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Soez..., expiatorio de pecados. por Doki_Doki01

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Notas del fanfic:

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Cáp 1: Lechigada Sacra     

En una burbuja cubierta de carne, los hilos azules que le atravesaban estaban listos para manejarle como un títere, los ojos miel que a futuro deslumbrarían a todos, esperaban sentir sobre sus parpados los primeros  rayos del sol para poder abrirse, mientras tanto se balanceaba, sutil, dentro del bandullo que le brindo la vida, afuera, donde las cosas eran aun mejores, una mujer sollozaba amargamente, los dolores eran cada vez más fuertes, personas alrededor de ella y ninguna podía calmar el dolor, de hecho podía ver sus risas, sus risas sádicas, todos esperaban ese momento, el momento en que de sus entrañas la sangre brotara... 

 

El llanto de un niño atrajo la atención de todos, le miraron a él e ignoraron el llanto de la mujer, el niño entre las piernas de ella, la sangre había brotado, sus miembros llenos de ésta, sus ojitos entrecerrados y  una  sonrisa placentera en la cara de todos, que excitante  por fin Soez, el niño que lavaría las almas culpables, había nacido.... 

 

Los pecadores estaban tranquilos, no había que preocuparse más por sus almas vulgares, asquerosas.  Pecadores con almas limpias y envidiadas... por fin felicidad en sus hogares, por fin podrían volverá  ver hacia el cielo con orgullo pensando en que dios les vería satisfecho... después de todo, él era quien les había hablado del nacimiento del pequeño "Expiatorio"

 .*.

 

En la habitación dos seres durmiendo seguramente cansados de fornicar placidamente, que serian esta vez ¿cuñados, primos, amigos o tal hermanos...? Sin malicia, ninguna palabra en su boca, Soez estaba destinado a cargar con toda la porquería con la que la gente no podía...o no quería cargar, con todo lo que a los demás fastidiaba. A él todo pecado, hombres y mujeres de doble moral consientes de sus actos, el niño ni lo imaginaba, hacia ya diez años, esta ciudad se había convertido en una fábrica de pecados... ¿a quien le importa obrar bien? Si se sabía, incluso antes de cometerlo, que un niño podría borrarlos.

Diez años llevaba esa ciudad sumergida en la mierda y el apenas un niño, sin saber cuan grande eran los pecados, el cómo todas las noches, se dirigía a alguno hogar, regido por reglas, reglas que se convertían en su único conocimiento.

 

* Mantenerse siempre sigiloso, solo la noche podría ver su rostro  

* Nunca pecar...

* Nunca limpiar el alma del mismo sujeto  más de siete  veces 

* Nunca oponerse a las órdenes de los corderos descarriados...

* Ayudar a  todo aquel que se lo pidiera mientras "se lo pidiera de corazón..."

*Aceptar la penitencia del pecador

*Amar al prójimo, pero nunca tanto como a Dios...

* Nunca dormir después de las seis de la mañana, nunca despertar antes de las seis de la tarde...

* Jamás tener sueños propios

* Nunca tomar de la mano a alguna persona

* Evitar el contacto, verbal...

* Respetar las formas, a ellos en la frente, ellas en los labios.

 

Miró tranquilamente a la señorita y al joven que dormían apaciblemente, ¿Cuál era el pecado? Parecían felices, y sin ser una chica que vendía placer, socorría a la ayuda de quien se le presecase ¿el llamado del niño era por eso? No, el motivo era más simple, pero menos perdonado, resultaba ser que quien parecía una puta, no era más que un chiquillo que gozaba de la sodomía.

 

Pero Soez qué podía saber de esto...

 

Se acercó a quién él creía una señorita, le besó en los labios, con sus labios rojos e infantiles, eso era lo adecuado para saber quién había hecho el llamado, sólo si se trataba de una mujer, para los hombres, hacerlo en la frene, debajo de la sabana un secreto que no pudo imaginar. Entonces y quebrantando el ultimo de los mandatos, el demonio fue desatado...

 

Después del peso en esos labios rozados, un gesto de paz se formo en la cara de dicho sujeto, y en Soez, el dolor comenzaba a recorrer su cuerpo, salió de la habitación para que sus quejidos no despertaran a nadie, no podía dejarse ver  una vez afuera, en las frías calles, se recargo un barandal,  y desde el cielo una descarga eléctrica le hizo sucumbir...

 .*.  

 

De paredes separadas inmensidad del recinto, sin ventanales, a pequeños rayos de luz que se colaban por la puerta de oro, pesadas cortinas le ocultaban, en la cama, como las alas de un ave madre, aun medio dormido, en la enorme, sabanas de seda en un tono blanco celestial le cubrían la cara al niño de cabellos dorados, pudo escuchar el tiritar de la campana que le indicaba que pronto estaría solo. No le era permitido ver a nadie esperó a que espero a que la puerta se serrase para empezar a abrir los ojos...poder quitar la sabana que el cubría,  descubrió que como siempre, oscuridad y brillo en contraste, sus sabanas, las cortinas negras... recorrió éstas ultimas, a su encentro con el mundo en su alcoba había simplemente soledad le tomó un poco de tiempo poder sentarse el. El castigo de la noche anterior ciertamente doloroso, ¿no tenía capacidad de pensar en eso? La tenía, pero nadie le enseñó que podía hacerlo.

 

Un golpe en la puerta el indicaba que alguien entraría con sus prendas del día ¿Porqué alguien sin malicia tenía que cubrirse? Sin respuesta para ello, corrió las cortinas nuevamente, y los pasos leves llamaron su atención, a la mujer anciana que siempre arrastraba sus pasos la había visto una sola vez, por un espacio hecho entre las cortinas, con la piel extraña y los ojos cubiertos.

 

Y con las manos temblorosas, enroscó un poco las cortinas, deslumbraba..., y le impresionó demasiado, era la primera vez que él veía un niño, porque los niños no pecaban y él sólo podía ver pecadores... tan sumergido estaba en sus pensamientos que no escucho cuando el otro niño tocó la campana y salió del lugar...

 

¤°.¸¸. ·´¯`» yazmín «´¯`·.¸¸. °¤

 

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