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Predestinados por TitaniaFru

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El joven de pelo negro se estremeció por el frío, una cálida nube blanca se deslizo por sus labios para desaparecer poco después de enfriarse por la baja temperatura del exterior, no podía dormir, llevaba meses inquieto y agotado, se sentía completamente vacío como si una parte completamente esencial para él faltara, más importante incluso que el oxigeno que parecía pesar en sus pulmones, o su sangre, a la que sentía pesada y espesa en sus venas y arterias.

El muchacho caminó buscando algo completamente etéreo a su parecer, algo que llenara el agobiante vacío de su pecho y corazón, a pesar de saber que no debía salir a aquellas horas del enorme castillo del que ahora se alejaba no pudo evitarlo, deseaba sentirse completo pero tampoco entendía la sensación pues desde siempre parecía faltar-le ese algo tan esencial, hubo veces en las que sintió que había encontrado por lo menos un poco de lo que buscaba, siempre donde menos lo esperaba o por decirlo de otra manera en los lugares más peligrosos así como la cámara de los secretos o el lugar donde encontró a su ex-profesor Quirrell tratando de robar la piedra filosofal o cuando fue enviado con el guardabosques, su mejor amigo y Draco Malfoy al bosque prohibido como castigo y se encontró con aquella extraña bestia que se alimentaba de un unicornio, claro que después se descubrió que la bestia era el profesor Quirrell.

Comenzaba a pensar que aquello que buscaba estaba fragmentado de alguna forma, dicho pensamiento le dolía en el alma pero era la única explicación coherente para todo aquello, después de pensarlo mucho se dio cuenta de que no podía rendirse con tanta facilidad, si debía reparar pieza por pieza, trozo a trozo lo que tanto añoraba lo haría aún si aquello le llevaba segundos, días, meses, años, siglos o milenios, el tiempo le parecía insignificante e irrelevante pues para él era más importante conseguir que aquello que amaba con tanto fervor volviera a unirse, a estar completo, y cuando lo consiguiera nadie volvería a romperlo, dañar-lo o tan solo tocarlo, lo protegería fuese lo que fuese sin importar el costo.

Con una nueva determinación apoyó su espalda en un gran árbol y se dejo deslizar hasta el suelo terminando de sentarse, contempló durante unos silenciosos minutos el gran lago oscuro que reflejaba la luz de la luna perdido en sus múltiples pensamientos.

Unos pasos suaves sonaron llamando su atención provocando que se acurrucara más cerca del árbol con claras intenciones de ocultarse de aquel que paseaba por allí, no quería ser descubierto tan pronto por los profesores y tener que volver a su alcoba la cual compartía con tres amigos, prefería ocultarse para poder despejar su mente un poco.

Se asomo con cuidado cuando escucho los pasos pasar por su lado sin detenerse, caminando rápidamente y con clara angustia en su cara se encontraba su profesor de pociones quien normalmente no dejaba ver ninguna otro emoción más aparte del claro desagrado que sentía hacía la mayoría de sus alumnos y sobretodo a él, se fijo entonces en que la mano derecha de su profesor agarraba la opuesta con gran aprensión, aquel acto involuntario le llamo más la atención que cualquier otra cosa en ese momento, el joven azabache se levanto y siguió con sigilo y cuidado al hombre tratando de no ser descubierto en aquella situación tan extraña por seguir a alguien a quien temía tanto.

Caminaron durante mucho tiempo hasta finalmente llegar al final del bosque prohibido donde aguardaba un hombre encapuchado de alta estatura y hermoso porte, el pocionista hizo una reverencia y ambos comenzaron a hablar de algo desconocido para el joven quien se sentía embriagado por la cálida sensación que tenía en su pecho y se extendía por todo su cuerpo dejandolo extasiado, la presencia del hombre encapuchado parecía ser una dulce caricia que llenaba el triste vacío que sentía el joven pero que aún parecía aguardar más, el adolescente de ojos verdes resistió el impulso que le demandaba acercarse a aquel hombre tan elegante.

Suavemente el pelinegro se levantó del suelo y utilizando lo que parecía ser el último resquicio de inteligencia que le quedaba comenzó a correr en dirección al castillo que antes había abandonado.

Notas finales:

Por favor avisad de cualquier error ortográfico.


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