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Indicio de Amistad por yuhakira

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Andrea se estaba haciendo cargo de los últimos detalles de la boda. Esa noche sería su despedida de soltera. Al día siguiente tendría que revisar que todo lo demás estuviera listo: confirmar la hora de entrega del restaurante; llamar al padre para confirmar que el organista esté a la hora; hablar con la mayor cantidad de invitados posibles para confirmar su asistencia; ir a verificar que las flores con las que están haciendo los arreglos florales para las mesas de la reservación y la iglesia sean las indicadas; confirmar que el salón esté listo para la hora en la que los invitados lleguen. Ella se estaba haciendo cargo de todo, todo para que Jeyko tuviera tiempo de hacer el pastel sin distracciones, más que la de Ángel y sus amigos. Su única tarea era esa, y Andrea confiaba en que no la decepcionaría. 

 

Pero Jeyko no tenía nada que hacer. Había preparado el almuerzo y estaban todos en la sala aburridos comiendo el platillo que había cocinado. Preparó costillas de cerdo y las doro en el horno con salsa barbacoa, las acompañó con papas a la francesa y ensalada dulce. Alex finalmente intervino en el silencio de la sala.

 

—¿Sí no tienes nada que hacer porque no nos vamos a algún lugar?

 

—¿Al gran conejo? Vamos a ir mañana —Respondió Jeyko.

 

—Sí, pero no me refiero a eso. Aún es temprano, si nos vamos ahora lograremos llegar a un pueblo cerca, beber un par de cervezas, bailar al lado de la piscina de un hotel, conocer un par de chicas lindas. ¡Vamos! esta ciudad se siente cada vez más fría y ninguno trabaja mañana, nos calentamos la cola y volvemos para la despedida de soltero de Jey, tenemos el tiempo —Jeyko levantó los hombros resignado, hace mucho no salían de viaje y después del domingo pasaría mucho tiempo antes de que pudieran hacerlo—. Oh vamos, no hagan esas cara. Juan vamos al apartamento por un par de cosas, nos vemos en hora y media en el terminal.

 

Alex era así, impulsivo. Luego del regreso de Juan se había sentido mucho más tranquilo. Era curiosa la forma en la que funcionaban sus lagunas mentales, para ese momento no recordaba que Juan se hubiera ido, pero sí recordaba haberse quedado con Jeyko y Ángel, como si su memoria hubiera ubicado a Juan a su lado. No encontraba la forma de justificar el cómo pasaban las cosas, solo sabía que así había sido, y siempre que no le hicieran comentarios de lo sucedido él no tenía complicaciones. Ya sabían que era así, que no debían hacer comentarios de lo ocurrido sin que Juan les dijera de que podían hablar, para no alterarlo. Un comentario fuera de lugar lo pondría a pensar acerca de lo sucedido, y si él no lograba encontrar orden en sus pensamientos, en sus recuerdos, podría volverse loco, hasta caer en un sueño profundo que de nuevo lo haría olvidar.

 

Desde que Jeyko volvió al apartamento no había tenido oportunidad de hablar con Ángel. Este se había mantenido alejado. Pensó que después de lo que habían hecho Ángel estaría mucho más cerca de él, cariñoso, y ansioso de hecho, pero al contrario parecía inmerso en sus pensamientos. Una vez Alex y Juan se fueron intentó acercarse. Pero Ángel se había alejado intentando buscar entre las cosas de Jeyko algo que él pudiera usar en su improvisado paseo, no tenían mucho tiempo y Jeyko le siguió el juego.

 

De los cuatro Jeyko era el único que sabía manejar. En los tiempos de la academia, mientras salía con Mateo, este se había encargado de enseñarle. Le había dedicado muchas horas de cada día, hasta que finalmente le había tomado gusto al asunto. Después de eso no fue mucho lo que tuvo que invertir para conseguir la licencia. Dentro de sus planes a corto plazo estaba el deseo de comprar un auto, uno que le diera la facilidad de moverse en la ciudad a su gusto, con su esposa y sus amigos. Se amargó un poco ante el pensamiento. Antes de conocer a Andrea, Ángel había sido siempre quien ocupaba el lugar de copiloto a su lado, y cuando Andrea entró en su vida ni siquiera se había detenido a pensar que Ángel obligatoriamente saldría de ese cuadro. Estaba seguro de comprar un auto lo suficientemente grande para que sus tres amigos pudieran ir cómodamente en la parte de atrás del vehículo. empezaba a ser consciente de cómo poco a poco las metas y sueños que había tenido en su cabeza iban cambiando por la influencia de las acciones que se iban llevando a cabo. El inquilino del apartamento 602, con el que solían salir a jugar fútbol o incluso ir al gran conejo, que estaba invitado a su boda y a su despedida de soltero, solía prestarle el auto en ocasiones como esa. Sin pensarlo dos veces lo llamó. Sería interesante viajar juntos en el auto, sin la incomodidad de una flota repleta de gente llevando gallinas y paquetes enormes en el pequeño espacio de la flota. Efectivamente Carlos le prestó el auto. Le comentó la noticia a Ángel que sonrió satisfecho, sin duda sería mucho más cómodo, incluso podría llevarlo hasta su casa para buscar algo allí que fuera suyo. Inmediatamente llamó a los otros a avisarles que pasarían a recogerlos en media hora. Alex estaba satisfecho. Sabía que Jeyko no era el tipo de persona a la que le gustara andar incómodo o negándose las cosas, por eso su refrigerador y alacenas estaban siempre llenas de cerveza y comida. Por eso su apartamento era el mejor equipado. Ganaba lo suficiente y eso le permitía darse los pequeños lujos que se daba y al tiempo ahorrar el dinero que necesitaba para abrir su propio local. 

 

Pasaron primero por el apartamento de Ángel. Por desgracia se encontró a sus padres, no más cruzar la puerta. Su mamá seguía viéndolo con ese gesto triste con el que lo había mirado los últimos días, y su padre se negaba a mirarlo más de lo habitual. Saludó rápidamente y siguió su camino directo a su cuarto, Su mamá se asustó un poco a pesar de su semblante. Salió a la calle al ver la puerta abierta, descubrió con un poco de agrado y pesadez mezclado, la presencia de Jeyko dentro del auto esperando a su hijo. Se acercó a saludarlo, más porque él la había visto, que porque quisiera hacerlo. No podía verlo sin pensar en todo lo que estaba pasando con su hijo a raíz de su relación con él. La conversación entre ambos se vio interrumpida cuando Ángel se despidió de ella dándole un beso rápido en la frente antes de subir al auto. Jeyko se despidió lo más formal que pudo mientras arrancaba.

 

—¿No crees que tu mamá le diga algo a Andrea, o sí?

 

—No son tan cercanas como ella quisiera.

 

Recogieron a Alex y Juan y partieron camino a su viaje. Salieron a las seis de la tarde de la ciudad, tres horas después estuvieron en su destino. Buscaron un hotel cerca de la zona comercial y alquilaron dos habitaciones con dos camas individuales cada una. Juan había insistido que compartieran una sola habitación más grande pero Alex insistió en que no podía dormir con los ronquidos de Jeyko. Aprovecho la oportunidad para burlarse un poco de él, insistía en que hasta ese momento no sabía cómo habían hecho Ángel y Andrea para aguantarlo, el ruido que salía de su boca era impresionante, y él desde que lo escuchó por primera vez en su juventud había evitado a toda costa dormir a su lado. Era imposible pegar el ojo en toda la noche compartiendo el mismo cuarto que él. Obviamente la opinión de Alex era muy importante para Juan, que interesado en mantener alejado a Ángel de Jeyko propuso que Ángel se quede con Alex, pero el anterior incidente a pesar de la sincera disculpa había evitado que Alex y Ángel se acercaran aunque fuera un poco. Ángel en su interior seguía herido. Alex no era simplemente un tipo con el que compartía el tiempo, era su amigo, su amigo desde que eran niños, los tres lo eran y a pesar de la sincera disculpa le era muy difícil sentirse a gusto a su lado. Finalmente terminaron ubicándose en las habitaciones como siempre lo habían hecho. 

 

Ángel abrazó por la espalda a Jeyko una vez estuvieron solos en el cuarto. Cerró la puerta con seguro y lo besó. Jeyko volvió a sentirse tranquilo, pensaba que Ángel seguía enojado con él, pero solo hizo bromas de porque no había elegido un cuarto con una cama doble, que esas dos camas sencillas eran muy pequeñas para los dos, se verían obligados a dormir separados. Jeyko sonreía juguetón, él mismo había pensado en eso, pero sería muy sospechoso que dos hombres pidieran una cama doble en un hotel, y no solo por el personal del hotel, sino por Alex y Juan. Jeyko no llegaba siquiera a imaginar que Juan estuviera al tanto de la situación y que Alex fuera capaz de comprenderlo 

 

El pequeño jugueteo en la habitación había servido para que ambos se sintieran más tranquilos antes de salir de nuevo al mundo exterior. Dejaron las maletas en la habitación y fueron a la zona comercial a buscar un sitio donde poder beber y bailar. 

 

Alex iba animado. Se sentía particularmente festivo estando en un lugar así. Le gustaba ver a las mujeres de la zona vistiendo pantalones cortos y blusas de tiritas, delgadas y pequeñas, con cuerpos bronceados y con olor a rosas; sus tobillos delicados luciendo sandalias de tacón alto. Ellas igualmente se sentían atraídas hacia él. Un tipo alto, fornido, vistiendo pantalones blancos con sandalias de cuero y camiseta negra ajustándose a su cuerpo. Alex eligió el lugar en el que estarían, un sitio lujoso, nada comparado con el Gran Conejo. Escogieron una mesa cerca de la pista de baile. Jeyko por el auto no podía beber mucho, pero los demás se dieron gusto. Incluso Juan que se dejaba contagiar por el espíritu alegre de Alex. A Juan en realidad no le molestaba verlo rodeado de mujeres, sabía que jugaría con ellas mientras estuvieran en la discoteca y luego regresaría al hotel con él, dejándolas a todas ellas con deseos de él. Ángel bailó también. Vestía un vaquero negro ajustado con una camiseta vino tinto de manga corta. Estando en la casa se había colocado un collar de cuentas que le había traído su mamá en uno de sus viajes al extranjero. Llevaba su cabello sujeto en una coleta y una banda elástica sostenía los cabellos más cortos. Jeyko lo vio bailar embobado desde la mesa, mientras bebía una cerveza light. Lo vio juguetear con Alex y las muchachas a su alrededor.

 

—Me dijo Alex que no vas hacer la torta —Juan interrumpió sus pensamientos.

 

—No. Mateo se va a encargar de hacerla.

 

—¿Mateo? ¿El chico de Gama?

 

—Sí, él —Jeyko lo miró sin saber que decirle, era una oportunidad para destaparse con su él—. Puedo sentir que sabes algo. 

 

—Son mis amigos desde hace tantos años, ¿de verdad crees que no me daría cuenta?

 

—Alex no lo ha notado.

 

—Eso es lo que tú crees, se hace el indiferente que es distinto, pero tiene sus sospechas muy acertadas —guardó silencio por un momento mientras observaba a los otros dos que bailaban sudorosos en medio de la pista. El estruendo de la música era un perfecto cómplice a sus pensamientos y sus palabras—. Estoy preocupado por Ángel desde que hablé con la señora Claudia, me dijo que ha estado bebiendo mucho, sin contar la cantidad de cigarrillos que fuma al día, su voz se oye mucho más ronca.

 

—Lo sé, y aún así lo traemos aquí para que siga bebiendo. 

 

—Me gusta pensar que son circunstancias diferentes y que, si lo hace mientras está feliz está bien, ¿qué piensas hacer? 

 

—No lo sé. No puedo cancelar la boda, mis papás ya deben estar en la ciudad, han invertido mucho dinero en esto, al igual que los de Andrea, Andrea… Ella no merece que la dejen en el altar.

 

—¿Y, Ángel merece tu desprecio de esa forma? —Jeyko lo miró con los ojos aguados. Necesitaba hablar con alguien, compartir sus pensamientos, desahogarse. En el pasado siempre lo había hecho con Alex, era una tumba sin memoria. Juan al contrario era una especie de conciencia que no se guarda sus pensamientos, siempre tan serio y calculador—. Me preocupa lo que va a pasar con él. No importa qué tan consciente está de las cosas y de lo que va a pasar, una vez todo se lleve a cabo, se va a derrumbar. 

 

Jeyko respiró hondo. Desde la pista de baile Ángel lo llamaba para que fuera con él. Miró a Juan, esperando que le diera una pista de lo que debía hacer, pero Juan se levantó y fue hasta el balcón a fumar, dejándolo solo.

 

Volvieron al hotel después de la media noche sudorosos y cansados. Alex había logrado conseguir tres números esa noche, había besado y manoseado dos chicas. Se sintió excitado en el camino de vuelta al hotel, sin dejar de sonreír. Juan se divirtió viéndolo transitar las calles del pueblo, con una botella medio vacía en la mano cantando una canción de Enrique Iglesias meneando su cuerpo al ritmo pegajoso de la tonada en su mente, cargando a Ángel medio borracho a su espalda intentando seguirle el ritmo en la canción. Al llegar le pidieron permiso a la dueña del hotel para usar la piscina y ella al verlos de tan buen humor los dejó hacerlo. Se zambulleron en el agua una vez se vieron a medio vestir. El cabello largo de Ángel cayó suave sobre sus hombros a medida que salía del agua. Jeyko se sorprendió de lo mucho que había crecido los últimos meses, no tenía una melena perfectamente lisa, sus cabellos se alborotaban con facilidad si no los sujetaba con la banda elástica. Sin embargo, al llevarlo húmedo pudo ver con facilidad lo largo que lo tenía. Recordó con nostalgia que en su adolescencia solía llevarlo igual. Era un galán al que las chicas habían perseguido por años sin lograr nunca que él volviera a verlas.

 

Viéndolo jugar en el agua con Alex recuperando poco a poco su confianza, se preguntó si no había sido siempre un cobarde. Sabía que si en ese pasado recóndito y ahora tan lejano hubiera aceptado sus sentimientos las cosas ahora podrían ser diferentes y él no tendría que contener sus deseos de besarlo. Ni estaría pasando por la dolorosa tarea de aceptar una vida que ya no quería. Recordó los pasajes de avión escondidos en una gaveta dentro de su armario. Aún no le había dicho a Andrea donde irían, iba a ser una sorpresa, una semana en Roma, un país lejano, desconocido, donde no tendría más opción que estar con ella. Se sentía mal consigo mismo, ¿qué era lo que había hecho? Ni siquiera pensó en Ángel cuando le pidió matrimonio a Andrea. No pensó en él, porque desde hace años había encerrado en el fondo de su corazón sus verdaderos sentimientos. Se había convencido, que ese hombre que ahora nadaba hacia él, jamás lo dejaría quererlo de la forma que él quería. ¿Tenía tiempo de echar todo para atrás? Al verlo solo sentía deseos de dejarlo todo, de irse con él. Podía cambiar el boleto de avión a su nombre e irse con él, para cuando volvieran, luego de una semana, enfrentaría las consecuencias de lo que había hecho.

 

Luego de una hora de refrescarse en el agua volvieron a las habitaciones. Alex se quedó dormido en cuanto toco la cama, después de desnudar su cuerpo y ubicarse boca abajo, justo donde daba el aire del ventilador. Juan acarició su espalda consciente de que no iba a despertar. El hombre enorme que a duras penas cabía en la pequeña cama de hotel no era más que un niño que había tenido una buena noche en un parque de diversiones. Lo cubrió con una sábana cuando sintió su propio cuerpo caliente y ansioso.

 

Ángel se acostó al lado de Jeyko. Tal como lo habían imaginado la cama era muy pequeña para los dos. Pero no quería alejarse de él. Se dejó contagiar de la alegría de Alex, olvidó por un momento la situación en la que estaba, solo se abrazó a él, lo acogió entre sus brazos, durmieron desnudos abrazados el uno al otro. Hasta que los golpes en la puerta de su habitación los despertaron al día siguiente. 

Alex cubría sus ojos con unos enormes lentes negros. Juan estaba junto a la piscina esperándolos. Ya había ordenado el desayuno y esperaba poder comer para bañarse de nuevo. Era sábado y faltaba solo un día para la boda. Jeyko revisó sus mensajes. No lo había hecho desde que salieron del apartamento. Habían varios mensajes de Andrea, uno de Mateo avisando que la torta estaría lista a tiempo y otro de su mamá donde le informaban que ya habían organizado todo para estar a tiempo en la iglesia, se quedarían mientras tanto en casa de su hermana. Volvió a revisar los mensajes de Andrea. Le había enviado una foto desde su casa antes de salir al club con sus amigos. Usaba un vestido rojo ceñido al cuerpo, sus zapatos de tacón alto rojos también; le habían hecho un peinado con una coleta alta. Se veía particularmente bella, casi como una estrella. Alex alcanzó a ver desde su espalda la foto cuando se acercó a recibir una porción extra de pan que había pedido. Se acercó y le dijo al oído que era un hombre afortunado. Ángel lo notó, no dijo nada, de nuevo se estrellaba con la realidad. Por primera vez se había sentido completamente feliz al despertar y encontrarse abrazado a él. No tuvo que fingir sorpresa o chistar por el accidente. Simplemente al despertar se acercó más hacia él besándolo, mientras Jeyko sonreía complacido. Era un cuento de hadas muy cerca de terminar. 

 

Alex volvió a nadar. Les hizo saber que no regresaría a la ciudad hasta llegada la tarde. Luego de llegar a la ciudad irían al Gran Conejo a terminar la fiesta. Jeyko se sintió agotado. Estando en la cama con Ángel, en medio del calor abrumador del lugar, sintiendo su cuerpo cálido cubierto únicamente por la sábana blanca, deseo poder seguir así por el resto del día. Si hubieran estado los dos solos podrían hacerlo, quedarse abrazados en medio de la cama. Incluso ese plan en la ciudad, en su frío apartamento, sonaba igual de irresistible. Pero en cambio estaba ahí sentado al borde de la piscina con el rayo del sol dándole en la espalda, mientras Alex y Ángel jugueteaban en la piscina. Lo que no sabía sin embargo era que su amigo, Juan, que estaba sentado a su lado, había sido el artífice de todo ese plan. Quería darle a Ángel la oportunidad de estar alejado de Jeyko, así ocuparan la misma habitación, y su plan funcionaba a la maravilla. Pues los pensamientos de Ángel se mantenían ajenos de la situación, lejos del hecho inevitable de que al día siguiente tendría que verlo casarse en una iglesia atiborrada de gente que en su mayoría no conocía. Sin embargo, Jeyko empezaba a desesperarse un poco, pues él no había encontrado la forma de divertirse. Debido al auto había tenido que mantenerse sobrio todo el tiempo, lo que le había dado demasiado tiempo para pensar, demasiado tiempo para entender que el tiempo se acercaba a prisa, su tiempo con Ángel se acababa.

 

Luego de un par de horas. Después de que el cuerpo de Alex y el de Ángel se hubieran bronceado y sus cabezas empezaran a dar vueltas por la cantidad de cervezas atiborradas en la orilla de la piscina, fueron hasta la plaza principal del pueblo a almorzar. Se llevaron el auto y sus cosas del hotel, Ángel se sentó a su lado pero seguía sin pronunciar palabra. Alex seguía hablando, decía cosas incoherentes a las que Jeyko no pudo prestar atención. Juan y Ángel le seguían el juego, pero era como si él no estuviera ahí. El restaurante al que fueron estaba atiborrado de gente, sin saberlo ese día empezaban las fiestas del pueblo, caballos enormes y pintorescos decoraban la plaza. Empleados de la alcaldía montaban la tarima para el concierto que se daría en la noche. De nuevo Alex jugueteaba con las mujeres, diferentes a las que encontró en la noche. Ellas ahora llevaban vaqueros con botas de caña alta, iban sobre los caballos elegantes en su andar y en su mirada, coqueteaban de igual forma con él, pero la mayoría de ellas no iban solas, en caballos aún más fuertes en su presencia, en su andar, hombres de todas las edades cabalgaban también, elegantes hombres mayores con sombreros, de barbas blancas y abultadas, otros más jóvenes luciendo vaqueros azules y camisetas esqueleto negro, mostrando sus fornidos y bronceados cuerpos. Ángel se sintió un poco intimidado. Cuando uno de los caballos se acercó peligrosamente a él, el jinete divertido se disculpó, su enorme sonrisa de dientes blancos hizo que Ángel se sonrojara. La noche anterior se había sentido muy cómodo rodeado de las chicas de la discoteca, era una sensación familiar. Sin embargo el sentirse y verse a sí mismo atraído y sobre todo consciente de otro hombre lo hacía sentirse terriblemente incómodo, totalmente fuera de lugar. No por eso iba a negar que las nuevas sensaciones le gustaban, se le hacía tremendamente placentero descubrir en los hombres una mirada pícara hacía él.

 

—Ten cuidado, los caballos pueden ser peligrosos, no queremos que te lastimes.

 

—Lo tendrá, gracias por la preocupación.

 

Jeyko apareció detrás de él un tanto enojado. Lo tomó por el brazo y lo jaló hasta llevarlo a la mesa que habían conseguido en el restaurante. Ángel reía divertido, consciente de que un nuevo mundo se abría delante de él. Mientras comía el almuerzo que le habían puesto enfrente se prometía a sí mismo dejar para siempre la vida des complicada que había llevado hasta ahora y hacerse responsable por primera vez de sí mismo. Haría todo lo posible por olvidar el amor que ahora lo atormentaba y dejaría de saltar de un cuerpo a otro para concentrarse únicamente en sí mismo, y quizás, solo quizás, darse la oportunidad de amar a alguien más, hombre o mujer lo que fuera, pero quería tener la oportunidad de amar y ser amado.

Notas finales:

Gracias por leer.


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