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The Bodyguard por Poffitoo

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Notas del capitulo:

Nueva actualización. 

La respiración de Tony era tranquila y constante, este ya hacia horas que se había quedado dormido pero aun así, Steve seguía allí, en la habitación del moreno. Había pasado toda la noche en vela, los ojos le pesaban demasiado pero no iba dejar que el sueño le venciera, debía cuidar de Stark.... Tras llevarlo a su casa después de todo lo ocurrido en el hotel, Tony le pidió que se quedara junto a él hasta que se quedara dormido, pero Rogers fue incapaz de abandonarlo incluso después de que el moreno cayera en los brazos de Morfeo. El multimillonario descansaba en su cama King Size bajo la atenta mirada del rubio el cual permanecía sentado en una butaca cercana. Vio el cuerpo de Stark removerse entre las sabanas, al parecer estaba despertando. El multimillonario emitió unos bostezos, se incorporó en su cama y tras estirarse como un gato, se percató de la presencia del rubio quedándose paralizado al encontrarse con sus ojos azules.

-¿Aún estas aquí? –preguntó Tony incrédulo creyendo que aún soñaba.

-Es mi trabajo –respondió Rogers tratando de sonar convincente aunque fuera la primera vez que pasar la noche en vela cuidando de un cliente se consideraba trabajo.

-Lo que tú digas... –balbuceó el otro saliendo de la cama, necesitaba alejarse de Steve. Estar en el mismo espacio cerrado que este le recordaba lo miserable que había llegado a sentirse la noche anterior, y no quería volver a pensar en aquella versión de sí mismo, no por ahora. –iré a tomar una ducha, tú deberías irte a tu casa. –añadió sin ni siquiera parar a observar al rubio o esperar respuesta de este, saliendo disparado al baño.

Cuando se metió debajo del chorro de la ducha no pudo evitar recordar lo ocurrido con Christine. Una rubia despampanante, una de sus mejores conquistas, una persona que siempre le volvía loco y aun así cuando la tuvo entre sus brazos… NADA. Tony fue incapaz de sentir nada, provocando que su pequeño amigo tampoco quisiera salir a jugar. Él, Anthony Edward Stark.

Golpeó con rabia los azulejos del baño, provocando que sus nudillos se enrojecieran al instante. Mierda…  Había perdido todo control sobre  su vida, o de si mismo… 

Una vez estuvo más calmado decidió salir de la ducha, se enrolló una toalla en su cintura sin muchas ceremonias y volvió a su cuarto dispuesto a cambiarse.  

-Que demonios… -balbuceó el moreno cuando descubrió que Steve seguía allí, sentado en la misma butaca en la que había pasado la noche pero ahora completamente dormido.

-El señor Steve parece dormido -indicó Jarvis.

-Ya me he dado cuenta de eso -replicó Tony a su IA.

Sin pensar muy bien en lo que hacía se acercó al hombre que ahora dormía. Su primer instinto había sido despertarlo de un grito o tal vez de una sacudida pero finalmente solo pudo pararse a observarlo con curiosidad. El rostro del rubio se veía bastante distinto sin ese ceño fruncido que tanto le caracterizaba. ¿Por qué siempre tenía que poner esa cara de perro cuando él estaba cerca? ¿Tanto lo despreciaba? El multimillonario sabía que no era fácil de tratar pero tampoco era fácil sentir como Steve veía a través de él cada uno de sus defectos. Picó la mejilla del otro en un intento de molestarlo y despertarlo pero Steve ni se inmutó. Volvió a hacerlo en varias ocasiones pero con el mismo resultado, es decir ninguno. La paciencia del multimillonario se estaba agotando… Había llegado el momento de sacar la artillería pesada. Pero antes, una última cosa. Se recreó una vez más en el rostro del otro, en sus largas pestañas y sus labios carnosos. Maldita sea… Iba hacer algo que llevaba tiempo deseando y después de ello se libraría del de seguridad. Era la única forma. Se agachó quedándose a la altura del otro y deposito un leve beso casi imperceptible en los labios del otro. Mierda… Era un maldito pervertido. Pero tal vez así la fijación insana que sentía por Steve desaparecería. Por un instante deseó que el rubio despertara, que le gritara, odiara, y con un poco de suerte dejara su puesto. Pero seguía durmiendo…

-Maldito seas Rogers –bufó el moreno dándose por vencido –Jarvis, la lista de reproducción nº 13 – añadió con una sonrisa macabra.

-¿Esta seguro, señor? – preguntó la IA buscando confirmación.

-Hazlo.

Tras acatar las órdenes de Stark la habitación se llenó del potente solo de guitarra que daba comienzo a la canción Welcome to the Jungle, provocando que el rubio se asustara y diera un gran brinco, abalanzándose sobre el cuerpo de Tony por puro instinto.

-¡A buenas horas!-se quejó el multimillonario sintiendo todo el peso del otro sobre él.

-¿Qué ha pasado? – preguntó confundido Steve analizando la situación.

-Te has quedado dormido, Rogers –explicó el moreno molesto -Te importa… -añadió tratando de quitarse de encima al otro.

-¡¿Qué demonios haces desnudo?! – gritó Rogers cuando tomo distancias y se percató  de la desnudez del otro.

-Upsss – soltó Stark tras darse cuenta que debido al placaje del rubio su toalla había caído y ahora estaba como Dios lo había traído al mundo.

-¡Vístete! – bramó el rubio completamente abochornado mientras se levantaba y alejaba lo máximo posible del otro.

-Si tanto te molesta. –se burló Tony bastante divertido con la situación levantándose para taparse aunque fuera un poco, pero no sin antes pasearse sin prisas hasta su vestidor.

Mientras Stark se alejaba, Steve se encontró a si mismo siendo incapaz de apartar la vista. Mierda… La sangre le subió hasta las mejillas y por un momento se sintió el ser más sucio sobre la faz de la tierra. Había quedado claro que Tony era atractivo pero él era un hombre de palabra que debía protegerle y aquel pensamiento que ahora pululaba en lo más profundo de su cabeza no debía siquiera existir. Cuando por fin el multimillonario se metió en el guardarropa, el rubio fue capaz de pensar de nuevo con claridad. Al parecer había cometido el error de quedarse dormido y el infantil de Tony había aprovechado su descuido para provocarle un maldito ataque al corazón ya fuera por la música o por el numerito de la toalla. Atrás había quedado aquel vulnerable hombre de la noche anterior, aquel que tanto había removido en su interior. El que ahora parecía un espejismo. Entonces… ¿Porque no podía olvidarse de él? Que más daba… Lo único que había claro en todo ello es que Tony necesitaba ayuda de una forma u otra. Alguien debía hacer algo. Quizás había llegado el momento de hablar con Virginia Potts.

Tras enfundarse en uno de sus miles de trajes, Stark volvió junto al rubio, este lo esperaba de espaldas en medio de su habitación. La diferencia clara de tamaños le hacia sentir inferior, bueno la altura y todo lo que tuviera que ver con ese maldito rubio guardaespaldas.

-¿Vamos capitán? –preguntó con sorna tratando de esconder todo lo que le atormentaba.

-Te dije que no me llamara así. –se giró Steve en su dirección.

-Oh perdona creía que ese era tu rango. –siguió queriendo pinchar al otro.

-Eso ya no forma parte de mi vida. –respondió el otro con tono firme dada la conversación. Su vida en el ejército había quedado atrás, poco le quedaba en común con aquel hombre que fue a la guerra.   

-No puedes huir de tu pasado. –le tanteó Stark buscando algún tipo de debilidad en el hombre frente a él.

-No pretendo, pero tampoco pienso vivir atrapado en él. –dijo el rubio rotundo sin dejar opción a nada más. Aquellas últimas palabras fueron directas al orgullo de Stark, al fin y al cabo él si vivía atrapado en su pasado. Parecía ya una costumbre perder ante Rogers.

-Me aburres… -murmuró Tony huyendo del enfrentamiento que él mismo había iniciado.   –Llévame a la oficina. –añadió antes de empezar andar hacia la salida.

 

 

Cuando llegaron a Industrias Stark una de las secretarias de Pepper les salió al paso, parecía que esperaba con ansia la llegada del multimillonario.

-La señorita Potts desea verlo. –le anunció la mujer tomando a Stark de improvisto.

-¿Que he hecho ahora? –preguntó Tony rodando los ojos.

-Le espera en su despacho. –musitó esta simplemente antes de desaparecer.

-Voy –anunció –Rogers espérame en mi despacho, no necesito espectadores mientras me echan la bronca.

Se encaminó al despacho de su mejor amiga con cierto nerviosismo, si Pepper lo buscaba era porque algo había pasado y su mente empezó a repasar cada una de las cosas estúpidas que había hecho en aquellos meses. La lista era inmensa…. ¿Qué demonios podía ser?

-¿Me buscabas? –pregunto entrando al despacho de Virginia Potts sin siquiera llamar a la puerta.

La pelirroja levanto la vista de los documentos que había frente a ella y lanzo una mirada de desaprobación a su mejor amigo.

-¿Has hablado hace poco con Christine Everheart? –le interrogó.

-Puede ser… –murmuró el moreno queriendo evitar recordar lo ocurrido la noche anterior.

-¿Puede? – presionó la mujer.

-Quede con ella. –confesó.

-¿Y se puede saber lo que le hiciste para que publicara todo esto de ti? –le recriminó su amiga lanzando el Daily Bugle encima de la mesa.

“LA CAIDA DE ANTHONY EDWARD STARK”

Aquel era el fatídico titular del periódico donde trabajaba Everheart, y junto a él todas las meteduras de pata del filántropo en aquellos meses, documentadas con fotos, fechas, lugares,…

Tony en un club privado con señoritas de dudosa profesión.

Tony participando en combates de boxeo clandestinos.

Tony besándose con tipos cualquiera en mitad de la calle.

 Tony en una casa de apuestas ilegales.

Tony borracho.

Tony en cada uno de sus peores momentos…

 

-¿Sabes cómo puede afectar esto a la empresa, a tu reputación? –preguntó completamente abatida la pelirroja. No es como si no conociese las aventuras de su amigo pero jamás espero verlas expuestas en la prensa, para algo se había encargado de comprar cada una de las fotos comprometidas de Stark.

-Creí que de eso ya no me quedaba- murmuró Tony, usando como hacía siempre el humor como escudo.

-Tony, por favor… Pude parar el impacto del otro artículo, al fin y al cabo tú eras la “víctima”, pero no creo que pueda con esto… -suspiró Pepper.

-Tenemos un ejército de abogados, no te agobies–comentó Stark tratando de mostrar que aquello no le importaba.

-Estoy cansada Tony… Cansada de ser la única que lucha por esta empresa.  

-¡Joder, yo también estoy cansado! Ese no soy yo... –gritó Tony mirando con desprecio las fotos de la portada ya que era incapaz de reconocerse en ellas -¿Sabes cuánto tiempo llevo sin tener una maldita idea? ¿Sin acabar un maldito proyecto? Sin ser yo…

-Tony…

-No, tienes razón. Arreglare todo esto.

-¿Qué vas hacer? –preguntó con curiosidad la pelirroja.

-Tú déjamelo a mí. –soltó Stark mientras le guiñaba el ojo a su amiga en un intento de tranquilizarla.

-Solo intenta no empeorar mucho las cosas, por favor… -pidió Pepper con ciertas reticencias.

-Lo intentare.

Tony abandono el despacho con la cabeza echa un lio, había tomado una decisión pero aún era pronto para compartirla con Pepper, arreglaría las cosas y luego pondría cada cosa en su sitio, era el momento. Estaba harto de huir.

Siguió andando dispuesto a llegar hasta su coche, aquello debía hacerlo solo y era mejor que Rogers ignorara sus planes, solo sería un obstáculo molesto.

 

 

Había pasado ya media hora desde que Tony desapareciera camino al despacho de la señorita Potts y a Steve aquello empezaba a olerle mal. Esperaba estar equivocado pero algo le decía que el multimillonario había aprovechado aquella distracción para hacer una de las suyas. Se levantó del carísimo sofá de piel que adornaba el despacho de Stark y se dispuso a buscarlo. ¿Cuantos más dolores de cabeza le daría aquel hombre? Hasta ahora ninguno de sus anteriores clientes había sido tan complicado, ni siquiera la malcriada hija del secretario de estado, la cual a los dos días ya estaba comiendo de su mano. Había podido con una cría pero no podía con Stark…  Aquel pensamiento solo consiguió herir de lleno su orgullo.

Llegó al despacho de la pelirroja y la falta de gritos le indico que probablemente estuviera en lo cierto y Tony había huido.

-Adelante –escuchó tras llamar a la puerta -Oh, Steve pasa, justo ahora iba hablar contigo. –añadió la pelirroja al ver que se trataba de él.

-Estaba buscando al señor Stark, ¿ha ocurrido algo? –preguntó confundido el rubio.

-Sientate.

Cuando tomó asiento sus ojos se fijaron de inmediato en el periódico que había sobre la mesa. Nada de lo que decía parecía ser mentira, al fin y al cabo el había estado vigilando a escondidas al multimillonario en alguno de aquellos momentos.  Pepper al darse cuenta lo apartó de inmediato, tratando de ocultarlo.

-¿Es por esto que Stark parece haber desaparecido?

-Ha ido hablar con la señorita Christine. –le informó la pelirroja.

-¿Qué tiene que ver ella en todo esto? –preguntó Steve con cierto deje de desdén en la voz. Tras conocer a aquella mujer el día anterior había quedado claro que no era alguien de su agrado.

-Ella ha publicado el artículo… Le dije a Tony un millón veces que no se involucrara con periodistas… Pero nunca me hace caso.

-¿Hay algo que pueda hacer?

-Creo que este asunto solo lo puedo resolver nuestro querido Anthony Edward Stark. –murmuró Virginia Potts mientras trataba de esbozar una sonrisa  –Pero no quería hablar de eso contigo. –añadió queriendo cambiar de tema.

Notas finales:

¡Nos vemos pronto! Espero sus reviews. 


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