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JONGTAE ONE SHOTS (100% LEMON) por Caroand

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Notas del capitulo:

Olis nuevo one-shot

Enjoy it :)

Hace 7 años


Taemin vivía en una casa real. Otros estudiantes llamaron basura a Jonghyun, pero nunca en su cara. Siempre había sido un hijo de puta y empezó a entrenar, manteniéndose en forma gracias al instinto de supervivencia. Jonghyun se prometió a sí mismo que nunca más dejaría que su padre lo usara como un saco de boxeo.


Taemin abrió un cuaderno. Jonghyun no se perdió la pintura roja en el frente. Más rojo se asomó desde el interior de la mochila de Taemin. Sin duda, algunos chicos que se creían inteligentes decidieron desfigurar las cosas de Taemin nuevamente. Jonghyun hizo crujir sus nudillos llenos de cicatrices con anticipación. No había tenido una pelea decente en años, sobre todo porque todos en la escuela le tenían miedo, incluso los deportistas. Todos excepto Taemin.


Taemin garabateó rápidamente en una página limpia del cuaderno y la abrió.


—Déjame en paz, —leyó Jonghyun en voz alta, luego sonrió. —¿Crees que sería tan fácil?


Taemin escribió furiosamente en la otra página.


—Jódete.


Eso le hizo reír.


—Ya hice eso esta mañana.


Taemin se sonrojó.


Lindo, pensó Jonghyun.


—¿Cuánto tiempo ha sido ahora? —Preguntó Jonghyun.


Nadie, ni los maestros ni el Sr. Cho, el consejero vocacional, pudieron entender por qué Taemin dejó de hablar desde que comenzó el último año.


—¿Cómo van las cosas en casa? —Preguntó Jonghyun.


Cuando se conocieron por primera vez hacía dos años, hablar con Taemin era similar a tener una conversación con una pared. Hasta que Jonghyun hizo un pequeño espectáculo. Jonghyun se subió las mangas para mostrar el morado, el negro y el azul como diciendo, mira, somos iguales, tú y yo.


Taemin tiró de las mangas sueltas de su sudadera, una acción refleja a la que Jonghyun notó que siempre recurría.


—Así de malo, ¿eh? — Jonghyun se inclinó hacia adelante.


Taemin comenzó a alejarse, pero Jonghyun fue más rápido. En segundos, le subió una manga, esperando más o menos lo mismo, pero maldijo. No muchos reconocerían los círculos perfectos gemelos en el interior de la manga de Taemin, pero él lo hizo. Taemin le dio un puñetazo. Jonghyun apenas sintió el golpe pero soltó a Taemin.


Jonghyun apretó la mandíbula. Una neblina roja nubló su mente y no había sido consciente de rechinar los dientes hasta que Taemin lo golpeó de nuevo. Parpadeó. Taemin volvió a coger su cuaderno y su bolígrafo.


¿Por qué me sigues molestando?


—¿Porque soy tu único amigo?


Taemin lo fulminó con la mirada y volvió a escribir.


Yo no tengo amigos, tú tampoco.


Jonghyun se apretó el corazón y fingió lucir herido como si descubrir esas quemaduras de cigarrillos no importara. A nadie le importaban tipos como él y Taemin.


Todos se volvieron descuidados o tuvieron días malos. De una forma u otra, algún alumno o profesor habría visto los moretones, el ojo morado que se desvanecía, la cojera. Cuando el mal mira fijamente a uno a quemarropa, la gente tiende a reírse de ello y a llamarlo un producto de la imaginación.


La experiencia personal le enseñó a Jonghyun hacía mucho tiempo que los héroes no existían. La gente tomaba sus propias decisiones. La ira contra el padrastro de Taemin continuó siendo un veneno viviente, comiéndolo lentamente, incluso las partes buenas hasta que no quedó nada.


*************************************************************************


Taemin no quería volver a sentirse tan indefenso.


No importa cuántas veces se dijo ese mantra a sí mismo, nada cambió. A diferencia de Jonghyun, Taemin era un cobarde que no podía defenderse por sí mismo. No es que no hiciera el esfuerzo de


intentarlo. Lo hizo, pero arremeter y defenderse de los golpes y el abuso verbal solo empeoró las cosas.


Taemin lo sabía por experiencia personal. Así que solo podía esconderse, fingir que tenía el poder de la invisibilidad. No todo el mundo podía resolver las peleas a puñetazos. Apoyado contra la pared de su armario, cerró los ojos, recordando la vez que Jonghyun lo salvó de un grupo de matones en la escuela.


Taemin se tocó los labios. ¿Por qué no salía ningún sonido?


Debido a que sus gritos y súplicas solo daban poder a Donghae, solo excitaban más al cabrón. Quedarse callado durante sus sesiones de golpes le dio una forma de defenderse. Al menos esa había sido la razón de ser de sus acciones. En cambio, le salió por la culata a Taemin.


Ahora, ya no podía hablar con la única persona en el mundo que le importaba.


Se le puso la piel de gallina en los brazos cuando se dio cuenta de que la casa parecía inquietantemente silenciosa ahora. Su corazón martillaba contra su pecho. El miedo se arrastró desde sus entrañas, listo para consumir el resto de él.


Por lo general, Donghae nunca apagaba la televisión, incluso cuando su madre llegaba a casa. Demasiado cansada de su turno en el restaurante, simplemente se retiraba a la habitación que compartía con Donghae, sin apenas darle una mirada a Taemin. A veces, Taemin se preguntaba si había olvidado que tenía un hijo.


Escuchó un estallido desde abajo, seguido de una ráfaga de maldiciones. El pavor llenó la boca de su estómago. Se echó hacia atrás, pero su espalda sólo golpeó la pared.


—¿Dónde diablos te escondes esta vez, pequeño cabrón? —Gritó Donghae. El bastardo estaba cerca, demasiado cerca de su puerta.


Taemin respiró con fuerza y se dijo a sí mismo que no debía hacer ningún ruido. Se obligó a quedarse quieto, congelado para evitar atraer la atención de Donghae.


La adrenalina recorrió todo su sistema como si estuviera drogado, capaz de hacer cualquier cosa.


Taemin abrió la puerta de un empujón y escuchó un gemido cuando la madera golpeó contra el grueso cráneo de Donghae.


—Tú. — Donghae siseó, con los ojos entrecerrados e inyectados en sangre.


El bastardo le dio un golpe, pero Taemin fue más rápido. Se deslizó más allá del agarre de Donghae y llegó a su puerta. La libertad estaba a sólo unos metros de él. Al diablo con este pueblo y su disfuncional familia. Tanto Jonghyun como él tenían dieciocho años, adultos. ¿Quién necesitaba un diploma de escuela secundaria de todos modos?


Se supone que las familias te respaldan.


Un puño agarró la espalda de su camiseta. El miedo casi lo ahogó, lo detuvo, pero seguía pensando en la fuerza de Jonghyun, en cómo Jonghyun escupía a cualquier obstáculo que se encontraba en su camino. Taemin quería ser como Jonghyun, incluso por un momento, incluso por una noche. Salió del agarre de Donghae y bajó corriendo las escaleras. La puerta principal le devolvió la mirada, llamándolo, dándole la bienvenida.


Jonghyun, lamento que haya tardado tanto en decidirme. Ya voy, espérame.


Taemin abrió la boca, pero no salió ninguna palabra, solo un sonido gutural de animal. Algo se agitó dentro de él, como una bestia que se despierta por primera vez después de haber dormido durante mucho tiempo. Quizás era el nuevo Taemin, esperando renacer. Taemin agarró el pomo de la puerta, lo giró, solo para sentir un puño golpeando sus costillas, sacándole el aire de los pulmones.


*************************************************************************


Un extraño tipo de urgencia lo invadió cuando salió de su habitación y entró en la sala a oscuras. Los fuertes ronquidos de su padre lo irritaban. Un rápido vistazo le dijo que el viejo se había desmayado de nuevo, todavía agarrando una botella de whisky.


Jonghyun caminó hacia el bastardo que le hizo la vida miserable hasta que Jonghyun aprendió a lanzar sus propios golpes y decidió mantenerse en su propio lado de la cerca. Metió una mano en el bolsillo de los jeans de su padre. El viejo ni siquiera se movió mientras sacaba las llaves de la vieja camioneta.


Jonghyun hizo una rápida parada en la cocina y abrió la nevera de un tirón. Latas de cerveza sin abrir se alineaban en cada estante. Sin sorprenderse, Jonghyun tomó la más cercana. Se conformó con un poco fría, abrió una y tomó un gran trago, luego otro. Cuando Taemin no había perdido la voz, Taemin lo llamó intrépido mientras lo miraba como si fuera una especie de superhéroe que cobra vida.


Tirando las latas a la basura, se dirigió al garaje y se subió a la camioneta. Jonghyun se atragantó ante el nauseabundo y abrumador olor a vómito, cerveza y humo de cigarrillo.


Era típico de su buen padre mantener su vehículo así. Bajar las ventanas y dejar entrar un poco de aire ayudó un poco, pero no mucho. Tenía que hacerlo. Jonghyun maniobró la camioneta fuera del garaje. Una vez fuera de la calle, aceleró, dirigiéndose directamente al vecindario de Taemin.


Llegó a la calle de Taemin en quince minutos. Jonghyun estacionó la camioneta a dos casas de la de Taemin, tomó su teléfono y le envió un mensaje de texto a Taemin preguntando si todo estaba bien. Ninguna respuesta. Eso no era nuevo. Taemin lo había estado ignorando durante la mayor parte del año. Otros tipos sensatos se habrían rendido, pero no Jonghyun.


Jonghyun juró que sin importar qué, estaría allí para Taemin. Demonios, si Taemin seguía enojado con él hasta la graduación, Jonghyun decidió finalmente decirle a Taemin cómo se sentía realmente, abrir su corazón y ver cómo reaccionaría Taemin. El rechazo de Taemin cortaría peor que cualquier cuchillo, pero al menos diría lo suyo.


Se inclinó hacia adelante, agarrando el volante con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. ¿A qué estaba esperando?


Demonios, podría estar en su mente que Taemin estaba en algún tipo de grave peligro. Jonghyun una vez arrastró a Taemin a la estación de policía local, solo para descubrir que Donghae era un buen amigo del coronel.


Jonghyun soltó un bufido. No sabía cuánto tiempo pasó, pero pensó que la puerta principal de la casa de Taemin se abrió de golpe, antes de volver a cerrarse de golpe. Jonghyun se desabrochó el cinturón de seguridad, alarmado. Entonces la puerta se abrió de nuevo y Taemin salió corriendo, con el rostro tan pálido y todo el cuerpo temblando.


Jonghyun nunca había visto a Taemin tan asustado.


Su furia se encendió cuando vio al hijo de puta acercándose a Taemin. La urgencia de salir de la camioneta y tratar con Donghae a la antigua, con puños, surgió, pero Jonghyun apretó la mandíbula. Tenía que permanecer donde estaba, de lo contrario, arruinaría el plan. Taemin llegó a la calle ahora, con una expresión de pánico en su rostro.


Taemin tropezó y el corazón de Jonghyun se rompió en pedazos. Su furia se elevó dentro de él, como una tormenta que se despierta. Entonces Taemin echó la cabeza hacia atrás, todas las cuerdas de su garganta sobresalieron, y lo aturdió.


Jonghyun puso la camioneta en movimiento, iluminando con los faros a Taemin, quien parpadeó y lo miró fijamente, con la piel blanca como el papel.


—Muévete, —gritó y, por algún milagro, Taemin lo hizo justo cuando Donghae apareció en la calle. El padrastro de Taemin parecía una caricatura grotesca y torpe de un monstruo arrancado de las páginas de una novela de terror.


¿Todo ese miedo que sintió antes? Desapareció. El propósito lo llenó, así como una pura certeza de que no se arrepentiría de esto. Jonghyun no sintió ni una pizca de culpa cuando pisó el acelerador y fue a toda velocidad, atropellando al cabrón.


*************************************************************************


Presente


Apoyando la cabeza contra el calendario, Taemin cerró los ojos. Ahí estaba de nuevo, sus fuertes latidos, como si su corazón luchara constantemente para salir de su pecho y buscar al hombre al que pertenecía.


—Los años han sido increíblemente solitarios sin ti, Jonghyun, —susurró, levantando la cabeza.


El teléfono de Taemin vibró de nuevo y lo levantó de la cama, su sonrisa desapareció cuando vislumbró de quién era la llamada. Su madre. ¿Qué quería ella? Desde el funeral de Donghae, nunca habían hablado. Después de la graduación, anunció que se mudaría a la ciudad y ella solo murmuró dos palabras en voz baja: —Buen viaje.


Había pasado una década desde que se fue de la ciudad, pero no cortó los lazos con ella. Taemin siempre la dejaba con su nuevo número de teléfono y correo electrónico. Ya no era ese adolescente asustado, pero el odio no se podía borrar fácilmente. Ella se quedó quieta y dejó que un monstruo lo usara como un saco de boxeo, luego le lanzó obscenidades cuando él le dijo la verdad.


Taemin no podía lidiar con ella en este momento y se negó a dejar que le arruinara el día. Lo dejó sonar mientras se preparaba para el día. El plan era levantarse más temprano para hacer los preparativos, para asegurarse de que todo el departamento no tuviera rastros de suciedad, que nada estuviera fuera de lugar.


Se duchó y se vistió, miró su PC principal de trabajo en la sala de estar junto con su agenda al lado. Por lo general, revisaba los correos electrónicos, veía si sus clientes necesitaban algo o revisaba su agenda para ver si se perdía algo, pero no hoy.


Taemin trabajó hasta los huesos durante los últimos años para llegar a este punto de su vida. A partir de este punto, aprendería a reducir la velocidad. Tomar un descanso.


Taemin bajó las escaleras y asintió con la cabeza al guardia de seguridad de turno por la mañana.


—Es un día hermoso, ¿no es así, Chanyeol? —Su comentario hizo que Chanyeol levantara la vista de este periódico matutino.


—Sí, lo es, Sr. Lee, tiene uno bueno.


Taemin salió del edificio y se dirigió a su auto.


Taemin visitó a Jonghyun en prisión, tomó una decisión e hizo una promesa.


Jonghyun le hizo prometer durante sus visitas mensuales a la prisión vivir la vida, disfrutar cada momento. Taemin rompió esa promesa porque no podía imaginarse disfrutando de nada sin su alma gemela a su lado.


Tenía un sueño, caminar por el mundo con Jonghyun a su lado. A diferencia de la época en que eran niños indefensos, quería que el regreso de Jonghyun fuera una transición sin problemas. Así que Taemin tomó la decisión de trabajar duro para que Jonghyun y él pudieran vivir el resto de sus vidas cómodamente.


Taemin subió a su auto. No arrancó la primera vez, pero eso no lo inquietó como solía hacerlo. El tiempo nunca había estado de su lado y de Jonghyun. Les habían robado diez años cuando a Jonghyun se le impuso la pena máxima por homicidio en segundo grado con un vehículo de motor.


Había estado tan enojado los primeros años, había dejado que toda esa rabia se convirtiera en una especie de cáncer.


La tercera vez, el motor del auto dejó escapar un ronroneo enojado. Taemin comenzó la ruta que había memorizado. Taemin se mudó a esta ciudad también por una razón, porque estaba cerca de las instalaciones en las que estaba Jonghyun.


La emoción zumbaba en sus venas. Entonces la aprensión se apoderó de él.


¿Cómo podría no ser así? ¿Y si esto no funcionaba? ¿Y si Jonghyun echaba un vistazo a Taemin, a la vida que había construido, al apartamento que había diseñado para ellos y decidía que Taemin no pertenecía a su futuro? Taemin se derrumbaría y se desmoronaría, lo sabía. Él nunca había sido el fuerte. Ese había sido Jonghyun, su pilar de fuerza.


Taemin se aferró al volante con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Inhaló y exhaló.


Taemin negó con la cabeza. Ahora no había lugar para inseguridades tontas. Tenía que arreglar su mierda.


*************************************************************************


Jonghyun terminó su serie. Su compañero de celda, Siwon, seguía roncando en la litera superior de la cama. Tenía que admitir que definitivamente lo extrañaría. Jonghyun incluso iría tan lejos como para llamar amigo a Siwon.


Formaron un gran equipo, defendiéndose de cualquier imbécil que pensara que podrían ser presa fácil. Con Siwon a su lado, no había necesidad de unirse a ninguna pandilla. Eso le sentaba muy bien a Jonghyun. De todos modos, había sido un solitario durante la mayor parte de su vida.


El sudor cubría todo su cuerpo mientras se sentaba en el suelo y cruzaba las piernas y trataba de hacer esa mierda de meditación que un instructor de yoga les enseñaba a los reclusos. No sabía lo que había estado pensando el director.


Jonghyun hizo los ejercicios, pero no lo calmó ni un poco. En cambio, se quedó mirando los arañazos que hizo en la pared, lo que significaba los días que había estado encerrado, pagando por un crimen del que no se había arrepentido ni un poco, incluso ahora.


Se puso de pie cuando un guardia se detuvo frente a la puerta de la celda. Parte de Jonghyun todavía creía que esto podría convertirse en una broma pesada, que pasaría el resto de su vida pudriéndose tras las rejas, incapaz de ver a Taemin. Eventualmente, Taemin también dejaría de verlo.


En todo ese tiempo, Taemin nunca se saltó una visita, mientras que su padre nunca lo visitó una vez. Por un lado, Jonghyun quería más para Taemin.


Que encontrara un buen hombre, triunfara en su trabajo, viviera y lo olvidara, pero el lado oscuro de Jonghyun solo quería a Taemin para él. No se podía poner a un hombre en una jaula y tirar los dados, esperando que fuera un monstruo reformado. Jonghyun escuchó a uno de los veteranos decir eso antes y él también lo había visto.


—Parece que es tu día de suerte, Kim, —dijo el guardia. Era Jinki, uno de los más jóvenes al que le gustaba charlar.


—Parece que sí, —respondió en el mismo tono muerto que usaba. La emoción lo debilitaba. Aprendió eso durante su tiempo aquí, por lo que puso su rostro impasible, sus acciones frías y despiadadas.


—Oye, —llegó la voz de Siwon.


Miró por encima del hombro y vio al hombre de pie, tendiéndole una mano. Una cara llena de cicatrices lo miró directamente.


—Buena suerte, hermano.


Jonghyun le estrechó la mano y asintió. No hubo necesidad de otras palabras. Siwon volvió a su litera superior y se acostó y Jonghyun miró a Jinki. Estando en este agujero de mierda tanto tiempo, Jonghyun sabía los nombres de todos los guardias. Una vez que se dieron cuenta de que no les causaría ningún problema, en su mayoría lo dejaron solo.


Jonghyun se acercó a su cama y levantó el colchón para agarrar las cartas que había debajo, todas escritas por Taemin para él a lo largo de los años. Cada una fue leída tan a menudo que el papel parecía arrugado, las palabras manchadas.


Nunca me rendiré contigo. Voy a esperar por siempre.


Hoy, fui al parque y observé a una pareja feliz en el otro banco, riéndose de las bromas del otro. Algún día, pronto, seremos esos dos.


Algún día, estos años solitarios solo se convertirán en un recuerdo.


Cerraremos la puerta al pasado y caminaremos juntos hacia el futuro.


El hogar te está esperando, Jonghyun.


—Estoy listo —le dijo a Jinki. 


*************************************************************************


Los pinos se enfrentaban a la cerca de alambre de púas de la prisión, y sus ramas se balanceaban suavemente con el viento.


Las bisagras crujieron y giró sobre sus talones.


Un extraño salió de esas puertas, un hombre al que apenas reconoció. Jonghyun ya no podía caber en su ropa vieja, así que alguien debió haberle prestado una camisa blanca limpia y jeans. Hablaron hace apenas un mes, la misma pared de vidrio entre ellos. Taemin debería saber qué esperar.


El chico engreído de ojos desorbitados que conocía en la escuela secundaria se había ido, reemplazado por este hombre de ojos duros que se había dedicado a trabajar en su cuerpo para pasar el tiempo. Mangas de tinta en ambos brazos. Más se asomaron bajo las clavículas de su camisa. Jonghyun tenía su vieja mochila negra colgada del hombro, excepto que el color ahora se había desvanecido a un gris apagado.


Jonghyun se acercó a él y Taemin se quedó paralizado. Cuando Taemin ya no pudo concentrarse más en el trabajo, cuando estaba demasiado exhausto para hacer otra cosa que pensar, había comenzado a desmenuzar los detalles de esa noche.


Taemin no tuvo el valor de preguntar durante sus reuniones mensuales. Hablaron de cosas triviales. Le tranquilizaba estar cerca de Jonghyun, su propio héroe personal, pero se preguntaba por qué nunca podrían hablar de las cosas difíciles. Quizás lo estaban guardando todo para ahora.


—Hola, —dijo Jonghyun con voz áspera, más profunda de lo que recordaba. Jonghyun se detuvo, a centímetros de él, tan cerca y demasiado lejos.


—Hola de vuelta— Todo lo que Taemin quería hacer era abrazar a Jonghyun, excepto que se quedó dónde estaba, asustado de que Jonghyun finalmente decidiera que no valía la pena pasar diez años en la cárcel. Que nunca había sido lo suficientemente bueno —El proceso... — Taemin vaciló. Él podría hacer esto. —¿Todo salió bien?


—Suficiente charla trivial—. Jonghyun cruzó la distancia entre ellos, empujándolo hasta que su espalda golpeó la ventana del auto.


Su respiración se aceleró cuando Jonghyun golpeó una mano contra su costado, cada músculo allí se tensó y se puso rígido, al igual que la cara de Jonghyun. Jonghyun también estaba nervioso. Con manos temblorosas, Taemin extendió la mano y tocó el rostro de Jonghyun.


Jonghyun cerró los ojos, respirando entrecortadamente también.


—Hemos estado esperando durante mucho tiempo, ¿no es así? — Él susurró.


Jonghyun abrió sus ojos cafés. La oscuridad permanecía allí ahora, pero Taemin había vivido con un monstruo en su juventud. Ningún hombre iba a la cárcel y salía sin cambios. Tomaría toda esa oscuridad en Jonghyun, se la tragaría y le mostraría a su hombre cómo era vivir en la luz.


No es que Taemin cumpliera su promesa tampoco. No sabía nada de diversión, de soltarse, pero tal vez pudieran hacerlo juntos.


Jonghyun le frotó el labio inferior, inclinó la cara de Taemin y luego se centró en darle un beso. Taemin abrió los labios, cediendo a la fuerza y el hambre del hombre al que había estado esperando toda su vida. El calor se encendió en sus entrañas y viajó directamente a su polla. Su piel hormigueó mientras agarraba el hombro izquierdo de Jonghyun.


Jonghyun abrió los labios, no es que se estuviera quejando, y deslizó la lengua por su garganta. Jonghyun se tomó su tiempo como si quisiera saborear a Taemin. Taemin no quería que este momento terminara. Pechos e ingles presionados uno contra el otro, nada se interponía entre ellos. No había paredes, nada más que ropa, pero se podían cuidar fácilmente.


Durante esos gloriosos segundos, Taemin olvidó dónde estaban y los problemas que debían abordar. Jonghyun deslizó una mano por la cintura de sus jeans, sus bóxers y encontró su pene. Taemin habría gemido si Jonghyun no amortiguara su voz con la boca. Se movió contra Jonghyun, luego se dio cuenta de que no deberían estar haciendo esto aquí.


Presionó una mano contra el ancho pecho de Jonghyun. Jonghyun hizo una pausa, apartó los labios con expresión un poco inhumana, salvaje todavía por el hambre. Habría asustado a otro hombre, pero no a él.


Este era su Jonghyun y el chico que había conocido y con el que creció estaba en algún lugar dentro de este peligroso no extraño.


No queriendo que esto se volviera incómodo, lanzó sus brazos alrededor de Jonghyun para abrazarlo. Como si Jonghyun necesitara recuperarse, Jonghyun vaciló y luego le devolvió el abrazo. —Es bueno finalmente tocarte —murmuró.


—Mierda, Taemin. No tienes idea de cuánto tiempo he esperado este momento, pensé que nunca llegaría.


Ellos se fueron. Al diablo con el guardia mirándolos, a él y al mundo entero. Jonghyun estaba aquí, regresaba con él y eso era todo lo que importaba. Se sentía como si desde el encarcelamiento de Jonghyun, hubiera vivido toda su vida con un gran agujero vacío en su corazón.


Ahora, las cosas estaban a punto de cambiar.


—Yo también —respondió. —Vamos, no creo que quieras quedarte aquí un segundo más. 


*************************************************************************


—¿Por qué sigues conduciendo este pedazo de mierda? —Preguntó. Jonghyun no tenía la intención de que saliera como si fuera un idiota insensible. Sabía por sus cartas que este vehículo significaba algo para Taemin porque era una de las primeras cosas que Taemin podía llamar suyo.


—No tuve el corazón para comprar otro auto —admitió Taemin. — Soy sentimental, tengo tendencia a aferrarme al pasado.


Durante sus primeros meses tras las rejas, Jonghyun todavía intentó convencer a Taemin de que lo dejara ir. Después de ese año, dejó de intentarlo, porque las visitas y las cartas de Taemin eran las dos cosas que lo mantenían cuerdo.


Jonghyun necesitaba una razón para vivir y ver a Taemin de nuevo se había convertido en la razón.


El silencio se prolongó, aunque él no lo había querido. Jonghyun no sabía qué más decir, cómo empezar. Era irónico. Durante las visitas mensuales de Taemin, contaba cada segundo de la hora que tenían juntos, con la esperanza de que pudiera alargarse. ¿Ahora?


—¿Esas son todas tus pertenencias? —Preguntó Taemin.


—Sí. No necesitaba el resto.


Taemin se aclaró la garganta.


—Vamos a encender la radio.


En un semáforo en rojo, Taemin tomó la radio, pero Jonghyun colocó una mano sobre la de Taemin.


—No necesitas esforzarte tanto. Ambos estamos aquí, compartiendo el mismo espacio. Eso es suficiente.


—Ojalá —comenzó Taemin, luego se mordió el labio.


—Di lo que quieres decir. Solo escúpelo—. Jonghyun no quería mentiras entre ellos.


Taemin asintió.


—Ojalá no existiera esta incomodidad entre nosotros. Ojalá pudiera ser mejor en esto.


—Descubriremos esta mierda juntos. Solo quiero saber una cosa.


Taemin lo miró con esos mismos ojos chocolates y vívidos que recordaba. Taemin no había cambiado, al menos algunos aspectos de él no lo habían hecho, corrigió. Jonghyun se sintió aliviado al ver eso y, sin embargo, algo en Taemin era definitivamente diferente. Taemin parecía cansado y había círculos oscuros debajo de sus ojos.


—¿Hay alguien más en tu vida en este momento? —No se había imaginado ese beso, lo jodidamente increíble que se sintió cuando Taemin se rindió a él, prácticamente se ofreció a Jonghyun, pero Taemin lo había empujado.


Tenía que preguntar. Jonghyun anticipó la culpa, que Taemin se pondría a la defensiva, pero Taemin detuvo el auto y lo miró con furia.


—¿Qué diablos, Jonghyun?


El acero en los ojos de Taemin lo aturdió, pero solo por un segundo.


Ver el fuego allí, solo hizo que deseara a Taemin aún más.


—Siempre esquivas mis preguntas cuando te pregunto si estás saliendo con alguien.


Taemin dejó escapar lo que sospechosamente sonó como un gruñido frustrado.


—Porque no hay nadie más que tú. Siempre has sido tú.


Taemin cerró los ojos y comenzó a extender los dedos, contando hacia atrás, se dio cuenta.


—¿Qué estás haciendo? —Tenía que preguntar.


—Contando hasta diez. Me tranquiliza.


La pesada carga en su corazón se alivió. No había nadie más. Habían sido sus inseguridades las que hablaban de nuevo.


—Lo tengo. Siento haber dudado de ti.


Taemin abrió los ojos.


—¿Te estás disculpando?


—¿Eso es algo tan extraño? Incluso un perro del depósito de chatarra puede aprender nuevos trucos.


—No eres un perro, Jonghyun. Tal vez un lobo feroz.


Por alguna razón, eso le gustó muchísimo a Jonghyun.


Afortunadamente, durante el resto del viaje, no tuvieron otra discusión. Tal vez, solo tal vez, podrían hacer que esto funcionara. 


*************************************************************************


Jonghyun silbó.


—¿Vives en el último piso? —Preguntó Jonghyun. —El alquiler debe ser jodidamente caro.


Los hombros de Taemin se tensaron de nuevo y solo habló una vez que llegaron al último piso. Salieron solo para que Jonghyun viera una sola puerta allí.


—No hay alquiler. Pagué por este lugar en su totalidad. Es mío. Nuestro —dijo Taemin simplemente, sacando las llaves del bolsillo trasero.


—¿Qué? — Jonghyun no podía entender las palabras, no realmente.


Entró, sintiéndose como un idiota por preguntarse dónde encajaba en la imagen. Jonghyun echó un vistazo alrededor del espacio mientras Taemin cerraba la puerta detrás de él.


—Te hice una llave de repuesto el mes pasado, está en el frutero de la sala de estar, —explicó Taemin.


El mes pasado, reflexionó Jonghyun.


—Parece que has estado muy ocupado, —comentó, quitándose los zapatos junto a la puerta, todavía sin moverse.


Taemin permaneció congelado, con la espalda pegada a la puerta.


—Quería que todo fuera perfecto para este día. Déjame darte un recorrido.


Jonghyun asintió, deseando que esta incomodidad no existiera. Puede que no hubiera un cristal entre ellos o un temporizador que contase cada segundo hasta que Taemin tuviera que irse de nuevo, pero, no obstante, existía una pared.


Taemin le mostró el comedor, que tenía una cocina moderna y abierta detrás. Más adentro, la sala de estar estaba al lado de la oficina en casa de Taemin.


—Aquí es donde hago la mayor parte de mi trabajo, —explicó Taemin, pasando una mano por un planificador encuadernado en cuero.


Jonghyun caminó hacia las ventanas del piso al techo.


—Tienes una linda vista aquí.


—¿Qué opinas? — Taemin preguntó de repente.


El otro hombre parecía nervioso de nuevo, como esperando su veredicto.


—No te lo tomes a mal, pero tengo que preguntar. ¿Te acabas de mudar aquí recientemente? — Taemin todavía no le había mostrado las otras habitaciones. Jonghyun tenía mucha curiosidad por saber dónde se estaba quedando o ¿era demasiado pronto para suponer que compartirían la misma habitación?


—No. — Taemin dejó caer los hombros, pero no pareció insultado. — ¿Por qué preguntas eso?


—¿Cómo pongo esto? Todos los demás muebles, excepto tu escritorio, parecen nuevos.


Taemin soltó una carcajada, un sonido desesperado.


—Paso demasiado tiempo en ese escritorio. Algunos días se funden en otros. Despierto, ducha, trabajo. De vuelta a la cama. A veces, me olvido de comer, así que configuro recordatorios en mi teléfono.


Jonghyun no pudo soportarlo más. Cruzó la distancia entre ellos. Taemin parecía un ciervo atrapado en los faros y, sin embargo, Jonghyun vio el anhelo desesperado allí, la misma hambre que lo conmovía. Envolvió a Taemin en sus brazos y Taemin se derritió en su abrazo, temblando levemente. Taemin apartó la mano del planificador y se relajó contra él.


No dijeron nada durante unos momentos, pero a Jonghyun no le importó el silencio. Estaba contento de tener a Taemin en sus brazos después de que se le negara el contacto durante tanto tiempo. Podría quedarse así para siempre, si Taemin lo deseaba.


—Me he esforzado mucho, —dijo finalmente Taemin, su voz era un susurro feroz, —en transformar este lugar en algo más acogedor, hogareño, así que cuando entraste por primera vez...


Jonghyun acarició el cuello de Taemin, silenciándolo. Su corazón se disparó. Tuvieron un comienzo difícil. Empeoró las cosas cuando le preguntó a Taemin si tenía a alguien más en su vida. Jonghyun era un tonto. Al ver este departamento, comprendió que no había nadie. Taemin lo había estado esperando durante mucho tiempo.


Algo encajó en su lugar. Durante sus visitas, Taemin le habló sobre las noticias, sobre los desarrollos tecnológicos que estaban ocurriendo, pero rara vez sobre su vida personal. Sin soltar a Taemin, hojeó la agenda. Cada día le mostraba la misma rutina. Taemin parecía obsesionado con planificar cada hora de su vida y cada entrada estaba relacionada con el trabajo. Incluso los fines de semana estaban reservados.


Jonghyun estaba furioso.


— Taemin, ¿qué has estado haciendo con tu vida?


Taemin se apartó de él, el hechizo se rompió. Taemin parecía enojado.


—Es mi vida. Hice lo que quería con ella.


Jonghyun abrió algunos cajones. Más papeles, pero encontró más planificadores, hojeó cada uno, y el temperamento aumentó a medida que encontraba más o menos lo mismo. Debió haber pasado por el valor de unos cinco años. Taemin lo miró, mordiéndose el labio inferior con tanta fuerza que sangró.


Jonghyun podía ver a Taemin ahora, despertando, enterrándose en el trabajo, repitiendo el mismo ritmo todos los días, durante los últimos diez años. Taemin hizo su propia celda de prisión.


—¿Por qué? —Era todo lo que podía pedir, todavía enojado con Taemin por poner años de su vida en espera.


Sin embargo, la parte enferma y oscura de él estaba complacida. Con esta cantidad de trabajo, Taemin no tendría tiempo para conocer a otro hombre. Taemin solo pensó en él. Quizás Taemin no se obsesionó de la forma en que lo hizo Jonghyun, pero Taemin permaneció fiel a él, a la idea de un futuro con Jonghyun, aunque no lo necesitaba.


Cualquier otro ser humano normal se habría ido. Por experiencia personal, había visto a muchas esposas y novias romper con sus compañeros de prisión. En su tiempo allí, nunca escuchó de una relación que sobreviviera a una década de estar separados, no sin grietas. Las esposas engañaban, pero los esposos y los novios las perdonaban.


Taemin soltó un bufido, apretando los puños a los costados, como si estuviera listo para una pelea.


—Sabía que esto pasaría. Te enojarías conmigo por trabajar demasiado, pero ¿sabes qué? El trabajo me distrajo, se convirtió en un mecanismo de supervivencia, especialmente cuando el apartamento se volvía demasiado silencioso y me sentía tan solo.


Taemin se calló como si no quisiera que Jonghyun escuchara más sobre sus vulnerabilidades. Toda su ira se desvaneció, reemplazada por una oleada de posesividad, un deseo salvaje que inicialmente temió que espantaría a Taemin.


Su tiempo tras las rejas no le había hecho ningún favor a Jonghyun. Seguro que no lo convirtió en un mejor hombre, pero tal vez a Taemin no le importaba abrazar la oscuridad en él. Jonghyun era tan egoísta. No podía dejarlo ir y parecía que Taemin tampoco.


Jonghyun esperó diez largos años. Nunca se arrepintió de sus acciones hace diez años y habría hecho lo mismo de nuevo. Había matado a un monstruo, se había convertido él mismo en uno, solo para que Taemin pudiera vivir.


—Ven aquí —dijo, con voz áspera, dura.


Su piel se sentía insoportablemente caliente y tensa sobre sus huesos. Su pene, rígido contra sus jeans, dolorosamente presionado contra la cremallera. Desde que lo dejaron salir, Jonghyun contuvo sus emociones, permaneciendo tan distante como pudo y mantuvo la distancia, queriendo ver dónde estaba Taemin cuando se trataba de ellos.


Así que ahora lo sabía. Nada ni nadie se interponía en su camino para reclamar lo que era legítimamente suyo.


A sólo dos pasos de Jonghyun éste le puso una mano en la nuca, instándolo a seguir adelante. Taemin separó los labios y cerró los ojos para recibir el beso abrasador de Jonghyun. Todo era demanda y hambre. Taemin se apretó más, hasta que sus pechos se tocaron, y el bulto en los jeans de Jonghyun se frotó contra el suyo.


Taemin sintió que había estado ayunando toda su vida por este momento. Él cedió, amando la forma en que Jonghyun le rodeó la cintura con un brazo duro como el acero. Jonghyun pasó la mano por la curva de su columna vertebral, su agarre posesivo.


Jonghyun apartó la boca y apoyó la frente contra la de Taemin. Taemin jadeó, esperando el siguiente movimiento de Jonghyun.


—Dime que disminuya la velocidad, que me detenga y lo haré, —le dijo Jonghyun.


—No quiero que lo hagas. He estado esperando este momento oda mi vida.


—Una vez que nos pongamos en este camino, no volveremos atrás, Taemin. Tú eres para mí y no planeo detenerme hasta que seas mío, en todos los sentidos de la palabra—. Las palabras de Jonghyun habrían sonado como una amenaza para los oídos de otro, pero para él eran una dulce promesa.


—Basta de advertencias, Jonghyun. Soy tuyo, siempre lo he sido, siempre lo seré.


—Eso es todo lo que necesito saber—. Jonghyun lo empujó hacia atrás, hasta que el trasero de Taemin golpeó la mesa del comedor.


Taemin presionó una mano sobre el pecho de Jonghyun. Jonghyun arqueó una ceja. En respuesta, Taemin cayó de rodillas. Jonghyun respiró temblorosamente y luego soltó una risita sexy capaz de derretir sus entrañas. Taemin pasó las manos por la pantorrilla de Jonghyun, su muslo, solo para sentir que Jonghyun metía sus dedos en su cabello, tirando de su cabeza más cerca de la cremallera de sus jeans.


Cuando Taemin abrió el botón y la cremallera y sacó el duro pene de Jonghyun, no podía dejar de moverse, así de caliente estaba.


Taemin sonrió, tomó el duro eje de su amante en la mano y se inclinó hacia adelante para lamer las claras gotas que perlaban la cabeza del miembro de Jonghyun.


—Mmm... — Taemin siguió lamiendo.


Jonghyun cerró los ojos cuando Taemin tomó la punta de su polla palpitante en su boca. Momentos más tarde, se vio obligado a abrirlos de nuevo. No quería perderse de la visión, incluso aunque eso le garantizara que se iba a correr mucho más rápido. Ver esos deliciosos labios envueltos alrededor de su pene era simplemente perfecto.


—Mierda, eso se siente bien — Jonghyun agarró los hombros de Taemin mientras el otro hombre comenzaba a chupar su polla en serio.


Meneando la cabeza mientras proporcionaba más succión de la que Jonghyun podía resistir, Taemin murmuraba. El otro gemía. Taemin ahuecó las bolas de Jonghyun, apretando un poco y eso fue todo lo que necesitó.


Poniéndose de puntillas, con el poder de su orgasmo, Jonghyun entró en la boca de Taemin con una intensidad escalofriante. Ver a Taemin que cerró los ojos mientras tragaba, aparentemente disfrutando de la experiencia tanto como Jonghyun, casi le hizo correrse de nuevo. Taemin se sacó la polla de Jonghyun y se lamió los labios. Momentos después, empujó su erección dura contra la pierna del otro y comenzó a temblar con su propia liberación. Mierda, eso era muy sexy.


Taemin estaba temblando con las réplicas, incapaz de controlar su necesidad de seguir empujando su entrepierna contra la espinilla de Jonghyun. No podía creer lo duro que se había corrido sólo por chupar la polla del hombre. La velocidad con la que se había corrido era vergonzosa, sin embargo. Pero ocultar su rostro en la ingle del hombre sólo funcionaría durante un tiempo.


—Eso fue tan sexy — Jonghyun acarició la cabeza de Taemin.


Jonghyun le dejaba una sensación de hormigueo detrás de donde quiera que tocara el cuero cabelludo de Taemin. Era una gran sensación, y el chico se inclinó para profundizar el contacto, deseando que los toques nunca pararan. Imaginarlos por todo su cuerpo lo tenía medio-duro de nuevo antes de que se diera cuenta.


—¿Lo fue? — Taemin se sonrojó. Jonghyun probablemente sólo estaba siendo amable—. Perdón por el lío.


—Hey, mírame — Jonghyun puso un dedo debajo de su barbilla, lo que obligó a Taemin a mirar hacia arriba. —Me encantó lo que me hiciste, pero estoy anonadado de que disfrutaras también. —Sonrió Jonghyun —, fue una de las cosas más atractivas que he visto nunca.


Taemin tragó. No podía hablar. ¿Jonghyun pensaba que era sexy? Tal vez hubiera esperanza más después de todo, a pesar de su total falta de experiencia. Claro, había visto algo de porno-gay, ¿quién no?, y había jugado con un consolador. Pero eso no era nada como la vida real. Los sentimientos eran muy diferentes... no importaba que ahora se enfrentara a Jonghyun, a quien había admirado desde lejos durante tanto tiempo.


Jonghyun apartó las gotas con el pulgar, con una intensa mirada sobre él todo el tiempo.


Taemin se sentó sobre sus talones, sorprendido cuando Jonghyun le ofreció una mano, antes de levantarlo. Chocaron entre sí, y buscó la boca de Jonghyun de nuevo, ansioso por más besos y caricias. Jonghyun apoyó una mano en su espalda. El beso comenzó áspero, fuerte, pero pronto se volvió tierno.


Taemin se derritió en ese beso y cerró los ojos. El departamento que se había sentido tan vacío durante mucho tiempo sin Jonghyun en él, se desvaneció de su línea de visión. No podía recordar la última vez que se sintió tan vivo. Taemin bebió todo, Jonghyun tan cerca, tan accesible. Eran solo ellos dos ahora, y nada podría separarlos, ya no.


Inmediatamente después de ese pensamiento, todas sus preocupaciones y dudas iniciales se desvanecieron. Parecían insignificantes ahora, cuando se paró frente a un hombre que lo amaba desde que eran niños, que mató a un monstruo por él.


Jonghyun arrastró sus manos hacia abajo, hasta que descansaron sobre su trasero. Jonghyun le dio un apretón en la mejilla izquierda de su trasero, haciéndole gemir mientras se separaba de la boca de Jonghyun.


—Todavía no te he follado, —le dijo Jonghyun, con una sonrisa maliciosa en los labios.


—Hacer el amor, —corrigió Taemin, aunque las crudas palabras de Jonghyun lo emocionaron.


Jonghyun apretó el bulto de sus jeans. Taemin estuvo a punto de correrse entonces, pero se contuvo, no queriendo parecer un adolescente cachondo sin control.


—¿Dónde? —Fue todo lo que pudo pedir.


—Habitación —Cómo se las arregló para gruñir esas palabras, Jonghyun no lo sabía. Su control era un hilo frágil en este momento.


—Por aquí, —dijo Taemin, sonando borracho. Tímidamente, Taemin curvó sus dedos sobre los de Jonghyun, tirándolo hacia los pasillos.


—Tienes una cama enorme, —no pudo evitar comentar.


Después de dormir en camas duras la mayor parte de su vida, la cama tamaño king parecía el paraíso. El delgado cuerpo de Taemin, todo enredado, completó la imagen.


Taemin se sonrojó.


—Pensé en ti cuando la compré. Además, soy un devorador de espacio. Entonces, una advertencia justa.


 De pie al lado de la cama, se besaron mientras se quitaban la ropa, acariciándose a medida que se íban desnudando. Taemin cerró los ojos y se inclinó hacia Jonghyun, gimiendo mientras Jonghyun iba depositando besos a lo largo de su hombro y acariciaba su pene.


—¿Estás seguro? —le preguntó Jonghyun cuando los dos estuvieron desnudos.


—Sí —contestó él, aunque la voz le temblaba un poco.


Entonces lo empujó para que se acostara de espaldas en la cama, Jonghyun buscó el lubricante y un par de condones en el cajón de la mesilla y los colocó al lado de su cabeza; después caminó a gatas sobre la cama hasta colocarse encima y lo besó poniendo todo lo que sentía por él en el beso. Era su forma de expresarle sin palabras que lo amaba.


Taemin lo rodeó con los brazos y Jonghyun se coloqué de tal forma que pudiera frotar su pene contra el suyo. Podría haber alcanzado el clímax justo así, por la suave presión de sus testículos frotándose contra los suyos y de sus miembros presionando uno contra el otro, pues la fricción le provocaba estremecimientos y chispas que le atravesaron todo el cuerpo. Entonces Taemin susurró su nombre y Jonghyun comencé a perder el control, sintiendo cómo su cuerpo se arqueaba y sacudía a medida que se acercaba al precipicio.


Jonghyun trazó un camino de besos mientras se deslizaba hacia abajo por su pecho y frotó la cara, disfrutando de la textura y el olor de su cuerpo, amándolo a él. Jonghyun susurró su nombre una y otra vez y se sintió como si hubiera ganado un premio, pues el cuerpo que tenía bajo sus manos era el que había deseado y ansiado durante toda su vida. Taemin contestó pronunciando su nombre, que le llegó como si fuera un eco erróneo del suyo. Lamió, mordisqueó y succionó su pecho mientras se movía hacia abajo por su cuerpo y él deslizaba ligeramente los dedos por su cabello. A medida que Jonghyun se acercaba a su pene, él empezó a mover las caderas con cuidado, como si buscara algo que sólo Jonghyun podía darle.


Cuando Jonghyun lo tomó en su boca, Taemin soltó un gemido. Deslizó la lengua por la parte inferior de su pene y se tomó unos momentos para apreciar su sabor, dulce y salado a la vez, e inhalar el aroma de su sudor y la esencia de su cuerpo. Taemin se movía y contoneaba debajo de Jonghyun mientras él lo acariciaba.


Jonghyun pasó los dedos por sus testículos y los apretó ligeramente con cuidado, lo cual provocó que gemidos y otros sonidos escaparan de entre sus labios. Jonghyun estaba disfrutando muchísimo de cada minuto, le encantaba el tamaño y la forma de su pene y la manera en que encajaba en su boca y se deleitaba en cómo había descubierto el modo de volverlo loco. Jonghyun levantó la mirada y vió que sus manos tiraban de su propio cabello mientras él movía la parte inferior de su cuerpo como si intentara conseguir alivio, así que yo me eché un poco hacia atrás.


—Maldita sea, sí que estás hecho un canalla provocador.


—Menudo cumplido —contestó Jonghyun mientras cogía el tubo de lubricante. Sus palabras lo hicieron reír, aunque su risa tenía un punto de locura.


Con el lubricante ahora en la mano, Jonghyun volvió a introducirse su pene en la boca, sólo que esta vez relajó los músculos de la garganta. Taemin jadeó cuando lo tomó hasta el fondo y apretó sus labios alrededor de la base de su miembro. Jonghyun sintió que Taemin dejaba de respirar por un momento y después dejaba escapar un gemido entrecortado en el instante en que Jonghyun comenzó a mover la cabeza deslizando sus labios arriba y abajo por su pene. Se alegró de que Taemin estuviese casi delirando de placer, pues las cosas estaban a punto de ponerse interesantes.


Jonghyun mantuvo su miembro en la boca, lamiendo la cabeza y saboreando una gota salada de líquido preseminal, mientras ponía un poco de lubricante en sus dedos. Con tanto cuidado como pudo, Jonghyun pasó uno por encima de su ano y, como esperaba, Taemin se puso tenso, aunque no perdió su erección. Sin duda eso era un avance importante.


Siguió succionando su pene, presionando su lengua contra él. Taemin volvió a dejar de respirar cuando Jonghyun comenzó a esparcir el lubricante alrededor del músculo.


Entonces Jonghyun sacó su pene de su boca únicamente el tiempo suficiente para susurrar:


—Relájate, que yo estoy aquí contigo. —Y luego deslizó un dedo en su interior.


Taemin se estremeció mientras intentaba adaptarse a las sensaciones, pero tampoco ahora perdió su erección. Jonghyun siguió succionando su pene y continuó con la exploración de su cuerpo, consiguiendo que se relajara lo suficiente como para introducir un segundo dedo. Entonces los dobló y encontró ese lugar mágico en su interior, y Taemin se sacudió de tal forma que Jonghyun pensó que los dos se iban a caer de la cama.


Pero entonces Taemin dejó escapar otro de esos gemidos entrecortados, puso una mano firme en la parte de atrás de la cabeza de Jonghyun y con cuidado tiró de su pelo antes de empujarlo de vuelta a su pene. Jonghyun se tomó el gesto como una señal de que podía continuar, así que preparó su cuerpo, asegurándose de rendirle el homenaje que se merecía, repitiendo todas las cosas que parecía que le gustaban.


La propia anticipación de Jonghyun aumentó durante toda la situación. Su pene estaba duro sólo de imaginárselo y su corazón latía acelerado a medida que se acercaba el momento en el que podría deslizarse dentro de su cuerpo.


—¿Estás preparado? —le preguntó Jonghyun levantando la cabeza.


—Creo que sí. Sí.


Mientras Jonghyun se apartaba un momento para ponerse el condón, Taemin comenzó a acariciarse el pene. La imagen avivó su deseo por él y se sentió incapaz de esperar para formar parte de algo tan erótico y excitante. Jonghyun se quedó mirándolo un rato y pensó en la mejor forma de hacerlo, abrumado por un instante ante lo que iba a suceder.


—Ponte a cuatro patas —le indicó.


—¿Eh?


—Es tu primera vez, así que va a ser mejor para ti si estás a cuatro patas.


Taemin asintió y se dio la vuelta, se incorporó sobre los codos y así su trasero quedó expuesto ante Jonghyun. Era una imagen preciosa. Jonghyun no pudo evitar gemir sólo por ello y Taemin giró la cabeza y lo miró con una ceja arqueada.


Entonces Jonghyun se arrodilló detrás de él y le acarició la espalda. Jonghyun se inclinó sobre él y besó el punto de unión de sus hombros, después fue bajando por su espalda dejando besos por toda su columna. Lamió su piel y percibió la sal de su sudor, siguió besándolo hasta llegar a la parte baja de su espalda y entonces se movió entre sus nalgas.


Sintiéndose atrevido, también lo lamió en esa zona. Jonghyun pensó que éste era quizás uno de los actos más íntimos que se podían realizar, el llegar a lugares del cuerpo que uno normalmente no expone ante los demás. Le encantaba que Taemin todavía se mostrara relajado, en su mayor parte. Lamió su ano y Taemin se estremeció, así que volvió a hacerlo otra vez. Y otra.


Ahuecó una mano bajo sus testículos y empezó a masajearlos mientras seguía lamiéndolo. Taemin volvió a estremecerse, gimió y se puso a temblar, sus sensaciones escalando en una espiral fuera de control. Cada sonido que hacía se propagaba por todo el interior de Jonghyun directamente hacia su pene, haciendo que su cuerpo anhelara el suyo, hirviera de deseo por él.


Jonghyun se movió un poco y después empezó de nuevo a trazar un camino de besos siguiendo su columna hacia arriba, pero esta vez de forma un poco más agresiva, mordisqueando y succionando a medida que iba ascendiendo por su espalda. Le hizo una marca en el hombro mientras Taemin temblaba todo el tiempo bajo el cuerpo de Jonghyun.


Jonghyun se acercó tanto como pudo a su oído, con lo que su pene quedó atrapado entre sus nalgas. Empujó un poco, dejando que se deslizara contra su piel. Era una sensación maravillosa estar apretado contra él. Le gustaba sentir la presión de su cuerpo al frotarse contra el suyo, pues enviaba pequeñas vibraciones de placer que se propagaban por todo su interior. Pero Jonghyun quería estar dentro de él y su deseo ya casi estaba empezando a convertirse en dolor.


—Si hago algo que no te gusta —le dijo en voz baja—, duele demasiado o quieres que me detenga, dime que pare y lo haré. Yo no voy a hacer nada que tú no quieras que haga, ¿entendido?


—Sí —Taemin contestó, aunque la palabra sonó como un gemido—, por favor, Jonghyun.


Jonghyun extendió lubricante sobre su pene y echó otro poco sobre sus dedos, después introdujo dos en su ano para prepararlo un poco más. Taemin gimió cuando rozó su próstata, así que decidió que ya estaba todo lo listo que podía llegar a estar. Jonghyun se colocó detrás de él, sujetó el pene con la mano, y empujó hacia delante muy despacio hasta que la cabeza de su miembro se encontró con la primera resistencia.


—Relájate —dijo colocando una mano en la parte baja de su espalda— y respira hondo.


Taemin asintió, soltó el aliento y comenzó a respirar lenta y profundamente. Jonghyun presionó hacia delante muy despacio, evaluando su reacción mientras tanto, aunque lo que realmente deseaba era empujar hasta el fondo.


Jonghyun quería empujar las caderas hacia delante y entrar y salir de su cuerpo con rapidez y fuerza, pero no creía que Taemin estuviese preparado para eso aún. También estaba casi seguro de que le iba a decir que se detuviera en cualquier momento, pero no lo hizo. En lugar de eso, Taemin empezó a empujar hacia atrás contra él.


—Uf, Jonghyun, más, por favor, más.


Así que Jonghyun empujó hacia delante un poco más, deslizándose en su interior lentamente, y, Dios bendito, se sentía maravilloso.


—Acaríciate —le dijo. Taemin se las arregló para llevar una mano entre sus piernas y comenzó a masturbarse mientras Jonghyun continuaba empujando hasta que lo penetró por completo. Entonces le masajeó la espalda—. ¿Estás bien? —preguntó.


—Sí..., bien... Muévete.


Así que Jonghyun se movió. Salió de su cuerpo despacio y después volvió a empujar hacia dentro lentamente. Repitió el movimiento unas cuantas veces. El placer era tan agudo que resultaba casi doloroso. El cuerpo de Taemin estaba caliente y apretado y lo oprimía tan maravillosamente que incluso pensó que iba a culminar aún antes de empezar de verdad. Jonghyun se detuve un momento para acostumbrarse a las sensaciones y después se fue moviendo cada vez más deprisa. Taemin agarró las sábanas con la mano libre y empezó a empujar hacia atrás contra mí.


—Oh, Dios mío querido, más... más rápido, más —gimió.


Eso fue todo lo que necesitaba. Jonghyun no se soltó totalmente, pero sí se movió más rápido, deslizándose con facilidad dentro y fuera de su cuerpo, hasta que ambos gritaron de placer. Jonghyun agarró sus caderas y se movió a mayor velocidad, atrapado en la sensación de su cuerpo apretándolo y extrayendo placer, fuego y hielo, del mío, todo a la vez.


—¡Cristo, voy a correrme! —exclamó, sonando sorprendido—, voy a correrme, voy a correrme —Taemin repitió unas cuantas veces más mientras acariciaba su pene frenéticamente. Entonces su espalda se arqueó, sus hombros se tensaron y dejó escapar un tembloroso gemido. Después su cuerpo comprimió a Jonghyun y los estremecimientos se propagaron por todo su interior, aunque Jonghyun se mantuvo firme y aguantó los efectos de su orgasmo. Pero entonces todo se volvió demasiado caliente y apretado y Jonghyun se vio arrollado por su propio clímax cuando sintió toda esa presión a su alrededor. Jonghyun se corrió en el interior de su cuerpo, llenando el condón, gritando y hundiendo los dedos en sus caderas mientras el placer lo atravesaba.


Se dejaron caer uno encima del otro, ninguno de los dos capaz de hablar o de moverse durante un buen rato.


Jonghyun se apartó para buscar una toalla para limpiarlos a ambos y desechar el condón.


Luego terminaron en la cama, enredados en el cuerpo del otro. Jonghyun lo atrajo hacia sí, hasta que Taemin estuvo en sus brazos, apoyando su cabeza contra el pecho de Jonghyun. Taemin se maravilló de cómo encajaban perfectamente. Podía quedarse así, en el abrazo y el calor de Jonghyun mientras el sudor se enfriaba de sus cuerpos.


No dijeron nada durante unos momentos. Taemin tocó el lugar vacío en el pecho de Jonghyun, todavía desprovisto de tinta.


—Me alegro de que finalmente lo hicimos —murmuró Taemin.


—Se siente como si hubiera estado esperando ese momento toda mi vida. No creas que estoy saciado todavía, cariño. Estoy hambriento.


Las palabras de Jonghyun enviaron escalofríos de anticipación por su columna vertebral. A Taemin no le importaba. Quería despertar dolorido, más que saciado, feliz. La felicidad le parecía una palabra extraña. Sin Jonghyun en su vida, se sentía como si hubiera estado viviendo en el limbo, pero ya no. Extendió la mano hacia los dedos de Jonghyun, hizo girar los suyos y los apoyó en el edredón.


—Te has quedado en silencio, —observó Jonghyun, con los ojos oscuros en los suyos.


—Una parte de mí todavía se pregunta si todo esto es un sueño. Que, si me despierto, te habrás ido y todo lo que tendré es este gran departamento solitario y más trabajo para mantenerme cuerdo—Decir las palabras encendió el terror en su interior. Taemin estaba tan seguro de que era verdad, que Jonghyun había sido producto de su imaginación. El verdadero Jonghyun seguía tras las rejas, fuera de su alcance.


Jonghyun lo agarró por la nuca y lo besó con tanta fuerza que le hizo sangre. Entonces Jonghyun le pasó la lengua por la boca, probándolo. Jonghyun se apartó, los ojos brillantes e intensos mientras descansaba su frente contra la de Taemin.


—Esto es real, Taemin. Solo somos tú y yo ahora.


Él asintió con la cabeza, con un sabor a cobre en los labios. El pánico disminuyó y se sintió un poco culpable por sonar tan asustado, tan necesitado. Taemin siempre pensó que nunca encajaría del todo en el mundo. Demasiado diferente. Demasiado extraño e incómodo. Había sido así desde que era un niño, incluso antes de que Jonghyun se hiciera amigo de él. Dos chicos, ambos inadaptados que nunca pudieron encajar del todo en el molde.


—¿Qué está pasando en esa cabecita tuya? —Preguntó Jonghyun.


Taemin le dijo. No había secretos entre ellos. No había necesidad de hacerlo, no cuando Jonghyun lo conocía, de adentro hacia afuera. Taemin le había mostrado su alma a Jonghyun en una bandeja hacía mucho tiempo y Jonghyun le había confiado a Taemin su posesión más valiosa: su corazón.


Su tiempo tras las rejas hizo que Jonghyun se hundiera aún más en esa misma oscuridad, pero Jonghyun hizo eso para sobrevivir. Para volver a verlo. Debajo de las cicatrices de Jonghyun, ese cuerpo que había sufrido una transformación, latía el mismo corazón que siempre perteneció a Taemin.


Los labios de Jonghyun se curvaron en lo que ahora pasaba por una sonrisa y tenía la sensación de que Jonghyun no era el tipo de persona que sonreía con facilidad, solo para él tal vez. Su pecho se apretó, hasta que le dolió respirar.


—¿Te arrepientes de haber tomado el vehículo de tu padre esa noche? —Tenía que preguntar.


La respuesta de Jonghyun fue instantánea.


—Nunca. Atropellaría a ese hijo de puta de nuevo si tuviera que elegir.


—Por qué, —comenzó Taemin, pasando sus dedos por las costillas de Jonghyun. Débiles líneas blancas le devolvieron la mirada. Quizás cicatrices de peleas. No quería dejar de tocar a Jonghyun. Taemin todavía necesitaba que le aseguraran que Jonghyun era real, no un sueño.


—Escúpelo, Taemin.


Esos ojos cafés firmes se encontraron con los suyos, perseguidos por los demonios privados de Jonghyun, pero los mismos ojos hermosos por los que se enamoró cuando eran niños.


—¿Por qué pelearías en mi esquina sin dudarlo cuando mi propia madre decidió ignorar lo que estaba sucediendo en nuestra casa?


Jonghyun consideró la pregunta.


—Cuando la gente está acorralada y asustada, algunos prefieren esconderse. ¿Esa perra sigue viva?


Asintió, mordiéndose el labio.


—Ella ha estado tratando de contactarme, probablemente sepa que hoy es tu fecha de salida. No he hablado con ella desde que me gradué.


Jonghyun no dijo nada a eso.


—Yo... no la necesitamos en nuestras vidas, —continuó Taemin. — Trabajé duro durante los últimos años para poder hacer todo desde casa, para poder pasar mi tiempo libre contigo. Podemos volver a conocernos.


El músculo bajo su mano se tensó. Jonghyun apretó la mandíbula.


—Si hacemos eso y descubres que no hay nada más que oscuridad en mí, ¿huirías?


Desconcertado, Taemin lo miró fijamente, sin habla. Jonghyun todavía creía que no valía nada. Se inclinó más cerca antes de que Jonghyun tomara su momento de vacilación como un acuerdo y plantó un suave y gentil beso en los labios de Jonghyun.


—Eres uno de los buenos, Jonghyun. Me viste cuando nadie más lo hizo y me ayudaste a encontrar mi voz cuando Donghae me la robó. Nunca te daré la espalda. Eres mío para que te quedes.


—Nos volvemos un poco posesivos, ¿no? —Preguntó Jonghyun, con una expresión divertida en su rostro ahora. —Esa es mi línea. Es bueno escucharlo de tus labios.


—Lo diré tantas veces como necesites escucharlo, —le dijo Taemin, porque el yo adolescente de Jonghyun todavía estaba dentro de este hombre con cicatrices y tinta, que todavía se creía un monstruo que no merecía ser amado.


Taemin se acurrucó más cerca, hasta que estuvieron piel con piel, por lo que era difícil saber dónde comenzaba uno y terminaba el otro. Dijo las palabras que había querido decir todo este tiempo.


—Te amo, Kim Jonghyun. Bienvenido a casa.  


*************************************************************************


El dormitorio principal de Taemin parecía enorme bajo la luz de la mañana, el doble del tamaño de su antigua celda de seis por ocho. Respiró hondo, notando que el espacio a su lado estaba vacío. Jonghyun apartó el edredón a un lado, desconcertado al encontrar un par de pantalones a los pies de la cama. Se los puso. Sin molestarse con una camisa, salió para encontrar a Taemin con un delantal, trabajando en una estufa.


—Buenos días. — Taemin sonaba alegre.


—¿Cocinas ahora? —Preguntó Jonghyun.


—Viví de comida para llevar durante un tiempo, pero pensé que debería aprender un par de cosas—. Taemin se sonrojó ahora, sin mirarlo. —Tuve esta visión exacta, de mí preparando el desayuno para nosotros y quería que se hiciera realidad, así que vi un par de videos en línea. Lo entiendo ahora, me refiero a cocinar. Cuando lo haces para alguien que no eres tú mismo, es agradable.


Jonghyun se acercó por detrás de Taemin y lo abrazó.


—Esto es lo más dulce que alguien ha hecho por mí, —dijo.


Taemin estiró la cabeza.


—¿En serio? ¿O simplemente tienes hambre de desayunar?


A Jonghyun le gustó que Taemin se sintiera cómodo bromeando con él ahora. Aun así, Taemin podía hacer lo que no podía. Verlos juntos así, de pie en su propia cocina, preparando el desayuno. Lo único en lo que Jonghyun podía concentrarse era en salir y asegurarse de que Taemin fuera suyo para reclamar, de nadie más.


—¿Qué puedo hacer? —Preguntó, mordisqueando un lado del cuello de Taemin.


—Um. No me distraigas. Puede que me caliente y me moleste y me olvide del tocino.


Riendo, Jonghyun se apartó.


—¿Dónde guardas tus platos y esas cosas?


—Armario a tu izquierda.


Jonghyun lo abrió y encontró exactamente un juego completo de cubiertos y platos para dos. Agarró los artículos y los dejó sobre la encimera de la cocina. Jonghyun encontró leche y jugo en la nevera y Taemin le dijo cómo preparar café.


Taemin finalmente puso dos fuentes de huevos, tocino y tostadas francesas sobre la mesa.


Su estómago rugió. Cogió su tenedor, consciente de que Taemin lo miraba, luciendo nervioso.


—Está bien, esta es la primera vez que alguien prueba mi comida, así que ve con calma, ¿de acuerdo? — Taemin señaló.


Jonghyun se metió la comida en la boca. Los sabores explotaron en su lengua y comió más, luego notó que Taemin todavía lo miraba.


—Mierda, no puedo recordar la última vez que comí algo tan bueno.


Taemin se sonrojó.


—Por supuesto, le dirías eso a tu novio.


Con esa palabra, las mejillas y el cuello de Taemin se pusieron de un rojo brillante. Cuando masticó su tocino y no dijo nada, Taemin habló de nuevo.


—¿Te importa que te llame así?


—Llámame como quieras. Solo recuerda, eres mío y yo soy un bastardo posesivo. Cualquier imbécil que te mire, lo amenazaré con romper algo valioso en su cuerpo.


Otro hombre habría corrido, se habría dado cuenta de que Jonghyun no era apto para ser de nadie, nada, pero no Taemin.


—No eres mi novio, —dijo Taemin en voz baja y su corazón casi se paralizó. —Tú eres más. Mi alma gemela.


Jonghyun dejó el tenedor y se pasó la mano por el pelo.


— Taemin, tienes que entender. No estoy acostumbrado a decir cosas así, a ser cariñoso.


Taemin extendió la mano por encima del mostrador y cerró las manos sobre las suyas.


—Lo sé y eso está bien para mí. Siempre has hablado tu propio idioma.


—Pero me entiendes —terminó Jonghyun, volvió a coger el tenedor y señaló su plato. —Esto es realmente bueno, sin embargo, no estoy mintiendo. Gracias por el desayuno.


Taemin pareció complacido.


—De nada.


Taemin jugó con la comida en el plato y luego volvió a hablar:


—Estaba pensando en mostrarte la ciudad, si no te importa.


—Para nada, no tengo planes.


Sería bueno conocer la ciudad en la que Taemin hizo su hogar.


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Jonghyun lamió su cono, lenta, deliberadamente y, por alguna razón, a Taemin le pareció erótico. Él se sonrojó. Jonghyun le recordaba ahora a un depredador silencioso, atento, esperando.


—No tengo muchas buenas historias que contarte, —admitió Jonghyun. Finalmente, Jonghyun apartó la mirada de Taemin y miró la línea de árboles más cercana. —La mayoría de los días se difuminan de uno a otro. Ocasionalmente estallaban peleas, pero no a menudo. Era bueno en eso, defendiéndome, no es una puta sorpresa ya que hice ejercicio para llenar el tiempo.


Taemin se apoyó en el hombro de Jonghyun y volvió a coger la mano de Jonghyun. Si a Jonghyun le importaba su necesidad, su hambre de tocar, Jonghyun no lo mencionó ni lo desanimó.


—Suena como el infierno, —murmuró en voz baja. —Pero cuéntamelo todo.


—¿Quieres oír hablar de ellos? —Preguntó Jonghyun con sorpresa.


—Quiero saberlo todo sobre ti.


Jonghyun exhaló un suspiro y hablaron, hasta que el sol de la tarde desapareció, reemplazado por el velo de la noche. Esta noche aparecieron pocas estrellas, pero Taemin no temía a la oscuridad, no cuando tenía a Jonghyun a su lado.


—Eh, —dijo Jonghyun, poniéndose de pie para estirarse. —Eso se sintió bien.


Taemin se sintió exprimido después de contarle a Jonghyun los eventos que le sucedieron a lo largo de los años, pero al igual que Jonghyun, se sintió mejor. Sin secretos.


Conocer a Jonghyun fue como encontrar las partes faltantes de sí mismo. Jonghyun lo entendía, no le importaba su incomodidad o ansiedad social. Al estar con Jonghyun, Taemin no tenía miedo de ser él mismo ni de contarle a Jonghyun secretos sobre sí mismo que de todos modos no se atrevía a contar.


—¿Estás listo para cenar? — Taemin preguntó después. —Conozco este buen restaurante italiano cercano.


Los ojos oscuros de Jonghyun brillaron bajo la tenue luz cercana. Los latidos de su corazón se aceleraron al comprender esa mirada.


—¿Qué tal si nos quedamos en casa esta noche?


—Podemos ordenar, —sugirió Taemin.


El propio Taemin no disfrutaba estar rodeado de una multitud de viernes por la noche.


Cuando comenzó a trabajar desde casa hace años, se preguntaba si le ocurría algo, ya que nunca le gustó estar en una habitación llena de gente. Socializar nunca había sido su trabajo. Las conversaciones aleatorias con extraños lo ponían nervioso, pero a juzgar por la forma en que Jonghyun evitaba las multitudes hoy, Jonghyun tampoco estaba listo para estar con otros.


—Me suena bien, —dijo.  


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—¿Vas a salir de nuevo? —Se las arregló para no gritar.


Jonghyun extendió una mano.


—No quiero discutir, Taemin.


Taemin se erizó, odiando ese tono, odiando el hecho de que cuando se metieran en un acalorado debate, Jonghyun elegiría pasar la noche en el sofá, dejándolo dormir solo.


—Odio cuando peleamos, —dijo Taemin en un susurro feroz, lamentando su tono cuando parecía que Jonghyun había recibido un puñetazo en la cara.


Para su sorpresa, Jonghyun se bajó de su taburete y fue detrás de él, dándole un abrazo.


—Yo también, —dijo Jonghyun, con un cálido aliento en la oreja de Taemin —Necesito esto para mí, Taemin, para mantener mis manos ocupadas. No puedes simplemente traer dinero a la mesa.


Taemin se volvió en su taburete, por lo que ahora se enfrentó a Jonghyun. Enterró su rostro en el cuello de Jonghyun, calmándose cuando Jonghyun comenzó a acariciar su cabello, luego la curva de su columna.


—Acurrucado contra mí así, me recuerdas a un gato, —dijo Jonghyun.


—Los gatos no son cariñosos todo el tiempo.


—Tienen garras, lo sé, como tú. No me importa.


Taemin frunció el ceño y miró a Jonghyun, quien aprovechó la oportunidad para robarle un beso caliente, rápido y penetrante. Su polla tembló en sus jeans. Taemin se apartó suavemente. Jonghyun parecía pensativo, pero Taemin se levantó de su asiento y agarró la mano de Jonghyun.


Jonghyun sonrió.


—Conozco esa mirada. Aw. ¿Extrañas tanto mi polla?


—Quizás el sexo podría ayudarte a relajarte. Seré tu amuleto de la buena suerte para hoy, —declaró Taemin.


Suficiente. Les habían robado el tiempo y no le gustaba pelear con Jonghyun. Un desperdicio cuando podrían estar haciendo cosas más productivas. Taemin sería el ancla de Jonghyun, apoyaría a su hombre, en todo lo que decidiera Jonghyun, bueno, siempre y cuando Jonghyun no infringiera la ley.


—Soy un maldito tipo con suerte, ¿no? —Preguntó Jonghyun.


Jonghyun siempre decía eso, pero era exactamente lo contrario. Si Jonghyun no hubiera puesto sus ojos en Taemin en la escuela secundaria, no lo hubiera salvado, Taemin probablemente estaría en la tierra, ya fuera por el abuso de Donghae o por sus propias acciones.


—Seguro que lo eres, —dijo Taemin con su voz más pomposa, haciendo que Jonghyun lo agarrara por los hombros y reclamara su boca de nuevo. Jonghyun arrastró una mano por su cuerpo, la deslizó por debajo de la cintura de sus bóxers y le dio un apretón a su polla cada vez más gruesa. —Oh, Dios.


—Llego un poco tarde, pero ahorraremos tiempo follando en la ducha.


Taemin no podía discutir eso. 


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Jonghyun estaba a punto de salir de la pequeña y destartalada oficina, pero se detuvo junto a la puerta.


—¿Puedo preguntar por qué me da una oportunidad? — Jonghyun sabía que debería estar agradecido y simplemente salir del garaje.


Mientras estaba en prisión, Jonghyun se inscribió en un curso de reparación de automóviles. Fue el único que le llamó la atención, ya que de adolescente jugueteó con los motores de los automóviles y también trabajó en un taller de desguace.


Yunho miró hacia arriba, algo irritado. Jonghyun ya podía ver qué tipo de jefe sería Yunho, duro, pero justo. La entrevista en sí había sido corta. Yunho le hizo una prueba para reparar un motor averiado. Gracias a Dios, Jonghyun no lo arruinó. Estaba un poco oxidado, tenía que admitirlo, pero Jonghyun sabía que volvería al ritmo de las cosas fácilmente.


—Pasé algún tiempo tras las rejas en mi juventud, hijo. Sé lo difícil que es conseguir que alguien te dé una segunda oportunidad.


Jonghyun asintió —Gracias.


Salió de allí, sintiéndose como si estuviera en la cima del mundo, algo que no había sentido en años. Lo primero que haría era llamar a Taemin. Había sido un mes de implacables solicitudes y rechazos, pero después de su momento especial en la ducha hacía dos semanas, Taemin no había sido más que un apoyo. Sin el constante estímulo de Taemin, Jonghyun se habría hundido en la depresión y la ira hacía mucho tiempo.


Probablemente hubiera empezado a beberse sus problemas, como su padre.


Jonghyun sacó su teléfono y marcó el número de Taemin, solo para escuchar un tono familiar cerca. Buscó la fuente y encontró a Taemin, saludándolo.


—¿Preocupado mucho por mí? —Preguntó, divertido.


—N-no en absoluto. Supuse que después de tu entrevista podríamos almorzar. Nuestro lugar favorito de hamburguesas está cerca, —dijo Taemin.


—Mentiroso. — Jonghyun no podía esperar más. —Lo tengo.


—Espera, ¿de verdad? — Taemin abrió los ojos con sorpresa y luego saltó hacia él. Jonghyun lo atrapó fácilmente, asombrado por la fuerza del abrazo de Taemin. —Ay, Dios mío. Felicitaciones, bebé.


—Gracias. —Se aprovechó de los labios entreabiertos de Taemin y le dio un beso rápido, empujando su lengua por la garganta de Taemin.


Taemin apretó su camisa y le chupó con fuerza la lengua. Jonghyun se apartó.


—Lo tengo, tal como lo predijiste.


—Siempre creí en ti, —dijo Taemin simplemente.


—Nadie más lo hizo.


—No soy todos los demás y todos son idiotas—. Taemin juntó los dedos y se dirigieron hacia su hamburguesería favorita. El estómago de Jonghyun rugió. Aquella mañana solo comió unos cuantos bocados de su sándwich, temiendo la entrevista, pensando que resultaría de la misma manera.


Algunos dijeron que lo volverían a llamar, pero nunca lo hicieron. Jonghyun no sabía que encontrar un trabajo podía tener un costo tan grande para un hombre, especialmente cuando solo regresaba a casa sin nada más que un fracaso. Podía dejar de lado toda esa preocupación ahora, todas esas veces que se cuestionaba a sí mismo y se preguntaba qué diablos le pasaba.


—No podría haberlo hecho sin ti, —le dijo a Taemin.


Taemin le dio un puñetazo en el hombro, un gesto afectuoso.


—Todo depende de ti, Jonghyun. Hiciste el trabajo y esta entrevista de trabajo parecía diferente al resto, como si importara más que el resto.


—¿Recuerdas cómo solía trabajar en autos hacía mucho tiempo?


Taemin asintió, sonrojándose.


—Era una de las cosas que me gustaban mucho de ti, tú con tu mono de mecánico.


—¿En serio? ¿Eso fue todo lo que te atrajo? — Jonghyun estaba bromeando y Taemin lo sabía.


Taemin resopló. Jonghyun continuó:


—Tomé algunos cursos adicionales en la prisión, decidí que podía hacer esto para ganarme la vida y, de hecho, me gusta.


—No es un trabajo cuando amas lo que haces —dijo Taemin de acuerdo.


Jonghyun no sabía una mierda sobre ser desarrollador web, pero a Taemin parecía gustarle su trabajo. Podía decir que Taemin era bueno en eso.


Estaban en la hamburguesería ahora y le divertía como siempre cuando Taemin ordenaba una porción extra de papas fritas, tal como lo hacían cuando eran niños.


—Volveré con sus pedidos, —dijo la mesera.


—¿Recuerdas esas papas fritas de 99 centavos que solíamos pedir?—Preguntó Taemin.


Jonghyun lo hizo.


—Esas patatas fritas eran lo único que ambos podíamos pagar.


—Y cuando finalmente recibías tu cheque de pago, siempre me pedías salir y me decías que ordenara lo que quisiera, —dijo Taemin.


—Sí, y solo pedías el doble de esas papas fritas—. Taemin, decidió Jonghyun, siempre había sido sensible, considerado.


—¿Qué puedo decir? Las papas son mi grupo de carbohidratos favorito—. Taemin parecía que estaba a punto de decir más cuando sonó el teléfono de Taemin. Taemin lo sacó e hizo una mueca. Jonghyun tenía la sensación de quién era.


La mamá de Taemin todavía no había dejado de intentar acercarse a Taemin. Jonghyun no sabía si era tiempo todavía para enmendar puentes o ventilar sus rencores, pero ahora podría ser un buen momento para averiguarlo.


Sin pensarlo, Jonghyun le arrebató el teléfono a Taemin.


—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Taemin. —Solo ignórala.


Jonghyun negó con la cabeza.


—Esto continuará si no hacemos algo. Créeme, cariño, no tengo ningún amor por esta mujer. Lo único que hizo bien fue traerte a este mundo, pero sigue siendo tu madre.


Taemin se mordió el labio y finalmente asintió.


—Está bien.


Como Taemin no exigió que le devolvieran el teléfono, Jonghyun respondió.


—¿Taemin? Finalmente respondiste —dijo una voz de mujer.


—Hola, Sra. Kwon —dijo, preguntándose si ella lo olvidó o decidió hacerlo. Después de todo, él era el responsable de atropellar a su marido.


La madre de Taemin respiró hondo. Al otro lado de la mesa, Taemin picó su comida, luciendo nervioso como el infierno. Sin embargo, Jonghyun sabía lo precioso que era el tiempo y la vida era demasiado corta para vivir con remordimientos. Mejor atar cabos sueltos ahora o terminar arrepintiéndolo.


— Kim Jonghyun, —susurró la madre de Taemin.


—Así es.


—¿Qué está diciendo? —Preguntó Taemin.


Jonghyun dejó el teléfono y lo puso en altavoz. A esta hora del día, después del desayuno, pero antes del almuerzo, el lugar estaba vacío, salvo ellos y el desinteresado personal charlando junto al cajero. Habían ocupado el reservado más alejado de la caja registradora. Desde aquí, nadie los escucharía, pero sin embargo Jonghyun bajó el volumen del teléfono celular.


Taemin se aclaró la garganta.


—Mamá, soy Taemin. Jonghyun está conmigo. Ahora estamos juntos.


El silencio se apoderó del otro extremo. Jonghyun pensó que la Sra. Kwon terminó la llamada enojada, pero finalmente habló.


—No me sorprende.


—Mamá, ¿por qué me has estado llamando? — Taemin sonaba cauteloso, como si se preparara para las palabras duras.


Quizás esta no había sido la mejor idea, excepto que Jonghyun sabía que tenían que lidiar con la madre de Taemin tarde o temprano.


—Vi el periódico hace un mes, noticias sobre la liberación de tu amigo.


—He estado esperando a Jonghyun durante mucho tiempo, mamá, — interrumpió Taemin con enojo. —En ese entonces, él era el único que me creía, que me defendía. Sin él, hoy no estaría vivo. Donghae me habría matado durante uno de sus ataques de ira.


Jonghyun tomó la mano de Taemin, frotándola, haciéndole saber a Taemin que no estaba solo. Nunca más.


—Respira hondo, —murmuró Jonghyun.


Jonghyun pensó que la madre de Taemin desataría muchas palabras duras y crueles después de eso, pero no. La Sra. Kwon rompió a llorar.


—Oh, Taemin. Lo siento mucho. Sabía que era un monstruo. Me tomó años reconocer esa verdad y durante mucho tiempo estuve enojada con Jonghyun, con un niño que probablemente no sabía lo que estaba haciendo. Estaba borracho, fue un accidente.


Ni Jonghyun ni Taemin se molestaron en corregirla. Así era más seguro.


—¿Qué estás diciendo? — Taemin finalmente preguntó. Taemin pareció desconcertado como si esas fueran las últimas palabras que esperaba que ella dijera.


—Eres mi único hijo, Taemin. No te estoy pidiendo perdón de inmediato, pero una vez que estés listo, hablaremos de nuevo. Jonghyun, ¿sigues ahí? Cuida a mi hijo—. Entonces la Sra. Kwon terminó la llamada.


Jonghyun salió de su cabina.


—Vamos, salgamos. Parece que necesitas un poco de aire.


Taemin asintió con la cabeza, dejó que Jonghyun pagara su comida y salieron del restaurante. Con la mano de Taemin en la suya, Jonghyun los llevó al lugar favorito de Taemin, y ahora al suyo, en el parque. Una vez que llegaron a su destino, Taemin enterró la cara en su hombro, respirando con dificultad. Fue agradable estar aquí.


Jonghyun extendió la mano y acarició la espalda de Taemin hasta que Taemin se calmó.


—Eso realmente sucedió, ¿verdad? ¿No me lo imaginé todo? — Preguntó Taemin, finalmente levantando la cabeza.


—Lo hizo.


—Ella se disculpó. Nunca imaginé que eso sucediera. Yo pensé que estaría enojada conmigo por el resto de mi vida, —dijo.


Jonghyun no supo qué decir. También le habían sorprendido las acciones de la Sra. Kwon, pero diez años era mucho tiempo para todos. Jonghyun se había alegrado de que ella no continuara por el resto de su vida ignorando la verdad y lastimando a su hijo en el proceso fingiendo que el abuso de Donghae no existió.


Tenía otra cosa que decir que Taemin necesitaba escuchar.


—Estoy tan orgulloso de ti, cariño.


Taemin parpadeó.


—¿Por qué?


—Por enfrentarla, por no ocultar que estamos juntos.


Taemin lo abrazó con más fuerza.


—¿Por qué habría de hacerlo? Además, si quiere arreglar las cosas entre nosotros, entonces necesita saber qué esperar.


—¿Seguirás hablando con ella? —Preguntó.


—Aún no. Todavía quiero disfrutar de nuestro tiempo ininterrumpido juntos. Además, su llamada descarriló nuestra pequeña celebración.


—¿Lo hizo ahora?


Taemin asintió. Jonghyun agarró la nuca de Taemin y metió la lengua en la garganta de Taemin. Calor fue directo a su polla y al resto de él. Su polla se endureció en unos momentos cuanto más tiempo permanecían allí y sus cuerpos se tocaban. Jonghyun deslizó una mano por la camisa de Taemin y pasó sus dedos posesivamente arriba y abajo del cuerpo delgado y familiar de Taemin.


Alejándose del beso, Jonghyun mordió la oreja de Taemin.


—¿Qué dices si continuamos esto en casa?


—Absolutamente.


Jonghyun recordó la primera vez que tuvieron sexo y la tímida sonrisa de complicidad que Taemin le dedicó cuando dijo esas palabras que llegaron directo a su corazón.


Bienvenido a casa, Jonghyun.


Sí, pensó Jonghyun. Lentamente, se había enamorado de la ciudad que Taemin eligió, el departamento que Taemin cuidadosamente había preparado para ellos. El hogar no era solo un lugar, era pasar el resto de su vida con el hombre que amaba. 


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—Esto es lo que tienes en mente, —dijo Jonghyun arrastrando las palabras.


La boca de Taemin se secó al ver a Jonghyun, completamente desnudo, tendido en la cama y recostado contra las almohadas como un dios griego esculpido. Cada pedacito de Jonghyun había sido cubierto con tinta, pero el único lugar que más importaba estaba cubierto. Como aún no confiaba en sí mismo para hablar, Taemin comenzó a desvestirse.


Jonghyun soltó un silbido.


—Debe ser lo más rápido que te he visto desnudarte. Ni siquiera pude disfrutar del espectáculo.


—La próxima vez, —prometió Taemin, arrastrándose a la cama para unirse a su hombre.


Taemin se sentó a horcajadas sobre Jonghyun. Jonghyun puso sus manos detrás de su cuello, su sonrisa malvada. Taemin colocó su trasero sobre el estómago de Jonghyun, claramente consciente de la endurecida polla de Jonghyun presionada contra sus nalgas y la suya, ya a media asta.


—Mírate, ya estás cachondo como el infierno, —comentó Jonghyun, extendiendo la mano para darle a su polla algunos tirones. Taemin gimió, pero se negó a permitir que las talentosas manos de Jonghyun lo descarrilaran de su tarea.


—Estate quieto. Por favor.


Ante esa palabra, Jonghyun se quedó quieto, mirándolo como lo haría un depredador, su mirada intensa y penetrante. Taemin quitó el vendaje del pecho de Jonghyun y dejó escapar un grito ahogado. La tinta nueva aún estaba fresca, roja pero clara como el día. Era su nombre, tatuado en el pecho de Jonghyun. Se inclinó hacia adelante y besó a su hombre lenta y tiernamente, mientras Jonghyun colocaba sus fuertes manos en su cintura. —Es hermoso, —susurró después del beso. —Yo quiero uno también. Tu nombre en mi corazón, así coincidiremos.


—Tienes miedo de las agujas, —señaló Jonghyun.


Él asintió.


—Necesitarás sostener mi mano todo el tiempo.


—Trato.


Taemin volvió a poner el vendaje con cuidado.


—Entonces —aventuró Jonghyun, trazando el largo venoso de Taemin con un dedo. Taemin gimió cuando Jonghyun pasó el pre-semen acumulado en su punta. —¿Dónde está mi recompensa?


Taemin se inclinó para abrir el cajón junto a la cama y sacó el lubricante. La sonrisa de Jonghyun no había abandonado su rostro.


—Prepara tu trasero para mí, bebé, —ordenó Jonghyun.


Sonrojándose mucho, hizo lo que Jonghyun le pidió, destapó el lubricante y comenzó a preparar su trasero. Se sintió increíblemente erótico, tener a Jonghyun mirándolo empujar los dedos mojados en la parte más íntima de su cuerpo. Él gimió, la polla hinchada completamente erecta en unos momentos. Sintiéndose listo, dejó el lubricante a un lado y se deslizó más abajo, hasta que su culo estuvo directamente sobre la polla de Jonghyun. Jonghyun puso sus manos en su cintura y ayudó a bajarlo hasta que Taemin estuvo completamente sentado.


Gimió, consciente del eje de Jonghyun estirándolo por completo.


—Respira profundo, bebé —instruyó Jonghyun.


Taemin hizo lo que Jonghyun le pidió y comenzó a moverse, de arriba a abajo, de lado a lado hasta que la quemadura se calmó. Comenzó a montar a Jonghyun, la emoción recorría todo su cuerpo. Todos los músculos parecían tensos. Taemin se sentía poderoso y en control, montando a un hombre peligroso como Jonghyun. Su hombre. Curvó sus labios en una sonrisa y bajó su boca hacia la de Jonghyun. El beso esta vez fue fuerte y áspero y exactamente lo que necesitaba.


En el momento en que Taemin levantó su trasero, Jonghyun lo agarró por los hombros e invirtió sus posiciones, colocando a Taemin sobre sus manos y rodillas. Sintiéndose increíblemente excitado, Taemin empujó su trasero hacia Jonghyun, quien no perdió el tiempo en reanudar lo que había comenzado. Jonghyun agarró sus caderas y se enfundó dentro de Taemin. Ya relajado, Jonghyun no encontró ningún obstáculo.


Jonghyun comenzó a martillar dentro y fuera de él, moviéndose más rápido y más profundo. Taemin encontró a Jonghyun en cada empujón, jadeando cuando Jonghyun alcanzó su punto ideal. Jonghyun volvió a buscar su próstata.


—Tócate, —dijo Jonghyun.


Taemin alcanzó su pene y lo acarició, sabiendo que ninguno de los dos duraría mucho. Jonghyun le rozó la próstata repetidamente, haciéndole arquear la espalda y gritar. Las bolas de Taemin se apretaron contra su cuerpo.


— Jonghyun, estoy cerca, —admitió.


—Yo también. Nos venimos juntos, cariño—. Jonghyun se acercó y le dio un apretón a la punta.


La presión que se acumulaba en su interior se rompió cuando Jonghyun lo empujó al borde del olvido. Taemin se quedó en blanco. Era claramente consciente de Jonghyun empujando varias veces dentro de él, antes de llenar su trasero con calidez.


Se derrumbaron en la cama, enredados en las extremidades del otro. Consolado por la cálida presión del cuerpo de Jonghyun, Taemin deslizó su mano sobre el pecho de Jonghyun, donde estaba su nombre.


—Te amo, —murmuró. Taemin nunca se cansaría de decir esas palabras. Su relación podría ser poco convencional según los estándares normales, pero ni a Jonghyun ni a él les importaba un comino.


Jonghyun le sostuvo la mirada y le dedicó esa sonrisa malvada. —Yo también te amo, cariño.


 


 


FIN

Notas finales:

Hasta la proxima

Gracias por leer :)


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