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En aquel bosque. //NCT~ YuTae por CosmosLycoris

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Notas del capitulo:

Por fin me animo a escribir sobre mi shipp favorita de NCT.

 

Espero que les agrade, disfruten.

Me gusta tomarle foto a todo, pero más que nada a la vegetación. Es de las pocas cosas que me hacen desear seguir con todo este proceso ya que mi vida es un continuo sube y baja de padecimientos. En mi cumpleaños número dieciocho pedí una cámara profesional a mis padres, fui obstinado y no pensé en el gasto que hicieron en ella pero, estaba feliz de tenerla.


Tengo una enfermedad del corazón, no es nada grave pero podría tener complicaciones por lo que mis padres dejaron todo, vendieron nuestras pertenencias para adquirir una casa en el campo, al margen de las montañas. Les habían recomendado un lugar amplío, tranquilo y con aire limpio, con eso mi malestar se mantendría estable y podría vivir sin inconvenientes. Sería un cambio para mí bien y al mismo tiempo, el cambio de mi vida.


Este lugar es completamente distinto a todo lo que conocía, sin carreteras repletas de autos que fueron sustituidos por kilómetros de campos verdes con distintos tipos de árboles. La briza era agradable y el cielo despejado, que iniciaba a teñirse de tonalidades amarillentas y naranjas dado que el día estaba por acabar, regalando una hermosa escena del sol desapareciendo en el horizonte poco a poco. Perfecto momento para ser conmemorado con una foto. El cambió no me afectó para nada, no dejé amigos, ni buenos recuerdos atrás. Siempre estuve apartado de todo porque necesitaba tener cuidado debido a mi condición, los demás tampoco tenías intenciones de acercarse a mí o pedirme que fuera a jugar un partido de futbol y cosas de ese estilo. La mayoría del tiempo me dedicaba a hacer apuntes sobre plantas extrañas y con propiedades curativas. Me endurecí desde muy pequeño, creo que nadie debería estar consciente de que podría morir en cualquier momento y mucho menos a una corta edad. No me importó estar solo, era mejor para mí y para los demás, si hubiera podido, también me hubiera alejado de mis padres para ahorrarles tantas molestias pero fui egoísta con ellos ya que son todo lo que tengo.


Nuestro nuevo hogar era un edificio dejado en el olvido, aun estaba en buen estado pero le hacían falta importantes retoques. Ayudé con lo que pude para pasar nuestras pocas pertenencias al interior de la casa. Olía a moho pero no de forma nauseabunda y por dentro se veía más agradable que por fuera. Una gran sala con una vieja chimenea, la cocina suficientemente espaciosa con a lado un comedor, casi todo era de madera. En el segundo piso estarían dos cuartos y un baño, al subir elegí mi cuarto, uno que tenía la vista del bosque desde la ventana. Dejé mis cajas llenas de mis cosas: libretas, fotografías, dibujos y libros. Miré por el cristal los frondosos árboles y estaba decidido a explorar ese terreno.


Cené con mis padres, platicamos sobre la situación del estudio y otros detalles. Un tutor privado vendría a enseñarme mientras que mi madre sería cocinera en un restaurante en la ciudad vecina, mi padre probablemente daría clases de música en las escuelas. Todo marcharía bien, esa era nuestra meta, vivir en paz o para mí, simplemente era vivir.


Desperté temprano para ayudar. No me dejaron hacer mucho esfuerzo por más que les dije que estaría bien, pero no seguí refutando, aproveché eso para que me dejaran ir a dar un paseo. Con su aprobación me preparé para salir: me puse mi chaleco gris y en mi hombro colgué mi mochila, en su interior portaba todo lo necesario para reportar cualquier cosa interesante que encontrara en el camino. Me miré rápido al espejo y mi cabello café estaba alborotado, sin más ni más solo lo tapé con la capucha, mis ojeras no podían faltar, fruto de centenares de noches en las que el miedo irracional no me dejaba dormir: ¿Y si no despierto solo porque mi corazón se cansó de trabajar? Aparté tales pensamientos de mi mente y salí.


El aire frió hubiera sido un impedimento si no fuera porque me previne y usé chamarra, el suelo no era para nada estable como uno está acostumbrado en la ciudad y los insectos me daban leves sustos cada cinco minutos. Donde aun no había arboles muy altos encontré margaritas y tigridias y no dudé en tomarles foto. En este lugar podría ampliar mi colección a la investigación que había llevado por algunos años pero a decir verdad, tampoco estaba apurado, viviría aquí por mucho tiempo, quise creer, así que no puedo dejar al descubierto todo el lugar, de una vez.


Unos cuantos metros más y ya me sentía exhausto, mi resistencia era pésima, cosa que no compensaba mi gran curiosidad. Decidí descansar en el suelo y apoyarme en el tronco de un gran pino. Casi me quedo dormido cuando siento la presencia de algo desconocido, me sobresalté, algo no favorecedor para mi corazón débil. Entre los arbustos veía algo moverse y me imaginé miles de razones para que eso sucediera, solo esperaba que no fuera nada peligroso. Procuré mantener la calma y como reflejo inútil de cada ser humano pregunté si alguien estaba allí. Claramente no obtuve respuesta, por otra parte, sentí una briza, que parecía más un suspiro o un roce sobre mi cuello. Me dieron escalofríos, me levanté de golpe y me fui de ese lugar. Me repetía una y otra vez que era mi imaginación, no creo en fantasmas ni entes sobrenaturales, no podía ser algo de ese estilo.


Llegué a mi casa fatigado, me dirige directo a mi habitación y sentándome en la cama agaché mi cabeza y la puse entré mis manos para tranquilizarme. Un suspiro tras otro y retomé la compostura. No les dije a mis padres de lo sucedido porque no quería que me evitaran el salir a caminar por el bosque.


El miedo de lo sucedido esa noche se tornó intriga y mi escepticismo titubeó o probablemente estaba desesperado para que algo fuera de lo normal pasara en mi vida.


Volví a visitar el lugar durante muchos días sin tener respuestas y mi terquedad era poderosa y hacía que no me rindiera. Tal vez ya me estaría volviendo loco, aunque al mismo tiempo esto me ayudaba a dormir, porque empezaba a tener sueños de un yo, descubriendo lo que sea que fuera que estaba escondido entre la vegetación aquel día. Podía ver la silueta de una persona, no alcanzaba a ver su rostro pero por alguna razón, sabía que no era algo de este mundo.


Pasaron seis meses desde que me mudé y hoy cumplo un año más. Y es más alivio que alegría lo que sentimos en mi familia. Tocó un sábado así que ni yo tenía clases con mi tutor, ni mis padres laboraban. Solo salieron para conseguir un humilde pastel que fue más que suficiente. Esta vez no era yo el que tomaba las fotos pero intentaba de mil maneras evitar que me captara la cámara. Mi madre emocionada cantaba al unisonó con la melodía proveniente de la guitarra de mi padre. Sí, éramos felices de alguna forma y es doloroso pensar que esto podría ser momentáneo.


Terminando de festejar ni siquiera dejé pasar mi paseo, que ya parecía un ritual o casi una terapia de mí día a día. El tiempo pasó tan rápido, llegué aquí a mediados de diciembre y ahora verano, vi cómo el cambio de estaciones afectaba toda la flora del lugar. No me cansaba de estar aquí.


Esta vez me atreví a alejarme más de lo que había hecho antes, me sentía confiado de mi percepción para no perderme y creo que me sobrepasé. Sentí, en un cierto punto, en la que todo el ambiente se tornó completamente distinto: los árboles escaseaban, las flores eran limitadas y ni siquiera podía escuchar un pájaro cantar.


Di unos pasos y de pronto me congelé, divisé un cuerpo tendido en el suelo. "Calma" me dije antes de que algo malo me pasara. Titubeé hasta ser movido por algo más grande a la razón que me pedía a gritos correr de allí. Me hinqué cerca de aquella persona que resultó ser un muchacho, pude notar su respiración dificultosa y lo moví suavemente para ver si reaccionaba. Dio un brinco inesperado que casi hizo que gritara, apuntó hacía un lugar y con su último aliento dijo lo siguiente:


-Está en peligro.


Se desmayo pero supuse que estaría bien, lo recosté de una forma la cual no estuviera incómodo y fue allí cuando pude observarlo: este ser de humano, solo tenía el aspecto, era una criatura que podría describir casi mitológica. Una presencia irreal, su rostro, su cabello, su cuerpo, todo encajaba tan a la perfección que cualquiera se sentiría abrumado por su belleza. No había visto algo así nunca en mi vida y quedé en shock. Hacía muecas de dolor y aún así sus facciones se notaban bellas, me convencí a mí mismo que estaba exagerando un poco. Pude haberme quedado horas intentando descifrar de dónde sale tal encanto pero decidí ir a descubrir hacía dónde apuntaba el desconocido.


No pude evitar derramar unas lágrimas y el alma se me caía en pedazos. No muy lejos de donde estaba pude observar maquinaria pesada, destruyendo todo a su paso dejando cadáveres de arboles sin piedad. Entendí a qué se refería aquel joven. Regresé y lo encontré despierto, limpiándose la ropa sucia por estar tirado en el suelo. Me miró con ojos penetrantes, por un segundo creí que eran las de un felino o un animal salvaje.


-Lo viste ¿verdad?


Asentí incómodo por los ojos que estaban clavados en mí.


-Es doloroso...


Murmuró y se agarró el pecho del lado donde reside el corazón. Unos segundos después cambio totalmente de expresión y ahora me hablaba de forma plácida y con una expresión tranquila y gentil:


-Eres el chico que vive cerca de acá ¿no? Lamento el toparnos de una manera poco agradable.


Sin duda fue un encuentro poco común pero no sabía de la presencia de gente viviendo a los alrededores, me imaginé que sería algún tipo de activista o protector ambiental que vino dispuesto a detener las atrocidades que se estaban llevando a cabo. Creo que esperó por una respuesta mía, no supe bien, dada a mi torpe e inexperta forma de relacionarme con la gente. Unos instantes después me animé:


-Sí, vivo en la casa al inicio del bosque, soy Taeyong.


No sé porqué le dije mi nombre a un total desconocido que me encontré tirado en el suelo pero me regaló una sonrisa tan brillante, me hubiera encantado inmortalizarla con una fotografía. Sentí rubor en mi rostro acompañado de un leve aumento de temperatura corporal, esta vez, no causados por mi enfermedad. Me volteé rápidamente para que este no lo notara y detrás de mí escuché como me dijo:


-Yo soy Yuta, es un placer.

Notas finales:

Gracias por darle una oportunidad.


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