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UNDERCOVER por Shiroi Kaze

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Notas del capitulo:

We meet again;


Hola otra vez; sé que esto quizás se vea de imprevisto. Ni yo me lo esperaba. Sin embargo, me adelanto a las fechas a las que suelo publicar porque –por fuerzas mayores– seguramente no tenga la oportunidad de hacerlo hasta el jueves. 

Tomando prevenciones, espero disfruten la suerte. 

No me hago responsable por la ansiedad~ 

Mis piernas no alcanzaron a obedecer por completo. Sin embargo, la alerta de peligro que mantenía nuestros nervios en punta de filo comenzó a disiparse. De pronto, los golpes y risotadas embriagadas que se proyectaron a través de la puerta nos dieron la respuesta de qué estilo de personas nos esperaban al otro lado.


— ¡Idiota! Nuestra puerta no es esta—. La voz femenina se arrastró y con ello, he de imaginarme que siguieron con el andar estropeado hasta la habitación vecina. Los golpeteos de apoyo contra la pared siguieron un poco más pero, no fue hasta que se escuchó un portazo que Jackson y yo recuperamos el aliento. El par de borrachos nos habían dado un buen susto.


Exhalé el aire como si hubiera estado conteniendo la respiración desde que sonó la puerta. Pronto volví a pasar las manos por mis cabellos, esta vez jalándoles con un poco de fuerza. Era una especie de manía que nunca lograba controlar al intentar esclarecer mis pensamientos; la cama no me servía de soporte pese a ya tener una rodilla sobre la misma. Lo único que hacía, aún en la estupefacción de la reciente adrenalina que se disparó, era seguir los movimientos de Jack. Él también había respirado con alivio pero, a diferencia de mi, seguía alerta. Con discreción, revisó que no se encontrara nadie en el exterior; se asomó por las ventanas más de una vez, en ángulos distintos hasta que, inevitablemente abrió la puerta. No había soltado el arma en todo ese tiempo... Al menos no hasta volver a cerrar y pasar el seguro.


La calma llegó en definitivo, aunque, en vez de guardar el revólver en el maletín, este fue a parar en el cinturón del pantalón ajeno.


— No me mires así, es por seguridad—. Profirió hacia mi, que seguramente continuaba con una abierta mirada y el ceño fruncido en una dramática expresión que contenía unos cuantos gritos.


— ¿Seguridad? Jack... ¿Te estas viendo? ¿Te estas escuchando?— Hice una pausa frotando apenas el rostro entre mis manos y, como por arte de magia, eso me llevó a recordar cuál era mi intención principal antes de haber sido interrumpido: apaciguar el ambiente. Redirigí mi pregunta. — ¿Cuándo nos volveremos a ver?


Tardó en articular respuesta, pero sabía que no sería agradable desde el momento que bajó la mirada.


— ...No lo sé.


— ¡Jackson!— Exclamé furioso pero, no salió nada más que eso, su nombre.


— Oye, Kun... Mírame ¿si? ¿Quieres? Por favor...


Aquella frase se repitió un par de veces, aumentando cada vez más su tono de voz. Hice caso omiso a cada uno de los llamados, aquella última respuesta había rebosado el vaso de mi paciencia para todo este asunto de espionaje que, por cuatro años, había tenido que sobrellevar. Mi silencio en vez de calmar la tensión ocasionó todo lo contrario. Aunque fingí hacer caso omiso al andar contrario, no lo perdí de vista en ningún momento. Jackson paseaba de un lado a otro como un gato encerrado mientras explicaba su situación. Claro, sin revelar detalles, repitiendo las palabras del libreto que yo ya conocía al pie de la letra. Esa era la razón por la que mi labios permanecieron sellados hasta que, optó por detener mi andar hacia la puerta. Si quiso hacer llegar su desesperación, lo estaba logrando con la fuerza que presionaba sobre mis hombros.


— Esto se va a acabar ¿vale? Este es el último trabajo encubierto en el que estoy inmiscuido, sólo que no había querido decirte para que fuera una sorpresa pero... mírame Kun—. Había tomado mi mentón para encontrarse con una mirada recelosa. — Lo digo en serio. ¿Crees que yo disfruto todo esto? Si fuera por mí, sólo te llevaría lejos de aquí y... es lo que pretendo hacer.


— ¿Qué quieres decir?—. Fruncí el ceño, esta vez curioso. Me estaba volviendo más escéptico pero, fue inevitable que esa última frase avivara las esperanzas de la muy escondida ingenuidad que poseía. Esa que en esta última temporada había sido expuesta y pisoteada por este estilo de promesas.


— El caso Im-perium está a punto de resolverse, sólo necesito encontrar un par de pruebas más. Capturado Jae Bum, ascendería pero además, la suma de la recompensa es lo suficiente como para largarnos de aquí y comenzar una nueva vida. Algo tranquilo, sin nombres falsos pero, lo más importante, sin tener que escondernos—. Hubo una pausa prolongada y, aunque quería mantener mi seriedad, estoy seguro que Jack notó el vuelco que provocó escuchar la última frase. — Sí, es sumamente peligroso. Ese sujeto no piensa dos veces en desaparecer a quienes no le son fieles y últimamente me han estado siguiendo más de cerca. Pese a ganarme la confianza de su mano derecha, no son de andar con vendas en los ojos. Te arriesgué citándote hoy pero...


— ¿Pero?—. Incliné apenas el rostro con una creciente expectativa conteniéndose en mi interior. Él mostró una sonrisa ladina y suavizó tanto el agarre como la soltura de tensión desvanecida sobre mis hombros.


— ¿Acaso creíste que olvidaría nuestro aniversario?


 


Oficialmente nuestra discusión acabó allí. Tampoco lo había olvidado, sin embargo, el entusiasmo de ir a verlo y recordárselo quedó atrás entre las palabras y el suspenso de la embriagada "visita". Una vez más, conseguía darme motivos para comprenderlo y guiaba mis pasos fuera del laberinto de obstáculos que me hacían entrar en caos. Sus manos se deslizaron por mis brazos hasta acabar sobre mis manos. Las alzó y dejó un beso sobre las mismas antes de envolverme en un cálido abrazo.


— Lo único que lamento ahora es que ya pronto amanecerá y no podré quedarme más tiempo.


— Espera, tengo algo para ti—. Lo sostuve antes de que rompiera el agarre.


— ¿Qué?


Sonreí al ver una expresión de sorpresa y vergüenza asomarse en el rostro de Jackson. El ligero rubor era símbolo una victoria después de toda la serie de batallas que daba por caídas. Carraspeó, yo me deslicé fuera de sus brazos y alcancé el morral que viajaba conmigo. De su interior, apareció una mediana caja que extendí y coloqué en sus manos antes que, la idea de negarse a tomarla, se asomara en sus pensamientos como barrera.


— No bromees, Bam. Me haces sentir peor de lo que ya me siento—. Dijo en su lucha por abrir el obsequio...pero lo hizo. En el interior de la caja reposaba un reloj de mediano grosor; en la parte trasera del mismo, la fecha que celebramos y nuestras iniciales podían notarse con el inclinar de la pieza. El brillo del labrado incluso contribuía a nuestra relación encubierta.


— No puedo aceptar esto... Yo no he traído na...— Cubrí sus labios.


— Tu regalo para mí es cuidarte bien las espaldas hasta que termines este caso ¿vale?


Nos despedimos con un cálido beso aunque, el escalofrío que se colaría en mi espalda arruinara su último instante. No quisiera soltarlo. Tan sólo quisiera detenerlo, tomarlo de la mano y arrastrarlo a mi auto para que pise, aunque sea una horas, nuestro apartamento. No obstante, toda la tristeza y egoísmo que podía obrar en mi mente quedaban sepultadas en mi sonrisa y el "nos vemos otro día" que no tardé en modular.


Con una última mirada, Jackson salió primero de la habitación. No sería sino después de unos cuantos minutos que yo saldría nuevamente hacía mi auto y en camino a un fin de semana lleno de trabajo.


 


 


 


JACKSON « pv »


 


— ¿Maestría en cócteles?


— Licenciatura en contaduría, borracho sin clase. ¿Y tu qué?


 


Asentí con una sonrisa volcada en recuerdos. Todavía podía escuchar ese tono golpeado y obstinado en mi cabeza antes de poder atrapar los labios, precisamente, de aquel niño temperamental que tenía en frente. Bambam, como la mayoría lo conocía, siempre había sido tan poco tolerante y poco conformista. Una de las cosas que más me encantaron de él y que ha permanecido por estos cuatro años; como la primera vez. De ser dócil, quizás hace mucho hubiera acabado con una verdadera crisis nerviosa. No obstante, ahí estaba aceptando los términos por milésima vez. Aunque sea difícil de admitir, en esta última temporada una ligera inseguridad se abría paso en mi interior, como una letal dosis de veneno: la posibilidad de que este hermoso hombre decidiera no consentir una oportunidad más. Que la relación acabara sería devastador pero, comprensible. Por eso, no podía creer que hubiera sacado el tiempo e invertido el dinero en semejante obsequio. ¡Y más después de la acalorada pelea que apenas instantes atrás se había desatado! Me ofendía al querer algo tan simple en retorno. No, definitivamente luego de jactarme con el arresto de Jae Bum no existirá ser en esta tierra que pueda detener todos los lujos que le daré. 


Pero, no hay que contar las monedas y apostarlas hasta que no estén realmente en tus manos.


— Necesito que me hagas un último favor— Susurré en nuestro último abrazo. Sabía que no se negaría; Kun era mi más leal contribuidor. Tan sólo deslicé el pendrive de un bolsillo a otro, plantado y asegurado en el último rincón del ajustado pantalón adverso.


— ¿Qué es?— No tardó en murmurar y yo no tardé en aprovechar para presionarlo contra mí desde la parte baja de sus muslos. Estaba consciente de que evocaría una queja entrecortada por el gusto; me era inevitable fastidiarlo.


— Mi trasero favorito ¿Qué más?


— ¡Jackson!


— Es información que robé del contador de Jae Bum. Por favor, guardalo con recelo. Te lo pediré en un momento más oportuno—. Susurré con la sonrisa delatando mi malicia por unos instantes antes de verme realmente obligado a separarme de él. — Y sí, nos veremos más pronto de lo que crees.


Con un último beso en su frente, tomé mis pertenencias y me dirigí a la puerta. Siempre era el mismo procedimiento: Hacia que Kun saliera primero y, minutos después, salía yo; para asegurarme que no lo siguieran. Hoy, por curioso que fuera, los papeles se habían invertido ligeramente pero tampoco me preocupaba; estábamos sumamente apartados de la ciudad y, la verdad, no tenía más tiempo que perder. Con una última mirada, modulé un silencioso "Te quiero" y salí. La madrugada estaba fría.


Ya pronto serían las cinco de la mañana. Cubrí mis cabellos platinados con la capucha de mi abrigo y me mantuve así incluso dentro del auto. Minutos después, vi como el delgado cuerpo de mi amante salía por la misma puerta que hacía minutos había abierto yo. Pese a los insistentes mensajes que había estado recibiendo, esperé. No quería dar por sentada su seguridad y luego arrepentirme. Una vez su auto salió del estacionamiento emprendí marcha. Claro, no sin antes contestar a una llamada entrante del mismo remitente de los mensajes. Encendí el motor.


— Ya voy llegando, media hora—. Mentí, pero por suerte, era bueno al volante.


 


No comprendí nunca cuál era su urgencia, pero habían dos motivos para atenderlo: esclarecer la preocupación en su voz y la de mis propios pensamientos. Para cuándo todo este teatro acabara no quería que ninguna carta sucia estropeara mis planes. Por ahora, tan sólo debía ser paciente; algo me decía que no podría dormir en un buen viaje de horas. 


Terminada esta reunión, debía entregar el maletín que viajaba conmigo a la mano derecha de JB. No estaba seguro de su contenido pero claro que estaba sumamente interesado en averiguarlo.


Justo como predije, media hora me llevó volver a la ciudad; ya el brillo naranja comenzaba a asomarse entre los mantos oscuros del cielo y eso era preocupante. Sin embargo, el lugar de encuentro seguía desolado y, para mi suerte, el auto ajeno ya estaba ahí. Dejé el propio encendido y no tardé en acercarme a la puerta del piloto a tan sólo metros de distancia. Tampoco tardó en abrir la puerta para develar a mi acompañante... Ese que, al llegar a mi destino, me hizo desear no haberlo hecho jamás.


— Hey... Me has dado un buen susto—. Al comienzo quise reír, para tomarlo como una broma pero, a los segundos supe que no serviría de nada. — No juegues con eso, es peligroso—. Murmuré con molestia por el sobresalto que me provocó ser recibido de esa manera.


— Es en serio... Baja el arma—. Recalqué cuando la expresión de aquel sujeto no parecía titubear.


Jamás, en el tiempo que lo conocía había presenciado semejante expresión. Transmitía una severidad escalofriante, un dolor que sólo la farsa alimenta; conglomeraba el mal preámbulo que toda tragedia acarreaba. Una especie de memorándum en el que se rendían cuentas desde el infierno para hacerte sentir culpable antes de morir. No podía ser cierto, la sensación nauseabunda que quedaba en mi boca, causada por mi propia estupidez, no me permitía razonar. ¿Cómo salía de esta exposición tan evidente? ¡Esto era un desastre! Uno que tomando las decisiones correctas, hubiera evitado.


— Esta bien... Mentí sobre mi identidad. Pero necesito que bajes la maldita arma para explicarte—. Señalé con el titubeo contenido en lo más profundo de mi garganta.


Había dejado mi arma en la guantera del auto. Sin celular, sin nada con qué poder defenderme más que el ceder a la sumisión. Mi última carta podía ser generar un movimiento de confusión para poder salir vivo de esta; acercarme poco a poco parecía funcionar. ¡Había esperanza! Eso creí hasta que sentí las gélidas punzadas incrustandose en mi piel.


Tres puntos. En mi pecho, entre una de mis costillas y el abdomen. La tibieza se había transformado en neblina y, con el correr de la tibia agua, por mis prendas pero sin lluvia, lo supe. Estaba herido. No había escuchado los disparos pero una vez más percibí una gran distancia entre él y yo...y todo lo que me rodeaba. No pude moverme más. Por alguna razón mis piernas no cedieron a más y mi peso era tan sublime que, aunque no pude sentirlo, me supe en el suelo por la perspectiva que ahora tenía del cielo anaranjado. Quería moverme, quería despertar y pensar que todo esto era un simple trance; creerme a horas de acabar con todos los planes que hacia apenas unas horas había revelado...pero no era así. Se me dificultaba respirar cada vez más. Era tan real que, al ver mis manos manchadas con mi propia sangre sólo pude pensar en una sola cosa.


Como lo lamento...Kun...


Las últimas horas que habíamos pasado juntos se reprodujeron, como una película entrecortada, cada vez que cerraba los ojos. Hubiera dado lo que fuera por saber que esa sonrisa no se desvanecerá... que la podría ver una vez más, en vivo, real, y no en ese último instante en el que todo se volvió oscuridad.

Notas finales:

¿Cómo les ha tomado el giro de la historia? 


¿Se lo esperaban? 


¿Si? ¿No? 


¿Imaginaron algo más?


¿Qué creen pueda pasar más adelante? 


Espero escuchar opiniones


 


Otra pequeña aclaración. La historia está contada desde el punto de vista de Bambam, que es sin duda el protagonista pero, eventualmente ocurrirán estas pequeñas apariciones de los otros personajes y miembros del grupo. Espero que no sea para morir, no soy adivina(?) 


Thx wxtch;


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