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RETOS DE DRABBLES por shiki1221

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Reto 15: Nocturnus

Debería estar clavando una estaca en el corazón de aquel insolente vampiro que tenía delante suyo. Sin embargo, estaba allí compartiendo una bebida con aquel retorcido ser de la noche. La criatura más oscura que se podría encontrar una persona en la noche y la mayor desgracia para quien se cruzara con aquella boca letal.

―¿Dónde tienes el blanqueador? ―preguntó Charasuke estando a milímetros sus rostros, con la diferencia de que ese idiota estaba suspendido de cabeza en el aire.

―No tengo ―respondió serio al verlo flotando como si nada. Notó que le dedicó una mirada de fastidio antes de irse volando a toda velocidad a su cocina.

Cerró los ojos rogando paciencia esperando que ese torpe terminara de jugar con las pertenencias de su hogar. Mas el sonido de su cocina siendo arrasada por aquel torbellino con apellido Uchiha, lo forzó a levantarse de su cómodo asiento para ir a verlo. Al cruzar la puerta presencio todos sus envases de líquidos de limpieza vacíos dispersos en el suelo, mientras Uchiha hacía alguna mezcolanza extraña pareciendo una bruja en lugar de lo que realmente era.

―¿Qué tanto haces, mosquito? ―interrogó esperando una buena explicación para el saqueo cometido a sus gavetas.

―No tienes blanqueador así que estoy improvisando ―comentó riendo mientras mezclaba lavandina, quitamanchas y demás cosas―. No te quejes que por tu culpa estoy todo manchado.

―Casi te disparo en medio del pecho ―le recordó con los brazos cruzados mientras su ira iba creciendo―. ¿No debería preocuparte más estar en la casa de un cazador que posiblemente te asesine pronto?

―Me preocupa más estas horribles manchas de sangre que tengo por tu maldita culpa, idiota ―reclamó echándose su mezcla de productos de limpieza sobre las manchas de sangre en su camisa.

Menma bufó con molestia al verlo luchar contra aquel líquido carmesí que osaba arruinarle la ropa a ese vampiro creído. De no ser por ese raro comportamiento seguramente lo habría baleado y dejado muerto en algún callejón oscuro para que el sol volviera cenizas su cuerpo al momento de amanecer. Sin embargo, recordó el motivo por el cual seguía allí y por el que estaba en su casa en esos momentos.

Namikaze Menma era un hábil cazavampiros entrenado en distintas artes marciales y armas. Su nombre era bastante conocido entre aquellos chupasangre, además de temido obviamente. Siempre implacable, nunca piadoso. El frío cazador que no se tentaba por nada ni por nadie. Salvaba personas, empero no sentía “lazos” o un apego real hacia ellos. Ni quisiera sus compañeros cazadores, puesto que su comodidad era trabajar en solitario. Justo como en ese momento. Llegó a un bar donde se rumoreaba un vampiro iba frecuentemente. Se encargaría de exterminarlo y seguir su camino en busca de otro.

No fue ningún problema identificar al mosquito. Lo vio en la barra seduciendo a una incrédula mujer con palabras al oído. Al momento en que su presa y su víctima se dirigieron al segundo piso para tener más “privacidad”, supo que debía actuar. Con gran sigilo se acercó hacia la puerta y se mantuvo en posición de ataque esperando algún grito o momento indicado para atacar. Por ello guardaba sumo silencio intentando averiguar qué estaban haciendo exactamente.

―¡AHH! ―gritó la mujer desde el interior dándole a Namikaze la señal que necesitaba para actuar.

De una sola patada abrió la puerta y apuntó con su arma al vampiro allí dentro. Su mirada de odio y frialdad fue cambiando a una más incrédula y confundida. Lo que podía estar viendo era algo con lo que jamás se había topado en toda su vida como cazador. Y siendo sincero consigo mismo, Menma no sabía qué hacer. Por primera vez el eficiente cazador se sintió imposibilitado de realizar su deber. Frente a él estaba la mujer abrazando al vampiro, el cual viéndolo de cerca parecía un adolescente. Aunque tomar una cajita de jugos para niños le hacía verse aún más infantil.

―¡¿Quién eres?! ―preguntó a gritos, para su sorpresa, la mujer―. ¿Por qué tienes esa arma en tu mano? Sea a quien sea que busques no se encuentra aquí.

―¡Señora ese es un vampiro! ―exclamó el de ojos azules viendo como el vampiro ni siquiera se movía ni dejaba de tomar su cajita de jugo―. ¡Es muy peligroso!

―¡¿Señora?! ―cuestionó con ira arrojándole el cenicero que estaba en la mesa―. Ya sé que es un vampiro.

―¿Lo sabe? ¿Usted está loca? ―interrogó sin poder creer que alguien se acercara por voluntad propia a un asesino.

―No nos interrumpas ―dijo empujándolo hacia la salida mientras se acercaba a susurrarle al oído―. Ya sé que los vampiros no existen, pero ese chico en verdad lo cree y tiene fetiche por la sangre ―explicó de lo más natural, siendo consciente de las practicas del “vampirismo”. Algo que no pasaba de personas que genuinamente se creían esas criaturas inexistentes.

―¿Qué? ―preguntó Namikaze dándose la vuelta para dejarla fuera de la habitación y poder enfrentarse cara a cara con aquel ser.

Oyó los gritos de parte de la mujer sacada. Incluso golpeaba desesperada la puerta esperando que le abriera, sólo cuando se cansó se retiró de allí frustrada. No conocía al chico más que de esa noche, por lo cual no tenía motivos de peso para quedarse allí e insistir. Mientras tanto, dentro de la habitación Menma no dudo en disparar al azabache, siendo esquivado casi exitosamente. Y ese “casi” se debía a que logró atravesar su cajita de jugo salpicando al propio vampiro, revelando que era en realidad sangre.

―¡Oye! ―protestó el de ojos oscuros mirando su ropa sucia―. Me manchaste de sangre, maldito.

―¿Esa sangre es de la mujer que eché? ―cuestionó recargando su arma sin perder ni un segundo de vista al vampiro―. ¿Por qué la cajita de jugo tenía sangre?

―¿Esperabas que la mordiera en el cuello? ―preguntó rodando los ojos mientras se cruzaba de brazos―. Me hubiera ensuciado mucho. Al morderla me habría salpicado todo, tendría manchas en mi ropa y el olor encima iugh ―dijo con una expresión de asco―. Por eso tomo sangre con popote, es más civilizado. Con mis colmillos no puedo tomar en un vaso o copa normal.

―¿Iugh? ―repitió el cazador como pregunta. Eso debía ser una broma. ¿Qué clase de vampiro le tenía asco a ensuciarse con sangre―. ¿Bebes de una cajita y con popote sólo por eso? ―interrogó imaginando que eso era parte de alguna astuta trampa puesto por el otro.

―¿Algún problema con eso? Yo no te estoy reclamando por entrar como un psicópata a este cuarto pri-va-do ―remarcó separando las sílabas para darle énfasis.

―¿Qué le hiciste a esa mujer? ¿Usaste tus poderes? ―interrogó mientras le disparaba haciendo que Charasuke se pegara al techo moviéndose de forma más similar a la de una cucaracha que la de un vampiro.

―Usé dos palabras mágicas ―respondió el vampiro haciéndolo creer que tenía la habilidad de hipnosis y mientras él intentaba deducir eso, Uchiha terminó apareciendo frente a su rostro de la nada―. “Por favor” ―susurró tranquilo dejando sin palabras al otro.

―Eres raro, mocoso ―suspiró Namikaze sin saber cómo matarlo. Sus ojos se veían en cierto modo “inocentes”, sin aquel toque de deseo de sangre y muerte que caracterizaba a los de su clase―. No te comportas como un vampiro.

―No sé cómo se comportan ―respondió sencillamente mientras le mostraba su cuello―. Hace dos meses me mordieron y bueno… no tengo idea de qué demonios está pasando, pero cuando tengo citas, digo que mi fetiche es el vampirismo y me dan su sangre voluntariamente.

―¿No matas? ―cuestionó apuntándole con la pistola en medio de los ojos.

―Me la dan voluntariamente ―contestó señalándola destrozada cajita―. No tengo necesidad de matar a nadie si sólo creen que tengo gustos raros.

Antes de que el cazador pudiera seguir hablando con su presa, oyó como más personas gritaban desde el primer piso. Otros cazadores y vampiros estaban teniendo fuego cruzado abajo. Uchiha se acercó curioso por el ruido, mas fue detenido por la mano bronceada de Menma, quien le indicó guardar silencio y seguirlo sin decir nada. Él sabía que sus compañeros exterminarían sin piedad a cualquiera con colmillos, incluyendo al rarito que tenía sujeto por la muñeca. Menma se encontraba en un serio dilema moral. Por un lado, el chico era vampiro. Solución: matarlo. Sin embargo, por el otro fue víctima de un vampiro. Solución: matarlo. Empero, yendo contra lo lógico que sería sacarlo de su sufrimiento dándole muerte, no podía.

Fue hacia la ventana sin detenerse a pensar y saltó asustando a Charasuke por la repentina acción. Según los pensamientos de Namikaze, no podía deshacerse de él sin pensarlo fríamente y en caso de permanecer más tiempo allí, sus compañeros no lo dejarían meditar una decisión razonable. Sólo le dispararían al chico y pasarían a matar al siguiente chupa sangre. En esos momentos maldijo ser tan solitario, ya que no contaba con nadie a quien preguntarle o pedir una segunda opinión sobre lo que debía hacer. Y por ello recurrió a algo que jamás pensó hacer: huyó. Empeorando las cosas hacia su casa, con un vampiro y dejando por los suelos su reputación al huir de una batalla.

―Hey, torpe te estoy hablando ―llamó Charasuke sacándolo de sus recuerdos y reflexiones―. Tengo hambre ―reclamó como un niño berrinchudo.

―Dijiste que no te gustaba la sangre ―dijo tratando de desviar la atención del Uchiha, ya que aún estaba muy concentrado en su problema con qué hacer con él.

―No me gusta tenerla sobre mí ―comentó señalando su ropa―, puede que a ti no te importe oler como un tampón usado, pero a mí sí.

―¡¿Qué dijiste?! ―preguntó sujetando el cuello de su ropa con molestia―. Tú ni siquiera eres capaz de guardar tus colmillos, no tienes derecho a criticarme ―reclamó con enojo.

―No sé cómo se guardan ―respondió Charasuke mirándolo ofendido y un poco apenado por tener sus dientes afuera desde hacía semanas.

―¿Cómo has sobrevivido? ―cuestionó con molestia soltando desganado. No ganaba nada peleando con el chupasangre.

―Evitando el sol, teniendo citas y bebiendo sangre ―enumeró como si se tratara de algo muy normal y cotidiano―. Me he basado en lo que pude averiguar por internet y películas ―afirmó orgulloso.

―Idiota ―suspiró fuertemente mientras se sujetaba el puente de la nariz―. Mira, niño lo mejor será que vengas aquí cuando quieras sangre.

Charasuke lo miró unos momentos sorprendido antes de acercarse y abrazarlo por el cuello mientras le sonreía alegremente. Ante eso el de ojos azules lo miró con fastidio. Teniéndolo tan de cerca era indiscutiblemente comparable a un fastidioso mosquito. Quizás debería aplastarlo como a uno y liberarse de él.

―Ya sabía que soy irresistible, pero es la primera vez que un hombre desea mi atención ―dijo dramático el vampiro mientras restregaba su mejilla con la de él―. Al menos eres el primer chico que se me declara.

―Idiota ―insultó dándole un fuerte golpe en la cabeza―. Hay muchos cazadores en esta ciudad. ¡Y tú andas correteando como la madre de Bambi en el bosque! ―exclamó con seriedad y pena ajena por semejantes tonterías que dijo―. No todos te tendrán piedad.

―¿Y por qué quieres que viva? ―interrogó con primera vez con seriedad―. Yo soy técnicamente un “no-muerto”. Ya no puedo ir a la escuela y no quiero unirme a aquellos que me hicieron esto. ¿Qué debería hacer yo que no sé ni qué soy ni cómo debería comportarme?

Namikaze se sorprendió un poco por aquella seriedad en el otro. En toda la noche y pese a que intentó matarlo no había perdido esa sonrisa que encontraba tan molesta, mas ahora parecía que no tenía mucho interés en nada. En resumen: ese chico estaba perdido respecto a su propia identidad. Charasuke había guardado silencio esperando una respuesta que Menma no podía darle. Se dio cuenta de ello por la forma en que aquellos ojos azules comenzaron a mirar el suelo pensativamente. Soltó un suspiro al estar cargándole un problema suyo al que debería darle muerte.

―Pronto amanecerá ―comentó el de ojos oscuros para romper la tensión―. Te agradecería algo sino fuera porque me dejaste sin comida y me ensuciaste ―agregó yendo hacia la puerta.

―Es en serio ―afirmó Menma evitando por un momento que el vampiro se fuera de su casa―. Si quieres sangre ven aquí. Muerto tampoco averiguaras qué puedes hacer en tu condición.

 

Charasuke se dio la vuelta por un momento arrojándole una rosa roja que el cazador la atrapó con sus manos. Apenas le dio un leve asentimiento y una sonrisa. No afirmó que iría con él, mas tampoco lo negó. Posiblemente tendría que cazarlo de nuevo si quería ganarle a sus compañeros. Sonrió imperceptiblemente una vez que se halló sólo en su casa. Las cacerías nocturnas serían más interesantes a partir de ahora.

 

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