“Aun siendo amable,
Tú lo que en verdad quieres no es eso.
Hazme una herida obscena como el amor
Despiadada como una tormenta, vuélveme loco
Invítame del dulce néctar como el de una flor.”
Elise no tame ni – Buck Tick.
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Son los primeros días de julio y el verano recién comienza, pero el calor y sus efectos no se han hecho esperar en el pequeño país de Wano. El clima caluroso es especialmente duro para Luffy, quien prefiere la primavera y el invierno ya que son las dos estaciones del año en las que la casa de té recibe más clientela, personas que buscan refugiarse del frio y tener algo de compañía.
El joven kagema limpia el sudor de su frente con su antebrazo, da un suspiro cansado y mueve tentativamente los dedos con los que sostienen la caja con un nuevo juego de delicadas tazas de té que fueron pintadas a mano por Nojiko, la hermana mayor de su amiga Nami. Es bueno que la clientela vea que no ahorran a la hora de servirles y que eso justifica sus elevados precios.
Luffy piensa en modificar algunos de sus viejos kimonos para utilizarlos durante esta temporada de verano cuando lo escucha, el sonido de una voz rasposa quejándose en el callejón a su derecha, esta es una de esas cosas que Nami insiste él debería ignorar, pero aun así Luffy dobla y mira entre las bolsas de basuras cuando entre ellas y apoyado contra el edificio ve a un joven de apariencia abatida con cabello rubio. Luffy se acuclilla junto a él, dejando lo que sostenía en sus manos de lado para acunar e inspeccionar el rostro del joven.
– Está lleno de heridas – dice Luffy para sí mismo, alzando el rostro del joven para ver mejor el tabique de la nariz que está ligeramente desviado, la hinchazón de sus mejillas y pequeños cortes que hay en la parte visible de su rostro – y su respiración suena extraña
El joven hace un sonido de dolor con su garganta que no logra a pasar de sus labios y parece estar haciendo el esfuerzo de abrir sus ojos. Luffy hace pequeños sonidos con su boca, intentando tranquilizarlo mientras acaricia el rostro frio con ambas manos
– shh, tranquilo – pide Luffy, en un gentil tono de voz mientras con una de sus manos aparta el cabello que al joven se le pega a la frente debido al sudor – Cierra los ojos y descansa, cuando vuelvas a abrirlos todo estará mejor.
Sus palabras parecen tener el efecto deseado ya que el joven no vuelve a intentar abrir sus ojos y su respiración es acompasada, pero aún tiene ese sonido rasposo y casi doloroso que llamo la atención de Luffy en primera instancia. Luffy pone uno de los brazos del joven de cabello rubio sobre su hombro y lo sostiene de la muñeca, se agacha de tal manera que la cabeza del joven descansa sobre su otro hombro y tomando la caja con su mano libre, se pone de pie y comienza a caminar en dirección a su hogar
…
Izo está barriendo la entrada de la casa de té cuando Luffy llega, de inmediato deja la escoba de lado y hace el amen de ayudar a cargar al joven de cabello rubio, pero Luffy solo tiende la caja en su dirección y lleva su mano libre hacia atrás para cargar de manera más cómoda al hombre que descansa en su espalda.
– ¿Quién es ese? – pregunta Izo, siguiendo a Luffy por los pasillos de la casa hacia donde se encuentran los dormitorios – ¿Tu lo golpeaste?
– Lo encontré así en la calle – responde Luffy, rodando los ojos porque solo a Izo se le ocurriría que el traería a casa a alguien que él mismo golpeo – Y no podía dejarlo ahí.
– ¿Y qué pasa si es un tipo malo y por eso lo golpearon hasta dejarlo medio muerto? – pregunta Izo, deslizando delicadamente la puerta shoji y permitiendo que Luffy entre primero antes de cerrarla, dejar la caja que cargaba en sus manos en el piso y desenrollar el futón – ¿Y si trata de hacernos algo cuando despierte?
– Entonces lo vuelvo a dejar medio muerto y lo abandono donde lo encontré – responde Luffy, con ayuda de Izo dejan al joven sobre el futón y le quitan los zapatos – aunque puedo sentir que él no es malo, lo que lleva es una mala vida
– confió en tu criterio y tu “misterioso” poder de leer a la gente – responde Izo – buscare las cosas para limpiarlo y sanar sus heridas
– Lo agradezco, Izo – responde Luffy, sonriendo cuando ve la espalda del hombre de largo cabello negro atado en una coleta y la mano que mueve hacia atrás para quitarle importancia, salir de la habitación.
La respiración del joven sobre el futón es algo agitada, lo cual hace a Luffy fruncir el ceño y acercarse a inspeccionar al joven, a quien de todos modos deberá desvestir para limpiar las heridas más visibles. Primero revisa las heridas de su rostro, no son muy profundas y el tabique de la nariz está ligeramente desviado, pero no es nada que presente futuras complicaciones para su salud, ahora sus manos desabrochan la camisa y presiona contra las clavículas buscando algún hueso roto, sus manos se deslizan por el pecho hasta llegar a cada costado del cuerpo y descubre dos costillas rotas en el lado izquierdo. No son tan graves, pero necesitara poner hielo sobre las costillas fracturadas cada vez que sienta malestar intenso y descanso de al menos un mes.
– No pareces un mal chico – dice Luffy al joven inconsciente sobre su futón – No pareces la clase de persona que se involucra en peleas ni tampoco un ladrón, ¿qué podrías haber hecho para que te dejaran en semejante estado?
El joven sobre el futón obviamente no responde, Luffy solo lo observa en silencio hasta que un par de minutos después la puerta se vuelve abrir, Izo volvió con un cuenco con agua y un paño.
– Tiene dos costillas rotas – informa Luffy, tomando los implementos que Izo le tiende, colocando el cuenco en el piso y empapando el paño para luego estrujarlo y pasarlo delicadamente por el rostro del hombre con cabello rubio. Su ceja tiene una extraña forma rizada que hace reír a Izo y debajo de toda esa suciedad se encontraba un joven bastante atractivo.
– ¿Traigo el hielo ahora? – pregunta Izo, y Luffy niega con la cabeza–
– Después – dice Luffy, limpiando el cuello del joven y dejándole la camisa abierta para solo cubrirlo con el cobertor, empapar nuevamente el paño y estrujarlo para dejarlo sobre la frente del chico de cabello rubio – estar recostado debería ayudar a que el dolor disminuya de momento
– Thatch me aviso que el almuerzo está listo – dice Izo – además de que Laki y Shakky están fuera haciendo la compra del sake para la visita del samurái del este y haciendo el pedido de algunas telas para hacer algunos yukatas veraniegos
– Él tiene un nombre, sabes – dice Luffy, poniéndose de pie y tomando la caja en el que se encuentra el nuevo juego de té, hace un pequeño movimiento con su cabeza cuando Izo abre la puerta para él –
–No es mi cliente así que no debo molestarme en aprender nimiedades –responde Izo, encogiéndose de hombros y cerrando la puerta detrás de ellos –
– Vamos, te trajo un regalo también en su última visita – dice Luffy, dirigiendo el camino hacia donde está el comedor –
– Eso es porque se quería ganar tu favor siendo amable con nosotros, – responde Izo, su voz adquiere un tono juguetón – y por las marcas de dedos que habían al día siguiente en tus piernas yo diría que lo logro
– Eres terrible – murmura Luffy, una sonrisa avergonzada en sus labios mientras con su hombro empuja al hombre de largo cabello negro que camina junto a él – He hecho cosas que harían sonrojar al mismo diablo y no sentir nada al respecto, pero tanto Thatch como tu tienen una manera de hacerme sentir avergonzado
– Mis oídos zumban – dice Thatch, quien escucho su nombre mientras ambos jóvenes se acercaban al comedor donde los esperaba – ¿Estaban hablando sobre lo increíble que se ve mi cabello hoy?
– Parece un nido de pájaros como todos los días – responde Izo, sentándose en el cojin con sus piernas cruzadas en la posición de flor de loto mientras Thatch hace un sonido ahogado de incredulidad –
– Yo creo que se ve genial, Thatchy – dice Luffy, cruzando sus piernas y dejándose caer sobre estas –
– Y es por eso que tu ración de comida es más grande, Luffy – responde Thatch, haciendo reír al menor cuando mira con ojos entrecerrados de molestia a Izo –
– ¿Puedes hacer algo liviano de comer para cuando el chico que traje despierte? – pregunta Luffy, para llevarse los palillos con un bocado de arroz a la boca –
– Mientras yo sea el chef nadie pasara hambre aquí – dice el hombre de cabello castaño peinado en un copete – ni siquiera un completo extraño que encontraste en medio de sabe dios donde
– ¡Eres tan genial, Thatchy! – dice Luffy, alentando a Thatch quien solo infla su pecho en orgullo –
– Tienes que dejar de alagarlo, Luffy, o terminara creyéndoselo – bromea Izo, haciendo que Thatch se desplome sobre la mesa y finja estar herido de muerte debido a aquellas palabras.
– Ustedes son graciosos – ríe Luffy, llevándose un trozo de carne a la boca y cerrando los ojos de satisfacción debido a lo delicioso que todo sabe. Izo y Thatch siguen discutiendo de esa manera en que solo los buenos amigos saben hacer mientras comen y relatan las cosas que hicieron durante el día.
…
Cuando Sanji despierta hay un peso frio en su lado izquierdo, abre sus ojos con dificultad y cuando lo hace puede ver una puerta de color blanco, decorada con dibujos de flores hechas de papel washi de distintos colores y formas.
– Él chico despertó, Luffy – dice el hombre que se acuclilla junto a él, Sanji solo reconoce que se trata de un hombre por su voz ya que los rasgos de su rostro son delicados y su apariencia no dista mucho a la de una geisha – oh, sus ojos son muy azules
– Hola – dice la única otra persona en la habitación, sus manos tibias se posan sobre la frente de Sanji quien tiene el impulso de rehuirlas – Ya no tienes fiebre
– ¿disculpa, dónde estoy? – pregunta Sanji –
– En la casa de té Hanamichi– responde Luffy, y Sanji sabe que ha escuchado ese nombre antes. Una pequeña, pero famosa casa de té que atiende solo a personas importantes que necesiten cierto tipo de servicios – Mi nombre es Luffy, hace tres días te encontré entre un montón de basura
– Suena terrible si lo dices así – dice el hombre de largo cabello negro – Mi nombre es Izo, ¿Cuál es tu nombre?
– Sanji – responde, poniendo una mano sobre la bolsa de hielo que hay en su costado para sentarse sobre el futón – Muchas gracias por ayudarme
– Tiene lindos ojos y los modales de un caballero – murmura Izo, golpeando a Luffy en la costillas con su codo – ¿Puedes decirnos tu edad y por qué estabas en ese lugar, Sanji-san?
– Tengo 19 y tuve algunos problemas familiares – dice Sanji, midiendo sus palabras para no decir demasiado sobre una vida que desea poder dejar atrás – es algo complicado
– No tienes un lugar al que volver – dice Luffy, haciendo que Sanji voltee su rostro rápidamente para observarlo – tuviste una fuerte pelea con alguien de tu familia, pero en realidad dejaste que te golpearan y quedaste así, vagaste por las calles y encontraste un lugar semi-seguro donde descansar antes de quedas inconsciente, ¿no es así?
– ¿Cómo…? – Pregunta Sanji, con un nudo en la garganta porque Luffy acaba de describir exactamente como pasó todo–
– Es una historia que ya he visto antes–dice Luffy, sus ojos oscuros tienen un brillo nostálgico que cubre con una sonrisa antes de volver a hablar– eso quiere decir que necesitas un lugar al que pertenecer y ese lugar puede ser aquí
– ¿Aquí? – Pregunta Sanji, confundido – pero no tengo dinero como para pagar mi hospedaje
– Trabajaras apenas te recuperes, necesitamos a alguien que se haga cargo de los mandados y que ayude a Thatch en la cocina – responde Luffy – te ofrezco tres comidas al día, un techo sobre tu cabeza y seis monedas de oro como sueldo.
La oferta suena demasiado bien para alguien que no tiene nada, mejor de lo que Sanji podría haber esperado cuando creyó que moriría en un callejón sucio luego de una paliza que su padre le dio.
– Acepto – dice Sanji, extendiendo su mano para estrechar la de Luffy – espero poder ser de ayuda
– Y lo serás – promete Luffy, estrechando fuertemente la mano del hombre de cabello rubio – somos pocas personas en la casa y algo de ayuda extra nunca está mal
–Avisaremos a Thatch que despertaste para que te prepare algo de comer – dice Izo – por ahora descansa
Sanji asiente, volviendo a recostarse sobre la cama, cerrando sus ojos cuando siente el sonido que hace la puerta al deslizarse para abrir y cerrar, y los murmullos de los dos hombres que han hecho más que suficiente por él sin ni siquiera conocerlo.
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No es inusual para Sanji despertar en medio de la noche, después de todo solía ser el único momento que tenía para sí mismo lejos de los ojos vigilantes de su padre, pero en esta ocasión lo que lo hizo despertar son ruidos y luz filtrándose desde la habitación de junto. El nuevo encargado de los mandados de la casa de té, refriega sus ojos y se pone de pie intentando guardar silencio, la filtración proviene de un agujero en la puerta shoji que sirve como divisor de habitaciones y curioso, Sanji observa con su ojo derecho a través del agujero.
La visión que le esperaba al otro lado es algo que lo confronta con una realidad que hasta el momento no conocía.
Sanji necesito un mes y una semana para que la fractura de sus costillas mejorara, en ese tiempo logro sentirse a gusto en su nuevo hogar y compartir con todos los que viven en la casa. Shakky es una geisha ya retirada, que guía a los jóvenes kagemas que atienden la casa de té, se encarga tanto de la vestimenta de cada uno como de enseñarles las finas artes de la caligrafía, el Ikebana y la ceremonia del té; es una mujer agradable, educada y que comparte el gusto de Sanji por los cigarrillos.
Thatch es el chef de la casa, se encarga de preparar las comidas de todos y de algún festín a gusto del cliente, también es el encargado de hacer las compras del té que se sirve en la casa. Izo por su parte le conto que de pequeño quiso ser un actor kabuki, pero la vida de un kagema lo sedujo en el camino. Es simpático, un poco sarcástico y cuida mucho de su cabello.
Laki es la única aprendiz femenina de Shakky, interesada en aprender las finas artes de las geishas y la seducción que utilizan como un arma de empoderamiento. Sanji en secreto cree que Laki es una kunoichi buscando más áreas en las que especializarse. Y para último queda Luffy, la persona que lo encontró en un callejón y que no dudo en ayudarlo, es la persona con quien más tiempo Sanji ha pasado el último mes al quedar sus cuartos uno junto al otro y es difícil no encariñarse de él, siempre está sonriendo, tarareando una tonada sobre piratas y bailando sin coordinación alguna cuando cree que nadie lo está viendo. Luffy huele a té de canela y a distintas flores dependiendo del tipo de arreglo floral que Shakky les haya pedido hacer durante sus lecciones de Ikebana.
Durante ese tiempo que Sanji tuvo que descansar Luffy fue el único que no tuvo visitas de algún cliente, es por eso que toma por sorpresa a Sanji verlo ahora.
El sencillo, pero elegante kimono verde que llevaba puesto con un obi color rojo alrededor de su cintura, ahora está abierto y con el obi olvidado en algún lugar de la habitación; su cabello negro peinado hacia atrás ahora está desordenado y pegado a su frente debido al sudor y el labial rojo que hora antes brillaba en sus labios, ahora es solo marcas de besos en el cuello del hombre que lo sostiene. El hombre que ahora mismo entierra sus dedos en el trasero de Luffy mientras muerde de manera poco delicada los pezones de Luffy es el samurái más famoso del reino del este, Roronoa Zoro y según Laki le comento a Sanji, el samurái solo pide los servicios de Luffy en sus esporádicas visitas a la casa de té.
– Ah, Zoro – gime Luffy, sus manos se aferran al cabello del samurái mientras este succiona sus pezones – No tan fuerte
– Te extrañe – confiesa el samurái, mientras Luffy quien está sentado sobre el regazo del hombre de cabello verde acuna su rostro para mirarlo a los ojos – en mi última misión no estaba seguro si sobreviviría para verte una vez más
– Zoro es tan fuerte – alaba Luffy, sus manos tocan de manera reverente el pecho del samurái – esta cicatriz – dice, dejando un beso en su hombro desde donde comienza la cicatriz para seguir bajando con sus labios, dejando un beso entre cada palabra – podría haberte arrebatado la vida, pero sobreviviste y saliste victorioso en la guerra.
Zoro toma el rostro de Luffy por el mentón, se inclina ligeramente y une sus labios en un beso, por la manera en que Luffy abre los ojos en sorpresa esta debe ser la primera vez que algo parecido pasa con el samurái. Cuando sus labios se separan, Luffy cubre sus labios con su mano derecha y el hombre de cabello verde tiene una sonrisa triunfante.
– No se besa a las prostitutas, Zoro – regaña Luffy – Es una regla universal
– Nunca he sido muy bueno siguiendo las reglas – responde Zoro, inclinándose para besarlo nuevamente y esta vez Luffy lo encuentra a mitad de camino, sus manos aferrándose al cabello del samurái con desesperación a medida que el beso se torna más sucio. Las manos de Zoro, que se ven tan grandes sosteniendo la delgada cintura de Luffy recorren la curva de su trasero hasta que su dedo índice se detiene a jugar alrededor del agujero, introduciéndolo lentamente y sonriendo en medio del beso al ver que el joven kagema se preparó con antelación.
Una de las manos de Luffy suelta el agarre que tenía en el verde cabello del samurái y la lleva a la entrepierna de este, sus dedos se aferran con experticia alrededor del pene de Zoro y comienza a masturbarlo lentamente, haciendo que separe sus labios para jadear de placer. Un segundo dedo acompaña al primero, Zoro mueve sus dedos de adentro hacia afuera con un ritmo marcado y asegurándose de siempre rozar cierto punto dentro de Luffy. El agarre de Luffy titubea breves segundos en la erección del samurái para hacerse más firme, el joven kagema se folla a sí mismo en los dedos de Zoro mientras mueve su mano al mismo demoledor ritmo sobre la erección del samurái.
– L- Luffy – jadea Zoro, echando su cabeza hacia atrás y haciendo que Luffy sonría triunfante. Con su mano izquierda empuja suavemente el pecho de Zoro haciendo que se recueste sobre el desordenado futón, Luffy quita la mano que intentaba dilatarlo un poco más, con su mano derecha sostiene el pene de Zoro, posicionándolo contra su entrada y deslizándose lentamente sobre este, sintiendo como cada centímetro se abre paso en su interior.
– Estas muy estrecho – jadea Zoro, sus manos sostienen a Luffy por la cintura y mueve experimental su cadera hacia arriba, consiguiendo como recompensa un ruidoso gemido por parte de Luffy – ¿te duele?
Luffy niega con su cabeza rápidamente, moviendo en círculos su cadera y alzándose sobre la erección de Zoro para dejarse caer en un solo movimiento que los deja a ambos gimiendo.
– Se siente tan bien, Zoro – jadea Luffy, la yema de sus dedos trazan la cicatriz en el pecho del samurái quien tiembla ante la sensación – ¿Cómo se siente estar dentro de mí?
– Magnifico – dice Zoro con voz entrecortada por el placer, ha pasado bastante tiempo desde la última vez que sintió la calidez de las paredes internas de Luffy envolviéndolo y no cree que vaya a durar mucho en la primera ronda–
– ¿Nadie más que yo puede complacer a Zoro? – pregunta Luffy, impulsándose con sus piernas de arriba a abajo sobre el pene de Zoro – ¿Soy el único que Zoro necesita?
El samurái solo asiente, mirando a Luffy hacia arriba como si fuera el Dios que responde a cada una de sus plegarias. Sanji, quien no ha podido apartar sus ojos de la escena cubre su boca cuando un gemido está a punto de escapar de sus labios, su moral y decencia fueron rápidamente olvidadas cuando vio a Luffy personificando el pecado original, su mano derecha rápidamente se coló en su ropa interior y comenzó a masturbarse viendo al kagema y su cliente.
La mano de Zoro se mueve sobre la erección de Luffy quien jadea al contacto y sus caderas se mueven de manera descoordinada.
– sigue moviéndote, Luffy – pide Zoro, el ritmo de su mano sobre la erección de Luffy no se detiene – estoy a punto de correrme
– Zoro, Zoro – gime Luffy, moviéndose sobre el samurái de arriba hacia abajo, haciendo que Zoro cierre los ojos debido al placer que parece retorcerse en sus entrañas y hacer tensión en sus testículos – Mi kimono, el kimono que Zoro me regalo va a ensuciarse.
– Te comprare uno mejor – jadea Zoro, moviendo sus caderas contra Luffy, el calor en sus entrañas parece incendiarse aún más por los sucios sonidos que hacen sus bolas chocando contra el trasero de Luffy –
Luffy de un agudo gemido cuando queda estático sobre Zoro, con su cabeza hacia atrás y con los ojos cerrados cuando se corre sobre el pecho del samurái. Zoro sigue moviéndose contra Luffy cuando las paredes internas de este se contraen alrededor de su erección y acaba con un jadeo ronco, sus manos arrastran a Luffy a un beso que es correspondido con la misma intensidad y cabalga su orgasmo, sin dejar de moverse dentro de Luffy y logrando que semen resbale desde el agujero del joven kagema, ensuciando el futón y parte de su kimono.
Sanji apoya su cabeza contra la puerta, cuidadoso de no hacer ruido y respira profundamente, su mano está cubierta de semen y ahora que puede volver a pensar con claridad se siente avergonzado y confundido. El samurái está dejando pequeños besos alrededor del cuello de Luffy cuando Sanji se aleja de la puerta, limpia su mano con una toalla que hay en la habitación y se vuelve a meter a la cama, cubriéndose la cabeza con un cojín y prometiéndose que no tiene que volver a pensar en lo que acaba de hacer si no lo vuelve a repetir.