Bakugo da un par de vueltas en las pieles antes de despertar, al no sentir la presencia del dragón se sienta de golpe, voltea rápidamente a todos lados buscándole, pero no se encontraba dentro de la cueva, intenta hacer contacto con el mediante sus sentidos, pero la conexión que ellos tenían estaba bloqueada, Kirishima lo estaba rechazando. Intentó e intentó incansable, hasta que su cabeza dolía, pero no obtenía resultados positivos, se dejó caer rendido, Kirishima lo había dejado sin decir palabra, ahora estaba solo.
Dos semanas habían pasado desde la desaparición del dragón, en las que lo había buscado en cada bosque y cada montaña pero no había rastros de él, tampoco respondía a su lazo, Bakugo se sentía destrozado por la pérdida de su gran amor. Pero ahora tenía asuntos más importantes, era el día de su boda, con una princesa que él no conocía, de una tierra lejana de la que había escuchado alguna vez pero no recordaba del todo, intentaba mantener la calma ante todo, pero le era casi imposible. Se encontraba solo en una gran carpa, a pocos minutos de casarse, mantenía su cabeza gacha y los codos apoyados en sus piernas, observaba sus manos fijamente hasta que escucho a alguien entrar.
-En un momento voy...-soltó apenas.
-Katsuki-Bakugo levanta la cabeza rápidamente, notando que la persona que estaba frente a él era Kirishima.
-Maldito bastardo...-se levanta para abrazarlo sin pensar en nada más-llegas demasiado tarde, tú...
-Tranquilo, tengo un plan... Estaremos juntos, lo prometo-kirishima abraza fuerte a Bakugo antes de salir de la carpa, este respira hondo y suelta una pequeña sonrisa, no le quedaba más que confiar en el dragón.
Bakugo se encontraba de pie en el altar cerca de una gran cascada, los nervios no hacían más que aumentar ¿Dónde se encontraba Kirishima? Solo escuchaba a su padre hablar y hablar, mientras frente a él estaba la joven princesa que llevaba su rostro cubierto según tradición.
De pronto siente un gran estruendo cerca del lugar, luego unos rugidos de ¿dragón? Alza su mirada al cielo y ve a un par de dragones, uno rojo y uno negro, el rojo sabía quién era, pero ¿y el negro? Ambos volaban de un lado a otro, en una pelea incansable, toda la gente reunida ahí se dispersó y unos pocos quedaron, los guardianes reales que llevaban armas y estaban listos para batallar, Bakugo sin importar la ocasión llevaba su filosa espada.
- ¡el dragón negro es el enemigo! -grito el príncipe advirtiendo al resto, no quería que Kirishima saliese lastimado.
De pronto siente que la tierra se mueve bajo sus pies, Bakugo se pone alerta, sabe que los dragones se acercan hasta su posición y está listo para pelear. Ve al dragón negro aparecer primero y va directo hacia él, no permitiría que nadie le hiciera daño a su amado, así que avanzó hacia él a gran velocidad con una clara intención, asesinarlo. El dragón sin detener su carrera lo embistió con fuerza, arrastrándolos a ambos hasta caer por la gran cascada, al caer dentro del agua, se encontró con Kirishima, aparentemente le estaba esperando, ambos se acercan a la orilla con cautela, tratando de no ser vistos. Escondidos tras unos arbustos observaban en silencio al dragón negro salir del agua, con un cuerpo entre sus fauces, se veía igual a Bakugo.
-Pero que...-el príncipe miro al dragón sorprendido, no entendía lo que sucedía.
-Dije que tenía un plan ¿no?, aquel dragon es un antiguo amigo mío y ese cuerpo- señalo al dragon a lo lejos-es solo barro y magia, hacer aquel muñeco le tomo más tiempo de lo esperado a la bruja, no planeaba desaparecer tanto tiempo.
-entonces eso significa que yo...
-Eres libre Katsuki-el príncipe sonrió, aquella sonrisa le había parecido la más brillante y sincera que Kirishima haya visto alguna vez en su rostro.