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Tu destino está atado al mío por yue-sama

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Notas del capitulo:

lo siento tanto de verdad!! hubieron tantas cosas que se juntaron y me impidieron seguir.

espero me disculpe, y sin mucho que decir aquí esta el cap.

dedicado a Paula0408 por ser la primera 

 

 

 

 

La lluvia caía fuerte mientras él intentaba tranquilizarse, odiaba el hecho de pensar que, en cualquier momento, la luz podría irse por una falla, dejando todo en completa oscuridad. Lamentablemente, sus nervios estaban a flor de piel, así que sólo trataba de respirar para no sofocarse, sentándose en el sillón y dándole un sorbo a su taza, después de todo, a veces el té podía aplacar sus nervios, y, para su ansiedad, un cigarrillo era lo mejor.

 

 

Brincó en el asiento cuando escuchó un fuerte trueno que hizo titilar las luces por segundos, entonces apretó su teléfono contra su pecho listo para encenderlo en caso de que la luz se fuera; la oscuridad no le traía buenos recuerdos, de hecho, últimamente su vida había sido una arena de recuerdos.

 

 

El viento azotó fuerte contra las ventanas mientras él se decidía a agarrar el control del televisor para distraerse, pero en ese instante su celular timbró, así que lo agarró para contestar.

 

 

—¿Hola?

 

 

El silencio al otro lado de la línea lo inquieto.

 

 

—¿Aló?

 

 

Habló de nuevo, pero nadie contestó y poco después colgaron, eso le dejó un mal sabor de boca, así que alejó su celular y volvió a recostarse, pero poco después volvió a sonar, entonces tomó la llamada y el silencio lo recibió una vez más. Estuvo a punto de soltar una amenaza por el temor de que todo se volviera a repetir, y, por un segundo, pensó que podría ser Sasuke jugándole una broma pesada, pero la verdad lo dejó más impactado aún.

 

 

—Él saldrá libre…

 

 

Naruto jadeó sin aire, reconociendo rápidamente la voz de su madre, sin embargo, ni siquiera escuchó lo demás, ya que, después de esa primera frase, el celular cayó de sus manos, y, aunque afuera la lluvia aumentaba, ahora todo eso parecía no tener la menor importancia.

 

 

Sus ojos se llenaron de lágrimas que no pudo contener mientras los sentimientos se dividían en su interior. El cúmulo de emociones lo estaba matando, se sentía, de alguna manera, alegre, pero… más que todo, se sentía aterrado.

 

 

Después de todo, Naruto le había ocultado un pequeño pedazo de su vida al resto del mundo, un pedazo oscuro que no quería que nadie conociera, para que así nadie le viera raro, para que así pudiera ser normal. Quería jugar a ser perfecto, teniendo tan sólo problemas normales, al igual que la gente normal.

 

 

Lamentablemente, ese pasado lóbrego existía, y el causante de ese pedacito oscuro era Nagato… Nagato Uzumaki, el hermano menor de Kushina, su madre. Su querido tío había sido el culpable de su desastrosa infancia.

 

 

Y ahí, en la soledad de su sala, sólo pudo encogerse en el sillón mientras su estómago comenzaba a doler, llorando tal como aquella vez lo hizo; como un chiquillo reprimiendo todo su dolor.

 

 

*

*

*

 

 

Naruto Namikaze era un tierno niño de tan sólo 5 años cuando sus padres decidieron pasar las vacaciones de verano en Japón, al final de cuentas, ¿qué había de extraño en eso? Ellos sólo querían pasar tiempo con la familia de su madre.

 

 

Cabe decir que esa era una gran travesía para el pequeño de la familia, pues, en su corta vida, nunca había viajado fuera de su país de nacimiento, por lo que estaba muy emocionado por conocer a sus abuelos y ver el país del que su madre era originaria. Así que, cuando finalmente llegaron, todo fue maravilloso; los japoneses lo miraban insistentemente —algo normal considerando que eran extranjeros muy sobresalientes—, y muchas chicas le tomaron fotos, por su parte, Naruto estaba muy feliz, se emocionaba con cada pequeña cosa que veía, incluso al observar los lazos en los dedos de las personas que pasaban a su lado.

 

 

Hizo un enorme puchero al pensar en eso, pues él también quería un lazo como ese, de hecho, una vez había peleado con su mamá porque él le había dicho que quería un lazo tan bonito como el que ella y su papá tenían, sin embargo, ella le había comentado que no era así, que no había ningún hilo conectado a sus dedos. Entonces, Naruto se resignó a pensar que su mami estaba loca, ya que negar algo tan bonito como eso seguro estaba mal.

 

 

Un rato después, llegaron a una casa muy grande y antigua, en la que conoció a sus abuelos, quienes lo recibieron con dulces tradicionales y muchos juguetes.

 

 

—Hiciste un buen trabajo, Minato —escuchó hablar a su abuela mientras lo señalaba, por lo que sonrió mostrando sus dientes blancos.

 

 

—Lo sé —dijo orgulloso—, ¡fue hecho con mucho amor!

 

 

—Cariño… —se ruborizó Kushina mientras los adultos reían joviales.

 

 

Naruto era un niño muy hiperactivo y travieso, así que la conversación rápidamente lo aburrió, entonces, comenzó a caminar buscando nuevas aventuras, quizás encontraría un enorme dragón escondido en algún lugar y tendría que combatir contra él.

 

 

Cuando se vio lejos y solo, comenzó a correr viendo a todos lados, sus pequeños y alborotados pasos se escuchaban sobre la vieja madera y sus risillas llenaban el ambiente tranquilo de aquella casa.

 

 

De pronto, dobló por una esquina y chocó contra algo, así que levantó la cabeza notando que era una persona, sin embargo, en su pequeña mente sólo pudo pensar “¡Encontré al enorme dragón!”, pues la mirada que ese chico le dio más la sonrisa feroz que se plasmó en sus labios, le erizó la piel y le dio un temor tan profundo, que nunca debió haber ignorado.

 

 

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—Bien, Naruto —dijo el abuelo—, ¿qué te ha parecido Japón?

 

 

—¡Increíble! —saltó de su incómodo asiento en el suelo y abrió sus bracitos emocionado—. ¡¡Quiero vivir aquí!!

 

 

—Oh hijo —dijo Kushina—. No podemos…

 

 

—¿¡Por qué, mami!? No nos vayamos, ¡quedémonos! —dijo con un puchero

 

 

—No… Es que nuestra linda casa nos espera, ¿que no la recuerdas? —dijo con ternura.

 

 

—Pero me gusta aquí… Porfis, mami, ¡quedémonos!

 

 

—Es que… Minato, ayúdame, ¡¡me está viendo con ojos de borrego!! —exclamó la mujer intentando no caer ante las súplicas de su lindo hijo.

 

 

—Entonces que se quede —dijo una voz ajena llamando la atención de todos, por lo que Naruto volteó rápidamente y se quedó quieto al instante, era el mismo chico con el que había chocado antes, así que sólo volvió a su lugar, tieso, mientras el chico sonreía de lado y achicaba los ojos.

 

 

—Cuanto tiempo, Nagato —dijo Minato con una sonrisa—. ¡¡¡Que grande estás!!!

 

 

—Gracias —dijo con una sonrisa, acercándose a estrechar la mano de Minato y viendo como Kushina se levantaba para abrazarlo fuertemente.

 

 

—Estás tan bonito, hermanito —felicitó Kushina.

 

 

—¡No me digas bonito! Mejor di que soy guapo. A ningún chico le gusta que le den esa clase de cumplidos —dijo con un puchero fingido, haciendo que la pelirroja sonriera enternecida para luego jalarle los cachetes.

 

 

—¡Soy tu hermana, puedo decirte lo que quiera!

 

 

—Él sí es lindo —señaló a Naruto, quien lo volteó a ver de reojo.

 

 

—Lo sé —concedió Kushina—, es tu sobrino. Ven aquí Naruto, te presentaré a tu tío.

 

 

El rubio se levantó y caminó con inseguridad hacia él, entonces el chico le tendió una mano que Naruto aceptó inseguro.

 

 

—Soy Nagato, tu tío —sonrió—. Espero llevarnos bien.

 

 

—Ummm —eso fue lo único que dijo, soltándose de su mano para segundos después correr tras Kushina.

 

 

—Vaya, vaya… ¿Qué pasa cariño? Tú no eres así…

 

 

No respondió nada, pero en cuanto la abuela llegó con platos de comida, la tensión del ambiente bajó, regresando todo a la normalidad sin problemas.

 

 

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Cuando las vacaciones acabaron y tuvieron que partir, tanto a Kushina como a Minato se les rompió el corazón al ver cuánto le afectaba la partida a su pequeño, quien, después de despedirse de sus abuelitos, había llorado todo el camino al aeropuerto hasta quedarse dormido con la carita roja por tantas lágrimas.

 

 

Fue así como tomaron la decisión de hacer lo posible para mudarse a aquel país, sin embargo, no fue sino hasta un año después que lo lograron, y, con la fiel promesa de que se iba a portar bien, Naruto logró convencer a sus papás de que lo enviaran antes, por lo que, él y una amiga de su madre —que debía viajar a Japón—, partieron a su destino, despidiéndose finalmente cuando ella lo dejó junto a sus abuelos, con un mes de anticipación a sus padres.

 

 

—¡¡Abuelitos!! —gritó el chico de casi 6 años—. ¡¡¡Los extrañé!!!

 

 

—¡¡También nosotros!! —dijeron afectuosos abrazándolo.

 

 

—¿Y a mí? ¿No hay un “te extrañé, tío”?

 

 

Fue ahí cuando vio a Nagato, había cambiado un poco, su cabello ahora era anaranjado y tenía algunos piercings, entonces, Naruto boqueó y asintió con inseguridad, luego se acercó a Nagato y le tendió su mano, pero este lo jaló para mimarlo.

 

 

Al principio se sintió incómodo, pero luego Nagato comenzó a darle vueltas y eso le causó risa, así que la incomodidad se fue, dando paso a sus jadeos divertidísimos por la acción de si tío.

 

 

Ese día, Naruto pensó que convivir con su tío no podía ser tan malo, pero… cuando se es tan inocente las cosas simplemente pasan, lamentablemente, no siempre son cosas buenas.

 

 

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Nagato se convirtió en su fiel compañero de aventuras, ganándose su confianza rápidamente, entre juguetes, dulces y salidas a parques, se había convertido en su persona favorita, y, aunque su aspecto de rudo joven de 20 años no ayudaba mucho, Naruto sabía que no era tan malo.

 

 

A veces, en las noches, escuchaba a sus abuelitos regañar fuertemente a Nagato mientras peleas y gritos, que no le gustaban, se hacían presentes, era en esos momentos en los que el pelinaranja iba a su cuarto y se metía a la cama con él, abrazándolo y llorando pegado a su espalda. Naruto se dejaba y a veces se quedaba dormido escuchándolo, aunque claro, la primera vez que pasó se había asustado mucho, pero Nagato simplemente le había dicho: “Tú me consuelas”, por lo que Naruto sencillamente se acostumbró.

 

 

Ahora era algo común, y, hasta cierto punto, cómodo, ya que, además de toda la convivencia juntos, Nagato había sido el único que le había creído sobre el hilo rojo, contándole, incluso, la leyenda sobre el mismo y haciéndolo sentir comprendido en lugar de raro… eso fue lo mejor.

 

 

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El mes casi terminaba y sus papas estaban a punto de llegar, así que él se sentía ligeramente ansioso.

 

 

Entró a la casa y se quitó los zapatos, estaba emocionado, había comprado su primer manga e iba directamente con Nagato para enseñárselo.

 

 

—¡Volví! —gritó, pero no hubo respuesta así que supuso que sus abuelos no estaban, por lo que subió rápidamente las escaleras para llegar a la habitación de su tío, pero, al acercarse, escuchó unos ruidos raros que lo hicieron frenar, ¿qué era eso?

 

 

Pegó su oreja a la puerta causando que se abriera, y mostrando ante él una escena un tanto extraña, Nagato estaba tocándose mientras veía una película en la que las personas estaban desnudas.

 

 

Naruto se sorprendió y dejó caer su manga, llamando la atención del pelianaranjado, quien al verlo sonrió de lado deteniéndose, para, segundos después, detener también la película mientras jadeaba buscando aire.

 

 

—¿Q-qué haces…?

 

 

—Algo divertido —sonrió lujurioso—, ven, te mostraré.

 

 

—No… No quiero, no se ve divertido —dijo con un puchero, pero Nagato se levantó y lo jaló hasta ponerlo sobre su regazo, logrando que Naruto se tensara.

 

 

—Será divertido, lo juro.

 

 

Entonces, Nagato comenzó a tocarlo y lo primero que sintió fueron cosquillas, era una sensación que no le gustaba del todo, pero confiaba en él, sin embargo, cuando tocó su pequeño miembro cerró las piernas en automático, su mami era la única que había tocado esa parte y fue para enseñarle a no mojar la cama, así que no estaba seguro de que eso estuviera bien.

 

 

—Es extraño —murmuró sin saber qué hacer.

 

 

—No lo es —afirmó su tío, besando su cuello.

 

 

Y, aunque hasta ahora no había sentido nada más que unos cosquilleos, para él era muy raro, así que, cuando fue tocado directamente, la incomodidad subió mucho, por lo que se separó un poco confundido y salió corriendo del cuarto viendo como Nagato lo miraba con los ojos brillosos y sus labios rojos.

 

 

Después de eso, todo fue en aumento, día tras día…

 

 

Naruto logró acostumbrarse a las cosas que Nagato le hacía, pues, tantas caricias, tantos besos y tantos “Te amos”, le hicieron creer que eso estaba bien, que era algo correcto.

 

 

En las manos de su tío tuvo su primer orgasmo, y, aunque todo había sido tan explosivo e incomprensible, Naruto se prometió amarlo fielmente, sin saber que la verdad era que eso no estaba bien y que no era normal.

 

 

Finalmente, lo inevitable pasó…

 

 

Naruto fue abusado.

 

 

Todo ocurrió una fría noche de octubre, en una habitación oscura y totalmente desconocida, ahí su pequeño cuerpo fue lastimado y corrompido bajo las manos rudas de un chico de 20 años, de aquel que se hacía llamar su tío.

 

 

Su recto fue desgarrado y su brazo quebrado por el inevitable forcejeo, ya que ese había sido el dolor más grande que tuvo que pasar en toda su vida, y, cuando quiso pararlo, todo se volvió turbio y peligroso.

 

 

Nagato se convirtió en una bestia y sus ojos llenos de lujuria fueron lo único que Naruto pudo ver durante el brutal asalto, pues, al terminar, lo dejo ahí, abandonado en esa lúgubre habitación durante toda la noche; sólo, destrozado y cubierto de lágrimas y sangre, sufriendo un dolor tan inmenso que le hizo quedarse inconsciente. Estaba seguro de que, si no lo hubiera encontrado, habría muerto en poco tiempo.

 

 

Cuando abrió los ojos nuevamente, estaba en un hospital, no podía moverse, le dolía todo y tenía un brazo enyesado, sin embargo, pudo ver a las afueras de su cuarto a su madre llorando desconsolada mientras Minato golpeaba furioso una pared.

 

 

—Perdónenme, mami… papi… —murmuró y luego cerró los ojos, llorando.

 

 

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Cuando al fin estuvo consiente y un poco más recuperado físicamente, todo se volvió pesado, los detectives que llevaron su caso le preguntaron al respecto y con temor confesó, recibiendo siempre el apoyo de su mamá y papá.

 

 

Toda la familia lloró, desconsolados e incrédulos por lo ocurrido. Por su parte, Nagato fue apresado y sentenciado a cumplir una larga condena por abuso sexual infantil.

 

 

Después de eso, el sueño de vivir en Japón fue relegado, Naruto no pudo superar lo ocurrido, lloraba casi todas las noches, sin saber si era por el dolor o por la traición… al final de cuentas, había aprendido amar a Nagato, y eso lo hizo torturarse por mucho tiempo.

 

 

Hubo demasiadas noches en las que despertó perturbado sintiendo el crudo dolor, muchas otras veces mojó su cama por el miedo, y otras cuantas durmió con sus padres por ese mismo terror, pues, después de lo sucedido, la oscuridad se convirtió en su peor enemiga, y, en sus largas noches de insomnio, era capaz de sentir unos ojos viendo todo su cuerpo, permaneciendo ocultos en esa oscuridad.

 

 

Tuve que ser llevado al psicólogo y hacer terapia con sus padres para poder mejorar un poco, pero conforme el tiempo pasaba, él sentía un peso cada vez más grande en su alma. Ya no sólo se aterraba por el dolor del recuerdo sino también por el sentimiento de vacío que ahora albergaba, extrañando las caricias y besos, extrañando sentir un pecho contra su espalda y unos suaves brazos rodeándolo como si fuera lo más preciado del mundo…

 

 

Sentía asco de sí mismo y eso no le permitía sanar correctamente, ya que, si bien, su cuerpo había sanado, su alma, por el contrario, no lo había hecho.

 

 

A esa corta edad, aprendió términos que ningún niño de 6 años debería conocer, poco a poco se recluyó en sí mismo y dejó de hablar y convivir. Todo fue muy doloroso.

 

 

Fue con mucho esfuerzo —y amor—, que logró salir adelante, y, aunque una parte de él bloqueó aquellos recuerdos, había ocasiones en que estos se filtraban a su mente, dejando pequeñas secuelas, nada grave que no lograra superar, pero secuelas, a fin de cuentas.

 

 

Con el paso del tiempo, logró salir de su caparazón y hacer nuevos amigos, dándose cuenta de que la vida era buena y tenía muchos colores, que no todo era gris y que también se podía llorar de alegría.

 

 

Y sobre el dolor… descubrió que podía convertirse en sueños de libertad y esperanzas.

 

 

Naruto se perdonó e intentó ser un chico normal, y lo logró por supuesto.

 

 

Llegó una etapa en su vida en la que logró juntar a muchas parejas a través de sus hilos rojos, y en la que se obsesionó con la idea de tener una linda chica a la cual amar.

 

 

Así, cuando su adolescencia llegó, tuvieron que mudarse a Japón, y él fue un chico fuerte, no hizo berrinches ni rabietas, tan sólo sonrió y lo aceptó, pues había aprendido que no siempre tendría que andar con pasos de bailarina, él debía dar pasos fuertes, sin tener temor de que el vidrio bajo sus pies se rompiera.

 

 

Encontró a Hinata y a muchas otras personas importantes, y fue muy feliz… al menos hasta que sucedió lo de Kiba, al conocerlo, su temor fue fuerte, y por ello se convirtió en algo que se prometió nunca ser. Lamentablemente, el miedo de volver a ser juzgado, de ser señalado y de que le tuvieran lástima, era demasiado grande… tanto que se había prometido no volver a sentirlo nunca más, así que decidió cortar todo, aun cuando había aprendido a amarlo y sabía que nunca le haría daño, no como Nagato.

 

 

Pero ahora…

 

 

Ahora era todo distinto, había madurado y estaba en una etapa de su vida en la que, de no seguir sus sueños ahora, nunca lo haría, y moriría con la intensidad de esos sueños clavada en su pecho. Sin embargo, después de esas simples palabras que escuchó salir de los labios de su madre, volvió a sentirse como un niño, pequeño e indefenso.

 

 

El miedo que sintió su cuerpo fue grande, prácticamente incontrolable. Se limpió las lágrimas, pero eran demasiadas caían una tras otra sin poder contenerlas.

 

 

De pronto, su puerta fue tocada bruscamente y Naruto sollozó fuerte, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, y, con mucho más temor, recordó que no le había puesto seguro, confirmándolo cuando la perilla se movió y la puerta se abrió en el mismo instante en el que la luz fallaba, dejando todo a oscuras.

 

 

—Por favor no… —susurró aterrado.

 

 

Y, por un minuto, Naruto estrujó su alma entre sus manos.

Notas finales:

 

Este cap es algo diferente a lo que he hecho por el simple hecho de tratar de abuso infantil, la verdad lo siento si incomode a alguien con esto, no era mi intención, pero es una triste realidad que sucede en todas partes del mundo.

 

Y es algo muy presente en mi país, por favor… si eres mama y lees esto, no ignores cuando tu hija/o trata de decirte algo.

 

No se tampoco si a las personas que dedique el cap, les gustara la dedicación al ser un capitulo no tan divertido, me vuelvo a disculpar por ello.

 

Vuelvo con la misma temática, el primer comentario se lleva una dedicación en el próximo.

 

Nos vemos


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