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UNKNOWN por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaa. 

¿Cómo están? Yo espero que bien.

Como pueden ver, esta actualización fue bastante rápida bsbsndbdndjd y espero continúen siendo así. Estoy esforzandome para ello.

A quienes leyeron el capítulo anterior, infinitas gracias, me hizo muy feliz saber que aún hay quienes me siguen a pesar de haberme ausentado por tanto tiempo. Sobretodo, un besote y abrazota a Angélica, por sublindo comentario. Graciaaaaaas.

Por los posibles horrores de ortografía, dos mil disculpas. Estoy medio ciega y oendeja.

Sin más que decir excepto que, espero por el ángel el cap sea de su agrado, los dejo leer.

UNKNOWN

—Capítulo 9—

Celos

 

 

Aomine estaba insoportable, pensaba Kasamatsu.

Y no lo creía solo él. Pues incluso el despreocupado Murasakibara, quien podía simplemente desconectarse de la realidad si le daba la gana, ya estaba harto de sus muecas tontas y sus estúpidos balbuceos.

Puede que incluso Midorima estuviera ya perdiendo la paciencia con él, pero el peli-verde estaba perdido en sus propios desvaríos. Por no decir que su mente y ojos tan solo se enfocaban en Takao Kazunari. Ese chico que sonreía como si no tuviera el corazon roto, pues acaban de rechazarlo definitivamente; él, que sonreía alegre y esa sonrisa lograba iluminar incluso la noche más oscura.

Pero Shintarō sabía que, en ese momento, su sonrisa si bien era hermosa, tan solo era una actuación. Él solo quería olvidarse un momento del dolor.

A Midorima le sorprendía lo fuerte que Takao era, poniendo así una sonrisa en su rostro y tratar de salir adelante. Él no podía. No había forma de que pudiera fingir que estaba bien y continuar caminando. No lo estaba, odiaba tener que rechazar a Takao por un compromiso que no deseaba.

Pero el de anteojos no solo podía rechazarlo. Él sabía lo importante que era para su madre cumplir la promesa hecha con su mejor amiga, y claro que comprendía el hecho de que Akashi quisiera respetar el último deseo de su querida madre.

A él realmente no le importaba tanto. Akaashi era un buen chico y, si tenía que pasar su vida junto a alguien, quién mejor que su mejor amigo. O al menos eso pensaba al principio, pero entonces apareció Kazunari. Él, con sus estúpidos chistes respeto a su tonta forma de acabar sus oraciones. Pero también con su hermosa sonrisa, esa que le calentaba el pecho como nunca creyó que alguien lo haría.

La decisión estaba tomada desde hacía años. Por supuesto que la madre de cada uno se los explicó. Con Shintarō fue directo, pues era hijo único, hablando de hijos varones, puesto que el peli-verde tenía una hermana menor;  pero con Akashi no fue tan sencillo.

Aunque, claro, al final la decisión fue obvia.

Akashi nunca permitiría que su hermano fuera quien tuviera que comprometerse, y el hecho de que él fuera mayor por unos minutos, le ayudó con el tema de ser el mayor de ambos. Lo difícil realmente fue el hecho de que, los hermanos Akasshi eran increíblemente muy unidos en ese entonces, ninguno quería que el otro se sacrificara. Pero fue Seijūrō quien fue elegido.

Era el mayor, y era mejor amigo suyo, eso y que Seimei y él no se tragaran nada a pesar de, prácticamente, haber crecido juntos.

Akashi nunca refutó nada, sin embargo, su hermano fue otro asunto. Él no quería que Akashi se sacrificara y, por supuesto, él tampoco quería tener que hacerlo. La idea simplemente le parecía tonta, pero la decisión estaba tomada. Luego de ello, la relación de los hermanos no volvió a ser la misma.

Seimei nunca le perdonó a su hermano y a él, Shintarō, ser tan estúpidos. Solo debían negarse, y ninguno lo hizo. Y luego Shiori falleció, y Akashi estuvo más decidido que nunca a cumplir el deseo de su madre. Y a pesar de que para ese entonces Midorima ya estaba enamorado de Takao, no se opuso, pues él, mejor que nadie, sabía lo mucho que Akashi amaba a su madre y el dolor que significaba perderla para siempre.

Nunca podría olvidar esa noche, esa en la que Seijūrō se quebró por primera y última vez frente a él. Esa en la que las lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras Shintarō no podía hacer más que abrazarlo y dejarlo no ser el siempre perfecto Akashi Seijūrō, ese que su padre le imponía fuera. Pero esa noche tan solo fue un chico que acaba de perder a su madre, tan solo fue un chico liberando su dolor.

Midorima no quería casarse con él, pero lo haría aunque su corazón se rasgara. Solo le hubiera gustado no tener que romper el de Takao al hacerlo.

Oh su querido Takao.

 

~•§•~

 


Daiki quería golpear algo, y si ese algo tenía el cabello de Akashi, los ojos de Akashi, el rostro de Akashi y el cuerpo de Akashi… si ese algo era Akashi Seijūrō, mucho mejor.

Pero también quería que ese algo fuera él mismo, pues el hecho de que le molestara tanta que Fresita y Sei estuvieran charlando como si de los mejores amigos se tratara, le daban ganas de querer vomitar.

¿Por qué rayos tenía que ser ese tipo? ¿Por qué no podía tratarse de una hermosa peli-roja de voluptuosas curvas? Una imagen mental llego a él, pero la visión, por increíble que pareciera, le desagrado. Sin embargo, el chico desconocido le parecía demasiado atrayente, tanto que el solo hecho de pensar en él hacia latir rápido su corazón.

Oh, genial, Aomine estaba perdiendo la cabeza.

Que alguien le diera un tiro.

De preferencia que fuera Langosta, si iba a morir que fuera por mano suya y en sus brazos.

Aomine azotó la cabeza contra la mesa, haciendo que Kasamatsu, Murasakibara y Midorima pegaran un brinco y voltearan a verlo como sible acaba de crecer una pierna en la frente.

Estuvo equivocado cuando pensó que su problema podría dejar de ser molesto a divertido, si podía joder un poco al peli-rojo. Pero, para su mala suerte, era un camino de dos vías y, al parecer, el que más salía perdiendo era él. Pero, oh, Aomine no iba a dejar que solo le afectara a su persona.

Y no es que fuera egocéntrico, bueno sí, lo era, pero eso nada tenía que ver con el hecho de que era obvio que Fresita se sentía, al menos un poco, atraído hacia él. Y él era muy consciente de eso, de que ambos lo sabían.

Se levantó de donde se encontraba sin decir nada, directo hacia la pista de baile justo donde se encontraban sus amigos. Mientras avanzaba, no podía dejar de decirse una y otra vez que era una completa locura, y que seguramente se arrepentiría de ello, pero continuó dando un paso delante del otro, sin detenerse.
Hasta que lo tuvo enfrente, pero él no lo había notado pues bailaba feliz con los demás. El primero en verlo fue Kuroko, por supuesto, sus ojos se encontraron un segundo. Quizá estaba loco, o los tragos que ya había tomado le estaban afectando, pero el peli-celesto lo miró con satisfacción, como si le agradara lo que estaba a punto de hacer.

—Kise —llamó entonces al rubio.

Puede que, en realidad, Kise sí que lo sintió llegar y tan solo estaba fingiendo que no, pues cuando se giró ante el llamado de Aomine, el rubio tenía una sonrisa enorme en los labios y sus ojos brillaban ilusionados.

«¿Qué maldita sea estás haciendo, Aomine?», pensó, dándose un puñetazo mental.

—¿Sí, Aominecchi?

Ah, como fuera…

—¿Quiéres bail…?

Ni siquiera había terminado de hacer la pregunta cuando Kise ya se le había prendido como Koala.

—¡Claro que sí!

Estuvo incómodo todo el tiempo que duró junto a Kise, al contrario de él, el rubio parecía irradiar felicidad. Daiki sintió cierta culpa al ver su sonrisa. ¿Qué tan maldito podía ser? Al parecer demasiado. Darle falsas esperanzas a Ryōta. Estaba siendo un maldito bastardo.

No sentiría tanta culpa si al menos estuviera sirviendo de algo, pero desde que fuera a Ryōta, el peli-rojo no le había dirigido una sola mirada. Imbécil, ¿qué se creía ese idiota?

Aomine no le prestó nada de atención a Kise, sus azules ojos estuvieron fijos en dirección de los peli-rojos. Verlos conversar tan calmada y animadamente, con tanta confianza, incluso Akashi siendo tan suelto, sonriendo con tanta sinceridad como no le había visto antes, le revolvía, en serio, todo el estómago. No le dirigieron ni una sola mirada, ni siquiera parecieron percatarse de que él estaba bailando con los chicos. De hecho, parecieron no darse cuenta de que estaban rodeados de muchos otros cuerpos.

Para ellos, parecía como si, mientras hablaban, no existía más nadie que el otro.

Daiki alejó un momento la mirada mientras pasaba saliva con fuerza. La visión realmente lo había incomodado demasiado. Se preguntó si en algún momento él podría tener algo como eso, esa confianza con otra persona.

Un grito lo hizo volver la vista hacia ellos, parecía que nadie más de sus amigos lo había escuchado pero, por algún motivo, él pudo escuchar muy bien como Fresita soltaba muchas barbaridades… en otro idioma. Como gesticulaba hacia Akashi, quien parecía sumamente tomado por sorpresa y tenia una expresión como Aomine no le había visto antes.

Una bastante estúpida.

—Je… —sin darse cuenta, soltó una risita.

No por la cara que Sei tenía, claro, sino porque, al parecer, Akashi había hecho algo que a Langosta no le había agradado del todo. Bueno, no le había agradado nada. Y eso, eso era maravilloso para Aomine, porque significaba que ellos iban a dejar de estar tan juntos.

—¿Te diviertes, Aominecchi? —Kise preguntó, curioso. La risita del moreno había captado su atención. Un sonrojo se pinto en sus mejillas al alzar un poco la vista y ver en sus labios una mueca burlona pero sexy.

—Eh… sí —Aomine no volteó a verlo, sus azules ojos continuaban observado a Fresita y campañia. A este parecía que estaba saliéndole humo por las orejas mientras continuaba despotricando contra Seijūrō.

Kise sonrió con ojos soñadores. Sin pensar en que quizá podría ser rechazado, él se abrazó al fuerte pecho del peli-azul. Y Daiki no le correspondió, pero tampoco lo alejó, y eso ya era un gran avance para el rubio.

Pero entonces, sus ireses azules divisaron como, ya completamente satisfecho, o harto, el peli-rojo más alto se alejaba de la barra, dejando a Akashi en lo que parecía un trance mental. Aomine, sin pensarlo mucho, alejó a Ryōta de si y, sin decir absolutamente nada, se alejó de la pista de baile en la misma dirección en la que Fresita había salido como alma que lleva el diablo.

 


~•§•~

 

—Oh, vaya —Kuroko llamó la atención de Kise—. Eso fue incómodo… para Kise-Kun, obviamente.

Kise se giró, quedando frente a sus amigos, quienes habían estado observando, descaradamente, como le iba mientras bailaba con Aomine. Para ellos, que observaron desde fuera, fue obvio como la atención del moreno había estado en otro lugar, pero para el rubio, quien había estado más enfrascado en su propia felicidad, había sido otro asunto.

Pues él estuvo más metido en sus pensamientos planeando una boda, que en el actuar de Daiki frente a él.

—Oh, Kurokocchi —respondió el rubio, sonriendo ampliamente—. No hay nada que puedas decir en este momento que me quite la felicidad que siento.

Kuroko suspiró, a veces, Kise podía ser muy tonto; Kuroko también sonrió, sin que nadie se diera cuenta. Oh, iba a matar dos pájaros de un tiro.

—Como tú digas, Kise-kun. ¿Nos sentamos un momento, chicos? Quisiera un trago.

Todos estuvieron de acuerdo, excepto Takao, quien continuó en la pista de Baile, moviendo sus caderas y con los ojos cerrados. No bailaba con nadie en particular, tan solo liberaba su mente y cuerpo un momento. Tan solo se olvidaba del dolor en su pecho.

Entre risitas, Kise, Momoi y Kuroko fueron hacia la barra, lugar en el que encontraron a Akashi muy concentrado en sus pensamientos. Su entrecejo estaba fruncido, uno de sus puños yacía sobre sus labios. Oh, a Kuroko siempre le daba escalofríos lo guapo que se veía cuando se concentraba de esa forma.

A un lado de él, con un asiento entre ambos, Kasamatsu se encontraba con lo que ya era su cuarta copa. Ambos estaban de espaldas al Barman. Yukio igual parecía pensativo, pero a diferencia de Sei, el muchacho de ojos azules se veía un tanto triste.

Tetsuya encontraba sorprendente como Kasamatsu fingía su desinterés en el amor, ni siquiera Momoi había sospechado en todo ese tiempo. Pero él, que podía volverse una sombra, lo cual era una ventaja en ciertas situaciones, pudo descubrirlo. Luego de saberlo, leerlo se volvió bastante fácil. Su corazón había quedado completamente expuesto.

No es que Kuroko tuviera resentimientos hacia Kise, pero ya era hora de que alguien lo pusiera en su lugar. No podía creer que a estas hora del partido, aún creyera que estuviera enamorado de Aomine. Le iba a abrir los ojos de un puñetazo.

—¡Ah, que divertido! —a Kise nadie le quitaba la sonrisa del rostro—. ¿Qué estás tomando, Kasamatsu-sempai? —Cuestionó, tomando asiento a un lado del susodicho.

Yukio soltó un chasquido molesto antes de darle un sorbo a su bebidada y acabarla de golpe.

—No tengo idea —respondió molesto—. Dame otro —pidió al Barman, quien de inmediato llenó su baso.

Kise no notó la molestia de Yukio, lo asoció a su forma huraña de ser. Simplemente sonrió y pidió un trago igual al que él bebía. Así mismo, los demás chicos también pidieron tragos también.

Kuroko estuvo unos minutos de pie, antes de tomar asiento justo en el lugar que estaba vacío entre Seijūrō y Kasamatsu.

—Ah, el amor es tan complicado —suspiró—. Creo que voy seguir soltero por elección propia y no porque me metieron sin anestesia la friendzone —Kise soltó otra risita, al parecer en verdad nada iba a quitarsela. Je, pues que sonriera mientras pudiera, pensó Kuroko. Estaba a nada de bajarlo de su nube y hacerlo puré en el pavimento—. Es más, creo que bien podría tener un polvo hoy.

Ante eso último, Akashi pareció reaccionar de su letargo. Kuroko sintió su rojiza mirada clavarse en él con reprobación. Eso solo lo hizo sonreír más, internamente hablando.

—Eso sería muy irresponsable, Tetsu-kun. No conoces que clase de personas rondan estos lugares.
—Bueno, Momoi-san, creo que la idea principal es esa. Solo sexo sin compromiso.

Kise y Satsuki soltaron un jadeo asombrado. Kuroko, podrían decir, si bien era un descarado sinvergüenza, era una persona que jamás estaría con alguien solo por placer y sin compromiso alguno. Él creía en el amor verdadero, incluso más que cualquiera de los que estaban reunidos ahí en ese momento.

No podía estar realmente hablando en serio. De ninguna forma.

Tetsu soltó un repentino suspiro.

—Ah, al final creo que no podría —se lamentó—. Después de todo soy un ser demasiado puro e inocente como para entrar en ese mundo de lujuria y perversión.

Sus amigos realmente dudaban de todo lo dicho, pero se limitaron a sonreír, alividados, quizá durante un segundo realmente creyeron que sería capaz.

—¿Pero saben quién sí debería? —Sus ojos celeste fijos en dirección de la pista de baile—. Takao-kun.
—¿Eso no sería despecho? —Momoi cuestionó.

—No hablo de una noche de sexo sin compromiso —giró un instante a verla, ella estaba a tres lugares de él; después de Yukio y Ryōta—. Debería avanzar… deberíamos hacerlo —su voz impregnada de melancolía.

Todos sabían a que se refería, claro que para nadie era un secreto que Tetsuya estaba enamorado de Akashi. Es por ello que, ante sus palabras frente al mismísimo Seijūrō, todos guardaron silencio mientras observaban a Takao sonreír, allí en ese mar de cuerpos sudorosos, de extremidades moviéndose de un lado a otro. Todos veían al frente, o casi todos. Pero la mirada de Kuroko se topó con la azul de Kasamatsu, y con ello le dijo que, incluso si trataba de ocultarlo, él sabía su secreto y que, sin duda, también hablaba de él.

Seijūrō notó la mirada de ambos y le tomó tan solo un momento atar los cabos sueltos.

—Es una buena persona, un gran amigo, un chico genial —siguió hablando el peli-celeste—. Se merece alguien que lo entienda, alguien que sane sus heridas y le de el amor que anhela. Peces infinitos hay en el océano, ¿Por qué llorar por uno que lo rechazo? Es inteligente, atractivo —sus ojos, de nuevo, se desviaron hacia Kasamatsu, quien una vez más junto mirada con él—. Ese infeliz debería estar agradecido porque se haya fijado en él.

»¿Eso no salió bien? Bien, solo queda pasar página y seguir avanzando. ¿Es difícil? ¿Lo ama? Claro, pero debería amarse más a sí mismo. Deberíamos hacerlo. Tiene que darse otra oportunidad, no puede siempre estar llorando por quien no lo supo valorar. Solo espero que encuentre a alguien que lo aprecie por quien es, que comprenda sus heridas pero no las juzgue, que le ayude a cicatrizar, que avancen juntos, que se ayuden mutuamente.

En todo ese tiempo, Kuroko continuaba viendo a Kasamatsu, porque si bien parecía que hablaba de Takao, por supuesto que hablaba de él también, y de Yukio. Kuroko ya estaba cansado de rogar por el amor de Akashi. Estaba listo para cambiar de página. Y quería decirle a Yukio que él también debía. Por supuesto, el peli-celeste tenía otras intensiones ocultas, pero eso no era necesario que lo supusieran.

—Yo creo que —Kise tomó la palabra—, si comienza a salir con alguien más ahora, se verá como si de verdad estuviera despechado, además de que parecería que solo esta utilizando a la otra persona.

—¿Entonces no tiene derecho a buscar su felicidad en otro lugar, solo por el qué dirán de él? —Yukio dijo, desviando la mirada hacia Kise; clavando sus ojos en él. El rubio dio un respingo ante la repentina agresividad por parte del moreno—. No se trata de utilizar a nadie, se trata de amarse a sí mismo y darse una maldita oportunidad de ser feliz.

»Pero claro, ¿Qué podrías saber tú de ello? —el rubio sintió una opresión en el pecho, Kasamatsu podia ser huraño con él casi todo el tiempo, pero en ese momento estaba siendo más que huraño, estaba siendo hostil, demasiado—. Alguien que está tan perdido en sus tontas fantasías como para darse cuenta cuando lo aman o no, y que se arrastra como perrito faldero detrás de alguien a quien no le interesa de ninguna forma, nunca podría entender lo que es el amor propio.

Satsuki se cubrió los labios debido a la impresión. Akashi desvío la mirada hacia sus manos que se encontraban sobre sus muslos. Kuroko paso saliva con fuerza. Okay, esa parte no había estado en sus planes. Y lo sentía por Kise, pero era cierto. Puede que el mismo Kuroko haya estado un poco de rogon con Seijūrō, pero él lo admitía para sí, y lo odiaba, y ya estaba cansado de ello puesto que no lo estaba llevando a ningún lado.

Pero Kise era otro asunto.

El silencio, metafórico pues la música y el susurrar de voces estaba a su alrededor, se sintió eternamente largo mientras Kise y Yukio se sostenían la mirada. Ryōta parecía estar a punto de llorar, y Yukio tan solo parecía molesto y cansado, sobretodo cansado.

Kise separó los labios para decir algo, pero nunca sabrían de que se trataba pues Kasamatsu se bebió todo el contenido de su vaso de un sorbo, y se levando de su lugar yendo hacia la pista de baile.

Desde sus lugares, todos observaron como Yukio le pedía bailar a Takao, y como este aceptaba con una sonrisa.

Los ojos miel de Ryōta los vieron bailar uno muy junto del otro, pues al DJ le pareció buena idea poner una canción más suave, romántica. Ellos parecían estar teniendo una charla profundo, pues hubo momentos de miradas serias y también asombradas, incluso de tristeza. La canción al rubio se le hizo tortuosamente lenta.

Y luego la conversacion llegó a un punto en el que Takao sonrió y asintió. Y Yukio también sonrió. Y entonces ambos se acercaron aún más al otro, sus cuerpos, sus rostros y, ante la mirada atónita de Kise, Yukio y Kazunari se besaron.

No fue algo realmente físico, fue más bien una sensación. Algo que Kise nunca había sentido.

Fue como si le acabaran de arrancar el corazón con las manos desnudas.

 

Notas finales:

YYYY ESO FUE TODO POR AHORA.


¿Qué les pareció?


¿Les gustó?


Yo espero que sí.


Okay, sólo para que sepan, a Yukio le dolió igual o más que a Kise decirle lo que le dijo.


No hubo ninguna interacción de la OTP, pero uuff, eso queda para el siguiente capítulo jejeje, estará enfocado más en ellos dos, y en otra pareja que no diré cual es. Jejejeje


Bueno, ojalá y si les haya gustado, ya saben que pueden hacérmelo saber.


Besos y abrazos de oso para todos. Que el ángel me los cuide mucho.


Byeeeee.


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