Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Coma profundo por Fullbuster

[Reviews - 103]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Con una gran bocanada de aire, abro los ojos para ver a los enfermeros a mi lado. Todos parecen nerviosos y se pasan el instrumental de unos a otros mientras pronuncian palabras que no soy capaz de entender, no por el idioma, sino porque no sé para qué son. ¡Yo no soy médico!


Miro a mí alrededor. Estoy en un recinto muy pequeño y la sirena taladra mis oídos, por lo que me doy cuenta que sigo en la ambulancia de camino al hospital. A mi lado está ese chico, no sé su nombre… pero ese cabello rubio le identifica. Parece estable pese a que han pedido oxígeno y tratan de taponar la hemorragia para mantenerle con vida. Creo que no está consciente.


- Dadme una de epinefrina ya, lo estoy perdiendo otra vez – grita la enfermera que puedo ver atendiéndome.


Estoy confuso… ¿Cómo puede estar perdiéndome? Estoy aquí… despierto, pero soy incapaz de decírselo. ¿Es que no ve mis ojos abiertos? Muevo mi mano hacia la máscara de oxígeno, quiero quitármela para poder hablar pero no consigo tocarla. No sé qué ocurre, no entiendo nada y entonces, decido incorporarme para que se den cuenta de que estoy consciente.


Lo hago con lentitud aunque me resulta extraño. Juraría que he recibido dos tiros, pero no me duele nada. Siento mi cuerpo muy ligero. Los enfermeros siguen agobiados, moviéndose con rapidez y pasándose instrumental hasta que veo que uno de ellos viene directo hacia mi pecho.


- No, no, no – grito entonces asustado del gesto, mientras coloco mis manos frente a mi cuerpo para defenderme y cierro los ojos con fuerza.


Nada ocurre o eso creo, porque al abrir los ojos, veo su brazo atravesando mi pecho, asustándome hasta tal punto, que me levanto con violencia apartándome de todos, observando mi cuerpo tirado en esa camilla y el monitor sacando ese pitido intenso y continuo.


¡Estoy lleno de sangre! Me han cortado la camiseta y tratan de taponar las heridas. Los guantes blancos de los enfermeros están teñidos en mi sangre. Eso me pone nervioso, mi respiración se acelera asustado por lo que estoy viendo. ¡Estoy soñando! ¡Sí, no hay otra explicación! Debo de estar dormido porque no puedo estar fuera de mi cuerpo.


- Madre mía, vamos, Sasuke, despierta – me pego en las mejillas intentando despertarme – vamos, esto no está pasando, despierta de una vez.


Escucho el pitido cómo cambia de continuo a uno que se empieza a acelerar. La enfermera que estaba reanimando mi corazón se detiene, observando cómo paso de un extremo al otro.


- Se está acelerando – escucho que hablan entre ellos.


- No puede ser, hace un segundo estaba en parada – dice otro médico casi incrédulo.


¡Me falta el aire! Siento un fuerte dolor en el pecho, un cansancio abrumador y cómo todo a mí alrededor empieza a moverse. Intento agarrarme a una de las camillas para no perder el poco equilibrio que me queda, pero me sorprendo al ver que mi mano la atraviesa. Lo intento una vez más, fijándome detenidamente y lo hago más lento. ¡Es imposible! Todo esto no puede estar pasando.


- Va a darle un infarto si no le bajamos las pulsaciones – se queja alarmada la enfermera.


Todos parecen confusos, nadie se explica cómo mi corazón pasa de parada cardíaca a acelerarse hasta ese punto, pero yo… entiendo lo que es. ¡Estoy nervioso! Demasiado y estoy haciendo que mi corazón se acelere, estoy bombeando aún más sangre en mi organismo. ¡Me voy a desangrar! Lo siento en la debilidad que siente mi cuerpo, en cómo los enfermeros hacen fuerza para tratar de taponar las heridas.


- Vamos, Sasuke, relájate. Tienes que calmarte – me repito a mí mismo, intentando pausar mi respiración, intentando bajar las pulsaciones que me están matando y parece que funciona.


- Se está estabilizando – comenta la enfermera y, por suerte, la ambulancia empieza a frenar. ¡Estamos llegando al hospital!


Las puertas se abren y un chico al otro lado ayuda a los de dentro a bajar la camilla de ese rubio que sigue inconsciente. Su corazón tampoco le sostiene a la vida, ambos pendemos de un hilo. Sólo he conseguido escuchar que le han reanimado una vez pero que ahora… por suerte, se mantiene estable, no pueden decir lo mismo de mí. Entro en parada cardíaca cada pocos minutos.


Yo también bajo detrás de mi cuerpo, quiero ver qué va a ocurrir, dónde me llevan o lo que finalmente… pasará conmigo. Me siento más muerto que vivo en este momento. Todos corren por el pasillo, deslizando ambas camillas hacia los médicos que llegan por el pasillo para intentar ayudar lo antes posible.


- Varón de diecipocos años – empieza a informar el enfermero que le atendía – herida por arma blanca en el costado derecho, ha sufrido una parada cardíaca pero está estable.


- Llevadlo al quirófano dos ahora mismo – le ordena el médico, posiblemente el cirujano que ve venir la segunda camilla detrás - ¿Qué tienes?


- Varón de diecipocos años, no consigo estabilizarle. Dos heridas por arma de fuego y múltiples reanimaciones. No consigo detenerle la hemorragia – comenta preocupada la enfermera.


- Metedlo ahora mismo al quirófano cinco y empezad con la transfusión. Yo mismo me ocuparé de él. ¿Puedes ocuparte del otro chico? – le pregunta el médico a su compañero – Que las de recepción se informen y llamen a los familiares de los chicos.


- Sí. Ahora mismo.


Sufría indecisión. Una parte de mí quiere ir con mi cuerpo y saber qué ocurrirá, otra parte… prefiere no estar presente por si algo sale mal y otra muy pequeña… mira al chico rubio de la camilla al que están introduciendo al quirófano para su preparación. Supongo que al final… sólo soy un cobarde, porque me he quedado en ese pasillo hasta que se ha hecho el silencio nuevamente. Tan sólo estoy yo y sé que, durante unas horas, no volveré a saber nada ni de mí, ni de ese chico.


Las horas pasan pero la tensión no desaparece de mi cuerpo. Miro una y otra vez mis manos, tratando de entender cómo es posible que no pueda coger nada, que todo lo atraviese. ¡Es una locura! Pero empiezo a pensar que estoy muerto. ¡Yo no quiero ser un fantasma que vaga por el mundo sin rumbo ni función!


He leído muchos libros occidentales y hasta estudiamos otras religiones, pero nosotros… no creemos en un cielo o un infierno. Siempre había pensado y pocos negarán la existencia de los fantasmas en nuestro plano, pero al verme así, me confirmo a mí mismo mis propias creencias.


- ¿Dónde está mi niño?


Ese llanto me saca de aquellos pensamientos, un doloroso llanto de una mujer casi histérica que llega al mostrador preguntando por “su niño”. ¡Reconozco la voz de mi madre! Está alterada, casi al borde de la histeria y preocupada. Seguramente piensa en lo peor. La habrán llamado cuando entré al quirófano y decirle que su hijo había recibido dos tiros y se debatía entre la vida y la muerte… no era lo que pensaba escuchar esa mañana.


Ni siquiera mi padre es capaz de calmarla pese a que la coge del brazo, la intenta abrazar y quiere convencerla de esperar pacientemente en la sala de espera donde ella… no quiere ir. Tan sólo pregunta una y otra vez a la recepcionista por mí y mi estado, algo que nadie sabe responderle. Su agonía llega hasta lo más hondo de mí. ¡Al despertarme esa mañana nunca esperé tener que ver a mi madre envuelta en ese dolor! ¡Nunca antes la había visto llorar como en ese momento!


Me fijo en mi padre, todavía con el uniforme de la policía. ¡Él quería que fuera policía como él! Seguir la herencia familiar era importante, hasta mi hermano mayor está en la academia de policía. Seguramente hoy le dejarán salir para venir a ver qué me ha ocurrido. ¡No tardará en llegar!


- Vamos, Mikoto, cálmate. Vamos a la sala y esperemos a que nos digan algo.


- ¿Que me calme? – dice todavía llorando a lágrima viva – es mi niño y está ahí dentro. Necesito que me digan qué ha pasado, necesito verle.


- Mamá – pronuncio al verla allí, acercándome hacia mi familia y viendo cómo Itachi llega en ese momento y abraza a nuestra madre intentando llevarse un dolor que parece imposible de aplacar.


- Ey, estoy aquí, mamá – la abraza Itachi con fuerza, mirando a nuestro padre por encima del hombro para ver cómo éste niega y le informa a Itachi que no saben nada de mí todavía – seguro que está bien, ¿vale? Dejemos a los médicos hacer su trabajo. Te traeré una manzanilla, pero quiero que esperes con papá en la sala. ¿De acuerdo?


Mi padre suelta enseguida a mi madre, dejando a mi hermano ocuparse del asunto. Él siempre será el favorito, lo sé. Itachi es perfecto y, aunque le adoro, también siento que yo nunca seré suficiente en la familia. Ahora ya todo da igual, es posible que muera en ese quirófano.


Prefiero marcharme de la sala de espera. No soporto ver a mi madre llorando, tampoco a mi hermano tan afligido y menos… a mi padre tan sereno como siempre. Camino por el pasillo, dejando que algunas personas me atraviesen. La sensación es muy rara, ni siquiera sé si me acostumbraré a ella, hasta que llego a la sala donde los médicos están hablando. ¡Han terminado con mi cirugía! Supongo que hace tiempo que también han finalizado la del otro chico.


- ¿Qué ocurre? – pregunta el cirujano al darse cuenta de que algo no iba bien.


El cirujano se queda en silencio unos segundos y, tras apoyar las manos en el lavamanos, cierra el grifo. Sé en ese mismo instante que ha ocurrido algo conmigo, algo serio, porque yo soy el chico del quirófano cinco.


- ¿Qué vas a decirles a sus familias? – pregunta la que parecía la ayudante del quirófano.


- Aún no lo sé. Supongo que son buenas noticias que siga con nosotros, ¿no? – pregunta el cirujano aunque su cara refleja tristeza y dolor.


- El otro chico tiene un coágulo. Está en coma, pero dicen que con medicación y un buen tratamiento en unos días podría desaparecer y despertar.


- Son buenas noticias – comenta el cirujano, dando la vuelta y apoyándose sobre la pila - ¿Ha llegado su familia?


- Es huérfano, pero han conseguido contactar con su jefe. Trabaja en una panadería por las mañanas. Había salido a su descanso a comprar algo y se preocupó al no verle volver. Ha dicho que vendría enseguida, es lo más cercano que hemos podido encontrar de ese chico. La familia del otro chico está en la sala de espera.


- ¿Sigue sin despertar? – pregunta el médico a la enfermera.


- La medicación está empezando a dejar de hacer efecto pero… no hay cambios. Se mantiene estable pero…


- Hacedle un tac y una resonancia del cerebro.


- ¿Crees que ocurre algo?


- Tuvo varias paradas cardíacas, algunas de ellas demasiado largas. Puede que no le llegase suficiente oxígeno al cerebro y éste… se habrá defendido.


- No lo entiendo del todo – le comenta la enfermera.


- Como un ordenador con sobrecarga, habrá apagado funciones pero dejará activas las básicas para sobrevivir. Puede que… haya entrado en coma y si es así… no puedo evaluar los daños, ni sabré cuándo despertará aunque hayamos regresado el oxígeno a la normalidad. El daño ya está hecho.


¡En coma! Ese chico rubio está en coma igual que yo, pero al menos él… tiene opciones de salir, en cambio, por lo que escucho de mi pronóstico, no es nada favorable. Mi cerebro puede estar “fundido” o “en hibernación” como a mí me gusta llamarlo de forma “suave y sútil”. Ni siquiera los médicos pueden estar seguros de cómo he llegado al coma, tan sólo hipótesis para las que no tienen respuestas.


Decido marcharme de allí. ¡He escuchado suficiente! Y muchas cosas que no quiero escuchar. Quiero llegar a la sala de espera, pero al ver por el cristal a ese chico rubio entubado en una de las habitaciones, me quedo paralizado. Su monitor indica que está estable y un hombre está a su lado, seguramente su jefe. Han dicho que ese chico trabaja como panadero y es huérfano. Ni siquiera sé el motivo… pero entro en el cuarto y le observo… le observo durante horas, hasta cuando el hombre tiene que marcharse, yo me mantengo a su lado sin entender por qué aquel chico cogió mi mano antes de que perdiera el conocimiento. Hay algo en él que no me deja marcharme, quizá estoy más tranquilo a su lado sin tener que ver los llantos de mi familia. Por ese motivo, permanezco allí toda la noche, velando su sueño.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).