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Felicidad para alguien más. por FruttiKouki

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Notas del capitulo:

Espero puedan disfrutar de este pequeño oneshot que hice tras un momento de inspiración. 

“El amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre.”

                                                                                                                                              -Viktor Frankl

 

Desde que era pequeño siempre fui débil. Lloraba por todo y podía apegarme fácilmente a la gente, pero jamás fui reconocido como alguien importante.

Primaria

- Vamos, Kouki. Deja de llorar, verás que la nueva casa te encantará. - La castaña mujer trata de tranquilizar al pequeño niño que no para de llorar. Con sus pulgares limpia las rojizas mejillas del menor y deposita reiterados besos sobre su frente.

La familia Furihata ha decidido mudarse a causa del trabajo del padre de familia, nunca han estado demasiado tiempo en Kioto, pero la idea les emociona. A todos les emociona, a excepción de Kouki.

Furihata Kouki no deseaba irse. No quería dejar su antigua escuela primaria. No deseaba dejar de ver a su amigo Kuroko. Tampoco quería alejarse de Kagami quien solía defenderlo de los chicos mayores. Los extrañaba demasiado.

Para cuando Kouki despertó, luego de haber dormido la mitad del viaje, ya se encontraba dentro de una gran casa que no conocía. Los peores pensamientos vinieron a su mente y el pánico le invadió más al no poder ver a nadie cerca.

El pequeño corrió en busca de la salida con sus piernas cortas, pero no parecía que hubiese alguien en el lugar. Al poco tiempo logró hallar la salida por la cual escapó y se fue lo más lejos posible, logrando de esta manera perderse entre las calles que solo tenían casas grandes con altos muros alrededor.

Desolado y perdido, Furihata se puso de cuclillas para llorar al pensar que no volvería a ver a sus padres ni su hermano. Abrazó sus piernas para esconder su rostro y su cuerpo temblaba y daba cortos espasmos.

- ¿Por qué estás llorando? – Una vocecilla logró sacarlo de su llanto y alzó la vista para saber de quién se trataba. Cabello rojizo y ojos de igual color, piel blanca y labios rozados fue todo lo que vio el castaño. Parpadeó un par de veces para poder sacar las lágrimas acumuladas y así enfocar al niño delante de él. - ¿No vas a responderme? Mamá dice que es de mala educación no responder cuando algo se te pregunta. –

Kouki asintió con la boca entreabierta, aun sorprendido por la presencia contraria. Le recordaba un poco a Kagami, pero este era más alto y sus facciones menos delicadas, fue entonces que volvió a rememorar que ya no volvería a ver a sus amigos, además de que estaba completamente perdido.

Sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas que no tardaron en salir. Los espasmos volvieron y agacho de nuevo la mirada para poder seguir llorando. No sabía cómo volver a su antigua casa, o con sus padres, incluso con su hermano mayor que solía molestarlo y romper sus juguetes.

- Deja de llorar. – La pequeña mano del pelirrojo se posó sobre su cabeza para acariciarla en un intento de calmarlo. Furihata no paraba, pero al menos podía tranquilizarse un poco al no estar solo. - ¿Qué es lo que pasa? ¿Te has perdido? – El castaño asintió sin voltear a verle y aprisionó con mayor fuerza sus piernas. – Te ayudaré a buscar a tu familia. Conozco este lugar y estoy seguro que juntos podremos devolverte a tu casa.

El pequeño con ojos llorosos asintió y tomó la mano que le extendió. Caminaron por varias calles y, tal como prometió el pelirrojo, encontraron la nueva casa de Kouki donde fue recibido por su hermano mayor riñéndole por haber salido sin avisar.

El menor de los Furihata, y la madre de estos, agradecieron al pequeño que conocieron con el nombre de Akashi Seijuro. Persona que pasó a ser alguien importante e invaluable en la vida de Kouki.

Secundaria

- Buenas tardes, Akashi-kun, Furihata-kun. – Saluda una chica desde la ventana de su salón cuando ve a los dos mencionados ir por el pasillo. Ambos son conocidos, uno más que el otro.

- Buenas tardes. – Responde Seijuro con su sonrisa pequeña que no deja avistar algo más que un cordial saludo por educación. Detrás de él, como siempre, se encuentra Kouki quien alza su diestra para saludar con una sonrisa más amplia y cálida.

- Buen día, chicas. – Respondió el castaño, quien era conocido por siempre estar cerca del pelirrojo. Furihata y Akashi asistían en clases distintas, pero toda la escuela era consiente de que tenían una relación cercana, probablemente debido a que son vecinos desde pequeños.

Ambos caminan uno a lado del otro, Furihata le cuenta a Akashi sobre su compañero delantero en el aula, el cual suele quedarse dormido y lo despierta de vez en cuando para evitar que lo regañen. Kouki tiene un gran aprecio y apego para con el pelirrojo, desde aquella vez donde le ayudó a regresar a casa se ha quedado a su lado agradecido grandemente. Furihata le cuenta todo lo que sucede, cada pensamiento, cada sentimiento, los nuevos amigos que conoce y, que Akashi sabe, nunca podrán ocupar el lugar que tiene pues Kouki siempre dice que es su número uno. Sin embargo, hay algo que Furihata no le ha dicho, y que le cuesta el solo pensarlo.

Seijuro se dedica a escuchar tranquilamente mientras continua su camino al consejo estudiantil, para él, Kouki es su más preciado amigo. Fue él quien se mantuvo a su lado tras la perdida de su madre, mientras el pelirrojo se mantenía fuerte frente a los demás, sabía que tenía un lugar en los brazos amables de Furihata para poder llorar. Con el tiempo supo que el castaño era alguien invaluable, que no podría hallar a alguien tan confiable como este. No obstante, desde hacía unos días antes que había notado cierto comportamiento en él que le inquietaba, pero esperaría a que se lo dijera, no quería presionarlo o que se viera obligado a ello.

- Te estaré esperando en las canchas de baloncesto, Akashi. – Ahí estaba una de sus inquietudes, desde unas semanas atrás había vuelto a llamarle por su apellido. Eso sin contar la cercanía que comenzaba a tener con cierto peliverde compañero suyo del club de baloncesto.

- Claro, en una hora te alcanzó. – Furihata no deseaba que supiera aquel secreto que comenzaba a descubrir por sí mismo. Sabía que el pelirrojo sospechaba, pero le agradecía mentalmente el que no hiciera preguntas que podrían incomodar a ambos.

El pelirrojo se adentró al salón del consejo estudiantil para desempeñar su rol como presidente de este mientras que Kouki se apresuraba a llegar al cuarto del club. Para cuando llegó su respiración estaba agitada aun así era temprano faltaba aproximadamente media hora para que alguien llegara, si es que fuesen puntuales.

Se adentró a la habitación encontrándose con Midorima, uno de los mejores jugadores de baloncesto que tenía el club, Kouki sabía que jamás sería como él y por ello lo admiraba tanto como a Seijuro. Pero había algo distinto, algo que compartían ellos dos en secreto.

- Buenas tardes, Midorima-san. – Saludó el más bajo y procedió a meter sus cosas al casillero que le tocaba para poder cambiarse. Podía sentir la mirada del de lentes sobre su cuerpo, lo que le ponía más nervioso, cosa que evitó que se diera cuenta sobre la cercanía que comenzaba a tener este. - ¿Midorima… -san? – El cuerpo se Furihata fue rodeado por el otro y aspiró su aroma como si de una adicción se tratase.

- Por favor, deja las formalidades cuando estemos solos. – Murmuró el de cabello verde y depositó cortos besos por su nuca haciendo que Furihata temblara levemente bajo sus labios y tacto.

Lo que ambos tenían no era una relación amorosa. Mucho menos algo como “amigos con derecho”. Solo eran dos hombres que casualmente se dieron cuenta de sus inclinaciones sexuales, no estaban enamorados el uno del otro, solo deseaban experimentar. Aunque de vez en cuando Kouki podía notar las miradas del otro todo el tiempo.

Había comenzado por una corta charla, ese día Akashi había tenido que retirarse temprano a causa de un asunto del comité y dejó a Furihata en el entrenamiento que le había prometido para mejorar. Fue simple casualidad que Midorima Shintaro estuviera pasando por ahí. Fue casualidad que viera a Kouki lanzar mal un tiro de tres puntos. Fue mera coincidencia que se acercara para ayudarle a mejorar y que entre sus charlas saliera a colación el tema de la sexualidad. No estaba planeado, o al menos eso le decía Shintaro.

Furihata no se atrevía a decirle a Seijuro sobre ello, no quería pensar en cómo le vería después de que se enterara. Por ello mismo mantenía todo aquello en secreto, los besos que se daban o las veces que tocaban el torso contrario.

Todo eso lo mantendría en secreto hasta que estuviera completamente seguro.

Seguro de lo que realmente sentía por Akashi.

Preparatoria

Akashi tenía tiempo de sobra para poder investigar lo que necesitaba. Agradecía mentalmente a sus compañeros en el comité que hicieran correctamente lo que les pedía, eso quitaba un gran peso de encima.

Seijuro se adentró en la biblioteca, seguramente Kouki estaría esperando por él y le sorprendería al llegar mucho más temprano de lo acordado, aun recordaba cuando le esperaba en cada entrenamiento junto con Midorima. Le agradaba el de lentes, pese a ser bastante serio, con Furihata entre ellos hasta podían conversar de cualquier tema. EL pelirrojo había notado cierta atención especial que daba Midorima a su castaño amigo, al principio pensó que solo estaba imaginando cosas.

Buscó al castaño en la mesa donde solían estudiar encontrándolo junto a Mibuchi, uno de sus senpai del club de baloncesto. Le alegraba saber que Furihata comenzaba a socializar más y conocía a gente agradable que le ayudaba en cada cosa que se le dificultaba.

Cuando iba a acercarse para poder tomar asiento vio cómo Reo jalaba a Kouki a uno de los estantes más alejados, Furihata no parecía en contra de eso por lo que los siguió para ver en qué podrías ayudarles. Sin embargo, grande fue su sorpresa al ver desde una esquina cuando el pelinegro acorraló al castaño entre el estante y su cuerpo para después besarlo en los labios. Seijuro no estaba seguro de lo que debía hacer, por lo que decidió dar la vuelta y volver por sus cosas, su estómago dolía y se sentía frustrado, ni él mismo lo comprendía.

Mientras tanto Furihata intentaba seguir aquel beso que le robaba el aliento y le hacía temblar las piernas. Con ambas manos se sujetó de la camisa del más alto cuando este se inclinaba aun más para poder jugar con su lengua adecuadamente.

¿Por qué hacía eso?

No estaba seguro, pero Kouki sabía que no era correcto salir con alguien sin corresponder a sus sentimientos, pero había escogido principalmente a Mibuchi porque sabría que le entendería.

- Quisiera llevarte a mi casa ahora mismo. – Murmuró el mayor sobre sus labios, lo cuales mordió juguetonamente y una mirada de egoísmo se hizo presente en él.

- N… No podemos, Akashi vendrá pronto y no quiero que sospeche nada. – Se apresuró a responder el menor no queriendo ser encontrado en aquella situación por alguien más. – Quizá desp…

- Solo hablas de Akashi esto, Akashi lo otro. Yo soy tu novio, no él. – Interrumpió el otro separándose de Furihata para volver por su mochila y abrigo. – Me iré yendo. Tú volverás con Sei-chan, ¿cierto?

Furihata asintió con pesadez, no quería que las cosas terminarán de esa manera, no obstante, tampoco podía evitar querer pasar todo el tiempo con Akashi. – Perdona, Mibuchi-san…

Reo rascó su nuca con frustración, sabía de los sentimientos del castaño por su capitán, lo comprendía, pero eso no hacía que no estuviera celoso. Desde el momento en el que vio a Furihata le pareció un pequeño hámster o chihuahua que se escondía detrás de su imponente amigo, sin embargo, también pudo notar esas miradas que le daba al pelirrojo, aquellas sonrisas que le dedicaba no eran las misma que mostraba a los demás.

Y eso era lo que él deseaba.

Furihata se mantuvo sentado esperando a que su amigo llegara, pero jamás apareció. Le parecía extraño que faltara a su reunión de estudio sin avisarle. También debía pensar en lo que respecta a su relación con Reo, debía prestarle más atención o volvería a quedar solo y aquellos sentimientos indecentes por su mejor amigo volverían. Furihata era egoísta y lo sabía, no deseaba que Seijuro se fuera de su lado, pero estaba seguro de que sería completamente repudiado por este si se enterara de lo que hacía y sentía.

El sonido de un mensaje llegando a su celular le sacó de sus pensamientos, era el tono que tenía para Akashi. Abrió el mensaje con rapidez y palideció al leerlo.

No.

Eso no podía estar pasando.

“Los vi en la biblioteca. No estaba enterado de que tenían ese tipo de relación, mucho menos de que tuvieras esas inclinaciones. No me malentiendas, note juzgo, solo que me ha sorprendido que no me lo dijeras. Creí que éramos amigos, pero veo que no. Lo siento.”

No comprendía porqué se disculpaba con él, pero lo que más le preocupaba era que había visto aquello. Suponía que ahora no tenía que esconderlo, al fin y al cabo, que no le quedaba nada más.

¿Tendría la oportunidad de decirle lo que en verdad sentía?

Kouki no perdió la esperanza y pidió al pelirrojo encontrarse en el parque donde se conocieron. Furihata podría quitarse ese peso de encima, podría decir todo aquello que había escondido por tanto tiempo.

¿Era demasiado egoísta pedir eso?

Seijuro nunca se presentó. Nunca respondió por más mensajes y llamadas que le hiciera el castaño. Poco después Kouki supo que el heredero de los Akashi había sido transferido a una preparatoria extranjera.

No sabía qué pensar.

¿Acaso era su manera de pedirle que se aleje? ¿Por qué justo ahora que se había armado de valor? ¿Por qué cuando creyó poder decir lo que tanto había guardado?

Poco a poco los días de Furihata perdieron sentido. No deseaba salir con nadie, terminó su relación con Reo y no volvió a intentar comunicarse con Seijuro. ¿De qué servía si no deseaba saber de su existencia?

Sería mejor desaparecer.

Universidad

- ¡Kouki! – Un chico alto de cabello negro y semblante burlesco le rodeó los brazos para acercarlo a su cuerpo y depositar un beso en su frente. - ¿Irás a la fiesta de Kagami? Me ha invitado, pero si tú no vas no pienso asistir.

- No deberías usar a los demás como una excusa, Hanamiya. – Riñó el castaño con una sonrisa, conocía las intenciones del mayor, pero no deseaba salir con alguien por el momento. No desde la preparatoria.

- Oh, vamos. Si vas prometo cuidarte adecuadamente. – Aseguró al mismo tiempo que el más bajo retiraba su brazo de encima. – Así podrías quitar esa expresión de miseria. – Añadió con voz tenue y notó la sorpresa en el rostro ajeno.

- No es bueno meterse en los asuntos de los demás. – Contestó Kouki con tono áspero, ciertamente no solía mostrar una sonrisa seguido, pero al menos trataba de mantener la distancia para evitar que lo notaran demasiado. – Debo ir a clase, nos vemos después, Hanamiya.

Furihata caminó por el campus, ahora que había escuchado esas palabras la melancolía y nostalgia le invadían. No podía ir a clases de ese modo. Decidió dirigirse a la salida del campus, solo faltaba la última clase por lo que después pediría los apuntes.

Su teléfono comenzó a sonar con un número desconocido en la pantalla, poca importancia le dio y dejó que sonara, no deseaba responder. No obstante, pareciera que el remitente realmente deseaba que contestara, tomó el teléfono para poder responder y su cuerpo helado en la entrada al escuchar aquella voz.

- No deberías quedarte ahí parado. – Escuchó decir al otro lado de la bocina y su estómago se revolvió. No quería volver a estar cerca de ese tipo, ya había tenido suficiente dolor en el pasado. Su mente aun no podía procesar correctamente el abandono que recibió. – Perdóname, por favor, responde.

Furihata apretó los labios para evitar llorar, frunció el ceño y se puso de cuclillas sin importarle el lugar donde estaba. Sentía cómo volvía a ser el niño de antes con solo oírle.

- Quiero que hablemos, Kouki. Dame una oportunidad. – Sus palabras solo lograban devolver los sentimientos que pensó haber desterrado de su corazón, al parecer solo habían permanecido dormidos, esperando a que volviera a hacerse presente.

El delgado cuerpo de Kouki saltó al sentir una mano sobre su hombro, no pudo evitarlo, lloró. Lloró como nunca lo había hecho. Dejó salir todo aquel peso que había ido cargando.

¿Tendría una oportunidad ahora?

¿Estaría bien tener esperanza?

- No creo que estés perdido, ¿cierto? – Cuestionó Akashi provocando que el castaño alzara la vista soltando un bufido a la par que se levantaba y limpiaba sus ojos.

- No seas tonto, ya soy mayor. – Bufó de nuevo Kouki, le dedicó una de las sonrisas que tenía tiempo sin mostrar, de aquellas que parecían crearse solas con su presencia. Sonrisa que fue correspondida con dulzura.

- Vayamos a hablar, ¿te parece? Tengo algo importante que decirte. – Indicó Akashi antes de guiarle hasta el auto que les esperaba.

- Siempre has sido tan extravagante. – Dijo en burla el castaño mientras se dejaba llevar por su amigo, por su amor platónico. Por la única persona que amaba tanto.

Al llegar al auto el chofer abrió la puerta y dejó bajar a una joven hermosa que parecía estar nerviosa. Cabello castaño y ondulado hasta la mitad de la espalda, piel bronceada. Furihata detuvo sus pasos y volteó a ver a Seijuro con confusión.

- Dejen los presento. Kouki, ella es mi prometida. – Furihata ya no pareció escuchar nada más, no sentía sus piernas, su cuerpo, ni siquiera su corazón.

Fue hasta que llegó a su departamento que notó los calambres en su cuerpo, su respiración agitada y su cuerpo cansado.

No.

Eso no era posible.

¿Por qué?

Kouki no pensaba que fuese grosero con ellos, pues mantuvo un semblante relajado hasta que se despidió de ellos y prometió asistir a la boda con una sonrisa tan falsa que cualquiera pudiera notarlo.

Pero aun así deseaba la felicidad para ellos. Realmente deseaba poder estar a lado de Seijuro, pero si eso no era posible estaba dispuesto a velar por la felicidad de ambos. Que aquella joven le hiciera tan feliz como él mismo deseo hacerlo.

Tomó su teléfono y volvió a marcar el número desconocido, dos tonos y la llamada era respondida por la voz de Akashi.

Que hermosa voz. Algo bueno para ser lo último.

- ¿Kouki?

- Seijuro… - La palabra parecía no haber dicha en tanto tiempo que incluso la culpa se lograba sentir desde sus pulmones.

- ¿Qué sucede? Te escuchas mal de la garganta.

Claro, era a causa de los gritos que había dejado salir.

- No pasa nada, es solo que quería decirte que no podré asistir a tu boda. Realmente lo siento mucho.

- Oh, que mal. – El tono de desilusión en la voz de Akashi solo lograba darle más esperanzas. Que cruel podría ser.

- Sí, lo lamento mucho. Disculpame también con tu prometida. Les deseo mucha felicidad. – Si Seijuro hubiese podido ver el rostro de Kouki en ese momento sabría que, definitivamente, algo andaba mal. – Quiero que me prometas que la harás feliz.

- ¿Qué cosas dices?

- Prometelo, por favor. – Furihata no duraría mucho.

- De acuerdo, lo prometo.

- Promete que nunca te vas a olvidar de mí. – Ah, que egoísta podría llegar a ser incluso antes del final.

- Jamás podría olvidarte, Kouki. Eres mi mejor amigo. – Y Seijuro tampoco podría dejar de ser tan egoísta y cruel.

- Gracias, Sei.

Los gritos, el sonido de la ambulancia se escuchó del otro lado del celular de Akashi. Solo optó por gritar el nombre de su amigo, de aquel que siempre le apoyo.

De quien abandonó al verse un poco desplazado.

Y eso sería algo que nunca olvidaría.

 

Notas finales:

¿Qué les pareció? Realmente ese no era el final que tenía planeado por lo que me puse a llorar mientras lo escribía. 

Este fic me vino a la mente por la mañana tras ver un video de Haikyuu. Me gustó, aunque ahí no moría nadie. 

Si les gustó espero poder contar con su review para saber qué tal les pareció. 

nos vemos~


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