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Maite por lovely girl

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Notas del capitulo: Mi primer fic dejen comentarios y/o críticas... en fin grax por tomarse la molestia de leerlo
Estos sentimientos que ahora me agobian no logro entenderlos, la conozco desde que tengo memoria, vivimos en la misma casa, hemos compartido casi todo, nos entendemos de maravilla, aún cuando ella sea mayor que yo dos años. Ella ahora va en la Universidad y yo estoy acabando la preparatoria. La vida que llevamos se puede decir que es muy normal, mi madre murió cuando yo era muy pequeña y su madre se divorció de su esposo, después de eso mi padre y su madre se casaron, lo que hace de nosotras hermanastras, pero siempre la vi como mi hermana, hasta ahora. Como hermana siempre ha sido tierna conmigo, pone mucha atención a lo que le platico, ella me da consejos y es rara la vez que nos llegamos a enfadar, pero ella es siempre la que se disculpa, aún cuando ella no hubiera hecho nada, pero ahora al verla hay una sensación en mi vientre, algo cálido que es difícil describir, una sensación agradable, pero abrumadora.
Hace dos noches me sorprendí en un acto que me avergüenza ahora, no por el hecho de darme placer a mi misma, pues lo hago frecuentemente, sino porque con mis dedos me estimulaba y con mi mente analizaba el cuerpo de la hermosa Alexia, su cabello negro, sus ojos del mismo tono, chispeantes al emocionarse, un cuerpo hermoso, perfecto, pareciera haber sido esculpido por un dotado artista, su piel era de un ligero moreno, era simplemente hermosa, para mis ojos un deleite, para mi cuerpo un afrodisíaco y para mi alma un constante dolor, pues su cuarto era contiguo al mío y no poder acercarme, no como hermana, sino como amante, era doloroso.
Nuestra vidas continuaban, los días pasaron de prisa y mi fijación por ella estaba intacta. Los días despejaban mi mente y las noches… las noches eran agradables para mi sexo.
Hoy desperté muy temprano, un dolor taladraba mi cerebro y al abrir mis ojos mi sorpresa descansaba junto de mi, las dos, ella y yo, en su cama, ella y yo, ella abrazándome de manera tierna, las dos… desnudas, en su cama, ella y yo. ¡Dios! Quería salir corriendo de ahí, así que mucho cuidado me desprendí de tan dulce abrazo y rápidamente me dirigí a mi cuarto donde me encerré y me vestí, pero ¿qué diablos había pasado? me preguntaba constantemente…
Todo comenzó ayer, cuando nuestros padres salieron de viaje, para celebrar su aniversario y yo aprovechando la ausencia de la autoridad me salí de juerga, pues no quería sentirme ahogada en casa, aburrirme o en su defecto, como amante fracasada, masturbarme pensando en ella. En fin, la fiesta fue… ¿cómo describirla?… ¡SALVAJE! Ha sido de las mejores, música estridente, baile, cigarros, el alcohol corría como agua y mucho sexo, definitivamente, eso era todo lo que necesitaba para despejarme un poco de su recuerdo, aunque regresando a casa, sería inevitable volver a sentirme mal, pero aquel no era el momento de sentirme así, era solo libertina diversión.
¡Wow! No sé cuanto fume, mucho creo, de mis cajetillas escondidas solo me queda medio paquete, ¿alcohol? Ni idea, solo sé que la resaca es horrible y las náuseas ni se diga y sexo… ni yo misma me acuerdo, los condones que llevo siempre en mi bolso… pues no queda ninguno… Recuerdo que Antonio me llevó a casa, todo me daba vueltas, recuerdo que decía… no esperen no lo recuerdo, lo que sí recuerdo eran esas espantosas náuseas, la llave no entraba en la cerradura, lo que en ese momento me parecía muy gracioso y ahora me parece algo estúpido, de pronto la puerta se abrió y la vi, vi sus ojitos preocupados, por un momento me sentí sobria, pero luego, al querer entrar me caí, ¡que vergüenza! Me caí y yo me reí como una total imbecil. Alexia me levantó, no se que tanto me decía y me sentó en el sofá, me vio a los ojos, que yo apenas podía mantener abiertos, y me preguntó con una voz dulce, tierna y comprensiva:

 

-         ¿Por qué llegas así?
-         Shhh… no hagas ruido…es de noche…
-         Por Dios ¿por qué lo hiciste? Hueles a cigarro y alcohol… ¿qué tanto hiciste?
-         Mmm… bailar… fue salvaje… ¿sabías que puedes bailar acostada en una cama?
-         Ven acá.
Recuerdo que me tomó de la mano y me llevó al baño, donde me desvistió de pies a cabeza, pero estaba tan ebria, no sentí nada, abrió la llave de la regadera y sin más me metió… ¡Ahhh, el agua estaba helada! Pero no dije nada, ahí me mantuvo varios minutos, que por cierto, no sirvieron de nada, pues no se me bajó la embriaguez, luego me sacó y me secó… Todo el tiempo mantuve los ojos cerrados, tenía sueño, las náuseas me invadían desde el estómago hasta la garganta y cuando abría los ojos parecía como si estuviera en un carrusel fuera de control, pero fue ahí donde la sorprendí, mirando mis senos y disimulando que los secaba, cuando en realidad los acariciaba, lamentablemente yo apenas y podía darme cuenta o podía sentir algo, ella se vio sorprendida por mis perdidos ojos, se ruborizó y siguió su labor, cuando terminó me tapó con la toalla, me miró muy raro, nunca antes había divisado aquella mirada. Yo la vi, su mirada me confundía aún más de lo que ya estaba, me abrazó, algo me dijo, pero no le presté atención, quería acostarme y dormir y no me daba cuenta de muchas cosas, la toalla que tenía cubriéndome, se calló, Alexia se dio cuenta o ella lo había provocado, no me acuerdo, pero no se molestó en levantarla, en lugar de eso, me tomó de la mano y me encaminó por el oscuro pasillo, mi torpeza era grande, hacía frío y yo desnuda y húmeda, que cruel fue, por fin me sentó en la cama, se puso en cunclillas y me miró de nuevo, me empujó despacio para que me recostara, el mareo y las nauseas se calmaron, yo miraba al techo y cerré los ojos, en verdad estaba cansada, de pronto sentí un peso sobre mi y me vi obligada a volver a abrirlos, ahí estaba, encima de mi estaba Alexia, tomó mis manos y me dijo:

 

-         ¿Quieres seguir bailando?
-         Estoy… cansada…
-         Anda, vamos a divertirnos un rato.
-         Bueno… un rato…
Era la primera vez que la veía sonreír de esa manera, una sonrisa pervertida, se levantó despojándose de su camisón, quedando, nada más con unas braguitas rosas, tomó mis manos y las colocó e sus caderas, luego me obligó a meter mis dedos en el resorte, hubiera sido algo hermoso si yo me hubiera encontrado en mis cinco sentidos, pero bueno; luego de estar un momento quietas me obligó a levantarme, las náuseas y el mareo regresaron, quedé justo frente a sus senos y yo ni en cuenta, no se cuando ni como, pero se acomodó de tal forma que sus piernas estaba alrededor de cintura y ella se abrazaba de mi cuello, juntó su frente con la mía y… ¿qué más pasó? No logro recordarlo.
Esa mañana, literalmente, huí de casa antes de que Alexia se despertara, me refugié en casa de mi mejor amiga Karen, pasé ahí una semana, apagué mi celular y solo asistía a las clases más importantes, para que mi hermanastra no lograra localizarme o en su defecto para que no me encontrara, estaba aterrada, aterrada de encontrarme frente a frente con ella…
El penúltimo día que estuve con Karen, me encontraba en el baño, mientras me lavaba la cara recordaba lo que había pasado algunos minutos atrás, pues Alexia había ido a buscarme, había encontrado la dirección de Karen y fue a buscarme, entré en pánico y le suplique a mi amiga que no delatara mi presencia, así que al poco rato mi hermanastra se marchó; como rayo subí al baño, me miré en el espejo, mis ojos verdes estaban confundidos, mi cabello algo despeinado por la carrera y mi piel roja por el bochorno, respiraba agitada, estaba nerviosa… ¿qué había pasado con ella?... ya había recuperado los recuerdos de la fiesta, ahora solo me faltaba lo demás…
Esa noche fue horrible, no podía dormir y cuando lo hice soñé con Alexia, pero no estaba segura, no podía clasificarlo como sueño o como recuerdo… Tenía su frente en la mía, podía respirar su aliento, ella me acariciaba en donde su imaginación le daba a entender, mientras yo estaba estática, de pronto algo recorrió mi cuerpo, algo como lo que estoy acostumbrada a sentir cuando la veo, ahora no fue solo en mi vientre, sino en todo el cuerpo, hice un movimiento brusco y quedé encima de ella, la miré, esa mirada me indicaba que hacer, sin pensarlo más le saqué, torpemente, las bragas, acaricie sus rodillas y sus muslos, coloqué mis manos en su cadera y la acerqué a mi, la besé, la acaricié, recorriendo cada rincón de su frágil cuerpo llegando a sus senos, en donde presté mucha atención. Debo admitir que Alexia era muy diestra en eso de los besos, aunque nunca le conocí a un novio o algo parecido con quien pudiera practicar. Sus besos eran sensuales, apasionados, pero al mismo tiempo, tiernos; en este punto mis manos no se había movido de aquel par de perfectos senos y no pude evitar darme cuenta de que sus manitas jugueteaban con mis glúteos, quería probarla y dejando besos, desde su boca, pasando por su barbilla, su cuello, sus lindos senos, donde presté una especial atención, su abdomen, su ombligo, por fin llegué a su sexo, lo acaricié con mis labios, lo besé, lo volví a acariciar, ahora con mi lengua, incitando la excitación de mi amante, Alexia por su parte, había colocado sus piernas en mis hombros, facilitándome el trabajo que estaba a punto de iniciar, así que sin pensarlo, como hacerlo en el estado en el que me encontraba, introduje mi lengua, penetrándola lentamente, mi corazón latía desbocado, el escuchar sus suspiros transformarse en gemidos me excitaba aún más, después de unos minutos encontré aquel botón de placer, lo besé y ella, reaccionando al instante, levantó agresivamente sus caderas, indicándome que no me detuviera, volví a besar aquel punto, seguidamente, ya hinchado, lo atrapé con mis labios y con mi lengua jugué con él, ella levantaba más sus caderas y sus piernas me obligaban a seguir, ella se comenzaba a retorcer y a gritar y cuando estuvo a punto de llegar el orgasmo me detuvo, me condujo hacia su boca y me besó tiernamente, algo me dijo pero me atención estaba dormida, junto con mi razón, se colocó encima mío y me besaba frenéticamente, no se que tanto me hizo, el sueño me vencía, hasta que sentí su mano ahí abajo, su dedo índice me penetró, lo sacó y enseguida me volvió a penetrar, ahora con dos, aún en me estado sentí… rico, me abrasé a su cuello y ella encontró mi clítoris, lo acarició, no se cuanto tiempo tardó aquel acto, mis músculos comenzaron a contraerse, un calor me invadía el cuerpo, Alexia me besaba el cuello y cuando estuve a punto de venirme, ella se detuvo, esperó a que mi respiración se regulara, me besó tiernamente y se recostó junto a mi, me sentía… frustrada, pero entonces la vi, otra vez, con esa sonrisa malévola, era claro lo que quería, incluso para mi borracha yo, me volví a colocar encima de ella acomodando mi pierna en su entrepierna y ella hizo lo mismo conmigo, comenzamos a movernos, masturbándonos mutuamente, nuestros movimientos eran cada vez más rápidos, ella repetía mi nombre entrecortadamente, hasta que por fin las dos estallamos en éxtasis, después de eso me miró, me habló y no sé cuantas veces repetimos el acto sexual, hasta que caímos en un profundo sueño… Esa mañana me desperté porque la luz del sol me obligó, pero yo hubiera querido seguir soñando con aquel lindo momento, aún si hubiera sido solo un sueño.
Era hora de regresar a casa, mi padre y mi madrastra regresarían hoy, hoy vería a Alexia, después de una semana, hoy el encuentro sería inevitable. Me tomé todo el tiempo del mundo, llegaría tarde a casa, solo para saludar e irme a encerrar, para luego irme de fiesta, de nuevo. Al llegar a casa, eran cerca de las seis de la tarde, había un silencio sepulcral, tenía algo de hambre así que me dirigí a la cocina, y sentada ahí me encontré con Laura, mi madrastra, la observé y no puede evitar pensar que Alexia y ella eran prácticamente idénticas, a excepción de los años y los ojos, los de Laura eran de un color verde, como los míos, claro que los míos son más bonitos, pero haciendo un lindo contraste de su rostro:
-         Han llegado antes de lo previsto.
-         Llegamos en la mañana.
-         Bienvenidos entonces.
-         ¿Harás algo hoy?
-         Sí, pienso salir con mis amigos a bailar.
Me miró detenidamente la mujer, sabía algo, lo veía en su mirada y eso me aterrorizaba:
-         ¿Llegarás tarde?
-         Lo más probable.
-         No me preguntarás acerca de tu padre.
-         Por tu expresión se que está bien, ahora, con todo el respeto que te mereces, dime ¿qué es lo que te preocupa?... ¿Alexia tal vez?
-         Sabes, conozco a mi hija mejor que nadie, conozco sus necesidades, así como sus deseos, ella me cuenta todo y lo que no me dice con la boca, me lo dice con los ojos.
-         ¿A dónde quieres llegar con ese comentario Laura?
-         Sé, inclusive las preferencias de mi hija, no la puedo catalogar de lesbiana, pues sus ojos no se ven atraídos por todas las mujeres, solo son para ti, ¿acaso no te has dado cuenta de que ella siempre te ha amado?
Ante estas palabras me quedé atónita, obvio, por algo tuvimos sexo, pero ¿amor? Eso eran algo grande, muy grande y yo no estaba segura de que lo que yo sentía fuera el mismo tipo de amor, huí por vergüenza, porque no podría volver a ver a Alexia como hermana, sino como… ni yo misma lo sabía:
-         ¿Te das cuenta de lo que me estás diciendo?
-         Si, y sé que es difícil, desde niñas he notado el interés que te tiene, no como hermana, sino… como algo más. Tu no la viste sufrir cuando tuviste tu primera cita o cuando por la emoción le contaste tu primer encuentro sexual, ella sufre por ti, tu felicidad es la suya pero también es su penitencia.
-         No sé que decir…
-         Me contó lo sucedido, se siente mal por haberte… tu sabes… sin tu permiso, no pudo dormir cuando te fuiste, te buscó y no te encontró, quiere disculparse y tu no se lo permites.
-         Y no se lo permitiré, jamás.
-         No seas tan dura…
-         No se lo permitiré… porque yo también lo deseaba, porque yo también la amo.
No me percaté de una tercera presencia en aquella cocina, solo sentí un abrazo cálido que me envolvía, Laura salió de la cocina dejándonos solo a Alexia y a mi, me volví hacia ella, quien me besó tiernamente y al separarnos antes de iniciar de nuevo le dije:
-         Te amo Alex.
-         Maite…

Y con solo decir mi nombre en sus labios, de aquella dulce manera, ahogué las siguientes palabras en los míos, no quería escucharlas, quería sentirlas…

 

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Ahí estuvo, espero les haya gustado, comentariosya saben donde


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