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La boda del zorro por Jalea

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Notas del capitulo:

¡hola, a todos! 

Esta historia fue inspirada en "La boda del zorro" del manga Ijimetaihodo Ashiteiru de la mangaka Mizukami shin, es hermosooooo. 

Me parecio que la idea encajaba con el dúo dinamita de Aomine y Kise, ademas que hay mucho Fan art de Kise Kitsune y Ao-chan como Oni, tuve muchoooooo material, XD lo quería publicar hace ya un tiempo me imaginaba algo cortito perooooo esto creció y creció hasta convertirse en un mounstro, y salieron 20 páginas conforme la escribia perdonad que este sea un one-short algo largo. 

avisenme si ven alguna falta, no tengo beta, y me las veo agria cuando de tildes se trata. 

La historia es muy diferente al del manga, así que espero les guste. 

Discalimer: los personajes no me pertenecen -_-

Se detuvo en el enorme estanque, el agua cristalina le permitió ver su reflejo, suspiro con cansancio, alejándose del agua trato de cubrirse con su ropa que ahora eran tiras de tela desgarrada.

Esa sensación incómoda seguía en su estómago, su pecho estaba oprimido y un dolor agudo aguijoneaba su sien, sus grandes manos llegaron a su cabeza acariciando su cabello, lo despeino, tiro de el y en un momento de desesperación pensó en arrancárselo, respiro profundo tratando de calmar el temblor de sus manos, tocando ahora su coronilla, sintió dos horribles protuberancias, sus hermosas orejas puntiagudas ya no estaban y en su lugar quedaron unos cuernos, se asustó al sentir como sus ojos se humedecían.

—¡Mierda! —refregó con fuerza con su muñeca, miro sus brazos un leve ardor les indicó su existencia, sonrío a pesar de su estado histérico.

Aomine Daiki fue un orgulloso nekomata, un día sin duda pero ahora estaba condenado.

—¡Maldición!— trastabilló sintiéndose débil, y no pudo detener las saladas lágrimas que llegaron a su boca, escupió de nuevo –en vano–trato de secarlas pero le fue imposible, en verdad se sentía deshecho, destrozado y vacío, sintió su cuerpo temblar y azorado se dio cuenta con impotencia que estaba en el suelo, como un alma en pena e inerte, el miedo lo consumió y sin saber nada todo se obscureció.

....................

El sonido de una lechuza la despertó, miro algo dudosa hacia la ventana y no creyéndose que algo tan simple la hubiera despertado.

Se estiró desperezándose, cepillo su cabello y se acomodó la yukata rosa, tomó la canasta llena de arroz y pan más otras cosas y deslizando suavemente la puerta salió hacia la neblina, camino entre las pocas casas que quedaban hacia la salida de la aldea y contenta se fue tarareando moviendo su cola y orejas al compás.

Camino apresurando el paso, respiro feliz al ver los enormes y hermosos árboles del bosque, ya en la entrada de la espesa arboleda sacudió su ropa quitando arrugas inexistentes, cepillo sus cabellos con los dedos y ya lista lo llamo.

—¡Dai-chan!—grito —¡estoy de visita!


Satsuki frunció el ceño, su querido amigo se estaba tardando, respiro profundo y decidió darle unos minutos más, se quedo de pie contando las pequeñas mariposas a su alrededor pero al cabo de veinte minutos se canso de la espera. 
Miro no sin cierta suspicacia la entrada del lugar, nunca había entrado sola, siempre Dai-chan la esperaba ya en la entrada o llegaba enseguida a su llamado, aomine una vez le comentó que el bosque no era seguro, pero ella había estado ahí cientos de veces y nunca vio nada raro.

Nah, Dai-chan es un paranoico — e ignorando la advertencia de su amigo se adentró al inmenso lugar.


El crujir de las hojas le crispaba un poco, había una atmósfera tensa, como la premonición de que algo ocurrirá en cualquier momento. La pelirosa ajustó más a su cuerpo la canasta, sus orejas estaban atentas a cualquier clase de ruido, pero solo le llegaba el silbido del viento, trato de relajarse pero sentía una presión en su nuca, como cuando sabes que alguien te observa, la ilógica pero acertada sensación de que alguien más está ahí.

¿qué rayos?

Agito su cabeza como tratando de sacar esas ideas locas y paranoicas.
Era un felino fuerte y ágil.
Finalmente encontró un sendero, fue difícil con tantas hojas caídas, eso solo le recordó que pronto sería otoño y que todo se volvería colores cálidos, a Satsuki le emocionó la idea.

Un segundo.

Eso fue el tiempo suficiente para que la pelirosa supiera que debió seguir esa luz roja en su cabeza. Ese pequeño intervalo, fue la distancia de una flecha – porque está segura que es una flecha –entre la punta y su craneo.


..................

Aomine sonrió satisfecho al ver cómo los pueblerinos salían corriendo al verlo, esos inútiles siempre entraban en su territorio y no parecían entender que Daiki no le gustaban las visitas.
Bueno eso no era del todo verdad ya que cada cinco días sin falta Satsuki le llegaba a ver.

Bien había espantado las molestias ahora debía de seguir con la búsqueda de aquel escurridizo tipo que le estuvo haciendo la mañana cuadritos, sonrío sombrío y empezó a caminar hasta que se dio cuenta de algo importante.

¡Diablos!

Había estado tan ocupado en el día que simplemente olvido que la chica llegaría, corrió adentrándose al que había denominado su hogar, no es que estuviera muy feliz con el, pero era aceptable.

Daiki maldecía tratando de correr más rápido, maldijo a cada cosa que se cruzaba, hasta por no ver bien donde pisaba tropezó con una piedra, aún con dolor siguió hacia la entrada contraria, el moreno se enojo aún más, maldiciendo con más ahínco.

Llego a la entrada norte del bosque, la nekomata no se encontraba, podía ser que aún no llegará pero la presión en su pecho no le dejo tranquilo.

—¡Satsuki!

El grito resonó tan fuerte que varias aves volaron asustadas por el estruendo, siguió gritando pero el silencio le angustio aún más.

No, no — repetía en su cabeza con un poco de pánico y enojo mezclado, le había dicho a Satsuki que nunca entrará sin él al bosque — ¡Maldicion Satsuki!

—¡Dai-chan!

Aomine se giró y corriendo se adentró una vez más, tratando de llegar hasta la chica, un punto rosa fue lo primero que pudo ver hasta qué poco a poco la imagen de la nekomata aparecía ante él.

El oni probablemente nunca lo aceptaría pero sintió un tremendo alivio al verla, se detuvo al ver la silueta detrás de ella una sonrisa desagradable y una mano sobre el menudo hombro de su amiga, el moreno gruño de enojo.

—Suéltala.

El hombre sonrío divertido y dejó a la dama dando un paso hacia atrás.

—¡Dai-chan! Espera, él me salvó.

Daiki arrugo el ceño y miro desconfiado al otro, era el mismo cabron de la mañana, no podía fiarse de él.

—Y una mierda Satsuki ven aquí ahora mismo.

—¡No seas grosero! Él me ha salvado, ¡muestra algo de gratitud Dai-chan!

Aomine gruñó aún más al ver al tipo reír con burla, apretó los dientes y se acercó apartando a Momoi del otro.

—nos vemos de nuevo Oni

ese cabrón — pensó el moreno viéndolo con más enojo si era posible, el otro sujeto no quito ese expresión divertida y no soportándolo más Aomine lanzó un golpe lo suficientemente rápido para que el otro no pudiera esquivarlo.

—¡Daiki! —grito su amiga de inmediato posicionándose en medio de ellos.

Y Aomine pudo ver cómo un humano estaba tirado a unos metros de ellos con un arco y flecha a su lado notablemente inconsciente.

—¡él me salvó dai-Chan! ¡Ese humano por poco me mata con sus flechas!

Él Oni miro con molestia a Satsuki y se acercó al hombre raro que estuvo dándole problemas antes, levantó sin mucho esfuerzo al sujeto viendo que sangraba de la nariz, uh, al parecer se había excedido un poco, sonrío con algo de prepotencia por el hecho.

—La próxima no te ira tan bien, así que piérdete.

—Lo siento Oni-Sama pero no creo que Ud. pueda hacer mucho la próxima vez.

Aomine se enfureció al ver cómo le provocaba, como prácticamente le echaba en la cara su condición, le sujeto con fuerza teniendo todas las intenciones de golpearlo hasta dejarlo inconsciente pero antes que pudiera hacer algo, una explosión de hojas se agitó ante él, haciendo que algunas entraran a su boca.

—¡Qué mierda! —grito y se giró a ver a su amiga —¡¿Tú hiciste eso Satsuki?!

—¡¿Qué?! ¡Claro que no!

—¿ah? ¿Y el imbecil? ¡Satsuki esto es tu culpa!

La nekomata le miro indignada, apretó su kimono con fuerza y estuvo a punto de gritarle al otro pero una risa desde lo alto les llamó la atención a ambos.

Satsuki ahogo un grito y miro con ojos grandes al chico que estaba en las ramas, Aomine por su parte tenía una mirada de ¿Es en serio?

—¡Ustudes son los mejores! no me aburriré en mi nuevo hogar.

Finalmente el demonio reaccionó ante lo dicho por el bribón.

—¡¿Qué?! Y una mierda, este es mi territorio, así que tu basura a otra parte.

El tercero en discordia finalmente bajo, y ambos amigos vieron como prácticamente un kitsune flotaba hasta el suelo.

—¡Mucho gusto! Soy Kise Ryōta ¡Nuevo guardián del bosque! — de inmediato se acercó a la felina, agarró su mano con delicadeza y sonrío grande — ¡estoy bajo su cuidado! ¡Sé que nos llevaremos bien!

La nekomata finalmente salió de su estupor, afianzó el agarre y devolvió el entusiasmo de su nuevo amigo.

—¡claro que nos llevaremos bien! Ki-chan es una monada— dijo viendo como las orejas puntiagudas del otro se esponjaban por el halago—Soy Momoi Satsuki miembro de la aldea de nekomatas.

Aomine solo les miraba lo suficientemente irritado, no creía que su amiga cayera tan rápidamente.

—que bajo has caído Satsuki —susurró el moreno viendo como la felina iniciaba una alegre conversación con el otro.

—¡Ah! Mi amigo no se ha presentado, él es un nek–tks—Momoi quiso morderse la lengua, podría ya haber pasado casi un año pero habían costumbres que nunca se iban.

—Soy un Oni, así que atente de lo que te pueda hacer si te quedas en mi territorio.

—¡No te preocupes! Estoy seguro que nos llevaremos bien.

Aomine arrugo el ceño, el otro estaba muy equivocado si creía que le dejaría estar sin más.

—Aun tenemos pendiente la golpiza que debo de darte por lo de hoy en la mañana.

El chico no pareció ni un poco avergonzado por ese echo y solo contesto con una pequeña risa zorruna.

—¿Ara? ¿Ya se habían conocido? —cuestionó Satsuki poniéndose enfrente del moreno, sus grandes ojos mirándolo curiosa.

—El imbecil presente se ha burlado de mí—contesto gruñendo.

Momoi se giró con curiosidad genuina en su rostro, ki-Chan solo soltaba pequeñas risas, tapaba su boca con esfuerzo mirando a Aomine, el otro gruñía y refunfuñaba en su lugar.

Curioso.

—Me imagino Dai-chan debió iniciarlo, mejor comamos se suponía hoy habría pescado.

Aomine abrió la boca enojado e indignado que su amiga simplemente le haya pasado así de simple. 
Pero kise le seguía enviando la sonrisa de “Yo gane”, Daiki no le quedó remedio que seguir a ambos, ya que Satsuki emocionada tomó su canasta y se adentro al bosque del brazo del rubio, que feliz la acompañaba.


........................

 

Kise Ryōta era un kitsune, pero no uno cualquiera, claro que no.
Y bueno no era porque es tozudo como una mula, tampoco que fuera un raro espécimen de cabello claro, más bien porque es un Kitsune Zenco, se suponía que debía ser más “iluminado” "espiritual", pero Kise era muy feliz gastando bromas a todo el mundo.

Ryōta sonrío no pudiendo ocultar unos pequeños colmillos que sobresalían apenas un poco, Aomine le vigilaba a lo lejos.

Tenía ya dos semanas de haberse instalado y el moreno no tardó nada en querer echarlo del bosque, sus únicos días de calma había sido a causa de la felina Momoi.

Observo que Daiki se movía adentrándose al enorme lugar, al parecer se había cansado de asecharlo, era tan raro como ninguno que había conocido antes, tenía costumbres muy extrañas. Varias veces le había pillado bebiendo directamente con su lengua sin utilizar nada, o lo miraba quedarse quieto y hacer caras raras, aún no sabía qué significaba aquello pero lo que descubrió fue que Aomine era condenada mente rápido. 
Hasta ahora hubo de tener suerte.

Su estómago gruño, tenía su buen par de días sin comer, el corre corre que te alcanzo del Oni finalmente había terminado y ahora él podría vagabundear un poco mientras buscaba algo de comida.

Ryōta curioseo a su antojo y prácticamente dando saltos trato de cazar su cena, la oscuridad del cielo negó cualquier posibilidad del rubio por alguna presa, era pésimo cazando.

Kise lloriqueo de frustración. Apuntó de rendirse y resignarse a una cena a base de frutillas escucho un grito que le erizo de pies a orejas, hasta su cola se esponjo, se calmo y algo extrañado camino buscando el origen de tremendo galio, grande fue su sorpresa al encontrar a Aomine retorciéndose como vil culebra en el pasto.

Al parecer ni lo había olido o visto por su tremendo dolor, kise arrugo la cara viéndolo tan pálido y sudoroso, pensó el dejarlo e irse, porque, bueno, no era su asunto ni nada, además ¿quien le aseguraba que aquello no era una trampa?. Pero un grito que casi le sangra las orejas descartó un posible truco, Aomine había jadeado apenas y el rubio se espantó, corrió a la pequeña laguna y con un cuenco que encontró en el camino llevo agua al mayor.

Pasó varias horas tratando de tranquilizar al gran mastodonte, pero casi le vuela la cabeza en una de esas, el moreno había dado un manotazo (mortal) al aire, lo hizo con tanta fuerza que el aire le había cortado algunos cabellos y su preciosa nariz estaba roja al haberla rozado.

Kise le dio una patada por el gran susto pero se espantó al oír tremendo grito del otro, casi llora del susto al verlo vomitar sangre, oyó al moreno finalmente sollozar, y su corazón se apretó tanto al verlo así. Suspiro preocupado y con suavidad giro el rostro de Aomine instándole a que le viera.

—Pueda que no ayude mucho, pero te haré sentir mejor ¿si? Solo aguanta.


.....................


Fue el aire fresco el que lo despertó, el moreno miro a su alrededor no recordando nada, fue hasta que vio un poco de sangre seca en el suelo que le hizo entrar en razón.

Gruño con enojo y algo de aprensión, recordaba el dolor y los violentos espasmos que la noche anterior habían azotado su cuerpo, se sentía cansado y sumamente adolorido, nada nuevo.

—¡Ya despertaste Aominechi! ¡Estaba tan preocupado!—lloriqueo una voz a sus espaldas, el Azul brinco en su lugar quejándose por sus doloridos músculos —quédate quieto Aominechi, anoche la pasaste muy mal.

Al moreno casi se le salían los ojos, ¿acaso lo había visto con los males de la luna?.

El rubio ignorando totalmente la mirada del otro se sentó a su lado tirando de su ropa miles de frutillas de colores.

—te he traído el desayuno.

El moreno arqueo una ceja, ¿cómo diablos había acabado así? —¿qué es esto? —gruño el demonio, kise le miró con cara de ¿acaso eres estupido?

—Ya dije que el desayuno, así que apretándole Aominechi y come que te dejo sin nada.

Daiki golpeó el suelo furioso, espantando un poco al zorro.

—¡Y una mierda! ¡No tienes nada que hacer aquí! ¡Y esto no es un desayuno! ¡No soy una puta ardilla!.

Kise se puso rojo de vergüenza y miro a varias frutillas aplastadas por los golpes del bruto que tenía a la par. 
Se sentía humillado.

—¡demonio mala agradecido! Anoche estabas tan mal y quise ayudarte y así me pagas —rugió Ryōta, asustando un poco al otro — ¡y aunque no puedo cazar me esforcé para darte algo de comer! ¡Muérete!.

Y en un estallido de hojas secas el rubio desapareció de su vista.

Daiki arrugo el ceño y miro apenas un segundo las hojas, apretó los labios al sentir una ligera punzada en su conciencia, volteo la cara indignado, y maldiciendo trato de levantarse pero lo único que logró fue un dolor en el trasero al caer tantas veces en el. Se sentía un completo inútil.

El día fue un asco, debido a su condición no pudo cazar y por extensión su tripa se la pasó gruñendo en diferentes altos y bajos, sus músculos doloridos no le dejaban de punzar y se sentía tan débil que a duras penas y pudo moverse por los alrededores. 
Pero algo tocó su pie y el moreno vio una fruta de color verde rojizo brillante, grande, jugosa, se tragó su orgullo y se la comió, giro al escuchar el crujido de unas ramas y pudo vislumbrar el amarillo chillante de la cola del zorro. Sintió un pinchazo de algo extraño en su pecho.

Se pasó la noche negando que era culpa.

......................


Kise estuvo lo suficientemente enojado que no dejo ver ni su cola por unos buenos tres días, ni siquiera apareció con la visita semanal de Momoi y Daiki no tuvo más remedio que contarle lo sucedido, ósea, fue algo como.

El se lo busco Satsuki, así que deja de joder.

Pero Momoi conociendo al bruto que tenía por amigo se imaginó lo que pudo haber sucedido. Y no estaba nada contenta.

Arréglalo Dai-chan, si para cuando venga de nuevo sigue todo igual los dolores de la luna no serán nada — murmuró la Nekomata, haciéndolo tragar duro.

Y ahora Daiki estaba buscando al escurridizo zorro por todo el lugar, maldiciendo hasta el mismo aire, por tremenda tontería.

—Yo podría estar durmiendo ahora mismo...—murmuró enojado—maldito zorro.

Kise observó desde lo alto al moreno que pateaba y gruñía como un gatito berrinchudo, bufando por todo. 
El rubio estaba muy herido, el solo quería formar una amistad con el demonio, más aún lo hizo de corazón. Fue un error.

Tan ensimismado estaba que cuando levantó su rostro pudo ver al moreno sentado en la misma rama y con un enorme ceño fruncido. Espantado grito tan fuerte que hasta algunas aves se espantaron, le dio sin querer una patada al otro y termino resbalándose.

—¡pero qué diablos te sucede!—grito el moreno, Kise apretaba los ojos esperando el impacto al caer pero al abrirlos se fijó que estaba colgando siendo sostenido del tobillo por el demonio—por todos los dioses ¡reacciona!

Kise espabilo y se empezó a retorcer como una vil lombriz. Daiki suspiró, aún sosteniendo al rubio y asustándolo salto al suelo. Le dejo caer ya cerca y el zorro chillo indignado limpiándose las ropas.

Ryōta se coloro como Granda pero Daiki no le dejo hablar le estampo una vara larga, con una punta filosa.

—¿Qué es esto? —susurro.

—Aprenderás a cazar —dijo, viéndolo con pereza —Si me alimentarás mientras sufra por los dolores de la luna, al menos me darás algo que valga la pena.

El rubio abrió la boca impresionado pero no le salió la voz al querer insultarle, soltó una risa y se sintió totalmente ajeno. ¿Qué fue eso?, sentía algo en el pecho.

Sería acaso ¿ternura?

Kise a pesar de querer sentirse enojado, molesto o incluso herido por las cosas pasadas, el echo de estar a la par del otro se sintió realmente cálido

El demonio le había llevado al oeste del bosque gruñendo que fuera sigiloso. El rubio no pudo evitar reír, por lo malhumorado del otro. Pasaron la tarde entre gruñidos regaños y risas.

Daiki totalmente resignado acompaño a Kise por fruta y bayas silvestres, al intentar enseñarle al zorro no consiguieron nada para la cena.

—Aominechi, no llores la fruta te hará bien—consoló el rubio, el moreno gruño algo como:

—¡no estoy llorando!

El Oni fue a su refugio y el zorro le siguió. Pasaron un buen momento, la personalidad de Ryōta y su contagiosa risa hizo que Daiki parara riendo por las tonteras del otro, le observó fijo e interrumpiendo al rubio sobre hongos voladores el moreno le preguntó.

—¿cómo es que has sobrevivido hasta ahora? Eres patéticamente malo al cazar. Hasta un elefante tiene más sigilo que tú.

Kise se sonrojó le sonrió avergonzado y Daiki sintió como un puño le golpeaba el estomago. Lo atribuyó a alguna fruta en mal estado.

—Mo~ Aominechi ¿puedes ser un poco más amable?

—No.

Kise pucheo y finalmente se rió.

—Pues... He sobrevivido más que todo por la comida de los humanos.

Daiki le miro curioso y el rubio se sonrojó más, por su mirada.

—yo llamo mucho su atención al tener apariencia humana, y las mujeres siempre me regalan comida, para que me quede.

El moreno se rió, ya se imagina al zorro cantineando a más de alguna niña.

—Entonces si estabas tan bien, ¿porque demonios invadiste mi territorio? —cuestionó, no había enojo solo curiosidad.

—Nunca me sentí a gusto entre ellos, la verdad, es que en ningún lugar pude sentirme como ahora.

Aomine frunció el ceño no comprendiendo del todo al otro. Pero tenía una expresión tan suave, miraba con cariño cada árbol y pequeño insecto a su alcance, la forma en como sus ojos brillaban por la emoción y en ese momento el zorro le sonrió y sintió una tremenda patada en la boca del estomago que se ahogo con su propia saliva.

Kise le ayudó con su “ataque” de tos y tomando una confianza que Daiki aún cuestionaba se sentó a su lado.

—¿Y tú, Aominechi?

El moreno le vio confundido.

—¿Yo qué?

El rubio puso los ojos en blanco, exasperado.

—¿Cómo llegaste a aquí Aominechi? Me da mucha curiosidad, Momochi me contó que son amigos desde chiquitos, que eran vecinos... Pero tú vives aquí —Kise vio perfectamente cómo el rostro del otro pasó un rictus de dolor e inmediatamente se puso serio.

—No vuelvas a preguntar por eso Kise—hablo serio espantando al rubio, intimidado y sonrojado a partes iguales vio a Aomine caminar hacia una pequeña cueva para dormir.

Kise observó largo rato la oscuridad donde Daiki había desaparecido, por primera vez desde que se conocieron el Oni le llamó por su nombre, su corazón latía como loco.

Tan ensimismados que ninguno noto la aura oscura que los observaba. 
...........................

 

Satsuki llegó a la semana y se encontró con la linda sorpresa, su Dai-chan estaba ya esperándola junto con Ki-chan ambos le sonreían y le dieron la bienvenida. Ella miró con suspicacia al moreno pero el le evitó la mirada la mayoría del tiempo.

Y como era costumbre Kise charlaba muy animado con la felina, ella estaba encantada que el rubio propusiera trenzar su cabello y parecían estar en su propio mundo.

Fue ahí, en ese mismo momento comiendo arroz y pescado que Aomine se dio cuenta que algo cambio, se sentía tranquilo, la mayoría del tiempo su humor era negro y andaba siempre enojado pero ahora sólo miraba al rubio y sentía su estómago dar un vuelco.

Eso lo asusto. Se conocía lo suficiente para saber que significaba esos retorcijones.

Y no, su dieta no había cambiado ya que Kise tenía prohibido cazar por su nula falta de instinto salvaje. Daiki se tensó como estaca al ver al rubio acercarse.

—para ti—dijo risueño, el moreno observó una corona de flores, era más grande que la que él mismo Kise tenía y más aún que la de Satsuki.

Frunció el ceño y abrió la boca disgustado para decirle que él no usaría esas niñerías, pero el zorro le miraba con ilusión, sus orejas caídas y su rostro ruborizado.

Mierda.

Al final del día Aomine se despedía de Momoi con una corona de flores a juego con el del zorro.


...................

Finalmente llego el invierno.

El día estaba horriblemente frío, Aomine se las estaba viendo negro con la comida ya que ahora debía conseguir por ambos, Kise se encargaba de “cocinarlo” y para estas alturas él Oni tenía un estómago digno de un jabalí.

Caminaba de regreso a su cueva cerca de la laguna, cuando vio al rubio acuclillado en la orilla. Daiki sonrió malicioso.

Sigiloso y veloz dio apenas un pequeño empujón al zorro, la geta se quedo trabada en el césped y perdiendo totalmente el equilibrio el rubio callo de lleno en el agua. 
Daiki se tiro al suelo sosteniendo su tripa, Kise manoteaba al agua, sintiendo ahogarse cuando se dio cuenta que el agua le llegaba a la cintura. Salió temblando de frío y como un gato que se le pegado el pelaje.

Su ropa era más pesada, camino lanzando dagas por los ojos, el aire frío le caló hondo en los huesos.
La risa del moreno le sacaba de quicio.

no me extrañaría que se halla orinado encima. Ojalá y se atore con su propia saliva. —pensó el rubio acercándose con intenciones homicidas.

Aomine se detuvo un momento al ver al otro enfrente de él.

Oh, mierda.

Ahora ya no era tannn buena idea, no con el rubio frente a él, su yukata celeste se pegaba a ese fibroso cuerpo delgado, el moreno le recorrió entero, el cuello níveo sonrojado por el frío y la vergüenza, le incitaba a lamerlo, sus hombros descubiertos como Cordero al sacrificio; casi y se atora de nuevo con su propia respiración pero fue al ver esos rosados pezones erizados por el frío.

Aomine empezó a agitarse descendiendo su mirada sin dejar de ver, una estrecha cintura, muslos pálidos, las largas piernas y sin ningún pudor observó el valle entre ellas. Sintió fuego en la base de su estómago.

Por buda y todo lo divino.

Daiki salivo, podía ver perfectamente el miembro dormido de Ryōta, la tela suave marcaba sin dejar nada a la imaginación, idiotizado se levantó sin perderle de vista, se acercó a él con cautela cuando lo acorraló.

Algo en el quemaba, se sentía hipnotizado, salvaje... Caliente. 
Atrapó al zorro sujetándolo con fuerza, el y apenas se quejó aún perplejo.

Se restregó sin pudor, moviendo su pene medio despierto contra la ingle del menor, gimió largo y profundo aliviado, Kise se sentía fresco contra su cuerpo caliente una brisa fría en verano, sus manos bajaron acariciando con ansias sus costados, apretándolo contra si, sintiéndose desesperado aspiro su aroma almizclado con notas dulces. Sus palmas picaban ansiosas como un hormigueo recorriendo con vehemencia esa espalda firme, toco todo a su paso hasta que sus manos tocaron algo suave, de inmediato supo que se trataba de sus tres colas y con curiosidad apretó con algo de fuerza, escucho al menor jadear, las removió y ellas mimosas se enredaron en sus piernas, hasta que finalmente llegó a ese trasero firme y respingón que le mantenía despierto por varias noches.

Amazo ambos globos como masa de pan, deleitándose con lo suave que eran, sintió a Kise temblar y aferrarse a su ropa recargándose sobre el, su cuerpo debilitándose ante sus caricias y finalmente sucumbió. Agarro con fuerza el hermoso culo del otro y con fuerza lo cargo apegándolo a su miembro caliente y despierto. El menor se aferró con brazos y piernas gimiendo entre cortado en su oreja.

Ao..Aominechi.

Su mente se nubló, no supo ni cómo pero ya estaba en la penumbra de su hogar, con Kise saltando sobre su regazo tratando de friccionarse contra su pene buscando alivio. 
Su cuerpo hervía como brasa al fuego, su instinto dormido rugía en su pecho, algo que hace mucho, que no sentía.

Quito con movimientos torpes y frenéticos la yukata del zorro, mientras su boca devoraba el níveo cuello, Ryōta lo buscaba igual de ansioso, devolviéndole cada caricia, cada mordedura hasta que finamente sus labios chocaron.

Y fue sublime.

Ryōta lo atrajo abrazándole desde el cuello, moviéndose sin frenesí y Aomine se sintió ahogado, sus manos apretaron su cintura pegándole al inexistente espacio. Una de sus manos se escabulló en medio de ellos y con firmeza sujeto ambos miembros y Kise grito rompiendo el beso, ahogándose con su propio aire, el demonio le miro embelesado totalmente hipnotizado con el placer del zorrito. 
Los masturbo a ambos, jugando con la punta del pene del rubio viendo cada expresión de extasís, apretaba bajando su mano hasta la base de sus miembros pero su curiosidad le hizo llevarla más abajo jalando talvez con más fuerza de la que debió las pesadas bolas de Kise, que aún encima de su yukata enterró sus garras arañando su espalda, el moreno se bebió cada detalle del rostro del rubio y su vena sadica le instó a hacerlo una vez más.

—¡Daiki!—gimió Kise corriendose sobre su mano y pecho de ambos, el mayor no aguanto más al escucharlo gritar, se corrió manchándolos y se desplomó encima del zorrito que cansado besaba con pereza el esbelto cuello del moreno.

Cansados y con sueño se abrazaron más durmiéndose con el calor del otro.

.......................

Lo primero que sus ojos miraron fue un trozo de blanca piel enfrente de su nariz, sonrío, el olor a zorrito y el inigualable olor a sexo inundaba el pequeño lugar. Aomine aún algo patoso se fue levantado y observó mejor el semblante del rubio, se acercó a él con todas las ganas de ver si el otro estaba de humor para algún mañanero, pero al ver su expresión se alejó.

—¿Kise?

Sus orejas gachas se hundieron aún más y el moreno pudo escuchar perfectamente el tintineo de ese coqueto aro, levantó su rostro rojo y acuoso viéndolo desesperanzado, derrotado y...arrepentido.

—Lo siento...—susurro, lágrimas escurriendo como un tanque desbordado—Lo siento tanto Aominechi a sido mi culpa... Y-yo sabía que estaba mal y aún así...

Decir que el demonio no entendía ni Fu era poco, Kise sollozaba con las telas enredadas, (aún desnudo por lo que pudo ver) sentado y rodeando sus pálidas piernas. A Daiki se le apretó un poco el pecho al verlo así de vulnerable.

Suspiro con cansancio y jalándolo lo colocó sobre su pecho tratando de consolarlo y que dejara de llorar. Pero el Kitsune solo empezó a lloriquear con más fuerza.

—Ya, no es tu culpa. Solo todo se salió de control —trato el Oni, pero el rubio negaba con ahínco y Daiki empezó a desesperarse.

Ya exasperado el moreno le soltó pero tomo su barbilla haciendo que le viera a los ojos.

—¿porqué rayos sería tu culpa? —gruño

El otro tembló y apenas en susurro le contesto.

—Esta no fue la primera vez que pasa esto.

Kise apenas y pudo apartarse se levanto, Aomine no pudo ni siquiera apreciar el bonito culo del rubio en todo su esplendor al estar en shock, fue sino hasta que el usual sonido de hojas explotando le regresó a la realidad.

Se llevó una mano al puente de su nariz apretándolo con frustración, miro un momento y pudo ver un notable temblor en ella, Aomine pálido gruño. Aun recordaba todo su cuerpo convulsionando por primera vez al ser maldecido.

Se quedo todo lo que resto del día ahí plantado como un hongo, desnudo y partiéndose la cabeza. 
Pensó varias horas y ni su estómago rugiendo por alimento lo inmutó, reaccionó finalmente al escuchar el eco de un golpe desde lo profundo del bosque.

¡Kise! —pensó de inmediato y corrió lo más rápido que pudo.

El moreno se quedo helado viendo como varios árboles estaban totalmente destruidos, astillas por todos lados y manchones negros de lodo fétido ahogando el lugar.

Sintió algo horrible en su pecho al ver como un trozo de fina tela de seda blanca hondeaba sucia en la orilla de una rama, la toco con miedo y la acerco a su nariz percibiendo el dulce y picante olor del zorrito.

Solo una persona que él conocía podría hacer algo como eso—Shōgo.

Sus ojos azules se afilaron, sus oídos estaban totalmente despiertos y con una furia fría se adentró en la punta más profunda del bosque siguiendo el rastro asqueroso de lodo con sangre.

Camino por el sendero de árboles destruidos, el lodo podría todo lo que tocara, así que con cuidado avanzó, pudo encontrar mechones rubios a su paso y más tela desgarrada.

Shōgo de alguna forma era igual que el, fue maldecido más severamente , su espíritu había sido encerrado en un cuerpo muerto y huyendo pidió asilo a Daiki para ocultarse en el bosque, el demonio se negó pero viéndolo en las mismas circunstancias le dejo vivir en lo más oscuro, profundo y olvidado del lugar.

Escucho un grito agudo, desgarrado, que le hizo erizarse de pies a cabeza, sus piernas reaccionaron y corrieron hasta donde oía los gritos, el lugar estaba en penumbras el sol apenas y alcanzaba a llegar con lo espeso de los helechos colgando, recorrió gran parte buscando a Kise y a Shōgo, fue hasta que escucho un jadeo ahogado que se giró, el sonido se repetía y provenía desde lo alto de uno de los árboles, se acercó con nerviosismo pensando en encontrar al rubio totalmente deshecho pero grande fue su sorpresa al encontrar al autor de los lamentos.

Shōgo yacía encorvándose en sí mismo su respiración ahogada y gimiendo de dolor.

—¿Que mierda? —susurro, viendo al cuerpo temblando—Shōgo —llamo, el otro hombre le ignoro.

—¡Shōgo! ¡¿Qué diablos pasó?! —le sujetó del brazo levantándolo, el hombre tenía parte del rostro descubierto, algunos vendajes estaban reventados y mostraban el putrefacto cuerpo, una visión grotesca.

Finalmente Shōgo levantó su mirada, sus ojos rojos le vieron con pánico.

—E-es una b-bestia —tartamudo con voz rasposa.

Daiki sintió algo pasar por su columna, dejó a Shōgo que se enroscaba como un gusano y observó su alrededor, fue en ese momento que se fijó en un bulto amarillo, salto del árbol y se acercó con cuidado, podía sentir lo pesado de la aura del rubio.

—Kise...

El bulto se removió y las orejas puntiagudas se asomaron, el débil gemido le preocupó.

Se acercó pero fue apenas un segundo que lo salvó de unas fuertes garras apuntó de enterrarse en su garganta.

Aomine trastabilló perdiendo el equilibrio hasta que finalmente cayó sentado entre unas gruesas raíces, alarmado al escuchar un crujido observó mejor, Kise, él siempre alegre, amable e hiperactivo rubio estaba irreconocible, sus colmillos estaban crecidos igual que sus garras, sus ojos estaban rojos como el fuego sus hermosos rasgos desfigurados, las tres esponjadas colas se removían nerviosas como culebras.

Ver a al gran zorro gritar le asustó, Kise lloraba y gruñía como animal herido, de su boca solo se entendía el lastimero dolor que le invadía y Daiki se sintió abrumado, el kitsune se abalanzaba contra el, queriendo matarlo.

—¡Kise! ¡Mierda, detente!

Fue en un momento cuando finalmente Kise lo acorraló y se lanzó a morderle que Aomine le golpeó, el sonido de huesos quebrándose resonó más fuerte en su cabeza de lo en realidad era.

Pero al verlo gritar y retorcerse le creo un vacío nada agradable, se sentía tan... Débil.

Vio al rubio levantarse enfurecido con su rostro manchado de sangre, con miedo a lastimarle esquivo cada golpe y mordida que le trató de dar.

¡Maldicion! ¡Es cada vez más rápido!

Hasta que el zorro cayó retorciéndose con voz ahogada, Aomine preocupado se acercó con cautela.

—¡No te acerques idiota! —Shōgo se acercó deteniéndole, cojeando y con dolor—finalmente se canso, esta débil pero si te acercas puede que un solo golpe te mate.

—¿Shōgo? ¿¡Qué diablos?! ¡Te acabo de ver echo mierda!

—estaba echo mierda, el maldito me tenía en un limbo—gruño viendo a Kise retorciéndose— tengo lo que necesitaba.

—¿Qué rayos hablas? ¿Qué mierda tiene Kise?

Shōgo le mostró una esfera blanca y brillante muy semejante a una perla de mar, el hombre río girándose al zorro que ya más débil mostró su apariencia mitad humana.

—¿qué rayos es eso? —cuestionó Aomine con enojo y un dejo de preocupación al ver la expresión del rostro putrefacto del otro.

El muerto río aún más y casi burlándose se hincó frente al rubio.

—es una Hoshi no tama, con esto puedo tener de nuevo un cuerpo vivo —dijo girándose al moreno, el brillo de locura en sus ojos desbordándose— y tú, ¿quieres ser de nuevo un orgulloso Nekomata.

Daiki se quedo perplejo viendo la hermosa perla. Ni en sus más hermosos sueños –si es que alguna vez tuvo uno– creyó que algún día podría volver a ser el poderoso felino que fue, todo este tiempo oculto entre los árboles aborreciéndose a sí mismo, pensando, sintiéndose traicionado por los suyos, su familia le había convertido en un monstruo que le quitó su honor y su orgullo transformándole en esa abominación. 
Sintió irá, le habían arrebatado todo condenándolo y sometiéndolo a la luna menguante como su verdugo, todos ellos no soportaban que fuera mejor y ahora él podría volver y demostrarles que estaba sobre ellos que aunque trataron de doblegarlo convirtiéndolo en esto, 
el es más fuerte.

Tomó la perla de las manos del hombre y la observó con admiración, ¿cómo era que algo tan pequeño tuviera el poder de hacer algo tan grande?. 
Pero ¿en verdad valdría la pena?, tomarla significaba matar a Kise, esta era su alma, su esencia, su virtud. Mataría todo aquello que era el zorro, si lo hacía no podría oír esa molesta y aguda voz o volver a ver los ojos grandes y dorados, no tendrían pláticas tontas y discusiones por nada, no podría molestarlo con lombrices o volver a comer esa horrible cosa que llamaba comida. 
Y finalmente comprendió que solamente de imaginar vivir ahora sin el rubio era aún más doloroso que esa estupida maldición. 

—No.

Shōgo se quedo quieto viéndolo estupefacto.

—¿qué?

Aomine rió con verdadera diversión al ver su cara de tarado.

—No quiero volver a ser un Nekomata — le contesto soberbio, acercándose — quiero a Kise vivito y coleando, dando lata y todo, pero conmigo.

Shōgo estalló en furia queriendo golpearlo pero Aomine le esquivo con facilidad, le tomó de los vendajes levantándolo y le gruño con voz ronca y oscura.

—vete ahora mismo, que no me tentare en quebrantar lo único que queda vivo de ti.

Y Como el cobarde que era huyó.


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Se removió sintiendo un cosquilleo, se sentía como en alguna nube esponjosa pero ¿húmeda? Algo hizo presión en su ingle y jadeo tratando de jalar un poco de aire, intentó levantarse pero no lo consiguió, ¿qué rayos? Asustado abrió los ojos encontrándose con el gris lecho de piedra, quiso llevarse sus manos a la cabeza por un pequeño mareo pero ¡sorpresa! Sus manos se encontraban atadas con un lindo moño rojo.

—¿¡pero qué!? ¡Ah!.

Kise jadeo una vez más tratando de hallar aire, pero apenas y pudo cuando se sintió de nuevo ahogar al sentir una corriente eléctrica por toda su columna y un placentero dolor en sus bolas.

—Finalmente despertaste.

¡Diablos! Esa era la voz más ronca y sexy que había escuchado, bueno solo una persona podía llegar a semejante tono grave y era ni más ni menos que.

—¡Aominechi!

El Oni rio ronco al verlo con semejante expresión.

—pareces tronco cuando duermes, sabias que llevo divirtiéndome contigo como por diez minutos y no te dignabas a despertarte.

El rubio se sonrojó hasta las orejas y con vergüenza se trató de cubrir, hasta que reaccionó a las palabras de moreno.

—¿¡divirtiéndote!? —Kise finalmente observó su cuerpo, estaba apenas cubierto por su tradicional kimono rojo y blanco, aunque sus hombros y parte de su pecho estaban al descubierto al igual que sus piernas—oh.

Daiki sonrió de medio lado viendo su expresión, parecía desilusionado.

—pensaste que te tenía completamente desnudo como una mujer a punto de desflorar ¿eh, Kise? — el rubio se sonrojó al verse descubierto—en primer lugar no eres una nenaza, en segundo porque me prende verte así, en tercero cuando finalmente te tome quiero que me ruegues para que te la quite y que sientas como tu piel se quema contra la mía.

El zorro gimió al escucharlo, el calor subía por todo su cuerpo así como sintió algo más crecer. Daiki sonrió al verlo responder solo con unas cuantas palabras, lentamente se quitó la parte superior de su yukata y con suavidad se recostó totalmente sobre el rubio haciendo chocar sus miembros aún sobre la tela.

Kise gimió aún más alto y mordiéndose los labios trato de acallarlos, el moreno le observó con maldad acercándose a sus labios, desde hacía rato se moría por un beso pero no tenía sentido si el rubio no le respondía con ese calor que le abrumaba, le dejo sin aire y siguió con su cuello pasando su nariz sintiéndolo temblar y ahogarse con su propio aire, le lamió con gusto para después mordisquearlo.

—no estás siendo honesto, Kise... —le susurró con el aliento caliente que le puso a temblar aún más.

Aomine había notado que él zorrito aún se resistía a él, no sabía si era a conciencia o no probablemente se sentía culpable por aliviarlo durante sus dolores de la luna.

El rubio trataba de controlarse pero su cuerpo se sentía como vapor caliente, ligero y duro a la vez, no quería dejarse llevar, pero estaba muy sensible por el jugueteo de Aomine mientras estaba aún inconsciente ahora le cosquilleaba todo el cuerpo, gemía tan alto y agudo que las mujeres de los barrios rojos se aborchonarian de escucharlo.

El moreno gruño , subió sus manos apretando a conciencia cada parte del rubio, las poso sobre su pecho y acaricio con deleite la suave piel de sus tetillas, con un reguero de besos descendió abriendo aún más el obi hasta que atrapó una de ellas entre sus labios.

—¡Aominechi!

Succiono con gula oyendo como finalmente el rubio se abandonaba al placer gimiendo fuerte y alto para el. Saboreo su piel y con algo de desespero se pasó a la otra sintiendo los brazos de Kise tratando de encajarse en su cuello presionándolo sobre su pecho. 
Se excito con su voz suplicante y el roce que Kise había empezado a ejercer sobre sus miembros, ahora era el rubio que estaba totalmente inquieto y con sus blancas piernas enredadas en su cintura.

—¡Aominechi discúlpame! Yo sé que estuvo mal pero Por favor... —lloriqueo en voz baja, la culpa le invadía se había aprovechado del demonio cuando más vulnerable estaba, no era correcto y él lo sabía pero no podía detenerse cuando el moreno en medio de su dolor le abrazaba con tanta fuerza y calidez.

Daiki levantó su rostro y con una mueca sería le hablo.

—¿qué crees que hago?, ¡tienes que hacerte responsable de tus acciones! 

Daiki se detuvo y levantándose lo necesario lo vio a los ojos, Kise pestañeo tratando de no seguir llorando y le observó cohibido.

—Te aprovechaste de mi— Kise se encogió— me usaste para satisfacerte.

El rubio abrió la boca pero no encontró palabras para defenderse.

—Y desde ahora estarás conmigo.

Kise lo observó sorprendido pero la hermosa sonrisa del mayor le dejo sin habla así que lo atrajo con suavidad y le beso transmitiendo todos sus sentimientos.

Aomine se levantó sentándose en flor de loto oyendo los roncos jadeos de Kise, el ritmo suave no era lo suyo y en medio del beso casi y ahogo al pobre zorrito, ¡bueno, ya era suficiente era hora de la acción! Lo giro dejándolo con el trasero levantado y el torso pegado al futon, a jalones le quito lo que quedaba del kimono y aparto rápidamente las hermosas colas, ya en toda su gloria dio gracias y empezó con su trabajo, lo lamió y mordió hasta dejarlo con unas cuantas marcas, Kise trataba de recordar cómo respirar correctamente.

—¿Aominechi? —pregunto con voz ronca, al sentir como su trasero era abierto —¡¿?! ¡Ahg!

Era húmedo y caliente, quería gritarle que se detuviera pero su boca y su cabeza parecían haberse desconectado porque lo único que podía hacer era gemir y gritar.

Por su parte Aomine lamia y chupaba con desespero, estaba en su limite y necesitaba al rubio ahora, así que la forma más rápida y placentera que se le ocurrió fue comerle el hermoso culo que tenía el rubio.

—¡ya! ¡Ya no! ¡Por favor Aominechi!

Daiki se sintió poderoso al oírlo.

— Lo quiero dentro ya.

Aomine no alegó más y quitándose lo poco que le faltaba elevó un poco el trasero de zorro hasta tenerlo sobre su miembro.

—Ryōta... —le susurró sorprendiéndole quiso girarse y besarlo pero el mayor le sentó con fuerza sobre su pene haciendo que el rubio gimiera alto.

No se espero y comenzó a embestirlo, Kise gritaba por esa mezcla de dolor y placer Aomine le sujetaba de la cintura haciéndole que fuera más fácil el subir y bajar.

—¡Daiki! ¡Oh por-!

Él zorrito intentó llevar sus brazos hacia atrás pero al estar amarrados solo se removió resbalándose un poco haciendo que el pene de Aomine golpeara en algo en su interior que le hizo ver luces.

—¡ahí! ¡Por todo lo sagrado ahí!

Daiki sonrió en medio del vaivén y le quito la tela que le sostenía las manos, sintiéndose libre Kise maniobró empujando un poco al mayor hasta tenerlo de frente le sonrió con amor y se dejó caer su trasero sobre el pene de Daiki que gruñía como animal pegándole más a su pecho, cogiendo con fuerza el miembro del zorro.

—Ryōta...

—¡Daiki! ¡Y-ya no!.

El moreno se empujaba con energía y Kise se dejaba caer también con fuerza hasta que sus cuerpos llegando al límite explotaron, el placer fue doloroso dejándolos exhaustos, con suavidad se dejaron caer uno sobre el otro.

— ¿entonces, este será mi castigo Oni-sama? —murmuró el rubio levantándose— te amare hasta que te duela Aominechi.

El moreno bufo pero se derritió cuando Kise le beso con mucho cariño en su frente en medio de sus cuernos, le jalo de nuevo hacia él dejando que las colas se enredaran en su cuerpo.

 


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Satsuki se dio cuenta que algo estaba fuera de lugar, y no era por la ligera llovizna que había, lo que estaba totalmente fuera de luga era que.

¡¿Cómo es que estaba rodeada de zorros?!

Todo había estado bien pero cuando llegó a la entrada del bosque prácticamente la cargaron y la sentaron entre ellos, muchos tenían forma humana pero otros eran simples zorros salvajes.

¿Qué mierda?

Cuando finalmente se levantó el ruido de tambores y los gritos de júbilo de los presentes la dejaron sorda por un buen par de segundos, viendo que era imposible caminar con tantos de ellos pregunto a un curioso zorro enorme que lloraba a lágrima viva.

—eh, disculpa, ¿pero qué rayos está pasando?.

El se sorbió los mocos y trato de limpiarse las lágrimas, Satsuki le sonrió y con amabilidad apretó su brazo.

—lo siento, estas cosas siempre me conmueven —hablo ya más calmado— ¿no sabías? Es la boda de Kise-san.

La cara que puso hizo reír al más alto.

—Soy wakamatsu, me gusta tu cola.

La felina se sonrojó sutilmente y le devolvió la sonrisa.

—Momoi, me gustan tus ojos.

El zorro se sonrojó como tomate y Satsuki se acercó más a él.

—¡oh! ¡Ahí vienen los novios!

Satsuki grito y aplaudió con fuerza al ver a Aomine con cara de pocas pulgas y Kise de su mano saludando a todos.

Y bajo del sol y la lluvia un sapo en la orilla de la laguna celebró la ceremonia.

Notas finales:

Uff!!! ¡Finalmente lo hice! Solo algunas aclaraciones, en el Folklore japonés se cuenta muchas leyendas sobre los "Oni" que son literalmente demonios son descritos de dos formas segun la Santa Wikia son los de color rojo siempre furiosos y muy tontos, aparte los azules (como ao-chan) que se caracterizan por por ser egoístas y muy territoriales. 

Por otra parte los Kitsune tambien se dividen en dos, los Zenco: zorros benevolentes y celestiales asociados con el dios Inari, tienen ciertas habilidades dependiendo el número de colas que tenga, por ello es muy fácil que se oculten entre los humanos, entre las colas tenga el zorro mayor poder tendrá. 

tambien una gran característica de estos zorros es el Hoshi no tama, que es la materializacion de su alma entre más lejos este de ella más probabilidades tenga de morir, y puede que en algunos casos se use "chantaje" para que los zorros otorguen favores o utilizarlos con otras intenciones. 

Yako: son zorros de campo, salvajes, traviesos e inclusive malvados, se dice que les gusta gastar sus bromas mayormente en humanos. 

ambos son descritos como altos con rasgos finos de piel palida y cabello negro.

la Geta es una sandalia de madera sencilla. 

La yukata es un kimono ligero para uso diario muy diferente al kimono que es mucho más ostentoso se utiliza más que todo en ocasiones especiales. 

¡Bueno! hasta aquí llego, espero les haiga gustado lo hice con mucho amor para todos los fans de esta pareja.  Nos leemos en otro fic.

~Jalea. 


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