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UNKNOWN por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.


Aquí estoy nuevamente con una actualización.


Esta me gustó mucho, ya verán porqué. Espero que a ustedes también les guste tanto como a mí.


Muchas gracias a todos ustedes que continúan leyendo, en serio me hacen muyyy feliz.


Los personajes son propiedad de Tadatoshi Fujimaki-sama, si ven errores mándenme un putazo mental porque soy yo siendo pendeja y ciega.


Sin más que decir excepto que, espero y el cap en serio sea de su agrado, los dejo leer.


 


Pd: ¿Vieron las advertencias?

UNKNOWN

—Capítulo 22—

Algo que decir

 

 

A Fresita lo despertó una sensación muy agradable en el cuerpo, calidez y al mismo tiempo cierta frescura que lo hacía sentirse muy bien.

Sus ojos rojizos se abrieron y lo primero que notó fue que estaba de vuelta en el cuarto de ducha, para ser exacto, dentro de la blanca tina de baño, aunque no recordaba que fuera tan pequeña. El agua le llegaba hasta el pecho, estaba tibia. Se sentía un tanto desorientado pero la lucidez volvió a su cabeza en cuanto notó las manos que acariciaban suavemente su pecho.

—¿Estás despierto? —escuchó a Daiki cuestionar detrás suyo.

Cayo en la cuenta de que, de hecho, no estaba solo en la tina, Aomine yacía detrás suyo. Entonces por ello la tina le había parecido un poco más pequeña, es que no estaba metido solo.

—Estoy despierto —susurró.

Los recuerdos no tardaron en hacer su glorioso acto de presencia en la mente del de cabellos rojizos. Un inevitable sonrojo le pintó la cara y él agradeció que Aomine no podía ver su expresión.

O al menos eso creía, pues incluso si el peli-azul no podía ver su rostro, vaya que podía notar el sonrojo que le llegaba hasta las orejas y el cuello. Daiki soltó una risita antes de darle unos besitos en los hombros para luego pegarlo más a su cuerpo, abrazándolo con cariño.

—No puedo creer que en serio te desmayaras —le dijo, burlándose un poquito.

—En mi defensa… eres una bestia —el peli-rojo puso de nuevo en palabras sus pensamientos—, un bruto, un animal, un grandísimo hijo de p…

—Ya entendí —Tenía una risita de media lado en la boca.

Cerecita en algún momento tuvo el pensamiento de que Aomine parecía ser alguien que llegaba a ser muy intenso, pero no creyó que tanto. El peli-azul rio de nuevo. De alguna forma el peli-rojo sabía que el muy infeliz en el fondo se sentía muy orgulloso de ello.

Y equivocado no estaba.

Puede que Aomine se mostrara un momento asustado luego de descubrir que se había desmayado, pero luego una venita de orgullo había latido en su cuerpo. Saber que le había provocado tanto placer, que lo había hecho disfrutar a tal punto… Daiki estaba feliz. Ambos lo habían disfrutado.

Joder, sus cuerpos se complementaban tanto, a la perfección. Dos engranajes hechos para encajar el uno con el otro.

—¿Qué hora es? —quiso saber Fresita—. ¿No están los chicos por llegar?

—No te preocupes —Aomine restregó su nariz contra el cuello de su enorme gatito—. Llamé a Satsuki antes de meternos en la tina, Akashi alquiló un local solo para ellos y al parecer la mayoría de los chicos ya están cayéndose de borrachos. Probablemente lleguen en la mañana, por lo que mi muerte se retrasara unas horas más. Aprovéchame antes de que nos separen.

—¿De qué rayos estás hablando? —el peli-rojo giró el cuello hacia atrás, en su rostro una expresión de confusión, tenía una ceja alzada y sus labios hacían una mueca.

Daiki suspiró.

—Seimei me advirtió que me castraría si llegaba a atacarte —pegó la frente contra la espalda del chico—. Repetí tanto que solo era una cena, incluso Akashi confió en mí… Moriré en la mañana.

Fue el turno de Gatito para soltar una risita.

—Que dramático eres —Daiki fingió exageradamente estar ofendido—. No te preocupes, yo me encargaré de que solo te dejen medio muerto.

—¿Qué? Creí que dirías que salvarías todo mi hermoso pellejo.

—Bueno, Daiki, ¿qué esperas que haga? No puedo hacer milagros. Fuiste tú el imbécil que no cumplió su palabra.

—¿Disculpa? —Aomine no lo podía creer—. Recuérdame, ¿quién fue el que provocó a quien al punto de no poder resistirse a sus gatunos encantos?

El de gatunos encantos soltó una risita traviesa.

—No es mi culpa ser tan mortalmente sexy.

—¡Hey! esa es una frase que yo diría.

—Le diré a Akashi y Seimei que tú me sedujiste. Será mi venganza por haberte comportado como una bestia.

La mandíbula de Daiki se abrió exageradamente

—Primero te robas mis frases y ahora me quieres culpar injustamente.

Fresita soltaba risitas sin voltear a verlo más.

Aomine movió las manos que tenía en el pecho del peli-rojo y las guio hacia sus costillas, comenzando a hacerle cosquillas sin piedad. De inmediato, el chico de cejas partidas comenzó a retorcerse en la tina, gritando a Daiki que lo dejara en paz. Claro que el peli-azul no iba a hacerlo, continuó por unos minutos, el otro chico solo podía reírse sintiendo que le comenzaba a doler el pecho.

Pero, entonces, en uno de esos tantos retorcijones de su cuerpo, le dio un codazo en las costillas al moreno, sacándole el aire por un segundo. Las manos de este por fin se detuvieron.

Rayos, el chico tenía la mano pesada.

Fresita se giró para verlo, él lució arrepentido por un segundo, su rostro mostraba preocupación genuina; pero al segundo siguiente comenzó a carcajearse de lo lindo y sin ningún remordimiento. 

—Te lo mereces —le dijo entre carcajadas.

Aomine lo sabía, fue por ello que comenzó a reírse también al ver su expresión tan alegre, acarició sus costillas unos segundos tratando de que el dolor se fuera rápido. 

Todavía riendo, el peli-rojo se giró de nuevo y luego se recostó contra el pecho fuerte del moreno, este paso los brazos sobre sus hombros, abrazándolo con cariño.

Entonces una frase surgió en la mente del peli-rojo. De hecho, ese pensamiento había estado rondando desde hacía un tiempo ya, solo que no sabía cómo sacar el tema en la conversación, y Aomine tampoco había mencionado nada en todo ese tiempo. Pero luego de todo lo que habían hecho, creía que ese era el mejor momento para hablar.

Estaban solos, totalmente relajados en un ambiente de lo más tranquilo e íntimo.

—Daiki —llamó.

El moreno formaba círculos en la piel de su pecho con un dedo.

—¿Sí?

—¿Quieres ser mi novio?

Aomine se atoró con su saliva. Estuvo tosiendo un poco mientras fresita se giraba totalmente, quedándose de rodillas frente a él. Una risita divertida de nuevo estaba pintada hermosamente en sus labios.

Finalmente, Daiki se tranquilizó.

—¿Q-Qué no lo éramos ya?

El de gatunos encantos frunció las cejas.

No recordaba haber escuchado a Daiki pedírselo. ¿Sería acaso posible que se lo haya pedido desde esa vez en la que se había comenzado a comportar más dulce con él? Jodida madre, él no recordaba nada de lo que había ocurrido en aquella ocasión. Si era así, iba a darse contra la pared por ser tan idiota.

Daiki, teniendo un poco la idea de por dónde iban los pensamientos del peli-rojo debido la expresión que se había dibujo en su rostro, decidió cortar ese camino de un solo golpe.

—No te lo he pedido antes —dijo, ganándose la atención del chico cejas de langosta, él lo observó con su rostro inclinado hacia un lado levemente, curioso como un lindo y enorme gatito—. Solo… asumí que lo éramos —confesó—. Después de todo, ya sabes, hemos hecho muchas cosas juntos todo este tiempo. Nos hemos besado, tuvimos una cita y además acabamos de coger, ya sabes…

Se rascó la cabeza, avergonzado, dándose cuenta que había sonado muy tonto.

Pero ante los ojos rojizos de Fresita lucía muy adorable. Le sonrió, sintiéndose aliviado de no haber olvidado algo tan importante.

—En ese caso… —Fresita tomó la mano de Aomine con la que se había rascado la cabeza—, Daiki —llamó de nuevo—, ¿Quieres ser mi novio?

La reacción del peli-azul fue inmediata, sus ojos se expandieron en una nueva sorpresa que duró unos segundo, entonces el de ojos rojizos vio como una sonrisita avergonzada se formaba en sus labios y en sus mejillas un lindo tono carmín hacia acto de presencia.

—Mierda… —dijo él, sintiéndose tonto por no haber sido quien lo pidiera primero, tampoco era que importara realmente quien se lo pedía a quien, pero a Aomine le hubiera gustado ser quien lo pidiera.

De hecho, el ambiente luego de la cita se había prestado para ser el momento perfecto para ello. Que idiota por no haberlo aprovechado.

Sus ojos azules se clavaron en el rostro sonriente de Gatito, quien no había desviado la mirada en ningún momento, pues no quería perderse ni un segundo de su reacción. Aomine terminó sonriendo con él.

—Claro que sí —respondió, apretando el agarre del peli-rojo sobre su mano.

—¡Genial! —Cerecita celebró.

—Genial —Daiki dijo también, sonriendo ampliamente.

El peli-rojo no perdió tiempo y rápido sujetó a Daiki de las mejillas, apretujándolos de forma tierna y haciendo que sus labios se arrugaran por el agarre. Después se acercó y depositó un besito de piquito en estos.

Por supuesto, eso no fue suficiente para el moreno, por lo que sostuvo a su ahora oficialmente novio de las caderas, e hizo que pegara sus cuerpos para así besarlo como era debido. Hubiera profundizado todo lo que podía de no ser porque el peli-rojo soltó un quejido en cuanto Aomine lo jaló hacia sí.

—¡Pedazo de animal! —gritó este, retorciéndose un poco solo para que el dolor en sus caderas se sintiera más intenso e hiciera que el peli-azul dibujara en sus labios una sonrisa nerviosa.

—Mi culpa —aceptó—, prometo compensarte luego.

—Oh, y no creas que no lo harás. Jodido bruto.

El peli-azul solo soltó otra risita.

Luego de ello, permanecieron en la tina por unos minutos más, relajándose entre caricias dulces y risitas tontas, disfrutando como si lo existieran ellos y nada más. Nada que los lastimara, ninguna preocupación. El latido de sus corazones era una melodía hermosa que resonaba en sus oídos. Cuando finalmente salieron, estaban totalmente desnudos y el moreno llevó en brazos al peli-rojo, quien no debatió ni intento resistirse, solo se cruzó de brazos dibujando en sus labios una mueca de desinterés y desviando la mirada hacia un lado de forma digna.

Esos eran berrinches, Daiki se dijo mientras sonreía divertido y se preguntaba por qué un tipo igual de alto que él podía verse tan malditamente adorable.

Lo dejó en la cama con cuidado, tratando de no lastimar su cadera; seguro se ganaba un buen puñetazo en las costillas si llegaba a lastimarlo más. Aunque tentado estuvo de decirle que cuando lo hacían no se quejaba de esa forma, pero eso sería firmar su sentencia de muerte.

Cerecita se removió entre las sabanas nuevas, pues Aomine las había cambiado, y luego se acomodó de lado en el colchón, esperando con mejillas sonrosadas que su novio se acostara detrás de él e hicieran cucharita. Al moreno le sorprendía como Gatito podía pasar de tener los pelos erizados a ser totalmente y adorable.  Sonrió, luego se recostó detrás suyo, abrazándolo por la cintura y enredando sus piernas con las del peli-rojo.

Creyó que dormirían siendo arrullados por las llamas de las velas y la luz plateada que se filtraba por las ventas, a lo lejos las olas del mar se escuchaban tranquilizadoras; pero entonces sintió los dedos de Fresita haciendo círculos con los dedos, en el dorso de sus manos. Supo que pasaba algo, por lo que esperó paciente hasta que hablara.

Finalmente, luego de unos minutos más, el peli-rojo habló:

—¿Tu celular aun funciona bien? —fue lo que dijo.

El moreno no había esperado eso.

—Sí —respondió—, lo dejé guardado antes de ir al pueblo, de todos modos no lo necesitaba.

El otro chico suspiró aliviado, había creído que Daiki lo traía consigo cuando se tiró a la piscina.

—Bien… en ese caso, envíame los vídeos que tomamos a los chicos mientras estaban ebrios —pidió.

Ah, así que era eso, pensó Aomine. Sonrió una vez más antes de alejarse del cuerpo al que yacía enredado, solo para girarse y meter la mano en el mueblecito de noche junto a la cama, no tardo nada en encontrar lo que buscaba; luego se dio la vuelta de nuevo y retomó su posición, entregando el aparato a su novio.

—La contraseña es Ma-no-lo —susurró el moreno contra la oreja del peli-rojo, ganándose un codazo por parte de este. Oh, el chico odiaba ese sobrenombre—. Lo siento, es Fresita… ¡Es en serio esta vez!

Cerecita se detuvo a medio codazo dirigido hacia Daiki, sus mejillas se habían sonrosado.  El policía suspiró aliviado al ver que el chico comenzaba a introducir la contraseña, y en un segundo el celular estaba desbloqueado.

Por un instante, el peli-rojo estuvo tentado a indagar en todas las aplicaciones, pero luego sacudió un poco la cabeza dejando eso de lado. No era lo que importaba en ese momento. Fue hacia contactos y primero agregó su número, quiso hacerle alguna broma a Daiki, tal como este había hecho consigo, pero realmente no se le ocurrió nada. Incluso pensó que el chico en lugar de molestarse se sentiría feliz.

Al final terminó escribiendo «Cariño». Detrás de él, Aomine sonrió. Después procedió a buscar los videos y enviárselos por whatsapp. Los sonidos de notificaciones de entrega le llegaron desde el cuarto de baño, por lo que no hizo falta que lo dijera, su novio se levantó de la cama y fue a por el aparato, volviendo en unos segundos para de nuevo enrollarse a su cuerpo por detrás. Le dio unos besitos en el hombro que le provocaron cosquillas y lo hicieron sonreír.

—¿Tienes agregados a Chihiro y Muro-chin por sus nombres? —Quiso saber después, era obvio que enviaría los videos de inmediato.

Daiki soltó una risotada.

—No y sí.

—¿Cómo dicen?

 El moreno apretó los labios sintiendo que los ojos se le aguadaban debido a la risa.

—«La novia del diablo» y «Himuro».

Fresita giró el cuello para ver de forma severa a Daiki, sin embargo, la mueca en su rostro decía que era obvio que le había dado risa, así que su actuación no duro nada y pronto él también sonrió divertido.

—Eres un tonto —le dijo.

 

 

~•§•~

 

 

Era pasada de la media noche cuando el celular de Chihiro sonó en algún lugar de su apartamento.

Había sido una suerte que él lo hubiera escuchado, pues se encontraba recostado en el sofá de la sala; la única iluminación que había provenía de la televisión encendida, pero él no la veía, tenía la mirada perdida en algún lugar de sus recuerdos. Sus ojos se desviaron hacia una esquina, de donde quizá el sonido provenía, luego su atención fue hacia la Tv.

Lucía mal, triste, normalmente no mostraba muchas expresiones, como su hermano, pero siempre su felicidad era notoria en sus ojos gracias a su prometido… ex prometido. No, él ya no iba a casarse con Seimei.

En ese momento parecía muerto en vida. Tenía bolsas oscuras bajo sus ojos y el cabello revuelto, había perdido peso y sus labios lucían resecos; estaba pálido.

Apretó los ojos con fuerza en cuanto otra notificación sonó, la cabeza le dolía y lo último que quería en ese momento era que lo molestaran. ¿Eran tan difícil entender que quería estar solo? Por algo le había dicho a Kuroko, cuando lo llamó luego de enterarse, que se quedara con sus amigos y disfrutara sus vacaciones.

No quería que lo viera en ese estado tan lamentable. Se sentía como una mierda sin saber qué carajos había hecho mal. Solo quería llorar, gritar y tirar todo a la mierda. De sentía devastado, vacío por dentro.

Otra notificación volvió a sonar, y él se levantó molesto casi sintiendo que lloraba de la frustración. Buscó su celular y luego volvió al sillón. Revisó las notificaciones dándose cuenta que un número que no tenía agendado le había enviado unos videos por whatsapp.

Como si le importara lo que un extraño pudiera enviarle.

Se metió a la aplicación solo para bloquear el número y así ya no lo molestara más, sin embargo, cuando abrió la conversación no esperó ver el rostro de Seimei en la miniatura del video. Se veía que estaba ebrio, estaba de pie una pose torcida y sus ojos lucían desorientados, además una cerveza yacía en sus manos… podía distinguir la silueta de sus amigos al fondo.

¿Era una broma?

¿Estaban burlándose de él?

¿Acaso estaban bebiendo y celebrando su nueva soltería?

¿Cómo podían ser tan crueles como para enviarle esos videos de ellos divirtiéndose mientras él se encontraba perdido en su miseria?

El celular cayó de sus manos. Una presión fuerte en su pecho le hizo tiritar los dientes, se mordió el labio inferir con fuerza lastimándose. Su respiración comenzó a volverse frenética y estuvo a nada de gritar de dolor, pero el sonido de una nueva notificación lo distrajo.

Con manos temblorosas tomó de nuevo el aparato, dándose cuenta que ahora se trataba de un mensaje escrito:

 

«No sabes quién soy, y para ser sincero yo no sé del todo quien eres.

Probablemente estés molesto y no quieres saber nada de Seimei. Y yo te apoyo, porque incluso yo sé que se comportó con un imbécil al terminar tan drásticamente su compromiso contigo.

Nadie te culparía si no quieres volver a verlo.

Pero, solo quiero que sepas que él también lo está pasando mal.  No terminó contigo porque ya no te amara, lo hizo porque es un grandísimo idiota impulsivo y merece que le rompa la cara por ello.

Te seré sincero, yo no estoy al tanto de sus motivos, pero sí sé que él no quería hacerlo y ahora está hundiéndose en su mierda por imbécil. Los videos de arriba lo demuestran.

Por favor, velos… y si aún lo amas, acepta verlo una vez más para que él pueda explicarte porqué lo hizo. No te pido que lo perdones si no quieres hacerlo, solo escúchalo.

Sin embargo, como dije antes, nadie te culparía sino no lo haces. Pero al menos piénsalo, por favor».

 

Chihiro respiraba de prisa luego de terminar de leer el mensaje, no teniendo ni una solo idea de quién podía ser el que lo enviaba. Tenía los números de todos sus amigos registrados, pero no el de este. Sus manos comenzaron de nuevo a temblar, se sentía mareado.

Respiró hondamente para tratar de tranquilizarse, repitiendo internamente que debía calmar su mente y su corazón.

¿Seimei también estaba sufriendo?

Sí, seguro. Así como había sufrido al ser tan frío con él y mandarlo a la mierda sin darle explicaciones, solo llegando y diciendo que terminaban, siendo totalmente cruel y destrozándolo totalmente.

Chihiro limpió con fuerza las lágrimas que habían comenzada a resbalar por sus mejillas sin permiso. Ahora estaba molesto. No sabía quién carajos era esa persona, pero lo iba a escuchar. ¿Pensaba que iba a creer sus mentiras? Si fuera verdad que Seimei estaba arrepentido, sería él quien le enviaría los mensajes. No, más que eso, estaría en su puerta en ese momento suplicando su perdón.

Pero en lugar de ello un desconocido le había enviado unos mensajes.

¿Cuán imbécil creían que era?

 

~•§•~

 

Fresita estuvo a nada de tirar el celular en sus manos cuando este comenzó a sonar y vibrar de la nada.

Sus ojos se abrieron en sorpresa al notar que no solo Chihiro había ya leído sus mensajes, cuando él creyó que podía estar dormido, sino que también estaba llamándolo de vuelta. Giró el rostro con una expresión de pánico, pidiendo consejo a Aomine, este lo alentó a que respondiera.

Respiró hondamente antes de aceptar la llamada.

—¿Hola? —dijo con duda, sintiéndose completamente nervioso.

Del otro lado de la línea hubo silencio unos segundos, y entonces una respiración cerca de la bocina.

»—¿Te diviertes?

—¿Disculpa?

»—¿Crees que es muy divertido? o quizá piensas que soy estúpido, ¿no?

Fresita pasó saliva con fuerza

—Escucha, no es divertido de ninguna forma y no creo que seas estúpido. Mi intención no era que pens…

»—¿Quién eres? —Chihiro lo interrumpió con algo de brusquedad.

Los ojos rojizos de Cerecita buscaron los azules de Aomine, su rostro mostraba una expresión de gatito regañado. Sus cejas alzadas por el medio, preocupado. Durante unos segundos no supo exactamente qué debía decir.

—Soy… soy amigo de Seimei… —respondió nervioso, sintió como Daiki le daba un besito en el cuello para tratar de tranquilizarlo.

»—¿Su amigo? —el peli-rojo escuchó una risa al otro lado, que nada tenía de diversión—, ¿Eres por quién me dejó?

—¿QUÉ? —Fresita sintió que se le bajaba la presión, a Daiki en cambio se le hizo gracioso—. ¡Nooo! ¡No es lo que crees! ¡Te juro que no es lo estás pensando!

Se incorporó en la cama soltando un quejido en cuanto un pinchazo le atravesó la espalda baja. Pero ignoro el dolor, no importaba en ese momento.

—¿¡Siquiera viste los videos!? ¡Solo estoy tratando de ayud...!

Guardó silencio no llegando a terminar la frase. Al otro lado de la línea se escuchó un sollozo que le oprimió el corazón y lo obligo a callar, y luego otro y otro y otro.

Mierda…

Eso no era lo que él había planeado para nada. Su intensión no había sido hacerlo sentir peor de lo que seguramente ya se sentía.

Se giró hacia Daiki no sabiendo qué hacer. Se sentía como un completo tonto, sus ojos ardían. Fue muy estúpido de su parte el creer que las cosas podrían resolverse tan fácil. Desde luego era un asunto delicado. Que idiota.

Aomine le sonrió comprensivo, acariciando su brazo y luego pidiendo él el celular para así poder hablar con Chihiro. Su Gatito se lo dio sin oponerse. El moreno también se incorporó para poder así darle un besito conciliador en la frente y sonreírle una vez más.

Luego hablo:

—¿Chihiro? —llamó, los sollozos callaron de inmediato, hubo silencio por unos segundos.

»—¿A-Aomine? —silencio una vez más, parecía que el chico estaba procesando la reciente revelación, pero entonces una risita amarga se escuchó desde el celular—. Ni siquiera me sorprende —dijo el chico—. Tú, maldito bastardo.

Las cejas del peli-rojo se alzaron en sorpresa, un pensamiento en su cabeza. ¿Pues cuan bastardo podía llegar a ser el moreno?

Daiki apretó los labios.

—No sé en qué tanto está divagando tu mente —el moreno tomó la palabra—, pero te aseguro que no es nada de lo que piensas.

»—¿¡Y qué se supone que es entonces, sino eres tú, hijo de puta, haciendo una de tus malditas bromas creyendo que es muy gracioso!?

Daiki suspiró mientras se masajeaba el puente de la nariz. No había esperado para nada que Chihiro estuviera tan mal. Es decir, ese chico del otro lado de la línea no parecía para nada el hermano mayor de Tetsu. Ellos tenían la misma cara de inexpresividad. Desde luego, tampoco cruzó en ningún momento por su cabeza que estaría saltando en un jardín de rosas, solo que… se escuchaba terrible, y probamente también lucía totalmente devastado.

Seimei idiota.

—¿Viste los vídeos? No lo hiciste, ¿cierto? De haberlo hecho no estarías tan alterado.

Silencio.

»—¿Por qué debería verlos?

—Para que así no saques conclusiones erróneas.

»—Como si fuera a confiar e…

Unos sonidos extraños comenzaron a escucharse de repente, y sin que los dos chicos supieran a qué rayos se debían, la llamada se cortó sin haberlo siquiera esperado. Un pitido proveniente del celular fue lo único que se escuchó durante algunos segundos en la habitación.

—¿Qué rayos? —fue lo único que Fresita atinó a decir.

El entrecejo del moreno se frunció y no perdió tiempo en intentar devolver la llamada, pero, aunque hizo varios intentos, Chihiro no respondió ni una sola vez, provocando que el par de novios se preocuparan aún más por la forma en la que la llamada había terminado

 

~•§•~

 

En la sala del apartamento del Chihiro, su teléfono sonaba incesante.

Pero el chico no yacía cerca para responder, pues había tenido que correr directo al baño debido a las náuseas que desde hacía un tiempo lo hacían sentir incluso más miserable de lo que ya se sentía.

Se encontraba de rodillas frente al inodoro, las arcadas no se detenían, haciendo que su garganta doliera y pequeñas lagrimitas escaparan de sus ojos. Ya ni siquiera vomitaba nada, solo bilis. No podía comer por las náuseas y lo único que lograba llevar a su estómago lo devolvía, por lo que decidió que entonces no comería nada porque no tenía ningún sentido hacerlo si al rato lo vomitaría.

Cuando finalmente las arcadas se detuvieron, el sollozó, recostándose se contra la pared mientras se sostenía el vientre y sollozaba más fuerte.

Maldito Seimei.

Estúpido.

Quería golpearlo, voltearle el rostro de una bofetada que desde luego se merecía.

Su celular sonando de nuevo en la sala lo distrajo un momento, haciéndolo recordar que había estado en una llamada antes de que las náuseas hicieran de las suyas una vez más.

Se levantó con esfuerzo del suelo, dejando ir el agua del inodoro y luego yendo hacia el lavabo para refrescar su rostro y lavar su boca. Era tan asqueroso. Su reflejo en el espejo lucia tan patético; se veía como un completo desastre con esas enormes ojeras y el cabello todo revoltoso.

Con paso lento fue hacia la sala, el sonido de la televisión hacia que su cabeza diera aún más vueltas, por lo que apagó el aparato y encendió las luces. Se encontraba mal y no tenía ánimos de nada, pero no por ello iba a descuidar su casa. Esta se encontraba relativamente limpia, de todos modos, las ganas de comer se habían esfumado así que no había trastos sucio o bolsas de frituras, ni siquiera se había cambiado el pijama desde la noche anterior, así que ropa sucia tampoco había regada.

Se sentó en el sofá casi tirando su teléfono en cuanto este comenzó a sonar de nuevo. Le bajó el volumen y dejó que la llamada se perdiera mientras él se sumía en un debate interno acerca de ver los videos que Aomine y ese chico le habían enviado.

Lo admitía, se había pasado un poco con el moreno. Había sido demasiado brusco… era solo que su humor estaba tan cambiante y su situación actual no ayudaba para nada. Sabía que Aomine era un imbécil, pero él jamás fue grosero con su persona. Le debía una disculpa.

Dubitativo, abrió la conversión y envió un mensaje:

 

«Estoy bien. Veré los vídeos».

 

Tuvo que tomarse un momento para respirar hondamente y aclarar su mente. Aún estaba enojado pero el anterior arrebato no era él siendo cuerdo. Se sentía demasiado frustrado y las hormonas eran un desastre para su corazón herido. El chico que estaba con Aomine le había enviado un mensaje claro y él solo había ignorado sus palabras e interpretado todo a su manera.

Que tonto. También le pediría disculpas.

Una vez con su mente clara, inhaló hondamente una vez más antes de por fin observar los videos:

En el primero, se mostraba a un Seimei totalmente borracho, llorando desesperadamente mientras se aferraba a su hermano, Tetsuya, y le gritaba que lo sentía una y otra vez. Como se esperaba, el peli-celeste lo alejó de sí de inmediato, por lo que el Akashi menor suplicó que no lo rechazara al mismo tiempo que su llanto se intensificaba.

—¡Te amo, Chihiro!».

El grito proveniente del celular de Chihiro hizo eco en toda en la sala. Las palabras rebotaron en las paredes y golpearon con fuerza el corazón del chico, haciéndolo inhalar con fuerza y cubrir sus labios con una mano.

—¡Te amo hip más que a mí mismo hip!».

Chihiro sintió las lágrimas arder detrás de sus ojos una vez más, y antes de que pudiera detenerlas ya estaba llorando de nuevo. Dejó el celular por un lado y cubrió su rostro con ambas manos temblorosas.

—Maldito i-idiota —susurró para si—. Yo también t-te amo.

Sollozó durante unos minutos hasta que se calmó, limpiando las lágrimas y los mocos que habían escurrido asquerosamente de su nariz. Luego tomó de nuevo el aparato y continúo observando. No pudo evitar una risita en cuanto vio cómo su hermano le daba un merecido puñetazo, solo para que el peli-rojo cayera al suelo y después gateara hasta Murasakibara y le arrebatara una de las botellas de licor que este tenía. Forcejearon como niños chiquitos por un dulce, pero al final terminaron ambos tomando de ella.

Chihiro lloró de nuevo, una risita divertida mezclada con llanto de añoranza.

El siguiente video era siempre Seimei, solo que esta vez él estaba cantando a todo pulmón mientras bebía más licor y lloraba al mismo tiempo. Por ratos se veía que le susurraba a la botella de alcohol, la abrazaba y luego solo continuaba llorando.

Por último, el siguiente video mostraba como Seimei comenzaba a quitarse los pantalones de la nada, siendo reprendido por un borracho Midorima.

«—¡Chihiro me dejaba hip estar sin pantalones en su hip apartamento!».

Gritó el chico como forma de debate, sin detenerse de su objetivo. Sin embargo, no esperó que fuera Atsushi; que estaba ebrio, pero no lo parecía debido a su siempre expresión de aburrimiento, quien le respondiera:

—Pero esta es la casa de Aka-chin, y tu terminaste con Hiro-chin».

Sus palabras fueron como un balde de agua fría derramado sobre el cuerpo del Akashi mayor y dieron como resultado que, aun así, Seimei se quitara los pantalones, pero en medio de un llanto lleno de hipidos y mocos, solo para después acostarse en la alfombra mientras abrazaba una nueva botella de licor y una almohada.

Chihiro lloro de nuevo, y rio también.

¿Por qué Seimei tenía que ser un imbécil tan lindo?

Si algo ocurrió solo tenía que habérselo dicho, para eso estaba, para apoyarlo en momento difíciles, no solo en los buenos. No tenía que hacer cosas estúpidas de las que luego se andaba arrepintiendo al punto de emborracharse de esa forma y llorar tan horriblemente.

Se abrazó a si mismo sintiendo que por primera vez desde la ruptura, su corazón se sentía cálido de nuevo. hipidos removieron su cuerpo y una vez más estaba llorando, pero ahora su corazón se encontraba más tranquilo. Se limpió las lágrimas con una sonrisa en el rostro y luego tomó de nuevo su celular.

Respiró profundo para que no se notara su estado de ánimo, que no servía de nada porque igual había estado muy volátil hacia no mucho y ya había tirado a la basura su imagen.

Cuando respondieron la llamada que hizo, el chico que estaba junto Aomine fue quien respondió. Él se escuchaba totalmente preocupado.

»—¿¡Te encuentras bien!? —cuestionó sin esperar siquiera que dijera algo—. ¡Estabas hablando y entonces solo se escucharon ruidos extraños y la llamada se cortó! ¡Estaba preocupado ya pensando lo peor!

Chihiro no tenía idea de quien era y porque estaba tan preocupado por él, algo golpeo su mente, pero era imposible debido a los antecedentes de Aomine, de todos modos, lo sabría luego. Aunque esperaba no tener que interactuar mucho con él, porque sonaba como alguien ruidoso e impulsivo.

Y al único ruidoso e impulsivo que podía soportar era a Seimei, eso ya era suficiente para una vida.

—Estoy bien… ya estoy bien —susurró lo segundo más bajo.

Durante unos momentos, ningún sonido llego desde el otro lado de la llamada.

»¿De verdad? —dijo entonces el chico, ya más calmado. Sus palabras parecieron tranquilizarlo.

—Si.

Más silencio.

Ahora Chihiro no sabía qué decir, se había dejado ganar por los impulsos en la anterior llamada y entonces ahora todo era tan incómodo. ¿Por qué Aomine no decía nada también?

—Emm… lo siento, por lo de antes —se atrevió a decir luego de mentalizarse por un momento.

»—¡No te preocupes! —el de cabellos grises podía imaginarlo haciendo mímicas con las manos—. Mis mensajes salieron totalmente de la nada y la situación con Seimei fue tan repentina. Entiendo que estuvieras tan desconfiado.

»Pero quiero que sepas que solo quiero ayudar. Estoy seguro que tú lo amas tanto como él te ama a ti, y no puedo soportar ver como sufren por ese idiota —el chico por un momento pareció enojado, hasta se escuchó un chasquido de lengua—. Ten por seguro que lo golpearé por ti, ¿de acuerdo?

Chihiro no pudo evitar que una risita se torciera en sus labios.

—De acuerdo —dudó un momento—, aunque… preferiría golpearlo personalmente.

»—¿¡Eso significa que accederás a verlo!?

—Si… si él también quiere verme. ¿Sabe siquiera de esta conversación?

—En realidad no… —su voz sonó realmente apenada—. Pero no dudes que ese maldito te extraña y también quiere verte, solo que es un cobarde y seguro cree que lo odias luego de lo que hizo. ¡Y con razón!  —ahora se escuchaba nuevamente enojado. Vaya si su humor era tan cambiante.

Aunque él no era quien para hablar tomando en cuenta su estado de ánimo en las últimas semanas.

»—Me encargaré de que vaya verte y hable con sinceridad de porqué lo hizo. Te mereces una explicación y es lo mínimo que puede hacer por ti luego de lastimarte como lo hizo.

Si, una explicación era lo mínimo que se merecía luego de ese corte tan abrupto en su relación. Y que Seimei no llegara a creer en ningún momento que lo tendría tan fácil. Es decir, dependiendo de qué había sido, probablemente lo perdonaría, pero eso sí, se tomaría su tiempo para torturarlo un poco.

Porque el muy bastardo se lo merecía.

—De acuerdo… y dile, dile que yo también tengo algo que en serio necesito decirle.

»—Por supuesto.

—Gracias.

»—De nada.

No, en serio. Muchas gracias.

Chihiro dibujo en sus labios una sonrisa dulce mientras acariciaba suavemente su aun vientre plano.

No podía esperar para ver su reacción.

Notas finales:

Yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy…


Eso fue todo por ahora.


¿Qué tal?


¿Qué les pareció?


¿Les gustó?


Este cap en serio me gustó mucho, porque me encanta el drama y eso. Jejeje, esperen más de ahora en adelante.


¿Esperaban lo de Chihiro o creían que sería alguien más?


¿Apoco no merece una torcida de jeta Seimei? jeje


Bueno, espero que sí les haya gustado.


Muchísimas gracias por haberme leído. Que Raziel me los cuide, besos y abrazo de oso.


Hasta la próxima.


Byeeeee.


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