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The Bodyguard por Poffitoo

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Había pasado un mes desde que Tony cogiera su avión privado y desapareciera del ojo público, y para sorpresa de nadie, en aquella paradisiaca playa se moría del aburrimiento. Su rutina era muy distinta a la que estaba acostumbrado en Nueva York. Ahora se levantaba todos los días a la misma hora, pasaba un rato “meditando” antes de desayunar y luego casi dos horas hablando con un profesional sobre sus traumas de la infancia. UN MES SIN UN MISERO WHISKY O CAFÉ. Por supuesto que todo ello lo estaba ayudando en su salud tanto mental como física, pero no iba a engañar a nadie diciendo que no echaba de menos su taller de la Torre, el laboratorio de Industrias Stark, a Jarvis o a todas las personas que lo esperaban allí. Solo había podido contactar una vez con Pepper, robando el teléfono a uno de los tantos del Staff. Nada de Bruce, nada de Steve... La pelirroja lo había animado a coger sus cosas y volver a casa, pero la cabezonería del moreno se lo impedía. Lo habían pillado enseguida así que no había tenido más contacto con el exterior.


Ahora en aquella tumbona intentaba concentrarse en la biografía de aquel cirujano que había sobrevivido a un accidente de coche e iba de iluminado. Se había quedado estancado en la tercera línea del párrafo quinto y era incapaz de seguir concentrado en la lectura. Gritó con exasperación y dejó el libro a un lado. Un pequeño silbido proveniente de uno de los matorrales cercanos lo hizo girar la cabeza en aquella dirección. El sonido se repitió en varias ocasiones, hasta que la curiosidad pudo con el multimillonario y se acercó. De todas las cosas que esperaba encontrarse la última de ellas era a Clint Barton con un traje cutre de espía de los 80.


̶ Creía que me estabas ignorando a propósito. ̶ se quejó aquel hombre que no pintaba nada de nada en aquella isla.


̶ Dime que me he quedado dormido en la tumbona, por favor. ̶ balbuceó Tony sin entender que pasaba.


̶ Te has quedado sobado en la tum... ̶ les interrumpió un pitido ̶ Mierda, no tenemos tiempo. ̶ añadió invitando al filántropo a seguirlo.


̶ No me voy a ningún lado. ̶ se cruzó de brazos el multimillonario ̶ Aquí estoy muy bien.


̶ Pero si mirabas ese libro con cara de asco. ̶ se burló el intruso.


̶̶ Soy más de poesía. ̶ soltó Tony antes de darse la vuelta dirección a su tumbona y olvidar aquella loca visita.


̶ Si no vienes Steve se quedará sin regalo de cumpleaños. ̶ explicó Clint sabiendo que teclas tocar.


Tony no tenía forma alguna de saber en qué día vivía y menos aún que para el cuatro de julio quedaban menos de veinticuatro horas. Se dio la vuelta y miró de arriba abajo al rubio. Si era algún tipo de estratagema por parte de sus amigos para que volviera a NY, estaba funcionando... Quería ver a Steve, eso no era ningún secreto. No habían tenido ocasión de disfrutar de tiempo juntos después de que quedara claro que entre los dos algo había pasado, bueno, estaba pasando. Todo se había quedado en el aire como una promesa de lo que podía ser. La incertidumbre le carcomía las entrañas. ¿Y si Steve despertaba de su síndrome de Estocolmo y se daba cuenta de que todo había sido un error?


No me digas que le estáis preparando una fiesta sorpresa. ̶ bromeó para ocultar sus ganas de ver a Steve.


̶ Eso es exactamente lo que estamos haciendo. ̶ sonrió. ̶ ¿Te apuntas?


 


**********


 


La ciudad de Nueva York se había vuelto gris y aburrida desde que Tony Stark la había abandonado o al menos así era como Steve Rogers lo veía. En poco o nada había ayudado que Fury le hubiera presionado para que se tomara unas vacaciones. Ahora sin trabajo y sin Tony, se dedicaba a vagar por la ciudad sin rumbo fijo. No había día que no se acordara del multimillonario. Se le había pasado por la cabeza ir en plan comando a aquella dichosa isla y traerlo de vuelta, pero aquello sería egoísta. Sabía que todo era por el bien del filántropo y además una decisión que este había tomado y el rubio deseaba respetar.


Miró su reloj de muñeca, no eran más de las siete, pero se había dejado convencer por Romanoff para salir de casa y que le diera un poco el aire. Revisó otra vez el mensaje que le había mandado y por alguna razón la dirección del bar en el que habían quedado le sonaba de algo, pero tenía la cabeza tan llena de Tony Stark y su día a día sin él, que fue incapaz de percatarse de que estaba de camino al bar donde meses atrás le había salvado el culo al filántropo de una paliza de muerte. No fue hasta que estuvo frente al destartalado local que fue consciente de donde se encontraba. Un escalofrió recorrió su espalda. ¿Qué demonios estaba tramando Natasha?


Empujó la puerta con ciertas reticencias, aquel tugurio parecía cerrado y desde fuera no había forma de ver su interior. Sin embargo, jamás hubiera podido imaginar lo que le esperaba dentro. El bar estaba vacío o al menos eso le pareció hasta que se dio cuenta de que sentado de espaldas a él, en la barra, estaba Tony. Sin saber si estaba delirando o si aquello era cierto se acercó al filántropo.


̶ ¿Esto es un sueño?  ̶ preguntó confundido cuando Stark se giró y le sonrió de oreja a oreja.


̶ Si fuera un sueño, los dos llevaríamos menos ropa.  ̶ se burló el otro recibiendo al rubio entre sus brazos y escondiéndose en el cuello de este.


̶ Cierto.  ̶ sonrió el de seguridad anclándose al cuerpo del otro y manoseando al moreno para asegurarse de que realmente no era un sueño.   ̶ ¡¿Qué haces aquí?!  ̶ preguntó cuando volvió en sí.


̶ Un pajarito me ha chivado que se iba a celebrar una fiesta de cumpleaños.  ̶ dijo Stark con tono juguetón, acordándose de la aparición de Clint.  ̶ Y ya sabes que nunca me pierdo una fiesta.


̶ ¿Has vuelto por mi cumpleaños? 


  ̶ Soy el regalo.   ̶ bromeó Tony con sus ojos yendo y viniendo a los labios de Steve. Se moría por besarlo, pero algo lo detenía, quizás el tiempo sin verse.  ̶ ¿Te crees que me querían poner un lazo en la cabeza?


̶ Me hubiera encantado verlo.  ̶ dijo Steve siguiéndole el juego, aunque no le pasaron desapercibidas las miraditas de Tony, así que sin pensarlo dos veces lo cogió de la mandíbula, la levantó un poco y lo besó queriendo saborear de nuevo al hombre que ocupaba su cabeza y su corazón.   ̶ Te he echado de menos…  ̶ susurró sobre los labios del filántropo.


̶ Yo también.  ̶ respondió el multimillonario completamente avergonzado. Anthony Edward Stark se había rendido por completo a los encantos de Steve Rogers y solo quería pasar la eternidad en el calor de aquellos brazos que ahora lo rodeaban. Esta vez fue él quien lo besó queriendo ganar algo de tiempo a solas con el rubio antes de que sus amigos se cansaran de permanecer escondidos en el almacén de aquel sucio bar.   


Estuvieron un par de minutos en completo silencio, mirándose, apoyando la frente de uno con la del otro, hasta que unas voces entremezcladas los sacaron de su pequeño trance. La cabeza de Bruce se asomó por la puerta del almacén, sobre sus ojos lo que parecía la mano de Clint.


̶  ¿Podemos salir, ya?  ̶ preguntó Bruce con incomodidad.   ̶ Quita la mano.  ̶ murmuró por lo bajo  ̶  No, no están desnudos.  ̶empujó a alguien.


Tony y Steve atónitos por lo ocurrido solo fueron capaces de asentir con la cabeza. En un cerrar y abrir de ojos se vieron rodeados por Bruce, Clint, Natasha, Pepper y otros conocidos. El confeti voló por el aire y toda la estancia se llenó de risas, comida, bebidas y regalos. El de seguridad desapareció del lado de multimillonario, quien cuando se encontró con Pepper, la cogió de la mano con delicadeza y se la llevó a un lado.


̶ ¿Cómo va todo?  ̶ preguntó con ternura mientras apartaba un mechón pelirrojo del rostro de su amiga.  ̶ No tuvimos tiempo a hablar de nada.


̶ Industrias Stark ha sobrevivido sin ningún Stark cerca, quien se lo hubiera imaginado.  ̶ respondió con cierta tristeza.


̶ Quiero saber cómo estás tú.  


̶ Y yo quiero que vuelvas con nosotros, Tony. Esto sin ti…. Es casi como una pesadilla.


El multimillonario los alejó todavía más de la pequeña fiesta, había bajado todas sus barreras y ya no le daba miedo hablar con franqueza delante de Pepper.


̶ Y si lo vuelvo a estropear todo….  ̶ susurró sin querer ser escuchado por nadie más que no fuera Pepper. Los últimos meses habían sido un completo caos, quizás los peores y al mismo tiempo los mejores de su vida. Le atormentaba que aquella burbuja en la que su relación con Steve se encontraba y el giro de 180º que su vida había dado, solo fueran un espejismo y que el viejo Tony Stark resurgiera con aún más fuerza, arrasando con toda la gente que le importaba.


La pelirroja posó su mano en la mejilla de Stark, él puso la suya encima. La escena contrastabacon la música de fiesta que Clint se había encargado de poner, la gente que reía y charlaba ajenos a aquella conversación.


̶ Sé que estos meses han sido duros, pero también sé que has cambiado y has vuelto a ser el Tony que conocí.   ̶ murmuró la pelirroja tratando de consolarle.  ̶ No voy a pedirte que hagas algo que no quieres, pero sabes también como yo que esa isla no es la solución.


Stark se quedó sin saber que contestar, todo lo que había dicho Pepper era cierto. Aquella maldita isla no era la solución a sus problemas, huir no había sido la mejor idea. Echaba de menos su vida, y la distancia no ponía las cosas fáciles. Quizás enfrentarse a sus fantasmas en la ciudad donde le vencieron y junto a la gente que lo hacia más fuerte era la solución que tanto ansiaba.


̶ Quizás tengas razón.  ̶ confesó antes de besar con ternura la frente de la pelirroja.


Al otro lado del bar, Steve charlaba con Natasha y con Bucky Barnes, un buen amigo de la infancia. El rubio se alegraba de estar allí, con toda esa gente a la que quería, pero ya hacía un rato que había notado la ausencia del filántropo. De reojo lo había visto hablar con Pepper y el ambiente que rodeaba a aquellos dos dejaba claro que no andaban del mismo humor que el resto de los presentes y aquello le inquietaba. Tony había vuelto, pero Steve ni siquiera se había planteado hasta ahora si el multimillonario estaba de visita o si estaba para quedarse, pero tampoco se veía con derecho a preguntar.


Aun así, la fiesta prosiguió hasta altas horas de la noche, Tony se apoderó de la pista y avergonzó en varias ocasiones a Bruce arrastrándole con él. Luego llegó la tarta y Steve deseó que aquella noche nunca terminara, pero hay deseos imposibles de cumplir.  La gente empezó a irse, ya que Natasha les prohibió quedarse a limpiar y así Steve y Tony se escaquearon y salieron juntos de aquel bar.


̶ ¿Quieres ir a algún sitio?  ̶ preguntó Rogers empezando a andar junto al moreno. Las manos de ambos colgando la una al lado de la otra, rozándose y anhelando por un contacto mayor. No quería dejar ir todavía a Tony, tenía miedo de que si lo hacía no lo volvería a ver otra vez durante meses.


̶ Ahora que lo dices hay un sitio al que me muero por ir.  ̶ confesó el multimillonario adelantándose un poco para luego coger la mano de Steve y arrastrarlo con él.


Antes de que el de seguridad pudiera reaccionar se vio subido en uno de los tantos descapotables del multimillonario.


̶ ¿Debo preocuparme?  ̶ preguntó el rubio con una sonrisa boba en la cara.


̶ Solo si escondes algo turbio en tu casa.


 


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