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Prepárate, seras mio. por Princesa Tora

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Era un horror, un espanto, una horrible pesadilla de la cual más de uno deseaba despertar. Kakaroto fue llevado de urgencia al hospital, lo que menos se esperaron fue escuchar el diagnostico medico diciendo que el Son menor tenía un terrible desgarro anal y una potente droga implantado en su sistema; no solamente lo habían violado, sino que también lo drogaron para que ese malnacido llevara a cabo su cometido. Raditz no abandono a Kakaroto en ningún momento, tenía dolor de cabeza y unas fuertes punzadas en su zona trasera se hicieron presente cuando este intento sentarse y que debido al dolor lo obligo a volverse a acostar en la cama. Se sentía profanado y débil, sucio e impuro, humillado y triste; no quería ver a nadie, quería estar solo y lo que menos deseaba en esos momentos era que los allí presentes sintieran lastima por él. Vegeta se sentía muy devastado, creer que un miembro de su familia hubiera sido capaz de hacer un acto tan aberrante, dañar a alguien tan puro e inocente como lo era Kakaroto, definitivamente no merecía el perdón de nadie, ni de Dios, ni de Kakaroto.

Han pasado semanas y nada se ha sabido de Vegito, ni siquiera ha tenido la suficiente valentía como para presentarse en la escuela, ni se ha comunicado con su familia. Las veces que Vegeta intento contactarlo por órdenes amenazantes de Raditz, su teléfono se encontraba apagado. Kakaroto ha podido recuperarse adecuadamente, pero las secuelas de ese día todavía lo atormentan noche tras noche cuando va a dormir. Padre y hermano estaban preocupados, desde que Bardock se enteró de la situación, corrió rápidamente hacia el hospital sin poderse creer aquello que le comentaban: un Son violado era algo que no podía pasarse por alto, y encontrarían al responsable. Bardock odiaba a los Saiyan, hasta comenzó a creer que sus mismos familiares encubrían el paradero actual de Vegito con tal de que no pudieran encontrarlo y entregarlo a las autoridades, llegando a amenazar al padre de familia, Vegita Saiyan, asegurándole que algo malo le pasaría si seguían ocultando a Vegito. El trauma de Kakaroto llego a ser tan grave, que tuvo que asistir varios días a un psicólogo. Su vida estaba arruinada, hasta intento en varias ocasiones quitarse la vida, siendo sorprendido por Raditz quien lo detenía en el acto, impidiéndole su acción.

 

-Todo esto es mi culpa. –decía Raditz sin quitar la vista de la ventana. Turles dejo de ver el camino por un momento, solo para posar sus ojos en su amigo. –Si tan solo hubiera evitado que saliera, si hubiera sacado a Vegito de mi casa en primer lugar, tal vez esto…

-Oye. –llamo Turles, deteniendo el auto automáticamente, estacionándolo cerca de la acera para evitar formar un tráfico. –Mírame. –dijo con voz suave, haciendo que por inercia Raditz dirigiera sus ojos negros en el moreno. –No te atrevas a culparte, ¿sí?. Nadie sabía que esto ocurriría, solamente paso y ya. Nadie tiene la culpa, solo Vegito la tiene, y no quiero volver a escuchar que te hechas toda la carga, ¿está bien? –dijo con una sonrisa reconfortante mientras le tomaba la mejilla a su amigo con su mano. Raditz le miro complacido, aliviado, realmente necesitaba de un amigo en estos momentos, sonrió inconsciente. El corazón de Turles comenzó a latir con fuerza, adoraba ver a sus amigos sonreír, es por eso que a veces se disponía a hacer locuras solo para divertirlos y que olvidaran sus problemas. De pronto Turles se sintió extraño, quizás estaba comenzando a sentir cosas por Raditz, y eso no estaba bien. Lentamente retiro su mano de la mejilla de Raditz, fingiendo que esa sonrisa suya no provoco nada en su interior. –Creo que debemos apurarnos, o de lo contrario no llegaremos.

-Sí, tienes razón. –el Son mayor volvió su vista a la ventana y Turles volvió a poner en marcha el auto. ¿Qué había sido esa sensación? Generalmente no solía sentir nada por nadie a excepción de Vegeta, pero esta vez había sido distinto; cuando Turles le mostro confianza y resguardo bajo ese suave toque en su mejilla se sintió muy feliz y su corazón no dejaba de latir con fuerza. Sacudió levemente su cabeza disimuladamente, estaba mal sentir un sentimiento más allá de la amistad por un amigo. Pero si con Vegeta fueron pareja en su momento y aun así continuaron siendo amigos, ¿Por qué con Turles sería diferente?. Miro de reojo a Turles, quien no ha pronunciado ni una palabra salvo las anteriores mencionadas, concentrado en el camino; suspiro pesadamente, captando la atención de Turles levemente, creyó que era tiempo de hablar. –Mira Turles, realmente aprecio todo lo que has hecho por mí, y de estar en un momento como este a mi lado, jamás lo hubiera esperado de otra persona, ni siquiera de Vegeta. Sé que aprecias mucho a mi hermano y que te duele el momento que está pasando, incluso lo ayudaste llevándolo a una cita con Vegeta a tu restaurante, sabiendo que después tendrías que arreglártelas para pagarle a tu padre, y diste en el blanco cuando algo no andaba bien entre mi hermano y Vegito. Si…-se sonrojo. –si hay algo que quisieras a cambio, entre amigos y como forma de agradecimiento, yo te lo…daría.

-Un Lamborghini azul marino. –dijo de repente. Raditz le miro arqueando una ceja y con una chistosa gota de sudor resbalando detrás de su cabeza.

-V…vaya, tus gustos son algo…exquisitos.

-¿Qué? No, que hay un Lamborghini parado en frente de mí, igual al de Vegito. –los ojos de Raditz se abrieron enormemente, dirigiéndolos directo hacia adelante. Efectivamente, era el mismo auto que conducía Vegito. Esto era algo de no creérselo, después de varias semanas sin saber de él, ¿se digna a aparecer así como si nada? -¿Qué hago?

-Síguelo. –respondió gracias a su inercia y emoción. Turles obedeció en silencio, el corazón de Raditz latía gracias a la adrenalina que sentía recorrer por sus venas,  solo Dios sabia todas las cosas que le haría a ese bastardo, lo torturaría y lo golpearía para después entregarlo a las autoridades, para que lo siguieran golpeando y torturando, porque eso es lo que se merecía. A cada esquina que doblaba, Turles le seguía el paso, sigiloso, sin levantar sospechas de que estaba a pocos pasos de que Vegito sintiera el verdadero infierno, y lo que más le encendía era el pensamiento de que ese infeliz ni siquiera se lo estaba imaginando.

 

… …

 

Bardock estaba en la cocina, apoyado en la mesada que conformaba la misma, llena de ollas y cucharones perfectamente colocados a un lado del fregadero, debía guardarlos pero su cabeza estaba en otro lado. Era su séptimo cigarrillo que fumaba en una hora, siendo incapaz de consumirlos completamente, dejándolos hasta la mitad para luego apagarlos contra el cenicero, disponiéndose a encender otro, dando una pitada de iniciación y expulsando el humo negro por su boca. Sosteniendo el cigarrillo entre sus dedos medio e índice, se tomaba la cabeza, dolía como el demonio. Kakaroto no había salido de su habitación en varios días, ¿y que esperaba? Había sido violado, su inocencia se fue y aun no tenía noticias del responsable. Su hijo no quería comer ni beber, había olvidado la última vez que salió para ir al baño, Raditz lo sorprendió en varias ocasiones tratando de suicidarse y parecía que el psicólogo no daba frutos, porque Kakaroto seguía cada vez peor. Debía ocurrir un milagro para que su hijo se mejorase, su bienestar lo estaba afectando también. En su trabajo no se concentraba, vivía al pendiente del teléfono y hasta estuvo a un parpadeo de ser despedido por ocasionar una pelea con uno de sus compañeros; afortunadamente su jefe es un buen amigo suyo, quien le evito el despido.

 

-Ahh. –suspiro. –Gina, por favor dame una señal de que este no es el infierno, de que exista la posibilidad de un milagro. –y tal como fueron escuchadas sus palabras, alguien estaba llamando a la puerta. Bardock levanto la cabeza y apago el cigarrillo, camino a paso pausado hacia la entrada, encontrándose con el patriarca de la familia Saiyan y a su hijo. Su expresión al verlos fue de odio mal disimulado, ver a alguien con el mismo apellido de ese bastardo hacia que el estómago se le revolviera.

-Son-sama, he venido para hablar con usted. –vocifero el Saiyan padre, con determinación. Bardock arqueo una ceja, ¿había venido solo para hablar? ¿Qué no había sido lo suficientemente claro?. Miro a Vegeta, no parecía estar ahí solo para escuchar una charla de adultos, así que sin emitir sonido alguno, se hizo a un lado de la puerta, invitándolos a pasar. Su rostro emitía ironía, cosa que los Saiyan prefirieron no decir nada e ignorarlo para no provocar al Son, y menos en un momento como este. Ambos quedaron parados en la sala hasta que Bardock hizo acto de presencia luego de cerrar la puerta.

-Kakaroto está arriba. Primera puerta a la izquierda. –Vegeta asintió con la cabeza, dando media vuelta para subir las escaleras, pero una tosca mano se posa sobre su hombro, haciéndole doler por el repentino golpe en el mismo. –Pero te advierto una cosa, si presiento que Kakaroto no quiere verte, que se siente incómodo por tu sola presencia, voy a interferir y te sacare a patadas de mi casa, incluyendo también a tu estúpido padre. –dijo susurrando amenazadoramente en su oído, Vegeta prefirió no mostrar que estaba intimidado, asintiendo con la cabeza sin emitir sonido alguno. Bardock soltó el hombro del pequeño, siguiéndolo con la mirada como este subía las escaleras apresuradamente, viéndolo nuevamente como este desaparecía detrás de la puerta de la habitación de su hijo. –Póngase cómodo. –Vegito obedeció, sentándose en uno de los sillones individuales de la sala, Bardock había ido a la cocina por un momento, llegando nuevamente con dos vasos de agua, depositándolos en la mesa ratona.

-Gracias. –dijo el Saiyan, tomando un gran sorbo de agua, mirando detenidamente como Bardock sacaba de su bolsillo una caja de cigarrillos, seguido de un encendedor y un cenicero repleto de colillas. Se dispuso a encender uno, ofreciéndole el último cigarrillo a Vegita. –Gracias, pero no fumo. –Bardock ante la negativa tiro la caja cigarrillos sobre la mesita. –Tiene una casa muy bonita.

-Habla. –dijo expulsando el humo por su boca, sin mirarle.

-Son-sama…

-Bardock. –corrigió fríamente mientras le daba nuevamente una segunda pitada al cigarrillo.

-‘’Bardock’’. –dijo Vegita correctamente. –he venido hasta aquí, porque nuestro primer encuentro no fue el más apropiado.

-¿El más apropiado? Mi hijo fue violado, y han pasado semanas y aun no se sabe nada del responsable. Y no es ningún misterio quien lo violo, ¡lo hizo uno de tus parientes, un sobrino para ser exactos! –se levantó y tomándolo del cuello de su camisa lo obligo a ponerse de pie, con sus rostros apenas cerca uno del otro. -¿Y aun así pretendes que me acerque con amabilidad?

-Yo no tenía idea de…

-¡Mentiroso! –con furia soltó su agarre, haciéndolo estrellar de nuevo en el sillón. Camina hacia la ventana, dándole la espalda a Vegita, quien era observado por este detenidamente mientras se arreglaba la camisa. No podía creer la cantidad de adrenalina que poseía ese hombre. –Estamos pasando por un momento delicado, la policía no hace nada, vienes hasta mi casa con aires de arrogancia y te burlas del sufrimiento de mi familia, ¿y quieres que crea que realmente no sabías nada? –hubo un silencio mínimo. –todos ustedes son unos violadores. Merecen estar en la cárcel.

-Son-sama, escuche…-dijo poniéndose de pie.

-¡Si escucho Son-sama una vez más, siento que me estaba hablando mi suegro! –con solo media vuelta y caminando dos pasos llego hacia Vegita, señalándolo con un dedo acusador con el ceño fruncido y apretando los dientes. -¡Mi nombre es Bardock! –repentinamente el Son fue tomado de los brazos por las enormes manos de Vegita, haciendo que esa acción lo volviera aún más eufórico. -¡No me toques!

-¡Son-sama, sea razonable, el que uno de la familia Saiyan haya violado a su hijo, no significa que todos los Saiyan seamos unos violadores, o que lo estamos encubriendo. Nadie sabía de esto!

-¡Enserio, habrá una catástrofe si no me sueltas!

-¡Yo me hare cargo de todo, tomare la responsabilidad que tuvo que ser de Vegito y arreglare las cosas!

-¡¿Quieres ayudar?! ¡Tráeme a ese infeliz a la puerta de mi casa, no me sirve que tu vayas y luches sus batallas, tu no me sirves. Lo quiero a él! –y utilizando sus conocimientos de lucha, Bardock tomo los hombros del Saiyan y posicionando uno de sus pies en su abdomen, haciéndolo descender con su propio peso para luego mandarlo a volar con la fuerza de sus piernas hacia atrás, haciéndolo estrellar contra una pequeña mesa con un elegante florero, rompiéndolo en mil pedazos.

 

… …

 

Pasaron minutos, hasta que el Lamborghini azul marino por fin se detuvo debajo de un puente abandonado, lleno de basura, grafitis y vagabundos. Turles y Raditz aún estaban dentro del auto a unos metros de distancia del Lamborghini, observando cualquier futuro movimiento. Parecía que el dueño del vehículo no mostraba intensiones de querer abandonar su posición, ni quiera daba señales de salir del auto, lo que ponía impaciente al Son mayor.

 

-¿Por qué tarda tanto en salir? –pregunto Raditz más para sí mismo que para su compañero. Turles le miro por un segundo para luego sonreír de manera cómplice, Raditz le miro arqueando una ceja sin entender las intenciones de su amigo.

-Déjamelo a mí. –dijo para luego proceder a quitarse el cinturón de seguridad y apagar el motor del auto. Raditz le miro con los ojos abiertos, deteniéndolo para evitar que hiciera una estupidez, agarrándolo del brazo.

-¡¿Qué haces?! 

-¡Confía en mí, esto es una buena idea! –decía Turles tratando de zafarse del agarre de su amigo.

-¡Se supone que no debe saber que lo estuvimos siguiendo!

-¡Y te aseguro que no lo noto, Raditz! –finalmente pudo liberarse del agarre de Raditz, disponiéndose a salir de auto y asomar su cabeza por la ventanilla. –Tú tranquilo.

-No voy a estar tranquilo, eres un estúpido. –dijo mientras veía como Turles se acercaba sigilosamente al auto de Vegito. En el medio del camino, Turles se dio media vuelta para enseñarle a su amigo los dos pulgares arriba, símbolo de que todo estaba bien. Raditz en cambio negó con la cabeza, fastidiado y le enseño el dedo del medio, signo de que lo estaba mandando al diablo. Turles logro su cometido y pudo acercarse a la ventanilla del automóvil, no podía escuchar nada de lo que hablaba y se le veía muy tranquilo apoyando sus antebrazos sobre la ventanilla. Raditz salto en su sitio asustado cuando de un momento a otro, Turles metió parte de su cuerpo dentro de la ventanilla abierta, luchando contra quien sabe que desde dentro. Se podía ver como el auto se tambaleaba de un lado a otro y solo se escuchaban gritos y maldiciones al aire. Turles victoriosamente había tomado lo que quería, obligando a Vegito a salir por la ventana del auto y forcejeando, logro arrastrarlo hacia donde estaba Raditz, y este se apresuró a quitarse el cinturón y salir del auto.

-¡No te resistas! –grito Turles mientras obligaba a Vegito a subir al asiento trasero, asegurándolo con los cinturones y armando unas esposas improvisadas con unas vendas, le ato las muñecas por detrás de la espalda. Vegito no paraba de gritar y forcejear. Ya con el individuo asegurado, Turles cerró la puerta y miro a Raditz, quien le miraba con cara de no poder creer lo que hizo.

 

… …

 

Vegeta escuchaba todo el daño que estaría sufriendo su padre en estos momentos con Bardock mientras se encontraba sentado en la cama. El hombre era alguien rudo y que no demostraba ser alguien con quien se pudiera jugar. Escucho repentinamente un ruido de algo rompiéndose y sintió deseos de salir de la habitación e intervenir, pero el bello sonido de Kakaroto despertando por el alboroto lo obligo a quedarse en su lugar. Kakaroto se removía en su cama, frotándose uno de sus ojos mientras daba un gran bostezo, la habitación estaba semi-oscura y al Son menor no le costó mucho tiempo acostumbrarse a la oscuridad. Sintió el leve peso de alguien sentado en su cama, justo a su lado, supuso que sería Raditz molestando otra vez, insistiendo que debía de salir a respirar algo de aire fresco. Pero al momento de encender su velador y encontrarse con Vegeta, su cara paso a una de miedo.

 

-¡AAh!

-Espera Kakaroto, solo vine a…

-¡Largo! –no le dejo terminar ya que un almohadazo fue a parar a su cara. -¡Papá!

-¡Kakaroto escúchame, no soporto verte así, ya no vas a la escuela, no contestas las llamadas de Tarble, Turles no quiere hablarme y tu hermano parece detestarme!

-¡No me interesa, es tu culpa! –dijo todavía dándole almohadazos fuertes en todas las partes de su cuerpo. -¡Hiciste que en mi vida se involucrara un violador, me violaron! –seguía golpeándolo mientras lagrimas salían de sus ojos a chorros.

-¡Yo no involucre a alguien así en tu vida! –molesto por los fuertes almohadazos, de un solo tirón le arrebato la almohada a Kakaroto, arrojándola lejos de la cama, fuera de su alcance. Sin previo aviso, Vegeta tomo a Kakaroto de los hombros y lo obligo a acostarse en la cama, con él encima del Son. -¡lo que ocurre es que eres muy inocente e ingenuo, no tienes idea de la maldad que tienen las personas y ni siquiera piensas que la tienen, incluso hasta piensas que todos son buenos, pero no lo son Kakaroto. Si me hubieras elegido a mí en primer lugar nada de esto habría pasado, te protegería de todo y de todos. Pero ahí vas tú, sonriéndole a todo el mundo y dándole falsas esperanzas a todos, haciendo que se equivoquen contigo y te terminen haciendo en algún futuro lo que Vegito te hizo! –Kakaroto le miraba atónito, ¿era importante para Vegeta?, se sentía feliz por eso pero no podía dejar que otro Saiyan le envolviera para luego darle donde más le duele.

-¿Te importo? Pues eso no se notó cuando dejaste que Vegito me…hiciera eso. –dijo desviando la cara hacia algún otro punto fijo de la habitación. Vegeta notó eso y suavemente poso su mano en su mejilla y lo obligo a verle al rostro.

-Intente evitar que fueras con él. No sabía de sus intenciones contigo, pero estaba…celoso y no quería que estuvieran solos. –sin esperar a que Kakaroto respondiera, Vegeta posó sus labios sobre los de Kakaroto, estáticos, no quería asustarlo. Sus respiraciones estaban normales, pero Vegeta entreabrió los ojos al ver que Kakaroto estaba empezando a mover lentamente los labios, lo cual el Saiyan aprovecho para corresponder al beso. Sus respiraciones empezaron a alterarse en cuanto el beso se volvía más intenso, sus lenguas danzaban dentro de sus bocas, enfrascadas en una lucha en la que solo podía a ver un solo ganador, el dominante de la situación: Vegeta.

 

… …

Una hora más tarde. Raditz y Turles se encontraban guiando a un Vegito amordazado y con una bolsa en la cabeza por los pasillos hacia el apartamento del moreno, sosteniéndolo de los brazos uno de cada lado obligándolo a caminar. Se sentían con suerte de que nadie estuviera en los pasillos husmeando, o de lo contrario alguien los denunciaría. Con algo de dificultad Turles abrió la puerta, dejando pasar primero a Raditz con el individuo, para luego entrar él de último, cerrando la puerta detrás de sí. Turles corrió hacia la cocina y tomando una silla, ayudo a Raditz a que Vegito se sentara, y atando sus piernas a las patas de la silla y llevando sus brazos hacia atrás del respaldo, atándole las muñecas y asegurándose de que no escape. Aún tenía la bolsa en la cabeza y la mordaza aun presente en su boca. Gritaba incoherencias que ni Raditz y Turles entendieron, se alejaron del sujeto en cuanto vieron lo que habían hecho. Raditz volteo a ver a Turles con cara de pocos amigos y con sus manos en sus caderas en forma de jarras.

 

-¡¿Estás loco?!

-Pensé que esto era lo que querías. –dijo Turles, señalando a Vegito.

-¡Jamás pensé en un secuestro!

-¿Si? Pues de todos modos ya está hecho, así que hagamos lo que nos corresponde  para llevarlo a la policía.

-¿Y qué pretendes que haga, genio? Si el tendrá un cargo de violación, nosotros lo tendremos de secuestro ¡no quiero ir a la cárcel!

-Solo has lo que cualquier persona cuerda haría: somételo a un castigo físico con el fin de mortificarlo, cáusale un sufrimiento intenso y continuado.

-¿Ahora voy a torturarlo?

-¿Quién dijo algo de torturar?

-Prácticamente esa es la definición de tortura.

-¡Solo hagamoslo, has que te tenga miedo! –grito sacando de la nada unas manoplas y extendiéndolas a Raditz. Esto iba a estar grandioso.  


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