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Una ramita más por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

Gózenlo XD

 

 

Yuri no quiso ir a clases al siguiente día, mas, fue obligado por su propio abuelo, ya que tenía algo muy importante que hacer. Jamás se debía posponer una disculpa porque el dolor crecería en proporción al tiempo trascurrido, esa fue la lección del día que el viejo alfa supo dar al único nieto que la vida le dejó. Se miraron un momento, sonrieron después de que uno de ellos accediera y volvieron a la rutina matutina.

Su orgullo era demasiado grande, su carácter no era el mejor de todos, su soledad crecía abismalmente y sólo ese par, al que dejó de rodillas en la estación el día anterior, alegraban su maldita vida en esa institución. Por eso llegó temprano ese día, porque Yuri sabía que no quería perder su única conexión fuera de su pequeña familia. Entre suspiros, pasos presurosos en ocasiones y lentos en otros, se daba valor y fuerza para lo que iba a hacer. Fue así como se detuvo frente a la puerta de su salón y suspiró profundamente antes de entrar. Tenía que hacerlo… pero no lo hizo, porque esas voces lo saludaron desde atrás y como siempre tomaron la iniciativa

 

 

—Yurio — dudosa y temblorosa era la voz de ese muchacho que poseía las mejillas levemente redonditas

—Más te vale dar una disculpa — regañaba Viktor y el rubio se giró para mirarlos

—No lo presiones — murmuraba Yuuri, golpeando levemente el codo del otro, pero antes de que dijera algo más, la voz del “culpable” resonó

—Lo siento — Yurio habló, lo soltó sin pensarlo mientras agachaba un poco su cabeza — lo de ayer fue un error. Lo siento mucho, Yuuri

—No pasa nada — sonrió el azabache acercándose al rubio y cediéndole un abrazo, el mismo que Yurio se vio imposible de rechazar — todo queda olvidado

—Pues yo no olvidaré — refunfuñaba Viktor, quien estaba cruzado de brazos, miraba todo con un leve puchero — eso fue muy cruel de tu parte, Yurio

—¿Estás bien? — Yuuri se alejó del rubio y lo miró con dulzura — sé que ayer estabas demasiado estresado y reaccionaste mal… por eso quiero saber si estás mejor

—Sí — respondió secamente mientras veía a Viktor — pero eso no justifica mi accionar

—Eres un inmaduro, Yurio — señaló Viktor — más te vale no volverlo a hacer

—No eres mi padre, te lo he dicho — claro, odiaba que esos dos actuaran de esa forma

—Pero soy más maduro que tú — un par de risitas, la una burlona y la otra divertida — ¡es en serio! — pero claro, a sus dieciséis años, ninguno ahí era maduro y Viktor mucho menos, al menos la mayoría del tiempo

 

 

Yurio tenía que aceptar que ese par de idiotas formaban parte de su vida, y aunque lo molestaran constantemente, apreciaba su amistad. Sin embargo, jamás lo diría en voz alta. Viktor y Yuuri eran los únicos que a pesar de los años no se alejaron de él, a pesar del mal carácter que formó desde que perdió a sus padres hace unos años. Yuri se los agradecía porque de no ser por sus estupideces, tal vez hubiera caído en un abismo de depresión sin retorno. Ellos y su abuelo eran los pilares que formaban su vida… mentía… mentía sínicamente… en el fondo Yurio sabía que mentía, porque había algo que le faltaba, pero no estaba seguro de lo que era.

Yuri se sentía, mejor dicho, sabía que estaba incompleto. Había perdido algo en su vida demasiado importante y no lograba recordar qué demonios era, pero fuera lo que fuera… no lo dejaba en paz. Su alma estaba trizada, le faltaba un pedacito, necesitaba recuperarlo, porque sin eso no podía seguir. En alguna ocasión le contó sus pesares a su abuelo, pero ni siquiera él logró definir aquello que le faltaba, así que al final dejó de lado sus indagaciones y se concentró en…

 

 

—No puedo — aceptaba la realidad — no puedo dejar de pensar en que algo me falta

—Tal vez es hambre — sonreía Viktor mientras picaba la mejilla del rubio que posaba su quijada en la mesa

—No seas idiota, Viktor

—Tal vez es solamente añoranza — Yuuri miraba al rubio con calma — añoranza de una vida familiar que adorabas cuando eras más joven — trató de ser sutil con el asunto, y lo logró, era como su talento natural

—Es verdad en que me hacen falta mamá y papá — sonrió sutilmente al recordar aquellas sonrisas que se reflejaban en las fotos de su casa, en las pocas que lograron salvarse del incendio y otras que quedaron en la cámara que no se quemó en ese fatídico día — pero lo que me hace falta es algo diferente, lo sé

—Tal vez es alguien que conociste en tu infancia — Viktor miraba a los dos — a mí me hacía falta Chris, hasta que lo encontré por una red social y un video

—Puede ser posible — sonreía el azabache — Yurio, dime, ¿tienes alguna idea?

—Mi infancia es una pintura borrosa — declaró mientras se levantaba — así que no sé, pero por ahora dejemos el asunto ahí. Nos vemos mañana — agitó su mano en despedida cuando se dispuso a caminar a la salida del salón

—Te acompañamos a la estación — ofreció Viktor

—Mejor vayan a su cita y sean melosos — se burló — yo no necesito escoltas cursis

—Yurio, no digas eso — ni siquiera tenía que verlo directamente para saber que el japonés estaba sonrojado

—Pero es verdad — se despidió con su mano una vez más cuando estaba atravesando la puerta. No los miró, le daría náuseas verlos avergonzados

 

 

Yura meditó sobre lo dicho por esos dos, lo hizo mientras viajaba en tren e ignoraba a las omegas cercanas que intentaban coquetearle. Era asqueroso que se le ofrecieran de esa forma, ¡por dios! Tenían sólo 16 años y ya eran zorras profesionales. Gruñó enfadado por sus propios pensamientos, debía centrarse en su problema existencial antes que, en darle importancia a esas mujeres, aunque no eran mujeres, eran mocosas fingiendo ser mujeres. Bufó cuando no podía concentrarse y es que así era cuando quería indagar en sus memorias atrofiadas por un trauma, al menos así lo definió su psicólogo. En verdad le afectó mucho el incendio que consumió casi la mitad del vecindario, fue horrible, pero era el pasado y debía borrarlo, sin embargo, no podía

 

 

—Mira lo que han hecho— sonreía con amplitud mientras agitaba su mano para llamar a su compañero — ha funcionado

—¿Cuántos son?

—Veo dos huevos

—Mira, ahí viene su mamá. Agáchate o la asustaremos — sonreían mientras se escondían de aquella ave que volaba cerca de la ventana. Observaban en silencio porque era su obra maestra

—¿Cuándo romperán el cascarón? — susurraba

—No lo sé, Yura — esa voz era serena, un poquito dura, pero le transmitía paz — hay que esperar

 

 

Se despertó de un salto, con la respiración levemente agitada, desorientado, adolorido en la parte derecha de su cuello por la pésima posición en la que se había dormido, pero feliz, inmensamente feliz. Miró a su alrededor con rapidez, sentía el sudor en su frente y un leve dolor de cabeza mientras trataba de que ese sueño no se fuera de la memoria. Las imágenes borrosas se confundían con rapidez y la emoción en su corazón no lo dejaba en paz, sólo logró ver la imagen de un nido con claridad y lo demás, nada en absoluto. ¡Era frustrante!

Yurio recordaba esa voz, la misma que se caló en sus huesos tan profundamente que le dio escalofríos. Tuvo que detenerse un momento para poder calmarse, cerró los ojos, respiró profundo y poco a poco reconoció su habitación. Aún estaba oscuro, seguramente sería de madrugada, lo peor era que se le quitó el sueño, pero por, sobre todo, no podía creer que un recuerdo de su niñez llegara a su mente tan de repente. Era aterrador y fantástico de alguna forma. Hasta se sentía un poco más aliviado porque de alguna forma… el vacío desapareció parcialmente, lo sentía en el centro de su pecho, incluso respirar se le hacía más agradable a pesar de que estaba con el corazón a mil.

Yura había encontrado la respuesta que tanto buscaba, sólo debía darle nombre a la sensación en su cuerpo… aunque cuando lo hizo, fue… demasiado

 

 

—¿Se puede saber por qué me siguen a mi casa?

—Porque queríamos saludar a tu abuelo — sonreía Viktor quien tenía entrelazada su mano con la de Yuuri

—Es una pésima escusa, vejete

—En realidad queremos que llegues bien a casa — Yuuri sonaba seguro, pero preocupado a la vez — hoy te la pasaste viendo a la nada, suspirando y con una expresión perdida

—Estabas todo raro, incluso parecías pálido y creímos que te desmayarías en el camino — comentaba Viktor que caminaba a unos pasos por detrás del rubio. Ya que ellos no recordaban el camino exacto hasta la casa de los Plisetsky, seguían de cerca a su guía

—¿Te sientes bien, Yurio? Tal vez te vayas a resfriar

—Estoy bien, cerdo, y tú, Viktor, para de fastidiar

—Sólo queremos saber qué tienes — estaban a punto de llegar a casa de los Plisetsky y Yurio no deseaba tener invitados. Él quería estar sólo y pensar — Yurio, ¿me escuchas?

—Ya lo sé — suspiró pesadamente. Quería pensar que no se arrepentiría de lo que iba a hacer

—¿Qué sabes? — preguntó el azabache al ver la leve mueca que hacía Yurio

—Lo que me falta — susurró cuando tocó el pomo de la puerta de su casa — ¿felices? Ahora ya saben lo que me ocurre, así que vayan a casa. Tenemos tarea que hacer

—Pero queremos saber qué te falta. Tal vez podamos ayudar — Yuuri y su gentileza a veces le colmaban la paciencia

—Nada — frunció su ceño

—Vamos Yurio, somos amigos, confía en nosotros

—Que no, Viktor — abrió su puerta y se volteó para verlos — N-O… No

—Vamos, dinos, te hará bien confesar

—Viktor tiene razón — apoyaba el azabache

—Saben qué — dijo con una venita saltándole en la frente

—Confía en nosotros — sonrieron a la par y fue la gota que derramó el vaso llamado “la paciencia de Yuri Plisetsky”

—PERDÍ AL AMOR DE MI VIDA CUANDO ERA NIÑO — les gritó con furia — ¿FELICES? — ni siquiera esperó una reacción y azotó la puerta para que dejaran de joderle la existencia

—¿Qué? — susurraron a las afueras de la casa. Ni siquiera podían procesar esas palabras

—Oh dios — Yurio reaccionó cuando vio la madera de su puerta cerrada — ¡¿qué acabo de decir?! — se recriminó golpeándose la frente con su mano — ¡Mierda! ¡Hasta lo grité! — susurraba mientras se adentraba a la sala y se lanzaba en el primer sillón que encontró — ¡que mierda hice! — murmuraba mientras cubría su rostro con sus manos, el mismo que estaba coloreado de un rojo focoso en sus mejillas

—Yuratchka — ese susurro sólo hizo que el cuerpo de Yurio se tensara aún más

—¿A… abuelo? — murmuró arriesgándose a sentarse y asomar su cabeza por el respaldar del sofá

—No deberías gritarles a tus amigos y menos cerrarles la puerta en la cara — rió grácilmente mientras se arrimaba al marco de la puerta

—¿Escuchaste lo que dije?

—Así que era eso lo que perdiste… — emitía una sonrisa satisfecha, porque él compartía los pesares de su nieto — me alegra que lo recordaras

—¡Qué vergüenza! — el rubio se tiró de nuevo al sofá e intentó hacerse chiquito, pero fue imposible, incluso Potya lo encontró

—Yuratchka — susurró amablemente el anciano mientras se acercaba hasta sentarse junto al muchacho — creo que yo recuerdo a quien perdiste en la infancia

—Abuelo, por favor… ahora no — pedía con vergüenza

—¿Seguro?

—Estoy muy avergonzado para eso

—Mejor pasar la vergüenza completa — reía con ganas al ver que incluso las orejas de su nieto se coloreaban

—Abuelo — hacía un puchero mientras escondía su rostro debajo de potya — no juegues, por favor

—Recuerdo a alguien que fue muy importante para ti — sonrió y soltó un suspiro, incluso él mismo olvidó detalles de su vida después de tantas cosas horribles que ocurrieron, pero al escuchar a su nieto en esas noches previas donde platicaban sobre “algo” que hacía falta, le hicieron explorar en sus viejos recuerdos — y Potya ayudó en mi memoria

—¿Por qué?

—Porque esa persona fue quien te dio a potya

—¿En serio? — levantó a su lindo, viejo y calmado gato para sentarse y cargarlo en brazos — yo creí que tú me lo habías dado, abuelo

—En parte es verdad — sonrió mientras veía al gato que ronroneaba feliz al sentir las caricias de Yura — porque yo acompañé a esa persona a comprar a puma tiger scorpion — sonreía, no dejaba de darle gracia aquel nombre difícil de aprender a la primera — pero no ayudé a pensar el nombre, ese lo pusiste tú

—Es un nombre genial — sonreía orgulloso

—Claro — se burló antes de ponerse serio — Ese alguien era un amigo tuyo. Lo conociste cuando tenías apenas tres años… y lo perdiste cuando tenías siete

—Vaya… no recuerdo nada… pero tuve un sueño raro hace días, en donde un niño mayor a mí me hablaba

—Su nombre era Otabek, vivía cerca y fue quien te regaló a potya antes de que viajara con sus padres

—Beka — susurró mientras una imagen borrosa llegaba a su cabeza — creo que… — hizo una mueca por el dolor de cabeza que de pronto lo azotó

—No te fuerces a recordar — revolvió los cabellos de su nieto — lo harás con el pasar de los días o semanas. No quiero que tengas migrañas, Yura

 

 

Todo empezaba de nuevo.

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Corregir un capítulo mientras cuidas de que tu nuevo cachorro no haga desastres cerca… fue difícil XD

Espero que haya quedado bien

Las ama: Krat~


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