El reloj sonaba constantemente, tic toc, repitiéndose como una cacofonía aterradora. A eso, se sumaba el sonido de aquella gotera que sabían debían reparar, sólo no habían encontrado el tiempo suficiente como para llamar al conserje del edificio. Exceptuando eso, todo lo demás era silencio, silencio y la usual oscuridad de la noche.
La ventana estaba abierta, dejando entrar la fresca briza de una madrugada de finales de verano. Taemin miraba con miedo hacia adelante, ambas manos cubriéndose la boca, sin poder emitir ningún sonido. ¿Qué hacer? No podía moverse, el miedo le estaba paralizando. En cualquier otro momento correría, gritaría por ayuda pero Minho no reaccionaría. No esta vez.
El ángel había tenido un turno doble, dos días seguido, estaba prácticamente fuera de combate por las siguiente cuarenta y ocho horas. No importaría cuánto Taemin tratara de llamarlo, no iba a despertar pronto. Y no había nada que él mismo estuviera dispuesto a hacerno.
No cuando se trataba de una araña. Esa cosa era la cosa más horrible, aterradora, y gigante que jamás en su vida hubiese vido. ¡Y su padre era el mismísimo rey del infierno!
Miró con desagrado como esa pequeña alimañana bajaba por el hilo casi invisible, desde el techo, hasta caer sobre Minho. El ángel no lo notó, estaba por completo fuera de sí. Y Taemin hubiese hecho algo, si la horripilante criatura no se hubiese movido. Verla caminar por el perfil de Minho, bajando por su mejilla, le llevó al borde.
Quería hacerlo, quería quitársela de encima, porque honestamente estaba aterrado que esa cosa fuera una super araña, que escapó de algún laboratorio donde experimentaban con ella, y ahora era 3 veces más venenosa que una araña común. ¿Eso podía lastimar a Minho no? Pero entonces, ¿eso también podría darñe así mismo? Sintió un horrible escalofrío recorrerle el cuerpo, mientras veía como la araña caminaba, sus ocho peludas patitas dar pasos rápidos, desafanados, moviéndose hacia el cuello del ángel.
Maldita sea, ¿por qué una araña? Taemin hubiese hecho cualquier cosa por Minho, cualquiera; pero ¿una araña? Aduras penas podía moverse de su lugar en la cama, como para buscar refugio y olvidarse de que esas cosas existían. ¿Cómo rescataría a su amado ángel de esa monstruosidad?
El miedo paralisante se sintió fue como un latigazo a lo largo de su espalda, quemándole en la nuca. La araña había saltado de Minho a la almohada, caminando hacia su dirección. Taemin sabía que había un grito atorado en su garganta, sólo que no sabía cómo acceder a él. En el momento en que el miedo le impidió seguir respirando, regresó a su forma natural, luciendo un extraño cuadro de un demonio como tal, aterrado de un arácnido que había decidido hacer de la cama una carretera para pasearse.
La araña brincó rápidamente fuera de la cama, desapareciendo de la vista del demonio. Empujando a Taemin al borde de las lagrimas. ¿A dónde se habría ido esa atrocidad? En cuanto pudo sentir de nuevo sus extremidades, saltó fuera de la cama, corriendo a encerrarse en el baño donde estaba el insecticida.
Amaba a Minho, pero en este momento no se sentía capaz como para poder salir a enfrentarse a esa…araña.