Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

UNDERCOVER por Shiroi Kaze

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lo prometido es deuda~

7:00 A.M. Repentinamente y por acto de magia, mis ojos percibieron la habitación como si sólo estuviera saliendo de un lento abrir y cerrar. Sentí el pesar del cansancio acumulado sobre mis párpados. Era imposible. Por mucho que intentase volver a dormir, no lo conseguía; persistía esta sensación realmente desagradable que me impedía conciliar el sueño. La burla de una pesadilla vanidosa, cobarde al escabullirse en mi memoria pero, dejando un rastro para hacer notar su presencia. Lo único que me permitió conocer de su naturaleza es que, en sus imágenes y diálogos, resguardaba algo aborrecible. Incómodo y sudoroso, con los labios resecos y una sed como si hubiera bebido toda la noche en el bar más cercano, me levanté de la cama. ¡Apenas y he dormido dos horas!


Mis sienes no tardaron en auspiciar el leve golpeteo de un tambor, pronto tendría dolor de cabeza. Era el preludio de una muy amargada mañana. Raras eran las ocasiones que padecía jaquecas pero, si de algo tendría certeza es que esta no me dejaría hacer nada, absolutamente nada, cuando llegara. 


Resignado ante algunas situaciones y otras no tanto, comencé mi rutina sabatina. Claro, no sin antes tomar una pastilla que, esperaba, pudiera domar los síntomas del malestar que aún no terminaban de asentarse.


Fue un recorrido breve, del amplio dormitorio alfombrado hasta el baño. ¡Demonios, si que la cerámica de este estaba helada! El apartamento que ocupaba se encontraba a un extremo de la provincia de Gyeonggi. Tres habitaciones, un salón, cocina y comedor; aunque parecía poco, el espacio es más de lo que podrían imaginar; al menos para mí.


Me manejé en este lado de la ciudad desde que decidí dejar atrás mi hogar. Siempre viví en residencias estudiantiles; habitaciones dónde dabas cuatro zancadas y ya podías recorrer todo el espacio. Aquí me tomaría un par de días averiguar cuántos pasos posee toda la estructura; de sólo pensar que me atrevería a hacer semejante niñería se me escapó una risa. En cambio, me dirigí a la cocina luego de cruzar el largo pasillo y la sala; esta estaba dividida por un alargado mesón que cumplía mis delirios de barista. En mis primeros años dentro de la capital surcoreana, ese trabajo había dejado muchos conocimientos que no quería olvidar.


Vertí la cantidad necesaria de café y agua en la cafetera. Sí, era un sacrilegio colocar a la cafeína como compañera de una jaqueca pero, mi mayor interés reposaba en los minutos que faltaban para estar calentándome. El frío no perdona la delgadez y, ahora que lo pienso, no tenía ni la voluntad ni el apetito para desayunar. Sólo tomé asiento sobre un taburete del mesón envuelto a más no poder en uno de los gigantescos abrigos de Jackson. Aún se podía percibir su aroma; encantador en la espera y divagancia de los recuerdos... Recientes y pasados.


 


— ¿Qué te parece? He de decir que no tiene comparación con el centro pero, creo que hay una leve esperanza; puedo acostumbrarme a esto.


 


Podía proyectar desde mi mente el momento en el que Jackson me había hecho cruzar la puerta principal de esta misma estancia con los ojos cubiertos. El eco de su voz, altaneramente despreocupada, se propagaba por el vacío de la habitación. Yo, a diferencia de su calma, estaba ansioso porque descubriera mi vista. Intentaba caminar con más prisa, quitarme disimuladamente la calidez de sus dedos e incluso sonsacarlo con peticiones coquetas; me invadía la intolerancia al conocer la socarrona sonrisa que tenía en ese momento. Sin embargo, todos mis intentos habían fallado. 


Una vez en el centro de la habitación, como él deseaba, me liberó. Yo, casi instantáneamente, quedé inmóvil. En ese momento sí acate su petición de tranquilidad, esa que me venía diciendo desde que bajamos de su auto.


 


— ¿Qué significa esto?— Me atreví a cuestionar. Parecía no poder procesar nada de los eventos como una realidad y mi asombro era su deleite.


— Nuestro nuevo apartamento—. Se alejó de mi con los brazos abiertos hasta que volvió a encontrar mi mirada. Ahí estaba, otra vez ese gesto travieso intentando ser indiferente sin éxito—. Complaciendo los gustos de ambos ¿Qué más? ...Bueno, más tuyos que los míos; está bien, lo admito.


 


Había reconocido el sitio desde mucho antes de perder la visión. Solía pasar por las veredas cercanas para llegar de mi residencia a la universidad y viceversa. Además, ya se lo había mostrado a Jackson como el sitio en el que esperaba poder vivir algún día; este se negaba a dejarme no menos que en la puerta de mi residencia cuando recién comenzamos a salir. La verdad es que, aunque vacío, me parecía demasiado perfecto y, con el tiempo, se convirtió en la sublimidad que ahora podía presumir. 


El pitido de la cafetera desvaneció la escena. No obstante, seguiré mi relato mientras vierto el café en una taza. La verdad es que, este espacio tiene todo aquello que alguna vez desee. Cada pintura y color. Desde la más diminuta lamparilla hasta el más ostentoso juego de cuarto sin necesidad de pedirlo. ¡Era incapaz de hacerlo! Nunca he logrado descifrar del todo cómo es que lo averigua, pero, incluso ayer... Jackson sabía cuál era mi más ferviente deseo.


 


— Nos largaremos de aquí...comenzaremos una nueva vida. Algo tranquilo, sin nombres falsos pero, lo más importante, sin tener que escondernos.


 


Su voz invadía el silencio. Todavía al pensarlo y, aún existiendo una pequeña parte en mí que quisiera negarlo, se trataba del más grande y caprichoso deseo que podría exigir. Una estúpida sonrisa me torcía los labios inconsciente. Jackson lo sabía muy bien, aunque insistiré: no estaba muy seguro cómo es que podía leerme con tanta facilidad. Sencillo y complejo a la vez. Significaba un arduo sacrificio pero, asimismo lo que me quitaría el velo de frustración, el sentirme como un simple objeto de colección. Era un joven extranjero con demasiada suerte, sí, esos rumores tenían algo de razón.


La oportunidad de estudiar aquí no se le presenta a cualquier tailandés, sobre todo cuando tu posición económica es deficiente. Sin embargo, mi habilidad numérica parecía una especie de don. Arduo trabajo, entre no conocer muy bien el idioma ni la ciudad y tener que tolerar la poca aceptación de mi etnia; aunque no parezca, los coreanos de descendencia "pura" pueden llegar a ser quisquillosamente crueles. Pero, repito, lo mío eran los números y esa se convirtió en mi barrera de protección y motivación. Pude sobrellevar esos pequeños detalles enfocando mi objetivo. Bambam fue el apodo que sustituyó mi verdadero nombre por lo que muchos, incluyendo a Jackson, dicen sobre mi personalidad. Temeraria y explosiva pero, con un detalle: mi físico no pareciera albergar ni un mínimo de esto. 


¿Mi verdadero nombre? Es demasiado largo y complejo, Bambam quedó perfecto. 


No me detuvo la barrera del idioma y mucho menos la cantidad de veces que me perdí en esta provincia. Aunque soy bastante sociable, mis inicios en este sitio fueron solitarios. El círculo de amistades vendría ya a mitades de carrera y más al conseguir el empleo como investigador contable porque, en secciones como esas, no es que contemos con gran disponibilidad de tiempo para salir a divertirnos. Queramos o no, poco a poco la convivencia nos transforma en una buena "familia".


Todos y cada uno de estos pequeños detalles parecían piezas de un rompecabezas que llamamos vida. Irónico ¿no? No me atrevería a negar que, en los cuadros de juventud hubieron neblinas, aguas turbias e incluso estas asfixiantes sensaciones que te dejan de rodillas para al fin rendirse. Sin embargo, no creía que mi vida había sido tan mala. Por ejemplo, la tolerancia que en mi temprana adolescencia desarrollé por largas estancias aislado, me tenía aquí, cómodo en el silencio de un apartamento que realmente era de dos. Si lo contara con dramatismo esto sería un relato de verdad deprimente, así, como algunas compañeras de trabajo lo hacen porque llevan años con la maldición de ser esposas de agentes de los distintos departamentos.


No era mi caso pero, se asemejaba lo suficiente. 


Jackson y yo recién habíamos cumplido cuatro años de relación. Creo que una de las más duraderas que he tenido y, si no me equivoco, desde su punto de vida sucede lo mismo. Así que, digamos que somos como un joven matrimonio. La única diferencia es que, a comparación de estas mujeres, yo no tengo la libertad de confesar, como colegas en confidencia ni por un desesperado desahogo, lo mucho que pudiese extrañar a Jack. 


Aunque la modernidad y posteriores nos esté impulsando cada día más hacia una mentalidad versátil y abierta a las censuras de nuestros estrictos antepasados, las relaciones homosexuales no son del todo aceptadas. ¡Todavía existe la discriminación por no ser de dos padres netamente coreanos, qué se puede esperar! Por el bien de nuestras posiciones y empleos, el sepulcro de la discreción es el sello más marcado de nuestra relación. Me atreveré a decir que le da un atrevido y emocionante giro a cada encuentro y cada pequeña dedicatoria. No todos los días te ves en este suspenso de mensajes ocultos, miradas parlantes, propios lenguajes y citas secretas; es una verdadera vida de espionaje. Aunque a un muy alto precio; tampoco negaré que esto, como todo en excesos, tienes sus grandes desventajas. La principal, pueden detallarla con lujo en este mismo lugar donde acabo mi último sorbo de café. Un espacio dedicado a lo que, más que una persona, acaba convirtiéndose en una especie de mascota privilegiada, todo con la única condición de esperar con entusiasmo, ser fiel y conforme a una constante verdad a medias.


No era lo mismo; sí, no me podía comparar exactamente con mis colegas desposadas... pero se asemejaba lo suficiente para comprender su sentir.


 


— ¿Acaso creíste que olvidaría nuestro aniversario?


 


También comprendía porque, pese a la cantidad exuberante de piedras sobre nuestros hombros, seguíamos en pie. Por muy ingenuo y masoquista que sonara, simplemente habían detalles que valían más que cualquier tortura. Eso que llamamos verdadera convivencia y aceptación.


 


— Nos veremos más pronto de lo que crees.


 


Ahora, el debate más intenso que afrontaba viendo el fondo de mi taza vacía era este: ¿Debía creerle? ¿Debía tener esperanzas en que cumpliría este último e insaciable deseo de libertad? Todavía no podía creerlo pero la simple idea provocaba un ligero temblor en mi labio inferior cuando batallaba por no sonreír. Debía calmar mis expectativas y, la única manera de hacerlo estaba brillando justo frente a mis ojos.


Al alzar la vista, la cubierta de mi laptop fue la más magnífica revelación. Recordé el pendrive.


Sería cuestión de minutos para que tomara la computadora, me dirigiera una vez más a la habitación, la encendiera y buscara con algo de desespero el portador de la información; el pantalón había quedado en alguna parte de la alfombra. 


Lo mejor del caso es que Jackson no había dejado ninguna restricción; si pretendía la sobreentendiera, estaba lejos de pasarme por la cabeza obviar mi curiosidad. Eso, en un primer lugar, me tenía en la posición de ahora.


Casi inmediatamente al conectar el pequeño tesoro al puerto usb, las carpetas comenzaron a abrirse y mostrar ante mí su fortuna. Y vaya que lo era. Se trataba de nada más y nada menos que los movimientos contables liderados por Im-perium en el último año. Por lo que podía escudriñar superficialmente, alguien había estado jugando a incrementar su sueldo y no era precisamente el famoso Jae Bum. Que tu propio contador te robe en tus narices y que sea tan evidente no era tan triste como el hecho que estos ineptos no se habían percatado. ¡Tenía meses en esta jugarreta!


¿Era este el motivo por el cuál Jackson me había confiado esto? ¿Era su primer plan el que yo lo viese? Pregunta tras pregunta que se formulaba en mi mente sólo lograban hacer que mi ceño se frunciera aún más. Esta era mi área. No obstante, para cuando ya estaba entrando en calor, alguien llamaba a la puerta. 


Por primera vez, se me aceleró el ritmo cardíaco con la simple idea de profundizar en un trabajo que estaba acostumbrado a realizar. No tendría nada de malo ¿no? ¿Acaso esa era la eterna sensación que tenían que sobrellevar los trabajadores encubiertos? Tardaría unos minutos en atender mientras copiaba la información a mi propio usb y así no dejar rastros de la evidencia en el monitor. Cuando acabé, cerré la pantalla y me digné a atender al segundo y tercer llamado a la puerta. 


Estaban insistentes y no me quedaría de otra que aplacar la curiosidad hasta después de medio día.


— Si Young le dio la dirección a Mark me va tener que escuchar—. Refunfuñé al apresurarme por el pasillo. Segundos fueron los necesarios para, al fin, abrir con cierta violencia.


Contuve la mala expresión para nada. Era el propio Young Jae.

Notas finales:

¿Qué les ha parecido? 


¿Cómo piensan que Bam tomará la noticia?


 


Hay una larga transición


en este tema de la muerte de Jackson.  


Fue inevitable. 


 


Pero, por lo mismo, ya tengo varios capítulos listos


Así que nos leeremos el martes~


 


O quien sabe, quizás lo sorprenda el fin de semana.


 


Thx wxtch;


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).