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Te odio, te amo por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Marvel no me pertenecen, sino a Marvel Estudios, Disney y a Stan Lee. Este fanfic lo hice solo y únicamente como diversión.

Personajes: Dr. Strange/Tony Stark.

Aclaraciones y advertencia: Romance, algo de Ooc, omegaverse y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

Beta Reader:

 

Resumen: Tony se ofrece a casarse para que el reino Místico se una a la alianza conocida como los Vengadores, siendo un omega mayor, sus oportunidades de tener una familia son casi nulas, está podría ser su última oportunidad de ser feliz, aunque viva en un matrimonio sin amor, pero tal vez su nueva vida le dé más libertad de la que soñó jamás.

 

—f

 

 OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Te odio, te amo

 

 

Capítulo 18.- La bruja

 

 

 

Mordo no podía negar que la princesa Astina era simplemente hermosa. Había heredado todos los rasgos de su padre alfa y nada del omega que le dio a luz.

Era casi perfecta.

 

La amaba.

 

Sin embargo, también la odiaba; era hija de Tony Stark, el omega que traicionó a Stephen y aun así era amado por él, un amor que por derecho le pertenecía a Mordo. Esa puta humana le robó y debía pagar las consecuencias de sus actos.

 

—¡Es adorable! —exclamó Hope cuando la niña estornudó. Mordo frunció el ceño, fastidiado. Desvió la mirada al hijo mayor de Stephen; Peter observaba la escena desde un extremo lejano de la habitación.

 

De acuerdo a la tradición del reino; después de la primera semana de vida, los padres del cachorro debían recluirse para recuperarse del parto y los días posteriores del nacimiento, era solo desde el alba al crepúsculo, durante esas horas eran los familiares cercanos (abuelos, hermanos e hijos mayores), quienes se encargaban del recién nacido, de no contar con consanguíneos la responsabilidad recaía en los amigos más cercanos, ese era el motivo por el que los Generales y Virginia se encontraban ahí, ya que Yao se consideraba indigno y Ancestral había muerto.

 

Mordo se acercó al niño. Siempre consideró a Peter como su cachorro, aunque en un principio cuidó al joven príncipe para demostrarle a Strange que era un buen omega, capaz de cuidar de su descendencia, (aunque no vinieran de su vientre). Con el tiempo terminó amando al pequeño como si fuese de verdad suyo, incluso Loki fue hechizado por esos grandes ojos de venado.

 

—Peter —el niño lo miró un momento antes de regresar su atención a Hope, que le realizaba gestos graciosos a Astina, incluso Pepper y Wanda lo hacían. —¿Estás bien? —el infante asintió con la cabeza

 

Mordo frunció el ceño; se puso al nivel de Peter y lo obligó a mirarlo.

 

—Nadie puede quitarte tu lugar —le aseguró al tiempo que acariciaba su cabeza —. Tú eres Peter Benjamín Strange, primer príncipe del gran y poderoso reino Místico, ¿comprendes?

 

Peter asintió.

 

—Lo sé, padre dijo que Astina no me va a quitar su cariño, pero… —el niño se mordió el labio, parecía temeroso a revelar sus sentimientos.

—¿Qué te parece si vamos a dar un paseo? Escuché que hay una nueva dulcería que se ha hecho bastante popular en la última semana —Peter asintió, aunque parecía dudoso a dejar su puesto.

—¿Puede ir el tío Loki también? —Mordo no quería compartir su tiempo con Peter, aun así, asintió con la cabeza. Aunque el omega hubiese preferido estar a solas con el niño, no se sentía capaz de negarle nada.

 

 

Steve no había tenido oportunidad de conocer el reino Místico más allá de los muros de “La Ciudad Sagrada”, dónde la familia real regente y los Generales tenían su hogar.

 

Se le fue asignado una escolta (guía), su nombre era Sam, un beta bastante agradable; cuando Steve lo conoció, creyó que se trataba de un wakandiano, pero él había nacido en el reino Místico.

Sam le contó que tenía una hermana menor, quién trabajaba en las cocinas, tenía dos hijos aún muy jóvenes para presentar casta; su esposo falleció en batalla.

Steve se sorprendió al saber que Sam estaba casado con un alfa macho.

 

En Egos, los matrimonios entre personas del mismo sexo y casta (o como el caso de Sam), estaban mal vistos; aberraciones que iban en contra de las sagradas leyes de Jahverus, el Dios creador.

 

—¿Y estás bien con eso? —cuestionó Steve con el ceño fruncido. Sam acababa de mostrarle una imagen “holográfica” de su esposo que guardaba en un relicario mágico y ahora lo miraba confundido.

—¿Qué quiere decir?

—Bueno, tu esposo es un alfa macho y tú, un beta del mismo sexo —Sam asintió con la cabeza, sin saber o querer comprender cuál era el problema en su relación. —Eso es… pecado —Steve había susurrado la última palabra con tanto cuidado que Sam creyó que tal vez era una palabra prohibida en Egos, tal vez necesitaba estudiar más a fondo el idioma de los países Barbaros.

—Lo siento, creí que mi dominio de su lengua era lo suficientemente bueno —con cierta pena —. Quizás debo usar el traductor mágico para comprenderle mejor.

—No es complicado. Los matrimonios como el tuyo son aberraciones, crímenes contra el Único Dios.

 

Sam frunció el ceño. Había escuchado de su esposo (quién nació en Egos), que muchos de los reinos Bárbaros pensaban que un tal Jahverus había sido quién creó todo lo que existe y lo que no, lo cual, por supuesto que era falso; fueron los Vishanti y algunos dioses menores los que formaron el mundo, los continentes y toda la vida sobre y debajo de estos.

Fue Samsharael, dios piadoso, quién comenzó a crear vida en Egos, sacrificando su forma física para hacerlo.

 

—Sé que ustedes tienen deidades blasfemas. Dioses falsos —Sam frunció el ceño, pero prefirió no decir nada. Una cosa que los Vishanti les enseñaron, era que se debía respetar las creencias religiosas o culturales de todos los seres vivientes.

—Respeto su punto, pero no lo acepto —dijo el beta antes de darle la espalda; continuó con su trabajo como guía. Le mostró caballos hechos de metal que parecían tener vida propia, vehículos de 2 ruedas, llamadas “bicicletas”, niños jugando con artefactos mágicos o de origen alquímico.

 

Se detuvieron en panadería con un letrero que le fue imposible leer. La fachada un tenía simpático lobo blanco humanoide con un delantal rosa, guantes de cocina a juego; sostenía una charola con cupcakes. Lo que más llamó la atención de Steve, fue que uno de los brazos del canino parecía ser de metal.

 

—Fue idea de mi hermana —explicó Sam con una sonrisa. La panadería le pertenecía a su esposo y se llamaba Lobo Blanco, un extraño nombre (al pensamiento de Steve), para un lugar como ese.

 

¿Un alfa panadero? Eso no debía ser posible.

 

Los alfas eran guerreros, lideres, sabios, ellos no entraban a la cocina a menos que fuese para ordenar o reprender a los de las otras castas.

 

Los pensamientos de Steve se vieron interrumpidos; un hombre alto y musculoso emergió de la tienda, tenía un brazo metálico y el cabello largo (incluso más que Thor), algo que por supuesto, no le parecía correcto al rey de Brooklyn.

 

—Sam… —la voz del alfa era suave, sensual, su aspecto también era agradable, demasiado para gusto de Steve, quien estaba incomodo por sentirse atraído ante otro alfa. —Hola amor —la pareja de esposos se besó ante la atenta mirada del rey extranjero.

—¿Quién es él?, ¿nuevo amigo? —el moreno arrugó la nariz y respondió (en su lengua madre), que no tenían ningún tipo de relación y que, muy por el contrario, era solo un extranjero molesto con el que tenía que lidiar.

 

El alfa se separó de su esposo. Le sonrió a Steve, quien esperaba no estar sonrojado o expulsando feromonas que delataran su agrado por aquel hombre.

 

—Hola, soy James Barnes, espero que su visita en el reino sea placentera —Steve estaba tan fascinado con el hombre, que actuaba como un zombi, asintiendo o negando con la cabeza, y diciendo uno que otro monosílabo.

 

Sam se dio cuenta de eso, pero trató de no tomarle importancia; sabía que su esposo jamás lo engañaría y tampoco quería causar problemas diplomáticos al asesinar a un rey extranjero.

 

 

Peter sonrió con el rostro sucio y pegajoso. Loki le había comprado todos los dulces que quiso; sus favoritos eran las paletas cristalinas de sabores frutales, llamadas “Vivi-vivi”, eran de forma de diferentes animales, que incluso realizaban algún movimiento al contacto con la saliva.

 

—¿Podemos ir a visitar a Bucky? —preguntó el niño mientras Mordo limpiaba su rostro con un pañuelo y un poco de saliva.

—No creo que debas comer más azúcar, Arañita —respondió el moreno, mirando a Loki con el ceño fruncido.

—Pero quiero visitar a Winter —dijo Peter haciendo un puchero. Mordo puso las manos en la cadera, posó su atención en el otro omega, culpándolo silenciosamente de todo el asunto y esperando que él hiciera entender al niño que ya era suficiente.

—Por supuesto que sí, Arañita —pero claro, cuando se trataba de Peter, Loki era demasiado débil y no podía decirle que no.

De todos modos, no se encontraban muy lejos de la panadería, tan solo a un portal de distancia o a unas calles, si es que decidían caminar.

El clima era agradable y a Peter le haría bien gastar algo de la energía acumulada que tenía. Aunque el trayecto no fue para nada fácil; había algunos puestos de juguetes y productos alquímicos y por supuesto que el pequeño príncipe hizo que le compraran algo en cada uno de ellos, incluso terminaron comprando regalos para Winter.

Al llegar a la panadería se encontraron con Steve y Sam; el primero, tenía una expresión de adolescente enamorada, mientras el segundo se veía molesto, aunque su gesto cambió al verlos llegar.

 

—¡Bucky! —exclamó el niño antes de lanzarse a los brazos del alfa, que lo recibió con entusiasmo.

—Ya estas más pesado —el menor hizo una mueca muy parecida a la que Loki suele hacer cuando algo le desagradaba.

—No estoy gordo, estoy en crecimiento —la pareja no pudo evitar reírse.

 

Los esposos comenzaron una amena conversación con el pequeño príncipe, momento que Mordo aprovechó para salir del establecimiento.

 

—¿A dónde vas? —le preguntó Loki, quien lo había seguido al exterior del local. No era normal para Mordo (quien era todo una “mamá gallina”), alejarse de Peter, en especial, estando un habitante de los reinos bárbaros; tan cerca.

—Cuida a Peter, regresaré pronto —fue todo lo que dijo antes de desaparecer en una columna de humo verde.

 

 

Loki frunció el ceño. Mordo había estado extraño desde que la princesa Astina nació. Dio un largo suspiro antes de regresar al interior del local; después se encargaría de su idiota compañero.

 

 

….

 

 

Mordo apareció en la zona más pobre del reino; aun así, las casas (salvo algunas pequeñas grietas), estaban en estupendo estado, además de ser de buen tamaño; fácilmente podrían ser comparadas a las viviendas de los miembros de clase alta en los reinos bárbaros.

Las calles, pulcras a excepción de pequeños charcos de agua, producto de la lluvia matutina.

El General se detuvo en un conjunto de casas, muy pegadas la una con la otra, tenía un jardín compartido, en donde los niños jugaban. Mordo se detuvo frente a una de ellas, tocó la puerta. Un hombre castaño de mediana edad le abrió, tenía una expresión amargada, pero al ver al omega moreno, sonrió.

 

—Hola. ¿Puedo ayudarle en algo? —preguntó con voz cordial. Su nombre era Calvin L. Johnson, un alfa nacido en el reino de Brooklyn, que había llegado al reino Místico, gracias a que salvó a una nativa, con la que terminó casándose tiempo después.

Calvin era un médico, un miembro de la nobleza en su país natal, ahí, no era nada, pero el amor que sentía por su mujer, por su familia, le era mucho más importante.

 

—Busco a Jiaying —el alfa asintió, permitiéndole la entrada.

 

Jiaying, era una noble caída en desgracia; durante el reinado de Golden, su familia fueron los únicos que permanecieron leales al rey loco y como resultado, fueron condenados a muerte por los crímenes de tradición, solo una joven Jiaying pudo salvarse, ocultándose en los reinos barbaros durante más de dos mil años. Fue solo cuando conoció a su esposo que decidió regresar, aunque ya no tenía tierras, ni título, por lo que tuvieron que vivir en los barrios pobres.

 

 

—Vaya miren lo que trajo el gato. Un noble hechicero —una hermosa mujer de ojos rasgados y piel canela se presentó frente a Mordo, usaba ropas viejas, pero en buen estado. Ella era a quién el general había ido a buscar.

—Para qué me llamaste… bruja —espetó el omega con molestia.

 

Los brujos no eran como los hechiceros; no podían hacer magia con libertad, necesitaban de objetos especiales, aunque eran buenos con las pociones. Sus vidas eran a penas más largas que alguien sin capacidad mágica, pero contaban con una habilidad que los hechiceros no.

Los magos podían hacer diferentes cosas, desde tener super fuerza, volar sin ninguna clase de instrumento, hacer uso de algún elemento, etc., ninguna habilidad era igual a otra. En el caso de Jiaying, podía robar la energía vital de cualquier ser vivo para permanecer siempre joven.

 

—Escuché que por fin nació la princesa heredera —Mordo frunció el ceño. No le gustaba que esa mujer hablara de Astina, mucho menos con esa expresión.

—El nacimiento de la princesa heredera es de dominio público, incluso en las tierras bárbaras saben sobre ella —respondió con seriedad.

 

Jiaying no le agradaba; tenía un grupo de gente no mágica (traída de tierras bárbaras), que la adoraba casi como a una diosa y cada cierto tiempo, los ancianos sacrificaban el tiempo de vida que les quedaba para que ella permaneciera siempre joven. Por supuesto que Stephen y Ancestral en su momento sabían de ella, pero no podían aprenderla mientras no representar un peligro para el reino. Mordo pensaba que su relación con Golden podría ser suficiente para enviarla a juicio, pero ella era demasiado joven en ese entonces y no había pruebas que la incriminara.

 

—Pero no todos saben que el valiente y leal General Otoño está celoso del humano que nuestro querido rey tomó como esposo —el omega frunció el ceño, sus ojos brillaron en dorado; una clara amenaza. —También odias a la dulce princesa. Quieres que desaparezcan, ¿cierto?

 

Suficiente. Mordo no iba a permitir que esa bruja amenazara la vida de un bebé, mucho menos de la hija de Stephen, sin importar que tanto odiara al humano que la engendró. Tomó a Jiaying del cuello y la estrelló contra la pared mas cercana.

 

—Amenazar a un miembro de la familia real tiene como castigo la muerte, bruja —gruñó furioso. Tuvo que soltarla cuando la mujer usó su don; le estaba quitando energía y dolía.

—¿Qué dirías si te digo la forma de librarte de ese humano, y al mismo tiempo hacer que el rey te ame?

 

Mordo la miró serio. Sus emociones eran un caos. Él amaba a Stephen, daría todo por estar con él, incluso perderse a sí mismo.

 

—¿Qué quieres? —Jiaying sonrió. El tonto e ingenuo omega le facilitaría cumplir su más grande deseo.

 

 

Continuará…

 

 

…..

 

 

 

Bueno, espero que les gustara el capítulo y lamento la enorme demora. Nos vemos en la siguiente.

 

 

 


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