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Coma profundo por Fullbuster

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¡Muérete, muérete! Es lo único que puedo pensar. Sólo quiero que esta pesadilla acabe, quiero sumergirme en el más hondo de los silencios, en la oscuridad más profunda, quiero dejar de ver una vida que jamás viviré, pero los médicos siguen aquí intentando reanimar mi cuerpo.


Estoy enfadado, demasiado enfadado, tanto como para intentar agarrar los cables que mantienen mi vida sujeta a esas máquinas y querer arrancarlos, pero mis manos no pueden sostenerlos. Lo intento una y otra vez, pero mis manos traspasan los cables y finalmente, arrastro los brazos sobre la mesilla del lateral, queriendo tirar todo al suelo lleno de rabia, pero nada ocurre. ¡Sólo quiero destrozar todo lo que está a mi lado! Y se nota por la forma en que mi corazón se descontrola. Ya se ha detenido un par de veces y lo han reanimado, pero vuelve a acelerar hasta detenerse nuevamente y es porque yo estoy en este estado, lo sé y no quiero parar, quiero gritarles que lo dejen pararse de una maldita vez. ¿Por qué no pueden dejarme ir?


- ¡MUÉRETE, MALDITA SEA! – grito frente a mi rostro – MUÉRETE DE UNA MALDITA VEZ.


¡Lágrimas! Siento que corren por mis mejillas y me sorprendo. Ni siquiera sabía que como fantasma podría llorar. Conduzco mi mano hasta una de mis mejillas para sentir esa humedad propia de ellas. ¡Sí estoy llorando! Y no lo entiendo. ¿Es porque no quiero morir? ¿Es porque tengo miedo a irme? O… ¿Es por Naruto y lo que he visto? ¡No lo sé!


¡Me falta aire! Apenas puedo respirar y empiezo a marearme. Los médicos siguen bombeando oxígeno en aquella mascarilla de mi nariz, siguen tratando de ralentizar mi corazón para evitar otra parada, pero no se llevan el desfibrilador de la sala por si acaso lo necesitasen, lo que me indica que no están dispuestos a dejar que muera.


Mis pies empiezan a retirarse de la camilla, las lágrimas brotan con mayor intensidad de mis ojos y finalmente, acabo en el rincón más alejado de la sala, sentándome en el suelo y acurrucándome lo más posible. Hundo mi rostro entre mis rodillas y pienso que quiero hacerme lo más pequeño posible, quiero desaparecer…


- ¡SOLTADME! ¡SASUKE! – oigo el grito de una voz conocida y me sobresalto, pero no elevo mi rostro, no quiero verle… no puedo en este estado - ¡SASUKE!


Un nuevo grito. Mi nombre en sus labios suena tan bien, me gusta cuando lo pronuncia, me gusta su tono de voz y adoro su forma de pelear por lo que quiere, pero ese sentimiento sólo provoca que llore con mayor intensidad y quiera ocultarme de él. ¡No quiero que me vea así!


- ¡SASUKE! – grita de nuevo, golpeando el cristal que da a la sala y obligándome a elevar la mirada hacia él.


Está enfadado y enervado, pero también siento su preocupación. Si por él fuera… sería capaz de romper el mismo cristal para llegar hasta mí, pero los médicos intentan a la desesperada agarrar sus brazos y cintura para alejarle del cristal por el escándalo que está montando.


- ¡NO PUEDES DEJARME! ¿ME OYES? NO PUEDES DEJARME. ¡MALDITA SEA! ¡NO TE RINDAS! – grita a la desesperada.


No mira mi cuerpo en la camilla, no está pendiente de él sino de mí, de esta figura fantasmal que se encuentra como un chiquillo asustado en el rincón más alejado. Mi corazón late con fuerza, porque deseo verle, él es mi esperanza, él es quien da luz a mis tinieblas. Deseaba tanto que viniera aunque creí que no lo haría. Estoy confuso, demasiado. Jamás me he enamorado y no sé si esto es amor o es sólo que no quiero estar solo. Todo es demasiado raro y no sé cómo sentirme. ¿Feliz o triste?


- Salga de aquí ahora mismo – escucho a un médico que trata de alejarle del cristal, pero Naruto sigue luchando contra todos ellos, acercándose una vez más al cristal y mirándome fijamente.


- Sasuke, por favor… - suplica esta vez algo más calmado – por favor… - repite con dolor en su voz, una voz que empieza a temblar – no me hagas esto, vuelve conmigo.


Por un instante, los médicos están igual que yo, confusos. Ese rubio ha dejado de forcejear y golpear el cristal, se ha quedado inmóvil, con las manos contra el vidrio y los párpados cerrados y entonces… veo la primera lágrima resbalar de sus ojos.


- Vuel…ve, por favor – le tiembla la voz y los médicos le dan cierto espacio al ver que se calma.


- Se estabiliza – escucho finalmente el grito de una de las enfermeras de la sala, lo que provoca que Naruto abra los ojos al otro lado – se está estabilizando.


- Menos mal – suena otro enfermero a su lado, exhausto por los últimos minutos en los que me debatía entre la vida y la muerte.


Todavía puedo observar que inyectan algo en el suero, seguramente alguna medicación pero extrañamente… aunque no tengo sueño y no puedo dormir como fantasma, mis ojos se cierran y mi conciencia empieza a desaparecer. Todo a mí alrededor se vuelve oscuridad y lo último que escucho es que abren la puerta y dejan entrar a Naruto, pero mis ojos ya no pueden verle. Ni siquiera sé si corre hacia la camilla donde está mi cuerpo real o hacia mí. Supongo que lo lógico es ir a la camilla si no quiere que todos le traten de loco.


***


Abro los ojos con rapidez. ¡No sé cuánto tiempo ha pasado! Y por mucho que miro el reloj, no puedo hacerme una idea. ¡Es de día! Por la cantidad de luz que entra por la ventana al exterior, debe ser mediodía.


El ruido de unas pisadas consigue que mire a la enfermera que entra a inyectar algo en el suero. Me cuesta un poco ubicarme, pero cuando empiezo a moverme, me doy cuenta de que sigo en el mismo sitio de la última vez, en el rincón de la habitación y mi cuerpo… en esa camilla, estable pero dormido. ¡Sigo en coma!


Otra enfermera hace su aparición y abre uno de los armarios para sacar una manta fina y ponerla por encima de alguien, alguien a quien no veo. Parece estar al otro lado de la camilla, sentado en alguna silla o sillón.


A medida que me levanto, una cabellera rubia aparece. Su cabeza reposa sobre la camilla y su mano no suelta la mía. ¿Cuánto tiempo llevará ahí? Debe ser bastante si las enfermeras le ofrecen una manta. Parece hacer algo de fresco en la habitación pese a que el sol entra por el cristal. Quizá habían abierto para ventilar y ahora esperan a que la sala se caliente de nuevo.


- Está agotado – susurra una enfermera con una sonrisa en su rostro al ver al rubio.


- Sí, pero el muy testarudo se niega a irse a casa pese a que ya lleva dos días estabilizado.


¿Dos días? Aquello me sorprende. Llevo dos días sin saber nada del mundo y pese a la noticia, mis ojos no dejan de mirar la mano de Naruto, con sus dedos entrelazados con los míos. ¡Me miro la mano! Yo no puedo sentir nada, no noto su calidez, ni su tacto aunque me gustaría poder hacerlo. Eso me deprime pero espero a que las enfermeras se marchen para acercarme a Naruto. Le observo dormir, acercando mi rostro al suyo, escuchando la respiración que jamás notaré en mi piel pese a la cercanía que ahora mantengo con él y entonces… como si sintiera mi presencia, sus labios se mueven.


- No vuelvas a preocuparme así – susurra con los ojos cerrados.


- ¿Qué haces durmiendo sobre mi brazo? Me estás baboseando, apártate – le digo sonrojado.


- No quiero.


Abre los ojos, como un niño travieso que sonríe ante su fechoría. No puedo evitar que se ponga en pie y suba a la camilla, tumbándose a mi lado y entrelazando nuevamente sus dedos con los míos.


- Naruto, te van a regañar, baja de ahí ahora mismo.


- Que me regañen entonces, no voy a moverme de aquí hasta saber que estás bien.


- Estoy bien. Además… - miro el calendario para ver que es viernes – deberías estar en clase. Tus notas no son precisamente buenas, no puedes permitirte faltar.


- Mis notas serán excelentes si me chivas las respuestas – sonrió – prefiero estar aquí. Seguro que los profesores lo entienden.


- Naruto, no… - intento hablar pero me paralizo al ver la figura femenina tras el cristal del pasillo. Trae flores en sus brazos pero yo me tenso.


Naruto parece no darse cuenta de ese detalle, sus ojos permanecen cerrados, con la cabeza apoyada contra el pecho de mi inconsciente cuerpo, con sus dedos entrelazados a los míos, relajado y tranquilo, sin inmutarse que Hinata está allí viendo la escena.


- ¿No qué? – pregunta sin abrir los ojos.


- Tienes… visita – le digo para que abra los ojos y cuando lo hace, ve a Hinata al otro lado del cristal por primera vez.


- Creo que son para ti – sugiere.


- No lo creo – le afirmo – creo que son un pretexto para venir a verte a ti.


- No seas mal pensado, todos están preocupados por ti.


- No es cierto, fingen estarlo pero desean que muera – le afirmo – y yo…


- Tú no vas a morir, jamás dejaré que eso ocurra, Sasuke. Yo te necesito, así que sigue luchando.


- No me necesitas, sólo te sientes culpable porque te salvé la vida, pero no me debes nada. Cuando entiendas eso, serás capaz de ver que es mejor que me marche. Sólo estoy haciendo sufrir a la gente de mi alrededor con esta situación. Compréndelo de una vez.


- Jamás comprenderé algo así.


Agacho la mirada antes de que Hinata pueda entrar en la habitación y me doy cuenta por primera vez cuando Naruto se mueve un poco, que su muñeca tiene una especie de plástico que cubre un tatuaje. Sé que lo colocan cuando son recientes, por lo que en estos dos días… ha tenido que hacerse uno nuevo, pero no es eso lo que llama mi atención, sino que tengo lo mismo en mi muñeca.


- ¡Madre mía! – susurro al ver tras el plástico transparente un pez Koi negro con un círculo blanco en su cabeza, pero no es lo peor… sino que cuando el brazo de Naruto está junto al mío, se puede ver que ambos peces encajan perfectamente, creando un círculo. El suyo, blanco con un círculo oscuro en su cabeza.


- ¿Te gusta? Creo… que tienes una oscuridad ahora mismo en tu interior, pero yo seré tu luz, te lo prometo – sonríe como un niño dulce e inocente – el yin y el yang.


Sus dedos se niegan a soltar mi mano y yo solo puedo fijarme en ambos peces, en el yin y el yang, pensando en esas dos energías universales y opuestas que se necesitan mutuamente para crear una armonía y equilibrio perfectos. Pese a lo idiota que es Naruto, me sigue fascinando la forma que tiene de ser y cómo acaba consiguiendo cosas tan maravillosas como ésa. Yo sólo quería un pez Koi pero él ha conseguido que adore más aún su idea. Un tatuaje conjunto para equilibrar. Simplemente… me deja sin palabras.


La puerta se abre finalmente y Hinata entra en la sala cargando el ramo de flores. Naruto se ha incorporado por primera vez y baja de la camilla soltando mi mano. Puedo ver el sonrojo de Hinata y cómo su vista se aparta de nuestras manos para centrarse en el rubio.


- He traído unas flores y los deberes – comenta con una sonrisa dulce que a mí me dan arcadas. Sólo quiero que se marche, sé que no es mala chica y que Naruto debería relacionarse con los vivos pero… siendo un poco egoísta… me gustaría tener por unos momentos más su atención y compañía.


- Muchas gracias, Hinata, te lo agradezco de verdad.


- Naruto… sobre lo de la otra noche yo…


- Hinata, mira… lo siento de verdad pero… no puedo corresponder tus sentimientos, al menos no ahora mismo.


- Sé que Sasuke y tú estáis saliendo, me pasé de la raya, más en su estado. Debí entender que no estabas preparado para iniciar algo y…


- No lo estoy. Ahora mismo sólo estoy centrando en Sasuke – sonríe Naruto – eres una gran chica, Hinata, pero… yo no soy el chico para ti.


Ella sonríe con tristeza y yo estoy atónito. ¡Es una mentira que seamos novios! Entonces… ¿Por qué Naruto no acepta salir con ella? Es buena estudiante, miembro del club de ciencias y natación, su familia es rica y poderosa… es perfecta para él pero… no acepta.


- Sasuke tiene mucha suerte contigo – sonríe y esta vez, lo hace con honestidad.


- Yo tengo suerte con él – le aclara Naruto.


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