Y ahí estaba él, sentado viendo como Benji atajaba todos y cada uno de los balones que iban directo a la portería con la intención de meter un gol.
Todos los días era así, él chico de sonrisa afable aparecía en todos los entrenamientos, minutos después de que Benji llegará. Se sentaba en las gradas, llevaba consigo diversos materiales para entretenerse; pero los dejaba en el olvido y sólo se concentraba en ver a Benji.
Oliver lo vio por primera vez cuando también conoció a Benji. Ese día en donde tuvieron una disputa por la cancha pública, en donde Benji dejó impresionado a Oliver, pero más sorprendido lo dejo aquel jovencito que veía todo a cierta distancia.
Esa piel nívea, su cabello un poco largo que se movía con el viento, su sonrisa y esos ojos, ojos color caramelo que lo hipnotizaron. Debía tener la misma edad que Oliver (13 años) eso sin duda, pero era más delgado y un poco más bajo que él.
Cuando más tarde se enfrentó a Benji en la cancha pública se preguntó si ese muchacho iría a ver el enfrentamiento, para su suerte el joven se presentó unos minutos después, llevaba puesto una bata blanca llena de manchas de pinturas, y hasta su rostro estaba manchado.
El juego comenzó, Oliver desvió su mirada unos segundos hacia el chico, y como era de esperarse, este sólo veía a Benji, esto molesto un poco a Oliver, pues quería que aquel muchacho lo notara, entonces lo resolvió, tenía que meterle un gol a Benji, así podría conseguir la atención de aquel.
Los minutos pasaron, el juego estaba a punto de acabar, Oliver tuvo muchos intentos de gol, pero todos fueron detenidos por Benji, y cuando este los paraba, Oliver veía como el chico sonreía.
En los últimos instantes, con la ayuda de un extraño, pudo conseguir un gol. Instintivamente voltio para ver al muchacho, para ver si lo había sorprendió, para su desgracia aquel joven ya se había ido.
Y luego lo encontró otra vez, cuando se enfrentó el Nankatsu contra el Shutetsu. Llego ligeramente tarde cuando inicio el partido, Oliver lo noto desde la multitud, pudo apreciar mejor su belleza ya que este se sentó muy cerca de la cancha.
Ya no llevaba esa bata manchada, o la cara manchada. Venía bien peinado, con un suéter verde, playera blanca, unos shorts caqui, con zapatos cafés. «lindo» pensó Oliver que estaba atrapado en una burbuja rosa mientras lo veía. Pero esa burbuja explotó cuando el platónico de Oliver le sonrió y saludo a lo lejos a Benji, este sólo le asintió, sin mostrar ni una sonrisa.
«¿Qué le pasa, está demente?» pensó Oliver, si ese chico tan sólo le dedicará una mirada a él de seguro se volvería loco. Eso sería como un regalo de los dioses. ¿Por qué desperdiciaba su tiempo en Benji?
No pudo seguir pensando más porque el partido dio comienzo. Fue todo un esfuerzo el que tuvieron que hacer, ambos equipos daban lo mejor de ellos, pero para todos en las gradas lo que más importaba era el enfrentamiento de Oliver y Benji.
Cuando Oliver metió su primer gol todo el estadio se quedó en silencio, su mirada se fijó en el chico, tenía una cara de sorpresa, de impacto, pareciera que no se creía lo que sus ojos veían. Oliver quiso creer se quedó sin habla al verlo realizar ese tiro de remate, pero eso era poco creíble.
Al finalizar ese partido de empate, Oliver intentó ir con ese chico, ya estaba decidido a conocerlo; pero los gritos y felicitaciones de sus amigos se lo impidieron.
Y así pasaron los días, Oliver seguía con sus entrenamientos y jugando con sus nuevos amigos. Se encontraba un poco triste porque no lo había vuelto a ver, ni siquiera a Benji (ya que suponía que donde iba Benji iba él). Para ese punto Oliver ya creía que aquel chico sólo era unos más de los admiradores de Price que lo seguía a todos los partidos. Al final ambos Oliver y Benji reconocieron lo difícil de ese partido y quedaron en una tregua de paz.
Luego se enteró de las pruebas para formar parte de un solo equipo de la prefectura de Shisuoka, eso lo entusiasmó y a su vez lo hizo pensar; era obvio que los mejores talentos irían a demostrar sus habilidades, y algunos irían sólo para reafirmar que son los mejores, en ese grupo se encontraría Benji, y si el estaría ahí, entonces su admirador también.
Espero ansioso el día de las pruebas, como supuso el chico estaba ahí, está vez iba con una camisa blanca y un overol lleno de pintura.
Al final de las pruebas Oliver está más que feliz por 2 cosas, porque había sido uno de los 30 seleccionados para pasar a las eliminatorias y la otra razón era porque Benji era uno de los 30; y eso significaba que ese niño estaría ahí.
El día en donde se escogerían a los 15 integrantes no fue lo que Oliver esperaba. Su platónico se encontraba una vez más ahí, estaba entretenido con su celular en lo que empezaba el partido. Escucho el silbato que indicaba el comienzo, ya estaba listo para atacar cuando un chico interrumpe en la cancha, era alguien alto, tez morena clara, cabello largo, era alguien mayor que él. Vio como derrotaba a todo aquel que le intentará quitar el balón, y luego sucedió; aquel chico había anotado un gol en la portería de Benji. También vio como el chico que se encontraba en las gradas se levantaba enojado de su lugar e iba a entrar en la cancha, pero este se detuvo porque Benji le hizo una seña.
Mientras tanto el chico que interrumpió en la cancha tomaba su gorra y se iba a ir cuando vio al muchacho de las gradas. Oliver prestó mucha atención porque ese chico se acercaba a su platónico.
— Tom Misaki, es una sorpresa verte por aquí.
— Hyuga. La sorpresa es mía, este es un entrenamiento privado. Deberías irte.
— Lo que ordene mi ángel. — Steve hizo una reverencia y se dispuso a ir, no sin antes decir algo más. — sigues igual de precioso desde la última vez que te vi.
— Ya vete.
Tres cosas marcaron el día de Oliver; se enteró que el chico que llamaba su atención se llamaba Tom Misaki, pensó ¿Quién es ese Hyuga y por qué le llamó ángel a Tom?, ¿Por qué Benji ya no estaba en el partido?
Y así fue como llegaron hasta aquí, ya con los 15 seleccionados. Faltaban 2 semanas para su enfrentamiento contra el Fuji Fc las prácticas eran exigentes, pero Oliver los soportaba sólo por él. Porque con lluvia, sol, frío o viento él siempre estaba ahí.
Se había propuesto que ese día hablaría con Tom, aprovecharía su descanso de 20 minutos para hablarle.