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*UNA VIDA COLOR DE ROSA* por Akatsuki-san

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Sólo dos horas Doflamingo, solo me fui dos horas en las cuales te pedí que cuidarás de nuestro hijo. —

Crocodile se encontraba furioso mientras miraba a los tres hombres que había frente a él y a los bomberos apagando lo que eran restos de su casa que aún se incendiaba.

El bebé de tan solo tres meses trataba de alcanzar los mechones de cabello negro que caían por el rostro de su madre.

— Bueno, en mi defensa fue mi hermano quién inició el incendio. —

— Me importa un comino quien inició que, además Rocinante es capaz de incendiarse sin la necesidad de cerillos o un combustible. —

Ok, ahora corazón estaba realmente ofendido.

El pelinegro se masajeaba el puente te de la nariz mientras trataba de relajarse y no cometer homicidio dejando huérfano de padre a su hijo. Un muy idiota y tarado padre.

— Como sucedió. —

— Bueno... Verás... —

Doflamingo se despertó de muy buen humor esa mañana, hoy no tenía que ir a trabajar lo que significaba que pasaría todo el día con sus dos pelinegros favoritos.

Vio el lado de su esposo vacío y sonrió al saber dónde estaría a esta hora.

Tomó su abrigo de plumas que colocó sobre sus hombros desnudos y camino hacia el cuarto que sería de su hijo.

Ahí están su Crocodile en la mecedora mientras alimentaba a su bebé y sé balanceaba calmadamente. 

Pagaría cualquier cantidad de dinero para que se le permitiera seguir viendo esta increíble vista todos los días de su vida de su vida.

Vio a su hijo succionar con fuerza del pecho de su esposo y aferrarse con sus pequeñas manos a la piel desnuda. El bebé hacia pequeños ruidos al momento de chupar y la leche comenzaba a escurrir de su boquita.

Law dejo de comer y Crocodile se lo acomodo sobre su hombro para sacar el aire.

Con leves palmadas hizo a su hijo eructar lo cual provocó que sacará un poco de la leche.

Ahí fue donde Doflamingo interrumpió y le acerco una toalla para limpiar la leche de la ropa de su esposo y la del pecho.

Sinceramente creía que era un desperdicio no poder lamer el mismo la que escurría en su pecho, pero Crocodile no lo dejaba hacer eso cuando acababa de amamantar a su hijo. Lástima.

Law se quedó quieto hasta que su padre trato de limpiarle los restos de leche que tenía en su boca, lo cual lo molestó y comenzó a llorar.

Crocodile meció al bebé para que se relajara de nuevo y volvió a colocarlo en su pecho lo cual pareció funcionar por qué nuevamente se prendió del pezón rosado y comenzó a succionar nuevamente.

— Te dije que no hagas eso, a Law no le gusta. —

— No lo entiendo, si yo estoy sucio me envías a bañarme. —

— Pero usted señor, no es un lindo bebé, así que no pidas más. —

Doffy se acercó a su hijo y paso la mano grande y algo callosa por la pequeña cabecita de su hijo. Le gustaba acariciar el cabello de Law y Crocodile... Ambos eran tan suaves y sedosos.

— Eres un pequeño mocoso mimado Law. —

Crocodile sonrió ante las palabras de su esposo, puede que Law lo fuera.

Tal como si su hijo comprendiera que hablaban de él, abrió los ojos y miro a su padre.

Con una de sus manos sujetó fuertemente el menique mientras seguía comiendo.

Doflamingo casi se derrite de la ternura.

Y exclamó ser el hombre más afortunado del planeta.

El resto del día paso agradable y sin imprevistos, Crocodile se ocuparía de Law mientras su rubio y algo torpe esposo miraba las escenas con deleite.

Al menos hasta la tarde cuando vio salir a su esposo en su auto y dejarle claras instrucciones de cuidar de Law que están dormido en su Moisés en la sala; mientras él iba a la ciudad por algunas cosas.

Bien, él podía manejar a su hijo por dos horas, Crocodile era puntual siempre... Así que si dijo que en dos horas llegaba él podría hacerlo. 
Normalmente Law dormía siestas de hasta dos a tres horas seguidas.

Esto era un momento de mierda.

No habían pasado ni 15 minutos desde que Crocodile se había ido y ahora tenía a un Law lloroso y rojo de la cara por no tener a su madre cerca.

Sé estaba volviendo loco con los berridos de su hijo. No sabía qué hacer para que se calmara... Tomó su celular y marco a los hombres que creía capaz de ayudar. No llamaría a Crocodile para decirle que no podía cuidar de su propio hijo, era como admitir su negligencia como padre.

Así fue como su hermano Roci y su amigo y camarada Vergo aparecieron en su casa.

Cada uno hizo su mejor esfuerzo para calmar al pequeño que se retorcía y tenía los ojos muy hinchados de tanto llorar.

Si no calmaban Law pronto, Doflamingo sufriría un ataque de ira.

Así fue como entre los tres optaron por buscar el abrigo de su madre y ponérselo a Doflamingo.

Y funcionó, el olor de Crocodile estaba tan impregnado en la piel del abrigo que tranquilizó de manera inmediata al bebé.

Los hombres hicieron expresiones de victoria, hasta que Law comenzó a removerse y babear el pecho de su padre. Sus manitas comenzaron a apretar la tela de su camisa en clara búsqueda de su alimento.

El color se les fue del rostro.

Caminaron hacia la cocina y buscaron cualquier cosa que pudiese servir como comida para bebé.

Así fue como vieron fruta en la parte baja del frigorífico y decidieron hacer una nutritiva papilla para el pequeño Law.

El primero fue Vergo pero nadie comprendió como fue que algo que tenía que ser de consistencia espesa termino como piedra.

Luego le siguió Doflamingo pero esta vez se pasó de sal y de ajo... Por qué toda la comida lleva sal y ajo ¿verdad?, incluso si es una papilla de frutas.

El último fue corazón, primero fue la papilla que se quemó, luego fue su abrigo y de ahí le siguieron las alacenas de madera tallada y las cortinas, etc.

El apartamento se llenó de humo en cuestión de segundos y las flamas bailaron. Las alarmas contra incendio sonaron y afuera del apartamento hubo bastante ruido. Los tres estaban afuera de un edifico evacuado viendo como su pequeño accidente provoco que evacuaran a todos los residentes.

A final de cuentas Doflamingo tuvo que llamar a su esposo. Quien al oír a Law llorar dejó lo que estaba haciendo para volver, lo primero que noto fue la gran cantidad de personas que estaban fuera del edificio donde residían, a unos bomberos asegurando que el edificio era seguro y a tres idiotas que reconoció enseguida.  Lo primero que hizo claramente fue arrebatar a su hijo de sus manos.

 

— Sabes Doflamingo, había mamilas con leche en la puerta derecha del frigorífico. Lo único que tenías que hacer era sumergirlas en agua caliente y checar la temperatura. —

Uno de los bomberos se acercó a Crocodile.

— Disculpe señor, tiene que firmar aquí y aquí como responsable del incendio. La aseguradora se hará cargo de los costos por daño. De nuestra parte ya hemos controlado la situación. No deben entrar en un lapso de 24 horas por lo menos, puede que el olor a humo persista, pero se esfumara poco a poco. —

Crocodile tomo el bolígrafo y firmo los papeles... Se acomodó a Law y miro su casa...

Luego miro a los tres hombres que estaban frente a él.

Volvió a mirar a su hijo que tomaba leche nuevamente.

— Law... Qué crees que deberíamos hacer con papá y tus tíos. —

El bebé soltó el pezón y dejó escapar un balbuceo y un poco de baba con leche.

Crocodile paso su dedo anular por la mejilla de su hijo y luego camino a dirección de Rocinante.

Doflamingo pensó que lo golpearía y una parte de él respiro aliviado cuando creyó que se abría librado de culpa.

Luego sus ojos se abrieron de golpe al igual que si quijada.

Crocodile tomo a corazón por la mejilla y luego le dio un suave beso en la mejilla izquierda junto a una de sus muy características sonrisas rompecorazones.

— Gracias Roci, estab pensando que era hora de conseguir una casa propia, odio este edificio y la vida agitada de la ciudad… prefiero mi privacidad. —

Se dio la vuelta y dejó ahí a tres hombres atónitos, mientras el volvía a su muy preciado auto.

— Dile adiós a casa Law. —

El bebé se movió alegre ante las palabras de su madre mientras chupaba su mano.

Era hora de buscar una nueva casa a prueba de idiotas por lo visto.

Mientras tanto un corazón estaba pálido hasta los huesos y con la mano en la mejilla que fue besada.

No era el único que seguí en shock.

Tal vez incendiar la casa no estuvo tan mal después de todo

 


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