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Prepárate, seras mio. por Princesa Tora

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Vegito estaba con una sonrisa de oreja a oreja mientras mantenía sus dedos entrelazados, observando como Kakaroto devoraba la cantidad de alimentos que ocupaban la mesa, lo mismo Vegeta, y tomando de vez en cuando del champagne anteriormente servido, y con un ingrediente extra a la bebida que él mismo había colocado, sin ser visto, no iba a tardar mucho tiempo en caer a sus pies. Arqueo una ceja al percatarse de que la pastilla triturada en el champagne ya estaba surtiendo efecto; Kakaroto ahora se encontraba limpiando el sudor de su frente, jadeando pesadamente, su cabeza daba vueltas y el menor sentía la desesperada necesidad de quitarse la ropa, pero como estaban en un lugar público, solamente atino a tomar el cuello de su camisa con su dedo índice y alejarlo un poco de su piel para que así le entrase aire fresco, al mismo tiempo que él mismo se daba algo de aire con su mano libre.

 

-¿Qué…que me está pasando? –pregunto Kakaroto jadeando constantemente, sentía dentro de sí un fuerte calor, pero no un calor cualquiera; era una especie de calor…especial. Un calor que de por si le gustaba pero que al mismo tiempo le incomodaba, un calor que le incitaba a perder la cordura, un calor que sienten las personas cuando se sienten…excitadas y con ganas de sacarse esa excitación con una buena dosis de sexo. Si bien Kakaroto era inexperto en ese tema, una erección latente apareció entre sus pantalones, sintiendo vergüenza al comportarse así en un lugar público, alguien podría verlo y tacharlo de pervertido. Instantáneamente se encogió en su sitio, tapando así a su amiguito recién levantado con sus brazos, se estaba calentando y deseaba irse a su casa a terminar con ese problema; no se sentía nada bien. Vegito sonrió de medio lado, había logrado su objetivo, mientras que Vegeta le miraba extrañado; estaba tan concentrado en averiguar qué era lo que ocurría con el Son que no vio en ningún momento las expresiones de su primo al ver así a Kakaroto.

-Te ves mal Kakaroto, creo que te callo mal alguna comida, ¿quieres ir al baño? –pregunto Vegito, Kakaroto lo miro de reojo, asintiendo con la cabeza; estaba tan caliente que no podía ni emitir sonido. Vegito volvió a sonreír y ofreciendo su mano, como todo caballero, estaba dispuesto a acompañarlo al sanitario una vez que Kakaroto le otorgo su mano, y con la otra se tapaba disimuladamente la erección, pero una voz irritante para él lo interrumpió en su objetivo.

-Yo acompañare a Kakaroto, no necesita de tus cuidados. –se levantó Vegeta de su asiento, tomando instantáneamente su otra mano libre. Kakaroto, al ver que su parte delantera se vio desprotegida, atino a encogerse en su lugar con las piernas juntas, para que nadie notase su problema.

-Pero primo, si te has entrometido en casi todo lo que me propongo con Kakaroto, al menos déjame la oportunidad de cuidarlo y saber qué es lo que le pasa. Ambos queremos su bienestar, ¿o no? –Vegeta le miro dudoso, estaba muy preocupado sobre dejarlo solo con Vegito, no era que su primo fuera un desalmado, pero ambos querían cuidar del Son y estar para lo que él necesite, ahora se encontraba muy mal y no había tiempo para ponerse a discutir sobre quien lo acompañara al sanitario. Sin emitir palabra alguna, Vegeta soltó la mano de Kakaroto y se volvió a sentar, Vegito sonrió triunfador y sin decir nada guio a Kakaroto al baño.

 

… …

-¡Maldición, Turles, llevamos 30 malditos minutos recorriendo las calles, espero que tengas dinero para la gasolina! –grito Raditz eufórico, tanto que hasta la gente que pasaba por la vereda se volteara a ver quién fue el responsable de tal grito, que a pesar de tener las ventanillas cerradas, se pudo escuchar un gran eco en el exterior.

-No tengo dinero ni para pagarme una prostituta, ni pienses que tendré para la gasolina. –dijo Turles molesto, hasta él también se estaba comenzando a hartar de estar dando tantas vueltas a las calles y sin poder encontrar a Vegeta y Kakaroto. –Créeme, si tuviera dinero para una prostituta, y si no estuviera este mocoso aquí…-decía al mismo tiempo que señalaba a Tarble en el asiento trasero, el menor frunció el ceño ante el insulto-...haríamos cosas locas, locas…muy locas.

-¿Qué clase de cosas locas? –pregunto Tarble, mirando confundido a Turles con una ceja levantada, y luego mirando a Raditz esperando algún tipo de reacción más que una simple negación con la cabeza.

-No lo escuches, Tarble, estar tanto tiempo encerrado en un mismo sitio le hace hablar locuras. –dijo Raditz mirando hacia la calle y los locales, a través de la ventanilla cerrada, divisando si podría ver algo familiar que les ayudaba a encontrar a su hermano. –Esto es una pérdida de tiempo.

-Bueno, no estaríamos perdiendo tanto el tiempo si tan solo escucharan lo que tengo que decirles. –decía Tarble mirando indiferentemente a la ventanilla.

-¡Ahora escúchame, mocoso! –grito Turles soltando drásticamente el volante, volteando su cuerpo hacia atrás hasta mirar al Saiyan menor con cara de pocos amigos. Raditz se asustó ante la repentina reacción de su amigo, y al ver el volante sin nadie que lo controlara, y viendo que el auto se estaba comenzando a descontrolar, el Son mayor atino a tomar él el volante y dirigir el mismo el auto desde el asiento del acompañante. -¡Te eh estado oyendo todo el viaje de que si hubiéramos escuchado tus tontas indicaciones, no estaríamos ahora mal gastando gasolina y tiempo! ¡Yo estoy conduciendo, lo haremos a mi modo! –grito Turles cabreado, mientras Tarble le miraba con expresión aburrida.

-Al menos déjale la oportunidad para decirnos lo que él quiere. –decía Raditz sin apartar la vista del camino.

-Simplemente era para decirles que Vegeta tiene un localizador en su teléfono. Si tenemos suerte y lo tiene encendido, llegaremos a su paradero en menos de un minuto. –dijo Tarble tomando su teléfono, que estaba guardado en su bolsillo, y tecleando algunas cosas en su pantalla táctil, le llevo a un mapa con un punto rojo en el centro; ese mapa se lo mostro a Turles, lo cual éste no salía de su asombro. –Y Vegeta está ahí.

-Maldición, ¿Por qué no lo hicimos desde un principio? –dijo Turles tomando el teléfono y volviéndose a sentar en su asiento de conductor, Raditz seguía tomando el control del volante mientras Turles veía en el mapa la calle en la que supuestamente Vegeta se encontraba. –En ese caso, vamos para allá. –dijo finalmente el moreno, mientras volvía a tomar el control del volante y Raditz volvía a su antiguo lugar.

 

… …

Vegito entraba al baño, de la mano con Kakaroto, el cual este fue el primero quien ingreso al mismo. Ni siquiera se percató cuando Vegito, ágilmente le coloco seguro a la puerta del sanitario; nadie los va a interrumpir, nadie será capaz ahora de separarlo de Kakaroto; esta vez…no habría escapatoria. Kakaroto entro a un cubículo, arrodillándose frente al inodoro, esperando a que las ganas de vomitar aparecieran, solo para que así su estómago pueda limpiarse y, al menos, poder mejorarse un poco. Vegito solo se dedicó a recostarse sobre el lavamanos con sus brazos cruzados, esperando a que Kakaroto termine de vomitar.

 

-Vegito, quiero ir a casa. –dijo el Son menor, saliendo del cubículo al mismo tiempo que se limpiaba los restos de vomito de la comisura de los labios. Aun sentía ese fuego en su interior, no sabía cómo apagarlo, sentía deseos de tocarse él mismo, ya su erección estaba por explotar, no sabía si sería capaz de seguir aguantando el roce de su hombría con sus pantalones ajustados cada vez que caminaba.

-No te preocupes, Vegito te cuidara. –dijo mientras le tomaba de ambas muñecas y las estampaba contra los finos azulejos del baño. –Y te quitara ese calor que sientes. –dijo en tono seductor, y bajo la mirada confusa del Son, Vegito acerco sus labios hacia el apetecible cuello de Kakaroto, asomando tímidamente su lengua y luego pasándola tortuosamente por todo el largo del mismo, humedeciendo y luego besando expertamente. Kakaroto entreabrió la boca, asombrado por la repentina acción, pero al mismo tiempo disgustado por la situación, no quería que Vegito le tocase, pero no tenía las fuerzas necesarias como para quitárselo de encima; si tan solo no estuviera drogado, ahora mismo lo hubiera mandado a volar de una patada. Kakaroto comenzó a jadear y a removerse en su sitio tratando de liberarse, era inútil, Vegito lo tenía totalmente a su merced.

-De…deja…me. –jadeaba Kakaroto, sintiéndose inútil al no poder liberarse. Sentía como su erección le dolía más y más, ¿Cómo podía su cuerpo reaccionar ante ese tipo de estímulos si su mente no lo deseaba? Se sentía asqueado, pero al mismo tiempo quería liberarse de ese fuego que de a poco lo iba encendiendo. –Aah. –gimió. Su entrepierna había sido tocada por la rodilla de Vegito y lentamente comenzaba un delicioso vaivén, masturbándolo con su rodilla mientras no abandonaba su cuello. Una de sus muñecas se vio liberada, para luego su mano dirigirse hacia su camisa y comenzar a levantarla hasta la altura de su pecho, dejando expuestos sus rosados y erectos pezones, en donde Vegito no perdió el tiempo y comenzó a lamer uno de esos tentadores botones mientras seguía moviendo su rodilla contra su entrepierna. –Aah…Vegito. –estaba sonrojado, y muy avergonzado, jamás había tenido ese tipo de acercamientos hacia otro hombre o hacia otra mujer, y se sentía sucio y usado. Deseaba que alguien entrara por esa puerta y lo salvase de esa situación. Quería morir.

 

… …

 

Vegeta estaba molesto, golpeando la mesa con sus dedos en signo de impaciencia, ya llevaban minutos Kakaroto y Vegito en el baño y aún no había noticias de ninguno. Estaba tan inquieto, que ni siquiera termino de comer su comida, y aún faltaban raciones enteras de carne por devorar. Volvió a suspirar por tercera vez, ¿Kakaroto se encontrara bien? Era una de las tantas preguntas que rondaba su cabeza. Sentía deseos de levantarse y ver qué era lo que estaba sucediendo, cuál era la razón por la cual se demoraban tanto. Opto por quedarse sentado y que su primo manejara la situación, aunque no confiara en él, Vegito no era malvado y sabía que estaría al pendiente de Kakaroto.

 

… …

 

-Ya…para…de una vez. –ahora Kakaroto se encontraba totalmente con el torso desnudo, su camisa termino en el suelo del baño y con Vegito arrodillado frente a él, chupándole el pene con total maestría. Pasando su lengua por el glande y testículos, para luego volverlo a engullir y continuar succionando. Gimiendo el mismo con el pene de Kakaroto en su boca para darle un efecto de vibración y hacer calentar aún más al menor. Vegito lo tenía bien sujeto de los glúteos, masajeándolos con total cuidado como si se trataran de una pieza delicada y preciosa. El Saiyan estaba en su límite, quería poseer al Son, quería que fuera suyo para siempre…quería penetrarlo hasta que no pueda sentarse. -¡Aah…voy a…! –y eso fue el detonador de Vegito, porque al sentir como el pene de Kakaroto comenzó a hincharse, y al escuchar los incitantes gemidos del mismo, aumento la velocidad de sus lamidas, subiendo y bajando la cabeza sobre ese pedazo de carne para así lograr que eyaculara en su boca, quería sentir el sabor de Kakaroto, quería todo de él. El mismo Kakaroto comenzó a mover involuntariamente las caderas, quería correrse, y eso incito a Vegito a continuar con su plan, jamás pensó que sería tan bueno. La esencia del Son se hizo presente, chocando contra su garganta y escapándose por la comisura de sus labios, Vegito sin pensarlo se lo trago, comprobando que el sabor del Son era dulce, dulce como la miel, y a pesar de a ver ya eyaculado, Vegito seguía lamiendo y succionando, verificando si podía sacar aún más de ese delicioso néctar. Kakaroto jadeaba con su frente sudada, tomándose del lavamanos ya que si se descuidaba un segundo iría a parar al suelo. Vegito se separó de Kakaroto, poniéndose de pie.

-Y ahora viene lo bueno. –dijo mientras él mismo se desabotonada sus jeans, dejando ver la cabeza de su pene hinchado y goteante. Kakaroto le miro horrorizado, jamás pensó que Vegito fuera capaz de tanto, no quería que lo lastimara. Atino a salir corriendo, pero desgraciadamente el efecto de la droga aún continuaba, haciéndolo trastabillar terminando boca abajo en el suelo. –Vaya que sencilla me la has puesto.

 

… …

 

Vegeta ya estaba harto, levantándose de su asiento empujando la silla hasta hacerla caer de espaldas. Camino hacia donde estaba el baño, ¿Qué estaban haciendo esos dos ahí dentro? Al llegar a la puerta y girar la perilla de la misma, noto que esta no se abría. Volviéndola a girar enérgicamente hasta percatarse de que la puesta estaba asegurada por dentro. Algo en su interior lo hizo entender que algo no andaba bien, golpeando y pateando la puerta, sin éxito alguno en abrirla.

 

-¡Vegito, ¿Qué le haces a Kakaroto?! ¡Abre la puerta o la tumbo! –seguía golpeando la puerta con su puño mientras que con la otra mano giraba la perilla nuevamente. No se escuchó nada en el interior, solo quejidos. Vegeta pensó lo peor, su cara se le puso totalmente pálida…si Vegito había sido capaz de hacer eso, él…-¡Vegito, te matare si le hiciste daño a Kakaroto! –de pronto escucho de fondo, casi llegando a la puerta de entrada del restaurante, un mesero que le gritaba a alguien que no podían entrar sin estar en la lista, lo cual este recibió de respuesta un ‘’Si, como digas’’ muy sarcástico.

-¿Vegeta? ¿Qué haces por aquí? –pregunto Raditz.

-¡Vegito y Kakaroto están encerrados adentro! –grito eufórico a los tres sujetos que aparecieron de la nada en el restaurante, lo cual estos no entendían que tenia de malo que estén ahí. -¡Está violando a Kakaroto!

-¿¡QUÉ?! –grito Raditz y  automáticamente se puso al lado de Vegeta a golpear la puerta. -¡ABRE LA PUERTA, INFELIZ!

-¡¿Qué no hay personal a cargo aquí?! ¡Muévanse, están abusando de alguien! –grito Turles y como si se tratara de una orden, los meseros presentes comenzaron a moverse de un lado a otro, desesperados, tratando de buscar algo de los cajones para abrir la puerta asegurada.

 

… …

 

-Vaya, creo que quieren entrar. –dijo Vegito mientras salía del interior de Kakaroto sin cuidado alguno. El menor solo se dedicó a derramar algunas lágrimas, mezcladas de dolor en su zona baja y en su interior, en su corazón, se sentía tan asqueado que no sería capaz de mirar a nadie a la cara. Vegito se levantaba del suelo mientras se subía los pantalones y se abotonaba adecuadamente el jean. –Lo siento, cariño, otro día terminaremos con esto. –dijo para luego subirse al lavamanos y escapar por la diminuta ventana, Kakaroto quedo allí tirado boca abajo como si fuera un costal de basura, utilizado, asqueado, deplorable, inútil, ridículo, sin fuerzas. La puerta rápidamente se vio abierta forzosamente, siendo Raditz el primero en entrar al baño para golpear a Vegito, haciéndolo sufrir y ver estrellas de la paliza que le daría. Sintió un vuelco en su corazón al ver así a su hermano y rápidamente fue hacia él, asistiéndolo, y cubriéndolo con su abrigo su desnudez. No vieron a Vegito por ningún lado, el miserable escapó. Pidió a Turles que recogiera su ropa y lo acompañara hacia el auto, lo llevarían a un hospital. El moreno solo asintió con la cabeza, sin decir palabras, no podría bromear con algo así. A pesar de conocer muy poco a Kakaroto, le había caído muy bien, era buena persona y recibir ese tipo de castigo, no se lo desearía a cualquiera, sintiendo deseos de encontrar a Vegito y estrangularlo por corromper a tan delicado ángel.

-Si tan enamorado estas de Kakaroto como muestras, encuentra a tu primo y tráemelo ante mí. Será la primera y última vez que se atreva a tocar a mi hermano.


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