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LAZO por te rry

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Notas del capitulo:

bueno este sera el ultimo capitulo que publique esta semana.

 

IV

Si había algo que caracterizara a Deidara Namikaze, aparte de la dorada melena que caía sobre su espalda y el flequillo que cubría parte de su rostro, eso era la curiosidad.

Desde niño siempre fue muy curioso y no descansaba hasta obtener las respuestas de cualquiera que fuera aquello que se empeñaba en conocer.

Y fue su mal sana curiosidad la que lo llevó hasta el despacho de su abuela, Tsunade, la alfa matriarca de su familia.

Tsunade Senju, una mujer voluptuosa que no aparentaba su verdadera edad. Era veterana de la guerra civil, había hecho parte del escuadrón médico y tras su jubilación en la armada nacional, comenzó a encargarse de la dirección del hospital naval, el cual pronto vería su retiro. A parte de eso era una eminencia de la medicina, por lo tanto, tenía acceso a la mayoría de los hospitales de la ciudad, sumado a eso la empresa de su ex marido Rasengan S.A, la cual ahora se encontraba bajo el mando de sus hijos y nietos, era una de las benefactoras del sistema de salud en la ciudad.

Y esa era la clave por la cual su nieto había recurrido a ella, tenía todos los contactos y medios para conseguir la información que Deidara necesitaba. Ella estaba frente al escritorio revisando varios documentos cuando sintió la puerta abrirse.

Tsunade vio con ojo crítico el enorme ramo de violetas amarillas que se habría paso en su despacho, detrás del cual se asomaron un par de ojos azules y una radiante sonrisa.

-          ¿Qué sucede Deidara? – preguntó con ese tono parco que a su nieto no le gustaba.

-          ¿Acaso ya no puede un nieto traerle un presente a su abuela sin que algo suceda? – preguntó con fingida inocencia, dejando el ramo de flores en el escritorio, para después de rodear el mismo, llegar hasta donde la rubia mujer y plantarle un sonoro beso en la mejilla.

-          No - Tras corresponder el saludo de su adorado nieto, Tsunade arqueó una ceja mirándolo fijamente – siempre hay algo detrás de tus visitas repentinas.

-          De acuerdo, de acuerdo – dijo el rubio dejándose caer en la silla frente al escritorio – necesito un favor.

-          Era de esperarse – rodó los ojos la mujer – tú y Naruto solo vienen a mi cuando les conviene – soltó un largo suspiro y negó con la cabeza – ¿qué sucede?

-          Nee, no me compares con Naruto, yo por lo menos te traigo regalos – dijo divertido.

-          ¡Al grano! – se impacientó Tsunade y dio un golpe en la mesa – estoy ocupada.

-          Ya, no te enojes. Pues veras… - el rubio no sabía muy bien como decirle aquello a su abuela, aún más porque no era él quien debía hacerlo. Su abuela conocía muy bien hasta donde podía llegar su curiosidad y si le preguntaba que ganaría él haciendo todo aquello, sinceramente, Deidara no tendría una respuesta para eso.

 -          Habla ya – insistió comenzando a preocuparse la mujer, la última vez tuvo que sacarlo de la cárcel, acusado de alterar el orden público y el hecho de que ahora su nieto se mostrara tan dubitativo le decía que el muy tonto se había metido en algún lio… otra vez.

-          Hace unos días… - ¿qué decirle? – apareció alguien y… - ¿debía echar al agua a su primo por haberse comportado como un imbécil con Sasuke?  - … Tengo un hijo – él mismo se sorprendió diciendo aquello, aun no se enteraba siquiera porque le cubría la espalda a Naruto.

La voluptuosa mujer lo miró con una expresión indescifrable, que se extendió por varios minutos, haciendo que Deidara se impacientara.

-          ¡Pero di algo abuela! – se exasperó.

Finalmente, la rubia dio un largo suspiro y tras masajearse el puente de la nariz dijo:

-          Supongamos que te creo – Deidara estuvo a punto de protestar, pero la mirada de advertencia que la alfa le mandó le hizo morderse la lengua – alguna ex novia tuya apareció con un niño en brazos y dice que tú eres el padre. ¿Qué quieres que yo haga? ¿Una prueba de paternidad?

El menor se mordió el labio y negó con la cabeza.

-          En realidad quiero encontrar al niño – esta vez fue su turno de evitar que su abuela hablara – está enfermo e internado en algún hospital de la ciudad. Tú tienes muchos contactos en este mundo de la salud y sé que puedes encontrarlo… solo quiero conocerlo. Y no hagas preguntas por favor – dijo finalmente, interrumpiendo nuevamente a su abuela que intentaba hablar.

Tsunade frunció el ceño. No le gustaba para nada la actitud del más joven, mucho menos le creía la historia del hijo que supuestamente tenía. Pero su nieto, su niño adorado se sentía bastante intranquilo, lo podía percibir; así que, evitando soltar la perorata que estaba por saltar de su boca, negó con la cabeza y centró su vista nuevamente en las carpetas de los historiales médicos de los pacientes que habían ingresado durante la última semana al hospital que dirigía, que se encontraban sobre su escritorio y comenzó a ordenarlos.

-          Está bien, deberás darme los datos del niño, no prometo nada, pero lo intentaré. Ya luego me darás las explicaciones de esto.

Deidara suspiró aliviado y asintió. Sabía perfectamente que su abuela no diría que no, pero siempre solía dar reprimendas muy duras y seguramente cuando descubriera que el niño era realmente de Naruto y no de él seguramente se ganaría una buena colleja.

-          ¿Cuál es el nombre del niño? – preguntó la mujer mientras abría un archivero y guardaba los historiales médicos.  Deidara se quedó pensativo, tratando de hacer memoria.

-          Ummm Uchiha, Uchiha Menma si mal no recuerdo, ¿Qué sucede? – vio cómo su abuela fruncía el ceño y rebuscaba entre las carpetas que acababa de guardar.

-          Es una gran coincidencia, creo que ya he encontrado a tu “hijo” – dijo volviendo a su escritorio y haciendo comillas imaginarias con sus dedos.

 

****

Naruto salió del baño de la suite en la que se había hospedado. Traía puestos unos pantalones de dormir y una toalla en sus hombros con la cual secaba su mojado cabello. Hacia una semana que Sasuke Uchiha había ido a verle y agradecía que justo al día siguiente su secretaria le haya informado sobre la reunión que tenía pendiente con uno de los socios inversionistas de la compañía, el cual le había invitado a departir en una isla privada. Él ni corto ni perezoso no dudó en aceptar.

 Si no se hubiera concentrado en la reunión, seguramente habría pasado los últimos días con la cabeza hecha un lio, como la tenía en esos momentos.

Ahora que lo pensaba bien, las palabras del omega retumbaban en su mente una y otra vez, inquietándolo cada vez más. Sasuke había dicho que tenían un hijo. Le resultaba bastante increíble y si fuera cierto sería demasiado irónico, él se había apartado de Sasuke y se había casado con Hinata para hacerse responsable de su hija y en cambio había abandonado no solo al hombre que amaba si no también al fruto de su amor.

Sonrió con amargura.

Se había apartado de Sasuke porque si no se casaba con Hinata, la imagen de ambos se vería afectada; él un famoso empresario y ella una fabulosa top model. Ni en sus más remotos pensamientos planeaba tener un hijo fuera del matrimonio y mucho menos cuando el lente de la farándula siempre estaba sobre ellos; eso aunado a que sus valores familiares y su abuela jamás se lo permitirían.

Pertenecer al clan de Tsunade Senju en ocasiones era atormentador, ella era una mujer que insistía en dirigir la vida de los demás. Odiaba a los omegas y por esa razón nunca aceptó a Sasuke y fue ella quien logró convencerle de abandonar definitivamente a su bello omega, para hacerse responsable de Hinata y la pequeña Sora que ya venía en camino.

Durante mucho tiempo se preguntó si había hecho lo correcto. Su animal interior lloraba la pérdida de su omega, era un dolor desgarrante, pero su razón y sentido de responsabilidad eran mucho más fuertes y terminó recluyendo sus sentimientos en un lugar frio y oscuro de su corazón.

La aparición de Sasuke había hecho que esos sentimientos vieran la luz nuevamente.

Era una sensación agobiante.

Las palabras del su ex amante comenzaban a calarle muy hondo. Un cachorro. ¿Como sería? ¿Sería un imponente alfa como él o un omega rebelde como Sasuke? Sonrió con añoranza. Un hijo al cual había abandonado y Sasuke había estado criando solo. Se maldijo mentalmente. La historia ya no le parecía tan descabellada, existía la posibilidad, ellos estuvieron juntos por largo tiempo, fueron muchos celos en los cuales llenó de placer a su omega; Inclusive Hinata, con quien no solía tener sexo regularmente, había quedado embarazada ¿Por qué no pudo ocurrir lo mismo con Sasuke? A quien si le hacía el amor con mucha frecuencia.

Pero también existía la posibilidad de que ese niño no fuera su hijo y tan solo se tratara de una treta del pelinegro para conseguir lo que sea que quisiera. Se sacudió esos pensamientos, no era justo que pensara en Sasuke de esa manera.

Había llegado a conocer a Sasuke muy a fondo y sabía que el pelinegro jamás haría algo como eso. Y peor aún, ¿porque esperar casi tres años para buscarlo? Inclusive había podido detener la boda, colar la información a los medios y arruinar su matrimonio, y aun así no lo hizo.

Y su rostro lleno de amargura y tristeza cuando le rogaba que lo ayudara. ¿Ayudarlo con qué? Claramente le había dicho que su dinero no le interesaba. Si tan solo su instinto territorial de alfa y encima celoso, le hubiese dejado pensar con claridad, no hubiese reaccionado de esa manera tan violenta, hubiera prestado oídos a Sasuke y luego decidido que hacer.

Se sintió ofendido ante la idea de Sasuke con otro hombre, que idiota.

Sasuke Uchiha había doblegado su orgullo ante él y le había rogado. Y él no le dio la más mínima oportunidad de explicarse, no lo escuchó, simplemente lo despreció.

Se comportó como un bastardo y eso lo estaba carcomiendo.

Pero Naruto tan solo había reaccionado en defensa propia, los últimos días, incluso meses habían sido demasiado agotadores. Entre reuniones de negocio, reuniones con abogados para finiquitar lo de su divorcio y los encontronazos que había tenido con Hinata con respecto a su hija, sentía que su agotada psiquis ya no daría para más. Y el hecho de que Sasuke se apareciera ante él, perfumando la habitación con su aroma, haciéndole revivir sentimientos que creía habían desaparecido y revelándole semejante información… simplemente no supo cómo reaccionar.

Pensar con cabeza fría no era su fuerte y Deidara siempre le recriminaba el hecho de que no entendía cómo podía manejar las finanzas de una empresa como lo era Rasengan S.A si dejaba que su instinto animal lo dominara la mayoría de las veces; y resultaba curioso que muchas veces el mismo Naruto se hiciera la misma pregunta.

Internamente sentía un subidón de adrenalina que terminaba convirtiéndose en un expansivo calor en su pecho cada vez que intentaba hacerse a la idea de que existía un cachorrito que podía ser su hijo, y lo más importante, también lo era de Sasuke. Sinceramente no sabía qué hacer y cada vez más la duda se apoderaba de él ¿había actuado bien? Lo cierto era que ahora sabía que no.

Suspiró con cansancio una vez más.

Tendría que encontrar a Sasuke Uchiha y pedirle una explicación. Una explicación que él mismo se negó a escuchar cuando fue el pelinegro quien lo buscó para dársela.

****

Sasuke nuevamente se había quedado solo en el hospital. Itachi había vuelto a su rutina de trabajo, aunque siempre sacaba un espacio para hacerle compañía, incluso Gaara había estado paseándose por el hospital para darle un chance de descanso.

Menma ya pasaba de una semana internado y los médicos seguían diciendo lo mismo: que se encontraba estable y a la espera de un donador, Sasuke agradecía de que no hubiera tenido otra recaída o su pequeño alfa seguramente no lo resistiría.

Luego de ver a Naruto y la forma en como se había humillado ante él, no había vuelto a buscarlo, sabía que era una causa perdida. Y aunque lo último que quería era resignarse, en ese momento no podía sentirse de otra manera.  Las pocas esperanzas que había mantenido en los últimos días de que su bebé superaría su enfermedad, ya se encontraban en su última fase de extinción.

Ahora solo le quedaba esperar.

Ni siquiera las palabras reconfortantes de su hermano o los buenos deseos de sus amigos lograban hacer mella en él. Ahora se sentía como al principio, cuando se había resignado a que perdería a su hijo o peor aún, pues, antes no había sopesado la remota posibilidad de que su retoño no seguiría adelante.

Ahora sentía que con cada lánguido respirar de su hijo, una pequeña parte de su propia vida se iba perdiendo.

En ese momento se encontraba junto a la cuna de Menma. Al niño lo habían trasladado a una habitación, por lo cual, ahora Sasuke podía mantenerse a su lado; su salud no empeoraba, pero tampoco mejoraba.

El pequeño había estado despierto hasta hacia un momento, rogándole a Sasuke, con palabras enredadas, que le quitara el catéter porque le hacía doler su manita, y él, sin poder hacerlo, solo pudo consolar a su cachorro sacándolo de la cuna y tomándolo en brazos. Le contó historias graciosas sobre lo torpe que podía llegar a ser su tío Itachi cuando se lo proponía, hasta que los analgésicos que le aplicaban para el dolor de sus huesos, hicieron efecto.

Mientras volvía a acostar a Menma, cuidando de no lastimarle la mano canalizada, Sasuke no era consciente de los dos pares de ojos que observaban la escena desde la puerta abierta de la habitación. Tsunade y su nieto les observaban uno con el pesar tiñendo sus facciones y la otra con incredulidad.

Hace un par de años ella había conocido a Sasuke Uchiha. El muy descarado de Naruto se lo había presentado con todas las pintas de ser el omega al cual amaba, a sabiendas de que todo el mundo conocía su relación formal con la modelo Hinata Hyuga.

Y encima un omega; Tsnade odiaba a los omegas, eran atrevidos y desvergonzados, seduciendo a hombres de bien y comportándose como mujerzuelas.

La rubia mujer nunca lo aceptó y debido a eso su relación con su nieto se vio afectada, Naruto al ver que su amante era rechazado por uno de sus seres más preciados, se tomó la ofensa hacia él mismo. Durante ese tiempo Naruto no la escuchaba y hacía lo que le daba la gana, tan parecido al desgraciado de Jiraiya.

La relación de abuela – nieto se vio resquebrajada, solo arreglándose la situación en el momento en que Naruto abandonara al Uchiha y se casara con Hinata.

Tsunade frunció el ceño y luego preguntó con vos dura a su nieto, haciéndolo despegar la vista de la lastimera imagen.

-          ¿Sabes quién es ese omega?

Deidara suspiró y volvió la mirada a hacia Sasuke.

-          Si – se cruzó de brazos y decidió que lo mejor era contarle la verdad – hace unos días lo vi por primera vez, estuvo en la empresa buscando a Naruto. Me contó algo sobre el niño y le ayudé a que hablara con mi primo, pero no quedaron en los mejores términos. Creo que Naruto no creyó que Menma fuera realmente su hijo – suspiró cansinamente – ya sabes como soy de entrometido, por eso estoy aquí, por eso te busqué… si Naruto le dio la espalda, yo no pienso hacerlo – se giró hacia la mujer y dijo con vos excesivamente seria – no planeo moverme de aquí, y pienso ayudarle en todo lo que sea necesario, a fin de cuentas, hace parte de nuestra familia.

- ¿Hijo de Naruto, dices? – preguntó con incredulidad. Si había visto el apellido del niño, pero era tan genérico, que no le había llamado la atención. Deidara asintió.

La mujer le miró con el gesto torcido, asimilando esa nueva información. Lo que faltaba, que apareciera el infame de Sasuke Uchiha a entrometerse nuevamente en la vida de Naruto; tanto que le estaba costando mantener el matrimonio de su nieto, retrasando el divorcio, intentando convencerlos de que eso no les traería ningún beneficio, ni a ellos ni a Sora, como para que apareciera nuevamente este omega para complicar la situación.

-          ¿Cómo puedes estar seguro de que esa criatura sea hijo de Naruto? – Deidara frunció el ceño.

-           El niño necesita un trasplante, si mi primo no fuera el padre alfa de Menma no tendría razón para ir a buscarlo.

-          ¿Tienes idea si quiera de la clase de persona que es este Uchiha? ¿de todo el daño que nos ha hecho? – la alfa se mordió la uña con frustración, las palabras de su nieto tenían mucho sentido.

-          Uno de los tantos amantes que ha tenido Naruto en todos estos años y no nos ha hecho nada – obviamente conocía los motivos de su abuela para mostrarse a la defensiva; pero, aunque si sabía la historia del amante de la discordia, no esperaba que se tratara del mismísimo Sasuke. Su abuela lo miraba inquisidora.

-          ¿porqué lo quieres ayudar? Podías simplemente dejarlo pasar, esto no es asunto tuyo. Ni siquiera deberíamos estar aquí – El joven beta abrió la boca con incredulidad ante la actitud de su abuela.

-           ¿Por qué te hiciste cargo de mi cuando mi madre murió? – preguntó. Tsunade le miró sin comprender porque hacía alusión a su hija muerta desde hacía ya muchos años – pudiste enviarme con la familia de mi padre o a algún orfanato, es decir, nunca estuviste de acuerdo con la relación de mis padres y, aun así, aquí estoy, fui criado por ti, como un Namikaze más.

-            ¿Qué tratas de decirme? – Deidara la veía desafiante – ya veo, ¡te has dejado embaucar por este omega! ¡ahora querrá ponerte a ti también en mi contra! – se exaltó la mujer.

-            ¡por supuesto que no! ¿De dónde sacas semejante estupidez!? – Deidara perdió la paciencia ¿que le costaba a su abuela concederle el beneficio de la duda a Sasuke? – deja de armar intrigas donde no las hay, aquí lo importante es el niño, que quieras o no, es un Namikaze y si tanto te preocupa que no lo sea, pues hazle una prueba de paternidad.

Tsunade, sintiéndose dolida por la actitud de su nieto hacia ese omega, le observó sin saber que decir o pensar ante sus palabras, Deidara tenía razón. El niño no era culpable de haber nacido de Sasuke Uchiha. Comprendía muy bien a que se refería su nieto. No había más que hacer una prueba de paternidad para ver si el Uchiha decía la verdad.

Quizá… ella podía hacer algo al respecto.

 Miró al niño que estaba en la cama y se sintió ansiosa. Sasuke Uchiha la observaba fijamente con semblante indescifrable.

Notas finales:

gracias por leer... hasta la proxima semana.


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