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La Mordida por Leana

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Notas del capitulo:

Y las cosas se complican por momentos… 

IV

 

A pesar de aquella promesa, las cosas iban de mal en peor. Kasamatsu está pasando por la etapa “intermedia”, donde se encierra en el cuarto y duerme todo el día y toda la noche. Apenas come y parece que estuviera sumido en un letargo eterno.

Moriyama se muerde el labio mientras se sienta en el living y enciende la televisión. Esta vez es Hayakawa quién ha venido a ayudarlo, ya que Kobori ha ido a asistir a un demonio herido al otro lado de la cuidad mientras Nakamura arregla otros asuntos.

—¿Estás bien? —Pregunta Moriyama cuando el neófito se acerca al sillón.

—¡Sí! ¡Me alijmenté bastante antwes de venir! —Moriyama asiente ante esa respuesta, ya que al ser un vampiro convertido recientemente, aún no puede controlar su sed de sangre.

Moriyama sabe que Hayakawa quiere ayudar al humano porque es gracias a él que sigue vivo. Cuando Nakamura tuvo un momento de extrema sed y casi mata a Hayakawa, fue Kasamatsu quien lo hizo tomar la responsabilidad y convertir a Hayakawa para salvar su vida. Más bien es Nakamura quien también le debe mucho.

—¡Yo cwreo que Kasamatsu-henpai se grepondrá pronto! —Exclama el neófito haciendo que Moriyama dé un respingo.

—Eso quiero creer también, Hayakawa. Pero parece que las cosas se complican por momentos —dice sin poder evitar ser sincero.

No es que no crea en él, al contrario, pero la adicción por aquella mordida es complicada y quizás todo lo que está pasando lo es. Kasamatsu no debería estar enredado con vampiros, debería tener una vida normal, asistir a la universidad como siempre y ser el capitán de su equipo. Pero en cambio está ahí, tratando de sobrevivir en todo este mundo sobrenatural al que ha sido arrastrado.

Suelta un suspiro y al momento de volver a respirar, nota el aroma cítrico de medicina mezclado con el aroma de la piel de Kasamatsu. Se ha despertado y se acerca al living.

El humano aparece por la puerta, pero su semblante es peor que antes, entonces Moriyama lo siente, ese mal presentimiento, una sensación desagradable deslizándose por su columna vertebral, fría, horrible.

—Kasamatsu…

—Quiero irme de aquí, no volveré a repetirlo, Moriyama.

—Lo discutimos anoche.

—Sí —contesta el azabache de manera cortante, rascándose sobre la venda que cubre su herida—. Pero tú y yo sabemos la verdad, ahora soy yo el que decide por mi vida y no quiero estar aquí. Volveré a casa y que pase lo que tenga que pasar.

Ahí está, sus ojos oscurecidos, sin el brillo que lo caracteriza. No es Kasamatsu, es su ser siendo devorado por las ansias de aquella mordida. Ahora todo comienza de nuevo.

Cuando Moriyama se levanta del sillón para caminar hacia el azabache, el chico lo mira aún más nervioso, el vampiro lo siente, el golpe de ansiedad y lo próximo que ve es a Kasamatsu golpeando la puerta principal como si la vida se le fuese en ello.

—¡Ayuda! ¡¡Déjenme salir!! ¡¡Ayuda!!

—¡Kasamatsu! —Exclama Moriyama alcanzándolo, pero mientras lo jala hacia atrás, Kasamatsu alza las piernas para patear la puerta y grita con toda la fuerza de sus pulmones.

Moriyama intenta tener cuidado de no romperle las costillas, pero se le hace difícil y cuando el sonido de unas pisadas acercándose a la puerta llegan hasta sus oídos, todo se vuelve peor.

—¡Hayakawa! —Lo llama y el chico parpadea un par de veces antes de correr hacia él—. No lo sueltes.

Tocan a la puerta al tiempo que Moriyama se gira para caminar hacia la misma y al momento de abrir, una mujer de cabellos rubios y mirada aguda lo mira seriamente, es su vecina, la que seguro está llegando del trabajo.

—Moriyama-san, ¿qué es todo ese alboroto?

—Lo siento mucho, es que mi amigo está pasando por un mal momento y se ha descontrolado un poco—explica el vampiro con una sonrisa suave, con seguridad, sólo quiere calmarla de inmediato, no tiene tiempo para trabajar su mente con más cuidado.

—No hay problema, espero se recupere pronto —dice la mujer, pero antes de que Moriyama cierre del todo la puerta al despedirse, Kasamatsu se calma de golpe y cuando Hayakawa se inclina hacia él, el humano le entierra un lápiz en la mejilla.

¡Un lápiz!

—¡¡Kasamatsu!!

A pesar de grito por parte de Moriyama, Kasamatsu corre hacia las escaleras de emergencia. El repiqueteo del metal con sus pasos resuena en la cabeza del vampiro, pero no puede seguir percibiéndolo, porque es Hayakawa quien pierde el control esta vez.

Los neófitos, además de controlar su sed, deben controlar su temperamento. Hayakawa ha olido su propia sangre, mezclándose con el leve ardor del lápiz atravesando su mejilla izquierda, sus ojos refulgen de color rojo puro.

—¡Cálmate! —Le grita Moriyama, aferrándolo por los hombros y arrojándolo al piso para sentarse a horcajadas sobre él—. ¡Hayakawa, escúchame!

Pero el vampiro está enceguecido, retorciéndose bajo su cuerpo y lanzando mordidas con los colmillos afuera. Esto está mal, está muy mal. Moriyama sigue llamándolo, sacudiéndolo y tratando de inmovilizarlo, pero es difícil, el vampiro acaba de alimentarse y la fuerza que le proporciona el descontrol lo empora todo.

Aun así, solo piensa en Kasamatsu y que no puede ir tras él hasta calmar al neófito.

 

 

 

Kasamatsu camina a paso rápido, la noche es fría, pero no le importa porque su piel arde de ansias. Necesita encontrar un vampiro y sabe exactamente dónde lo hará.

Se detiene frente a las puertas del bar, donde “Inframundo” se lee en letras neón sobre la misma. Siente esa aura sobrenatural a su alrededor, es intimidante y su lado humano, ese instinto de supervivencia le dice que no entre, pero él ya ha aprendido a ignorarlo. Ha estado allí antes, puede hacerlo.

Atraviesa las puertas y mira hacia los lados. No puede evitar tener el ceño fruncido mientras se sienta frente a la barra. Ve a un chico de anteojos acercársele, ojos verdes y piel clara, lo reconoce, su nombre es Hyūga, el bartender de turno. 

—¿Qué te sirvo? —Pregunta con una media sonrisa, aunque un toque de seriedad, atendiéndolo con amabilidad medida.

Entonces Kasamatsu se da cuenta de que no ha salido con su billetera, que apenas es consciente de lo que está haciendo, ni siquiera está seguro de si ese chico es un vampiro o alguna otra criatura. En ese bar habitan de todas las especies.

¡¿Qué mierda es lo que está haciendo?!

Pero antes de poder soltar las palabras para despedirse e irse de allí, alguien se acomoda a su lado y lo interrumpe — Un tequila margarita para mí y para él…

Kasamatsu lo mira, cabello gris y ojos rasgados, aretes en las orejas y un aura realmente oscura.

—No quiero nada, voy de salida —dice Kasamatsu girando el rostro para ignorarlo, pero antes de poder levantarse, aquel chico lo empuja del hombro para hacer que vuelva a su asiento, tiene mucha fuerza.

—Vamos, recién has llegado —dice con una voz demasiado amable, eso hace notar la advertencia de la misma—. Una cerveza fría para él.

Hyūga asiente levemente, fijándose en el humano de enormes ojos azules. Ya lo ha visto ahí antes, acompañado de otros vampiros y está seguro de que el azabache sabe de ese mundo sobrenatural, entonces, ¿qué está haciendo allí solo? además no lleva ni siquiera una chaqueta encima. El vampiro se limita a girarse y preparar los tragos para no levantar sospechas de su siguiente paso.

Kasamatsu mira fijamente la lustrosa madera que está en la barra. Siente el aura oscura a su lado, ese ser debe ser poderoso, no se parece en nada a los vampiros que él conoce. 

—Tú eres el humano que protege Kise, ¿no es así? —dice de pronto el de cabellos grises y Kasamatsu se estremece, pero se resiste a mirarlo—. Soy Haizaki, un viejo amigo de él.

—Yo no tengo nada que ver con ese tal Kise, no sé de qué hablas.

—No me mientas —suelta Haizaki con una sonrisa divertida—. Te he visto con él muchas veces, y ahora puedo olerlo en ti, se ha alimentado de tu sangre, ¿no? Debe ser deliciosa…

Entonces se da cuenta de que todo es su culpa. No debió ir a meterse a la boca del lobo por su cuenta, no estaba pensando, se ha dejado consumir por el Síndrome de Abstinencia, otra vez. Por fin Kasamatsu se da cuenta de la magnitud de su error, de que se ha rendido demasiado fácil, porque ante el miedo de lo que se viene, de esas palabras, siente que las ansias de la mordida son nada comparado con las de salir de allí.

Siente que va a ser cazado, que es la siguiente víctima de este tal Haizaki. Su sangre se enfría y el latir de su corazón lo aturde. Su cuerpo se siente duro y pesado, Kasamatsu experimenta el miedo pero intenta mantenerse sereno, no puede demostrarlo.

—Eso no quiere decir que tú puedas beberla, imbécil.

—Wow, wow, tienes carácter para ser un simple humano —dice Haizaki con voz cantarina, parece divertido y eso no le gusta a Kasamatsu en nada, porque aquello mengua su amenaza—. Pero no es tu sangre lo que me interesa, ¿sabes? Yo soy un demonio, me alimento de almas.

Kasamatsu gira el rostro ante aquellas palabras. No puede ser, ¿cómo es que su suerte puede ir tan mal? Debe irse, debe salir de allí. Debe sobrevivir.

—No me interesa lo que seas, aléjate de mí —advierte Kasamatsu levantándose con brusquedad y girándose sin hacer contacto visual con aquel demonio.

Si domina la situación puede tener una oportunidad, no debe levantar sospechas, debe fingir que todo está bajo control. Llega hasta la puerta del bar sin problema alguno, nadie lo sigue, pero no se gira para corroborarlo.

El aire de la noche lo golpea frío contra el rostro, no puede evitar temblar y no sabe si es por la cantidad de emociones o por el choque de adrenalina, quizás es la mismísima temperatura y por fin nota que solo lleva su camiseta de manga larga. Vuelve a inspirar con fuerza y comienza a caminar de regreso al departamento de Moriyama, pero antes siquiera de llegar a la esquina del bar, alguien lo aferra por la cintura y lo jala hasta el callejón a su costado.

Es todo tan rápido que Kasamatsu apenas alcanza a alzar la mirada cuando Haizaki está de pie frente a él, acorralándolo contra el frío muro de ladrillo. Sus ojos grises se ven negros ante la ausencia de luz y el humano jadea al darse cuenta de toda la situación.

—¡Te dije que no te me acercaras! —Exclama empujándolo desde el pecho, pero aquel ser es firme y no se mueve ni un milímetro.

Haizaki alza la mano y le da una bofetada. Kasamatsu siente el choque de su mejilla contra sus dientes y la boca se le llena de sangre. Suelta un improperio, pero el demonio no le da tiempo y lo toma del mentón para que lo mire a los ojos.

—Tienes una personalidad muy interesante, ¿me desafías a pesar de saber lo que soy? Ya sé por qué eres tan importante para Kise…

—No es así, yo era simplemente su alimento seguro —suelta Kasamatsu intentando mentir. El demonio no para de hablar de Kise y eso no le da buena espina.

Haizaki se inclina y Kasamatsu intenta alejarse ante la proximidad, pero el demonio lo tiene bien sujeto del mentón.

—¿Qué tal si nos divertimos antes de devorarte, Senpai?

Kasamatsu siente la lengua de Haizaki subirle por la comisura del labio, lamiendo la sangre que se escurre por su piel.

Siente repulsión ante ese acto, pero más que nada, siente terror de lo que se viene.

 

 

 

Nakamura abre la puerta del departamento y ve a Hayakawa forcejeando con Moriyama. Ambos están heridos, seguramente estuvieron luchando desde hace un buen rato.

—¡Hayakawa! —Grita mientras se quita el abrigo y cruza la habitación de dos zancadas para agarrarlo por el brazo—. ¡Ya basta!

El vampiro le gruñe como un animal, pero parece reconocerlo porque su mirada se suaviza y su semblante cambia levemente.

Entonces Nakamura lo abraza con fuerza, apoyando una mano en su cabello y sintiendo las uñas del menor enterrase en la piel de su espalda con fuerza, rasgando la tela y su piel.

—Cálmate, vamos. Estoy aquí —le habla con suavidad.

Moriyama jadea y se limpia la sangre del pómulo. Ve al neófito comenzar a respirar de manera más calmada, soltando el agarre del vampiro de cabellos blancos. Para cuando Hayakawa se gira, sus ojos vuelven a tener el color café de antes.

Se está mordiendo el labio y la herida de su mejilla ha dejado de sangrar.

—¡Lo lagmento! —Exclama haciendo una reverencia con brusquedad y los ojos brillosos—. ¡Es mi culpa! ¡De verdad lo jiento tanto…!

—No es tu culpa, Hayakawa, traeré a Kasamatsu de vuelta y todo estará bien.

Hayakawa asiente pero no se atreve a alzar la mirada del suelo. Moriyama alza la vista y ve a Nakamura asentir suave, él se quedará con el neófito.

Entonces el celular de Moriyama suena, justo cuando esta parado al borde de la ventana y se deja caer hacia la calle con tal rapidez que ningún humano es consciente de lo que ha pasado.

—¿Teppei? —Repite cuando el Semidiós se presenta al otro lado de la línea—. ¡Sí! Muchas gracias por avisarme, voy para allá.

Cuando Moriyama cuelga, emprende la carrera hacia el bar ya que Teppei le ha dicho que Hyuga vio al humano hacía unos minutos en la barra y estaba solo, así que no estaban seguros de si todo estaba bien.

Corre por las calles de la cuidad, perdiéndose en la noche, más rápido que la brisa fría. Moriyama se mueve entre las sombras con un destino fijo. Necesita llegar cuanto antes, un humano en ese lugar sin protección alguna, es como un tozo de carne para perros hambrientos.

Por favor…

Cuando gira la esquina lo huele, la sangre de Kasamatsu. Un olor leve, pero que el viento trae de lleno contra su rostro. En cosa de segundos se gira y entre la penumbra discierne el cabello plateado de aquel ser que lo mira esbozando una sonrisa.

—¡Kasamatsu! —Grita Moriyama, pero sus piernas no se mueven al instante. Tiene miedo, porque el humano no se ha movido a pesar del llamado.

—Al fin sé tu nombre —dice Haizaki volviendo la vista hacia el azabache que no puede dejar de mirar sus ojos. Haizaki toma su mano al tiempo que se acerca hacia su rostro—. Vendré por ti, tú serás mi venganza contra Kise, Kasamatsu.

Suelta su mano y desaparece al tiempo que Moriyama comienza a correr hacia él. Pero no persigue al demonio porque Kasamatsu se desliza por el muro con los ojos cerrados y un quejido lastimero. Moriyama lo sostiene de los brazos y sus ojos se encuentran.

—Moriyama…

Kasamatsu alza la palma que antes había aferrado el demonio y Moriyama puede ver el sello intrincado de color rojo: la marca. Haizaki lo ha marcado como su siguiente víctima.

Notas finales:

Sus reviews siempre son amados. Besos de Gato~


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