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La Mordida por Leana

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Notas del capitulo:

No saben lo feliz que me hace que le den una oportunidad a este fic y que sigan leyendo a pesar del tiempo que ha pasado desde que publiqué la otra historia.

¡Gracias! 

II

 

La noche se ha cernido sobre la cuidad hace varias horas. A dos días de la primera crisis de Kasamatsu, Kobori y Moriyama se han puesto en marcha con su plan, dejando al humano al cuidado de los vampiros Hayakawa y Nakamura, dos amigos íntimos que también le han tomado cariño a Kasamatsu y que no tuvieron problema con ayudar en este asunto.

Ciertamente no es extraño, ese humano posee un carácter que llama mucho la atención y para el círculo sobrenatural en el que ha terminado por moverse, aceptarlo y quererlo no se hace difícil.

El callejón es iluminado por las luces led de colores que surcan los letreros en los locales, puertas oxidadas y charcos de agua podrida se extienden a sus pies. Es el ambiente de esa callejuela donde el comercio y vida sobrenatural está establecido hace años.

Ambos vampiros tocan la última puerta de rojo gastado. Unos ojos enormes de pupilas pequeñas se posan en ellos cuando la puerta se abre y un chico con una característica boca de comisuras curvas, como la de un felino, sonríe al reconocerlos.

—Hace mucho que no has venido, Kobori-san —lo saluda haciéndose a un lado para dejarlos pasar—. Buscan a Mitobe, ¿no es así?

—Así es —contesta Moriyama suavemente, ante la suspicaz sonrisa del más bajo.

Todos los vampiros tienen un poder en especial, los Nacidos poseen dones mucho más poderosos y singulares, mientras que los Convertidos desarrollan en algún nivel la habilidad características que poseían cuando eran humanos.

Koganei es un Convertido y es su instinto primitivo, el lado animal de cada ser, lo que se le ha desarrollado en gran magnitud. Sólo necesita mirar a los ojos y percibir el aroma de las personas frente a él para saber sus intenciones, deseos y demás. Cosa que sirve de mucho, sabe cuándo atacar, cuando huir o cuando confiar; y ese don lo ha usado para proteger a Mitobe más que de sí mismo.

A pesar de como se ve por fuera, el departamento por dentro es bastante acogedor e iluminado, el aroma de incienso se impregna en sus sentidos y las velas iluminan gran parte de la estancia. Koganei quita las cuerdas con cuencas que cuelgan del marco de la puerta, reemplazándola, y el más alto sonríe de medio lado cuando se gira al verlos entrar.

—Mitobe, tenemos visita —avisa el chico dejando pasar a ambos vampiros. El azabache asiente y ellos se quitan las chaquetas que Koganei cuelga mientras ellos toman asiento frente al azabache—. Mitobe pregunta en que puede ayudarlos, chicos.

—¿Recuerdas a nuestro amigo humano? —Pregunta Kobori y Mitobe asiente, lo conoció cuando él y Koganei se toparon con el grupo de vampiros en el bar Inframundo. Imposible olvidarlo, llama mucho la atención un humano mezclado con Vampiros—. Está pasando por el Síndrome de Abstinencia por la mordida, así que ayer lo mordí para confirmar su diagnóstico y averiguar cómo podía ayudarlo, pero fue como si él… estuviera absorbiendo mis energías, mi don.

Las tupidas cejas del más alto se unen con profundidad, y no es para menos, el asunto es bastante intrigante si es de un humano del que están hablando.

Mitobe mira a Koganei, que asiente un par de veces como si le estuviera hablando pero sus labios jamás se mueven, Mitobe es mudo.

Mitobe es un demonio con un poder impresionante: puede ver el futuro con solo tocar a la persona o una prenda que le pertenezca, pero ese poder requiere un equilibro y por ello se le negó la posibilidad de hablar. Aislado e incomprendido cuando fue invocado, Mitobe se había escondido del mundo en los suburbios de aquella ciudad.

Una noche particularmente fría en la que salió a cazar, encontró a Koganei, un humano al que acababan de morder a la salida de la calle. Ante aquellos ojos llenos de súplica y un último respiro que fue una petición de ayuda, el demonio no se pudo resistir y lo salvó. Crearon un lazo telepático del cual nadie sabe cómo surgió, pero se han mantenido juntos desde entonces, ambos se protegen de una manera incondicional.

—Mitobe pide que le entreguen el objeto —señala Koganei sentado al lado del azabache, esta vez mirando a los vampiros.

—Toma —Moriyama extiende la playera que Kasamatsu usó esa tarde antes de irse a dormir, porque mientras más reciente es la prenda, más fáciles son las visiones.

Mitobe alza la mano y toma la prenda con cuidado, apretujando y girándola, moviéndola entre sus manos, amasándola.

El aire se electrifica de golpe, pueden sentir el poder de aquel demonio comenzar a manifestarse, es abrumador e impresionante. Vibrando bajo sus pies, alrededor de sus cuerpos, como neblina espesa pasando a través de su ropa. Ambos vampiros están expectantes cuando Mitobe gira el rostro hacia Koganei, que suelta un jadeo pero no quita sus ojos de los del demonio.

Para cuando ambos interlocutores miran al frente, Moriyama siente su estómago dar un vuelco por sus miradas oscurecidas, algo grave está pasando, lo presiente.

—Kasamatsu ha dado su sangre a Kise por demasiado tiempo —comienza a hablar Koganei, que traga con lentitud y el semblante felino de su rostro se afila—, por ello, residuos de su poder han sido traspasados a su cuerpo humano…

Koganei guarda silencio y vuelve a mirar a Mitobe, que asiente para alentarlo a seguir hablando—: Si Kasamatsu se convierte en Vampiro, podrá adquirir los poderes de otros con solo beber de su sangre.

—Oh, mierda —suelta Moriyama al sentir el peso de aquellas palabras.

Los vampiros nacen con un poder único, es heredable, pero no se puede robar. Si bien Kise posee un don único y puede copiar habilidades, son solo tres las que puede almacenar y se van reemplazando, en cambio Kasamatsu, podría tomar la habilidad que quisiera y volverse invencible.

—Sería el primer Vampiro con ese don —dice Kobori recibiendo un asentimiento por parte de Mitobe.

—No pueden dejar que vuelva a ser mordido, mucho menos transformado. Sería el blanco de todos, porque así como su don puede robar, también puede ser robado —advierte Koganei con aire pesado, sintiendo cierta pena por el embrollo al que ha sido arrastrado aquel humano.

—¿Esto no saldrá de aquí, cierto? —Pregunta Moriyama, si bien sabe que puede confiar en ellos, necesita cerciorarse, quedarse tranquilo de que Kasamatsu no puede correr más peligros.

—Jamás, tu secreto está a salvo con nosotros —dice Koganei y su mano es cubierta por la de Mitobe, descansando ambas sobre la mesa mientras este asiente—. Necesitan ser precavidos, él es fuerte y si lo ayudan correctamente, podrá superar el Síndrome.

—Gracias, tendremos mucho cuidado con él —indica Kobori llevándose la mano al bolsillo para sacar una bolsa de cuero que le extiende a Koganei. Es el pago por sus servicios: son runas que le servirán para entrenar más su don.

—Mitobe dice que cualquier cosa que necesiten, no duden en venir, ya no será por trabajo —Koganei sonríe con sus labios felinos.

Ambos vampiros asienten con verdadera gratitud. Moriyama se levanta de la mesa y recibe la playera de Kasamatsu para llevársela.

Si alguien se llegase a enterar del poder que posee Kasamatsu, sería un blanco fácil. Lo convierten en Vampiro y luego beben de su sangre hasta matarlo, así robarán su poder y podrán usarlo para adquirir muchos más.

Kobori y Moriyama se miran significativamente, no hay necesidad de palabras para asegurar lo que harán, ambos protegerán a Kasamatsu pase lo que pase. Sobre todo Moriyama, que apenas puede creer el giro de acontecimientos que está ocurriendo.

No solo le han roto el corazón al humano, sino que está padeciendo el Síndrome de Abstinencia por la mordida y ahora es un blanco en potencia. Aquella información no puede ser contada a otros, a nadie, mientras menos gente lo sepa, podrán protegerlo mejor.

Moriyama se mordisquea los labios sintiendo su propio dolor ante la acción. El impulso de querer ser quien cuide a Kasamatsu, de volverse tan importante en su vida como lo es él en la propia, se hace tan fuerte que llamea en el centro de su cuerpo, ardiendo. Hará lo que sea para protegerlo.

 

 

 

Moriyama escucha los ruidos sordos, incluso antes de que el ascensor termine de abrir las puertas. Golpes que se amortiguan entre cuatro paredes al final del pasillo y corre hacia la puerta del departamento como una ráfaga y la abre de una sola vez, viendo a Nakamura sosteniendo a Kasamatsu con los brazos bajo los suyos, parado a su espalda.

El olor de la sangre le golpea la nariz y las manchas rojas en el piso y la playera del humano lo hace jadear.

—¡Kasamatsu! —Exclama Kobori pasando por detrás de Moriyama y cruza la habitación de una zancada.

—¡No te me acerques! —Grita el humano impulsando las piernas y dándole de forma certera en el pecho, aunque el vampiro se echa hacia atrás por la sorpresa, no por el golpe.

Kobori se aleja y le indica a Moriyama que debe ayudarlo para sostener su brazo, le inyectará un tranquilizante. El azabache asiente mientras se mueve con una rapidez que Kasamatsu no capta, hasta que sostiene su brazo firmemente. Deben medirse o podrían dañarlo, pero se hace difícil ante las violentas agitaciones del humano, luchando por zafarse.

—¡¡No!! ¡Basta! —Los gritos de Kasamatsu tensan el aire mientras se retuerce, pero la aguja entra limpiamente en su piel en cosa de segundos y el líquido comienza a recorrer su cuerpo.

Sigue retorciéndose unos minutos más, pero a medida que pierde la fuerza y sus ojos se cierran, es llevado hacia el cuarto de Moriyama. Lo dejan sobre la cama, su cuerpo empapado de sudor frío y su ceño fruncido con fuerza, Moriyama se muerde los labios cuando Nakamura se endereza y Kobori se sienta al lado para revisar las heridas que tiene.

Kasamatsu tiene un corte en su antebrazo izquierdo, es largo y profundo, pero limpio. Kobori sabe que necesitará puntos y Moriyama le entrega el botiquín con rapidez, el cual el mismo Kobori le dejó antes de irse el día anterior.

El humano pronto pierde el conocimiento y respira con suavidad, es el único sonido que llena el aire de ese cuarto.

Kasamatsu tiene un aspecto realmente terrible, las profundas ojeras de sus ojos y el tono de su piel es mucho más pálido, hasta su cabello parece menos brillante. Ha perdido peso y sus labios están agrietados. Se nota su debilidad, lo enfermo que está y lo rápido que esa condición lo va deteriorando.

Cuando Kobori termina de curarlo, lo cubre con las mantas y los tres vampiros salen del cuarto hacia el recibidor. Moriyama ve las manchas de sangre secándose contra la lustrosa madera y frunce el ceño comenzando a morderse el labio otra vez, teme siquiera limpiarla.

—¿Dónde está Hayakawa? —Pregunta el azabache al darse cuenta de su ausencia, Nakamura y Hayakawa era los que originalmente estaban cuidando a Kasamatsu.

—Todo estaba tranquilo y de la nada, Kasamatsu comenzó a pedir la mordida. Fue tan… aterrador verlo así —dice Nakamura acomodándose los lentes de marco negro. Sus cejas juntas en una expresión seria, preocupada—. Antes de acercarnos para calmarlo, Kasamatsu sacó una cuchilla del pantalón y se hizo aquel corte, Hayakawa es un Neófito, tuvo que salir por la ventana cuando le llegó el aroma de la sangre.

Moriyama chasquea la lengua mientras se cruza de brazos. Siempre vio aquel padecimiento tan distante, tan lejano de sí… nunca había conocido a un humano con el Síndrome de Abstinencia porque es raro, nunca antes un vampiro se ha alimentado de un ser humano por un tiempo prolongado, pero de los casos que se ha sabido, todos han tenido finales trágicos.

Vampiros que los dejan vivir con la mera intención de que sufran este mal, para divertirse con ellos. Crueldad y dolor, eso es lo que hay detrás del Síndrome de Abstinencia por la mordida de un Vampiro.

No se puede imaginar aquello, Kise se ha alimentado del humano por cinco años. Cinco. Lo empeora el hecho de que no sólo es aquel síndrome, sino el poder que Kise le ha transmitido sin siquiera saberlo. Tienen que tener el doble de cuidado con este asunto.

De pronto lo que Moriyama siente es miedo, uno totalmente nuevo, y es el de perderlo. No puede. No. Sus ojos fijos en la sangre del piso y el torbellino de sus pensamientos lo hunde en una vorágine de malas sensaciones: pérdida, incertidumbre y el miedo persiste.

—Lo jiento —dice Hayakawa nada más aparece por el marco de la ventana. En su mirada se puede ver lo apenado que está.

—Tranquilo, Kasamatsu está bien —contesta Nakamura con la voz extrañamente suave, pero Moriyama no le presta más atención a ese detalle, sus ojos vuelan hacia la puerta de su dormitorio—. No he cazado hace días y bueno, el aroma me tiene algo inquieto, nosotros nos vamos.

Moriyama asiente ante aquello, devolviendo sus ojos al vampiro y agradece que Nakamura tenga tan buen autocontrol, porque cuando se tiene hambre, el aroma de la sangre activa los instintos a un nivel incontrolable, ya seas un Vampiro experto o un Neófito.

—Debe tomarse los calmantes que dejé, debes asegurarte de que lo haga y que esté tranquilo y cómodo, esta etapa pasará si lo contenemos, pero no podemos dejar que vuelva a hacerse daño—le explica Kobori acomodándose el abrigo nuevamente, listo para salir con los demás—. Vendré mañana en cuanto el sol se ponga.

—Gracias por todo, chicos.

—No hay nada que agradejer, Senpai es nuejto amigo —contesta Hayakawa, demasiado rápido y poco se le entiende, a lo que los cuatro ríen. Pero tiene razón, ninguno se rendirá.

Moriyama camina hacia la puerta para despedirlos, pero Kobori se detiene repentinamente y se gira para verlo.

—Moriyama —habla, y el vampiro siente sus entrañas retorcerse ante el extraño tono, oscuro, cauteloso—. Debes ser fuerte, no puedes ceder. Si Kasamatsu no supera esto, morirá, no hay otra opción.

—Lo sé.

No es capaz de contestar otra cosa porque es plenamente consciente del resultado de aquello. Va mucho más allá de lo que cualquiera pudo prever, es una condición de adicción, es grave y es importante poder curar a Kasamatsu antes de que sea demasiado tarde. La próxima vez que el humano se agreda, puede ser mortal.

Camina hacia su cuarto a paso lento luego de cerrar la puerta, respirando una y otra vez, una conducta que tiene por mera costumbre, puede estar días sin hacerlo, pero cuando lo hace se relaja, reflejo de cuando era humano.

Abre la puerta y lo ve acostado sobre su cama, dándole la espalda y los brazos estirados sobre las sábanas, puede ver el vendaje y las gotas de sangre que manchan la blanca tela. El aroma del alcohol y medicamento impregna el lugar, se le pega en la nariz y odia eso, no es el propio aroma del humano: el que era fresco, como un día de lluvia y el calor que emitía era agradable, era vida.

Se recuesta a su lado y besa su hombro con suavidad, por sobre la tela. Moriyama inspira, pero no hay más que el aroma a sangre. No le gusta. Le besa las hebras negras del cabello, observando sus pestañas largas y tupidas, buscando algún resquicio de lo que el humano era hace tan solo una semana.

—Debes superar esto, Kasamatsu. No puedes flaquear ahora, no cuando al fin puedo decirte mis sentimientos.

Porque Kise ya no es parte de su vida como lo era antes, porque al fin puede hacerse un espacio en su corazón, puede demostrarle que lo ama y que puede contenerlo, cuidarlo, estar ahí siempre. Pero no quiere hacerlo con Kasamatsu en ese estado.

Entierra la nariz en su cabello negro unos instantes más, quiere a Kasamatsu de vuelta.

 

 

Notas finales:

Sus reviews siempre son amados. Besos de Gato~


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