Flyn y Sami tenían una relación de amigos desde que eran pequeños.
El, un chico de un metro ochenta y cuatro estatura, delgado y fornido. Con el cabello negro como la mismísima noche, la piel de un sutil tono cobrizo claro y los ojos marrones oscuros con la curvatura de los chinos. Su personalidad era la de un joven tranquilo, muy educado, ordenado, divertido, leal, directo y amigable. No tenía muchos amigos ya que no le gustaba estar rodeado de gente que no sea su familia, pero para la misma no tenía más que amor y cariño para entregar al igual que para sus amigos de la universidad. Con su personalidad callada y directa a conquistado a más de la mitad de la universidad y todas caen rendidas ante sus pies. Consciente de esto, Flyn las rechazaba a todas. Había tenidos muchas novias pero se cansaba de ellas en menos de una semana. Ninguna le daba lo que él quería en realidad, ninguna lo besaba como él quería o decía palabras que lo enloquecieran, para él todas eran iguales.
Ella, una chica de un metro sesenta y cinco de estatura, delgada, sensual y atractiva. Con el cabello rubio como el sol, la piel blanca igual que la de su madre, los ojos azules y encantadores. La personalidad de esta señorita era imperactiva, divertida y sexy, sabe que es sensual ante los ojos de los hombres y usa eso a su favor. Tiene una chispa en su ser que ha dejado fuera de combate a muchos. Al igual que Flyn, ella solo tiene amor y cariño que dar para su familia y amigos, no tiene pelos en la lengua para decir lo que piensa a quien sea cuando sea. Ella también había tenido muchos novios y para ella, todos los hombres eran como el chicle, cuando lo pruebas por primera vez, es delicioso y cuando pierde sabor simplemente lo botas y masticas uno nuevo.
Ellos dos siempre fueron buenos amigos, iban a la misma escuela, después a la misma secundaria y terminaron obteniendo una beca en la misma universidad. Aunque nunca en la mismo salón de clases. Con el tiempo ambos empezaron a sentir algo el uno por el otro. Flyn comenzó a verla de la misma manera que la veían los demás hombres en vez de como una prima-hermana y Sami lo vio como sus compañeras de clase lo veían en vez de como un amigo en quien podía confiar cualquier cosa.
Ellos dos, en vez de empezar una relación como todas las parejas en el mundo, decidieron seguir un método algo diferente. En vez de estar atados en una relación, decidieron extinguir esos deseos que tenían. Se veían en secreto de sus familias y amigos. Detrás de escuela, en el restaurante Jokers, en la parte de atrás de las salas de cine o en el lugar más apartado del parque. Se besaban con auténtica pasión, se tocaban hasta los lugares más recónditos de su ser. Con deseo, con pasión pero no con amor. Se besaban, se deseaban pero no se amaban.
Estuvieron así unos meses, cinco para ser exactos. En los cuales Flyn se había enamorado completamente de ella. Pero Sami solo veía a Flyn como su amigo-amante. Lo más raro fue que nunca pasaron de los besos. Nunca llegaron al punto de tener sexo a pesar de que ambos lo deseaban en carne viva.
Cuando no podían verse, se mandaban mensajes morbosos con las cosas que se harían. Cosas calientes que excitarían a cualquiera.
-No puedo esperar a verte Sami.-Le escribió Flyn a ella hace dos meses, cuando aún eran amantes.
-Cuando nos veamos... ¿Qué me harás? Zimmerman.-Respondió Sami.
-Apenas te vea, correré a donde estés y sin importarme quien este allí, te tomare y te llevare a un lugar donde podamos estar solos.
-Cuando estemos allí. ¿Qué harás conmigo?
-Te pondré contra la pared, tomare tu cara y te besare con mucha intensidad. Meteré mi lengua en tu boca y te tocare el trasero como sé que a ti te gusta mientras te presiono contra mi erección.
-Ho… sí… ¿Y después?
-Después te besare el cuello y bajare hasta tus senos. Te quitare el sujetador y chupare tus pezones mientras, desabrocho el pantalón, te bajo las bragas y meto mis dedos dentro de ti para masturbarte. ¿Qué me harás a mí mientras te masturbo?
-Te are sentir placer, bajare tu pantalón, tomare tu gran erección y te masturbare para que sientas placer como yo mientras susurro cosas morbosas a tu oído.
Esas conversaciones duraban horas y horas. Ambos eran morbosos de nacimiento. Lo heredaron de sus padres.