Ambos se encontraban paseando por el bosque lejos de la aldea, Bakugo iba más silencioso de lo habitual lo que llamo la atención de Kirishima y sabía en parte el motivo. Él era el príncipe sucesor al trono y como tal, debía cumplir ciertas expectativas, lo que tenía preocupado a Katsuki. La persona que él amaba, para empezar no era una mujer, sino un hombre o más bien... un dragón, su fiel acompañante y solo eso, ya era un gran problema.
Ellos tenían un pacto en el que el dragón le ofrecía su vida para ser su familiar*, si Bakugo moría, Kirishima también moriría. Por aquel pacto que habían hecho, además, él podía sentir su dolor, su angustia... todo el amor que le tenía y eso le hacia una carga extra, pero no quería mostrarse desesperado, no quería agobiar más a Bakugo.
De pronto Bakugo se detiene y Kirishima choca con su espalda al no poder reaccionar a tiempo.
-lo siento...-susurro despacio el dragón para no hacerlo enfadar.
-Ya casi no hay tiempo, Eijirou-volteó Bakugo con un semblante doloroso-dentro de poco seré quien esté al mando y nosotros no...-no pudo terminar la frase por el gran nudo que se le formaba en la garganta, pero su familiar sabía a lo que se refería.
-Estaré siempre contigo... aun que te cases con una hermosa mujer y tengan hijos, aunque dejes de amarme, te seguiré a todos lados Katsuki-dijo tranquilamente el dragón, lo abraza en un intento de consuelo, de consolarse a sí mismo, escapando un segundo de la triste realidad, no podían estar juntos.
Para distraerlo un momento, Kirishima se transforma en dragón y le invita a subir a su lomo, para dar un paseo por el cielo, entre las nubes, lejos del suelo y de las preocupaciones que ahí había, luego no tendrían tanto tiempo para estar a solas, para ser ellos mismos. De un momento a otro Bakugo se levanta del lomo de Kirishima y se lanza al vacío sin vacilar, intentaba escapar de la peor manera posible, sabiendo que ambos morirían.
El dragón apresuro su vuelo todo lo que pudo para poder alcanzar al príncipe, lográndolo a pocos metros del suelo y sin poder mantener un vuelo seguro debido a su gran tamaño, se estrelló contra unos árboles, derribándolos. Bakugo se encontraba a salvo entre sus patas, pero él estaba algo lastimado.
- ¡maldición Kirishima! ¡¿Por qué me salvaste?! Morir contigo es mucho mejor que vivir siendo un rey miserable...
-Hay otras opciones, Katsuki...-hablo con dificultad el dragón debido al dolor-pero esto... no es propio de ti.
Bakugo cargo a Kirishima sobre su espalda para volver a la aldea, para hacerse cargo de las heridas que tenía por su irresponsabilidad, se sentía muy estúpido en ese momento, casi los mató a ambos por su cobardía, el dragón tenía razón, escapar no era propio de él.
Al llegar a la tribu todos miraban expectantes la escena, el príncipe cargaba a su sirviente que se encontraba inconsciente, era algo que sin dudas llamaba la atención en especial por la actitud del chico rubio. Sin importarle nada, camiwno hasta su cueva, donde lo depositó en un montón de hermosas pieles donde el acostumbraba a dormir y entre sus cosas buscó algo para limpiar sus heridas, no quería llamar a nadie, no quería que nadie se enterara de lo que ocurrió, de lo que, por su culpa, le había pasado a Kirishima. Con un pequeño trozo de tela y agua, limpió cuidadosamente cada rasguño, era lo menos que podía hacer, para luego cubrirlo con su capa, se quedó a su lado observándole, pensado que no podía vivir sin él y soltó un par de lágrimas, esas que no se permitía derramar cuando su amado estaba despierto, estaba frustrado. Apoyó su frente en el pecho del Dragón intentando calmarse, escuchaba los tranquilos latidos de su corazón y aquello fue suficiente para que cayera rendido.