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La tercera vez. //NCT~ YuTae por CosmosLycoris

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Estoy tirado en el suelo, es tan frío y todo se humedece por la lluvia que recién dio inicio. Las gotas recubren mi cuerpo tendido, inmóvil y a mi alrededor se crea un gran charco de sangre diluido en agua, el rojo carmesí termina tenue y mis heridas arden tanto como deseaba. 

Estoy esperando mi fin.

 

Me duelen mis brazos de forma infernal, están vendadas firmemente y cualquier mínimo movimiento hace que lance un lamento. Estoy en la camilla de un hospital y siento como la realidad me golpea en la cara, sin piedad. No logré mi cometido, fallé de nuevo y el hecho de seguir con vida empeorará todo. Me muerdo el labio porque me arrepiento de seguir aquí, estoy cansado. Escucho unos gritos desde afuera del cuarto: dos hombres y una mujer y logro distinguir sollozos de la señora. Entra de golpe el sujeto que se hace llamar mi padre, furioso a punto de golpearme, supongo que lo evitó por el hecho de que ya estoy suficientemente herido. "Eres una vergüenza" "mal nacido", miles de insultos más recibí de su parte y no porque estuviese cegado por el enojo y mucho menos por estar preocupado por mí. Él simplemente me odiaba. Mi madre lo jaló fuertemente para detenerlo sin ningún resultado y siguió escupiendo palabras de desprecio hacía su único hijo. No le dije nada, como siempre me quedé callado recibiendo sus duras palabras, retorciéndome internamente, después de todo, eso no dañaba tanto como los golpes que suele darme cada que se le antoja. No lo veo a la cara, ni a mi madre ni a nadie. Todo el show acabó gracias a la intervención del doctor que les ordenó dejarme solo ya que estoy en estado crítico. "Un psicólogo vendrá a analizarlo, estará aquí un buen tiempo"  les dijo el experto y me quedé solo de nuevo.

Le conté todo al chico que parecía tener solo unos años más que yo: me declaré gay hace unos años y mi padre no aceptó esa idea. Él, que fue soldado, rígido como una roca,  con tendencias agresivas por el estrés postraumático y sobretodo homofóbico; encontró su perfecto saco de boxeo con la cuál desahogarse, siempre recordándome la escoria que había traído a la vida. Al principio lo hacía con la excusa de que con ese método regresaría a "ser normal" que con el tiempo, se convirtió solo en una especie de retorcido pasatiempo. Mi pobre madre que se dio por vencida en tratar de detenerlo, solo lloraba en el baño. 

Era la víctima de burla en pleno siglo veintiuno y en la universidad. Dejé de ir a la escuela después de que tiraran mi mochila con todos mis libros y útiles. 

La mayoría de mis días me la pasaba vagando por la ciudad, tomando cualquier transporte sin tener un rumbo establecido. Perderme y alejarme lo más posible, hasta que encontré un parque abandonado. Desde entonces ese fue mi refugio hasta volver a la pesadilla que era mi hogar. 

Intenté quitarme la vida dos veces: las primeras dos con pastillas las cuales no sirvieron ya que mi cuerpo las rechazó y las terminé expulsando la última corté mis muñecas y fue así como llegué a este lugar.

El psicólogo escuchó atentamente  y tomaba notas en momentos, al terminar se paró posó su mano sobre mi hombro estrechándolo ligeramente. Me informó sobre un grupo donde se dan pláticas del tipo motivacional y que debía asistir todos los días mientras estuviera internado. No dije nada y se fue. No tengo ganas de nada, me siento como un cofre vacío sin motivo alguno, harto y respirando solo de forma automática. 

La tarde no tardó en llegar, quise despejar mi mente y relajar mi cuerpo así que salí a dar una vuelta por los pasillos. Estaba lleno de enfermeras y doctores por lo cual salir sin permiso del edificio sería imposible. El lugar era enorme y al igual que yo, otros pacientes divagaban. Suelo mirar hacía abajo cuando camino y al final hallé una sala para los internados, vislumbrada por la luz del sol gracias a las grandes ventanas con vista a la ciudad. Alzar la mirada para observar mejor fue en ese momento lo mejor que pude haber hecho. Noté que en uno de los asientos estaba ocupado por alguien, solo le podía ver la nuca, con cabello café totalmente lacio, hermoso. Sintió mi presencia y volteó, y toda la maravillosa vista de a través del cristal fue opacada por una sola persona. Sus rasgos faciales eran sumamente refinados, sus ojos brillantes y con una explosión de mezcla de marrones. A pesar de que estaba bastante delgado podía ver su masculinidad y atractivo, de piel blanca que se veía suave y en su brazo sobresalía una intravenosa. Tuvimos unos segundos de incómodo contacto visual:

-Hola, no te había visto por aquí. 

Me miró de píes a cabeza y de alguna manera, me puse nervioso. Igual, sin darme cuenta puse mis brazos detrás de mi espalda. A pesar de que le calculé la misma edad que yo, lo saludé con una ligera inclinación para no parecer descortés. 

-Si quieres puedes sentarte aquí, la vista es increíble. 

Sí lo era aunque no tanto como este chico. Dudé un poco e insistió dando unos golpecitos en el sofá justo al lado de él. Al fin cedí.

-Mi nombre es Yuta Nakamoto, ¿el tuyo?

Su nombre sonaba melodioso en conjunto a su voz. No había hablado desde hace semanas y no me sentí listo para hacerlo ahora, bajé la cabeza y después de eso, no volví a mirarlo a los ojos. Se quedó en silencio y observó al frente, después de un tiempo se despidió y desapareció. Regresé a mi cuarto y soñé con el chico en aquel sillón.

Aún creí estar dormido, vi a Yuta sentado frente mi camilla y di un brinco al notar que estaba allí realmente, con los ojos cautivos clavados en mí:

-Duermes mucho, llevo aquí como media hora y son las diez de la mañana. Lo bueno que la enfermera me dijo en qué cuarto se encontraba un chico nuevo apuesto. Con que te llamas Lee Taeyong.

Me tomó por sorpresa completamente, ni sabía cómo reaccionar. Pasé la mano por mis ojos, el movimiento de mis extremidades aun me causaba fuertes molestias. 

-¿Qué le pasó a tus muñecas?

Aparté la mirada y por primera vez, me sentí avergonzado de que alguien me viera de esa forma. Se acercó a mí y tomó mi barbilla, el tacto de sus manos era tan suave y al mismo tiempo frío, con un delicado movimientos hizo que lo viera directo a los ojos, sentí  lástima en su voz:

-¿Duele?

Empecé a temblar, me llegaron miles de recuerdos: golpes, insultos, lágrimas, soledad, angustia, rabia, odio, dolor, sangre... Sí, dolía y demasiado, desde hace tanto tiempo y por eso ya no quería seguir con todo esto. Se empañaron mis ojos.

-No llores Taeyong.

Lo hubiera hecho justo en ese instante si no fuera porque el muchacho frente a mí, me besó sin previo aviso. Mi primer beso, aquel que duró unos segundo y me parecieron una eternidad. No podía creer lo que estaba pasando y aún así, me dejé llevar. Sus labios finos, unidos a los míos que en cambio, estaban resecos causaron una descarga eléctrica por todo mi cuerpo y en mucho tiempo no sentía tanta emoción en mí. Me sentí revivir. Al estar tan cerca, noté sus pestañas largas, preciosas y me perdí en su belleza. Hasta que el momento se disipó caí en cuenta de lo atrevido que fue esa acción y que deseaba que pasara de nuevo. Sonrió y nunca creí enamorarme tanto de alguien hasta ese instante.

-Vendrás conmigo.

Dijo al  mismo tiempo que me tomaba de la mano y me condujo fuera de la habitación, por lo pasillos hasta llegar a un cuarto, en la que residían un grupo de varias personas. Nos sentamos en la parte de atrás y así fue como Yuta logró que asistiera a las pláticas de apoyo.

Empezamos a asistir juntos todos los días, tomados de la mano durante todo lo que duraban. En el poco tiempo que llevábamos juntos, me ayudó a sobrellevar mi depresión y mis malos recuerdos, el asistir a las terapias resultaban más efectivas por su presencia, día a día me sentía recuperado y sin duda estaba feliz de tenerlo a mi lado. Igual aprendí mucho de él: canta muy bien, es muy divertido pero sobretodo coqueto. Solía practicar fútbol y siempre fue popular entre las chicas que siempre terminaba rechazando. Afirma ser todo un hombre aunque llora al ver películas de drama que son las que más le gustan. Cada día resultaba ser más atractivo.

 

-Te amo Yuta.

Fue lo primero que dije después de mucho tiempo, con eso cesé mi voto de silencio. El chico rompió en llanto mientras repetía miles de veces que también me amaba. Lo abracé con tanto cariño y al fin había encontrado una razón para vivir. 

Concluyendo la segunda semana, no fue a verme y fui a las pláticas solo durante tres días. Investigué sobre su condición sin tener respuestas de parte de nadie. "él estará bien, todo estará bien" me decía por las noches en las que me inundaba el pánico por su ausencia y la incertidumbre de no tener noticias de él. 

 Descubrí su habitación y tengo miedo de entrar. No estaba listo para lo que fuera lo que me esperara. Entré y el cuarto era inundado con el sonido monótono del monitor cardíaco, resonaba lentamente y de forma frustrante, es en definitiva una mala señal. Una máscara de oxígeno le tapaba su rostro, el que tanto adoro, su cuerpo se notaba demacrado, como un pétalo marchitándose. Fue la experimentación de un sufrimiento más allá de lo que había pasado antes. Con temor tomé su mano y entrelacé mis dedos con los suyos. Su contacto siempre había sido frío pero en esta ocasión estaban congeladas. Quise gritar tanto, besarlo a más no poder, mirar su sonrisa, escucharlo hablar y todo fue ahogado en un llanto. 

-Hola, soy yo. Perdón por no hablar mucho y hacerlo ahora pero quería que supieras más de mí. 

Apenas podía respirar pero me esforcé en pronunciar cada palabras, sería ahora o nunca.

-Me gusta escribir poesía, tomar fotos al cielo, escucho todo tipo de música pero mi género favorito es el rock. Sufrí de bullying en la escuela y mi padre es un desquiciado. Perdí mi autoestima y las ganas de vivir tanto que intenté matarme tres veces.

Alcé mis brazos que ya no estaban vendados y solo lucían una espantosa cicatriz. Respiré hondo, esto increíblemente doloroso:

-Pero al llegar aquí y conocerte fue amor a primera vista, nunca creí sentirme de esta manera. Nakamoto Yuta eres mi primer amor y la razón por la cual recuperé las ganas de seguir con toda la farsa de mi vida. Te adoro y me odio tanto por no decírtelo antes, cada instante que pasé a tu lado fue lo que más aprecié, gracias. Si escuchas esto, te amo, te amo demasiado.

Nunca supe si me escuchó y nunca recibí respuesta.

Aún está en mi cabeza cómo el sonido de la maquina, de pausado, se tornó continuo y sin fin.

Estoy de vuelta en el parque desolado, aquel que siempre fue mi refugio. Nadie lo visita, no hay niños riendo, personas paseando a sus mascotas, ni parejas agarradas de la mano. Siempre venía aquí, para llorar, pero ahora parece que mis lagrimas no logran salir, ¿se han acabado cuando mas las necesito? Realmente creí que iba a ser el primero en partir, pero desde que te conocí dejé esa idea y seguí adelante. Al caminar ya no veía el suelo, si no al frente, porqué estabas tu.

Mi error fue el tener sentimientos hacia ti. Tu error fue dejar que me enamorara de ti. Nuestro error fue amarnos cuando sabíamos que esto no iba a terminar bien.
Te conocí en el hospital hace unos meses y ahora ya no estás, han pasado unos días y te extraño tanto, y no habrá ni un momento en la que deje de pensar en ti.
Nos veremos pronto.

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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