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W H I L E por Mena Matsuoka

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Notas del capitulo:

HI

-Me niego.

Makoto tenía los brazos cruzados frente a Rin.

¿Qué estaba pensando en mudarse de vuelta a Japón? Creía que la familia estaba feliz ahí, en Australia, Gou incluso iba a visitarlos... ¡Por que todo mundo sabía que era peligroso!

-Makoto-Rin le miró-Esto ya quedó en el pasado.

-No es verdad, Sakura es la viva prueba de que no es así, no es pasado.

El pelirrojo hizo una mueca de disgusto mirando al chico. Había cambiado.

Makoto tenía sus facciones más maduras, más firmes, se seguía ejercitando para estar físicamente estable en su labor, su cabello estaba un poco más corto, y ahora usaba más seguido sus gafas que antes sólo eran para leer.

Y Rin no se quedaba atrás.

Su cabello seguía igual, pero su mirada estaba más gastada; Sakura le agotó en su niñez. Tenía un piercing en lo alto de la oreja, pero su cabello lo cubría en gran parte. El embarazo le dejó un poco más frágil, por lo que había dejado de agotarse físicamente hace tiempo. Ahora, era entrenador en un gimnasio cercano-en la alberca, obviamente- Pero su torso se ensanchó, pues, sus caderas no volvieron a su estado normal hace 18 años.

-Lo siento Makoto, ya está decidido. Además, no es peligroso para Sakura.

-¿Por qué no dejas que me lleve al chico? Bien podría vivir conmigo.

-Gracias tío Makoto, pero no puedo dejar aún a mi familia.

Sakura llegó desprevenidamente de la cocina con una manzana en la mano derecha. Makoto agradeció que no hablara de más ninguno de los dos adultos.

El pelirosa se colocó atrás de su progenitor y le tomó de los brazos.

-Sakura-Comenzó Makoto-Seré sincero, es peligroso que tu padre-señaló al pelirrojo-Vaya a Japón.

-¡No es así!-Alzó un poco la voz, pero se detuvo en cuanto sintió la mano suave de su padre posarse sobre la suya aún en el hombro-¿Por qué sería peligroso?

Makoto miró a Rin en busca de una posible respuesta, mientras que éste negó con la cabeza.

-Ya sé por dónde va esto...-Dijo el muchacho-¿Temes que mi padre se encuentre con el ser inservible que le ayudó a crearme? Pues tío... mi padre ya dijo que se quedó en el pasado, mis padres y yo podremos estar bien allá.

Makoto recargó los codos en la mesa y se llevó la palma de las manos a la cara, analizando con tranquilidad la situación.

-Si vas a la Universidad vendrás conmigo... solo.

Sakura frunció el ceño mirando al mayor. ¡¿Cómo era posible?! Desde que tuvo uso de razón y al ver tan infeliz a su padre aquella noche... juró ante sus posters de Haruka Nanase cuidar y defender a su padre de todo y todos.

-Pues que pena, mis padres van conmigo.

Le dio un beso a la mejilla de su padre y subió veloz por las escaleras, dejando a un lado a aquellos dos hombres.

Makoto se dejó caer en el respaldo de la silla y se llevó una mano para sobarse el entrecejo, mientras que Rin miró las escaleras para después bajar la mirada.

-Es igual a él... terco y no quiere escuchar.

Rin asintió, para poder mirar a su amigo, pero su vista comenzó a nublarse. Makoto le sonrió y le tomó la mano.

Nunca odió a Rin, nunca se molestó con él. Siempre sería uno de sus mejores amigos y eso nunca nadie lo podrá cambiar, así sea el esposo de su amor platónico.

-No llores...

Pero el pelirrojo sonrió, para cubrirse con la otra mano su boca.

-Es que... -Miró hacia la mesa-Es tan parecido a él... creí haber superado eso, pero es inevitable no pensar en el cuando tengo a Sakura frente a mi

[...]***

Tan sólo tenía 6 años, cuando escuchó aquél llanto.

Era de noche, pues, al observar la ventana y notar la sombra de los árboles de Sakura por culpa de la luna, pudo saberlo.

Miró a su alrededor, la habitación estaba obscura, sin embargo, debajo de su puerta cerrada podía verse la luz del pasillo.

Con cautela se deslizó de su cama sin soltar a un oso de trapo, se colocó sus pantuflas de tiburón y caminó por la madera del lugar. Al llegar a la puerta la abrió perfectamente, pues ya podía alcanzarla. Miró a ambos lados del pasillo para al final percatarse que no había nadie cerca, pero un llanto salió de la habitación de sus padres.

Tuvo miedo.

Su padre Sousuke le pidió que cuidara de la casa y de su padre Rin, pues el tenía asuntos que atender del trabajo en otro país.

Caminó lentamente hasta llegar a la puerta, que milagrosamente estaba abierta. Sólo alcanzo a asomarse un poco, pero pudo ver a su padre mirando algo que traía en las manos.

Pero si no hubiese sido por que hizo ruido con su respiración, hubiese podido seguir espiando.

-¿Sakura?

Salió de su escondite y se quedó en la puerta, mirando con sus enormes ojos azules hacia el mayor.

-¿No puedes dormir?-Rin se limpió con un pañuelo los restos de lágrimas que yacían en sus mejillas, pero aún salían de sus ojos. Extendió los brazos y lo miró maternal-Ven aquí.

El pequeño no lo dudó y corrió a los brazos de su progenitor, era un niño, sólo quería el amor de su padre.

Subió al regazo del mayor y se abrazó de él, recargando su rostro en el pecho de Rin y sentir los brazos fuertes de éste rodear.

-¿Por qué llorabas? ¿Extrañas a mi papi?

Hubo un silencio, pero Rin comenzó a acariciarle la espalda, mientras le besó sus cabellos rosados.

-Si...-dijo al fin-Lo extraño, mi bebé.

Pero Sakura no tardó en dormirse con ayuda de los mimos de su padre y las horas que eran cuando él despertó.

Rin lo acostó a su lado y cubrirlo con las sábanas hasta sus hombros, mientras agradecía que el pequeño no se hubiera percatado de la caja del buró.

Tal vez era confuso que si le causaba tanto dolor la siguiera conservando, pero no podía.

En aquella caja había tantas cosas, entre ellas fotografías, cartas y uno que otro recuerdo de su adolescencia. Aún conservaba los boletos de avión de Australia de hace unos 6 años o un poco más.

Y la fotografía estaba ahí, bueno, no sólo una, si no más de una.

¿Cómo era posible que tanto dolor y felicidad te pudo ocasionar una persona en tan poco tiempo? Rin no lo sabía con exactitud, pero Haruka le provocó eso.

Pero él también tuvo la culpa, si tan sólo no se hubiese dejado llevar aquella noche... si tan sólo no lo hubiera amado...

Pero al final se llevó una auto-bofetada, volteó hacia sus espaldas y miró a su pequeño.

No... Ya no tenía el por qué arrepentirse. Si no hubiese pasado lo que paso, al final Sakura no estaría ahí.

Guardó la caja en el último cajón del buró y apagó la luz. Se acomodó entre las sábanas y abrazó al niño.

Le acarició sus mejillas, tan suaves, regordetas y rosadas, apreció su hermoso cabello rosado, sus labios tan delicados, y sus ojos, los cuales estaban ahora cerrados, tenían un hermoso color azul.

Le besó la frente y se durmió abrazado a él esperando el mañana.

[...]

Al día siguiente Rin quemó la caja.

Notas finales:

BYE


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