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My heart told me. | Moonbin x Eunwoo - ASTRO. por UnpleasantBrat

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Capítulo único


Anyang se consideraba un lugar tranquilo para vivir al interior de Corea del sur. Donde la delincuencia se mantiene al mínimo, los accidentes son irregulares, las personas no andan a un ritmo tan frenético en su vida como en localidades más transitadas como lo son Seúl o Busan, y en cambio, pareciera ser que Anyang podía ser pese a su tamaño incluso más familiar. Anyang era el sitio ideal para los ancianos retirados, los jubilados que buscaban vivir una vida tranquila, y quizás por ello era que la existencia de las escuelas eran escasas y los jóvenes allí en realidad no eran más que una población reducida.

El hospital general de Anyang era lo mismo. Por normativa debido a los trabajos algo pesados y el horario un poco frenético, las enfermeras debían estar dentro de cierto rango joven de edad, más los médicos en su mayoría (y por no decir casi completamente todos) eran unos ancianos decrépitos que apenas y si se movían pero de que experiencia no les faltaba ni un poco. Recién aquel año habría ingresado un nuevo médico al personal de neurocirujanos. Un "muchachito" como decían los ancianos, acabando hace tan solo unos meses sus estudios en la escuela de medicina, y volviendo a su distrito de origen para prestar todo lo que habría aprendido a ayudar a las personas de su zona natal. De por sí Eunwoo ya tenía puntos entre las enfermeras por tener veintiséis años nada más, pero al verlo con su bata blanca el primer día de jornada... Demonios. Hasta las pacientes rogaban internamente por recibir un chequeo rápido de semejante hombre.

Al ser entonces un lugar con tan pocas anormalidades, solo un par de veces en sus primeros meses Eunwoo debió dirigir o acompañar una cirugía como así lo demandaba su especialidad. Más como los problemas usuales ahí eran del tipo general, entre las que se encontraban neumonías, artritis, diabetes, demencia senil, y problemas auditivos y visuales, Eunwoo parecía pasar sus días con su libreta de prescripciones médicas y su estetoscopio pidiéndoles a los viejitos y ancianitas que respiraran muy muy profundo, y luego soltaran el aire de sus pulmones.

Todo parecía ser lo mismo cada día.

Y lo hubiera sido. De no ser porque aquella noche, en la que cenaba solo en su apartamento junto a su cachorro, que recibió un código de urgencia de su localizador aunque no era su turno predilecto. Y debió dejar a su perro bajo el cuidado de la vecina, tomando su auto y conduciendo a toda prisa al hospital para atender a los heridos de gravedad.

Yoon Sanha. 18 años. Altura 1,84 cm. Peso 61 kg. Tipo de sangre AB. Estado: extrema gravedad.
Múltiples costillas fracturadas, rótula y fémur derecho destrozados, pelvis fracturada. Contusión grave en el área del lóbulo occipital. Radios y cúbitos de ambas manos destrozados, seguramente porque en el impacto habría intentado protegerse el rostro con sus manos. Múltiples hemorragias internas.

Moon Bin. 20 años. Altura 1,81 cm. Peso 64 kg. Tipo de sangre B. Estado: grave inestable.
Articulación del tobillo derecho comprometido. Peroné izquierdo y ambos fémures de las piernas rotos. Clavículas rotas, cinco costillas fracturadas, dos vertebras lumbares descolocadas y la vértebra cervical C VI (del cuello) fracturada. Contusión leve cerca del lóbulo frontal.

Motivo de ingreso: accidente de motocicleta en autopista.

Apenas y si alcanzó a leer algo de las fichas que le habría entregado rápidamente una enfermera al verlo entrar, cuando se encontró con cierta parte de que solo uno de los dos había llevado casco durante el accidente, y chasqueando su lengua, rápidamente entró a la sala de operaciones para alistarse a participar en la cirugía de los dos imprudentes jóvenes de los que ahora dependían de su ayuda para salvar sus vidas.

Nueve de la mañana del día siguiente, y la operación del último de los dos acababa de finalizar. Llevaba seis horas en el quirófano, y aún así, el emparedado que había comprado Eunwoo en la cafetería le sabía agrio en la boca y prácticamente incomestible, de solo recordar el pitido en cero de los latidos del corazón de Sanha cuando murió durante esa extenuante noche. Sus ojeras eran visibles y causaba angustia el solo ver al joven doctor entre las enfermeras y otros pacientes de la sala de espera, pero no era para menos cuando Eunwoo había experimentado a su primer fallecido en cirugía. Había dado lo mejor de si en intentar salvarle la vida a los dos. Pero la condición de Sanha era casi irreparable considerando que los huesos rotos de sus costillas habían perforado demasiados órganos importantes que no dejaban de sangrar en su interior. Aquel muchacho de tan solo dieciocho años estaba muerto, y Moonbin, que fue el único en usar casco aquella noche, se encontraba en coma por quién sabe cuanto tiempo. Aunque esperaba que fuera de aquellos casos en los que esa condición solo le durara unos días.

Dentro de los tres tipos de coma en sus cuadros, los tres dejarían en Moonbin secuelas visibles. Pero al menos en el coma ligero y el moderado todavía había solución de ellos. Mientras que los comas profundos ya involucraban riesgos de estados vegetativos e incapacidades en las funciones cerebrales que podían arruinar por completo su vida. Eunwoo estaba muy al pendiente de Moonbin, porque había sido uno de sus dos primeros pacientes en realizar una cirugía de cerebro real, para lo que había estado estudiando tantos años en la escuela de medicina, y también porque sentía mucho remordimiento de no haber podido salvar a Sanha y a él en cambio si.

Todos los días trataba de pasar aunque fuera una vez fuera de la habitación 044 de la sección de urgencias, donde habrían internado a Moonbin, para chequear su estado e irse rápidamente luego de echarle un último vistazo a su expediente. Luego de unas semanas empezó a prolongar más sus visitas al joven. Tomándose una mayor cantidad de tiempo para analizar aquel expediente que casi podía apostar se sabía ya el 50% al menos de memoria, y también se tomaba unos segundos en analizar su rostro sin fines médicos reales. Solo lo veía, y nada más. Al cabo de dos meses Eunwoo iba a tomar sus aperitivos cortos ahí. A veces comiendo una galleta al lado de su cama, mirando el paisaje fuera de su habitación privada. Preguntándose por qué en todo aquel tiempo ningún familiar lo habría ido a ver, y también porque había escuchado que Sanha ni siquiera habría sido reclamado en la morgue, así viéndose destinado su entierro por los fondos de la comunidad.

Poco después de los tres meses, podía decirse que Eunwoo ya pasaba todos sus recesos ahí. Visitando a "Moonbin de la habitación 044" como cuchicheaban las enfermeras que le veían entrar al cuarto siempre a las mismas horas. Hablando con Moonbin como si este pudiera escucharle, o reírse de sus historias. Como si Moonbin pudiera llorar cada vez que Eunwoo le suplicaba perdón por no haber podido salvar a Sanha, quién imaginaba que podía ser incluso su pareja por los anillos que compartían. Como si Moonbin de tanto tiempo de ser visitado por Eunwoo, pudiera despertar algún día.

Pero luego de los seis meses las probabilidades de despertar, que eran inicialmente de un 50%, bajaban radicalmente a un 10% con facilidad. Y fuera de lo que previó cualquier chismosa enfermera o metiche anciano doctor ahí, pendientes de la ligera depresión del joven Eunwoo, Moonbin despertó la tarde del 06 de septiembre del mismo año. A menos de una semana de cumplirse los seis meses estándar de riesgo moderado.

Un momento que hubiese tenido que representar un alivio para Eunwoo que casualmente estaba ahí picando algunas manzanas con un cuchillo y sobre un plato en su regazo, pero que fue de todo menos gratificante, al sentir primero los movimientos de la camilla, algunos quejidos bajitos de dolor, y posteriormente, fuertes gritos de desesperación con un Moonbin que no dejaba de retorcerse en la cama gritando una y otra vez lo mismo.

— ¡¡¡NO VEO!!! ¡¡NO PUEDO VER!! ¡NO! 

— ¡Código naranja en la 044 del ala B! ¡Traigan sedantes! —Gritó Eunwoo desde el intercomunicador que había a un lado de la cama, apresurándose a inmovilizar a un desesperado Moonbin y a esquivar por supuesto sus golpes y manotazos al aire en un intento por saber qué le había pasado en sus ojos aparentemente.

En el tiempo máximo estipulado dentro del código que profesó, osea, menos de diez minutos, y para ser más exactos quizás cuatro transcurridos, el personal para ese tipo de situaciones de urgencia ya había llegado y habían inmovilizado a Eunwoo antes de inyectarle el sedante, que lo tranquilizaría y adormecería sus extremidades, pero seguiría consciente al fin y al cabo ya que Eunwoo debía hacerle las pruebas correspondientes también.

Eran las siete de la tarde, y Eunwoo ya terminaba de escribir los detalles de sus observaciones en su expediente médico, a un lado de un todavía drogado y algo adormecido Moonbin quién seguía murmurando que no podía ver. El médico como esperaba habría detectado ligeros temblores, hiperventilación leve, deterioros en sus sentidos de olfato, gusto y oído, y por supuesto un daño grave en los iris de sus dos ojos, de seguro a causa por el impacto durante el accidente, pero por suerte todavía reparables con la debida recuperación y tratamiento.

— Está bien, Moonbin... Acabo de revisar tus ojos, y han sufrido daños en el iris. Tardarás un poco en recuperarte pero tendrás que confiar en mí y seguir el tratamiento que te daré, porque lograrás recuperar tu vista si lo sigues al pie de la letra. —Habló con amabilidad, incluso con una ligera sonrisa pese a saber que este no podría verla.

— Yo... si... muchas gracias... —Pareció un poco más calmado, regulando así una respiración más serena—. ¿Qué me pasó?

— Te haré unas preguntas ahora y me tendrás que responder. Luego te contestaré a eso también. Necesito ver tu nivel de conciencia primero, y si tu actividad cerebral está funcionando como debería hacerlo ahora. 

— Muy bien...

 ¿Me puedes decir tu nombre y edad?

— Moon Bin... Tengo veinte años.

— ¿Qué día es hoy?

— 1 de marzo del 2018.

— Muy bien... —Eunwoo fue anotando sus respuestas en su ficha médica—. ¿Qué es lo último que recuerdas?

— Yo... estaba en mi motocicleta... iba riendo por las tonterías que decía la persona atrás mío... Lo iba a ir a dejar a la audición de una empresa de entretenimiento... él... ah... él estaba muy feliz por eso... pero también estábamos llegando tarde... y... no quiso usar el casco que le dí porque arruinaría la laca de su pelo para la audición... Yo... un auto se salió del carril al lado nuestro... él... nos chocó por detrás... Sanha... ¿Sanha?... Dios... ¡¿D-DÓNDE ESTÁ SANHA?! ¿CÓMO ESTÁ ÉL? ¡DOCTOR...!

Al oír cada palabra murmurada de él, su historia, y como podía recordar el suceso mejor de lo que hubiese preferido que lo hiciera dejó a Eunwoo tan frío y mudo que ni siquiera supo qué contestar ante sus nuevos gritos de horror. Unas enfermeras que pasaban fuera del pasillo al escuchar el escándalo que había dentro entraron de golpe, y tomaron e inmovilizaron entre las dos a Moonbin para inyectarle un sedante que lo dejara completamente dormido. Preguntándole de paso al doctor si se encontraba bien y si el paciente no lo habría lastimado, porque en todos aquellos momentos, Eunwoo solo era capaz de ver con sorpresa y miedo a decirle la verdad al lagrimeante Moonbin ahora dormido.



Aquella noche... Eunwoo no pudo dormir nada.

Su cachorro estaba preocupado por él, agitando su cola y gimoteando a su alrededor en pequeños brincos. Pero su dueño solo podía pensar en qué le diría aquel día a Moonbin, porque claramente no podía evadir para siempre sus preguntas, ni el derecho que tenía de saber que Sanha había muerto hace medio año atrás.

Saliendo un poco más temprano de casa, Eunwoo decidió pasarse por la funeraria para hablar con el agente a cargo de fichar a cada cadáver que dejaban ahí, para recoger los detalles de Sanha que no salían en su ficha médica del hospital y así resolver la duda moral que tenía sobre qué hacer con Moonbin también. Fue luego de visitar la funeraria y pasar por el protocolo difícil, porque era un poco más complicado acceder a las fichas de una víctima fallecida con intervención policial, que Eunwoo se enteró de que Sanha no era la pareja de Moonbin, sino su hermanastro. Y ambos eran la única familia que el otro tenía.

Eunwoo se golpeó la cabeza con la carpeta ya al interior de su propio despacho. Sintiéndose más desorientado que antes sobre qué hacer en esos momentos, y apegándose entonces al código ético médico, se intentó auto convencer de que debía decir con la máxima tranquilidad pero empatía también, la mala noticia de la muerte de su hermanastro a Moonbin. Así que antes de seguir con su rutina e incluso ir a visitar a sus otros pacientes, Eunwoo decidió acabar con ese asunto pronto y se dirigió a la habitación 044. Lugar donde Moonbin ya le esperaba. Sentado en su cama y apoyado en el respaldar de la misma, sus ojos cerrados, y sus palmas abiertas con la desolación palpable en su ser.

— ¿Doctor...? ¿Es usted?... Mi oído y mi olfato aún no regresan del todo.

— Eunwoo.

— ¿Qué?

— Si, soy tu doctor, Moonbin. Mi nombre es Eunwoo.

— Eunwoo... ¿Sanha...? 

— Espera. Primero tengo que vendarte los ojos. No puedes tener las cortinas cerradas por siempre, y tampoco puede llegarte luz solar a los ojos hasta que logren sanar por completo.

 S-Si. 

El de cabellera negra se acercó a la cama para buscar en el mueble de al lado las vendas que necesitaría para cubrirle la vista por completo a Moonbin, silenciando su extrañeza del porqué el otro estaría tan dócil aquella mañana respecto al tema, y si de hecho alguien ya le habría dicho sobre Sanha. Pero su corazón le decía lo contrario. Y quizás en realidad solo se estaba obligando a esperar a que él se lo dijera personalmente antes de sacar sus propias conclusiones. Carraspeando un poco, Eunwoo terminó de sellar su vista y cortar la venda, para ahora si tomar una distancia segura de él y preparar sus palabras.

— Sanha...

— ¿Si...?

— Yo... —Apretó fuertemente sus puños, maldiciendo mentalmente la idiotez que diría—. L-Lo traeré para ti.

Genial. Acababa de perder su licencia médica después de eso. Y Eunwoo salió a pasos rápidos del cuarto, cerrando fuertemente la puerta detrás de él y llevándose ambas manos al rostro para cubrir su expresión frustrada. Era un idiota. Un muy, muy jodido idiota. Y en vano retrasaba lo inevitable cuando ahora si es que Moonbin tras enterarse de su mentira presentaba cargos contra él, fácilmente le podrían revocar su permiso para actuar como doctor. ¡Que poco le habría durado su carrera profesional! ¡Tantos años de estudio al traste por ser un cobarde!

Pero se había encariñado con Moonbin. Con su paciente dormido por meses. Aquel que le escuchaba, aquel al que siempre visitaba e imaginaba en vida, sano y feliz. Incluso... Eunwoo llegó a fantasear con conocerlo en otras circunstancias, quizás en una cafetería, en mesas distintas pero cruzando sus miradas y algunas sonrisas tímidas para que luego Moonbin fuera a sentarse junto a él... Estúpido.

Apretando sus dientes volvió a darse la media vuelta, e ignorando a quienes pasaban por el pasillo y le veían al igual que un loco, esta vez Eunwoo entró con más silencio que antes. Y se sintió derrumbar al ver a Moonbin llorando bajo las vendas, con su rostro dirigiéndose por mero instinto a su dirección.

Eunwoo cerró la entrada detrás de si. Puso el pestillo, por las dudas, y sus pasos al inicio dudosos se volvieron más firmes para luego sentarse en la cama junto a él, y rodearle con sus brazos desde su cintura. Escondiendo su rostro en la curvatura de su cuello, y dejando que su bata blanca se suspendiera sobre las sábanas del mismo color. Escuchando así mucho más fuerte el llanto de Moonbin al estar tan cerca también.

— Sanha... Sanha... 

Moonbin lo abrazó con fuerza, con desesperación. Y Eunwoo se sintió aún peor por estar ahora suplantando a un muerto, así aprovechándose de que prácticamente Moonbin tenía sus sentidos obstruidos. Y también lloró un poco, en silencio junto a él. Quedándose así, muchos largos minutos mientras que consolaba y era consolado también por un lloroso Moonbin, hipando al igual que un niño pequeño en su dolor.

— Sanha... está muerto... ¿verdad?... 

Y Eunwoo abrió sus ojos de par en par. Deteniendo cualquier traviesa lágrima que habría escapado hasta entonces para separarse un poco y ver con pánico a un Moonbin que se forzaba un tanto por sonreír.

— Mi corazón me lo dijo... siempre...

— ¿Entonces...? ¿Por qué me abrazaste de ese modo...?

— Necesitaba llorar... Necesitaba que la persona que me habló y estuvo conmigo durante seis meses... me abrazara.

Eunwoo se quedó aún más pálido que antes, dejándose arrastrar por los fuertes brazos del menor una vez más, solo que ahora si no pudo corresponder por tantas preguntas en su cabeza.

— Una enfermera me lo dijo esta mañana... Me dijo que habían pasado seis meses... y que tú todos los días venías a verme. A ver que estaba bien aún cuando no tenías que hacerlo. A conversar conmigo aún cuando quizás nunca te respondería... Gracias, gracias por quedarte conmigo cuando yo me quedé solo en el mundo...

Eunwoo suspiró fuertemente. Hundiendo más su rostro en su hombro, y apretándole también con cierta fuerza. Así sintiendo poco a poco un alivio ligero en su pecho y su garganta ya sin estar tan apretada como antes... Pero que de todos modos no fue capaz de liberar más que un pequeño murmuro en el refugio que habría construído en el torso de Moonbin.

— Mi corazón me lo dijo.

Notas finales:

Una noche de insomnio para que se me ocurriera esto, más de 20 horas despierta y sin embargo, sin falsa modestia puedo decir que me ha encantado el resultado. Ah, amo un poquito más a la pareja ahora, como si antes ya no lo hiciera lo suficiente. Espero que a ustedes les haya gustado también~~ ¡Cambio y fuera!

 


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