Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ópalo por Momino

[Reviews - 109]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Penúltimo capítulo, chicxs hermosxs. 

¡Muchas gracias a todos los que me mandaron sus comentarios! <3

Lean

Capítulo 17

                   

No recuerdo estar cayendo, pero estaba mirando al techo, tratando de mantener mis manos presionadas a la herida por arma de fuego, porque había visto a la gente hacer eso en la televisión, pero no podía sentir mis manos, así que no estaba seguro de sí estaban allí o por los costados.

Mi rostro estaba mojado.

Iba a morir en cuestión de minutos, quizá antes, le había fallado a Sasuke y a mi mamá. Les fallé, porque Sasuke iba a morir, también, y mi mamá... oh, Kami, mi mamá llegaría a casa para encontrar esto. No iba a sobrevivir a ello, no después de papá.

Un escalofrío rodó por mi cuerpo y mi pecho se esforzó en respirar.

No quería morir solo en el suelo frío y duro. No quería morir en absoluto. Parpadeé y cuando volví a abrir los ojos, el techo era borroso.

Sin embargo, nada dolía. Los libros tenían razón. Había un punto donde existía tanto dolor que no podías procesarlo o estabas más allá de él. Probablemente más allá...

La puerta principal se abrió y una voz familiar gritó—: ¿Naruto? ¿Dónde estás? Algo está mal con Sasuke...

Mis labios funcionaban, pero no había sonido. Lo intenté de nuevo.

—¿Sai?

Paso a paso se acercó más y luego—: Oh, por Kami... Oh, por Kami.

Sai estaba de repente en mi línea de vista, con el rostro borroso en los bordes.

—Naruto, santa mierda, Naruto... espera. —Movió mis manos manchadas de sangre lejos y puso las de él sobre la herida mientras levantaba la vista, viendo a Jiraiya desplomado junto a la nevera—. Maldición...

Me esforcé en sacar una palabra.

—Sasuke...

Él parpadeó rápidamente, su forma desapareció por un segundo y luego su cara estaba frente a la mía, sus ojos brillaban como diamantes rojos, y no podía apartar la mirada. Sus ojos, sus palabras, me consumían.

—Sasori le está trayendo de vuelta. Está bien. Va a estar bien, porque tú vas a estar bien. ¿Entiendes?

Tosí en respuesta  algo húmedo y caliente cubrió mis labios. Tenía que ser malo—sangre—porque la cara de Sai palideció aún más mientras ponía sus dos manos sobre la herida y cerró los ojos.

Mis párpados parecían demasiados pesados y el repentino calor que irradiaba de él iba y venía por mí. Su figura se desvaneció y él estaba en su verdadera forma—brillante y lustrosa como un ángel—, pensé que si fuera a morir, por lo menos había visto algo tan hermoso como esto antes del final.

Pero tenía que aguantar, porque no era sólo mi vida la que pendía de un hilo. Era la de Sasuke. Así que obligué a mis ojos a abrirse, manteniéndolos en Sai, viendo como su luz parpadeaba en las paredes, bañando la habitación. Si él me sanara, ¿podríamos estar vinculados?

¿Los tres? No pude envolver mi cabeza en eso. Y no sería justo para Sai.

Y entonces había voces. Reconocí la de Sasori y la de Itachi.

Hubo un ruido sordo al lado de mi cabeza y entonces él estaba allí, su hermoso rostro pálido y tenso. Nunca lo había visto tan pálido, y si me concentraba, podía sentir su corazón funcionando como el mío. Sus manos estaban temblando mientras tocaba mis mejillas, suaves bajo mis labios entreabiertos.

—Sasuke...

—Shh —dijo, sonriendo—. No hables, dobe. Está bien. Todo está bien.

Se volvió hacia su hermano menor, tirando suavemente sus manos manchadas de vuelta.

—Puedes parar ahora, Sai.

El menor debe de no haber respondido directamente a él, porque Sasuke estrechó su mano.

—No podemos arriesgarnos a que hagas esto. Tienes que parar, hermano.

Alguien, que sonó como Sasori, dijo—: Hombre, estás demasiado débil para hacer esto. —Y entonces me di cuenta de que era él, y que él estaba a mi otro lado. Creo que me cogió la mano. Podía haber estado alucinando, sin embargo, porque vi a dos Sasuke.

Espera. El segundo fue Itachi. Él estaba sosteniendo al bastardo, manteniéndolo en posición vertical. Sasuke nunca necesitaba ayuda. Era el más fuerte, él es más fuerte. Pánico floreció.

—Deja a Sai hacer esto —insistió Sasori.

El pelinegro negó con la cabeza y después de lo que pareció una eternidad, Sai se retiró y asumió su forma humana. Se arrastró fuera del camino, con los brazos temblando.

—Es una locura —dijo él—. Estás absolutamente loco, Sasuke.

Cuando el Uchiha de en medio se deslizó en su verdadera forma y puso sus manos sobre mí, sólo estaba él entonces. El resto de la habitación se escabulló. No quería que me curara si ya estaba débil, pero entiendo por qué él no quería que Sai lo hiciera. Demasiado arriesgado, sin saber cómo o si nos vincularíamos los tres juntos.

El calor fluyó a través de mí y luego ya no estaba pensando realmente. La voz de Sasuke estaba en mis pensamientos, murmurando palabras tranquilizadoras una y otra vez. Me sentía ligero, fresco y completo.

Sasuke... dije su nombre una y otra vez. No sé por qué, pero me mantenía conectado a la tierra sólo por oír su nombre.

Y cuando cerré los ojos, no se volvieron a abrir. El calor renovador estaba en todas las células, lo que facilitaba a través de mis venas, acomodándose en mis músculos y huesos. El calor y la seguridad me tiraron abajo y lo último que oí fue la voz del azabache.

Puedes irte ahora.

Lo hice.

 

 

Cuando abrí los ojos de nuevo, una vela en algún lugar de la habitación parpadeaba y bailaba en las sombras. No podía mover mis brazos y no sabía dónde estaba durante un segundo, pero mientras arrastraba una respiración profunda, un olor a tierra me rodeaba.

—¿Sasuke? —Mi voz era ronca y seca de pánico.

La cama, estaba en una cama, sumergido y de la oscuridad llegó él. La mitad de su cara estaba bañada en sombras. Sus ojos brillaban como diamantes negros.

—Estoy aquí —dijo—. Justo a tu lado, dobe.

Tragué saliva, manteniendo la mirada fija en él.

—No puedo mover mis brazos, teme.

Hubo una risa profunda y ronca, y pensé que era terrible que él se riera cuando mis brazos no se podían mover.

—Aquí, déjame arreglar eso para ti.

Las manos de Sasuke se sentían a mí alrededor, encontrando los bordes de las mantas. Las soltó.

—Eso es.

—Oh. —Moví mis dedos y luego deslicé mis brazos. Un segundo después, me di cuenta de que estaba desnudo. Completamente desnudo bajo las mantas. Fuego corrió sobre mi cara y bajó por mi cuello.

¿Habíamos...? ¿Qué diablos no estaba recordando?

Me aferré al borde de la manta, estremeciéndome mientras sentía la piel sobre mi pecho.

—¿Por qué estoy desnudo, dattebayou?

Sasuke me miró. Un segundo paso y luego dos, tres.

—¿No recuerdas?

Tomó un momento más para que mi cerebro procesara todo y cuando lo hice, me senté y empecé a tirar de la manta lejos. Sasuke me detuvo con su mano.

—Estás bien. Sólo hay una pequeña marca, una cicatriz, pero es muy tenue —dijo, su mano rodeando la mía—. Honestamente, no creo que nadie se dé cuenta a menos de que la busquen realmente de cerca, y yo estaría perturbado si alguien estuviera mirando tan cerca, usuratonkachi.

Mi boca se movió sin sonido. A nuestro alrededor, la vela proyectaba sombras en la pared. Era la cama de Sasuke, porque mi cama no era tan cómoda o tan grande como la suya.

Jiraiya había vuelto. Él me había disparado, me disparó justo en el pecho y yo... no pude terminar ese pensamiento.

—Sai ayudó a limpiarte. También lo hizo Ino. —Sus ojos buscaron mi cara—. Ellos te pusieron en la cama. No... les ayude.

¿Ino me vio desnudo? Estúpidamente, fuera de todo, eso hizo querer arrastrarme bajo las sábanas. Hombre, necesitaba poner mis prioridades en orden.

—¿Estás seguro de que estás bien, dobe? —llegó a tocarme, pero se detuvo, con la mano persistente a un centímetro o más de mi mejilla.

Asentí con la cabeza. Había recibido un disparo, un disparo en el pecho. Ese pensamiento estaba en repetición. Había estado cerca de la muerte una vez antes, cuando habíamos luchado contra Momoshiki, pero ser disparado era un estado totalmente diferente. Iba a tomarme un momento para comprender plenamente, especialmente porque no parecía real.

—No debería estar sentado y hablando contigo, ttebayou —le dije torpemente, mirando a través de mis pestañas—. Esto es...

—Lo sé. Es mucho. —Entonces me tocó, colocando la punta de sus dedos en mis labios con reverencia. Dejé escapar un suspiro tembloroso—. Es realmente mucho.

Cerré mis ojos por un momento, absorbiendo el zumbido y el calor que su toque trajo.

—¿Cómo lo supiste, teme?

—De repente sentí que me faltaba el aire —dijo, dejando caer su mano y acercándose más—. Y había una sensación ardiente en mi pecho. Mis músculos no funcionaban bien. Sabía que algo había pasado. Afortunadamente, Sasori e Itachi fueron capaces de sacarme sin causar una escena. Lo sentimos, no hubo filete de pollo frito.

—No creí que volvería a comer de nuevo, de veras.

Una sonrisa apareció en sus labios.

—Nunca había estado tan asustado en mi vida, dobe. Tuve a Itachi llamando a Sai para ver cómo estabas. Yo... estaba demasiado débil para llegar aquí por mí mismo.

Recordé lo pálido que había lucido y que su hermano mayor había estado sosteniéndolo.

—¿Cómo te sientes ahora, dattebayou?

—Perfecto. —Inclinó la cabeza hacia un lado—. ¿Tú?

—Me siento bien... —Sólo quedó un dolor sordo, pero no era nada—. Salvaste mi vida, nuestras vidas, de veras.

—No fue nada, usuratonkachi.

Me quedé boquiabierto. Solo Sasuke podría pensar que algo como esto no era nada. Y luego otra nueva preocupación se levantó.

Retorciéndome en la cama, busqué el reloj de cabecera en la oscuridad. Las verdes luces digitales me mostraron que era sólo un poco más allá de una de la mañana. Había dormido durante unas seis horas.

—Tengo que ir a casa, ttebayou —le dije, recogiendo la manta a mi alrededor—. Tiene que haber sangre y cuando mi mamá llegue a casa por la mañana, yo no...

—Se han hecho cargo de todo, dobe. —Me detuvo—. Se ocuparon de Jiraiya y la casa está bien. Cuando tu mamá llegue a casa, no sabrá que algo paso.

El alivio fue potente y me relajé, pero no duró mucho. Una imagen surgió, de pie en la cocina, sonriendo a Jiraiya e incitándolo, enviando un escalofrío a través de mí. Silencio cayó entre nosotros mientras miraba la habitación en la oscuridad, reproduciendo la tarde una y otra vez. Seguí atrapado en lo tranquilo que me había convertido, lo frío que tendría que haberme sentido cuando esa parte de mi decidió que tenía que... tenía que matar a Jiraiya.

Y lo había hecho.

Un sabor amargo llenó la parte trasera de mi garganta. Había matado a gente y eso contando el Arum. Una vida era una vida, había dicho Sasuke. Entonces, ¿cuántos había matado yo? ¿Tres? Así que había matado a cuatro seres vivientes.

Mi respiración se levantó y se atascó alrededor del nudo que crecía rápidamente en la garganta. Lo que fue peor que el saber que había tomado vidas, fue mi aceptación de hacerlo. No había tenido ningún reparo acerca de lo que hice cuando ocurrió y ese no era yo, ese no podía ser yo.

—Naruto —dijo en voz baja—. Kitsune, ¿qué estás pensando?

—Lo maté, Sasuke. —Las lágrimas brotaron y se derramaron por mis mejillas antes de que pudiera detenerlas—. Lo maté, y no me importó en absoluto, dattebayou.

Él puso sus manos sobre mis hombros desnudos.

—Hiciste lo que tenías que hacer, Naruto.

—No. Tú no lo entiendes. —Mi garganta se cerró y me esforcé por respirar—. No me importó. Y me deberían preocupar este tipo de cosas, de veras — Me reí con voz ronca—. Oh, Kami...

El dolor apareció en su mirada brillante.

—Naruto...

—¿Qué está mal conmigo? Algo está mal en mí. Yo podría solo haberle desarmado y detenerlo. No tenía por qué...

—Naruto, el trató de matarte. Te disparó. Actuaste por defensa propia.

Todo sonaba razonable para él. Pero, ¿lo era? El hombre era débil y frágil. En lugar de incitarlo, pude haberle desarmado y eso era todo. Pero lo maté...

Mi control se resbaló y se rompió. Me sentía loco por dentro, calambres formaban tantos nudos que pensé que nunca estaría enderezada de nuevo. Todo este tiempo había estado tan convencido de que podía hacer lo que era necesario, que podría fácilmente matar y cuando llegó, había matado, pero Sasuke había tenido razón. Matar no es la parte difícil. Era lo que venía después: la culpa. Era demasiado. Todos los fantasmas de los que habían muerto por mi propia mano y los que habían pasado sobre quienes fueron vinculados a mí aparecieron rodeándome y asfixiándome hasta que el único sonido que pude hacer fue un grito ronco.

Sasuke hizo un sonido en la parte trasera de su garganta y me llevó a sus brazos, mantas y todo. Las lágrimas seguían llegando, y me sacudió, sosteniéndome cerca. Y no se veía correcto o justo que él me confortara. No sabía lo fácil que había sido para mí para tirar de ese interruptor, para convertirme en otra persona. Ya no era el mismo doncel. No era el Naruto que lo había cambiado y el que lo inspiró a ser diferente.

No era él.

Luché para soltarme, pero él aguantó y yo odiaba eso, odiaba que él no viera lo que yo veía.

—Soy un monstruo. Soy como Pain, ttebayou.

—¿Qué? —Incredulidad espesó su voz—. No eres nada como él, Naruto. ¿Cómo puedes decir eso?

Lágrimas corrían por mis mejillas.

—Pero lo soy, de veras. Pain mató porque estaba desesperado. ¿Cómo lo que hice es diferente? ¡No lo es!

Negó con la cabeza.

—No es lo mismo, dobe.

Arrastré aire en una bocanada.

—Podría hacerlo de nuevo. Juro que lo haría. Si alguien amenazara a mi mamá o a ti, lo haría. Y sabía que después de todo lo que había sucedido con Pain y Gaara. Así no es como la gente reacciona, no es correcto, Sasuke...

—No hay nada malo con proteger a tus sus seres queridos — argumentó—. ¿Crees que he disfrutado matar? No lo hago. Pero no volvería a cambiar las cosas.

Limpié mis mejillas mientras mis hombros temblaban.

—Es diferente, teme.

—¿Cómo es eso? —Agarró mi cara entre sus manos, obligándome a mirarlo a través de pestañas empapadas por lágrimas—. ¿Recuerdas cuándo me encargué de los dos oficiales del DOD en el almacén? Odiaba lo que había hecho, pero no tenía otra opción. Si ellos hubieran informado que nos habían visto, todo habría terminado y no iba a dejar que te tomaran. —Sus dedos siguieron mis lágrimas y bajó la cabeza, atrapando mi mirada cuando traté de mirar lejos—. Y odié lo que había hecho, he odiado cada vez que he tenido que tomar una vida, Arum o humano, pero a veces, no hay otra opción. No lo aceptas. No estás bien con ello, pero sí llegas a entenderlo, dobe.

Agarré sus muñecas. Eran tan gruesas que mis dedos apenas las rodeaban.

—Pero qué... ¿Qué si yo estaba bien con ello?

—No estás bien con ello, Naruto. —Él creía en esa declaración, en mí, sonaba verdad en su voz, y no podía entender esa fe ciega—. Sé que no es así.

—¿Cómo puedes estar tan seguro, dattebayou? —susurré.

Sasuke sonrió un poco. No un tipo de sonrisa plenamente impresionante, pero aun así se inclinó hacia mí, envolviendo mi corazón.

—Sé que eres bueno en tu interior, usuratonkachi. Eres el calor y la luz y todo lo que no merezco, pero tú... tú crees que te merezco. Sabiendo todo lo que he hecho en mí pasado a otras personas y a ti, y todavía crees que te merezco.

—Yo...

—Y eso es porque eres bueno por dentro, tú has sido y siempre lo serás. —Sus manos se deslizaron por mi garganta, a la curva alrededor de mis hombros—. No hay nada qué puedas decir o hacer que cambie eso. Así que lamenta lo que tenías que hacer. Llora, pero nunca, nunca te culpes por cosas que están fuera de tu control.

No sabía qué decir.

Su sonrisa se deslizó en esa media sonrisa engreída que me enfurecía y emocionaba.

—Ahora consigue sacar el resto de esa mierda de tu cabeza, porque eres mucho mejor que eso, eres más que eso, dobe.

Sus palabras, bueno, tal vez no habían borrado todo y quizás no habían cambiado la parte de mí que no era tan perfecta como él pensaba, pero me envolvió como un suave edredón. Ellas fueron suficientes para ese momento... para entender lo que había hecho y que era importante, que era suficiente. No había palabras para lo mucho que apreciaba lo que dijo y lo que había hecho. Un agradecimiento no era suficiente.

Todavía temblando, con las manos hechas bola en esos pequeños nudos, me incliné y presioné mis labios contra los suyos. Sus dedos se cerraron alrededor de mis hombros mientras su pecho se levantó bruscamente. Probé mis propias lágrimas saladas en sus labios mientras el beso se profundizaba, probé mi propio miedo.

Pero había algo más.

Era nuestro amor, estaba nuestra esperanza de que pudiéramos salir de esto con un futuro. Era nuestra aceptación del uno al otro, lo bueno, lo malo y lo absolutamente feo. Había tanto anhelo reprimido. Tanta emoción que llevaba un puñetazo directo a mi alma y a la suya. Lo sabía, porque podía sentir su ritmo cardíaco elevándose. El mío igualó el suyo a su medida. Todo eso estaba en un simple beso y era demasiado, no es suficiente, y simplemente perfecto.

Me aparté, respirando agitadamente. Nuestros ojos se encontraron.

Una gran cantidad de emoción brilló en sus brillantes ojos negros. Tomó mi mejilla con una mano tiernamente, y habló en su lengua encantadora.

Sonaba como tres liricas, un verso corto y hermoso.

—¿Qué has dicho, teme? —Le pregunté, mis dedos aflojándose alrededor de la manta.

Su sonrisa era reservada, luego sus labios estaban en los míos de nuevo y mis ojos se cerraron. Solté la manta, sintiéndola deslizarse, alrededor de mis caderas, y sentí a Sasuke dejar de respirar por un momento.

Me guió hacia atrás, y envolví mis brazos alrededor de él. Nos besamos durante lo que pareció una eternidad y eso no fue lo suficientemente largo. Podría seguir, nunca parar, porque en ese momento, creamos un mundo en el que nada más existía. Estábamos perdidos uno en el otro por un momento en el tiempo, se aceleró y se deslizó por la misma instancia. Nos besamos hasta que me quedé sin aliento, había probado muchas veces el sabor de su lengua, pero esta era un sabor distinto, me sentía un adicto y solo nos deteníamos para explorar con caricias el uno al otro. Estábamos calientes y enrojecidos, girándonos de vez en cuando. Mi cuerpo se arqueó contra él y cuando me quejé, él se calmó.

Levantó la cabeza, pero no dijo nada. Miró durante tanto tiempo, y yo quedé tan duro que cada punto de mi cuerpo parecía estirarse demasiado lejos.

Mi pecho se apretó. Me estiré, colocando mi mano temblorosa en su mejilla.

Inclinó su cabeza contra mi mejilla,  su voz sonó era áspera y cruda.

—Dime que me detenga y lo haré, dobe.

No iba a hacerlo. No ahora. No después de todo. No había nada que negar nunca más, y mi respuesta fue darle un beso, y sin palabras, comprendió.

Se puso sobre mí, sin tocar del todo. La electricidad entre nosotros rompió y tiró dentro de nuestras venas. Una sensación salvaje pulsaba a través de mí. Levanté mis manos, hundiéndolas en su cabello, tirándolo más cerca. Barrí mis labios sobre los de él, y su cuerpo se estremeció. Sus ojos ardientes se cerraron mientras mi pulgar se movió en su labio inferior. Mis manos estaban en movimiento, deslizándose sobre los gruesos músculos en su cuello y su espalda, alrededor de su pecho y hacia abajo. Bajé, sobre los duros planos de su estómago hasta su vientre, y él respiró fuerte.

Pero yo no detuve el andar de mis curiosas manos. Seguí bajando hasta tocar más allá  de lo notorio. Y detrás de mis párpados pude ver que los bordes de su cuerpo comenzaron a brillar iluminando la habitación con una luz suave. Él emanaba calor de su cuerpo.

 Los ojos de Sasuke se abrieron de golpe y se sentó cuando pude llegar a mi destino deseado, sin embargo no me permitió continuar cuando tiró de mí en su regazo. Sus ojos ya no eran negros, sólo orbitas de luz roja y pura. Mi corazón se disparó sobre sí mismo. El fuego comenzó en mi estómago, esparciéndose a través de mí cómo una ola de lava.

Sus manos temblaban en mis caderas y el repentino ataque de energía, de poder desenfrenado se apoderó de mí. Era como tocar el fuego o ser golpeado por mil voltios de electricidad. Fue emocionante.

Nunca había estado tan emocionado, más listo.

Cuando sus labios se encontraron con los míos, mil emociones estallaron en mí. Su sabor era delicioso y adictivo. Me apreté contra él, nuestros besos se profundizaron hasta que estaba nadando en sensaciones embriagadoras que golpeaban contra todos los poros de mi cuerpo.

Donde quiera que él tocara mi piel cobraba vida. Sus labios se perdían en un camino ardiente desde los míos hasta la columna de mi garganta. Todo alrededor de nosotros, su luz parpadeaba, como mil estrellas cubriendo las paredes, apareciendo y desapareciendo.

Nuestras manos estaban por todas partes. Sus dedos estaban en mi estómago, subiendo, entre mis costillas. Parecía que iba ser más lento en esto. Cada contacto fue medido y preciso. La respiración se hizo difícil, mientras nuestras exploraciones crecían. Y yo sentía que era su manera de prepararme, aunque yo consideraba que no había necesidad por la cantidad de humedad en mi cuerpo. Definitivamente no era su primera vez en nada de esto, pero no se apresuró y se sacudió tanto como yo lo hice.

Sus vaqueros junto con su ropa interior terminaron en algún lugar del suelo y nuestros cuerpos estaban sonrojados. Manos profundizándose más y más dentro de mi. Lo sentía, pero yo necesitaba más, en cambio el azabache se tomó su tiempo, incluso cuando yo estaba empujándolo a ir más rápido con alguno inconscientes movimientos pélvicos.

Hasta que lo hizo.

Entro más rápido de lo que hubiera imaginado, pero después lo hizo lento durante lo que pareció una eternidad... hasta que ninguno de nosotros podía esperar más. Recordé lo que Sai había dicho de su primera vez. No había ninguna incomodidad aquí. Más cosas de las que esperaban. Sasuke tenía protección y hubo malestar al principio en la primera estocada. Bien. Me dolió, pero Sasuke... lo hizo mejor. Y entonces estábamos moviéndonos uno contra el otro, como si esto ya lo hubiéramos hecho alguna otra vez.

Sintiéndose igual como lo que era tocar la fuente, pero más potente. El sentimiento de la montaña rusa estaba allí, pero diferente y más profundo, él estaba allí conmigo. Era más que perfecto y hermoso. Se sentía como si por primera vez estuviera completo con al pelinegro encima.

Me sentía amado, deseado y satisfecho, sin duda estar con él en ese momento me hacía ver las mismas estrellas de sus ojos pero en toda la habitación. Aunque de vez en cuando el pelinegro me traía a la realidad con sus hermosas y extrañas palabras, o con alguna caricia en mi rostro. Y muchas veces juré a ver visto emanar de mis poros una luz acompañada a lo que yo consideraba como un verdadero orgasmo.

Después de lo que parecieron horas más tarde y honestamente podría haberlo sido, Sasuke me besó suavemente, profundamente.

—¿Estás bien?

Mis huesos se sentían sensibles de una manera totalmente buena.

—Estoy perfecto.—Y luego bostecé, justo en su cara. Qué romántico.

Él rompió a reír, y giré mi mejilla contra la almohada, tratando de ocultarme. Sin embargo, no me dejó. Como si no esperara nada menos. Rodó sobre su costado, tirando de mí contra él, inclinando mi cabeza hacia la suya.

Sus ojos buscaron los míos.

—Gracias, dobe.

—¿Por qué, teme? —Me encantó la sensación de sus brazos alrededor de mí y cómo yo encajé contra él, duro contra blando.

Pasó sus dedos sobre mi brazo, quedé impresionado con la forma en que podía hacerme temblar.

—Por todo —dijo.

Regocijo aumentó dentro de mi pecho, y mientras estábamos en los brazos del otro, nuestras respiraciones salían entrecortadas, nuestros cuerpos aún entrelazados porque todavía no podíamos conseguir lo suficiente el uno del otro. Nos besamos. Hablamos. Vivimos.

 

 

 

Cuando dejé la casa de Sasuke el domingo por la mañana, él se quedó conmigo hasta que escuchó el coche de mi mamá aparcando en la entrada. Entonces hizo esa cosa rara alienígena de súper velocidad y salió sin ser visto; pero mientras yace en la cama junto a mí, sin querer dejarme solo después de lo que pasó con Jiraiya, nunca me he sentido más a salvo. El sexo no tiene nada que ver con eso, pero cuando regresó por la tarde y nos fuimos a por almuerzo para nosotros y mamá, cada pequeña mirada o roce de nuestra piel significó algo más, una cualidad de complicidad y ternura que ya estaba ahí, pero ahora  más acentuada.

Yo no lucía diferente. Una parte de mí pensaba que estaría estampado en mi frente o algo así y tenía un poco de miedo de que mi mamá de algún modo lo averiguara, entonces tendríamos de nuevo esa molesta conversación sobre aves y abejas, pero no lo hizo.

La vida siguió adelante por un rato. Era lo mismo... un poco mejor en algunas áreas, pero durante la siguiente semana, Sasuke y yo tuvimos poco tiempo juntos. Nadie habló de Jiraiya, con la excepción de preguntar si yo estaba bien. Había una posibilidad de que Sasuke tuviera algo que ver con eso.

Nuestras prácticas se habían incrementado con Itachi, Kakashi y Pain,  también incluían al resto del equipo. Todos conocían su plan.

Todos sabían también que no tendríamos otra oportunidad después del domingo si fallábamos.

Ya tentábamos nuestra suerte.

Pain se apartó del grupo. Se había comportado así desde que lo había enfrentado acerca de su espeluznante y acosadora actitud...

Gracias a Kami.

—La ventana de tiempo sigue siendo la misma. Tenemos quince minutos para entrar y salir con ellos.

—¿Y si algo va mal? —preguntó Sai, revolviendo su cabello nerviosamente entre sus desvanecidos dedos.

Sasuke recogió un pedazo de ónix. A este punto todos podíamos manejarlo por un minuto y veinte segundos, y con el pequeño pedazo de ópalo ni siquiera nos molestaba a Sasuke y a mí.

—Estaremos bien con los escudos de ónix. —Lanzó la roca de vuelta al montón—. Cada uno puede soportarlo lo suficiente.

—Pero no está rociado sobre nuestros rostros —protestó su hermano menor con los ojos abiertos como platos—. Sólo lo estás manejando.

Pain se acercó un poco más.

—Nunca estuvo pulverizado en mi rostro. Lo único que hice fue manejarlo una y otra vez. Es la única explicación lógica.

—No. No lo es. —Él soltó su cabello y enfrentó a sus hermanos—. Manejar el ónix y tener tolerancia es una cosa. Tenerlo rociado sobre el rostro es otra completamente diferente.

Sai tenía un buen punto, pero era todo lo que podíamos hacer. Itachi sonrió por su hermano más pequeño y siempre era extraño para mí cuando lo hacía, porque era tan extraño ver una sonrisa real y transformaba su rostro.

—Estaremos bien Sai. Lo prometo.

—Y los láseres... tienen que cuidarse de ellos —agregó Sasori haciendo una mueca.

—Sin duda —dijo Pain—. Pero no deben ser un problema. Las puertas de emergencia sólo son activadas cuando la alarma se dispara y si todo va de acuerdo al plan, estaremos bien.

—Ese es un gran problema —se quejó Sai.

Demonios sí, eran un gran problema, pero estábamos en esto hasta el final. Sólo mirando a Itachi reafirmé por qué estábamos a punto de arriesgar nuestras vidas de nuevo. Porque conocía, sin duda alguna, que si fuera Sasuke el que estuviera encerrado en Jinchuriki, me arriesgaría tantas veces como fuera necesario para liberarlo.

Una parte de Itachi se encontraba perdida y la otra mitad era Deidara. Ninguno de nosotros podía esperar que se alejara de esto, y todos iríamos hasta el fin del mundo por aquellas personas que amamos.

Después de otra agotadora sesión con el ónix, decidimos descansar y dirigirnos a casa. Kakashi y los Sabaku No se marcharon, al igual que Pain. Sai entró, mientras nosotros tres nos rezagamos y finalmente el Uchiha mayor desapareció hacia algún sitio al lado de la casa.

Sasuke tomó mi mano y se sentó en el tercer escalón, tirando de mí entre sus piernas para que mi espalda se recostara a su pecho.

—¿Te sientes bien, dobe?

—Sí, teme —dije. Era la misma pregunta que hacía después de cada práctica, y sí, medio que lo amaba por eso—. ¿Tú?

—No necesitas preocuparte por mí, usuratonkachi.

Rodé los ojos pero me recosté, disfrutando de la sensación de su pecho y el modo en que sus brazos se encontraban a mí alrededor. Inclinó su cabeza, presionando sus labios contra mi pulso. Podía saber hacia dónde se dirigía su mente y yo estaba a bordo de ese tren.

Itachi reapareció, el sol poniente proyectando un halo a su alrededor. Metió las manos en sus vaqueros y se meció sobre los talones sin decir una palabra.

Sasuke suspiró y se enderezó.

—¿Qué pasa, Itachi?

—Nada —dijo, sus ojos entrecerrándose hacia el cielo que se oscurecía con rapidez—. Sólo pensaba.

Esperamos tranquilamente, ambos sabíamos que no se podía apresurar al pelinegro mayor. Él diría lo que quería decir cuando estuviera listo. Una vez más, me encontré preguntándome cómo sería él antes de que estas cosas terribles le sucedieran.

Finalmente dijo—: Ustedes no necesitan hacer esto el domingo, hermano.

Los brazos de Sasuke se alejaron.

—¿Qué?

—Ustedes no deberían hacer esto. Sai tiene razón, es mucho el riesgo. No sabemos si realmente seremos capaces de atravesar esos escudos de ónix. ¿Quién sabe cuál es el verdadero propósito de Pain?

Esto no los incumbe en lo absoluto.

Su hermano mayor nos miró, su expresión lucía llena de sinceridad.

—No deberían hacer esto. Dejen que Pain y yo entremos. El riesgo es nuestro.

El pelinegro menor se mantuvo en silencio unos momentos.

—Eres mi hermano Itachi, así que cualquier riesgo tuyo, es mío.

Sonreí, inclinando mi cabeza hacia atrás.

—Y cualquier riesgo del teme es mío, ttebayou.

—No estoy de acuerdo con eso, ¿pero entiendes lo que estamos diciendo, hermano? —Sasuke puso sus manos en mis hombros—. Estamos juntos en esto, en lo bueno y en lo categóricamente malo.

El ojinegro más alto dejó caer sus pestañas.

—No quiero ver a ninguno de ustedes dos heridos. No creo que pudiera vivir con ello.

—No nos haremos daño —dijo Sasuke, tan fuerte, que no hubo duda en mi mente de que él lo creía cierto. Sus manos aterrizaron en mis hombros, masajeando mis músculos tensos—. Todos saldremos de ahí junto con Deidara y Nagato.

Sacando sus manos de los bolsillos, Itachi las pasó por su cabello.

—Gracias, hermano. —Sus labios se crisparon mientras bajó las manos—. ¿Saben que me voy... me voy a tener que marchar después? Tal vez... pueda terminar el semestre, pero Deidara y yo tendremos que irnos.

Las manos de Sasuke se tensaron y pude sentir tropezar su corazón, pero entonces se movió de nuevo.

—Lo sé hermano. Nos aseguraremos de que Deidara esté escondido hasta que estén listos para marcharse. Apestará, pero... pero sé lo que tienes que hacer.

Su hermano mayor asintió. —Nos mantendremos en contacto.

—Por supuesto —dijo el menor.

Bajando la vista, me mordí el labio. Hombre, quería comenzar a hacerme un ovillo. Su familia no debería ser dividida otra vez. Todo esto porque eran lo que eran y ninguno se lo buscó. No era justo. Lo peor de todo: no parecía que hubiese algo que pudiéramos hacer.

 

 

El jueves por la noche, después de otra entumecedora sesión de entrenamiento, Sasuke y yo sucumbimos a nuestra insana necesidad de azúcar, visitando los tugurios locales de comida rápida, el té dulce para la victoria. En lugar de entrar, quitó el pestillo de la parte trasera de su camioneta y nos relajamos.

El cielo estaba claro y titilantes estrellas comenzaban a llenarlo. Cuando las miraba, pensaba en Sasuke y en su especie.

Me codeó juguetonamente.

—¿En qué estás pensando, dobe?

Sonreí con la pajita en los labios.

—A veces olvido lo que eres, pero entonces miró esas estrellas y lo recuerdo, dattebayou.

—¿Tú olvidas lo que eres?

Riendo bajé el vaso.

—Sí, supongo que sí, de veras.

—Genial.

Balanceé los pies.

—Pero en serio, lo olvido. Creo que si la gente supiera acerca de ustedes, se acostumbraría a los Luxen, ttebayou.

—¿En serio? —Sonaba asombrado.

Me encogí de hombros.

—Ustedes no son diferentes, teme.

—Además de todo el asunto de ser perdedores —bromeó.

—Sí, además de eso.

Soltó una risita y se recostó, frotando su barbilla contra mi hombro como un gato grande. Pensando que le gustaría la idea de ser comparado con un león o algo, sonreí.

—Quiero que lleves el ópalo contigo el domingo, dobe—dijo.

—¿Qué? —Me levanté y volteé hacia él—. ¿Por qué? Tú eres el más fuerte de todos nosotros, bastardo.

Una sonrisita engreída apareció.

—Y por eso es por lo que no necesito el ópalo.

—Sasuke —suspiré, entregándole el resto del té, él lo tomó—. Tú lógica falla, dattebayou. Porque eres el más fuerte, el ópalo hará más por ti que por cualquiera de nosotros, de veras.

Sorbió el té, sus ojos prácticamente centelleando.

—Quiero que uses el ópalo en caso de que algo vaya mal. No estoy discutiendo contigo, usuratonkachi.

—Como sea, dattebayou—Me crucé de brazos haciendo un puchero.

—Y si no estás de acuerdo, te ataré, no de manera divertida, y te encerraré en tu habitación, dobe.

Me quedé boquiabierto.

—Está bien, puede que de manera divertida. Tal vez después, cuando todo esté resuelto, regresaré y...

Lo corté.

—Me gustaría verte intentando atarme, bastardo.

Arqueó una ceja.

—Apuesto a que sí.

—Cállate, ttebayou—gruñí—. Estoy hablando en serio, teme.

—Yo también, dobe. Estarás usando el ópalo.

Arrugué el ceño.

—Esto no tiene sentido, de veras.

—Tiene todo el sentido del mundo, kitsune —besó mi mejilla—, porque soy perfecto.

—Oh por Kami. —Lo codeé y se rió. Volví la mirada al cielo estrellado y entonces me di cuenta. ¿Cómo no había pensado antes en ello?―. Tengo una idea, dattebayou.

—¿Tiene que ver con desnudarse?

Le di otro codazo.

—Kami, no. Eres un pervertido, teme. Tiene que ver con el ópalo. ¿Y si lo partimos en pedazos y lo repartimos entre todos?

Arrugó el entrecejo concentrándose.

—Podría funcionar, pero es un gran riesgo. ¿Y si hacemos añicos la roca? Dudo que funcione como polvo. Aún si la partimos en pedazos ¿todavía surtirá efecto?

Todas eran buenas preguntas.

—No lo sé ¿no podemos probar? Entonces todos están protegidos, al menos alguno, de veras.

No dijo nada por un prolongado momento.

—Es un riesgo, dobe. Prefiero saber que estás protegido antes que esperar a que lo estés. Sé que suena egoísta, pero lo soy. Soy increíblemente egoísta cuando se trata de ti.

—¿Pero Itachi...?

Sasuke me miró.

—Como dije, soy increíblemente egoísta cuando se trata de ti, usuratonkachi.

Honestamente no sabía qué decir.

Suspiró mientras se frotaba la mandíbula.

—Si terminamos destruyendo el pedazo de ópalo, entonces entrarás sin nada que te resguarde. Kakashi, Itachi y yo somos Luxen. Seremos más fuertes que tú, no nos cansaremos con facilidad, no necesitamos el ópalo, no como tú.

—Pero...

—No estoy dispuesto a arriesgarme, Naruto. Si romper el ópalo lo debilita, entonces ¿cómo te ayuda realmente? —Sacudió la cabeza—. No necesitamos un empujón extra, tú sí.

Mis hombros cayeron con el carácter irreversible de sus palabras. La frustración me inundó. No era que no entendiera lo que me decía, sencillamente no estaba de acuerdo.

Más tarde, Sasuke recuperó el ópalo de su escondrijo y lo presionó contra la palma de mi mano, envolviendo la suya alrededor mientras nos deteníamos en el portal de mi casa. Los pájaros nocturnos cantaban a nuestro alrededor, un dosel de gorjeos y trinos. Las rosas de primavera que había plantado después de la escuela una semana antes llenaban el aire con un aroma limpio y fresco.

Sería romántico si no quisiera pegarle un puñetazo.

—Sé que estás enojado, dobe —sus ojos se clavaron en los míos—, pero esto me hace sentir mucho mejor acerca de todo ¿está bien?

—Hace un par de días le dijiste a Itachi que nada iría mal, dattebayou.

—Lo hice, pero por si acaso... quiero que seas capaz de salir sin importar qué.

Mi corazón tartamudeó.

—¿Qué... qué estás diciendo, idiota?

Sonrió, pero era forzado y lo odié.

—Si algo sale mal, quiero que salgas de allí. Si tienes que dejar este maldito pueblo o estado, hazlo. Y si por alguna razón no puedo salir, no te detengas. ¿Entendido?

El aire en mis pulmones dolía.

—¿Quieres que te abandone, Sasuke?

Sus ojos brillaban mientras asentía.

—Sí.

—¡No! —lloré, soltándome—. ¡Nunca te dejaré atrás idiota, ttebayou!

Atrapó mis mejillas, sujetándome.

—Lo sé...

—¡No, no lo sabes, de veras! —Sujeté sus muñecas, mis dedos hincándose en su piel—. ¿Tú me dejarías atrás si algo me pasara, dattebayou?

—No. —Su rostro se torció en un gesto feroz—. Nunca haría eso.

—¿Entonces cómo puedes pedirme que haga lo mismo? —Estaba a punto de llorar, principalmente porque no podía soportar la idea de Sasuke siendo atrapado, sufriendo lo mismo que su hermano—. No puedes...

—Lo siento. —Las líneas de su rostro se suavizaron y bajó la cabeza, besándome fugazmente—. Tienes razón. No debería haberte pedido que hagas eso.

Parpadeé furiosamente.

—¿Cómo puedes siquiera considerar pedirme hacer algo como eso, dattebayou?

Ahora sí que quería darle un puñetazo porque mi corazón corría, imágenes terribles y horrendas pasaban por mi cabeza. Entonces... entonces me di cuenta de algo.

—Te diste por vencido con facilidad, Uchiha —susurré desconfiado.

Sonrió y deslizó sus brazos por mis hombros, jalándome hacia él.

—Sólo entiendo lo que dices, ttebayou.

Uh, sí, esto era raro. Eché la cabeza hacia atrás, escrutando su rostro por alguna señal que lo delatara, pero todo lo que vi fue ternura y un poco de confiada seguridad que siempre se hallaba ahí. No me molesté en preguntarle si ocultaba algo, dudaba que confesara, y yo quería creer que había visto el error de su modo.

Pero yo no era estúpido.

 

En la tarde antes del baile, Sai estaba en mi habitación, retorciendo mi pequeño cabello alrededor de un medio cilindro rizador, pero era inútil. Mientras que la conversación comenzó un poco torpe, mejoró a mitad de camino a través del proceso de diseño. La conversación era ligera y fácil por el tiempo que había depositado en mi cabello naturalmente indomable.

Yo estaba aplicando un poco de maquillaje en mi ojo cuando él se sentó en el borde de mi cama, con las manos entrelazadas sobre el regazo. Había ido con una simple vuelta, peinándose el cabello negro hacia atrás un aspecto clásico que mostraba su rostro anguloso perfectamente.

Frotando mi dedo meñique debajo de mi ojo difuminé un poco del delineador para hacerlo ver más natural. —¿Estás emocionado por esta noche, ttebayou?

Él se encogió de hombros. —Sólo quiero hacerlo, porque, ya sabes, es nuestro último año. Probablemente va a ser nuestro último año juntos, todos nosotros, y quiero experimentarlo. Sé que Gaara querría ir y divertirse.

Puse el lápiz de ojos en mi tocador y hurgué por mi bálsamo. —Él lo haría, de veras.— le dije, mirando hacia atrás en el dormitorio—. Él parecía el tipo de persona que quería lo mejor para ti, no importa lo que significaba para él.

Una sonrisa parpadeó y se desvaneció. —Lo hacía.

Con una sensación de tristeza, me volví hacia el espejo y mi mirada cayó al tubo dorado. Él debería estar con Gaara esta noche. —Sai, yo...

—Lo sé. —Un segundo estaba en la cama y en el otro estaba de pie en el umbral. Su parte inferior se desvaneció y guau, era tan raro de ver—. Sé que lo sientes. Sé que nunca quisiste que Gaara muriera.

Me volví hacia él, girando la pieza de topacio azul entre mis dedos. — Yo lo cambiaría todo si pudiera, dattebayou.

Su mirada parpadeó lejos de mí, colocándola por encima de mi hombro. —¿Tienes miedo de mañana por la noche?

Frente al espejo una vez más, parpadeé para contener las lágrimas.

Por un momento, se había sentido como si hubiésemos llegado tan lejos, pero entonces la puerta había sido cerrada de golpe en mi cara. Bueno, tal vez había llegado en algún lugar, pero no por lo que yo quería.

Por lo tanto, tengo que dejar  de ser un quejoso. Eso es un montón de maquillaje que perder.

—¿Naruto?

—Estoy asustado, ttebayou—admití con una risita—. ¿Quién no lo estaría? Pero estoy tratando de no pensar en ello. Eso es lo que hicimos la última vez, y yo me encontraba alterado.

—Yo estaría asustado no importa lo que... yo estoy asustado, en realidad, y todo lo que estoy haciendo es esperando en el coche. —Él desapareció de la puerta en un instante y volvió a aparecer en el armario.

Desenvolvió cuidadosamente mi traje de fiesta—. Sólo ten cuidado y mantener a mis hermanos seguros. ¿De acuerdo?

Mi corazón se disparó y no lo dudé. —De acuerdo, Sai.

Cambiando lugares, él terminó con el mismo maquillaje que yo, y me deslicé en mis pantalones y saco. Mamá apareció en mi dormitorio, cámara en mano, y aquí fuimos de nuevo. Tomó fotos nuestras, con lágrimas en los ojos, hablando de como solía jugar a disfrazarme en sus zapatos y correr por la casa desnudo,  eso era todo antes de Sai se fuera y Sasuke llegara.

Sólo podría empeorar a partir de ahí.

Pero cuando el bastardo entró en la sala de estar, donde yo esperaba, jugueteando con mi saco, me quedé sin palabras.

Sasuke se veía bien en casi cualquier cosa—jeans, sudaderas, ropa de leñador, pero en un esmoquin negro ajustado a sus hombros anchos y caderas estrechas, él era absolutamente increíble.

Mechones oscuros le caían sobre la frente, barridas a la derecha.

Llevaba un bonito ramillete en una mano. Mientras enderezaba la corbata, su mirada se inició a las puntas de mis zapatos y hasta hizo la lectura lenta, persistente en algunos puntos que me esperaba que mi mamá no se diera cuenta. Sus dedos se calmaron en torno a la corbata, y me sonrojé, sintiendo la intensidad de su mirada y su aprobación.

A Sasuke le gustaba el traje.

Mis mejillas tenían que coincidir con su corbata roja para entonces.

Se acercó a mí con esa arrogancia de estrella de rock y se detuvo a un pie delante de mí, inclinó la cabeza y susurró—: Te ves hermoso.

Un aleteo profundo comenzó en mi estómago y se propagó. — Gracias. No te ves tan mal, teme.

Mamá revoloteaba alrededor como un pájaro un poco irregular, tomando fotos y quejándose sobre nosotros. Cada vez que miraba a Sasuke, lucía ella unos ojos saltones en su cara. Ella se enamoró totalmente de él.

Tomó un montón de fotos de él tomando el ramillete y atándolo a mi muñeca. El ramillete era una rosa en plena floración sencilla rodeada de hojas verdes y aliento delicioso Hermoso. Posamos para las fotos de mamá y todo el proceso fue natural, nada como Kiba y la bienvenida. Mis pensamientos vagaban a Kiba mientras hacíamos un par de fotos y el pelinegro intercambiaba la cámara, así que pudimos hacer un poco de madre-e-hijo.

¿Estaba Inuzuka Kiba vivo? Pain había jurado que la última vez que había visto a Kiba, el chico había estado vivo mientras el Departamento de Defensa lo llevara lejos. Lo que sea qué pasó con el castaño era porque me había visto perder el control de la Fuente. Otra posible muerte ligada a mí, y él tenía que estar muerto, ¿por qué lo que el Departamento de Defensa o Jinchuriki lo querían vivo? No era más que humano...

Pensé en Sakura.

Sasuke puso su mano en mi espalda baja. —¿Dónde estás, dobe?

Parpadeé, volviendo al presente. —Estoy aquí, contigo, teme.

—Eso espero.

Mamá se acercó, tirando de mí en un abrazo. —Cariño, te ves tan hermoso, ustedes dos se ven tan hermosos juntos, ttebane.

El Uchiha se alejó, sonriéndome por encima de su hombro.

—Simplemente no puedo creer que esto esté pasando. Su baile de graduación —dijo ella, sollozando mientras retrocedía hacia arriba, frente a Sasuke—. Fue sólo ayer cuando estaba corriendo por la casa, arrancando sus pañales, ttebane.

—Mamá —le espeté, finalmente saltando a la conversación. Ella diciendo cualquier historia de bebé Naruto era bastante malo. Que cualquier persona las oyera era mortificante. Pero con el bastardo era aproximadamente mil veces más horrible.

Los ojos negros se iluminaron con interés. —¿Tiene fotos? Por favor, dime que tiene fotos.

Su rostro esbozó una amplia sonrisa. —¡En realidad, lo hago! —Ella giró hacia un librero de la esquina, sus repisas llenas de fotos humillantes—. Guardé todo.

—¡Oh, mira la hora, dattebayou! —Agarré del brazo y tiré de Sasuke. Él no se movió—. Realmente tenemos que irnos, de veras.

—Siempre hay un mañana, sra. Uzumaki—le dijo a mi mamá, guiñándole un ojo—. ¿Cierto?

—No voy a trabajar hasta las cinco, ttebane —Ella sonrió. Eso no estaba sucediendo. En el camino, se detuvo y me dio otro abrazo. —Te ves hermoso, mi amor. Lo digo en serio.

—Gracias, dattebayou —Apreté su espalda.

Ella se aferró como si nunca fuera a dejarme ir y no me importó, porque después de mañana por la noche, había una posibilidad de que no regresaría. Así que necesitaba abrazar a mi mamá y era lo suficientemente orgulloso para admitirlo.

—Estoy feliz por ti —susurró—. Él es un buen chico, Naruto.

Le di una sonrisa aguada. —Lo sé, ma.

—Bien. —Ella tiró de regreso, acariciando mis brazos con ambas manos—. ¿Toque de queda?

—Yo...

—Esta noche no tienes ninguno, ttebane. —Para mi sorpresa, sonrió—. Así se compórtate y no hagas nada de lo que te arrepentirás por la mañana. —Su mirada se desvió por encima de mi hombro y murmuró—: No mucho.

—¡Mamá!

Riendo, ella me dio un ligero empujón. —Estoy vieja, no muerta. Ahora sigan adelante y diviértanse.

Me fui tan rápido como pude. —No has oído la última parte, ¿no?

Sasuke sonrió.

—Oh, Kami...

Inclinando la cabeza hacia atrás, se rió mientras tomaba mi mano.

—Ven, dobe, tu carro está esperando.

Me reí mientras subía a Sharingan y una vez que estuvimos dentro, argumentamos en la radio hasta que estuvimos a mitad de camino a la escuela y Sasuke me envió una mirada de reojo. —Realmente te ves hermoso, Kitsune. Lo digo en serio.

Sonreí, pasando mis dedos sobre la tela de mi pantalón—Gracias, teme.

Hubo una pausa. —Pensé que te veías hermoso la noche de la bienvenida, también.

Mi cabeza gira hacia él —¿En serio?

—Demonios sí. Odiaba que estuvieras con alguien más. —Él se rió al ver mi expresión y luego se volvió a centrarse en la oscura carretera. Una sonrisa fácil tiró de mi corazón—. ¿Cuándo te vi con Kiba? Quería darle una por siempre-adorable paliza y arrebatarte a la distancia.

Me eché a reír. A veces me olvidaba que durante esos primeros meses tumultuosos de conocernos, una parte pequeñita de él me había gustado.

—Así que, sí, pensé que eras hermoso entonces.

Me mordí el labio y luego esperaba no haberme quitado el bálsamo de los labios. —Siempre pensé que eras... —Hermoso no era exactamente un descriptivo  para alguien que se considera un macho así que fui con—: Muy guapo, ttebayou.

—Lo que quieres decir es que siempre pensaste que era increíblemente caliente y que no podrías quitarme los ojos de encima.

—Realmente tenemos que trabajar en tu modestia, bastardo—El bosque borroso fuera de las ventanas, y pude ver mi sonrisa en el reflejo—. Pero Kami, alguna vez me sacaste de mis casillas, de veras.

—Es parte de mi encanto, usuratonkachi.

Solté un bufido.

El baile de graduación se celebró en el mismo lugar que el de bienvenida—el gimnasio de la escuela secundaria. Realmente lujoso aquí. El aparcamiento estaba lleno y porque estábamos corriendo un poco tarde, tuvimos que dejar a Sharingan en la sección de hemorragia nasal.

Sasuke tomó mi mano mientras caminábamos a la escuela. El aire era cálido con un toque de frescura. Las noches eran todavía bastante frías aquí en mayo, pero no necesitaba un saco extra o algo así, no con Sasuke mi lado. Él siempre le daba una increíble cantidad de calor.

En el de bienvenida, el gimnasio había sido transformado por todas las decoraciones festivas del otoño, pero para el baile de graduación, luces blancas habían sido colgadas en el techo y hacia abajo de las gradas cerradas, formando un efecto cascada deslumbrante. Las plantas grandes en macetas, hojas habían sido traídos, en torno a las mesas y mantel cubiertos que se posaban en el borde de la llena pista de baile.

La música era fuerte, y apenas podía oír lo que Sasuke me decía mientras me tiraba hacia adelante. Karin apareció de la nada, tomando mi mano y tirando de mí hacia el piso. Se veía impresionante en un vestido de trompeta azul profundo que halagaba sus curvas de reloj de arena. En el suelo las otras chicas nos rodeaban. La risa se mezclaba con el ritmo y pensé en el club en Kirigakure y las jaulas.

Mundos totalmente diferentes.

Sasuke volvió a aparecer, robándome lejos de las chicas. Era un baile lento y su brazo se ajustaba perfectamente alrededor de mi cintura.

Apoyé la mejilla en su hombro, me alegraba de que él y Sai me hubieran convencido. Salir y hacer esto se sentía muy bien, como un peso de siete toneladas siendo levantado de mis hombros.

El azabache se deslizó junto con la canción, con la barbilla rozando mi mejilla cada cierto tiempo. Me gustó la forma en que su pecho vibraba contra el mío, me recordaba a la forma natural de cómo su cuerpo se sentía.

Hacia el final de la canción, abrí los ojos y me encontré con los de Pain.

Inhalé en una respiración fuerte. No esperaba que estuviera aquí, así que ver pelinaranja causó un poco de sorpresa para disparar a través de mí.

¿Estaba con alguien? Ninguna chica o doncel estaba cerca de él, pero eso no significaba nada. Algo sobre la forma en que se quedó mirándonos estaba por encima del factor de deformación aceptable para mi gusto.

Una pareja se cambió, riendo mientras el chico pateaba sus caderas. Cuando pasaron adelante, Pain había desaparecido, pero una sensación extraña, repulsiva había aparecido en mi estómago. La sensación que tuve cuando vi al surfista, lo que significaba que trataba de no pensar en él en absoluto.

Al verlo me hizo pensar en alguien más, sin embargo. Levanté mi cabeza. —¿Itachi no ha venido?

Sasuke negó con la cabeza. —No, creo que se sentía como si estuviera traicionando a Deidara si lo hacía.

—Vaya —dije en voz baja, sin saber qué pensar de eso. Su dedicación a Deidara era más que digna de admiración, que era una especie de impresionante. Tal vez era el ADN alienígena.

El brazo del pelinegro se tensó y el esmoquin se tensó sobre sus hombros.

Sí, definitivamente el ADN ajeno trabajando en muchos, muchos aspectos.

Después de la danza lenta, Sasori y Sai se unieron a nosotros. Se veía tan precioso como pensé que lo haría en su traje y apariencia fresca y limpia. Noté que Sai y Sasori mantuvieron una discreta distancia entre sí.

Para mí, estaba claro que eran sólo amigos-mayormente sólo porque compartían algo que habían perdido.

Cuando Sasuke se fue para encontrar algo de beber, fui sorprendido por Ino y su cita humano... y su pequeño vestido negro.

La rubia sonrió como un gato que se comió toda una familia de canarios. —Sora, este es Naruto. No te preocupes por recordar su nombre. Probablemente lo vas a olvidar.

La ignoré y le ofrecí una mano. —Mucho gusto, ttebayou.

Sora era guapo, muy guapo y podría sostenerse a sí mismo con los Luxen. Tenía el pelo rizado de color marrón y sus cálidos colores ojos whisky era amables, también.

Me dio un buen apretón de manos. —El placer es mío.

Y educado. ¿Qué estaba haciendo con Ino?

—Tengo ciertos talentos —susurró en mi oído, como si leyera mis pensamientos, y me fruncí el ceño—. Pregúntale a Sasuke. Te puede decir todo sobre ellos. —Enderezándose, se rió.

En lugar de golpearla, lo cual era algo que realmente quería hacer, y podía sentir la Fuente rogándome ser utilizada, sonreí dulcemente mientras pasaba junto a ella y ponía mi mano en la longitud expuesta de su esbelta espalda. Una oleada eléctrica altamente cargada pasó de mi mano a la piel.

Dejando escapar un grito bajo, Ino saltó y se dio la vuelta. —Tú...

A su lado, Sora parecía confundido, pero detrás de él, Sai rompió a reír. Seguí sonriendo, dando un pequeño guiño a Ino antes de darme la vuelta. Sasuke estaba de pie con dos vasos, una ceja arqueada.

—Pequeño Kitsune malo —murmuró.

Sonriendo, me estiré y lo besé. Se trataba de uno inocente-o tal vez por mi parte, pero el azabache totalmente lo llevó allí. Cuando nos separamos, no tenía aliento.

Dejando el grupo atrás, bailamos otra vez, tan cerca que quedé esperando que un maestro se acercara y nos separara. Varias veces bailé con Karin e incluso Sai se unió una vez. A todos nos parecía ridículo, agitándonos alrededor y divirtiéndonos.

En el momento en que estaba de vuelta en los brazos de Sasuke, habíamos estado en la fiesta de graduación durante unas dos horas.

Algunos chicos ya se marchaban, dirigiéndose a las famosas fiestas de campo celebradas en granjas.

—¿Estás listo para salir ya, dobe? —dijo.

—¿Tienes algo planeado, teme? —Oh, por Kami, hizo mi mente enloquecer después.

—Sí. —Sonrió maliciosamente—. Te tengo una sorpresa.

Y mi mente fue lejos, muy al sur de ese punto. Sasuke y la palabra sorpresa en la misma frase generalmente era una entretenida aventura.

—Muy bien —dije, con la esperanza de que sonara adulto y fresco mientras mi corazón estaba haciendo el tonto baile de doncel feliz.

Encontrando a Karin, le dije que nos íbamos y le di un abrazo. —¿Ustedes consiguieron una habitación de hotel? —preguntó ella, con los ojos brillando debajo de sus lentes.

Le di una palmada en el brazo. —No, rayos. Bueno...no lo creo. Dice que tiene una sorpresa para mí, ttebayou.

—Totalmente es la habitación del hotel —gritó—. Ah por Kami, ustedes van a tener ya sabes, la palabra de cuatro letras.

Sonreí.

Los ojos rojos de la pelirroja se estrecharon y luego se abrieron. —Espera. Ustedes...

—¡Me tengo que ir! —Empecé a alejarme pero ella me siguió.

—¡Tienes que decirme! Necesito saber. —Detrás de ella, Suigetsu miró con curiosidad.

Escapando, negué con la cabeza. —Realmente tengo que irme, dattebayou. Voy a hablar contigo más tarde. Qué se diviertan.

—Oh, que es mejor hablar más tarde. Lo exijo.

Con la promesa de llamarla, entonces busqué a Sai, pero a la única que encontré fue a Ino, y después de destruirla parecía que ella quería la revancha. Viré en la otra dirección, escudriñando el suelo por el esbelto doncel de pelo negro.

Me di por vencido cuando vi de nuevo a Sasuke. —Teme ¿Has visto a Sai?

Él asintió con la cabeza. —Creo que él se fue con Sasori. Decidieron ir a la cafetería o algo y comer.

Lo miré fijamente.

Sasuke se encogió de hombros.

Ahora no estaba seguro acerca de mi convicción anterior cuando se trataba de su relación. Gaara y Sai eran conocidos por hacer las cosas de esa manera. Por otra parte a los Luxen les gusta comer... todo el tiempo—: ¿No crees que ellos son...?

—No quiero ni saber, dobe.

Yo tampoco, decidí. Tomando su mano tendida, nos dirigimos afuera del gimnasio lleno de vapor y por el pasillo cargado de serpentinas. Afuera había bajado la temperatura, pero el aire frio se sentía bien contra mi piel enrojecida.

—¿Vas a decirme sobre la sorpresa, ttebayou?

—Si lo hiciera, entonces no sería sorpresa, usuratonkachi —respondió.

Puse mala cara. —Pero es una sorpresa ahora, teme...

—Buen intento. —Él se rió, abriendo la puerta para mí—. Entra y pórtate bien.

—Como sea. —Pero subí, remilgadamente cruzando las piernas.

Sasuke volvió a reír mientras trotaba alrededor de la parte delantera de su coche y entraba.

Echándome un vistazo, él sacudió su cabeza—: Te mueres por saber, ¿Verdad?

—Sí. Debes decirme.

No dijo nada y se quedó callado todo el camino a casa, para mi gran sorpresa. Nerviosa excitación se construía dentro de mí. Solo habían sido unos pocos minutos aquí y allá, de estar solo juntos desde aquella fatídica noche del sábado.

Es curioso como algo tan terrible y tan hermoso podría suceder en una noche—el mejor y el peor día de mi vida, me di cuenta.

No quería pensar en Jiraiya.

Sasuke aparcó el coche en su camino de entrada. La luz de la sala de estar estaba prendida en su casa. —Quédate en el coche, ¿De acuerdo?

Cuando asentí, él salió y desapareció en un destello. Curioso, me di a vuelta en el asiento pero no lo vi a él ni a nadie. ¿Qué podría estar haciendo?

De repente, la puerta de mi lado del coche se abrió y Sasuke extendió su mano. —¿Listo?

Un poco golpeado y descentrado por su reaparición, le di mi mano y dejé que me llevara fuera del SUV. —Así que ¿Mi sorpresa...?

—Ya verás.

De la mano, empezamos a caminar. Pensé que me iba a llevar a su casa, pero no lo hizo, y cuando pasamos por la mía y nos dirigimos por la carretera, no tenía ni idea de lo que había planeado. Eso fue, hasta que vi que nos dirigíamos a la carretera principal y cuando nos detuvimos allí, fui conducido a varios meses atrás a la primera vez que me enteré acerca de Sasuke.

Yo había caminado en frente de un camión.

Sí, un movimiento idiota, pero me encontraba molesto y no pensado claramente. La versión-idiota del azabache había sido la culpable.

Cruzando la carretera, tuve una idea general de hacia dónde nos dirigíamos. El lago. Apretando su mano, luché contra una sonrisa estúpida.

—¿Crees que puedes caminar con esos finos zapatos? —preguntó, frunciendo el ceño como si acabara de pensar en ello.

Dudoso, pero yo no quería arruinar esto para él. —Sí, voy a estar bien, bastardo

Él lo tomo despacio de todos modos, asegurándose de que no me caería de bruces o me rompería el cuello. Increíblemente dulce, en realidad, él sacó todas las ramas que colgaban bajas fuera del camino y en un punto, dejó una parte de su verdadera forma afianzarse. Luz blanca rodeó su mano, desparramándola por el suelo desigual.

¿Quién necesitaba una linterna cuando tenías a Sasuke?

Nos tomó un poco más de lo normal para llegar al lago, pero me gustó el paseo y su compañía. Y cuando salimos de la última hilera de árboles y apareció la escena delante de mí, no podía creer lo que miraba.

La luz de la luna se reflejaba en las aguas tranquilas y a varios metros de distancia de la orilla, junto a las flores silvestres blancas que habían comenzado a florecer, estaban varias mantas extendidas y amontonadas una encima de la otra, creando un sitio cómodo de aspecto de estar.

Había unas cuantas almohadas y un refrigerador grande. Un fuego crepitaba más cerca del lago, rodeado de grandes piedras.

No había palabras.

Todo el conjunto fue excepcionalmente romántico, dulce, impresionante, y tan, tan perfecto que me preguntaba si estaba soñando.

Sabía que el Uchiha era capaz de sorprenderme, siempre lo hacía, pero ¿Esto...? Mi corazón se hinchó tan rápido que estaba seguro de que flotaría.

—Sorpresa, dobe —dijo, dando un paso adelante, con la espalda hacia el fuego—. Pensé que esto sería mejor que una fiesta o lo que sea. Y te gusta el lago. A mí también.

Parpadeé para contener las lágrimas. Demonios, tenía que dejar de llorar todo el tiempo, especialmente esta noche, porque había cargado mis ojos con delineado. —Es perfecto, Sasuke. Rayos, es maravilloso, de veras.

—¿En serio? —Un poco de vulnerabilidad se arrastró en su voz—. ¿De verdad te gusta?

No podía creer que preguntara. —¡Me encanta! —Y entonces me eché a reír, lo cual era mejor que llorar—. Realmente me gusta esto, teme.

 Él sonrió y yo me lancé sobre él, envolviendo mis brazos y mis piernas a su alrededor como un loco chico-mono.

Riendo, él me agarró y no tropezó. —Realmente te gusta esto, dobe —dijo, caminado hacia atrás—. Me alegro.

Tantas emociones estaban corriendo a través de mí que no podía decidirme por una cosa, pero todas eran buenas. Cuando me dejó, me quité los zapatos y me moví a las mantas. Eran suaves bajo los dedos de mis pies, de lujo.

Sentado, metí mis piernas debajo de mí—: ¿Qué hay en la nevera, dattebayou?

—Ah, las cosas buenas. —Él brilló en la oscuridad y apareció al lado de la nevera, arrodillándose. La abrió, sacó una botella de vino y dos copas—. Vino fresco, de fresa, tu favorito.

Me reí. —Oh por Kami.

Hizo reventar el corcho con algún tipo de extraño alíen-mente-fuente-jedi poder y vertió cada uno de nuestros vasos. Lo tomé y bebí a sorbos el líquido burbujeante. Me gustaba el vino fresco, ya que no sabe a alcohol y era realmente un debilucho.

—¿Qué más, ttebayou? —le pregunté, inclinándome.

Sacó una lata y con cuidado le quitó la tapa y la inclinó hacia mí. Fresas cubiertas con chocolate rodaron tentadoramente.

Se me hizo agua la boca. —¿Tú las hiciste, teme?

—Ja. No.

—Uh... ¿Las hizo Sai?

Eso consiguió una risa. —Las ordené de la tienda de dulces de la ciudad. ¿Pruebas uno?

Lo hice y mi boca murió y fue al cielo. Y quizás incluso babeé sobre mí. —¡Son tan buenas, de veras!

—Hay más. —Sacó un envase de plástico lleno de queso en rodajas y galletas—. También pre-hechos de la tienda porque no soy un cocinero o lo que sea.

¿A quién le importaba como se le ocurrió la cosa? Él hizo esto, esto era todo él.

También había onigiris  y algo contrastante, pizza vegetariana. Perfecta comida para picar,  empezamos, riendo y comiendo mientras el fuego se apagó lentamente.

—¿Cuándo hiciste todo esto, teme? —pregunté, alcanzando más o menos mi quinta rebanada de pizza vegetariana.

Tomó una fresa, inspeccionándola con los ojos entrecerrados. — Tenía las cosas en el refrigerador aquí y las mantas envueltas en una lona. Todo lo que hice cuando llegamos fue venir aquí verdaderamente rápido, extender las mantas y empezar el fuego.

Terminé mi rebanada. —Ja. Eres increíble.

—Sabía que no te tomaría tiempo para darte cuenta de eso, dobe.

—No. Siempre lo he sabido, tonto. —Lo vi rebuscar por otra fresa—. Quizá no en el principio...

Él hecho un vistazo hacia arriba—: Mi genialidad tiene que ver con la cautela.

—¿Es así? —La temperatura había disminuido y me acurruqué más cerca de él y el fuego moribundo, temblando pero ni de lejos listo para volver.

—Ajá. —Sonrió, cerrando el recipiente y colocando el resto del alimento de vuelta en el refrigerador.

Me lanzó un soda, y limpió todo. Nos habíamos movido más allá de los refrigeradores de vino hace un rato. —No puedo mostrar todas mis partes dinámicas a la vez.

—Por supuesto que no. ¿Dónde está el misterio en eso, ttebayou?

Tomó una manta de tiro. —No hay ninguno, dobe. —Cubriéndola sobre mis hombros, luego se acomodó a mi lado.

—Gracias. —Tiré del suave material cerca—. Creo que el público en general se sorprendería al saber la profundidad de tu dulzura, de veras.

Sasuke se recostó, descansando sobre su costado. —Ellos nunca lo sabrán.

Sonriendo, me incliné hacia adelante y besé sus labios. —Me llevaré el secreto hasta la tumba, en serio.

—Bueno. —Palmeó el sitio junto a él—. Podemos volver siempre que tú quieras.

—Yo no quiero irme, dattebayou.

—Trae tu feliz y pequeño trasero hibrido aquí, dobe.

Pasando rápidamente sobre el espacio restante, me acosté a su lado. El pelinegro movió una almohada hacia abajo hasta que estuvo bajo mi cabeza.

Hablamos del baile, la escuela, e incluso de la universidad de Colorado. Conversamos mucho más allá de la medianoche.

—¿Estás preocupado en absoluto por el mañana, Sasuke? —pregunté, corriendo la punta de mis dedos a lo largo de su mandíbula.

—Estoy preocupado, pero estaría loco de no estarlo, dobe. —Besó mis dedos cuando estos fueron muy cerca de sus labios—. Pero no se trata de lo que piensas.

—¿Qué es, entonces? —Mi mano se deslizó por su cuello, encima de su camisa. Se había quitado la chaqueta. Su piel era cálida y dura debajo de la fina tela.

Sasuke se acercó más. —Me preocupa que Deidara no sea como Itachi lo recuerda.

—A mí también, de veras.

—Sé que él puede manejarlo, sin embargo. —Él se unió, su mano deslizándose debajo de la manta, curvándose sobre mi cuello desnudo— Sólo quiero lo mejor para él. Se lo merece.

—Lo hace. —Contuve la respiración mientras su mano viajaba hacia el sur, sobre la pendiente de mi cintura y luego el brote de mi cadera—. Espero que esté bien, que todo el mundo esté bien, incluso Nagato, dattebayou.

Él asintió con la cabeza y me facilitó suavemente sobre mi espalda.

Su mano alisó la tela de mi pantalón en la zona de la rodilla. Me estremecí.

Sonrió. —¿Alguna otra cosa te está molestando?

Cuando pensaba en el mañana y lo que el futuro podría sostener, un montón de cosas me estaban molestando—: No quiero que nada te suceda a ti, Sasuke. —Mi voz se quebró—. No quiero que le pase nada a nadie, ttebayou.

—Shh. —Él me besó suavemente—. Nada le va a suceder ni a mí ni a nadie, dobe.

Apreté mis manos alrededor de su camisa, sosteniéndolo, como si de algún modo podría detener el escenario del peor-caso realizarse solo por mantenerlo cerca.

Tonto, lo sabía, pero teniéndolo allí mantuvo el más horrible de los miedos en la bahía.

Qué yo saliera de Jinchuriki, pero sin Sasuke.

—¿Qué pasa si tenemos éxito mañana por la noche, dattebayou?

—¿Te refieres a cuando lo hagamos? —Su pierna rozó la mía, colocándola en el medio—. Volvemos a la escuela el lunes, aburrido, lo sé. Espero aprobar nuestras clases, que lo haremos. Entonces nos graduamos. Y luego tenemos todo el verano...

Todo su peso hizo cosas malas con mis pensamientos, pero el pánico apareció demasiado cerca. —Jinchuriki vendrá en busca de Nagato y Deidara, de veras.

—Y no los encontrarán, dobe —Sus labios se apretaron contra mi sien y luego en la curva de mi frente—. Es decir, si se acercan lo suficiente.

Mi estómago se revolvió. —Sasuke...

—Va a estar bien. No te preocupes.

Quería creerle. Más como si necesitara.

—Mejor no pensar en el mañana, Kitsune —susurró, sus labios rozan mis mejillas y mi mandíbula—. No pienses en la próxima semana o la noche siguiente. Es solo nosotros ahora mismo y nada más.

Con mi corazón latiendo como loco, incliné mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos. Era casi imposible de olvidar todo lo que se avecinaba, pero cuando su mano recorrió mi abdomen y bajo la camisa que en algún momento me había desfajado  realmente éramos nosotros y nada más.

Continuará...

Notas finales:

Al fin los tortolitos llegaron a segunda base.

El próximo que viene es el último capítulo, y eso me pone triste. Pero ya estoy comenzando a trabajar la 4ta temporada, así que espero que ustedes me tenga paciencia :( Para serles sincera, no sé cuánto me tome publicar el nuevo, ya que tengo que tener mínimo 10 capítulos adelantados para hacerlo, pero oigan ¡lo voy a hacer! Así que no se me pongan tristes pensando que ya no me van a volver a leer, o quedarse a medias, porque eso NO va a pasar. 

Solo es cuestión de tener fe y paciencia en mí, jiji.

Espero sus mensajes que como siempre me alegran el día. Los quiero.

¿Nos leemos pronto?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).