Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Disfraces por aries_orion

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto, mía es sólo la historia.

 

Nunca comprendió el pensamiento de los humanos. Les observaba hacer y deshacer, siempre yendo en un sentido contrario aunque deberían de ir al opuesto. Nunca entendió del todo el significado de añoranza, felicidad, odio, amor o venganza. Para él nada tenía sentido. Nacer en un seno familiar frío y ambiguo fue duro. Así como no comprendía el comportamiento humano tampoco lo hizo con el de su mundo.

Él, hijo de Hades, rey de los muertos y de Afrodita, la diosa del amor. Un bastardo nacido de una de las tantas fiestas desenfrenadas de los dioses. Pero, así como existían ellos, también lo hacían criaturas mágicas. En su mundo no existían tantas reglas como en él de los humanos, salvo una, no podía enamorarse de un híbrido metal.

Lástima que su nacimiento estuviera marcado por la desobediencia a la regla.

Al principio pensó que aquello jamás lo sentiría. ¿Amor, tristeza o rencor? No, su corazón estaba muerto. Hasta aquel día. Cansado de las peleas entre su padre, madrastra y hermano mayor, descendió al mundo humano. Se mezcló, gracias a su continuo acercamiento con ellos logró la apariencia de un chico universitario de veintidós años.

Observó con curiosidad como estos se disfrazaban de vestimentas antiguas, monstruos o personajes de televisión. Algunos muy realistas y otros sumamente divertidos o ridículos. Las fiestas eran casi igual a las que estaba acostumbrado, así que se coló a una usando los encantos heredados por su madre. La curiosidad era más fuerte. En aquella fiesta había de todo, humanos disfrazados, criaturas y algunas deidades. Todas conviviendo bajo la protección de noche de brujas, Halloween o muertos, como los humanos nombraban a aquella celebración.

Su iris se movía de aquí para allá, observando los juegos, la forma en la cual bailaban, tomaban, decoración y música. Era divertido y un tanto extraño. Reía discretamente cuando algo le parecía divertido. Sin embargo, la fiesta no fue el acabose, sino lo que se encontraba tras la barra. Por primera vez su corazón latió desquiciado. Sus ojos no pudieron despegarse de aquel chico. Era atrayente, hechizante, pensó que se encontraba frente al verdadero hijo de Afrodita.

Ahí. En ese instante. Su mundo quedó patas arriba.

Sólo un espectador más que no perdía detalle de sus acciones y gestos. La primera vez sólo le observó, detallando cada parte del chico. La segunda, se dio cuenta que le encantaban aquellos ojos con ciertos tonos rojizos, era algo torpe, pero siempre le provocaba sonreír. La tercera experimentó la desilusión junto con la tristeza, pues él chico le bailaba, coqueteaba y besaba a cuanta fémina tenía a su alrededor. No tendría ninguna oportunidad con él.

Año tras año se coló a innumerables fiestas de disfraces humanos para ver sólo una ínfima parte de tiempo al chico. Esperaba ansioso esa fecha del año. Por primera vez agradeció la existencia de los humanos, su evolución daba resultados agradables.

La octava fiesta, conoció el nerviosismo, sus manos sudaban y su mente no procesaba del todo a su alrededor. Él chico de nombre Naruto, que supo ante el grito de un lobo, le observaba con extrema seriedad. Intentó huir, pero algo le impedía ejecutar tal acción. Hasta que lo tuvo enfrente, a unos cuantos centímetros de distancia. Mirándole fijamente.

–¿Cuál es tu nombre criatura?

No sabía si ponerse a chillar de la emoción u ofenderse de la forma en la que lo catalogó, ¿quizá era una forma de coqueteo? No lo sabía. No comprendía cómo funcionaba la interacción entre dos seres cuando los sentimientos se encontraban involucrados. Indeciso y mordiéndose el labio inferior, contestó.

–Sasuke.

–Bonito, te queda más.

Arrugó el ceño, él no era bonito como su madre o varonil como su padre, nunca se sintió especial por nada y su apariencia no figuraba en su lista de cualidades.

–No te enojes, no tienes el derecho cuando me has observados por ocho años. – Sonrojado escondió su mirada con un asqueroso gesto que aprendió observando a su madre. –Naruto Uzumaki.

¿Su oído era tan sensible? Se sonrojo a más no poder, incluso sus orejas adquirieron el tono rojizo de sus mejillas. No volvió a hablar, pero Naruto no le dejaba de hablar de cuanta cosa se le ocurriera, hacía malabares con las botellas de licores frente a él o le mandaba besos, o le giñaba el ojo. Todo un coqueto.

Al finalizar la noche, no le encontró, un tanto abatido regreso al lado de su madre. No discutió ninguna orden de esta y mucho menos evitó los gritos de su padre o las burlas de su madrastra. Siempre metido en sus recuerdos de aquella noche. Sonreía cuando veía cualquier cosa azul, pues estas le recordaban a Naruto.

Noveno año, se encontraba en su habitación, portando un simple disfraz. No comprendía por qué se sentía inquieto, quizá no le encuentre o sólo le ignorará. Respiro hondo, era hijo de Hades y Afrodita, no podía haber cabida a la duda. Al menos, no de su corazón.

Entró. Apenas puso un pie dentro de la fiesta sus caderas fueron tomadas con una mezcla extraña de fuerza y suavidad. Al girarse para golpear al osado, su determinación quedó hecha añicos. Naruto le sujetaba sonriendo de oreja a oreja, con aquellos ojos azules con toques rojizos que comenzaba a adorar. A extrañar.

–¿Tengo que esperar un año para verte?

–¿Importa? – Le observó serio.

–Es mucho tiempo Sasuke. –Dio un par de pasos hacia atrás, más no quitó sus manos de su cuerpo. –Seamos amigos. – Le sonrío.

Él no contestó nada, se dejó arrastrar como un muñeco sin razón por la vivacidad de Naruto. Paso lo mismo que la última fiesta, el rubio centraba su atención entre las bebidas que le pedían y él. Al final no se perdieron de vista, se fueron a un parque con un par de cafés apreciando el amanecer sobre la ciudad. Poco hablo, evitó contestar preguntas sobre su familia y su procedencia. No quería ser tratado diferente, pues incluso en su mundo existían las jerarquías, la cuales eran más notorias que en el mundo humano. No. Sólo quería conocer al chico. Saciar su curiosidad y poder seguir experimentando todo aquello de lo que hablaban los seres y su madre.

Esa misma mañana, Naruto le llevó a comprar un celular, le enseñó lo básico, desde ahí comenzaron a mensajearse a toda hora. Se ponían de acuerdo para verse o simplemente hablaban por horas. Ambos sabían que eran seres de los cuales los humanos investigaban o se disfrazaban, pero ninguno revelaba detalles de su verdadera naturaleza. Para Sasuke, aquello estaba bien. Darle un toque de misterio a su relación, que tampoco tenía nombre, le gustaba.

Le encantaba muchísimo ser el primero en enviar un buenos días o un simple emoticono. La diversión de sus respuestas era algo que no se perdía. ¿Acaso te levantas al son del sol? ¡Duerme más! Sasuke son las cinco de la mañana, duerme y déjame dormir. Todas las respuestas mal escritas o los audios apenas audibles por los constantes gimoteos o bostezos de Naruto.

Todo era nuevo.

Sus sentimientos eran una constante montaña rusa. Hasta que nuevamente todo a su alrededor se transformó en pequeñas mariposas.

El baile del universo, una fiesta celebrada cada veinte años por la Madre Tierra, el dios de la creación. En aquel salón, donde sólo las estrellas se observan, se congregaban dos mundos. Los dioses solares y los lunares. Uno era el clan de luz y el otro demoníaco. Si así se les puede catalogar. Pero para Sasuke lo único que los diferenciaba era la forma de su procedencia de poder y el mundo que les tocaba regir y cuidar. Uno era dado por el día y el otro la noche, y porque tomaban la forma de un animal al momento de liberar su poder.

La mayoría de los pertenecientes al clan lunar eran híbridos, salvo la descendencia de los dioses principales.

Aburrido como estaba, Sasuke no prestó atención de su alrededor hasta que el cuchicheo se hizo fuerte.

No pudo evitar aferrarse a la vestimenta de su padre. El aire se negó a entrar a sus pulmones. La incredulidad y sorpresa eran demasiados opresivos para su débil e ingenuo cuerpo. Pues ahí, al lado del líder supremo del clan lunar, con tres colas y dos orejas sobresaliendo de un kimono negro con un obi naranja se encontraba Naruto. Serio, luciendo su metro ochenta junto con su iris azul. Varonil, fuerte y deslumbrante.

–Qué asco, bastardo nacido de Kurama, un celestial y un humano. Tres especies en un sólo ser. ¿Cómo puede tolerar tal ultraje la Diosa Madre?

–Eso no te importa soberana de la muerte.

Sasuke escuchó el intercambio de palabras entre su padre y su reina, más sus ojos no podían despegarse del cuerpo de Naruto. Ahora entendía el origen de sus rayitas en las mejillas, porque le gustan las bromas y su forma de pegarse a las féminas. Pues, un zorro demoníaco necesita de la esencia vital para sobrevivir hasta la mayoría de edad, sobre todo alguien que además es en parte ángel y humano.

Otro sentimiento nuevo experimento, miedo.

Amar o desear a un ser de la mitad sur del mundo era una blasfemia para su clan. Una deshonra. No quería creer que su corazón escogiera al hijo del dios de los elementos.

Temblando se aferró a su padre, las piernas apenas le sostenían. No podía creerlo. Aquello no podía estarle pasando. Por primera vez se aventuraba en aquello que su madre protegía y le han vetado de por vida. Porque un dios sólo entrega el corazón una vez. El suyo, fue entregado con sólo una mirada.

Se fue de la fiesta, soportaría el sermón y los golpes de toda la familia por tal falta con el dios supremo, pero él no podía estar ahí. Se escondió entre las ropas de Suron, acompañó a cada alma que decencia al mundo de los muertos. Por más que sus padres le gritaron se negó a dejar la seguridad de las tierras subterráneas. Le hizo compañía al guardián y a los jueces. Faltó a cientos de celebraciones, sus tíos regentes bajaron en un vano intento de convencerle.

Una desilusión amorosa no era fácil de sobrellevar, menos cuando esta apenas comenzaba.

–Estás demente, volvería a ir en contra de toda regla con tal de estar al lado de mi chico. Ese hombre lo vale.

Aquellas palabras de un alma siendo llevada a través del río negro le sacudieron lo suficiente para levantarse. Estudio por todos los ángulos la posibilidad de una sublevación de su parte. La respuesta fue clara como el sol cubriendo su cuerpo. Quería seguir experimentando sentimientos al lado de Naruto.

Décima fiesta de disfraces.

–¿Ahora no sólo será un año sino cinco los que me harás esperar?

¿¡Cinco años?! ¡Oh por todos los dioses! Para él sólo fueron unas cuantas horas. Respiro hondo, el tiempo en el mundo subterráneo era lánguido.

–No creo que la compañía te haya hecho falta. – Dio un par de pasos hacia atrás, la cercanía le alteraba lo suficiente para no pensar lo que decía.

–Cierto. – El blondo se acercó los pasos que él retrocedió. – Pero nadie era tú.

Afortunadamente el Dj decidió jugar con las luces si no, Naruto hubiera apreciado su cara completamente roja. Maldita sea. No era una chica y su cuerpo reaccionaba a todo lo que el híbrido metal hacia a su alrededor.

–Bien, iremos por bebidas y después a bailar.

Sin voluntad se dejó arrastrar. Su muñeca apresada entre los dedos contrarios se sentía cálida. Dos tragos, charlas y con el tercero en mano se hicieron un hueco en la pista. Bailo. Sasuke por primera vez se atrevió a dejar que la música guiará su cuerpo, no dijo nada y mucho menos intentó parar las traviesas manos de Naruto sobre él. Todo le parecía hechizante. Otro mundo con muchas luces de neón, notas poderosas y Naruto; no existía nada más. Sonreía cada tanto. El tiempo, el bendito tiempo no hizo de las suyas. Al menos, no con ellos dos porque se encontraban juntos. Divirtiéndose. Recibió y dio unos cuantos besos en la mejilla o en el cuello. Comenzaba a amar el mundo humano, pues ahí no era ni dios ni especie, sólo un chico más divirtiéndose. Festejando junto a los monstruos y los muertos.

–¿Por qué la sonrisa Sasuke?

–Celebro algo de lo que soy parte.

Ironía de la vida, él, hijo de la muerte junto al siguiente líder del sur besándose tras una pared.

Nunca hubiera imaginado que compartir fluidos bucales y movimientos de labios fuera tan placentero. Delicado y salvaje. No podía parar de salivar, de mover sus belfos contra los de Naruto, tratando de seguirle el paso al experto. Sus manos se aferraban al cuello o la camisa contraria. Su espalda era recorrida, su cintura apresada entre dos manos que no permitían el alejamiento. Brutales sensaciones que no se comparaban al baile de horas atrás.

¿Una mirada te puede dar valor o el alcohol lograba cosas surrealistas?

O quizá, simplemente deseaba experimentar aquello bajó las manos de Naruto. La razón había quedado muy lejos de su cabeza, sólo las sensaciones mandaban. Ahí, bajo el cuerpo del híbrido, Sasuke conoció las delicias de un beso y la idiotez del primer orgasmo.

Al despertar, se encontró entre los brazos de Naruto, en una cama y habitación que no reconocía. Se alejó tan rápido como pudo de él que terminó en el suelo. Buscó sus ropas, se estaba abotonando la camisa cuando una respiración chocó contra su oído provocando una deliciosa corriente eléctrica.

–No te vayas.

Dilemas, malditos dilemas que lo único que lograban era trastocar el cerebro y el aroma de Naruto no ayudaba precisamente.

–Quédate, duchémonos y salgamos. Una cita, ¿te parece?

–¿Cita? ¿Por qué quieres tener una de esas?

–Porque después de lo de anoche, te quiero para mí. – La voz ronca de Naruto no daba cabida a la duda que él necesitaba para negarse. – ¿Te quedas?

¿Se quedaba? ¿Estaba dispuesto a conocer al chico? ¿Por qué observo los ojos azules?

Ahora no podía retractarse. No después de ser atendido como un príncipe, pues al salir de la ducha el desayuno ya estaba preparado en la mesa. Le compro ropa, más no sacó de su cuerpo la sudadera de Naruto. Su olor estaba impregnado en ella, parecía como si este le estuviera abrazando todo el tiempo. Cursi, pero así se sentía y mientras nadie chismosee en su mente todo pensamiento romántico estaba permitido. Le llevó a un centro comercial, al cine, a un museo, a comer para terminar caminando en un parque.

Si así se comportaba después de besos y un orgasmo compartido, no quería saber cómo sería después del acto sexual completo.

Naruto en todo momento hablo, él comentaba cuando lo creía oportuno, su naturaleza era silenciosa no parlanchina como la del blondo. No pudo evitar sonrojarse cuando este, de la nada, le tomaba de la mano o de la cintura para atraerlo a él. Recibiendo besos fugaces en su cabeza o mejilla. Todo tan nuevo que su actitud arisca fue olvidada. Detestaba que le tocaran, que invadieran su espacio personal, pero con Naruto no podía aplicar aquellas reglas. ¿Acaso algún ayudante de su madre había querido jugarle una broma o alguna de sus estúpidas flechas le dio y no se percató de ello?

Aunque lo borde no lo pudo controlar, cuando algo no le gustaba lo decía, importándole poco de quien se tratara. Nadie podía decir nada sobre su tonta salida con Naruto y mucho menos decir lo guapo que era. Ya lo sabía. Lo veía.

–Sasuke.

¿En qué momento este se puso frente a él?

–¿Estás enojado? – Levantó la ceja sin comprender de qué iba el rubiales. – No lo estés, bonito.

–Ahórrate tus estúpidos sobrenombres melosos para otros.

Le dio la vuelta continuando por el camino de piedra, quería llegar al filo para sentarse, más sólo pudo dar unos cuantos pasos porque su mano fue jalada y con ella todo su cuerpo chocando contra el de Naruto. Quien le apresaba con fuerza de la espalda, tan pegado de su rostro, con la punta de las narices tocándose, bebiendo el aliento contrario. Sin poder evitarlo se sonrojo. Demasiado cerca. Mucho.

–No hay otros, sólo tú... ¿quieres ser mi novio?

¿Un dios podía considerarse cobarde?

Tener la respuesta y no ser capaz de darla entraba en el concepto de cobardía, ¿cierto? ¡Era un tonto! ¿¡Cómo pudo huir apenas sintió el roce en sus labios!? Naruto quería una respuesta y él sólo huyó, se esfumó de entre sus brazos a la casa de su padre. Oh Dios. ¿Si su padre se enteraba estaba muerto? ¿Qué clase de castigo le pondrían por mantener una relación con alguien como Naruto?

Demasiadas interrogantes que eran fruto del miedo. Apenas podía considerar madre a quien le parió, pero su padre era otra historia. Quizá para el resto del mundo y su madrastra no tenía sentimientos, sólo pensando en su propio beneficio, pero con él nunca fue así. Frío y distante fuera del averno, gentil y comprensivo dentro de casa. No sabía si lo era sólo con él o también con su hermano. Ahora sólo estaba ahí, temblando entre sus brazos, con su túnica siendo apresada entre sus dedos mientras este le acariciaba los cabellos y soltaba un poco de su poder formando un escudo que él sabía le gustaba sentir.

Sólo así se sentía seguro. Su relación no era de charlas o gestos, pero sí de acciones cuando se necesitaban con tanta desesperación como en ese momento.

–Para todo hay una solución Sasuke.

–No para esto padre, temo que cuando te enteres me odies más.

–El odio nace del amor y el amor del odio, pequeño. – Su padre depositó un beso en sus cabellos.

–Mhm.

Pensar. Su cabeza era la única función que realizaba, pero esta vez no permitió que cinco años pasarán. Sólo uno.

Onceava fiesta de disfraces.

Entró con la vestimenta de un guerrero del infierno, botas, pantalon, camisa, un chaleco, todo en negro. Buscó a Naruto, rechazó varias ofertas de baile y tragos. Uso su vista hasta hacerla sangrar, pues las luces le lastimaban cada vez que usaba su poder ocular. Derrotado por escanear hasta en la piscina, decidió marcharse, quizá no le esperaría y dado que nunca hubo una respuesta a los cientos de mensajes y llamadas, el blondo se rindió.

–Comienzo a pensar que te gusta el juego del gato y el rato, pero a mí ya comienza a fastidiarme, Sasuke.

–No eres tan importante para jugar.

–Importante o no, tú comenzaste esto. – Los brazos cruzados sobre el pecho, su cara seria y aquellos ojos refulgiendo en fuego eran una imagen tóxica. Una que no se cansaría de ver, porque se veía tan jodidamente imponente. Atractivo.

–Debo terminarlo entonces.

–Pues te estas tardando porqmhg... mph...

Nuevo truco aprendido. Callar a Naruto con un beso era entretenido y más si este intentaba decir algo.

–Bastardo manipulador.

–No veo que quites tus manos de mí. – Una mano en su cintura y la otra en sus cabellos, ambas apretando para no escapar.

–¿Quién querría hacer algo como eso? – Otro beso. – Espera. – Otro beso. –Joder Sasuke, espera.

–¿Qué? – El azabache se separó molesto de Naruto.

–¿Esto es un sí?

–¿Tú que crees?

–Puemph...

Sí, muy divertido callarlo con besos.

Probablemente su familia le desterrara. Empero, valía la pena por estar entre los brazos y labios de Naruto. Aquella noche no hicieron nada más que besarse, acariciarse y dormir abrazados. No importó que la fiesta apenas comenzaba. Sólo deseaban estar ellos dos solos.

Tres años humanos duró su relación. Tres meses para su mundo.

En ningún momento se atrevieron a confesar su linaje, mucho menos Sasuke sabiendo de antemano quién era el padre de Naruto. Quería postergar lo más que pudiera su presencia. Vivir y conocer cada sentimiento, sensación y aventura al lado de Naruto y los amigos que hicieron durante su viaje a través del mundo humano. Donde las reglas de los dioses no eran del todo subyugantes.

Después de trece años de coqueteo y tres de relación ambos cayeron en las redes del placer.

Sasuke no quiso evitarlo y Naruto no pudo decir no. Un lecho, una montaña y el universo fueron testigos de los jadeos pesados del híbrido, de los gemidos y gritos de éxtasis del dios. Sus poderes pululando a su alrededor reconociéndose, mezclándose, siendo uno como sus cuerpos. Ambos terminaron con las marcas del otro, con los labios hinchados y los ojos insaciables por la imagen de su compañero. Sasuke no se cansó de aferrarse a Naruto y Naruto de besar aquella boquita que no hacía más que llamarlo.

Ninguno notó la presencia de cierta diosa y mucho menos de las marcas que en su piel eran grabadas con fuego blanco.

Su felicidad se vio opacada por la invitación a un baile de parte de Madre Tierra. Se separaron con promesas de volverse a encontrar y esta vez, de contar todo aquello que desde un principio tuvo que ser dicho.

–No sé qué has estado haciendo hijo mío, pero te ves hermoso.

–Gracias madre, pero yo no soy nada comparado contigo.

–Un hijo de Afrodita siempre será hermoso y nunca opacara mi belleza porque esa sólo la ve quien posea tu corazón.

–¿Y si no te gusta mi elección?

–Soy la diosa del amor, protejo y comprendo todo amor nacido sin mal intención. – Le abrazo y beso. –No demores en bajar, hijo mío.

Las puertas de su habitación fueron cerradas.

–No protegerás el mío... Nadie lo hará.

La majestuosidad de la casa de la Diosa Madre era increíble, Sasuke nunca se cansaría de admirarla. Tanto tiempo en pie debió de observar demasiados hechos que a él le gustaría oír. Entró con su madre aferrada a su brazo. Su padre junto al resto de la familia de los muertos ya se encontraba ahí, bebiendo y charlando. Su madre le llevó a saludar a otros dioses y regentes de criaturas.

El clásico murmullo ante la llegada de los dioses del sur no se hizo esperar. Escondido tras el cuerpo de su madre observó a Naruto al lado de su padre. Ambos imponentes, luciendo sus colas y orejas con orgullo; igual que el resto de los suyos. No pudo alejar sus ojos de él. Aquel dios era suyo, no podía decirlo y mucho menos soltar a su madre para ir a su lado. Perderse en su fragancia y hacerse gelatina en sus brazos.

Sin embargo, algo andaba mal, pues Naruto estaba más serio de lo normal, podía sentir su furia y un poco de tristeza. ¿Qué ocurría? Quería ir a preguntar, pero su preocupación opaco aquel lazo que no estaba ahí antes de aquella noche.

La fiesta continúo, todos metidos en sus respectivos asuntos y nadie cruzando aquella línea invisible que evitaba mezclarse entre ellos. Nuevamente las puertas se abrieron, un grupo vestido de blanco, gris, negro y rojo se presentaron. La sorpresa fue general. Los celestiales entraban, sus pisadas no eran escuchadas, pero si el ondear de sus ropas y alas, las cuales se fueron ocultando conforme se acercaron al pie de las escaleras donde se encontraba el Dios Madre.

Para todo ser era todo un misterio su rey, pues nunca mostraba su verdadera figura, a veces era un hombre, otras mujer, la edad variaba así como en las criaturas en las que se convertía. Todos los seres cuidaban su actuar porque nunca sabían si Madre Tierra les escuchaba u observaba.

–Dios Madre. – Habló el líder de los celestiales.

–Rasa, viejo amigo, ¿cómo has estado?

–Como se puede estar.

–Bien. –El dios bajó los peldaños restantes hasta una figura que no se quitó la capucha. –¿Por qué no me muestras tu rostro mi niño? –Este negó suavemente. –Demasiado sufrimiento para un ser que su único pecado fue amar e intentar abrir un puente que hace mucho fue cerrado.

–Lo siento, Madre Tierra. – La respuesta apenas fue audible de parte del encapuchado.

–Muéstrame, mi niño.

Unas manos caramelo salieron entre la túnica, lentamente tomó los bordes de la capucha para desplazarla hacia atrás. Sasuke tuvo que agarrarse del pilar donde estaba recargado. El hombre era casi idéntico a su pareja, salvo por sus marcas en las mejillas, era ver a Naruto de adulto. Entonces, su mirada le busco, su pareja temblaba sorprendido por lo que presenciaba. Recuerda que en una ocasión bajo los efectos de toda una noche tomando, Naruto le comentó que hacía muchos años no veía a su papa, su familia no aceptaba a su padre y, por ende, a él tampoco. Alejados fueron de él.

Ahora lo tenía a unos cuantos pasos y la absurda regla de no mezclarse en la fiesta era más tangible que nunca.

–Las reglas de abajo no van en mi casa. –El hombre le observaba incrédulo ante lo dicho. –Puedes ir.

La capa cayó. El chico corrió al lado del clan sur. Su vestido negro con un pequeño cinturón rojo ondeaba mientras Naruto se acercaba presuroso a él. Ambos llorando, sonriendo y abrazándose se observaban, acariciaban y hablaban quién sabe qué. Su pareja sonreía con lágrimas, era una imagen sumamente hermosa. Después este le soltó, el hombre fue apresado entre los brazos del Dios Kurama para a continuación arrastrar a su hijo al apretado abrazo.

Las leyes dividían familias, pero estas se hicieron para romperse.

Sonrió por la felicidad de su pareja. Quizá Naruto no le prestaría atención por un tiempo o sólo escucharía sobre su progenitor. La fiesta continúo hasta que los gritos de la familia recién reencontrada interrumpieron la música.

–¡¿Cómo pudiste hacer semejante idiotez Kurama?! ¡Tú mismo me prometiste que mi hijo no seguiría las estúpidas leyes y tú se las impones!

–¡Si papá, ¿cómo pudiste?! ¡Te dije que...!

–¡Cállense! Son demasiado ruidosos.

–¡No me calles zorro del demonio! –Amenazo Minato.

Con razón Naruto era muy expresivo, si venía de familia. Negando por lo absurdo de la situación se encaminó a la mesa en busca de algo que beber. La música subió el volumen, apenas la charla de la familia se escuchaba.

Su madre le arrastró a bailar con ella, incluso su tía Hera y Artemisa le pidieron una pieza. No se negó, era extraño que ellas le pidieran algo así, pero dado el olor del alcohol en sus ropas supuso que todo estaba bien. Al finalizar la pieza, su madre tomó el lugar de su tía para la siguiente, pero la música fue cortada por la orden de Madre Tierra, quien sonreía y sostenía una copa. Su madre le paso una para beber mientras el rey supremo hablaba.

–Amigos y familia, agradezco su asistencia, pero esta fiesta posee un motivo oculto. Por años he visto a cientos de mis hijos caer en desgracia por problemas que atañen sólo a mi esposo y padre. La muestra más conocida es...

–A mi familia no la tomes como ejemplo, infeliz.

–Kurama, hijo mío, cállate. – El dios iba a volver a hablar, pero el celestial le golpeó.

–Lo siento Madre Tierra, mi esposo olvida sus modales.

–No te preocupes Minato. – Le sonrió, se giró para quedar de frente a todos y continuar. – Como les decía, la muestra mejor conocida por las disputas es la relación del celestial Minato, la humana Kushina y el dios del sur Kurama, fruto de aquello Naruto. Un cachorro hermoso, debo decir. – Las risas de algunos se presentó, Sasuke no pudo evitar reír al ver el sonrojo y la vergüenza de su pareja por las palabras de la diosa. –Dado el resultado, he decidido intervenir.

–¡No te atrevas! – Le advirtió Kurama.

Todos quedaron sorprendidos por el arrebato, incluso su poder era visible dejando ver lo furiosos que se encontraba el líder del clan. Un ademán y el poder del hombre desapareció, ahora sí, todos con la duda prestaron más atención a las palabras de Madre Tierra.

–Estoy cansado de ver amores y familias alejadas por ello. La distinción no se creó para distanciar sino para dividir la carga del mundo humano y el de las criaturas. Submundos viven y de ellos también debemos encargarnos. Por ende, doy mi consentimiento para que el celestial Minato contraiga nupcias oficiales con el líder del sur, el dios Kurama.

–¡No puedes rebajar a un celestial a semejante vida!

–Rasa, no te estoy preguntando.

–¡Oye imbécil, Minato no ha llevado vida indigna estando a mi lado! – Bramo Kurama.

–El simple hecho de abrirse de piernas para ti ya es mucho.

Y la disputa comenzó, pero para asombro de todos, incluso Madre Tierra, quien había golpeado al líder de los celestiales fue Naruto. Sus alas desplegadas en vueltas en fuego, con los colmillos y garras sobresaliendo; una cola de zorro elevada, lista para el enfrentamiento. Tres mundos en un cuerpo.

–Controla tu lengua, ángel de mierda.

–¿Cómo te atreves maldito hibrido?

–¡Suficiente! – El grito de Madre Tierra apago todo poder desplegado. –El próximo que vuelva a interrumpir los mandaré al principio del universo.

–Sólo termina de hablar. – Kurama chasqueo los dientes ante la mirada de advertencia del dios supremo.

–Por décadas el matrimonio ha logrado la unión y dado que ustedes se mantienen reacios al cambio, por un matrimonio les uniré. El primero con los celestiales y los demonio, Kurama y Minato, el segundo con el siguiente líder del clan del sur, en el cual recaen tres especies. Naruto se casará con un dios del sol.

–¿¡Qué!? – Grito Naruto.

Los cuchicheos se elevaron. Nadie podía creer lo dicho por Madre Tierra. Aquello era una completa locura. Eso no podía estar pasando.

Sasuke creía en la unión y en lo absurdo de aquella línea, pero tener que usar a Naruto para desaparecerla era horrible. Imponer amor era cruel para ambas partes. Una orden de Madre Tierra era absoluta y nadie iría en contra de ello. Al menos, no él. Su poder no era oponente para ello, perdería a Naruto para siempre. Quiso pedir ayuda a sus padres, decirles que él se ofrecía para ocupar aquel puesto, pero nada salió de su boca.

Su cerebro no era capaz de conectar con sus cuerdas vocales. Estaba aterrado.

–Con el debido respeto Madre Tierra, pero me niego. – Hablo Naruto.

–No estoy pidiendo tu opinión muchacho.

–Usted tampoco pidió la mía para ponerme como un trofeo al mejor postor. – Le reto.

–Te casarás. – Dictamino Madre Tierra.

Una copa cayó. El ruido obligó a todos a girar al origen del disturbio.

El azabache se encontraba más pálido de lo nunca fue su piel. Todos le observaban dudosos, más los únicos ojos que le importaban le miraban sumamente sorprendidos y un tanto dolidos. Nuevos sentimientos, terror y pánico. No quería ser visto de aquella forma de parte de Naruto, detestaba usar los vestidos tradicionales de su madre. Muy femeninos para su gusto y muy estorbosos para moverse con libertad.

–Habrá, un baile dentro de dos semanas para presentar a toda señorita y guerrero para ser elegido po...

Las palabras de la diosa hicieron que todos regresaran su atención a ella, incluyendo Naruto. Notó el desconcierto en su madre y la duda de su padre. No podía estar ahí. Un nudo invisible apresaba su garganta cual boa impidiéndole respirar o hablar. Sus ojos se cristalizaron e impedían ver más allá de cinco pasos de su persona. Retrocedió lentamente. Demasiados sentimientos. Desmedidas sensaciones a la cuales no estaba habituado le llevaron a comportarse de una forma poco adecuada.

El mundo del amor era nuevo. Podía enfrentar a cientos de guerreros, sobrevivir con sólo sus manos e incluso podría superar a Atenea en conocimiento, pero aquello le superaba. Con su traje manchado de vino se encaminó a las puertas. Debía irse, no podría ir a la fiesta para ver como Madre Tierra daba la mano de Naruto a alguien que no era él. Su tío Ares tenían razón, lo prohibido era excitante, pero el perderlo, era agonía pura.

–Das un paso más y me va a importar poco empezar una guerra, Sasuke.

El azabache se detuvo. El silencio volvió a reinar en el salón.

–Y usted, – Apuntó a Madre Tierra. –no se atreva a decidir con quién me voy a casar y tú, bastardo mentiroso, date la vuelta.

La voz profunda de Naruto le ordenaba y su cuerpo no podía oponerse. ¿Por qué no podía? Respiro profundo un par de veces, si iba a enfrentar aquello sería con la cabeza en alto. Se giró, casi cae ante la imagen de un muy furioso híbrido. Su híbrido metal poseía la única mirada capaz de doblegarlo, de hacer cosas que nunca hubiera imaginado, como esa, donde ahora camina en su dirección hechizado por su postura y ojos color rubí.

–Vas soltando ya, el porqué de tu huida.

–No tengo que darte explicaciones. – Rebatió altanero.

–Oh, por supuesto que sí. –Le reto, su poder comenzaba a popular a su alrededor, pero en lugar de atemorizarlo comenzaba a excitarlo. –¿Y bien?

–¿Y bien qué?

–Sasuke, no estoy para tus putos juegos, habla ya. ¿Qué haces aquí?

–Lo mismo que tú, vine con mi familia a la fiesta de...

–¡Me importa una mierda con quien viniste a la fiesta! ¡¿Quién eres?!

–Sasuke Uchiha, hijo del dios de la muerte Hades y de la diosa del amor, Afrodita. –No pensó, sólo contesto.

–¡Eres un puto dios!

–No grites Naruto, te escucho perfectamente.

–Voy a gritar todo lo quiera bastardo, ahora responde, ¿sabías quién era?

–No. – La mirada azul le instó a continuar, quería la versión larga. – No sabía que eras antes de la fiesta de Madre Tierra.

–¿Por eso los cinco años? – Asintió. Naruto se soba las sienes. – ¿Por qué no dijiste nada? – Elevó los hombros en respuesta. –Eres todo un caso Uchiha.

–Sasuke, ¿conoces a... este chico? – Su madre se acercó a ellos en un gesto de defensa y sobre todo para alejarlo de Naruto.

–Es mi novio. – Contestó el rubiales. Oficialmente Sasuke quería que Madre Tierra le arrastrara al castigo del universo. Naruto no podía ser más directo cuando estaba furioso.

–¿Sasuke? – Le llamó su madre.

–Está decidido, Sasuke Uchiha perteneciente al clan del norte será la pareja de Naruto Uzumaki. – Intervino el dios supremo.

–¡Por supuesto que no, mi hijo no será la pareja de un maldito híbrido!

Vaya, las palabras sí pueden ser iguales a las cuchillas.

Una nueva contienda se abrió entre sus padres y los de Naruto. Sasuke sólo se hizo a un lado. Por él que se mataran. Se sentó en las escaleras sobando sus hombros y su cabeza, la cual amenazaba con una jaqueca por todo aquello. Detestaba estar involucrado en problemas, por ello evitaba estar en cualquier actividad de su mundo, todo siempre terminaba en un lío.

El prefería la soledad, la paz y la tranquilidad. No el barullo o tener que estar resolviendo problemas. Para eso estaban los dioses, no los hijos de estos. Un hada paso con una charola de copas, sin pensarlo tomó una, necesitaba calmarse y lo único capaz de hacerlo era el vino de Madre Tierra. Iba por el segundo cuando la copa le fue quitaba de los labios suavemente.

–No puedes beber eso. – Naruto le miraba serio, pero su toque era igual a las alas de una mariposa. ¿Desde cuándo todo lo relacionado con ese chico le parecía tan malditamente cursi?

Iba a vomitar por sus pensamientos.

–Es sólo vino. – Rebatió enojado. Sólo quería tranquilizarse y de paso irse.

–Contiene alcohol. – Sasuke levantó la ceja ante la absurda respuesta de Naruto. – No puedes beber alcohol, lastimaras al cachorro.

–¿Qué? – Busco la burla en su rostro, pero solo había seriedad. ¿La cosa no podía ser cierta? –¿De qué estás hablando idiota? No estoy preñado, soy hombre.

–Eres un dios y si lo estas. – Sasuke le seguía observando en espera de algo que no sabía qué, pero algo debía pasar porque eso no podía estarle pasando a él. –Pensé que ya te habías dado cuenta. –El rostro de Naruto se fue suavizando ante la mirada incierta de Sasuke. –Fue aquella vez en el claro... la marca... las diosas...

Para ese punto todo estaba en completo silencio, por lo que los susurros de Naruto eran audibles. Mientras tanto Sasuke intentaba procesar todo aquello, era demasiada información y sucesos que ordenar para alguien que estaba acostumbrado a no destacar y mucho menos a ser el centro de atención.

–Vaya, ustedes sí que fueron más rápidos que Minato y Kurama. Pues bien, se festejara una fiesta en honor al siguiente heredero de ambos clan...

–¡Esto no puede estar pasando! ¡Ningún hijo de Afrodita es una vil puta! ¡Eres una deshonra Sasuke! – La diosa del amor estaba igual de alterada que el resto de los dioses, la situación comenzaba a salirse de control. –¡Di algo Hades!

–¡No le permito que insulte a mi Sasuke por muy su madre que sea!

–Naruto.

–¡No te entrometas híbrido! ¡Tú y tus padres son una desgracia para este mundo!

–¡Y una mierda! –Minato intervino.

–Naruto. – Sasuke volvió a llamar a su pareja.

–¡Maldita bruja, con mi hijo no te metas! – Arremetió Minato.

–¡Y tú qué, eres un celestial que se abre para una bestia!

–¡Oiga! –Grito Naruto.

–¡Afrodita es suficiente! –Hades intentó contener a la diosa del amor.

La disputa se volvió entre Minato y su madre, que ahora eran sostenidos por Kurama y su padre.

Oh por todos los dioses. Naruto no dijo diosas ¿verdad?

Los gritos se elevaron a tal grado que ambos comenzaron a manifestar su poder.

–¡NARUTO!

–¡¿Qué?! – Le respondió igual de alterado que los mayores, más al girarse a verlo pudo sentir la satisfacción ante el cambio brusco en el rostro de su pareja, hasta las orejas y colas las tenía caídas. –¿Sasu?

–¿Cuáles marcas? ¿Cuáles diosas? –Su voz fue calmada. El rubio daba pasos pequeños hacia atrás conforme él avanzaba.

–Es-es, bueno, cua-cuando nos... y ellas estaban... yo, tú... –Naruto se encontraba tan nervioso por los ojos de Sasuke que no podía hilar las oraciones correctamente.

–¡Habla bien Uzumaki!

–Cuando estábamos teniendo sexo a la mitad aparecieron las cuatro diosas, intente parar, pero tú no cedías y luego ellas hicieron algo porque la marca fue puesta, yo la tengo en el estómago y tú en el hombro y parte del cuello. –De corrida y sin respirar le contesto Naruto.

–¿Me estás diciendo que cuatro diosas nos vieron? –Naruto asintió. –¡¿Por qué no dijiste nada?!

–Pensé que las habías sentido y por eso continuamos, como un reto para... ¿no las sentiste, cierto?

–¡Por supuesto que no, idiota!

–Oh.

Y por eso no quería involucrarse con Naruto después de descubrir su verdadera naturaleza, sin embargo, había ganado la batalla el corazón, así que ahora debía enfrentar las consecuencias de ir a una estúpida fiesta de disfraces humanos. Pero primero, se alejaría de todo aquel poder, pues ahora sí, las tres familias principales comenzaron una pelea por su honor, su linaje y quién sabe qué más estupideces.

Una mano detuvo su huida.

–El chico es fuerte, necesita a alguien calmado para no convertirse en bestia.

–Voyeristas. –Se soltó del agarre de Madre Tierra. Continúo con su huida.

¿Y a él qué? ¿Debía convertirse en su bozal? Naruto era capaz de...

–Te amo, bonito. –Las manos de Naruto se cerraron entorno a su cintura, sin apretar demasiado su vientre, pero lo suficientemente fuerte para no dejarlo ir. No contestó, continuó caminando hasta caer al mundo humano, ahí podría pensar con calma, sin tanto dios ególatra e idiota mostrando su poder, gritando o golpeando.

–¿Y si vivimos en el mundo humano por un tiempo?

Sasuke le observó, con aquella expresión relajada, con las orejas en alto y las colas meciéndose con su caminar.

–A veces tienes buenas ideas, idiota.

–Bastardo.

–Yo también te amo Naruto.

Bien, al menos no tendrían que esperar un año para verse en una fiesta de disfraces.

*

–Con esto se acabarán los problemas entre esa triada – Hablo Hera.

–Por el momento si cariño.

–Madre Tierra es muy benevolente. – Alabó Hera.

–No cariño, sólo me gusta ver a los dioses con los nervios de punta. – Le sonrió, se giró dándole la espalda al mundo humano. –Ahora, vayamos a calmar a esa panda de viejos arcaicos.

 

Notas finales:

Travesura realizada. 

Nos vemos en la siguiente locura.

Yanne. xD


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).