Me encuentro caminando en la oscura noche por un sendero rocoso, cerca de las montañas de Aldea donde el aire es puro y el silencio se convierte en un arma de dos filos capaz de traer la más tranquila de la serenidad o la más tormentosa de las torturas… ahí es donde entro yo, mi mente es una densa niebla llena de emociones confusas que avanzan desde el temor al odio y la inseguridad irracionales. Robin. Es lo único que recuerdo de mi pasado, el resto no es más que confusión.
Miro las estrellas del firmamento esperando encontrar una respuesta en su frío tintinear, incluso un pequeño atisbo de claridad podría ser suficiente para qué mi cansada alma tuviera algo de paz. El aire me cala hasta los huesos igual que el día que desperté en este mismo páramo, en ese entonces el único nombre que reconocía era Chrom y ni siquiera sabía a quién le pertenecía. Ahora sé que es el Futuro Rey de Altea… ¿Acaso es a quién debo proteger? Sinceramente… No lo recuerdo.
Miro las estrellas del firmamento esperando encontrar una respuesta de la que ahora estoy seguro que no llegará y entonces lo veo, su cabello rubio platinado ondea con la brisa que le acaricia sutilmente al mismo tiempo que resplandece con la luz de la luna haciendo eco con su armadura y su pálida tez ¿Podría ser un ángel? Quizá el ángel más hermoso del mundo, esbelto, alto y con movimientos gráciles camina por la montaña más cercana hasta llegar a su cúspide. Me percato de que va descalzo, como si su perfección le impidiera sentir el frío al caminar tan firmemente, entonces hace una pausa y es cuando por fin puedo ver sus hermosos ojos rojizos, brillan con una intensidad de la cual nunca podría encontrar una palabra para que les hiciera justicia, son seductores, llenos de vida, bravíos tanto así que me han hechizado y de un pronto a otro contengo la respiración al ver como ese bello ángel empieza a transformar su cuerpo en un imponente, elegante y majestuoso Dragón Blanco; emprendiendo el vuelo de forma delicada y ágil; haciendo que caiga de espaldas mientras una lágrima traicionera baja por mi mejilla izquierda; ahí lo siento, siento como todos mis miedos, mi odio, mi inseguridad, la neblina de mi mente; todo se disipa al ver a la hermosa criatura en sus giros aéreos que me embriaga de pasión, deseo, amor y locura.
“¿Quién eres?” Es apenas un susurro; intangible, volátil, imperceptible. Al menos eso creí hasta que una suave voz, profunda y gentil que me derrite desde el interior contestó delicadamente en mi oído:
“Corrin, mi nombre es Corrin príncipe de Nhor”
Antes de que pudiera voltear mi rostro para admirar más de cerca aquel que me había dado la esperanza que tanto necesitaba una ráfaga de viento aturdió mis sentidos llevándose consigo a mi salvador.
“Mi nombre es Robin…” grite al aire deseando ser escuchado.
“Y donde quiera que estés, Dragón Blanco Corrin… te encontraré”