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Perdona si digo que te amo por Parepi_

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Notas del capitulo:

Wenaaas<3

Aquí les dejó un nuevo cap de esta humilde historia.

Espero les guste<3

Cuando Christina terminó de contarles que había grabado todo lo que había sucedido desde uno de los salones superiores, no sin antes disculparse con Emily por no haber intervenido cuando Ryan se salió de control, aseguró que con eso finalmente tenían a Ryan donde lo querían. Sin embargo, debían estar igual alertas porque era muy probable que ese idiota no se quede de los brazos cruzados luego de lo ocurrido, aunque ni Tatiana ni Emily se veían tan preocupadas por ello.

Ambas hicieron ademán de ir ya a reunirse con los demás, habían demorado demasiado y estarían preocupados preguntándose donde estaban, pero Christina les detuvo y les dijo que mejor volvieran a sus casas.

— Han pasado por bastante hoy, váyanse y despéjense.

Insistieron en quedarse, pero no mucho. La rubia tenía razón cuando dijo que se encontraban exhaustas, más mental que físicamente hablando. Aceptaron la propuesta de Christina de que ella les cubriría y les alcanzaría luego las mochilas de ambas, y se marcharon por el lado opuesto para evitar que alguien las viera.

Mientras regresaba Christina pensaba en la excusa que les daría a los demás, pero cuando estaba considerando algunas opciones se topó con Joseph en su camino. En circunstancias normales lo primero que hubiera hecho sería saludarlo con un abrazo, pero el pelirrojo estaba todo golpeado y con una cara de pocos amigos.

What the fuck happened to you?!

Sin demora se acercó al chico y comenzó a examinarlo de pies a cabeza mientras seguía preguntándole cómo había terminado de esa manera, pero Joseph permaneció en silencio mientras se dejaba ver por la rubia. Su mirada verde estaba a la deriva en algún punto a la distancia.

— ¡Contéstame maldición! —Christina tomó su rostro y le obligó a mirarla, atrayendo al fin la atención del chico.

— Me peleé con Ryan —dijo en voz baja.

La repuesta no se la esperaba y el asombro en toda su expresión era evidencia de ello.

What? Why?

— Porque es un imbécil —aseguró molesto—, y se quería aprovechar de Emily.

Bastó unos segundos para que Christina uniera todo en su cerebro. Ya tenía más o menos una imagen mental de lo que había pasado, pero prefirió preguntar por si las dudas.

— Joseph, ¿qué te dijo Ryan?

No contestó enseguida, pues de solo recordarlo su sangre volvía a hervir de rabia. Inspiró y exhaló con fuerza antes de contarle a Christina lo que había pasado: Ryan le contó lo de la foto de Emily y Tatiana, le dijo que ambos podían chantajearlas para salir con ellas con eso, y entonces él se enojó y tiró su celular al suelo, y ambos comenzaron a pelear.

— Yo estoy bien, deberías ver como lo dejé a él. Salió huyendo como un cobarde.

— No pensé que eras de los que peleaban.

— No lo soy, pero lo haré si se meten con mis amigos —dijo molesto. Se quedó un rato en silencio y luego retomó la palabra—. Tú ya sabías todo esto, ¿no?

— ¿Por qué lo dices? —preguntó haciéndose la desentendida.

— No te has sorprendido para nada con lo de la foto ni la actitud de Ryan —señaló—. ¿Esa era la razón de todo lo ha pasado hasta ahora?

— Algo así, más o menos.

— ¿Cómo que más o menos?

— No soy quién para contarte esto, deberías preguntarle a Emily —Joseph giró los ojos.

— Bien.

Volvieron quedarse en silencio un rato, pero el pelirrojo pronto retomó la palabra.

— Siempre pensé que hacían buena pareja, ¿sabes?

— Ya somos dos entonces.

Comenzaron a caminar de regreso a las canchas. Joseph aseguró que no era necesario ir a la enfermería, pues él era más resistente de lo que aparentaba. Al llegar el resto les llenaron de preguntas acerca de lo que había pasado, pero ambos le restaron importancia al asunto diciendo que tan solo estaban ayudando a algunos profesores y Joseph se había caído de las escaleras por menso. También comunicaron que a Tatiana y Emily les había surgido algo y no iban a poder salir ese día, no dieron más detalles al respecto, tan solo agregaron que Christina les llevaría sus mochilas luego.

•     •     •

Para cuando llegaron al departamento de Tatiana estaban seguras que el entrenamiento de los chicos ya había terminado hace un buen rato. Se apenaron por no haber asistido a la salida que habían planeado con todos, pero sabían que no iban a poder disfrutarla del todo con todo lo que había sucedido ese día.

Además, y siendo un poco más sinceros, querían aprovechar y estar juntas solo ellas dos luego de tanto tiempo alejadas.

— Ha pasado mucho desde que vine aquí —dijo Emily terminando de entrar en la casa de la ojimiel—, ya lo extrañaba.

— Disculpa el desorden, no esperaba que alguien vinera, menos que vinieras tú.

Tatiana se adelantó hacia la sala y comenzó a acomodar algunas cosas que tenía sobre la mesa de centro. Quería, sobre todo, alejar las partituras y hojas garabateadas que estaban allí antes de que Emily las viera y preguntara por ellas. Por suerte Emily estaba distraída mirando alrededor, parecía alguien que volvía a casa luego de un largo viaje y observaba cada rincón para recordar la casa que había dejado atrás.

— Sigue tal y como lo recuerdo, aunque sí está un poco desordenado —señaló riendo mientras se giraba hacia Tatiana, pero pronto su mirada se concentró en lo que había detrás de ella—, ¿sigues tocando?

Si bien pudo disimular con las hojas, era obvio que no podría tomar la guitarra y esconderla sin llamar la atención de la ojiazul. Se lamentó en su interior y sonrió apenada.

— Solo un poco cuando estoy aburrida.

— Creo que eso es lo que más extrañé, el oírte tocar —Tatiana sintió sus mejillas calentarse.

— Prometo que pronto lo harás, pero no ahora.

Quiso protestar un poco, pero decidió no presionar nada en ese momento. Eran más de las cuatro, estaba cansada, despeinada y tenía hambre. En su lista de necesidades era la comida la que tenía más relevancia, luego estaba el peinarse y descansar mientras terminaba de procesar todo lo ocurrido ese día.

Tatiana estaba en una posición similar a la de Emily, aunque un poco más adolorida. Dado que había pensado comprar algunas cosas cuando regresara de su salida con los demás, su refrigeradora solo tenía fruta, un jugo en caja, leche y un par de huevos. En resumen, no tenía ingredientes para cocinar algo en ese momento, por lo que decidieron pedir algo de comida.

Se sirvieron algo de jugo y fueron a sentarse a la sala mientras esperaban. Frente a ellas la televisión estaba encendida en un canal de películas, pero ni Tatiana ni Emily estaban prestando real atención.

Les parecía un poco surrealista el estar allí en ese momento, juntas de nuevo y el asunto de Ryan terminado –hasta cierto punto al menos–. Había sido más de un mes en el que no habían podido estar cerca, y ahora que lo estaban no estaban seguras de qué hacer. No estaban incómodas, no, pero sí nerviosas. Ambas sentían que debían decir algo, pero no estaban seguras del qué.

Mientras simulaba rascarse el cuello Tatiana sintió una pequeña pieza de metal en su pecho. Había olvidado por completo el micrófono que siempre llevaba como un broche en su camisa. Sin previo aviso se quitó la chompa y, posteriormente, el pequeño micrófono que ahora se hallaba un poco magullado.

— ¿Ese es el micrófono que siempre llevabas puesto?

— Sí, creo que se rompió cuando estaba peleando con Ryan —el pequeño objeto era apenas más grande que una moneda, casi le costaba creer que algo así le hubiera atormentado tanto—. Me hubiera gustado romperlo por mí misma, pero bueno. También tengo que hacer algo con mi celular, le bajó un montón de aplicaciones para leer mis mensajes y entrar a mis redes.

Dejó el, ahora roto, mini micrófono en la mesa de centro y volvió a recostarse en el sillón. Sintió la mirada de Emily pegada a ella, así que se giró y acomodó para poder verla.

— ¿Qué piensas?

— Muchas cosas —susurró bajando un poco la mirada—. Te llevaste la peor parte de todo esto, pero al inicio yo solo…

— Al inicio tuviste la reacción más normal del mundo —le interrumpió—. No te había dicho nada, era normal que te enojaras.

— Pero aun así…

Tatiana le obligo a mirarla posando una mano en su mejilla y regalándole ligeros mimos. Emily se acurrucó en su tacto.

— El que me hayas apoyado después y me hayas esperado ya es más de lo pude haberte pedido. Gracias.

Emily tomó la mano que Tatiana tenía en su mejilla con su izquierda y entrelazó sus dedos con los de ella.

— Gracias a ti, hiciste todo esto prácticamente para protegerme.

— Sé que es importante la reputación de tu apellido, no quería que una foto de nosotras te trajera problemas —su gesto volvió a tonarse preocupado—. Tenemos que encontrar a Ryan y evitar que publique la foto, si vamos a su casa tal vez…

— Tat, tranquila, ya no importa.

— ¡Pero…!

— Sin peros —volvió a interrumpirla, lentamente sus manos fueron cayendo hasta estar entrelazadas sobre el sillón—, estoy harta de esconderme. Si sigo haciéndolo esto podría volver a suceder y no quiero eso.

— ¿Segura? —preguntó luego de unos segundos callada— Pensé que tu padre era un poco…estricto con estos temas.

— Me da igual —aseguró mientras le sonreía—, no volveré a esconder el hecho que te amo.

Pudo sentir un nudo formarse en su garganta y sus ojos comenzar a llenarse de lágrimas. Estaba feliz. Feliz de no tener que ocultar el hecho de que Emily era su asombrosa novia, feliz de escucharla decir que la amaba, feliz de ser libre de poder decírselo también y besarla sin tener el tiempo contado.

Al fin, después de un largo tiempo, se sentía feliz.

Sin pensarlo dos veces se acercó y la besó. La besó lento, tomándose su tiempo para experimentar todo lo que podía de esos suaves y dulces labios que tanto le gustaban. Emily no se quedó atrás, se acercó más a ella en el sillón y profundizó aún más el beso.

Sus manos, antes entrelazadas, pasaron a separarse cuando Tatiana tomó la mejilla de Emily y Emily buscó enredar sus dedos en los castaños cabellos de Tatiana.

No supieron cuánto tiempo estuvieron así, tan solo besándose y dándose mimos la una a la otra. Cada que se separaban para tomar un poco de aire solo se alejaban un par de milímetros, sonreían y volvían a juntar sus bocas.

Poco a poco el beso fue subiendo de nivel. Tatiana fue la primera que mordió, pero Emily fue la primera en usar su lengua. El beso seguía siendo lento, pero mucho más pasional. Todas las emociones que habían contenido y guardado hasta ese momento estaban saliendo raudas una por una.

Para cuando Tatiana se dio cuenta, Emily tenía una pierna sobre sus muslos, camino a sentarse a horcajadas sobre ella. Y, en un instinto de puro deseo, dejó de tomarle de la mejilla para poner la mano sobre su muslo, apretando posesiva y logrando sacar un suspiro de su novia.

— Hoy estás bastante osada, Klett —murmuró con una burlona sonrisa.

— A pasado un tiempo, Vernacci —dio un último mordisco y se alejó, pero solo fue para poder acomodarse mejor sobre las piernas de Tatiana—, dijiste que me lo compensarías con todos los besos que te pida.

Tatiana tragó un poco de saliva y ordenó su cerebro antes de atreverse a responder.

— Creo que la compensación iba por ambos lados —subió las manos por los muslos de Emily ejerciendo un poco de presión y maravillándose con el jadeo que obtuvo como respuesta—. ¿O no?

No perdió tiempo en responder más aquel juego. Emily volvió a enredar los brazos en su cuello y la besó efusiva, volviendo a retomar la pelea que sus lenguas habían dejado a la mitad.

Aquel lado atrevido y lascivo que Emily le estaba mostrando sorprendió a Tatiana, pues, hasta donde recordaba, la ojiazul era un poco más cohibida. No obstante, en ese momento la confianza e iniciativa que estaba mostrando no hacían más que dejarla a su merced, cosa que, en realidad, no le desagradaba para nada.

Con las manos aún en las piernas de Emily, lentamente comenzó a ir en un vaivén de arriba hacia abajo, con ligeros apretones y arañazos de por medio. En cada recorrido se atrevía a ir cada vez un poco más bajo la falda del uniforme. Cuando sus manos llegaron casi al trasero comprobó que a Emily no estaba incomodando lo que hacía, y entonces apretó con más fuerza que antes, atrayéndola un poco más hacia ella.

El gemido que se le escapó a Emily fue, en gran parte, porque el apretón había ejercido presión en su intimidad cuando fue acercada más a Tatiana. La miró con molestia, pero la ojimiel solo le sonreía con superioridad y sus manos aún en su trasero, lista para volver a repetir lo que había hecho.

— Creo que no soy la única atrevida hoy.

— Tú empezaste.

Intercambiaron una juguetona sonrisa y volvieron a acercarse. Aunque Emily solo hizo la finta de continuar el beso, en el último segundo se desvió y fue directo hacia la oreja de Tatiana para comenzar a besarla y bajar, en un recorrido de besos y lamidas, hasta su cuello. Pudo sentir como Tatiana se tensaba debajo de ella y como comenzaban a escaparse pequeños jadeos por su boca. Eso le hizo sonreír victoriosa.

«No te dejaré tener todo el control el día de hoy», pensó.

No obstante, cuando estuvo a punto de volver a subir hasta la boca de su novia el timbre sonó. El frenesí en el que se habían envuelto se esfumó de golpe y quedaron en completo silencio, solo estaba el ruido de la televisión de fondo todavía en el canal de las investigaciones policiales.

Cuando pensaron que se habían lo habían imaginado el timbre volvió a sonar, pero esta vez una voz acompañaba a éste.

— ¡Buenas tardes! ¡Vengo a entregar un pedido!

El aire que no sabían que estaban conteniendo fue expulsado de sus pulmones. Sin quererlo, se separaron y arreglaron mientras ambas gruñían por lo bajo por la interrupción. Emily se quedó sentada en el sillón mientras que Tatiana se apresuró a la puerta para recibir la comida china que habían ordenado.

El calor que se había apoderado de sus cuerpos minutos atrás fue reemplazo por el hambre de sus estómagos cuando vieron la comida. Decidieron comer en el mueble mientras veían una película. Trajeron cubiertos, se sirvieron un poco más de jugo, se acomodaron juntas y pusieron Sherk.

•     •     •

— ¡Chuza! —gritó Fernanda triunfante. Se giró hacia el resto y lanzó varios besos al aire. Luego se volteó hacia David, quien estaba en el carril contiguo, y le sacó el dedo medio— Supera eso, maldito.

El capitán ignoró las burlas de su amiga y se concentró en su propio tiro. Si no hacía una chuza, entonces las probabilidades de ganarle a Fernanda serían casi nulas. Respiró hondo, caminó firme y soltó la bola justo en el centro, pero esta no tardó en irse para un costado.

— Eres pésimo en esto —dijo Camila evitando reír—, menos mal no hay un club de bowling en el colegio, y menos mal no eres el capitán de ese club.

— Cállate.

El grupo, a pesar de haberse desanimado un poco por la ausencia de Emily y Tatiana, decidieron no aplazar la salida, pues la habían planeado con tantas ganas que no quisieron dejarla al aire.

Al llegar al lugar se tuvieron que dividir en dos grupos: Fernanda, Joseph, Marcelo y Antonio; y David, Camila y Christina. Hubieran preferido jugar todos juntos, pero cada carril solo podía tener un máximo de cinco personas.

David volvió a sentarse para darle el pase libre a Christina, ignorando en todo momento las burlas de Fernanda. Aunque sabía que era su culpa, fue él quien le retó en primer lugar, tan solo no esperaba que la chica fuera tan buena y él, tan malo. Dejó escapar un suspiro frustrado y sacó su celular.

— ¿Esperas el mensaje de alguien? —preguntó Camila recostándose en su hombro— Has estado viendo bastante tu celular desde que salimos del colegio.

— No he podido contactar a Ryan desde que se fue en pleno entrenamiento. El entrenador tampoco nos dijo nada —negó para sí mismo y se encogió de hombros—… Estoy un poco preocupado, es todo.

Camila decidió no agregar nada más a la conversación, sentía que todo lo que saldría de su boca no haría más que preocupar aún más a su amigo. Y es que, ¿cómo le decía que Ryan era un idiota que se había aprovechado de Tatiana? Si a ella había chocado la noticia, no quería imaginar con David, quien lo trataba casi como un hermano.

Desvió su atención de los memes que comenzó a ver David y examinó al resto del grupo. ¿Cómo se tomarían ellos la noticia? Tal y como ella, probablemente pensarían que es una broma al inicio, pero cuando vean que no lo era entonces sin duda se molestarían. No estaba segura de si Marcelo o Antonio se atreverían a golpearlo, pero a David y Fernanda si los veía capaces de hacerlo. Y eso, David, a pesar de lo que aparentaba, tenía corazón de pollo, y Ryan era su amigo. Podría llegar a alzar el puño, pero tal vez nunca llegaría a tirarlo.

No tomó en cuenta a Joseph porque, en cuanto lo vio llegar golpeado junto a Christina, no dudó que se había llegado a enterar de todo, y no de la mejor forma al parecer.

— ¡Parece que Fernanda sí tendrá competencia!

La exclamación de Marcelo hizo que ambos levantaron la vista hacia la pista. Christina se encontraba celebrando su tercera chuza consecutiva mientras que Joseph le hacía barras desde su propio carril. A un lado, Fernanda comparando los marcadores y comenzando a remangarse la chompa que traía.

What? —preguntó Christina con burla al verla— ¿Asustada, Fer?

— ¿Por una rubia? —se acomodó su cabello en una cola y se giró para enfrentarla— Jamás.

La competencia amistosa que tuvieron entre todos pronto se olvidada a medida que el juego seguía avanzando. David se resignó a que no era bueno en los bolos y le cedió el paso a Christina quien, para sorpresa de todos, terminó teniendo el puntaje más alto, aunque Fernanda dio una buena pelea.

Cuando terminaron fueron a jugar un rato al pin pon y al fútbol de mesa. La idea era relajarse luego del tenso enfrentamiento entre Fernanda y Christina, pero no tardaron en volver hacer una competencia. Esta vez fue David quien ganó en pin pon, y Antonio junto a David triunfaron en el fútbol de mesa. Fernanda no dejaba de pedir la revancha, pero ya se estaba haciendo tarde así que lo pospusieron para otro día.

Abandonaron el lugar alrededor de las 6:30 p.m. Afuera les estaba esperando dos autos: uno de Christina y otro de Joseph. Antonio y David se fueron con el pelirrojo, mientras que Marcelo, Camila y Fernanda se fueron con la rubia.

El primero a quien Christina dejó fue Fernanda, luego a Marcelo y al último a Camila. Cuando el chofer estacionó fuera de la casa de la ojicafé Christina se despidió de ella con una sonrisa, pero Camila no bajó al instante.

— Irás a ver a Tatiana y Emily ahora, ¿no?

— Iré a dejarle sus mochilas —señaló las maletas que estaban en el asiento del copiloto—, ¿por?

Camila no respondió, pero Christina intuyó su respuesta.

— ¿Sigues preocupadas por ellas?

— Un poco. Desde que se fueron no sé nada de ellas.

— De seguro se están poniendo al día, ya te escribirán.

— Eso espero —se puso la mochila al hombro y bajó del vehículo—. Te llamo más tarde para hablar, bye.

Se despidieron con un gesto de mano y Camila se dirigió hasta su casa. Christina esperó hasta que entrara para recién darle la indicación a su chofer de dirigirse a la casa de Tatiana.

«Espero que cuando llegue aún tengan algo de ropa puesta para abrirme».

•     •     •

Hace un buen rato que habían terminado tanto la comida como la película, pero seguían acurrucadas en el sillón mientras veían el primer capítulo de una mini serie documental de un asesino en serie que a Emily le había llamado la atención. Tatiana no estaba tan metida en aquella temática y prefería comedias o animadas, pero no iba a decirle nunca que no.

— ¿Cómo puede matar tanto y no dejar nada detrás? —murmuró confundida más para ella misma que para Tatiana— Incluso con testigos no han podido dar con él.

— Sin una imagen clara es difícil, y aun así dar con una persona entre millones tampoco es más fácil.

Se acurrucó más debajo del brazo de Tatiana y descansó la cabeza en su pecho, completamente atenta al documental. La ojimiel sonrió y depositó un beso en su cabeza mientras le hacía ligeros mimos a la mano que tenía entrelazada con la de ella.

— Harás que me duerma si sigues así.

— ¿No te gusta?

— No dije que no me gustara —alzó la mirada para verla a los ojos y le sonrió—, solo advierto que podría quedarme dormida.

— Si pasa escoltaré a la princesa a sus aposentos para que descanse.

— No, me despiertas y voy yo sola. No quiero que hagas mucho esfuerzo luego de lo de hoy.

— Pero…

— Sin peros, debes descansar tú también.

Aunque no estaba completamente de acuerdo, aceptó los exagerados –según ella– cuidados de su novia. Estaba adolorida, sí, pero no es como si se hubiera lesionado o algo. Puede que mañana le doliera el cuerpo un poco más, pues hace mucho que no hacía tanto esfuerzo físico, mas no sería nada con lo que no pudiera lidiar.

Cuando acabó el episodio Tatiana preguntó si ponía el segundo, pero Emily no le respondió. Volvió a llamarla, pero no tuvo respuesta otra vez. La movió un poco y recién la ojiazul se giró hacia ella, al parecer, tal y como había dicho, se había quedado dormida.

— ¿Cansada?

— Sí —contestó ocultando un bostezo—, fue un día largo.

— Bastante largo —confirmó riendo—. Iré a lavar las cosas, anda llamando a Michael para que te recoja.

Aun un poco adormilada, Emily asintió. Tatiana besó por última vez su frente antes levantarse y llevar todo los envoltorios, cubiertos y vasos a la cocina. Emily, por su parte, tomó su celular y se fijó la hora: cinco para las siete. No supo en qué momento el tiempo se había pasado tan rápido, cuando estaba con Tatiana siempre perdía noción de las horas.

Revisó algunos de sus mensajes antes de llamar a Michael. Varios del grupo le habían escrito al privado para preguntarle si estaba bien, también habían escrito al chat grupal que tenían, mandaron algunas fotos y vídeos, y al final coordinaban algo sobre el día de mañana. Dio una corta respuesta a todos diciéndoles que estaba bien y que sentía no haber podido ir hoy. La respuesta más inmediata que tuvo fue de Joseph, casi parecía como si estuviera a la espera de su mensaje todo el día

“¿Podemos hablar luego?”

No estaba segura de qué se trataba. Le dijo que no tenía problema, pero que en ese momento estaba un poco ocupada. Joseph volvió a responder al instante diciendo que no se preocupara, que podía ser cuando ella tuviera tiempo.

Mensajeó un poco más y abrió el chat de su chofer. Tecleó las primeras dos palabras, pero al inicio de la tercera se detuvo. En realidad, no quería irse. Tenía miedo de que, si lo hacía, el día de mañana vuelva a ser como antes y que no pudiera estar con Tatiana.

— Uf, terminé al fin —Tatiana salió de la cocina y caminó hasta Emily, quedándose de pie al lado suyo—. Entonces, ¿ya vienen a recogerte?

— En realidad —murmuró apagando su celular y alzando la mirada— estaba pensando que podría quedarme esta noche.

Tres segundos tuvieron que pasar para que el cerebro de Tatiana procesara la oración.

— ¿Quedarte hoy?

— Sí… ¿No puedo?

— No, no, claro que puedes, es solo —buscó las palabras correctas—… ¿Segura? No quiero causar problemas con tu papá.

— Estará bien, te dije que ya no te preocuparas por él.

— Pero…

— Quiero estar contigo hoy —la tomó de las manos y sonrió—, ¿por favor?

— Te odio cuando haces eso —giró los ojos derrotada—. Está bien.

En ese momento el timbre sonó y, seguidamente, la voz de Christina se dejó escuchar.

— ¡Póngase algo de ropa y abran! ¡Vengo a dejarles sus mochilas!

Ambas corrieron hacia la puerta y abrieron de golpe, sonrojadas y molestas.

— ¿Cómo se te ocurre gritar eso? ¡Tengo vecinos!

— Eran tus vecinos o yo, y mi trauma iba a ser peor —ignoró la mirada molesta de ambas y le tendió sus respectivas maletas a cada una—. ¿Cómo están?

— Bien, todo bien.

— ¿Ryan…?

— No hemos sabido nada de él desde la tarde —contestó Emily. Christina suspiró aliviada.

— Entonces podemos estar tranquilas por ahora —alzó sus azules ojos hacia Tatiana y sonrió al verla con su mismo brillo de antes—. Me alegra tenerte de vuelta, idiot.

Estaba haciendo un esfuerzo para no llorar. En realidad, había estado preocupada por la ojimiel durante toda la salida, pero logró disimularlo bastante bien. Y ahora ahí estaba frente a ella, un poco cansada, pero con una genuina sonrisa en el rostro. Eso era todo lo que necesitaba para estar tranquila, ver que Tatiana estaba feliz.

Bromeó un poco más acerca de dejarlas seguir compartiendo su tiempo a solas, pero antes de que se diera la vuelta Tatiana la envolvió un fuerte abrazo que logró quitarle un poco de aire.

— Gracias Chris —susurró Tatiana contra su hombro—, de verdad, muchas gracias por todo.

El nudo en su garganta se volvió mucho más fuerte. No tardó el devolver el abrazo y aferrarse con fuerza al cuerpo de Tatiana.

— De verdad eres una idiota —su voz salió ahogada, de eso estaba segura—, me alegra que estés bien.

El abrazo se prolongó durante varios segundos, a ambas les había hecho falta ese gesto. Para cuando se separaron las lágrimas corrían sin cuidado de las dos, al verse no pudieron evitar reírse por la expresión que llevaban. Christina se dio un último apretón con Tatiana, intercambió miradas y sonrisas con Emily, y se marchó a su hogar con el corazón mucho más tranquilo.

Notas finales:

Gracias por darse el tiempo de leer, significa mucho<3

Ya nos estamos leyendo de nuevo pronto gente beia, cuídense :)


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