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Tu destino está atado al mío por yue-sama

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Miró a través del gran ventanal frente a él, era realmente lindo poder sentirse en paz viendo el largo océano, las olas rompían contra las rocas y el sonido de las gaviotas eran relajante.

Nunca pensó en poder vivir en el mar… hubiera sido una gran experiencia, muy diferente a la vida brutal de Nueva York.

Italia no estaba tan mal… realmente no, era muy hermoso y para la edad que se manejaba era realmente un recuerdo muy memorable. Sonrió soñador, queriendo compartir sus recuerdos con la persona que más amo.

–Discúlpame por la tardanza–jadeó la mujer frente a él llevando unos vasos llenos de limonada– Soy muy torpe.

El volteó a verla con una gran sonrisa y negó quitándole importancia, caminó lentamente hacia ella tomando asiento con la ayuda de ella, los años no lo habían perdonado, ahora estaba arrugado y los huesos dolían con mucha frecuencia.

Su pelo rubio ahora era casi blanco, había sido un largo camino el cual había recorrido.

Hecho un vistazo alrededor notando todos los cuadros que se acumulaban por algunos lugares, unos estaban terminado y enmarcados, otros y apenas tenían pintura en ellas.

–Kenji no los termina cuando pierde el enfoque–dijo apenada– De verdad lo siento señor Naruto…

–Tranquila Emilia–sonrió– ¿Hemos aprovechado muy bien nuestro tiempo o no?

Ella sonrió asintiendo, había estado contándole la historia de su vida y ella había suspirado casi con ensoñación, era la pareja de Kenji, una hermosa italiana, escritora de historias de amor, ella había pedido su historia, y aunque Naruto al principio no quiso, después supo que no había problema en revelar cuanto amor sintió por Sasuke.

–¿Pudo salir adelante?

–Después de mis traumas y mis bajas, realmente Sasuke no se alejó de mí, no volví a Japón… pero eso no nos afectó, porque cuando él estaba entre mis brazos realmente el tiempo se paraba, fuimos juntos a un psicólogo, ayudó en mis tratamientos, lloró junto a mí y sonrió también, aprendimos muchas cosas del uno del otro…–calló un momento recordando.

–¿Puedo saber algunas?

–Realmente amaba llegar por detrás mío, y tocarme, para luego besarme, siempre lo hacía–sonrió nostálgico.

–¿Fue dura su muerte?

–Lo fue… pero yo estaba lo suficientemente avanzando en edad como en espíritu para que no me afectara por completo, soy viejo, ahora la memoria me falla, quisiera no tener miedo, pero a veces pienso que lo olvidaré y soltaré su recuerdo.

 –¿Cuantos años tiene ahora señor Naruto?

–70 años… perdí a Sasuke cuando él tenía 60 años…

–Ha sido un largo periodo sin él… Kenji todavía lo siente mucho.

–¡¡Papá!!–gritó Kenji al entrar a su sala y ver a Naruto ahí– ¡¡Dios mío!! ¿Por qué no me llamaste?

–Era mejor darte una sorpresa– sonrió.

Kenji corrió hacia él, de aquel niño que recordaba no había nada, era un hombre adulto, realmente muy parecido a su padre.

–¿De qué hablaban eh?

–Del éxito de tu papá y como me convertí en modelo.

–Cómo olvidar cuando te hiciste famoso con esas fotos, después de eso las llamadas no pararon y papa estaba realmente celoso–se burló Kenji– Fueron buenos tiempos.

–Lo fueron –aceptó.

Kenji se sentó a su lado acurrucándose contra él, Naruto estaba feliz, había vivido lo suficiente como para ver crecer a Kenji, verlo casarse y formar una familia, ser feliz con su destinada, Kenji había seguido los pasos de Sasuke y terminó estableciéndose en Italia, realmente el nombre Uchiha resonaba con fuerza en todo el mundo.

–Si me disculpan tengo que irme–Emilia dijo– Nos veremos más tarde.

Ella se levantó y sonrió despidiéndose de beso, y luego se despidió de Kenji, cuando ella salió por completo de la sala, hubo silencio.

–Tengo algo que decirte…–rompió el silencio Naruto

–¿Decirme?

–Un secreto que no pude decirle a tu padre…

–¿Que lo amabas mucho?

–Eso lo sabía–rio feliz– Es un poco más serio…

–Adelante– se sentó bien viendo a Naruto.

–¿Sabes acerca del hilo rojo?

–¿La leyenda? –Naruto asintió– Si la he escuchado.

–Es verdad–murmuró– Puedo verlo.

–¿Cómo?

–Puedo ver el hilo rojo del destino conectarse en personas.

Kenji se quedó viéndole por un largo rato y entonces Naruto comenzó su larga historia, contándole de Kiba hasta Sasuke sin perder ningún detalle entonces Kenji le vio fijo completamente serio.

–¿Quieres decir que mi papá era tu destinado?

–Sí, lo fue…

–Increíble… ¿por qué nunca se lo dijiste?

–Adoraba ver el hilo brillar con fuerza cada vez que estábamos juntos, era algo que quería compartir con tu padre, pero sabía que nunca iba a pasar, guardé el secreto… ya no sé porque…

–Emilia ¿es mi destinada? –murmuró.

–Lo es… por eso te la presenté.

–Eso es trampa–dijo Kenji sonriendo para luego abrazarlo –Gracias de verdad gracias.

–No es nada, uní a varias parejas en la vida ya olvidé cuantas.

Entonces Kenji reaccionó, recordado algo realmente importante.

–¡Papá! Tengo que enseñarte esto.

Lo ayudó a levantarse, y lo llevó directo a un cuarto de la gran casa, había un cuadro tapado que Kenji fue a destapar rápidamente, a Naruto se le llenaron los ojos de lágrimas, ‘’los ojos ‘’ estaban ahí, era la pintura original que Sasuke había hecho.

La que se hacía perdida hace mucho tiempo.

Se acercó acariciándola, y recordó todo, un dolor en el pecho se expandió rápidamente.

Recordó el amor y el dolor que sintieron, el lazo que los unía, el corazón del otro, las lágrimas y sonrisas, las noches oscuras y los días claros, recordó cuando Sasuke había muerto de un ataque al corazón, los minutos más angustiosos y tristes de su vida.

Sasuke fue todo lo que prometió y más, sus manos temblaron tocando la pieza, casi pudo sentir la suave caricia en su mejilla cuando Sasuke le limpiaba las lágrimas.

–Creo que ya va siendo hora que el mundo conozca al muso de mi padre…

–No lo sé...–murmuró hipando.

–Él quería plasmarte para siempre, en los registros estará escrito que el modelo Naruto Uzumaki en secreto Uchiha—recalcó y Naruto tocó su anillo de casado– Era el modelo que inspiró tantas obras famosas de mi padre… aun que pase el tiempo siempre sabrán que fuiste tú…

Naruto asintió, amaba cada cosa que pasó, porque sabía que, aunque algunas fueron su perdición, sin ellas nunca hubiera logrado todo lo que logró en la vida.

No sería la persona que era hoy, Kenji lo tomó de la mano sacándole de ahí, para llevarlo a la cocina donde lo sentó.

–Kenji…–murmuró.

–¿Si?

–Estoy perdiendo la vista…–y Kenji le miró inquieto– Por eso te agradezco que antes de perderla me hubieras enseñado esa obra…

–Dios–murmuró– ¿Porque no pueden ser eternos?

Kenji se acercó a abrazarlo con fuerza y Naruto lo palmeó con tranquilidad dándole confort.

–Es el ciclo de la vida… creo poder resistir unos cuantos años más.

–Tus nietos te extrañaran…–sonrió grande.

–Aprenderán…– Kenji se volteó y siguió en la cocina. – Ahora te dejo un dato curioso para ellos…

–No querrán escuchar a un viejo como yo

–Diles que el abuelo Naruto les dejó un dato curioso.

–Está bien–le dio la razón.

–Diles que son descendientes de un clan samurái–Kenji le vio sorprendido– Si alguna vez quieren conocer las tumbas de sus antepasados que revisen la pintura de su abuelo Sasuke, hay un gran cerezo en él…

–De verdad? Y–yo…

 –La vida te sorprenderá mucho…

Kenji pidió saber más y Naruto le dijo todo lo que sabía, y en un momento en donde Kenji explotó de felicidad Naruto lo vio cocinar y reír feliz.

Había logrado mucho, toda una vida completa… sonrió nostálgico viendo su dedo pequeño. Había un lazo gris. A medias, un lazo que no conectaba a nada, aun extrañaba verlo rojo, tensarse cuando Sasuke y él se alejaban un poco.

Vio hacia el paisaje y se dijo a si mismo que ya no faltaba mucho para reunirse con él, realmente se amaron todo lo que pudieron hasta su vejez.

Fueron luz juntos y sonrisas, no se arrepentía de nada….

Un hilo rojo del destino invisible, conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancia. El hilo se puede estirar o contraer, pero no romper.

Por eso sabía que algún día su lazo iba a brillar en rojo nuevamente…

Notas finales:

Gracias por todo.


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