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Avisos por Aeriel

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Notas del fanfic:

Wojojojo, he vuelto...pero no sola!!! xD Traigo conmigo un oneshot...Disfrutad!

 

Notas del capitulo:

Qué decir...nada, que espero que os guste!!! Dejad algún review, please! ^^

PD: Los personajes que aparecen en este fic son propiedad de su autora, J.K.Rowling, y distribuidores. Yo solamente...alimento mis ansias de yaoi. Y las vuestras un poco también, no? xDD

Mi vida era normal, o todo lo normal que podía llegar a ser, teniendo tras mi cabeza a una panda de psicópatas sin corazón, li

 

Mi vida era normal, o todo lo normal que podía llegar a ser, teniendo tras mi cabeza a una panda de psicópatas sin corazón, liderados por un deforme y despreciable ser, Lord Voldemort, que así se hacía llamar, hasta que comenzaron ésos...

 

AVISOS

 

///////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////Primer aviso\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\

 

— No es por nada, Harry, pero Malfoy acaba de guiñarte un ojo - dijo Ron rompiendo el silencio, sólo roto por bostezos y cubiertos chocar contra platos.

— No digas tonterías, Ron - le miré ceñudo y luego agregué divertido -. Probablemente diría que los Malfoy no guiñan los ojos si se lo preguntara.

— Te aseguro que lo ha hecho - me miró mosqueado, y yo le ignoré absorto como estaba en mi bol de cereales -. ¡Mira, lo ha vuelto a hacer!

Levanté la mirada de mi bol con reticencia, pero me encontré con su cabeza girada hacia Zabini.

— Pues yo le veo muy concentrado en Zabini - seguí revolviendo mis cereales.

— Lo ha hecho a propósito - y subió el volumen al añadir -. ¡Harry, no he mentido!

— No seas cansino - arrastré las palabras con parsimonia -. Se le habrá metido algo en el ojo.

—¿Dos veces?

— Tendrá un tic.

— Te estás auto-convenciendo, ¿sabes? - se cruzó de brazos.

— Está bien, voy a preguntárselo - dije con una mirada que venía a significar siempre te sales con la tuya -. Un pack de cinco ranas de chocolate a que dice su frase típica.

— Trato hecho.

Chocamos las manos.

Iba a ganar, estaba seguro. Malfoy jamás me guiñaría un ojo, ni que se le hubiera metido de verdad algo en el ojo o le diera el sol de lleno en la cara repentinamente.

Terminado el desayuno, nos levantamos a la par y caminamos con determinación hacia la salida.

Tranquilamente, me interpuse entre ésta y el escuadrón de serpientes, encabezado por Draco Malfoy.

— Aparta, Potter - escupió él.

— Sólo quiero preguntarte algo.

— No me importa lo que tú quieras, pero sí lo que YO quiero -  dijo con su usual arrastrar de palabras, acercándoseme amenazadoramente -. Y QUIERO que desaparezcas de mi vista ahora.

Ignoré su ‘ruego’ y ataqué.

— ¿Me has guiñado antes el ojo?

Al Slytherin casi le da un soponcio y el resto de su panda comenzó a reírse sin disimulo.

— ¡¿Estás loco?! - rugió el rubio -. ¡Los Malfoy no guiñan los ojos!

— Te lo dije, Ron - me giré hacia el mencionado.

— Pero... - quiso replicar él.

— Además, ¡¿quién, en su sano juicio, le guiñaría un ojo a un cara-rajada como tú?! - le interrumpió Malfoy -. Y ahora, ¡aparta!

Y de un empujón me hizo a un lado. Yo sonreí. Me encantaba provocarle.

Satisfecho conmigo mismo me giré hacia mi pelirrojo amigo.

— Lo prometido es deuda, Ron - le sonreí con superioridad.

— ¡Maldita sea! - exclamó éste -. Yo sólo te dije lo que vi.

— Venga, déjalo ya y admite tu derrota.

— Que dijera su frase no significa que fuese sincero - se mostró pensativo -. Deberías sacarle la información con Veritaserum.

— Oh, vamos, mira que eres mal perdedor - le di un codazo amistoso y el gruñó.

— Chicos, dejad la charla para otro momento y andando - Hermione habló, mostrando desagrado ante el inminente lío en el que nos íbamos a meter Ron y yo -. No quiero llegar tarde a Pociones por nada del mundo.

Ron y yo estuvimos de acuerdo con ella. Si llegábamos tarde Snape no sólo nos quitaría puntos, sino que, además, nos retendría en su mugroso despacho para limpiar y ordenar sus porquerías. Y ése castigo era mucho peor que internarse en el Bosque Prohibido y ser devorado por las enormes arañas que habitaban en lo más profundo de éste. Y eso que a Ron le dan mucho miedo las arañas...

Llegamos unos minutos antes de que la puerta se cerrara, nos apresuramos a sentarnos en la última fila uno al lado del otro, y sacamos unos pergaminos y unas plumas. …se día tocaba copiar, y Snape no era precisamente ‘lento’ escribiendo en la pizarra. Algunos hicieron calentamientos y todo. Yo sólo entinté mi pluma y la sostuve a pocos centímetros del pergamino, preparado para escribir en cuanto aparecieran las primeras letras en la pizarra.

Entonces, levanté la mirada y la posé en la de Malfoy. …l me la devolvía sin expresión alguna. Y, de repente, pestañeó. Pero lo más extraño es que pestañeó de un solo ojo. Abrí los ojos como platos y aparté la mirada para fijarla en la pizarra. Sentía las mejillas arder y el corazón latir en un frenético tum-tum, como un tambor de guerra. Comencé a escribir en mi pergamino, pero me di cuenta de que Snape ya había comenzado a borrar, y me detuve.

Maldición, me dije. Y miré de nuevo a Malfoy, pero ésa vez mantenía sus plateados ojos fijos en su pergamino, escribiendo con elegancia. Y no sólo hacía eso con elegancia. También andaba con elegancia, vestía con elegancia, montaba en escoba con elegancia,...hasta comía con elegancia. Me maldije. En silencio, claro. Si seguía así Snape me castigaría, pero ya había perdido muchos apuntes, así que, me obligué a escribir lo que ponía, ya empezado, en la pizarra.

Toda la culpa la tenía Ron. Con sus tonterías sobre los guiños y demás...Malfoy no me había guiñado un ojo. Había sido mi imaginación.

Eso es, me dije de nuevo. No puede ser que él me guiñara un ojo. Después de todo, ¿qué beneficio le supondría hacerlo?

 

///////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////Segundo aviso\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\

 

— Psss, Harry - oí murmurar a mi lado.

— ¿Qué pasa ahora, Ron? - pregunté con voz cansina.

— Acabo de ver a Malfoy relamiéndose los labios y los dientes, mirándote como si fueras algo comestible y realmente delicioso.

A punto estuve de caerme de la silla al oír semejante cosa.

— ¡Por Merlín, Ron, estás enfermo! - me levanté de golpe.

La clase entera estalló en risas, y Ron se hundió en su silla, mirándome con cara de estás muerto. Tragué saliva. Me había pasado mucho.

— No discutiré eso, señor Potter, pero...cincuenta puntos menos para Gryffindor, y detención a las ocho en ésta misma clase - soltó Snape con su perpetua sonrisa de satisfacción y su desagradable tono de voz de siempre al dirigirse a mí.

— Pero señor... - empecé a replicar yo.

— Oh, y hará un ensayo de cinco pergaminos a doble cara sobre lo que sus compañeros están copiando y usted no ha sido capaz de seguir - de nuevo esa sonrisa.

Hice un mueca de dolor. Me dolía. Claro que me dolía. Despacho y ensayo en el mismo día...Mi mala suerte me perseguía.

Sin pensarlo, levanté de nuevo la mirada y me encontré con Malfoy escribiendo tranquilamente. Sus compañeros serpientes comentaban entre sí y se reían señalándome, pero él no participaba. Al contrario, les ignoraba.

Qué raro, pensé achicando los ojos en sospecha. ¿Tramará algo?

Negué con la cabeza contestándome a mí mismo.

Nah, sólo se preocupa de sí mismo. Hay que tener en cuenta que no es el mejor en Pociones sólo por su cara bonita y su culo prieto.

Un momento, ¿qué acabo de decir?

Merlín...¿me estaré volviendo loco?

Anda, Harry, deja de pensar en cosas raras y céntrate, si no quieres que Snape te castigue toda la semana.

Y puse atención, evitando mirar a ‘cierto rubio’ que se interponía entre mi pergamino y la pizarra.

 

— Maldición, Ron, todo esto es culpa tuya - le espeté -. Si no hubieras dicho eso de Malfoy...

— ¡Yo no he hecho nada! - exclamó él ceñudo -. Sólo me limité a contarte lo que vi. ¡No tenías que gritarlo en mitad de la clase!

— ¡No pudiste ver ESO, Ron! - subí el tono de voz -. ESO no...

— ¿Alucinaciones ya a tu edad, Potter? - el conocido arrastrar de palabras me interrumpió -. Qué penita me das.

— Que te den, Malfoy - me di la vuelta y le miré con odio.

— ¿Y quién?

— Yo... - dije sin pensar.

Me interrumpí al ver un brillo desconocido en sus ojos. No era malicioso, pero...igualmente me dio escalofríos.

— ¿Tú? - sonrió de medio lado -. Vaya vaya, no sabía que tuvieras ésas preferencias.

— ¡Yo no he dicho que...

Me interrumpí de nuevo. Sí, sí que lo había dicho.

Solté un gruñido de indignación y mientras pasaba por su lado golpeándole en el hombro, le espeté:

— ¡Más quisieras, Malfoy!

Y yo..., me dije.

¡Harry James Potter Evans, o dejas de pensar ésas cosas o me veré obligado a maldecirte!

Si, y qué más.

Mi subconsciente me estaba jugando una mala pasada.

Harto ya de avasallarme a mí mismo, me enfrasqué en una interesantísima (más bien aburrida) conversación sobre la Historia de Hogwarts con Hermione, que consistió en ‘tú hablas; yo escucho’. Yo casi me dormí, pero al menos conseguí sacarme al rubio de la cabeza. Hermione, por el contrario, disfrutó bastante. …sa chica se conforma con bien poco.

 

///////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////Tercer aviso (y a la tercera va la vencida)\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\\

 

A la hora de la cena me sentía psíquica y físicamente agotado. No dejaba de pensar en Malfoy. Y la pregunta era ¿Por qué? Pero no podía contestarla, porque no conocía la respuesta o porque quizás sí que la conocía pero no quería admitirlo.

Me llevé las manos a la cabeza en un gesto de desesperación. Me dolía terriblemente.

Entonces, oí un ulular (bueno, todos lo oímos) y vi por el rabillo del ojo una lechuza común, que identifiqué como una de las del Colegio, que se acercó hasta donde estaba yo. Me entregó una carta, yo le di un trozo de pan y la acaricié en agradecimiento, y luego desapareció volando por donde había entrado.

Examiné el sobre. De color beige, pero de un suave y aterciopelado tejido, y con mi nombre y apellido escritos en dorado, en una pulcra y delicada letra.

— …sa letra es la de Malfoy - dijo una voz a mi lado.

Recordé que estaba en el Gran Salón y que mi amigo era muy cotilla, pero le dejé investigarla, no sin antes leer yo primero su contenido, que decía así:

 

A Harry Potter:

Tu rebelde pelo negro me fascina.

Tus ojos verdes esmeralda me iluminan.

Y tu cuerpo musculoso me atrapa.

Quiero hacerte mío.

Tocar tu pelo,

ver la expresión de tu cara al alcanzar el clímax,

y el brillo de tus ojos cegarme por el deseo.

Sentir tu cuerpo sobre el mío,

y tus brazos en un abrazo sutil e íntimo.

Poséeme,

aunque sea tan sólo una vez.

Esta noche nos encontraremos.

No diré hora ni lugar,

pero sé que sabrás reconocerme.

Te desea,

Tu admirador secreto

 

— Definitivamente es la de Malfoy - sorbió un poco de su zumo.

— Merlín, Ron, para ya, ¿quieres? - dije exasperado -. ¿Por qué iba Malfoy a enviarme una carta como ésta?

— Porque te desea, tal y como dice ahí - señaló la carta -. Piénsalo Harry. Lleváis muchos años de enemigos, pero nunca ha llegado más allá de los insultos.

— ¿Olvidas que intentó maldecirme en incontables ocasiones? - le miré arqueando una ceja.

— Tonterías - Ron hizo un gesto con la mano que venía a ser un eso no tiene importancia. Quise matarlo, pero más por lo que añadió después -. Aunque tú también lo provocas. Pero ésa no es la cuestión ahora.

— ¿Ah, no? ¿Y cuál es? - me crucé de brazos esperando una buena respuesta.

— La cuestión es que vas a hacer.

— Nada - no necesité pensármelo mucho -. Seguir viviendo hasta que Voldemort acabe conmigo, aunque espero morir llevándomelo en el proceso.

— No metas al-que-no-debe-ser-nombrado en ésta conversación, Harry - me regañó -. …l no tiene nada que ver con tu vida amorosa.

— Ron, espabila, yo no tengo vida amorosa.

— Pues será porque no quieres, porque no será por pretendientes...

— No es que no quiera, es que... - me interrumpí y le miré incrédulo -. Un momento. ¿Te parecería bien que saliera con Malfoy, el hurón, el que te llama a ti comadreja y a Hermione sangre-sucia, el que nos ha estado atormentando todos estos años, el que...?

— Frena un poco - me tapó la boca con una mano -. No es que me parezca bien, pero...si te desea no puede ser tan malo.

Levanté una ceja en señal de incomprensión.

— Quiero decir que cualquiera que te desee sólo está un poco loco, teniendo en cuenta el peligro que corre a tu lado, y eso... - se explicó él.

Yo reflexioné. Tenía razón.

No, no la tiene, me dije. No con respecto a Malfoy.

— Vale, ya he tenido suficiente - le quité su mano de mi boca -. Me voy al castigo.

Y me levanté sin darle tiempo a replicar, lanzándole a una serpiente en particular una fugaz mirada, que no pasó desapercibida para éste. Al contrario, la interceptó y sonrió con malicia de regreso. Eso me supuso un escalofrío y aceleré el paso para salir de allí lo antes posible. Me sentía nervioso y cohibido.

Pero, ¿qué demonios pasa hoy contigo, Harry?

No preguntes...

¿Y qué me dices de ésa carta? Su contenido era algo...gráfico, ¿no?

No me la nombres. …sa carta tan sólo es una broma más de las suyas.

¿Estás seguro?

Claro, ¿por qué no iba a estarlo? Al fin y al cabo mi vida es una broma más.

— Señor Potter, ¿se aparta o va a seguir bloqueándome la entrada a mi clase? - la desagradable y conocida voz me hizo despertar de mi ensimismamiento.

— ¡Oh...! - acerté a decir y me eché a un lado.

Tan concentrado como estaba hablando conmigo mismo, no me había dado cuenta de que mis pies me habían llevado hasta las mazmorras, el escondrijo de las serpientes, y por tanto, de ‘ésa’ en concreto, y el lugar donde se encontraba la clase de Pociones donde tendría lugar el castigo.

Entré tras él arrastrando los pies y cerré la puerta a mi paso.

— Bien, ahora debo irme. Hay asuntos que me reclaman - me miró con intensidad -. Confío en que sepa lo que debe hacer, ya que ambos sabemos que ésta no es la primera vez - sonrió con malicia y continuó -. Tenga lista la clase a medianoche, que es cuando se cerrará la puerta. Y no rompa o intente nada, o éste castigo se prolongará una semana. ¿Lo ha entendido, Potter?

— Si, señor - dije de mala gana.

Dio un paso hacia mí y yo, sin siquiera planteármelo, di uno hacia atrás.

— Deme su varita, Potter - extendió una mano -. No la necesitará para éste castigo.

— Pero señor... - intenté replicar yo.

— ¡Ahora! - su voz resonó en la sala.

— Si, señor. Tome, señor - se la alcancé con reticencia y mirándole con profundo odio.

Le vi meter la varita en un cajón de su mesa y salió de la clase sin más. Yo me lancé en picado a por mi preciada varita, pero me sorprendí al ver que ésa mesa no tenía cajones ni aberturas de ningún tipo.

— ¡Imposible! - exclamé yo.

— ¿Sorprendido, Potter? - di un pequeño respingo en el sitio, pero no me giré a descubrir de quien se trataba. Lo sabía muy bien -. Supongo que tu cabecita aún se niega a creer en la magia. Qué decepcionante viniendo del niño-que-vivió.

— Hazme un favor y muérete, Malfoy - sin mirarle cogí un cubo de agua y una esponja que había a un lado de la mesa de Snape.

— ¿Seguro que es eso lo que quieres? - y escuché acto seguido un hechizo silenciador.

Entonces le miré entrecerrando los ojos.

— No... - dije muy despacio -. Quiero saber que haces aquí. ¿Has venido a molestarme o...es por otra razón?

— ¿De verdad quieres saberlo? - se adentró más en la sala.

— ¿Habría preguntado sino?

Sonrió con burla, se acercó a una de las mesas y se sentó al borde. Era una provocación más. Y lo sabía...porque ésa era mi mesa. Su precioso culo estaba apoyado en mi mesa. Y el porque...esperaba averiguarlo muy pronto.

— ¿Hay alguna razón que explique tu extraño comportamiento? - pregunté mirándole fijamente.

— La hay - me devolvió la mirada.

— ¿Una poción mal hecha?

— En todos estos años no he fallado ni una sola vez en Pociones - dijo orgulloso de sí mismo. Yo casi me reí entre dientes.

— ¿Una comida en mal estado, quizás?

— Me he saltado la cena de hoy.

— Entonces... - me quedé pensativo. ¿Qué otra razón podría hacerle actuar de aquella manera?

— Tú - respondió él como leyéndome la mente.

Le miré sin comprender y vi como abría las piernas en un gesto que parecía...¿una invitación?

Inspiré y expiré varias veces. Me estaba empezando a poner nervioso.

— Escucha, Malfoy, no sé lo que te propones, pero quiero que te detengas y te vayas - dije palabra por palabra - Tengo que limpiar y...

De repente, la clase estaba limpia y ordenada. Hasta las telarañas habían desaparecido. Me giré de inmediato hacia Malfoy y le vi jugueteando con su varita.

— ¿Por qué has hecho eso?

— Pensé que necesitarías algo de ayuda y...eso he hecho - se levantó lentamente -. Ayudarte...

— Merlín...me estás volviendo loco.

Y me dejé caer en la silla del profesor Snape con una mano masajeándome la sien. …se rubio iba a acabar conmigo si seguía así.

Sentí, entonces, algo acariciándome el torso, lo que hizo que abriera los ojos de la impresión y levantara la cabeza, para descubrir que la causa...era el mismo rubio.

— Tú escribiste ésa carta... - le agarré las manos, que aún vagaban por mi pecho.

— Demasiado lento - sonrió con malicia.

Y se sentó a horcajadas sobre mis rodillas, rodeándome el cuello con sus brazos.

— ¿Qué te sugiere ésta postura, mm? - me susurró al oído.

— Que estás en un problema - contesté yo -. Y que no tienes idea de donde te estás metiendo.

— Oh, si... - y realizó un movimiento hacia delante, haciendo que nuestras entrepiernas se rozaran y ante el contacto saltaran chispas -. Quiero saber porque...

— ¿De verdad quieres saberlo? - le imité.

— ¿Habría preguntado sino? - me imitó él.

Sonreí ante lo que se avecinaba.

Le empujé violentamente contra la mesa del profesor, aprisionándole los brazos con una sola mano por encima de su cabeza, y me lo quedé mirando. Así, sumiso, me daban ganas de tomarlo. Quería que el tiempo se detuviera.

Esperando a que nuestras respiraciones se normalizaran, la mía por la excitación y la suya por el repentino ataque, nos miramos. Sus plateados ojos me sometían a un escrutinio, al cual yo correspondía con los verdes míos. Un escrutinio que finalizó cuando él habló.

— ¿Qué te detiene?

— Esto es un error. Ambos somos chicos y... - quise apartarme, pero él me agarró de la bufanda perteneciente a mi casa y tiró de ella hacia abajo.

— Error o no...continúa lo que has empezado, o tendrás que vértelas con un Malfoy furioso - su aliento acariciaba mi cara.

Menta...Me encanta la menta.

Y eso fue lo que me terminó por convencer.

— Entonces, supongo que deberé hacer algo... - murmuré mirándole fijamente.

— Supones bien - sonrió como sólo él sabe hacerlo.

Y me apoderé de sus labios con fuerza, arrancándole en el proceso un gemido que fue bien recibido por ‘cierta parte’ de mi cuerpo. Cuando nos separamos me permití observarle. Sus preciosos ojos plata centelleaban, sus mejillas estaban ligeramente sonrosadas, y sus labios rojos e hinchados por el reciente beso. Su pelo rubio platino despeinado, le caía sobre la frente.

— Eres hermoso... - murmuré acariciándole una mejilla con ternura.

— Lo sé - dijo suavemente, mientras se desabrochaba un botón de su camisa y hacía un alzamiento de cejas, invitándome a continuar por él.

E hice lo que me pedía sin rechistar. Me moría por tocarle y acariciarle.

Pronto, su camisa estaba en el suelo y la mía corrió la misma suerte casi al mismo tiempo. Pasé mis manos por su torso desnudo, haciendo que se estremeciera, y bajo su atenta mirada me incliné hacia él y le besé en el cuello, bajando a la nuez, hasta llegar a sus pezones, que lamí y mordisqueé con lentitud, con el único pensamiento de saberlos deliciosos como para dejarlos tan pronto.

Entonces, Malfoy tiró de mí y me besó con desesperación, mientras se frotaba contra mí, haciéndome soltar un gemido, que silenció con otro beso, metiendo su lengua en mi boca, comenzando una batalla con mi lengua, que perdí al ser distraído por una mano traviesa, que acariciaba ‘cierta parte’ de mi anatomía cubierta por mi pantalón.

Mientras seguíamos besándonos, le desabroché el pantalón de pinza y se lo quité, bajándome el mío de paso.

No podía esperar más.

Preparé con cuidado su entrada, a la vez que masajeaba su miembro, para que olvidara el dolor, y poco a poco le fui penetrando hasta estar completamente dentro. La acogida que tuve en su hueco, húmedo y caliente, me hizo gemir de satisfacción. Así debía de ser el cielo.

Varios empellones y jadeos más tarde nos vinimos. Malfoy entre ambos, ya que se me había abrazado, y yo en su interior.

Agotados, caímos sobre la mesa. Yo encima de él, sacando al poco mi miembro de su ano, obteniendo un ronco gruñido de su parte.

Acostado contra su pecho podía sentir su corazón latir rápidamente. Pero esperaba que él no sintiese el mío. Porque no sólo latía por el sexo que acabábamos de tener, sino que también, o principalmente, lo hacia por él.

Merlín...¿qué hago ahora?

Pues si no lo sabes tú, lo voy a saber yo...

No es posible que él me guste. ¡Somos enemigos!

Si, enemigos con derecho a roce, ¿no?

Odio cuando tienes razón.

Yo también te quiero.

Suspiré. Mi subconsciente me había vuelto a ganar.

— ¿A qué hora se cerrarán las puertas? - rompió el silencio Malfoy.

— A las doce - me aparté de él.

— ¿Y qué hora es?

— Déjame ver...las once - respondí mirando mi reloj -. ¡Vaya, qué rápido pasa el tiempo!

— Sobretodo cuando estás entretenido con algo - su voz sonaba divertida.

Le miré fijamente. Estaba de espaldas a mí, recogiendo su camisa del suelo. Casi sin pensar di un paso hacia él y le abracé por detrás. …l se tensó.

— Potter, ¿qué...estás haciendo? - puso una mano sobre una de las mías que descansaban sobre su vientre, aún desnudo.

— ¿Acaso no es obvio? - le susurré al oído, lo que le provocó carne de gallina -. Abrazarte...

— Si, pero, ¿por qué?

— Porque me apetecía - me encogí de hombros -. ¿No puedo?

— No es eso, pero... - se interrumpió al yo separarme de él. Y se dio la vuelta.

— Sólo viniste para tener sexo conmigo, ¿verdad? - le miré duramente.

— En realidad...no - puso una mano sobre su nuca -. Pero supongo que el sexo era otra de las cosas que quería hacer al presentarme aquí.

— …sa carta... - me quedé pensativo, y finalmente añadí -. ¿Es posible que yo te guste?

Se me quedó mirando, y luego respondió despacio y con su usual arrastrar de palabras.

— Potter, no soy ningún mentiroso - vaciló antes de continuar -. Así que, si. Supongo que me gustas...un poco.

No pude evitar sonreír ante ésa confesión.

— ¿Sólo un poco? - me acerqué y le besé en el cuello, haciéndole gemir -. ¿Mm?

— Bueno, quien dice un poco... - se separó y sus ojos color plata me atravesaron -. ¿Y tú?

— Si no me gustaras no habría tenido sexo contigo, ni hubiera dejado que los avisos de Ron me afectaran tanto - sonreí -. Ha sido por él que he descubierto mis verdaderos sentimientos.

— Entonces, ¿debo agradecérselo a la comadreja? - me sonrió.

— Mejor aún...agradécemelo a mí - sonreí con malicia.

— Bien... - en sus ojos volvió a brillar el deseo.

Y nos unimos en un largo y apasionado beso, que daría paso a nuevas caricias y posturas...Al fin y al cabo, teníamos una hora por delante hasta que la puerta se cerrara...

 

Avisos:

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1.      Un guiño

2.      Relamerse los labios y los dientes.

3.      Una carta subidita de tono.

No se necesita mucho más para atraer a una persona a la boca del lobo...y enamorarla en el proceso.

 

 

~* FIN*~

 

 

 

 

Notas finales: Os ha gustado? ^^ Espero que si! Besitos*

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