigre, descendió del cielo luego de una charla con su esposa, finalmente ahí tomo su forma de dios...lo demás que paso fue una tragedia.


 


 


 


 


 


...


 


 


 


 


 


-¡Por favor! ¡Tenles piedad! ¡Ellos no han sido!-La malvada diosa había hecho pensar a Taiga que Daiki le traiciono, permitiendo la destrucción de su templo principal. No había cosa en ese momento que calmara al dios.


 


 


-¡Tu! ¡Maldito traidor! Te confié mi imagen, ¡mi templo! ¡Perdone todas tus ofensas! ¡¿Y así es como me pagas?! ¡Dejando que derrumben mi hogar en la tierra!


 


 


-¡¡Te lo juro!! ¡¡Ha sido ella!!-Aomine se arrodillo ante él, intentando pararlo, pero no lo consiguió. Lo dejo tirado, mientras lloraba de impotencia porque su amado no creía en él.


 


 


-Ya no les creo nada, ti a ti ni a ella, ¡los dos no son más que unas alimañas!-El moreno entro en pánico cuando lo vio dirigirse a donde estaba el pequeño pueblo. Soltó un jadeo.


 


 


-¡¿A dónde vas?!


 


 


-¡Al pueblo, esos bastardos merecen una lección, y yo se las voy a dar!


 


 


 


Taiga, sin ninguna contemplación arraso con los sembradíos, con la casa del gobernador del pueblo, el agua se tiño del color de la sangre, los gritos de los pueblerinos llenaron el lugar. No importaba cuantas barreras intentaban poner para huir de la furia del dios que tanto tiempo les protegió en el pasado, era inútil, niños y mujeres intentaron escapar, él se saltó cualquier defensa de esos tipos inútiles, pudo divisar entre esa gente a varios jóvenes, entre ellos estaba el desgraciado de Tetsuya, ese que había besado a su pantera, ese sería el primero en morir de todos esos malagradecidos.


 


 


 


-Espero que hayas disfrutado de sus labios, ¡porque tienen un precio muy caro!


 


 


-¡PIEDAD! POR FAVOR!-El gato se retorcía, mientras lloraba, intentando escapar de la furia del dios, pero todos los demás sabían que no lo conseguiría, prefirieron huir a ayudarlo.


 


 


-¡TAIGA! NO!


 


 


 


Blandió su espada sagrada, sin pensárselo un momento ataco a ese gato. No noto lo que había hecho hasta que sintió el filo de la katana tornarse de un brillante color azul. El aura de Aomine se escapaba por la terrible herida, el filo de su espada causo estragos con su torso moreno. La dejo justo en el centro de su vientre, sin saber realmente cómo reaccionar. Daiki le sonrió con tristeza, para luego sujetar la espada y terminar por clavarla. Taiga tenía una mirada aterrorizada, en ningún momento de su existencia como dios sintió tanta desesperación y odio hacia si mismo como en ese instante.


 


 


 


-¡¡No, no, joder, tu no!! ¡¡Daiki!! ¡¡DAIKI!!


 


 


-Se que me amaste mucho, pero me temo que ese amor se vio contaminado por culpa de tu esposa, tu solo terminaste de convertirlo en una pasión destructiva...no te culpo de nada de esto, para que lo sepas, pero yo te dije que no permitiría una muerte, perdóname por no poder perdonarte, realmente...lo siento, pero ahora mismo te odio tanto como te amo.


 


 


 


Sangre salía de sus labios, sabía que el filo de su espada, a pesar de ser delgado, resultaba letal. Era incluso un milagro que este siguiera vivió, así que aprovecharía los últimos momentos a su lado, para pedirle perdón por todo.


 


 


 


-Maldita sea, puedes odiarme todo lo que quieras, mi vida...como siento todo esto, si tan solo no hubiese dejado que la ira me consumiese, perdón, ¡perdóname! -Lo tomo entre sus brazos, procurando no hacerle más daño con su toque. Daiki acaricio su espalda una última vez.


 


 


-Te amo mucho, tigre.


 


 


-Y yo a ti, mi pantera.


 


 


 


La pantera dio su ultimo aliento.


 


 


 


 


 


La masacre acabo ese día. Los lagos antes cristalinos se tornaron de un color azulado precioso, las flores tuvieron miles de tonos distintos de azul, y por la noche las estrellas brillaron más de lo normal. Taiga no pudo evitar que los dioses se compadecieron de su pena, dándole un pequeño homenaje al que había sido el ser que más quiso, quería y querría por el resto de su divina vida.


 


 


 


 


 


...


 


 


 


 


 


-Se dice que muchos de los dioses le dieron la oportunidad al dios de la guerra de reencontrarse con su pantera cada siglo, con la condición de que este jamás lograría corresponder su amor y que lo vería en los brazos de muchos hombres y mujeres, no tendría algún tipo de consideración hasta que hubiese expiado su deuda con las personas y su amado...


 


 


-¿Solo eso le hicieron? No puedo creerlo! Mira que lo mato y todavía lo perdona.


 


 


-El decidió morir ese día, fue un gran acto de compasión que le mostró al dios que no todo era conflicto y odio, él también podía sentir amor.


 


 


-¡Tonterías! Hubiera preferido que la esposa del dios se lo llevara y terminara por torturarlo el resto de la eternidad-El moreno hizo un puchero, mientras se recostaba en la cama. A Kagami le hirió su comentario.


 


 


-Auch, eso me dolió.


 


 


-¿Y por que habría de dolerte a ti Bakagami?-Pregunto con curiosidad, mientras lo miraba con sus bellos ojos azules.


 


 


-Por nada Aho, por nada-Intento darle la espalda al moreno, pero este ni así le dio tregua, ya que al poco rato lo estaba llamando.


 


 


-Oi, Kagami...-El pelirrojo apenas contesto con un hilito de voz.


 


 


-¿Si?


 


 


-Te perdono.


 


 


 


 


 


Había esperado siglos por esas palabras...¿podría ser acaso que el?


 


 


 


 


 


- ¿Que?


 


 


-Lo que dije antes...era mentira, no te odio, yo te perdono.


 


 


 


Los ojos rojos del chico se iluminaron, para luego darle una brillante sonrisa a su amigo...aunque no sabía si considerarlo de la misma forma con ese repentino acercamiento que hubo entre sus cuerpos una vez dicha esa frase.


 


 


 


-Daiki...


 


 


-Lamento haberte echo esperar tanto-Kagami no dudo en voltearse para envolverlo entre sus brazos, dándole amorosos besos por todo el rostro. Aomine se carcajeo, risueño.


 


 


-Al contrario, fue un placer pasar tanto tiempo a tu lado, mi pantera-Aomine sonrió y lo aparto un poco de el, para darle una advertencia.


 


 


-¡Júrame que ahora no le harás caso a ninguna perra que se te cruce en el camino!


 


 


-Te lo prometo, mi vida...


 


 


-Prometido.


 


 


 


 


 


 


 


 


Sellaron la frase con un beso en los labios, justo como el primero...ese que fue hace varios siglos. Pero ahora ya no sería una pasión destructiva la que los rodeara, si no un amor puro y tierno, por la eternidad. 


 
Notas finales:

Gracias por leer c: ojala hayan disfrutado de la lectura. 


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