—¿Cómo vas, Sasuke? —perdió la concentración y rápidamente volteó a ver a quien le hablaba, encontrándose con el señor que lo había contratado para hacer una pintura, después de todo, a él cualquier trabajo le venía realmente bien, así que, sonrió un poco dejando su carboncillo de lado y bajando su boceto.
—Bien —mencionó—, creo que tengo lo que me pidió.
—¡Bien! Espero que lo logres —contestó en tono alegre, entonces, el hombre volteó a ver hacia atrás y levantó la voz—. ¡Entra!
Sasuke miró como por la puerta entraba una hermosa chica de rasgos exóticos, alta y con tan sólo una bata cubriendo su esbelto cuerpo, caminaba con elegancia, mostrando sus largas piernas sin reparo alguno. Segundos después de eso, escuchó al hombre dar un fuerte suspiro.
—¿Dónde quiere que me ponga? —dijo en perfecto inglés, entonces Sasuke asintió y señaló, haciendo que la chica se moviera al lugar indicado.
—Ahora puede retirarse —dijo Sasuke mirando al hombre tras él, este pareció molestarse por la petición, pero al fin y al cabo se fue, por su parte, Sasuke se acomodó de nueva cuenta, colocó la canva y preparó sus óleos y pinceles.
—¿Me quito la bata?
—Sí, y siéntate ahí.
La chica se quitó la bata mostrando su glorioso cuerpo desnudo, con sus pechos al aire y una diminuta ropa interior que no dejaba nada a la imaginación. Además, llevaba un pesado collar de rubíes colgado de su largo cuello.
—Abre las piernas y apoya tus manos en la silla en medio de tus piernas, tapando tu zona pélvica, y estírate.
La chica acató las órdenes y Sasuke la miró con detenimiento, realmente era hermosa. Sonrió y la chica pareció suspirar, luego agarró su lápiz y comenzó a dibujar la silueta rápidamente, y, mientras más se adentraba en su mundo de pintura, menos notaba la manera en la que la chica lo miraba, con deseo puro reluciendo en sus ojos.
—Por cierto, señor pintor, ¿cómo es que habla tan bien el inglés?
—Fui a Nueva York para exponer mis obras —dijo entre murmullos, haciendo las curvas más pronunciadas
—¿Y tienes nombre?
Sasuke se detuvo, conocía ese tono de voz, así que levantó la mirada del canva para posarla en ella, luego asintió con una sonrisa.
—Sasuke, ¿el tuyo?
—Rebeca —susurró sensual.
Sasuke sintió un fuerte escalofrío recorriendo todo su cuerpo, hacía tanto que no estaba con una mujer, hace tiempo que no jugaba con alguien de esa manera; la seducción, el sentirse…
Recordó los ojos claros de Naruto al verlo y entonces, todo el calor y la emoción se fueron a la mierda rápidamente. Era como subir unas gradas para luego caerse de ellas. Todo su cuerpo se tensó mientras apartaba la mirada y agarraba de nueva cuenta su lápiz, terminando rápidamente con la silueta para comenzar a pintarla, por su parte, Rebeca se dio cuenta de lo sucedido y suspiró.
—¿Acaso estás casado?
—¿Disculpa? —dijo Sasuke frunciendo el ceño, ¿casado? ¿Él? Quiso reírse a carcajadas, él nunca se casaría, no era ese tipo de hombre—. No, no lo soy.
En respuesta, Rebeca sacudió su cuerpo ligeramente y sonrió como felina, seductora y juguetona, como sólo una mujer segura de sí misma podía ser.
—Bien…
Después de un rato de silencio Sasuke al fin terminó, así que agarró sus óleos y comenzó a matizar las pinturas, mezclándolas con el aceite, y, cuando su pincel finalmente tocó la tela, se sintió bien, era un sentimiento indescriptible, ese era su hogar, era todo lo que siempre había deseado.
Sin embargo, toda su burbuja se rompió cuando escuchó gemir a la chica. De inmediato, levantó la mirada y la vio ahí, mordiéndose el labio.
—Hace mucho frío —dijo con voz insinuante—, ¿no lo notas en mi cuerpo?
Sasuke bajó la mirada directamente a sus pechos, notando sus pezones erectos, Dios mío… Hace no mucho tiempo hubiera reaccionado tan mal, se habría acercado a esa chica y la hubiera jodido contra la silla en la que estaba sentada, pero ahora era difícil.
Sentía como su cuerpo reaccionaba, pero era como tener una correa que lo retenía de ir hacia ella. Frunció el ceño, él no era así, ¿cuándo había comenzado a permitir que todo lo que pasaba con Naruto le afectara?
Darse cuenta de eso fue como caer en la dura realidad.
Naruto no era nada suyo…
No le debía nada a él, así que, ¿por qué demonios se contenía? Sasuke Uchiha nunca había sido de nadie, por el contrario, muchas habían sido de él, y no iba a dejar que tan sólo una persona, aún más, un hombre, cambiará eso.
Decidido, dejó sus cosas de lado y se levantó, Rebeca sonrió deshaciendo la pose y abrió las piernas, incitadora y seductora. Sasuke no retrocedió en ningún momento, aun cuando en lo único que pensaba al acercarse a esa chica, era en Naruto sonriéndole mientras cocinaba algo para ambos.
A Naruto diciéndole bienvenido…
A Naruto sonriéndole…
—Maldición —dijo en japonés, haciendo que Rebeca lo mirara con interrogación, sin embargo, lo único que hizo fue agarrarla del cuello, levantándola y estampando sus labios.
Y tan sólo por una vez, Naruto no fue el malo de la historia.
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Naruto entró al bar y rápidamente fue en busca de su pelirrojo amigo. Al verlo, Gin brincó de su asiento y fue hacia a él para pegarle, entonces Naruto se sobó la zona lastimada.
—¿Por qué coños me pegaste?
—¡Es tu culpa!
—¿Mi culpa? —dijo confundido.
—Gaara-san ha estado de muy mal humor desde que salió contigo.
Naruto no pudo evitar reírse, ya sabía por dónde iba la cosa, lamentablemente a Gin no pareció darle tanta risa, ya que le soltó otro golpe, haciéndolo chillar. Ese chiquillo era pequeño, pero pegaba como todo un boxeador.
—¡¡No es graciosos!! ¡Hizo que cargara tres cajas de licor muy pesadas!
—Pero debes verle el lado bueno, así haces músculos.
Dijo con una sonrisa aún más grande, haciendo que Gin suspirara negando, entonces el chico se le acercó intimidante y el rubio tuvo que retroceder por puro instinto.
—Me duele todo el cuerpo —se quejó—, pero si decides hacerme un masaje estaremos en paz.
—Pequeño Gin —negó divertido—, ya sabes cómo acaban los masajes, ¿o no?
Gin tardó en entender a lo que Naruto se refería, y, cuando al fin cayó en cuenta, su cara se puso del mismo color que su cabello, para luego comenzar a retroceder tartamudeando. Hasta ahí llegaba su valentía.
Naruto se carcajeó divertido y le palmeó la cabeza, pasando de largo para buscar a Gaara. Subió las escaleras y abrió la puerta encontrándose con que Gaara estaba frente al espejo maquillándose como una estrella, lo único que arruinaba la perfecta escena era su ceño fruncido.
—¿Y qué tal? —preguntó y Gaara lo fulminó con la mirada.
—¡Él trató de violarme! —dijo escandalizado—. El simple hecho de que me maquille no me hace la mujer, ¡maldición!
—Eso suena mal —dijo Naruto guardando una sonrisa.
—Él no me quiso dar su culo, cariño, y eso está ¡mal!
—Pero no fue tan malo —razonó Naruto.
—Oh, sí lo fue —volteó para verlo cara a cara—. El desgraciado se corrió en mi rostro.
—¿Qué? —se quedó sin palabras.
—Me marcó como un perro, y lo peor… me dijo que era heterosexual y que nunca más lo volvería a hacer. ¡Ja! —dijo sarcástico—. ¡Me las pagará!
Apretó los puños y comenzó a caminar directo a su guardarropa para sacar su mejor conjunto, Por su parte, Naruto lo miró con los ojos muy abiertos, nunca esperó que Sai y Gaara se enrollaran tan rápido, ¡en la misma noche! Y había resultado mal…
—¿Q-qué harás? —preguntó inseguro, teniendo miedo de la respuesta.
—Me joderé a ese tipo vestido de mujer si es necesario, para que se le baje lo muy gallito. Eso haré, cariño.
Un fuerte escalofrío le recorrió la nuca, menos mal que había conocido a Gaara siendo gay, porque ahora le daba miedo la faceta que estaba viendo, no podía evitar preguntarse si acaso le habría hecho lo mismos a él sólo para convertirlo en homosexual.
Sintió mucha lastima por Sai, quizás un día amanecería amarrado a la cama sin saber qué le pasó.
Gaara salió vestido sensualmente y con unos botines con tacón que le daban un poco más de altura, su figura se veía estilizada y estaba hermoso.
—¡Espera! ¿No abrirás?
—No —dijo serio y después sonrió feroz—. Me encargaré de mi asunto, nos vemos.
Gaara salió del cuarto y Naruto se quedó paralizado, ¿acaso tenía que llamar a Sai para avisarle? ¿Prevenirlo de que un furioso pelirrojo iba a cazar su trasero? Se dijo a sí mismo que no lo haría, quizás, tan solo quizás, se enamorarían.
Así, después de verlo salir, se tiró a la cama y negó suavemente, entonces, la puerta fue abierta de un sólo golpe y tras ella apareció un agitado Gin.
—¿Qué está pasando?
—Tienes la noche libre, supongo —dijo y Gin se asombró.
Naruto agarró sus cosas y salió de ahí, Gin se había quedado congelado arriba con una carita de total preocupación, después de todo, él conocía a Gaara tan bien como Naruto.
—Estará bien —gritó desde abajo—. ¡¡Nos vemos!!
Cuando salió del bar, miró a las parejitas ir de aquí para allá sin detenerse, el ambiente en la zona era tal como lo recordaba, se ajustó mejor la chaqueta y notó todas las miradas que recibió, las ignoró, pero cuando estaba por irse —antes de que alguien se acercara para tratar de comenzar algo—, vio algo que llamó su atención.
Era Sasuke y no estaba solo, había una chica alta que venía tras él con un pequeño vestido rojo y hermosas joyas, sintió una molestia en su pecho, Sasuke ocultaba su cabello bajo su gorro y fumaba un cigarrillo mientras caminaba sin ver a la chica que lo perseguía, entonces, esta le agarró el brazo y Sasuke volteó a verla diciéndole algo.
La chica parecía furiosa y Naruto sabía que tenía que intervenir, así que cruzó la calle y se acercó, entonces Sasuke volteó en su dirección y al verlo casi pareció sorprendido, pero rápidamente caminó hacia él, abrazándolo con fuerza y suspirando contra su cuello.
El rubio lo recibió acariciando su nuca, pero pudo ver como la chica tras ellos los miraba, estaba rabiosa y fruncía su ceño, arruinando su bonita cara.
—¿Quién es ella?
—Nadie. Ahora, nos vamos.
— Sasuke.
—¡Vámonos!
Se separó y lo agarró del brazo, comenzando a jalarlo de ahí, Naruto quiso voltear ver hacia atrás de nueva cuenta, pero Sasuke lo atrajo hacia él y lo besó con fuerza.
—De verdad, no es nadie. Vámonos.
Naruto cedió sin notar cómo la chica rechinaba los dientes y apretaba sus puños con furia.
Ella era una modelo que siempre recibía lo que quería, y no permitiría que ningún asiático se atreviera a decirle que no, ella se aseguraría de eso.
Y si tenía que romper alguna relación para lograrlo, lo haría.